La revancha de mi sobrina
No le gustó mi aventura con su amiga...y se toma la revancha.
Mi sobrina me había encargado encarecidamente que dejase a su amiga al margen. En el relato titulado “La amiga de mi sobrina” os narraba lo que sucedió cuando fui a su casa a intentar solucionar el problema que su intromisión en nuestra idílica relación había provocado.
Cuando Davinia se enteró, se enfadó mucho conmigo, me prometió revancha y castigo por mi desobediencia. A continuación os cuento como lo hizo.
Tu revancha, mi placer
- “Corre por la facultad un rumor muy interesante… me gustaría comprobarlo contigo”, es el inquietante comentario que me hace mi sobrina mientras desayunamos los dos juntos.
-De qué se trata?¿Por qué yo?, le contesto poco convencido de que esto pueda salir bien.
-“Es una sorpresa… pero esto convencida que te va a gustar mucho. Esta tarde sales de la oficina un poco más temprano y te pasas por el piso de Susana, yo estaré allí esperándote”, me dice con tono convincente.
-“¿De que se trata?¿es alguna de tus travesuras?¿me tengo que preparar de alguna manera? Le pregunto sabiendo que no va a soltar prenda y me mantendrá en ascuas durante todo el día.
Una vez resueltas las discrepancias con su amiga hemos encontrado en su piso un excelente refugio donde dar rienda suelta a nuestras fantasías. Davinia se encarga de ajustar los horarios para que podamos tener nuestros ratos de intimidad.
Su amiga nos ha cedido una habitación para que estemos realmente cómodos cuando vamos a su casa. Todavía no sé qué beneficio saca de ello aunque estoy seguro que pronto lo sabre.
Ha transcurrido casi toda la jornada sin poder quitarme de la cabeza lo que mi sobrina ha podido organizar. He fantaseado con posibles posturas, incluso he pensado que quizás ha preparado un encuentro de los tres juntos, o quizás se ha comprado algún juguetito que quiere probar conmigo. Cualquier alternativa me parece muy estimulante y me encamino a la casa muy ilusionado.
Me recibe mi sobrina con un look muy llamativo y excitante. Se ha enfundado en un pantalón negro ajustado, de esos que parecen de cuero aunque son de lycra y plástico. Un sujetador con forma de corpiño, negro también, con encajes y algún detalle rojo, completa su imagen de pantera seductora que ha elegido para hoy.
Me conduce hasta la habitación, sin darme oportunidad para decir nada ni cogerla entre mis brazos, me arranca literalmente la ropa y me empuja hacia la cama.
Me hace sentar en cama, apoyando la espalda en el cabecero y poniendo las piernas en cruz. Se exhibe haciendo lucir su bonito cuerpo hoy adornado con toques muy sexys, le dan un aspecto de dominatrix que me pone mucho. Ella se regodea con su look y a mi me encanta. ¡Está preciosa!
Con un cierto ceremonial, pero con mucha naturalidad, se pone unos guantes de látex (del laboratorio de la facultad?) y me da indicaciones para que me relaje a la espera de su actuación. Debajo de la almohada tenía escondidos unos trozos de cordón que utiliza para atarme las manos abiertas en cruz sobre el cabecero.
Se coloca justo delante con sus piernas también abiertas en cruz, hace que yo ponga las mías cruzando sobre las suyas con lo que nuestras piernas forman una equis casi perfecta.
Mis genitales han quedado justo delante de ella al alcance de sus manos. Se echa un buen chorro de un liquido gelatinoso que sale de un recipiente dosificador casero. Y se pone “manos a la obra”, nunca mejor dicho.
Con gran meticulosidad empieza a restregar sus manos por mis muslos y entrepierna, para pasar a la zona púbica y bajo vientre. Los testículos merecen una especial atención y termina manoseando la polla que hace rato está bien tiesa.
“Es un ungüento mágico, muy especial y secreto que elaboran los indios solo para los jefes de la tribu… y ahora lo tenemos nosotras….las estudiantes de medicina”, dice mi sobrina con una gran sonrisa en los labios y un brillo especial en los ojos.
Te va a gustar, dicen que tiene unos efectos extraordinarios. Al principio es refrescante…casi frio… pero después….ji ji ji…ya verás”, dice mi sobrina con una risita que me inquieta un poco.
- “Tú relájate… prepárate… te voy a hacer un trabajito que no vas a olvidar en mucho tiempo”, me dice al tiempo que inicia un suave sube y baja que deja al descubierto mi capullo inflado como un globo morado.
Dicho esto, me pone un pañuelo de cuello sobre mis ojos , lo ata detrás de mi cabeza y me deja a oscuras. A partir de ese momento estoy atado y a ciegas, mientras mi sobrina me tiene a su disposición.
Con bastante habilidad alterna las manos en el masaje, primero una y después la otra, en todas las direcciones y por todos los rincones. Parece haber aprendido muchas cosas nuevas y las ejecuta a la perfección.
¡Y empieza mi bendita tortura!. Apoya una mano sobre mi muslo y la otra queda libre para juguetear libremente con mi polla. Esta tiesa como un palo y a punto de reventar por la gran cantidad de sangre que llega por las venas.
A pesar del ungüento que me ha puesto, Davinia quiere darle un punto más de lubricación, acerca la cabeza y deja caer un chorrito de saliva sobre el capullo. Antes de que se pierda, pasa la mano rodeándolo y repartiendo bien la saliva mezclada con lo que me ha puesto.
- “¿Sabes lo que te voy a hacer? Me pregunta mientras sigue haciendo pasar mi capullo entre sus dedos, acariciándome y haciéndome desear que lo tome con fuerza y me haga un pajote lo antes posible.
- ¿Qué prefieres? ¿“el pulido del micrófono” o “domesticando al delfín”? dice a modo de sugerencia eligiendo las técnicas de un aparentemente abultado repertorio.
- “O mejor te hago … “el ahorcado”, como tienes el capullo bien gordo, esa la disfrutarás más”
Joder, joder, joder… ¿Dónde ha aprendido esas cosas? Estoy realmente impaciente y deseoso de que empiece enseguida con cualquiera de las alternativas que me propone. No conozco las técnicas por esos nombres pero estoy seguro que me van a gustar mucho.
Davinia es muy curiosa, le gusta aprender, practicar, perfeccionarse y es probable que se haya empapado de toda la cultura ancestral que acompaña al maravilloso ungüento que corre por la facultad.
No ha empezado todavía y ya tengo ganas de correrme, víctima de los primeros movimientos y del morbo al oír como me da a elegir las cosas que puede hacerme.
- “Si, si…lo que tú quieras…pero empieza ya”, le digo mientras me revuelvo impaciente y le pongo mi mano sobre su brazo.
Davinia me la coge por la mitad y la mueve a un lado y otro como si fuera la palanca de cambios del auto con intención de controlar que ya está en su punto óptimo para empezar.
Tras poner otro generoso chorro de crema sobre la mano, la reparte por todo el miembro incluyendo las pelotas. Cuando ya la tiene bien repartida, con una mano me la coge por el tronco y la otra la pone abierta con la palma hacia abajo sobre la punta del capullo.
- “Esto es “sacarle brillo al micrófono”, dice naturalidad como quien te indica como llegar a un sitio sin darle importancia.
Al mismo tiempo, Davinia restriega lentamente la mano por encima, describiendo círculos, apretando y aflojando alternativamente, mientras que la otra mano mueve la polla a un lado y otro manteniendo la vertical.
El frotamiento sobre el capullo es muy intenso, y gracias a la crema lo puedo soportar, de otra forma estaría dando botes pues el grado contacto es muy intenso.
- “Venga, venga…no te vayas a correr antes de tiempo”, me dice haciendo un mohín de desaprobación al ver que todo mi cuerpo se ha puesto rígido a la espera de un brutal espasmo.
- “Nos saltamos la técnica del delfín y pasamos directamente al ahorcado…no quiero que esto acabe demasiado temprano”, dice Davinia para cambiar de técnica inmediatamente.
Con los dedos índice y pulgar hace un círculo que pone alrededor de mi polla justo donde termina el capullo, el resto de los dedos los deja extendidos, sin contacto. Aprieta lo suficiente para abrazarla con firmeza y comienza a tirar hacia abajo hasta que no puede más. La piel se estira hasta tensionar el frenillo y deformar el capullo.
Ufff, Ufff … esto me lleva al borde del dolor. Al fin afloja la tensión y desplaza los dedos hacia arriba. Arriba, arriba…hasta que el circulo hecho con sus dedos hace tope con el anillo inferior de mi capullo (mi verga tiene con forma de seta). Aprieta hacia arriba despacio, tengo la sensación que me lo va a arrancar como si fuera un tapón de champan.
No parece que la propuesta actual vaya a ser muy placentera. En ambos extremos estoy mas cerca del dolor que del placer. Davinia conoce los efectos y practica con las amplitudes para saber cuáles son mis límites.
Abajo…abajo…abajo…pausa…suelta, suelta…arriba…arriba…hasta el tope.
Lo repite lentamente varias veces y cuando ya le tiene cogida la medida, va incrementando el ritmo sin acortar las distancias. Cuando está abajo siento como la piel se estira hasta el límite y se deforma el capullo. En la parte alta del movimiento recibo un golpecito en la parte inferior de capullo que se traduce en un empujón hacia arriba como si quisiera estirar toda la polla.
Me produce una mezcla de dolor y placer que resulta difícil de compaginar, me gusta, me gusta mucho…yo se que no me voy a correr, pero me encanta la suma de sensaciones y mi polla no deja de crecer y crecer, y de endurecerse al máximo.
- “Jodeeeeer…. cómo se está poniendo la cosa”, dice viendo como resoplo y me agito en el asiento mientras »sufro« con los dedos de Davinia puestos formando un anillo.
- “Esto está a punto de caramelo”, dice Davinia tras relamerse los labios contemplando el resultado de su hábil maniobra.
- “Ahora viene lo que más me gusta”, dice mientras va aproximando su boca a la punta al tiempo que la mantiene sujeta por la base.
Saca la lengua, ancha y plana, la pone sobre la parte posterior del capullo y la desliza lentamente sobre el frenillo, hacia arriba hasta que llega al final. Deja caer una buena cantidad de saliva en la punta, antes de que se deslice hacia abajo abre la boca pone los labios haciendo una “O” y engulle mi polla hasta un par de centímetros por debajo del capullo. Aaaahhh, que tibia calentura tan rica!!!
Siento como con su lengua me envuelve y me acaricia, estimulándome todas las terminaciones de mi glande. Al mismo tiempo con la mano juguetea con las bolas proporcionándome unas nuevas sensaciones.
Poco a poco mueve su cabeza arriba y abajo, así va progresivamente engullendo toda mi polla. Siento como la punta roza en su garganta y me da un aterciopelado masaje en cada movimiento. Se detiene un momento y parece querer preguntar si lo está haciendo bien, si me está gustando todo lo que me hace.
- “siiii, si… es bestial… me siento como un rey…me vas a sacar hasta la ultima gota” le respondo entre resoplido y resoplido, lo que la llena de regocijo.
-
“Sigue, sigue… gatita mia!...me gusta que seas tan guarra, que me hagas estas cosas…que puta te estas volviendo…!”
Davinia me oye, retira un poco la cabeza para dejar solo una parte de mi polla en el interior de su boca. Es la posición ideal para atrapar el capullo entre la mejilla y la lengua y succionar con intensidad. Uuhhh, ahora si que me va a sacar toda la leche. ¡Vaya forma de chupar!
Cuando cree que ya no voy a poder aguantar más, me agarra de la pelotas y tira de ellas al tiempo que se la vuelve a introducir hasta la campanilla. Da varias cabezadas arriba y abajo, con intensidad y ritmo creciente. Noto que me voy a correr, ella también lo sabe . Ahora aprieta su mano alrededor de la base para contener la primera andanada antes de que salga disparada.
Retira la cabeza y la saca de su boca para que la otra mano pueda hacerme un sube y baja rápido e intenso. Ahora si… me voy a correr….
De repente se detiene cortando en seco la progresión… me da un golpe seco con la mano en la mitad del troncho…. Uffff, me duele, me puedo olvidar de mi corrida y eso me hace sufrir.
Para incrementar mi desesperación, noto como ella maniobra para separarse de mi y termina por abandonarme solo en la cama. La oigo al fondo de la habitación.
- “pero que haces? Me vas a dejar así…a punto de explotar, sin tus caricias y sin poder terminar yo mismo el trabajo?” “No seas puta…deja que me corra de una vez….las pelotas me van a explotar y la verga está ardiendo”….
- “Cabrona…ven aquí…libérame…”, “por favooooooor”, “Davinia no seas tan mala”
Al fondo se oyen unas risitas y como un murmullo. Estoy enloquecido, me revuelvo sobre la cama sin poder liberarme de mis ataduras. Le grito que me suelte, pero no me hace caso y siguen las risitas.
Deverano.