La República Libre

Segunda parte de Parking “-3”. Gina cometió un delito estúpido y acabó condenada en agujero oscuro. Le ofrecieron una salida y aceptó. Error… era una burda trampa, fue humillada y subastada como un animal.Ahora sólo tiene un objetivo: sobrevivir.

VENDIDA COMO ESCLAVA:

Soy Gina, Gina Smith. Vivo en un mundo hostil donde cada distrito es un feudo con leyes diferentes, cada cuál más tiránica, más cruel. Cometí muchos errores. Mi primer error importante fue intentar robar al cerdo de mi amo. Mataron a mi cómplice, me condenaron a vivir cinco años en un hoyo inmundo. Allí conocí a un cabrón que me folló a cambio de un par de cervezas… culpa mía por dejarme. Conocí a una mujer autoritaria y cruel que resultó ser una chica asustada, escondida tras un personaje de comedia. A las dos nos ofrecieron escapar a cambio de ejercer de putas. A las dos nos traicionaron. Despertamos desnudas en una subasta de carne. Allí, en la tarima de un pequeño teatro, desnuda y encadenada me vendieron como esclava al mejor postor.

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El mejor postor fue un tipo mayor con bigote y cara de banquero. No parecía malvado ni desagradable pero acababa de pujar por la propiedad de una persona. Al terminar, los dos tipos del pasamontañas desengancharon las esposas de la cadena que me mantenía las manos elevadas. Me sacaron del escenario.

Al salir, oí a Sonya, la maestra de ceremonias hablar con el comprador…

  • ¿Dónde le hacemos el tatuaje?
  • En la nuca, si es posible.
  • Claro. Espere en el aparcamiento. Se la entregamos con grilletes puestos y las llaves para usted.
  • Muy bien...

Me llevaron a una sala sin ventanas. Allí estaba Saray, todavía desnuda y esposada. La habían sentado en una silla y un hombre parecía que la estaba tatuando en la parte central del pecho, justo entre sus generosos senos.

  • La

“S”

de esclava. Tatuada, para siempre -dice uno de los matones. * La esclavitud está prohibida en todos los distritos del Téjar -me atrevo a replicar. * Creíais que os llevaban a Estuario de Téjar, ¿Verdad? La droga es muy potente. Habéis dormido casi catorce horas y viajado quinientos kilómetros. Estamos en “Páramo norte” y aquí se permite la esclavitud. Cualquier fugitivo procedente de otro distrito puede ser vendido. Muchas cárceles de los distritos sur venden a sus presos y presas clandestinamente. Oficialmente, te has fugado y estás en busca y captura.

Cuando el tipo acaba el discurso, veo como otro trae un objeto que seguro es un regalo para mis pies.

Me pone los grilletes en los pies, oigo los clicks del cierre. Sigo llevando las mismas esposas de la cárcel.

Cuando acaban con Saray le ponen un camisón azul con una gran

“S”

roja en el pecho. Veo como se la llevan, ella también arrastra cadenas.

Ahora me sientan a mí… El matón tiene agarrada la cadena de las esposas fuertemente. Comienzo a notar la aguja de tatuar en la nuca.

  • Yo estaría muy quieto -dice el tatuador.

Le hago caso.. ¡¡¡Ahhh!!! duele… Paso un rato deseando que termine, con los ojos cerrados, apretando los dientes. Por fin termina…

Me ponen el mismo camisón… con los tirantes desmontables. Me meten en el tubo de tela por los pies. Al llegar arriba abotonan los tirantes como en un peto. No han necesitado quitarme esposas ni grilletes.

Me conducen a un aparcamiento exterior. Es noche cerrada. Voy descalza sobre el asfalto. Me llevan a un gran coche negro donde espera el comprador y dos tipos más, más jóvenes y fornidos, con pinta de guardaespaldas.

Hay tres filas de asientos. Me suben a la última. Me sueltan una mano un momento pero la vuelven a sujetar pasando la cadena por la agarradera de esa puerta.

Se suben. El coche arranca…


LA GRANJA:

El viaje fue lento, incómodo. Sí, claro, viajar esposada a un asa en el techo del coche no puede ser cómodo. Los dos matones van en la primera fila de asientos y el tipo que me compró va tumbado en la fila central. Fuma puros con la ventanilla entreabierta… El olor es penetrante, desagradable. Los dos de delante bromean, hablan sobre mí…

  • Pues sí que está buena la esclava -dice el conductor.
  • Callaos -dice el jefe.

Nadie más habló en el viaje. Todo estaba oscuro. Sólo podía distinguir que la carretera era estrecha y solitaria. En los distritos del norte, la esclavitud está permitida, no tienen que esconderse. Pero también aquí la civilización ha involucionado, más que en el sur.

Está amaneciendo. Entramos en un valle, el paisaje es opuesto al del páramo: verde, frondoso. La verdad es hermoso. Llevaba diez semanas sin ver el sol. Sin respirar el aire fresco. Seguían llevando las ventanas entreabiertas, al menos podía respirar un poco.

  • Valle de Río Verde -dijo el viejo.

Eso significaba que habíamos viajado más al norte. Estábamos al pie de la gran sierra. Atravesamos un pequeño pueblo de casa bajas. La verdad parece un buen sitio para vivir o para visitar, pero mi viaje, más bien, es para sufrir.

Dejando atrás el pueblo, llegamos a una enorme granja a la orilla del río. El coche aparca delante de la gran casa.

Me bajan del coche, tienen que soltarme una mano pero vuelven a engrilletarla de inmediato. Me llevan a la puerta. Un hombrecillo nos abre y nos lleva a lo que debe ser la cocina. Los matones quedan fuera. El viejo me empuja suavemente, una mujer nos recibe. Más alta que yo, largo pelo moreno, rizado. Hermosa a pesar de rozar la cincuentena.

  • Fernanda, la gobernanta -dice él.
  • Matías, el tratante -dice ella.

Parece ser que el repulsivo viejo actúa por encargo. El dueño de la granja debe ser un pez gordo local y le encargó una joven sana en edad fértil. ¡¡¡Diosss!!! La gobernanta le paga y se va.

  • El señor está de viaje, lo conocerás cuando vuelva, acércate.

Le han dado las llaves, me libera las manos.

  • Te las he quitado para que trabajes.

Ese día me obligan a limpiar establos. Sigo arrastrando cadenas, descalza y vistiendo el camisón de esclava. No he comido nada en muchas horas. Una muchacha del servicio se apiada de mí y me da algo de comer. Después de deslomarme horas, me dejan comer con el servicio en la cocina.

  • Tranquila, cuando llegue el señor, te llevará a su gran cama y podrás quedarte allí tumbada todo el día -me dice la muchacha.
  • Lo malo, es que la gobernanta, te odia -continúa.
  • No me conoce -respondo.
  • Lleva años enamorada del señor. Acaba de morir su esposa y, en vez de mirarla a ella, encarga una joven sana. Ella ya no está en edad de tener hijos y te ve como una invasora.

Aquella noche dormí en un barracón con el resto de criadas. La gobernanta me volvió a sujetar las manos. Me colocaron en el único camastro vacío…

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Llevaba una semana allí con la misma rutina: dormir esposada, me sueltan las manos para trabajar duramente, comer mejor que en la cárcel (algo es algo) pero me vuelven a sujetar las manos al final de cada cena.

Ya me había olvidado del “señor”, cuando me llaman a media mañana… Fernanda me esposa las manos y me lleva a la “zona noble” de la casa. Allí, en una gran habitación me espera un hombre. Debe tener cincuenta pero los lleva bien. Calvo pero medianamente atractivo, fuerte, recio… un hombre de campo.

  • Dame las llaves y déjanos -le dice a la gobernanta.

Ella obedece. Él me suelta las manos. Me manda poner de rodillas sobre un sofá. Obedezco con miedo, él me suelta los pies. Veo como guarda grilletes y llaves en un cajón.

  • No me obligarás a sacar eso de su cajón, ¿Verdad? -me pregunta.
  • Espero que no… -responde.

Me dice que en cuarenta minutos comeremos en el comedor de al lado. Él se va, me pide que espere sentada a la mesa. Me siento… No pienso irme. No quiero darle motivos para que abra ese cajón.

Al rato viene una de las muchachas. Me trae un vestido. Me dice que debo ponerlo, que puedo ducharme en el baño de la habitación. ¡¡¡Dioss!!! Es un placer el agua caliente resbalando por mi cuerpo, sentirme fresca, limpia… El vestido no es de lujo pero a mí, ahora me parece alta costura. También me ha dado unas sandalias… Me vuelvo a sentir persona…

Me miro al espejo… Delgada y muy pálida, inevitable. Pero me veo bien… En la cárcel no había espejos.

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Comimos, comí hasta hartarme. Por primera vez en mucho tiempo. Me harté de vino. Me contó su historia… Su esposa murió hace poco. Sin hijos. No le da la gana de que su sobrino herede. Le llama el repulsivo. La ley del distrito es clara.. Un hijo biológico heredaría todo. Aunque sea de una esclava. Si doy a luz me liberará… No sé si creerle, me está tratando bien… Peter también lo hizo.

Le conté mi historia tras la comida. Me escuchó… me dejó hablar. Cuando acabé, señaló a la habitación. Estaba bastante borracha, quería estarlo…

Caminé lentamente hacia la cama… Hacía una semana, estaba dispuesta a la prostitución y esto no era muy distinto. No tenía claro si me iban a violar o sólo era un peaje hacia la libertad. En todo caso si me negaba, acabaría encadenada y maltratada por Fernanda.

Cuando llegué frente a la cama sentí como me besaba en la nuca. Me acarició empezando por el culo, me quitó el vestido, me bajó las bragas.

Me tumbé sobre la cama y cerré los ojos. Deseaba que acabara rápido. ¡¡¡Ahh!!! Me está chupando una teta. ¡¡¡Ahhh!!! Me sorprendo a mí misma excitándome un poco. Continúa por el otro seno, continúa por el abdomen. Oigo su respiración jadeante. Noto su cuerpo sobre mí… Se ha desnudado… pensé que iba a ser más desagradable… Es cálido… no es flácido a pesar de la edad.

¡¡¡Ahhh!!! Me la está chupando… Usa bien la lengua… Despacio, muy húmedo. Empiezo a retorcerme. Sigo con los ojos cerrados pero me oigo gemir…

  • Así no me harás un hijo -alcanzo a balbucear.

Él sigue a lo suyo… ¡¡¡Ahhh!!! Sigue mucho rato. Creo que me voy a correr.

  • Tenía que calentar el horno, señorita -me dice mientras retira su boca.

¡¡¡Ahhh!!! Eso es el pene… Ojos siempre cerrados pero lo noto sobre mí… pesa mucho… Me toca las tetas… ¡¡¡Ahhh!!! Me penetra. Noto como mi pelvis se contrae… No sé si es sólo físico… Mi cuerpo está participando, mi mente no se niega. Dentro-fuera, dentro-fuera… arriba-abajo, arriba-abajo… ¡¡¡Ahhh!!! Se ha corrido… yo también.

No creí que me gustara… Pero no me ha disgustado. El tipo sabe lo que hace.

  • ¿Tuviste la regla hace poco? -me pregunta.
  • Hace un par de días…
  • Se nota en el sabor...

Pues sí que sabe de sexo…

  • Mejor -dice- sé que en las cárceles folláis más de lo debido. Si tienes un embarazo será mío...

LOS HIJOS DE CAÍN:

Seguí un año viviendo en la granja. Dejándome follar por el señor. Realmente creo que él me hacía el amor y yo me dejaba follar. Él intentaba con todas sus fuerzas que yo disfrutara… me trataba cariñosamente, incluso me mimaba. Yo no tenía que fingir, disfrutaba realmente… pero si él no lo pidiera yo nunca follaría con él. Al poco de empezar, mi cuerpo se activaba y yo me dejaba llevar por él.

Lo malo es que el embarazo no ha llegado. Tampoco le llegó en años con su difunta esposa. Le diría que el problema es de él pero no me atrevo. Cada vez que me viene la regla me trata peor. Fernanda me amenaza con volver a ponerme grilletes, con venderme… Me recuerda que llevo la

“S”

en la nuca. Algo lo iba a cambiar todo...

“Los hijos de Caín”... Últimamente, no se habla de otra cosa… Se dice que son un grupo criminal: esclavos huídos, presos amotinados que lograron robar las armas a sus guardianes y quemaron una prisión en la montaña. Se les han unido antiguos siervos del campo… Los siervos son aquí la mayoría de trabajadores. Se supone que son libres pero les descuentan la comida y la cama del sueldo con lo que casi no ganan nada… Muchos deben dinero a su señor con lo que la deuda va aumentando y no pueden dejar su granja. Si huyen con deudas pendientes pueden ser detenidos y vendidos como esclavos. Puro sistema feudal… “Los hijos de Caín” han  creado un grupo armado y dicen luchar para acabar con la tiranía… en éste y en todos los distritos. La fuerza armada ha intentado aniquilarlos sin éxito… Se esconden en la sierra y han rechazados todos los ataques. Luchan como una guerrilla… Muy difíciles de localizar… Cuando los soldados vuelven de vacío son atacados por sorpresa. Cuando reaccionan ya han escapado.

Una mañana todo cambió… Me desperté y ví a todos correr. Movían mercancía. Cargaban vehículos. ¿Qué pasaba? “Los hijos de Caín” habían atacado el pueblo por la noche. La guarnición cogida por sorpresa depuso las armas en poco tiempo. Controlaban casi todo el distrito. Venían hacia la granja. Ví al señor vestido de cazador. Armado con pistola y rifle. Él y un grupo de criados armados fueron al encuentro de los guerrilleros…

Nunca volvieron… En media hora, los rebeldes entraron en la casa. No dieron tiempo a que huyéramos.

Muchos de los siervos se unen a ellos. A mí me ven bien vestida en el asiento de atrás del mejor coche. Me confunden con la señora...

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Polideportivo municipal. Sentada en el suelo. Manos atadas con bridas. La pista está llena de prisioneros. Han capturado a todos los poseedores de esclavos o amos de siervos. Los esclavos y siervos se unieron a ellos.

No ha sido sólo este distrito. Los tres distritos colindantes con la sierra han sido asaltados. Se han hecho con gran parte de la región norte. Dicen que pretenden conquistar y unificar todo el país. Cuentan con que los esclavos y los siervos se unan en todos los distritos. Realmente, no me parece mala idea… Sólo que parece que me han metido en el bando equivocado… ¡¡¡Ayyyy!!! Me aprietan las bridas.

Van llamando a los prisioneros uno a uno… Me llegan los rumores de lo que ocurre. Si comprueban que la persona explotó a esclavos o siervos, la condenan a cadena perpetua. La cárcel está a dos calles. Allí no van a caber todos… Han liberado a siervos rebeldes, pero aun así no cabrán.

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Por fin me toca. Camino lentamente entre personas sentadas. Atadas, como yo. Espero poder convencerlos de que soy de los suyos…

El tipo me interroga con voz fuerte. Como quien echa la bronca. Le hablé de la

“S”

tatuada en mi nuca. Me bajan un momento el cuello de la camiseta… Con eso es sufiente, me sueltan con mil perdones.

  • Esclava sexual, ¿verdad? -me dice el tipo.

Yo asiento… Me invitan a una fiesta en la plaza esa noche. Quieren celebrar la victoria.

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Hacía mucho tiempo que no veía algo así. Música, baile, comida, alcohol.

Estoy bailando con hombres, mujeres… borracha voy cambiando de pareja a lo loco. No conozco a nadie…

¡¡¡Ehhh!!! A tí sí te conozco….

  • ¿También te soltaron?, Fernanda -le digo, sabía que a ella también la habían apresado.
  • Yo no era la señora...

Por raro que parezca nos ponemos a hablar… Seguimos bebiendo.

Allí, de madrugada, acabamos abrazadas en un banco del parque. A la luz de un pequeño farol.

¡¡¡Ahhh!!! ¡¡¡ME gusta!!! ¿Qué? Me está metiendo mano… Me besa… Es húmeda, suave… Muy mayor para mí, me maltrató… ¡¡¡Ahhh!!! Me baja las bragas. Llevo una falda cortita. ¡¡¡Ahhh!!! Empieza a chupar. Lo hace bien… ¡¡¡Ahhh!!! Muy bien… Sigue, sigue mucho rato. Me corro en un gran grito.

Se quita la camisa, el sujetador…

  • Abrázame, bésame -dice.

Lo hago… Se tiende sobre mí… Es delgada, huesuda… La noto temblar. Frágil, débil… Nunca pensé que la vería así… Juego con sus tetas. Son pequeñas pero duras, extraordinariamente duras para su edad.

  • ¡¡¡Ehhh!!! ¿Tienes una “S” tatuada bajo la teta.
  • Sí, a ver si crees que eres tú la única esclava.
  • Cuando te conocí, parecías una carcelera.
  • Fui de las primeras en “disfrutar” de la legalización de la esclavitud. Una deuda impagada… Te detienen y no hay ni juicio. El banco reclama la deuda y te venden para pagarla.
  • Siempre pensé que estabas enamorada del señor.
  • ¿Qué? A mí, siempre me han gustado las chicas… Y yo siempre le gusté a él. A su mujer no le hacía mucho caso. Buscaba excusas para venir a mi tienda a rondarme. Vino corriendo a comprarme. No sabía donde tatuarme y aceptó la sugerencia… bajo la teta. Si lo pienso aún me duele.
  • ¿Fuiste su esclava sexual?
  • Durante cinco años… Al morir su mujer se volvió más cabal. No me quiso tocar más y pidió que le trajeran una mujer joven…
  • ¿Yo?

Asiente llorando… Me recuerda a Saray, quiere aparentar ser de hierro pero sólo es la armadura que ha construido. Dentro hay una persona insegura y débil.

Dormimos en el banco. Por la mañana nos dirigimos caminando a la granja. Nos dejan pasar… En la granja ha establecido su base el alto mando de los rebeldes. Nos nombran administradoras de la finca… Debemos explotar las fincas y los animales. Organizar a los antiguos siervos para limpiar, cocinar…

Ya no son siervos sino empleados… Pueden irse, pero a dónde van a ir.

Empieza a pasar lo de todas las revoluciones… Todo cambia pero todo sigue igual.


LA RECONQUISTA:

La semana siguiente, los ejércitos de otros distritos esclavistas atacaron el valle. Los rebeldes rechazaron el ataque causándoles grandes bajas. Los esperaron en las entradas naturales y los emboscaron sin piedad.

Yo sigo en la granja… Ahora sede del gobierno rebelde. El jefe supremo es un tal “Camarada Ambrosio”. Apenas lo he visto un par de veces. Es un viejito de aspecto tranquilo… pero ideólogo de la rebelión. Se dice que es un político, un tipo que fue juzgado por haber intentado crear un sindicato de siervos.

La jefatura militar corresponde a otro hombre. Todos lo conocen como “El comandante”o también “Comandante Efrén”. A ese nunca lo he visto… Se dice que siempre está con sus hombres. Organizando el entrenamiento de los nuevos efectivos, preparando la defensa contra la contraofensiva esclavista…

Después de la victoria sobre los esclavistas, organizaron una gran fiesta en la granja. Sí… aquí estoy yo, en medio de la pista… después de haber bailado con todos, mareada por el alcohol. Sé que en este tipo de momentos me pasan cosas… no necesariamente buenas.

De repente, me veo hablando con un tipo… uniforme verde como todos. Estrellas que no entiendo en el hombro. Unos cuarenta años… podrían ser menos o los lleva bien. Normalito, más bien pequeño, pero de aspecto recio y fuerte. El pelo muy corto, barba de un par de días. No habla como los demás… se expresa con precisión… se nota que ha leído, ha estudiado. Me llama la atención que todos los demás soldados se dan la vuelta cuando lo ven conmigo.

Seguí hablando… seguí escuchando… me dejé atrapar.

¡¡¡Ahhh!!! Acabamos follando, calientes, como dos animales en celo. No sabía ni donde estaba, el colchón era cómodo y blando.

Despierto desnuda, rayos de sol entrando por la ventana. ¿Qué? Mi antiguo cuarto en la zona noble. El segundo en importancia de la casa. No había vuelto a entrar aquí. El soldado ronca hecho un ovillo sobre la cama… ¡¡¡Vaya cosa!!! Un hombre duro en posición fetal.

Esa sensación de despertarse por la mañana en una cama ajena, con un desconocido, con un poco de resaca… No era una sensación nueva. Pero siempre me dio vergüenza. Había aprendido que lo mejor era desaparecer. Me vestí en silencio y me dispuse a salir lo más sigilosamente que pude…

¡¡¡Mierda!!! Esta puerta rechina como un grillo… Él despierta.

  • ¿A dónde vas? -me pregunta.
  • Creía que era lo mejor -le digo, titubeando.
  • Hay un comedor, contiguo -me dice-. Desayunemos...

Y allí, donde conocí al señor, conocí a aquel hombre.

  • Me llamo Gina -le espeto hacia la mitad del desayuno. Gina Smith.
  • Efrén, Efrén Santos del Barrio.

¡¡¡Dios!!! El comandante…

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Allí en aquella mesa enorme, el desayuno no ocupaba ni la cuarta parte. En el resto había mapas con vehículos de juguete encima, dibujos, hojas con notas. Al verlo, comprendo lo que es.

  • Planeáis seguir hacia el sur…
  • Planeamos conquistar el país entero… realmente, reconquistarlo para reunificarlo.

Como un juego comencé a comentar con él los mapas, las posiciones de tropas. No podría cruzar por los pasos convencionales. Los desfiladeros, los túneles eran trampas mortales. Los estarían esperando como él hizo con los soldados que intentaron restablecer el orden esclavista.

Después de un rato comentando, me coge por la cintura…

  • Ven conmigo…
  • ¿Qué?
  • Al sur, ven a reconquistar la democracia.
  • No sé…
  • Si quieres dormir conmigo bien… Si no, también bien. Pero necesito tu ayuda. No todos pueden diseñar tácticas. Acabas de demostrar que tú sí...

SARAY:

Pasamos un mes más preparando la siguiente acción. Al salir del valle está el Páramo. Páramo norte. Allí me vendieron.

Según los espías, no esperan un ataque. Siguen intentando organizar ellos una invasión… Quedaron muy tocados. Su fuerza armada es un veinte por ciento de mercenarios y el resto esclavos o siervos desmotivados. Sospechosos de unirse a la rebelión en el peor momento.

Por fin, llega el momento. Una avanzadilla atraviesa sigilosamente la frontera, cruzando por las montañas, de noche y por los peores caminos. Efrén y yo los acompañamos. Se dividen en dos batallones. Se trata de llegar a la salida de los túneles principales. Allí hay soldados enemigos preparados para atacar con ventaja a una fuerza invasora, para avisar del ataque.

A una hora del amanecer, las fuerzas expedicionarias están en posición. A media hora del amanecer, una súbita lluvia de fuego sorprende a los vigilantes. Apenas hay respuesta. No les da tiempo a avisar, un sistema que crea interferencias radio se lo impide.

Los soldados dan la señal… Dos grandes contingentes cruzan a toda velocidad por los dos túneles a la vez. Avanzan sin oposición. Encierran a la ciudad en una pinza. Hay poca resistencia. Ese día comemos en el salón noble del edificio de gobierno.

Por la tarde, los prisioneros, acusados de esclavismo son juzgados en el teatro del mercado. Yo estoy allí, en la mesa del tribunal. Reconozco el auditorio, la tarima… ¡¡¡Aquí me vendieron!!!

Sigo durmiendo con Efrén… Bueno, en la granja alternaba entre él y Fernanda. Ella quedó dirigiendo todo, es el trabajo de su vida.

Después de Páramo norte fueron cayendo todos los demás distritos esclavistas. Los esclavos y los siervos se unían masivamente a la lucha. Las ciudades caían casi sin resistencia.

Efrén dudó si seguir hacia el sur o ya era suficiente. La respuesta del camarada Ambrosio no ofrecía dudas: “Sin Piedad, Hasta el mar”. El Camarada se había quedado a salvo en la granja.

Muchos distritos se unieron sin lucha. Los gobiernos locales fueron depuestos y el nuevo gobierno popular se unía a nosotros. En otros la resistencia fue mínima.

Efrén acabó con los juicios populares una vez abandonamos la zona esclavista. De todas formas, los caciques locales fueron expropiados.

En apenas tres meses estábamos expropiando la granja Mendoza. En mi distrito natal de Bajo Río Téjar. ¡¡¡Sí!!! Era hora de disfrutar de la venganza…

Un curioso descubrimiento fue encontrar a una mujer esclava allí. La habían comprado en el norte y trasladado ilegalmente. Cuando la ví, no me lo creía…

  • Saray...

Estábamos abrazadas cuando oí a Efrén decir:

  • Esto convierte a John Mendoza en esclavista, arrestadlo.

John se suicidó antes de ser capturado… Una suerte de cruel pero justa retribución parecía estar equilibrando el mundo.

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Aquella noche tenía un problema… Dormir con Efrén, o con Saray. Sí, era un problema. Y se resolvió como otras veces. Como cada vez que el movimiento rebelde liberaba una población, se celebraría una gran fiesta.

Comida, baile y… sobre todo: alcohol. Allí comencé a bailar con ambos… No sé muy bien qué pensaban ellos pero duramos poco en el baile.

¡¡¡Ahhh!!! Saray me besa los pezones, me besa el ombligo… Me besa el coño… me chupa lentamente… Estamos frente a frente, tumbados de lado en una gran cama. ¡¡¡Ahhh!!! Saray sigue chupando y empiezo a notar un cuerpo duro a mi espalda… Efrén me besa el cuello, me mordisquea los hombros, me toca el culo.

¡¡¡Ahhh!!! Saray deja de chupar… Noto el miembro duro avanzando desde atrás… Poco a poco lo siento entrar en mí… Las manos de Efrén en mis tetas… La lengua de Saray sigue por ahí… ¡¡¡Ahhh!!! Me penetra… lento… más rápido… más rápido… muy rápido… muy fuerte… ¡¡¡Ahhh!!! Me corro en un gran espasmo, grito sin pudor, me clavo las uñas en las palmas y quedo rendida en la cama.

Ya medio en sueños oigo como Saray pide ayuda a Efrén para satisfacer su coñito… Creo que él la masturba lentamente con los dedos… Finalmente, se coloca sobre ella y la penetra mientras yo caigo en sueño profundo.


LA VICTORIA Y LA LIBERTAD:

Un poco más al sur está la capital. Bahía grande. Tras un mes de amenazas, negociaciones y escaramuzas, la ciudad se ha rendido.

Entramos en el palacio presidencial. El presidente es meramente un gobernador de distrito más que dice que manda sobre los otros pero nadie se lo cree. Ahora no es ni eso. Los rebeldes dominan todo el territorio.

El camarada Ambrosio se traslada a la capital. Monta un gobierno de personas de confianza. Nosotros no debemos de ser de mucha porque nombra a Efrén jefe del ejército del norte. Excusa para enviarlo lejos… Vuelvo a la granja con Efrén y Saray…

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Dos años… Somos la “República Libre”. De libre sólo tiene el nombre. Leyes injustas, presos políticos, elecciones amañadas.

Efrén vuela a la capital para hablar con Ambrosio. El avión se estrella… Rumores de sabotaje.

Lo entierran como un héroe… pensión vitalicia a su viuda (Yo). Me dejan seguir viviendo en la granja con quien quiera…

Me vuelvo con Saray y Fernanda.

El tiempo que nos quede será tranquilo… No puedo luchar más…

FIN