La Reina de las Amazonas (2)
Aquiles no puede apartar de sus mientes su breve encuentro con el nuevo caudillo troyano. Los Troyanos han declarado una tregua de dos días...van a comenzar a ocurrir cosas que soprenderan al Héroe Aqueo.
La Reina de las Amazonas. (y 2)
Una enigmática voz que no podía atribuir a hombre o a mujer retumbaba en los inquietos sueños del héroe: una voz cuyo eco llenaba y anegaba todo cuanto su mente de guerrero juzgaba que existía y reproducía en el reino de Hypnos. No se podía asegurar que Aquiles se encontrara en un campo de batalla, pero tampoco en una gruta. Se encontraba en un lugar rocoso, subterráneo tal vez, pero a su vez inundado de una luz potísima, casi dorada. Creían sus mientes contemplar los áureos ríos del invisible Plutón, señor del Hades; y ya temía en su ánimo que por alguna conjura nocturna su alma viajara ya al averno, y su cuerpo fuera pasto de todos los perros de caza y los cuervos. Mientras esto temía, la voz misteriosa le llegaba de todas y ninguna parte, reproduciendo un bárbaro galimatías: totalmente indescifrable para él; no le había enseñado el prudente Quirón las sutilezas de las lenguas bárbaras.
Una cálida sensación le fue sacando del negro imperio del hermano de Thanatos. Un conocido, y hoy bienvenido, creciente placer que inundaba su ser desde su, ahora erguido, miembro. Briseida lamía la polla de su señor con avidez y dedicación como cada mañana. Aquiles se incorporó sentándose sobre el lecho abrigado con pieles. Ella se acomodó para seguir con su tarea. El héroe, disfrutando al máximo con la habilidad de su esclava, le acariciaba suavemente el cabello azabache y sujetaba suavemente la cabeza de su amante.
Un muchacho irrumpió de pronto en la tienda del héroe, debía tener unas 16 primaveras, y estar apunto de pasar a engordar las filas de ejército de los Dánaos. Por sus rasgos: corpulencia atlética y cabello oscuro: se podría saber que era un Espartano, súbdito de Menelao, hermano del Wanax . El muchacho observó atónito la caliente escena y pidió perdón ruborizado. Briseida apartó su lujuriosa boca del pene de Aquiles ( sabía bien que debía dejar a su señor tratar los asuntos de guerra).
No te preocupes chico.- dijo Aquiles - ¿Qué quieres?-
El muchacho se prestó a responder; y Aquiles observó que no le quitaba ojo de encima a la hermosa esclava mientras lo hacía.
Tenéis un mensaje de Agamenón, señor.-
¿Cuál es ese mensaje?- Preguntó Aquiles mirando de arriba abajo al hermoso joven.
A la hora de la comida se reunirán los caudillos. Hoy no habrá lucha, pues los troyanos han anunciado 2 días de tregua y Agamenón los ha aceptado.-
Aquiles parecía satisfecho por lo que el emisario le anunció. En un lado de la tienda, mientras se peinaba lentamente Briseida sonrió lujuriosa pensando en todas las cosas que le haría su señor. Recordó los días en que se negó a luchar por estar ella en posesión de Agamenón. Recordó cuando por consejo de Fénix Agamenón la devolvió, pero Aquiles seguía sin luchar, pues su honor estaba herido. Recordó excitándose más aún, si cabía, cómo Patroclo y Aquiles, unas veces se turnaban para penetrarla, otras la penetraban a la vez; y otras veces ella chupaba la polla del que estaba siendo penetrarlo por el otro: fueron días de lujuria y placer, días que echaba de menos. El joven tras mirar por última vez a Briseida se fue, mostrando una tenue erección.
Aquiles lo detuvo.
¡Muchacho!-
¿Sí?
¿Te ha encomendado Agamenón alguna otra tarea?
No señor, este es mi día libre.
Aquiles sonrió malévolamente y Briseida entendió las lujuriosas intenciones de su dueño.
Aquiles le propuso quedarse con ellos y gozar de Briseida. Mientras se lo decía, la erección del chaval se hizo más obvia. Briseida se acercó desnuda a los dos hombres, muy lentamente. Aquiles arrancó del joven cuerpo del emisario las escasas ropas que llevaba. Los tres quedaron desnudos, Aquiles se acercó al joven y lo besó en los labios, el joven acariciaba el fornido cuerpo del Héroe. La esclava se puso entre los dos, de rodillas, y a ambos les chupaba el rabo. Después de gozar con las mamadas de Briseida, Aquiles, puso al joven a cuatro patas, lubricó su joven ano con un ungüento que le acercó la esclava y penetró con fuerza al muchacho. Mientras Briseida seguía dedicándose a la polla del joven.
El emisario gemía ante las embestidas de Aquiles y las húmedas caricias de los labios y la lengua de Briseida que recibía su glande. No pudo más e inundó la boca de la esclava con su espesa leche. Briseida se puso entonces a cuatro patas y le ofreció su hermoso culo. Aquiles permitió que el muchacho penetrara a su esclava por el culo, mientras él seguía jodiendo el culo del muchacho. El héroe gozaba muchísimo: el recuerdo a sus orgías con Patroclo lo calentaban aún más. Se vino en el ano del joven. Se apartó y los dejó jodiendo. Salió de la tienda tras vestirse.
A Briseida no le gustó que su amo se marchara y no gozase junto a ella todo el día. Pero también hoy era su día libre y ella quería follar hasta la salida del sol. Tras joder un par de veces más con el chico en la tienda, lo acompañó al barracón de los efebos y estuvo follando con el emisario , sus amigos y otras esclavas hasta el amanecer.
Tras una aburrida asamblea a la hora de la comida, Aquiles volvió a la tienda; esperaba encontrar a Briseida aún follando con aquel emisario, pero sólo encontró una nota, escrita en tosco griego:
"Vuestra esclava me ha acompañado. Volverá mañana. Lo juro por Zeus. Sinfaleón"
Aquiles sonrió. Parecía que su putita particular había encontrado un buen entretenimiento. Limpió la pizarra donde estaba el mensaje y se sirvió una copa de vino. Su mente y sus manos vagaron desde el muchacho a Patroclo, de Patroclo a Briseida, de Briseida a Helena, de Helena (y sus manos pararon) a Menelao, Agamenón y la guerra y por último a la voz del nuevo caudillo troyano. El Héroe parecía estar obsesionado con ese asunto: recordó el encuentro una y otra vez y la noche se le echó encima.
Tras comer algo frío, se dispuso a irse al lecho, sólo, por vez primera desde hacía muchos años. Fue apagando las luces de la tienda y se quedó a oscuras. Sintió, durante un momento mientras se desnudaba para meterse en la cama- una ráfaga de viento cruzar el interior de la tienda. No le hizo caso. Se comenzó a masturbar mientras pensaba que era curioso que tuviera que recurrir a eso al estar Briseida fuera, pero su cuerpo le exigía placer.
Una antorcha se encendió de pronto en medio de la tienda. Aquiles se sobresaltó e instintivamente se levantó como un resorte, mientras esgrimía una espada que escondía muy cerca de su cabecera. Todo había sido muy rápido, el miembro de Aquiles aún conservaba algo de su rigidez.
Ante el héroe se encontraba una hermosa joven, de larga cabellera rubia, piel dorada y bronceada con aceites que relumbraba a la luz de la antorcha. Exuberantes ojos verdes, labios finos y hermosos senos. Totalmente desnuda, se acercó a él moviendo insinuantemente las caderas.
¿Quién eres?- acertó a decir Aquiles cuyo miembro se había disparado a causa de la divina visión.
Mi nombre es Pentesilea- dijo una harmoniosa voz en un griego claro y muy puro- y te deseo.-
No hubo más palabras, la joven se abalanzó sobre él. Lo hizo suyo. Lo empujó contra el lecho y, aprovechando que su miembro erecto estaba apuntando firmemente al techo, lo introdujo en su húmedo y caliente sexo. Aquiles estaba casi paralizado, por lo vertiginoso de los últimos acontecimientos, por la belleza casi divina que lo estaba cabalgando literalmente, por el enorme placer que sentía.
La joven alcanzó el orgasmo, pero no le dejó acabar a él, por mucho que este intentara mantenerla donde estaba. Ella salió de encima suya, sin dejar que el héroe se levantase. Comenzó a chupar la polla de Aquiles, llena de sus propios efluvios. Se colocó estratégicamente, para que él comenzara a acariciar su bien cuidado y hermoso conejo. Pronto estuvo preparada para un nuevo asalto. Volvió a cabalgar al estupefacto guerrero. Esta vez con una pasión y una violencia que lo quedaron exhausto. Tras correrse Aquiles cayó rendido, mientras la joven se vestía y salía de la tienda diciendo:
Kalai Nyktai, Kale Jeron. ( Buenas noches, hermoso héroe.)