La red púrpura V
Recuerdos... y un agradable despertar.
Tenía 14 años, y estaba en un campamento de verano, habían unos 100 chavales, pero de nuestra edad habría sólo 15, el grupo lo formaban varios de mis mejores amigos de aquel momento y unas cuantas chicas con las que intentaba aprender a ligar.
Yo siempre había sido muy tímido, y quizás demasiado inseguro. Por pura timidez decidí ir entrando primero a las menos guapas, para practicar e ir subiendo el listón, hasta alguna chica como Esther o Luisa, dos bombones que tenían fama de facilillas, jeje.
Uno de esos días estábamos haciendo el tonto en el turno de piscina, aguadillas con cierto roce y tal, cuando un codazo accidental de un amigo en mi nariz me hizo salirme de la piscina con algo de mal humor.
Me sequé y cuando me iba a ir a la zona de tiendas una voz amiga me paró.
-¿Me acompañas a las tiendas Marcos?
-Claro -conteste a Lisa mientras notaba como iba desapareciendo el dolor del golpe.
Lisa, que casi siempre aprovechaba el turno de piscina para tomar el sol, era una chica de un año mas, era el mito erótico del campamento, alta, rubia, tenía unas tetas normales pero con diferencia, era la mas guapa de cara, sus piernas también nos volvían locos y su turgente culito respingón era lo mas deseado. Pero sin duda, era su personalidad desinhibida, no coqueta, coqueta pero digamos… atrevida sexualmente hablando, lo que intimidaba a la par que la hacía ser tan atractiva.
Fuimos hablando de cualquier cosa, la verdad es que ella y yo siempre habíamos sintonizado mucho, me caía muy bien, y no había notado nunca ninguna tensión sexual, ya que ella jugaba en otra liga, no obstante era a mi juicio la persona mas inteligente con la que podía hablar allí.
-Una pregunta Marcos... ¿tu te pones calzoncillos debajo del bañador?
-¡¿Cómo?!- aquella pregunta me pilló totalmente desubicado
-Si... ya sabes... para disimular las erecciones- sorprendía, como siempre, la naturalidad con la que hablaba de esos temas, se la tonaba totalmente libre de tabúes y no surgía ni el mas atisbo de vergüenza ni sorpresa por mi reacción.
-Bueno... pues la verdad es que no, yo creo que si te empalmas no se va a ocultar por usar ropa interior... es mejor tumbarse bocabajo un rato.
Ambos reímos, siguió hablando del tema, de como había oído que hacíamos eso, y yo poco a poco empezaba a necesitar 7 calzoncillos.
-¿Me acompañas un momento a mi tienda y me das tu opinión por favor?
-Claro, vamos.
No tenia ni idea de que quería, pero ya me había puesto enfermo, solía pedirme masajes, así que supuse que sería eso, ya que se me daban bien, pero al llegar a su tienda me pidió que esperara en la puerta y entró. Al rato salió con un bikini diferente pequeño de color azul.
-¿Qué te parece?¿Te gusta?
Ella esperaba mi respuesta y yo quería tener esa imagen toda la vida grabada, estaba para comérsela, ¿me tiraba los trastos? a mi cabeza solo me venían imágenes de nosotros follando.
Pronto la vi sudar y conteste tímidamente lo que se suponía que tenía que contestar:
-Si, si... Te queda genial.
Acto seguido volvió a meter y salio con uno de color plateado.
-¿Y este?
Todos me parecían increíbles, pero no lograba entender que buscaba, mas tarde entendí que aquello era un juego inocente, se fijaba en si me la estaba poniendo dura, pero yo me lo empecé a tomar como insinuaciones.
-Joder Lis que uno no es de piedra eh!
-¿Como?- preguntó acercándose mas a mi mientras se ponía bien la parte de arriba.
-Pues que te sientan genial- dije con una sonrisa y a medio paso de ella- pero si sigues así necesitare algo mas que un calzoncillo para disimular
Se rió, me sonrió pícaramente abriendo los ojos como impresionada por mi sinceridad y de forma un tanto inconsciente llevó su mano a mi paquete. Aquello me dejó paralizado, jamás había estado tan cachondo.
La observé y ella estaba sudando, no parecía tampoco llevar del todo las riendas, y por primera vez vi en sus ojos una extraña duda. Las imágenes de nosotros en mi cabeza eran tremendamente nítidas, a veces, para mi sorpresa, cambiaban de perspectiva, o se centraban en su cuello (en el cual nunca había reparado) las imágenes tenían vida propia y podía sentir su excitación.
Por absurdo que suene, me quede paralizado, aquellas imágenes me parecían casi alucinaciones, eran mitad mía mitad extrañas, tardé en darme cuenta de que era lo real, lo que estaba sucediendo.
La escena de yo parado y ella tocándome se volvió un tanto ridícula, al no seguirle yo el juego, así que en un golpe de vergüenza ella se volvió y entro en su tienda.
Pasaron 5 interminables segundos y comprendí mi error y fui tras ella, entre para enmendar mi fallo, fui directo a besarla mientras ella se giraba tapándose las tetas que las tenía descubiertas.
La besé, mi lengua atravesó sus tímidos labios, pero tras un segundo de paz con un empujón me separó diciéndome que me fuera con voz enfadada.
Yo no entendía nada, las imágenes me volvían una y otra vez a la cabeza, que ya me estaba doliendo, ¿había hecho algo mal? era imposible... no me había dado tiempo. Esperé fuera de la tienda, sin saber si debía disculparme, y en el fondo esperando que ella saliese a por mi.
Viendo que no salía de la tienda decidí irme a darme una ducha. Como gran parte del campamento se había ido de senderismo, podía disfrutar de un buen rato a solas en la ducha, el resto estaba en la piscina y yo me puse a reflexionar sobre la extraña conexión que había tenido, ella no había buscado nada conmigo, pero al final lo había deseado también, aunque brevemente.
¿Le había introducido a ella esas imágenes? Naaah era mi imaginación, al fin y al cabo ella me había rechazado, que vergüenza...
La cortinilla de la ducha se corrió de golpe, me giré extrañado y vi a Lisa con el bikini azul.
-¿Este era el mejor no?- sus ojos tenía un brillo, entre la complicidad y travesura.
Entró con una sonrisa tierna, me abrazó y besó con fuerza en los labios.
-Perdón por haberte empujado antes, ha sido un impulso
-No quería molestarte Lisa, es que...
-Ya tranquilo... yo hubiese hecho lo mismo que tu.
Y tras decir eso me volvió a besar mientras el agua nos mojaba a los dos y su perfecta larga y lisa melena rubia se iba mojando, mientras el abrazo se acompañaba de unos besos donde poco a poco me enseñaba a jugar con nuestras lenguas, paso a paso iba aprendiendo. Su mano fue directamente a empezar a masturbarme, mientras yo aprovechaba para tocarle el culo.
-¿Es tu primera vez? - me preguntó
-Si...
Ella se retiro la parte de arriba y yo me arrodille para retirarle la de abajo mientras obtenía un primer plano de su entrepierna perfectamente depilada.
Empecé a comerle el coño con ganas pero con delicadeza, no quería pasarme de basto. Ella dejó escapar un gemido mientras hundía sus dedos entre mi pelo.
-Ahh... Pues sigue así- dijo acompañando de le un creciente ronroneo sin duda para adularme.
Seguí con la labor mientras disfrutaba de su trasero, amasé aquel tesoro y hundí aun mas mi cara, perdiendo poco a poco la delicadeza para ir pasando a la fuerza, su primer grito me indicó que aquello era un acierto.
-¡Levanta levanta!
Acto seguido me levanté y ella me dio la espalda, invitándome a penetrarla, casi no me dio tiempo a disfrutar de aquella imagen, la espalda de una mujer desnuda, me cogió la polla y lo dirigió a su entrada, y de una estocada atravesé su húmedo coño, empecé a embestirla, intentando no hacer nada mal, conforme cogía confianza le daba con mas y mas fuerza, logrando sacarle gemidos y profundos jadeos.
-Sigue así cabrón, ¡joder! me encanta!
Podía sentir su placer casi como el mío, y también notaba como cuando yo disfrutaba mas ella también lo hacía.
Continué, cada vez salía y entraba mas, dando con toda mi fuerza, intentando partirla en dos. En una de las embestidas me salí y sin querer presioné en su ano, automáticamente me paré.
-¡Perdón!
Fui a retirar la polla pero ella me detuvo agarrándome fuerte del tronco. Podía observar como estaba algo tensa, interpreté aquello como una invitación y volví a meter la cabeza, ella me paró y me preguntó.
-¿Qué sientes?
-Hay mas presión, es muy agradable
Mientras ella hacia acopio de aguante yo de golpe, salí de su interior, no quería que se lo pasara mal, y abrazándola desde detrás me puse a besarle por la nuca y el cuello.
-Creo que por atrás no me va- dijo ella, a sabiendas que había querido complacerme pero le dolía demasiado.
Volví a penetrarla por el coño y pronto recuperamos el ritmo perdido, me pegué a ella recibiendo también parte del agua de la ducha, recorría su cuerpo con mis manos, deslizándome por su vientre plano, por sus deliciosas caderas y finalmente agarré sus tetas, notando sus duros pezones en mis palmas.
Mas pegado a ella aceleré el ritmo hasta que sus gemidos fueron aumentando, animado, fui acelerando hasta que ella echó la cabeza hacia atrás de golpe, dejándola apoyada en mi hombro, con toda la espalda arqueada e inmóvil.
-Ah, como necesitaba correrme.
Se giró y me besó de nuevo, su lengua era, si cabe, mas dulce que antes, su abrazo solapó nuestros cuerpos bajo la ducha y me indico que me sentara en el suelo, me quedé medio tumbado, lo que el espacio me permitía, ya sin la ducha funcionando. Ella se puso de rodillas delante mío, y recogiéndose el pelo por un lado, se agachó lamiéndomela.
-¿Te gusta chupármela?
Con una cara picara contestó:
-¡Me encanta!
-No te dan asco tus fluidos...
-Jajaja no me importa
Seguí expectante mientras mi verga desaparecía entre sus labios, salía y luego lentamente volvía entrar, muy lentamente, mientras notaba como su lengua se pegaba por debajo a mi miembro cada vez que salía de su boca, haciendo que tuviera el mayor placer de mi vida.
Empecé a tener espasmos, y ella los notó dentro de su boca, me miró, y lentamente fue retirándose.
-Vamos a hacerte terminar como se debe.
Tras decir esto le volvió a dar al botón de la ducha (estos que dan agua por un tiempo) se acercó y logró acoplarse encima mío, podía admirar su precioso desnudo fundiéndose conmigo, quería atrapar todas las sensaciones para no olvidarlas nunca, el roce de su suave piel, la presión de sus manos en mis hombros mientras tensaban mi músculo, poco a poco iba descendiendo incrustándose mi verga progresivamente. Con los ojos semicerrados y mirando al techo, paso su brazo por mi nuca rodeándome, me sentía feliz al notar como me apretaba para sentirme mas, era la sensación mas estimulante, sentirse deseado. Sin levantar mucho la voz, como no queriéndolo decir en voz alta me ordenó:
-Cómeme las tetas
Aquel lenguaje me sorprendió, pero sonaba normal, en sus labios.
Me abalancé hambriento sobre su pecho mientras ella se terminaba de incrustar lo que le quedaba en su interior. Fui directo a por sus pezones, amasando todo el pecho con mis manos y con el movimiento de toda mi boca.
Lisa gemía, como si le hubiese dolido y dado placer a la vez, volvía a poder conectarme con ella, sabia que le había dolido, pero a la vez notaba que sus gemido respondían a mi excitación, era yo, el que gemía a través de su boca, así que decidí seguir. Ante la confusión ella se había quedado paralizada, para continuar le agarré de las nalgas y comencé a balancear yo su cuerpo, con el vaivén se volvió a excitar, mis espasmos me indicaban que ya estaba a punto de llegar, pero sorprendentemente ella se me anticipó, tomo el control de su movimiento, me aprisiono la cabeza entre sus tetas, y con un sprint de cadera salvaje empezó a gritar, casi sollozando se corrió.
Se dejó caer encima mío, yo estaba a punto, llevaba deseando terminar ya un buen rato, y ella lo sabía, de hecho en Lisa se podían apreciar pequeños espasmos por todo su cuerpo.
-No te has corrido todavía?- preguntó perpleja
Ante mi breve negación con la cabeza, se dejó caer hacia atrás tumbándose en el suelo, y con un sexy movimiento de su dedo índice me invito a que la abordase.
Me situé encima de ella y comencé a embestirla de rodillas. En su rostro se dibujaba una sonrisa enorme, empecé a ser yo el que disfrutaba también de su placer, era muy raro.
Los gemidos volvieron a brotar de sus labios, me acerco de la nuca y empezó a lamerme el cuello, yo me encontraba paralizado, en todo momento era ella la que sabía que hacer, sin embargo yo disfrutaba, aunque con cierta tensión, como teniendo miedo de cometer algún error. Aquellos lengüetazos fueron mi detonación, y junto a la mía la suya, no entendía ni ella como pero en menos de 2 minutos se estaba volviendo a correr. Nuestros gemidos se callaron dando protagonismo al sonido de los últimos segundos de ducha, cuando esta cesó, solo se podían oír, como susurros, los besos cariñosos que me iba dando en el cuello y el hombro mientras nos abrazábamos en el suelo de aquella ducha del campamento de verano.
Me levanté con bastante luz filtrándose a través de la persiana, mi compañera no estaba dormida a mi lado, pero su olor aun perduraba. Al poco de buscar, y vestido solo con el pantalón de mi pijama, observé que tanto Marta como Lucía se encontraban vestidas por andar por casa y desayunando sentadas en la mesa de la cocina una en frente a la otra.
Me acerqué y abrace a Marta, mientras ella se giraba y me daba un dulce beso de buenos días, todavía me sorprendía la confianza alcanzada en dos días, resultaba tremendamente placentero recibir con ese cariño sus labios, su lengua, podría pasarme horas sin hacer otra cosa. Pero advertí que Lucía había girado su mirada, sintiéndose algo incomoda, yo decidí actuar con normalidad. Desvié la boca de marta para que siguiera por mi cuello, mientras le acariciaba por un costado y miraba a Lucía preguntándole.
-¿Como acabasteis vosotros la fiesta anoche?
Intentando acomodarse a la situación, contestó.
-Estuvo bien...
-¿Como de bien? -intenté tirarle de la lengua.
Me miró un poco mas sonriente, y contestó con énfasis
-Muuuuy bien.
Marta dejó de besarme y la miró picándola.
-¿Mejor que con Marcos?
Hubo un pequeño silencio, en medio de ese paréntesis de libertad sexual que todos estábamos disfrutando, si, pero percibí un deje de territorialidad entre ellas dos, no terminaban de pensar en que iba a ocurrir cuando terminara aquello, y parecía que las dos querían ser mis amantes.
-No se, no se, Carlos estaba muy bien dotado. -dijo bromeando, en un intento de quitar hierro a la situación.
-Y Clara... anoche también le dabas lo suyo- Marta estaba consiguiendo irritarla.
Así que me separé de ella me dirigí a la joven Lucía, y rodeándola por la espalda, a abracé y le di un beso similar al que le había dado a Marta segundos antes, este, con magreo incluido. Su lengua era muy diferente, mas tímida al principio, y luego apasionada, casi violenta intentando siempre disfrutar de cada segundo del beso.
-No voy a dejar que otro se vuelva tu favorito. -le dije, zanjando su pequeña minidisputa.
Acto seguido me fui a la terraza y me desnudé poniéndome a tomar el sol en bolas. He de decir que me encantaba que el chalet estuviera alejado de otras zonas residenciales, se disfrutaba de una total intimidad en toda la casa.
Al poco me siguieron mis dos amigas, se tumbaron al lado mío, en bragas y camiseta. Tras unos segundos de paz la curiosidad esta vez con un tono mas curioso y menos incisivo de Marta retomó la conversación.
-No en serio, no te molestó liarte con otra chica?
-No...-dijo pensativa, intentando encontrar las palabras para poder describirlo
-Pero... ¿te gusto?- preguntó Marta
-No noté nada especial, en fin, eran agradables las manos de Clara y sus besos pero lo que me ponía era Carlos... No puedo evitar pensar que a lo mejor fuimos un poco lejos.
-Tranquila -intervine- cada uno hizo lo que quería, y nadie se quedó sin su ración.
Lucía se quedó pensativa
-Quizás Clara no se quedó muy contenta con las atenciones que me daba Carlos, no sé... me he dado cuenta de que los tríos tienen mucho peligro.
La anfitriona dejó su mirada un poco perdida, visiblemente preocupada, así que le hice una seña a Marta y fuimos y la rodeamos, abrazándola y sacándole una sonrisa.
-Eso es porque no has hecho un trío conmigo Lu- le dije mientras le daba besos en una mejilla- conmigo son solo divertidos.
-Si, y si no te han gustado el lésbico es porque no lo has probado conmigo, si me lo propongo hago que te corras en 2 minutos.
Se echaron a reír, y tras un momento de jovialidad nos quedamos los tres abrazados con Lucía en el centro y haciéndonos carantoñas los unos a los otros.
Mientras yo entrelazaba mis dedos con el pelo de la nuca de Lucía, esta acariciaba la mejilla de Marta, preguntándose si efectivamente disfrutaría con ella como compañera. La mirada fija de Marta se clavaba en los dulces ojos de la joven Lucía, parecía que le leía el pensamiento y mientras un brazo la rodeaba y agarraba su cintura y parte de su culo, la otra mano se posaba frotando suavemente entre el pecho y el cuello.
Me centré en aumentar la libido de las dos, sus roces se volvían mas sensibles y parecía que en cualquier momento se iban a besar, lejos de la obscenidad y de pequeños piques, entre las dos había cierto grado de cariño, en Lucía sentía el pequeño tormento de sus prejuicios, no se tenía por una lesbiana, y de hecho aunque yo lo que hacia era aumentar una atracción que ya existía en ella, no sentía mas que curiosidad sin mi ayuda. Diferente era Marta, su libido era mucho mas manejable no necesitaba que camuflara mucho mi manipulación, se dejaba llevar, y disfrutaba plenamente.
La cara de Lucía se desvió hacia mi y con una sonrisa en los sabios me acerco de la nuca dándome un cálido beso que me hizo perder la perspectiva de todo lo que ocurría. Cuando pasó de mis labios a mi cuello vi como Marta desde atrás abrazaba a la joven Lucía amasando sus enormes pechos y me regalaba de una sonrisa sexy justo antes de acercarse a besarme por encima del hombro de su compañera.
Nos juntábamos en un abrazo en el que nuestros cuerpos intentaban fundirse, las prendas de ropa empezaban a notarse sudadas, los carnosos labios de Lucía cedían paso a veces a la agresiva lengua de Marta, y poco a poco fueron colocándose a horcajadas de rodillas sobre cada una de mis piernas.
Mi boca comenzó un festín, donde se turnaba entre devorar a cada una de las chicas, notaba que Lucía intentaba acapararme mas, cada vez que me besaba me giraba, pasando el brazo por mi nuca para acercarme, mientras que Marta se adaptaba colándose entre nuestras bocas para recibir sus atenciones.
En una de esas la atrevida Marta introdujo su lengua cuando todavía estaba besando a su amiga, provocando que Lucía se retirara de golpe, molesta. Aun así Marta lo encubrió con una sonrisa juguetona y siguió comiéndome los morros.
Mientras la besaba noté como la morena se volvió a acoplar al juego poco a poco, sus besos subían por mi cuello, y al llegar cerca de mis labios, desvió mi barbilla para besarme sin contacto con su amiga.
Sus entrepiernas ceñidas a mis muslos empezaban a sentirse muy calientes, las manos de Lucía me rodeaban mientras que Marta magreaba mi paquete mientras deslizaba la otra por la espalda de su compañera.
En una breve pausa la anfitriona dejó que su amiga retirara su camisa, dejando a la vista sus tetas contenidas por la parte superior del bikini, también aprovecharon ambas para quitarse la parte de abajo y yo me desnudé por completo.
Estando de rodillas con Lucía dirigimos la mirada a la entrepierna de Marta, que se encontraba de pie al lado nuestro, sin palabras hice un gesto a la joven amante dándole la oportunidad de probarlo. Pero su mirada de respuesta fue bastante tajante. Así que decidí tumbarme sobre ella y llevar a Marta hacia nuestro sur.
Acerqué mi boca a el oído de Lucía mientras notaba que su compañera comenzaba a lamer mis muslos
-Casi no estás probando a Marta- le dije susurrando- Déjate llevar mujer…
-No creo que…-su susurro fue tan secreto que ni siquiera pude entender el resto de la frase.
Comenzamos a besarnos mientras yo apuntaba con mi miembro a su entrepierna y dirigía por la nuca a nuestra amiga para que lamiera mis huevos y la polla cuando salía.
La penetré lentamente, se notaba que el trabajo previo había servido, se abrió de piernas y la cogí por las corvas aumentando el ritmo y la profundidad. Cuando empezaron a aparecer los primeros gemidos noté que ya no notaba la lengua de nuestra otra amante, y pronto cambio la cara de Lucía, que se tensó.
Observé que en la posición en la que estábamos había dejado el culo de La joven Lucía al aire, y nuestra compañera no quiso perder la oportunidad de sobarlo y lamerlo, aquello parecía contrariar a la joven anfitriona, así que para que no se sintiera incomoda dí la vuelta dejándola a ella arriba y atrayendo a Marta para besarla.
Mientras era cabalgado, nuestra otra amante se desnudo del todo y Lucía vio a bien deshacerse de la parte de arriba.
Marta vino a besarme pero yo dirigí sus labios a los abdominales de su amiga, se sincronizo con su movimiento, empezando una serie de besos, lejos de intentar molestarla, ahora buscaba la aprobación de la joven amante.
Una breve mirada dulce pero sin palabras que la acompañaran fue la mas generosa respuesta que Lucía estaba dispuesta a dar, pero sabíamos lo que significaba… “puedes seguir”. Y Marta comenzó a lamer, su lengua surcó la suave línea formada por los abdominales de su vientre, su costado, parando para dar un húmedo mordisco, besó brevemente el costado de su pecho, y cuando estaba a la altura de sus labios y pude ver que la nube de placer se desvanecía en su rostro volvía a haber duda ante un inminente beso.
Así que decidí atraerla de la nuca e incorporarme abrazándola y besándola yo. Marta se quedó despagada, pero la situé detrás de nuestra amiga formando un sándwich.
Alargué los brazos y abracé a Marta besándola, como si accidentalmente Lucía estuviese por medio, nuestros cuerpos se acoplaron, nos comprimimos, las Tetis de la joven emparedada se deformaban contra mis pectorales, la notaba arder entre mis brazos, le cogí sus manos y las llevé hacia atrás suya, agarrando el culo perfecto de Marta.
-¿Te gustaba mi culo? Pues con este flipas- soltó una sonrisa espontánea y empezó a magrearlo.
-Buen culo!- dijo contenta mientras giraba su cara, quedándonos los tres con las bocas a escasos centímetros.
Se formaron unas sonrisas de complicidad entre ellas dos, y Marta atrajo suavemente de la barbilla la cara de Lucía besándola, introduciendo su lengua, mientras la joven amante aceptaba con serenidad su dulce beso.
Salí de Lucía, apartándome de las dos, y cuando sobre el césped gatearon hasta mi, les detuve y dicté:
-Hazme terminar, me has dejado apunto…-confeso la joven.
-De eso se va a encargar Marta- Su cara volvió casi al shock- asúmelo… como quieres que lo haga, con los dedos o con la boca, tu eliges.
Dudó y con media sonrisa, como intentando calmarse a si misma, cogió la mano de su amante y la dirigió a su entrepierna, mientras se sentaba en el césped y cerraba los ojos intentando evadirse, como si fuera un mal trago que tenía que superar para complacerme.
Marta cogió posición delante suyo y comenzó a masturbarla concienzudamente, se puso a cuatro patas, lo que me permitió penetrarla por detrás, y acercó su boca a su tripa para empezar a dar besos hacia abajo.
Adivinando la trayectoria, Lucía sujetó su cabeza con las manos y la mantuvo evitando que bajara.
Los besos entonces treparon hacia arriba, eran tiernos, suaves, y combinados dulcemente con lametazos mordisquitos y miradas que no eran atendidas, poco a poco llegó hasta sus tetas, y comenzó a lamer la parte inferior de éstas.
Lucía se moría de placer, disfrutaba de otra mujer, gemía, no disimulaba sus gimoteos, ya no sujetaba la cabeza de su amante, y las dos deseaban que los labios llegaran por fin al pezón, las dos deseaban que lo mamara salvajemente y la hiciera gritar sin piedad, y Marta lo sabía…
-Por favor, déjame comértelas- dijo mientras volvía a lamer, caza vez mas abiertamente, mas despacio y mas arriba.
Como respuesta recibió un sonido de aprobación, sin decir ninguna palabra.
-No Lucía… tienes que pedírmelo- La joven se sorprendió, las tornas habían cambiado, se veía obligada a reconocer que disfrutaba.
Pero era absurdo negar nada, su entrepierna era una catarata, era evidente, le gustaba. Tras unos segundos dijo con un toque de intimidad, sorprendiéndose de oírse a si misma:
-Chupame las tetas, estoy a punto de correrme, me tienes loca, eres increíble.
Marta no esperó, se abalanzó y devoró brutalmente el pezón de su amiga, sus ojos grises se clavaron en los de su victima que gemía cada vez mas y mas, empezando a tener espasmos como nunca los había tenido. La mano ya metía 4 dedos en su coño, que rezumaba jugos.
Yo cada vez la bombeaba mas fuerte, mientras la sujetaba bien de las caderas, sentía estar en el cielo.
En un espasmo Lucía se cayó hacia atrás, quedándose su amante en su ombligo, pronto volvió a subir con besos, como e ella le gustaba, pero para su sorpresa las manos de la joven la detuvieron frenándole la cabeza. Aquello le extrañó, no podía ser que siguiera tímida, y sin embargo Lucía me miró casi llorando, con una mezcla de duda, adrenalina y excitación.
Por fin se decidió e hizo lo que realmente deseaba, empujó la cabeza de su amante al sur, enterrándola en su entrepierna, sintiendo como esta penetraba con su lengua ardiente. Comenzando a vibrar con sus caderas, entrelazo sus dados entre el pelo oscuro de la diosa que le comía el coño y apretándola contra ella, comenzó a mover sus caderas espasmódicamente mientras se corría, como intentando follarse su boca.
-AAAAAhhhhhhhhhh, siiiiiiiiiiiiiiii- Lucía terminó, y pronto atrajo a su amiga besándola, y comiéndole los morros como dios manda.
Yo aceleré el ritmo, propiciando mi final, y cuando lo noté cerca, hice marcha atrás y me corrí sobre el culo esculpido de Marta.
Notando mi final, mi amante se giro y se levanto besándome ahora a mí.
-¿Ya te he demostrado que soy tuya?- me susurró al oído- te he conseguido un trío, no se que mas esperas de mi…
Me separé lo justo para mirar a Marta a los ojos mientras uno de mis dedos se embadurnaba con parte de mi semen en su piel, y lo dirigía a su ano hundiéndose lentamente.
Podía ver aparecer la duda y temor que tanto había visto en Lucía, pero ahora en el rostro de mi amante de pelo oscuro.
-Todavía no me lo has dado todo, cariño…