La reflexión del cornudo

Siempre tuve aquella duda y aprendí a convivir con ella, incluso cuando faltaba, la echaba de menos.

YO, EL CORNUDO

Siempre tuve aquella duda y aprendí a convivir con ella, incluso cuando faltaba, la echaba de menos.

Desee conocer a aquel corneador, nunca se manifestó, pero aparecieron nuevos y no perdí la oportunidad, de conocerles y disfrutar de ellos.

Hubo un momento que me daban la mayor satisfacción, primero viéndoles cornear y después disfrutando yo de la mujer amada, unas veces distante y otras muy cercana.

Me excitaba solo al ver la escena con mis propios ojos, sin tenerlo que imaginar, sin que nadie me lo cuentes, sentir los gemidos, el olor a sexo, mientras limpiaba la vulva del rastro del corneador de turno, mezclados con los flujos de ella de sabor inusitado

El humillador se eligia en el gran ganador, sin saber que todo estaba ya premeditado.

No me compadezcan, yo no soy la víctima, soy el más beneficiado, ni la mujer la más puta, ella solo es un instrumento, cuyas notas solo yo sé arrancarlas para componer música.

EL CORNEADOR

El corneador sale victorioso y se cree feliz por burlar a la víctima de su tropelía, pero solo es al fin y al cabo, el destinatario de un placer único y efímero.

El cornudo sabe que mañana habrá más, el instrumento cada vez suena más y mejor, los corneadores se prodigan cuando se hace correr la voz, sin saber que morirán envenenados con su propia medicina, habiendo cambiado un placer efímero de un aquí pillo y aquí te mato, por el amor verdadero, convirtiéndose en cornudos burlados irremediablemente y condenados al más cruel ostracismo.

LA SUMISA CONSENTIDA

Sólo se es instrumento por sumisión o por infidelidad.

La sumisa lo hace por complacer a su amo y lógicamente por la reciprocidad del placer que el mismo le otorga, sería algo consentido, morboso y confidencial.

La infiel lo hará por el placer egoísta de follar con otro macho alfa, si digo follar, solo es un placer físico, no hay más sentimiento.

A veces no se es consciente de las consecuencias y la libido puede jugar malas pasadas y cambiar un polvo efímero por un amor verdadero, no parece buen negocio.

Tras el último orgasmo comentaremos su infidelidad y yo el placer de darme la mayor sumisión.

Espero sus comentarios los públicos en su lugar y los privados al correo.