La repartidora de pizza
Una bella chica descubre lo duro que puede llegar a ser el trabajo de repartir pizzas... (Blackwolf returns)
**La repartidora de pizza
(I)**
Me debes 3 mensualidades Daniela! – Exclamó cabreado mi casero cuando me lo crucé en el rellano.
Había estado intentando evitarlo durante las últimas semanas para no cruzármelo pero finalmente no pude evitarlo.
Era cierto, le debía ya 3 mensualidades, 1200 euros. Mi casero, un sucio y gordo hombre de unos 50 años, había tenido mucha más paciencia de la que podía haberme imaginado.
Deme una semana más señor Antonio. Le pagaré se lo aseguro.
Que vas a pedirle dinero a papá y mamá? – Rio Don Antonio burlonamente.
Era cierto, a mis 19 años he de decir que soy una chica muy orgullosa. A pesar de ser una auténtica preciosidad, guapa, de cabello largo rubio y lacio y con un cuerpo de infarto, me hubiera sido realmente fácil echarme un novio rico que me mantuviera en mi Colombia natal donde vivía con mis padres, pero yo quería estudiar una carrera y labrarme un futuro lejos de allí.
Mi madre de procedencia sueca y a la que le debo mi pelo rubio y mis ojos azules fue más comprensiva pero, en cambio mi padre nunca lo aprobó.
Tuve muchas discusiones con él que siempre terminaban en días sin hablarnos.
Él era muy machista y siempre decía que la mujer estaba para servir a un hombre y que eso de tener carrera propia y vivir sola era de putas…
De hecho en los últimos meses había centrado sus esfuerzos en presentarme chicos de mi edad bien colocados con la esperanza de que alguno me desvirgara y se casara conmigo para asegurarme el futuro según él.
Pero yo quería huir de aquello y el día que cumplí los 18 años decidí emigrar a España para matricularme en la carrera de veterinaria. Cuando se lo dije mi padre entró en cólera y dijo que si me iba no volviera jamás. Y que no contara con su apoyo ni moral ni económico.
Triste, aunque decidida y contando con el apoyo oculto de mi madre tomé rumbo al viejo continente, no sin antes despedirme de mis dos hermanas pequeñas, Andrea de 16 años y Nerea de 14, que llorosas me despidieron suplicando que no me fuera.
Tengo que hacerlo.- Les dije. – Pero volveré el año que viene a visitaros, vale?... o mejor aún, si me van bien las cosas os podréis venir conmigo a pasar una temporada, os parece?...
Aquélla perspectiva, si bien no aplaco sus penas, sí al menos supuso un pequeño rayo de esperanza que se reflejó en sus leves sonrisas en sus rostros.
Vale, nos lo prometes? – Dijeron al unísono
Claro, prometido! – Les dije sonriente y secando sus lágrimas les di un beso de despedida a cada una y me marche.
Ahora poco más de un año después las cosas no me han ido muy bien. En los estudios no he tenido problemas para sacar las asignaturas adelante.
Pero a nivel económico estaba jodida… Durante los primeros meses mi madre me estuvo enviando secretamente dinero que me permitió vivir con holgura y buscarme un piso de estudiantes en el centro que compartía con otras dos chicas de 18 y 20 años.
A pesar de vivir juntas y llevarnos bien, cada una pagábamos nuestra parte del alquiler de forma independiente.
Y desgraciadamente hace cuatro meses mi padre descubrió las artimañas de mi madre y me cortó el grifo no sin antes tener una fuerte discusión con ella… que ganó él…
Por eso, tras quedarme sin mi sustento comencé a buscar trabajo pero la cosa estaba bastante complicada por la crisis. Pronto, tras el primer mes sin mi asignación materna tuve que dejar de pagar el alquiler buscando excusas para que mi casero me lo permitiera…
Y finalmente se le había acabado la paciencia, no sin razón.
Pero estaba contenta y esperanzada porque una amiga me había hablado de una pizzería que regentaba un amigo de su padre y que había una vacante de repartidora. Esa tarde iba a ir a la entrevista…
Está bien, te daré una semana más pero si no me pagas… ya sabes… a la calle!... o… – Dijo don Antonio.
Gracias no se arrepentirá – Le dije con mi mejor sonrisa y salí a la calle.
La entrevista fue estupendamente, el dueño era simpático aunque algo misterioso… Lo que más me impresionó era el sueldo… 1500 euros por repartir pizza? De martes a sábado… Cómo podía estar el puesto vacante?... Había tenido mucha suerte y no podía dejarlo escapar.
Por supuesto que acepté. Y más tarde descubrí por qué estaba el puesto vacante… A mí me asignarían el reparto de las zonas más conflictivas de la ciudad… pero eso no me lo dijeron en la entrevista claro.
Cuando me lo confesó una compañera de reparto que llevaba otras zonas más seguras (y por las que cobraba la mitad) mirándome con cara mezcla de asombro, admiración y pena, le vacilé con actitud chulesca que yo era una chica valiente y nadie me iba a amedrentar…
Además los 1500 euros me permitirían quitarme la deuda con mi casero con el primer cobro y empezar a regularizarme en los siguientes meses…
Tú verás niña – me dijo ella un poco molesta por mi excesiva prepotencia.
Tras darme el uniforme para el reparto, (un ceñido traje azul celeste de tela fina que posteriormente comprobé que marcaba todo mi cuerpo amenazando con reventar por algún sitio) me dijo que comenzaba al día siguiente.
Gracias- Exclamé feliz y me fui a mi casa, ya sin miedo a encontrarme a mi casero.
Al día siguiente me incorporé a eso de las 20:00h toda entusiasmada. Sorpresivamente no me dieron un encargo inmediatamente si no que me pasaron a una pequeña sala anexa a la zona de reparto acristalada por la que podía ver el vaivén de mis compañeras (en esa pizzería todas las repartidoras eran chicas no sé por qué motivo…).
Extrañada pude ver como empezaron a pasar los minutos y luego las horas, y mis colegas no paraban de hacer encargos, volvían todas sudadas y cansadas, pero tal y como llegaban se volvían a ir (sin duda habría fútbol en la tele).
No entendía por qué a mí no me ponían a repartir. De vez en cuando alguna de las chicas me miraba a través del cristal con una expresión que no podía descifrar, mezcla entre admiración, pena o pesadumbre como si vieran un corderillo al que llevan al matadero…
Cuando ya eran prácticamente las 23:00h estaba ya muy nerviosa de no hacer nada cuando de repente apareció mi encargada (la que me dio el uniforme) con mi primer mandato.
Aquí tienes bonita, tú primer encargo. Dos pizzas familiares carbonara y barbacoa para el barrio Sur. – Me dijo contemplando con resignación cómo se marcaban mis tetas, mi raja y mi culo en aquél estrecho uniforme mientras yo me levantaba rápidamente sin percatarme.
Suerte princesa – Me soltó a la par que me dio una amistosa palmada en el trasero.
Sin darle importancia y alegre porque tenía tarea me puse el casco, me monté en la motocicleta (no sin cierto esfuerzo por lo ajustado del uniforme) y me puse en camino con ayuda del navegador que teníamos asignado cada repartidor.
El barrio Sur no lo conocía (ahora sí desgraciadamente…), aunque sí sabía que era un barrio bajo donde se asentaban muchas familias de etnia gitana… un barrio no muy indicado para pasearse por la noche y menos una chica rubia de 19 años…
Reconozco, que a pesar de mi valentía y autoconfianza tuve un poco de escalofríos cuando empecé a entrar en el barrio y ver las pintas de la gente por la calle que extrañados y alucinados me veían pasar… escalofríos que se transformaron en intranquilidad cuando aparqué la moto en el portal y me adentré tras llamar al telefonillo en el mugriento, sucio y destartalado edificio… Los pasillos eran estrechos, lúgubres y con bastante mal olor.
Conforme avanzaba podía escuchar de vez en cuando puertas que se abrían y notar lascivas miradas que seguían atentamente mis movimientos.
Sin duda, las deliciosas curvas de mi trasero moviéndose al compás de mis pasos amenazando con reventar el pantalón del uniforme, debía de ser un espectáculo ciertamente digno de ver para cualquier hombre… o mujer...
Mi intranquilidad se transformó en temor cuando tras llamar a la puerta me abrieron dos tipos con muy mala pinta. Un gordo, sucio y seboso con la camisa de tiranta grasienta y otro chico delgado y feo. Salía mucho ruido de la habitación lo que me hizo pensar que había más gente en ella. Además me llego un fuerte olor que casi hace que me desmayara.
Vaya, vaya mira que tenemos aquí – Dijo el delgado
Las pizzas - dijo el gordo ensalivando y sin esperar a que se las ofreciera cogió las dos cajas con ambas manos y las arrancó de las mías.
Ambos se me quedaron mirando con descaro a mis pechos y viendo que no decían nada interrumpí armándome de valor:
Son 32 euros y les extendí el ticket.
Jajajaja! – estallaron ambos en carcajadas. - Mira la putita que descarada! Jajaja!
Que me trataran de puta me indignó y cuando iba a protestar airadamente apareció de repente un chico que me dejó sin palabras. Era un gitano joven, pero a diferencia de los otros dos era realmente atractivo. Alto, moreno, atlético con pelo largo hasta los hombros. Y un rostro varonil y embriagador.
Me miró fijamente con sus grandes ojos negros y sosteniéndome la mirada cogió delicadamente mi mano izquierda y me dijo con dulzura:
Por favor, señorita por su propio bien váyase lo antes posible…
Yo… esto… las pizzas… - balbuceé con la poca voz que me salió totalmente absorta.
Por favor, señorita – recalcó – por su propio bien olvídese de las pizzas y salga de aquí canto antes… - dijo mientras me besaba galantemente la mano y me la masajeaba después atrapándola entre sus fuertes y suaves manos de largos y estilizados dedos…
Yo…
Con extrema dulzura me empujo por los hombros hacia fuera y cerró suavemente la puerta ante las risas de los otros.
Totalmente noqueada me encaminé como un autómata por el pasillo con la mente clavada en aquél bello rostro…
Conforme me iba alejando por el pasillo, mi indignación aumentó… Necesitaba el dinero, no podía permitir que en mi primer día de trabajo, en mi primera entrega volviera con las manos vacías, avergonzada y humillada…
No, no soy una cobarde, tenía mi orgullo y nadie iba a amedrentarme con amenazas…
Estúpida e inconscientemente volví sobre mis pasos y aporreé la puerta con indignación.
Abrir la puerta cabrones! – Grité con rabia.
De nuevo me abrió la puerta el gordo y sudoroso gitano, que con una cara de sorpresa e indignación exclamo:
Pero bueno, qué coño quieres? – Y dirigiéndose a los demás dijo – Chicos la putita ha vuelto… Os lo podéis creer?... Es una zorra valiente…valiente e imprudente… - sonrió con malicia mostrando su sucia dentadura, llena de sarro y dientes picados fruto de un aseo inexistente.
No soy ninguna putita ni zorra sólo quiero… - no pude terminar mi frase porque quedé petrificada cuando dirigiendo la mirada al fondo de la habitación buscando al guapo chico de antes que intentó protegerme, observé una chica morena siendo doblemente penetrada de forma salvaje… el gordo gitano acompañó mi mirada y guiado por ella pudo ver la causa de mi interrupción…
La niña permanecía boca arriba totalmente despatarrada, mientras un chico recostado debajo de ella la penetraba analmente y otro más mayor echado encima suya le taladraba el coño…
Atónita contemplé la escena desde la distancia, hipnotizada por la danza de los tres cuerpos sudorosos en plena armonía, perdí la noción del tiempo viendo como el duro y musculoso culo del chico que estaba encima subía y bajaba cada vez a más velocidad, pudiendo incluso contemplar el agujero de su esfínter cuando subía a tomar impulso y cómo se apretaban sus nalgas formando dos sugerentes oquedades cuando bajaba y apretaba al máximo su cuerpo contra el de la chica para entrar lo más hondo posible en ella…
Muy a mi pesar, note como mi propio cuerpo reaccionaba, comenzando a notar mucho calor, notando como se ruborizaban mis mejillas, como mis pezones empezaban a marcarse en mi ajustado uniforme, y como mi coño empezaba a segregar abundante jugo empezando a empapar las minúsculas braguitas negras de encaje que llevaba puestas temiendo que llegaran a calar en el pantalón del uniforme en breve debido a lo muy mojada que empezaba a estar.
Noté como me empezaban a flojear las piernas extasiada con el movimiento de pistoneo de las largas y gruesas pollas en los dulces y entregados orificios de la chica, pudiendo claramente escuchar el sonido de chapoteo que generaban las estacas de carne al penetrar en los rebosantes y encharcado agujeros de la cría…
Aturdida, pude notar el aroma de sexo, sudor y fluidos que se desprendía de aquella escena embriagándome, mezclado y anteponiéndose al hedor a suciedad que había en aquella estancia…
Tan alucinada estaba, que no pude evitar ruborizarme cuando aparté la mirada de las extasiadas caderas de la chica y subiéndola vi que los tres me estaban mirando fijamente.
Pude contemplar las sonrientes miradas de ambos chicos y una extraña expresión entre colérica y orgásmica de la niña.
Sin duda, estaba deseando gritarme enfadada por la intromisión, pero sólo conseguía boquear, babear y emitir gemidos debido al máximo placer que le estaban dando sus acompañantes…
Pude notar perfectamente en la expresión de la chica el momento exacto en que explotó en un tremendo orgasmo, al tiempo que ambos chicos se sincronizaron para arremeter a fondo sus pollas en las maltratadas entradas de la chica mientras escupían en lo más hondo de sus entrañas todo el relleno de sus huevos en varias acometidas…
No pude evitar solidarizarme con la chica e inevitablemente noté como yo misma me corría, expulsando abundante néctar que encharcaron, ya sin duda, el pantalón de mi uniforme calándolo y pringándolo desde la zona pegada a mi coño hasta la parte interna de mis suaves muslos… Literalmente tuve que agarrarme al marco de la puerta para no caerme de rodillas y morderme los labios para no gritar al correrme…
Tras unos segundos de tregua tras terminar de descargar todos al unísono nuestro placer, el silencio se rompió cuando el gitano delgado y feo apareció de nuevo delante de la puerta y exclamó:
Mirad, la muy perra se ha corrido!-
Inevitablemente todos los presentes, los tres amantes, el gitano gordo, el flaco y mi bello defensor que acababa de aparecer en la habitación se fijaron en mi sucia entrepierna…
Quedé petrificada, no acertaba a decir nada, no tenía justificación posible…
De repente la chica se desempaló con dificultad de las todavía erectas pollas de sus amantes y poniéndose de pie se dirigió hacia mí con celeridad y decisión…
En el poco tiempo que tardó en llegar a mi tuve la oportunidad de fijarme en su exótica belleza.
Era una chica con un precioso pelo rizado color azabache, largo hasta la cintura , también gitana, muy joven calculé que de unos 16 años pero tremendamente bella. Tenía unos bonitos, grandes y expresivos ojos de misteriosa mirada, una nariz fina y unos deliciosos y carnosos labios. En conjunto eran unas facciones casi mágicas, configurando un rostro que hipnotizaba al mirarlo.
Su cuerpo era estilizado, de tez morena, unos pechos pequeños pero firmes y de aureolas perfectamente definidas y colmadas por erguidos pezones. Su vientre magníficamente liso desembocaba en un estilizado monte de venus triangular de generosos vellos rizados, ahora sucios, goteantes e impregnados de néctar de macho, que poco a poco iba drenando de su coño y de su ano , resbalando por los más tiernos y deliciosos muslos que había visto en mi vida.
Su trasero, aunque no estaba en esos momentos a mi vista, estaba formado por un par de magníficas, redondas y suaves nalgas, con la curvatura perfecta, que apenas ocultaban un delicioso y en estos momentos rebosante agujero anal estriado, que sin duda sería la delicia de cualquier hombre el poder lamerlo a placer…
Cuando se acercó pude comprobar que a pesar de ser una chica no muy dada al aseo, desprendía un aroma sugerente y atrayente a hembra en celo.
Tan absorta estaba por mi reciente orgasmo y su exquisita belleza que caí de bruces al suelo cuando la chica con furia y desprecio me pegó una bofetada con la mano abierta al tiempo que exclamaba:
Qué coño quieres de nuevo puta?... – Arrodillándose a mi lado me agarró fuertemente del pelo y me repitió de nuevo – Se puede saber qué coño haces aquí de nuevo?...
Esto… yo… quería el dinero de las pizzas… - Balbuceé totalmente aturdida con un hilillo de voz…
Jajaja… - Rio la niña burlonamente – Habéis oído? La zorrita se atreve a venir a casa a exigirnos el dinero… Jajaja…
Haciendo con su preciosa cara una mueca de desprecio, y tirando nuevamente de mi pelo acerco su cara a la mía y me dijo:
Ni lo sueñes zorra… No vas a ver ni un céntimo…
Yasmin, por favor, no te pases con ella – Escuché con sorpresa al guapo chico que sin duda se erigía de nuevo en mi protector…
Pero sabes? Me has pillado de buenas porque estoy recién follada – Me dijo en bajito al oído. Y separándose de nuevo dijo mirando a mi guardián – Está bien Christian… me portaré bien con ella sonrió. Pero de pasta nada. Llévate tus putas pizzas de vuelta!...
Qué? Exclamó el gitano gordo… Si hombre y nos quedamos sin comer…
Cállate imbécil! Siempre pensando con la barriga – le gritó Yasmin, al tiempo que el gordo bajaba la cabeza avergonzado.
Era evidente que la niña era preciosa y tenía mucho carácter. Ella ya sabía, a pesar de su juventud, que con su evidente belleza y su experiencia sexual era fácil dominar a los hombres y conseguir que hicieran lo que ella quisiera. Y era evidente que allí ella era la que mandaba…
Héctor tráeme una de las pizzas – le dijo al hombre que le había estado taladrando el coño.
Mira puta, nos vamos a comer una de las pizzas y te vas a llevar la otra porque viene con ingredientes que no hemos pedido!...
Inmediatamente colocó la pizza en el suelo y abrió la caja. Era la familiar de barbacoa. Colocándose en cuclillas sobre ella empezó a derramar la sucia lefa de su coño y de su culo repartiéndola por toda la superficie mediante movimientos circulares de sus caderas…
Asqueada, y casi con arcadas pude contemplar como la caprichosa niña vaciaba completamente sus agujeros sobre la comida con una expresión pícara y triunfante. Cuando notó que ya no salía más aderezo de macho, bajó su cadera abriendo totalmente sus piernas hasta posar su coño y con hábiles movimientos pélvicos fue restregando su coño y su culo alternativamente sobre la pizza para rebañar totalmente los restos de semen de sus genitales, al tiempo que untaba sus orificios de salsa barbacoa y algún que otro pedazo de beicon y carne.
Señorita – dijo de forma burlona poniendo acento de pija – ya se puede llevar la pizza de vuelta porque es tan estúpida que la ha traído con extra de leche que no hemos pedido!
Humillada, orgullosa y cabreada, y sin pensar en las consecuencias le pegué repentinamente una torta en la cara a la caprichosa niña que la sorprendió totalmente soltándome el pelo al tiempo que exclamé:
Pero bueno, serás zorra! Qué te has creído niñata de mierda?!
Durante unos breves instantes pude ver en la expresión de la chica muestras de debilidad más acordes a su edad, e incluso como se le llenaban los preciosos ojos de lágrimas.
Pero sólo duró unos instantes y sus bellas facciones se tornaron en duras y con furia se abalanzó sobre mí golpeándome la cabeza con el marco de la puerta y volviéndome a agarrar del pelo con una mano empezó a tortearme en la cara con la otra al tiempo que me insultaba gritando:
Puta paya de mierda, la has cagado zorra, te vas a enterar ahora de lo que es cabrear a una gitana!
Tras varios golpes ordenó al que le había taladrado el culo al que llamó por el nombre de Saúl, que me atará las manos con cinta de embalar y me agarrara del pelo, cosa que hizo rápidamente a pesar de mi resistencia.
Quedé inmovilizada de rodillas con las manos atadas a la espalda y con mi pelo presa de Saúl. Empecé a llorar dándome cuenta de mi precaria situación y tragándome mi orgullo me derrumbé y comencé a pedirle perdón a la niña.
Por favor, Yasmin, perdóname, lo siento. Por favor, déjame marchar, no diré nada, pagaré yo las pizzas y me disculparé ante mi jefe. Pero por fav…
La niñata, totalmente fuera de sí interrumpió mis súplicas con una torta en la boca que me hizo sangre en el labio.
Quién te ha dado permiso para llamarme por mi nombre perra? – Zas! Volvió a tortearme la cara. – Ahora pides perdón?... Y una mierda… - Zas! De nuevo otro guantazo - y sabes? Te has manchado el uniforme así que te vas a volver desnuda a casa…
Raaaaas!! Sin poder evitarlo, la niña rasgó con furia la parte de arriba de mi uniforme haciendo saltar todos los botones y continuó tirando con saña hasta quitármela del todo.
De nuevo con ira tiró con fuerza de mi bonito y delicado sostén de encaje hasta arrancarlo también, dejando mis preciosas tetas bamboleantes e indefensas ante la mirada de todos. Instintivamente traté de tapármelas pero no pude porque tenía las manos fuertemente atadas a la espalda.
Que buenas tetas! – Exclamó el gordo mientras se llevaba un trozo de la otra pizza a la boca y masticaba ruidosamente con la boca abierta.
Te gustan? – Dijo Yasmin mientras me las tomaba con sus manos alzándolas y mostrándolas a la audiencia como trofeo. – Si te portas bien dejaré que se las chupes!. – E inmediatamente me retorció ambos pezones provocándome un dolor inmenso.
Por favor para! – Supliqué chillando.
Que te calles puerca! –Me dijo golpeándome nuevamente al tiempo que me escupió su saliva a la cara regándome la mejilla y entrando parte en mi boca abierta.
Indefensa busqué con la mirada a Christian, que observaba sentado en una silla tapándose la cabeza con las manos…
Por favor Christian, ayúdame! – Le dije mirándolo con angustia mientras le suplicaba llorando y moqueando.
Te lo dije- Me dijo – Te lo advertí – Y se levantó dirigiéndose a una habitación dejando claro que no podía ayudarme.
Jajaja - Rio abiertamente Yasmin. – Uy! -Exclamó mirando mi pantalón totalmente manchado de mi orgasmo anterior- Vaya, este pantalón está ya inservible – Y furiosamente tiro de la cintura arrancando el botón y con ayuda de Saúl me quitó los pantalones a pesar de mi forcejeo levantándome el culo del suelo para conseguirlo.
Con vergüenza, y ya solamente protegida por mis delicadas y maltrechas braguitas, pude contemplar como al quitarme los pantalones todavía chorreaba mi coño pues un riachuelo de mi zumo empezó a manchar el suelo a la par que todo se empezó a impregnar de mi olor a sucia perra caliente.
Ummmm! - Exclamó Yasmin acercando su nariz a mi coño y aspirando profundamente al tiempo que se relamía.- Esta perra sigue mojada! Jajaja…
En un último intento de salvarme, y al darme cuenta de que aún estábamos bajo el quicio de la puerta de entrada que estaba abierta, golpeé con mi muslo la cabeza de Yasmin y comencé a gritar y a pedir ayuda con esperanza de que alguien del edificio me oyera…
Y así fue…
De repente apareció por la puerta en la penumbra un hombre mayor de unos 50 años en calzoncillos, también gordo, sucio y sudoroso pero que en aquél momento de angustia a mí me pareció el más bello caballero andante presto a rescatar a su dama… y que extrañamente me pareció familiar…
Con el rostro cabreado exclamó:
Qué coño pasa aquí con tanto ruido?...
Al escuchar su voz, lo reconocí quedando totalmente petrificada.
Era mi casero.
Las palabras de Yasmin me dejaron todavía más petrificada…
No pasa nada papá…
(Continuará)
Blackwolf