La Receta 2

Continuación de las aventuras explorando los efectos de la receta. Se sugiere leer el primer capítulo de esta serie.

La Receta 2

Introducción.

Mi amiga Isabel, una renombrada arqueóloga, había conseguido una tumba Maya prácticamente intacta y en ella, numerosos envases y restos de pócimas. Como parte de la investigación, me había pedido a mi, que soy investigador en el área de química en la universidad local, que tratase de averiguar qué eran esas pócimas y para qué podían servir.

Después de varios éxitos, me topé con una receta que no sabía cómo preparar y cuyo secreto sólo lo encontramos cuando Isabel halló varias plantas desconocidas para la ciencia. El problema que quedaba era que no sabíamos para qué era la pócima.

Al mismo tiempo más o menos, empecé a experimentar un vigor sexual extremo, sin darme cuenta que ese era justamente el efecto de la pócima,

Lo que definitivamente nos demostró la naturaleza del récipe fue que la propia Isabel también lo probó (antes de saber lo que sucedería) y le produjo el mismo efecto que a mí, es decir, un apetito sexual extremo.

Otro efecto de la poción era que te hacía exudar un olor especial que producía atracción sexual a todas las personas alrededor de tí. Así pues, cuando Isabel y yo tomamos la poción y llegamos a casa de mi Paula, mi pareja, ésta se volvió casi loca de deseo y pasamos el fin de semana tirando como conejos.

Y tengo que hacer hincapié que los tres: mi pareja, Isabel y yo parecíamos incansables. Apenas terminábamos de tirar, ya teníamos ganas otra vez. A mi, apenas se me bajaba la verga cuando acababa y un par de minutos después estaba duro otra vez. Las dos chicas querían tener sexo continuamente y parecían no diferenciar con quién, siendo que antes eran mujeres heterosexuales perfectamente normales.

Durante el fin de semana habíamos discutido el efecto y habíamos concluído que teníamos que investigar un poco más los efectos antes de decidir qué hacer y que no deberíamos usarla en nosotros otra vez porque no sabíamos si había algún efecto permanente. En fin, que era peligroso.

Capítulo 1.

El efecto había durado todo el fin de semana, es decir, habíamos tomado la poción el viernes, y el domingo en la noche casi ya no se sentía ni el olor, ni el efecto. Esa noche Isabel se fue y Paula y yo dormimos profundamente por primera vez desde el viernes.

El lunes, cuando volví a la universidad, nadie sentía nada y ni se volteaba a verme, como sucedía cuando tenía la poción.

Yo había utilizado a una pareja de ratones de laboratorio para probar el efecto y lo primero que hice fue ir a verlos y para mi alegría, pude ver que seguían vivos. Bueno, más o menos, porque ambos estaban un poco flacos y parecía que habían intercambiado más de un mordisco, pero ya no estaban copulando todo el tiempo y recorrían la jaula de forma independiente, es decir como ratones normales y sin estar en celo. Parecían haber comido y bebido, quizás no en las cantidades adecuadas, pero definitivamente estaban en vías de recuperación.

Me hice una nota mental de pedir más ratones al laboratorio de biología y mantener a éstos en observación por más tiempo.

Luego pasé por el Departamento de Química, a ver si había alguna correspondencia y al entrar pude notar que la secretaria me miraba un poco raro y juraría que olía el aire a mi alrededor. Recordé que el viernes anterior cuando llegué, ella parecía haber percibido el olor y se había agitado mucho, moviéndose nerviosa en su escritorio. Ahora parecía estar chequeándome, pero como no olió nada, volvió a sus actividades normales, ignorándome como lo había hecho toda su vida. Yo siempre había sido como un ser neutro para ella, uno más de tantos profesores y alumnos que pasaban por su “reino” cada día. La única excepción había sido el viernes pasado, cuando acababa de tomar la poción, ese día en el que me había mirado con deseo. Ahora yo volvía a ser… nada.

-

Definitivamente el efecto desaparece a los tres días. Veamos cómo me va con las alumnas-

pensé.

Un rato después cogí mis marcadores y mis apuntes para irme a clase. El viernes pasado, estaba excitado y tenía el miembro parado, por lo que me había tenido que poner una bata de laboratorio sobre mi ropa para cubrirme. Hoy estaba normal y prescindí de la bata.

Como siempre, los alumnos estaban en la puerta del salón esperándome. Los saludé brevemente, pudiendo notar que, al igual que la secretaria, olían el ambiente, buscando algo: el olor de la poción.

Al igual que el viernes, las mujeres acercaron un poco los pupitres para estar más cerca de mí, supongo que pensaban que quizás la magia seguía ahí, pero los ojos no les brillaban como ese día.

Comencé la clase y para mi alivio, inmediatamente entramos en la rutina de siempre. Ya no tenía que estar volteado hacia la pizarra para ocultar mi excitación. Igualmente podía ver a mis alumnas sin sentir deseos de desnudarme y lanzarme sobre ellas.

Marta, la más extrovertida de todas, se había puesto una blusa de escándalo que apenas podía cubrir las tetas y la minifalda era tan corta que casi no se la veía. Sin embargo y a pesar de que me parecía atractiva y me encantaba mirarla, podía controlarme perfectamente y pasar la mirada por sobre ella y hacia los demás alumnos. A ella, eso no pareció gustarle mucho, pero yo sentía que era una pequeña batalla que hoy, a diferencia del viernes, podía ganar.

La clase transcurrió sin mayores problemas. Había recorrido de nuevo los temas que había “maltratado” en la clase anterior y avanzado considerablemente en los temas nuevos. Quizás hasta abusé un poco de ellos llenándolos de información que apenas podía digerir.

Luego de la clase me fui a almorzar en la cafetería, donde me acompañaron un par de colegas, con los que conversé de temas de la política universitaria, como tantas otras veces.

En la tarde, comenzando con los planes que me había trazado con Isabel, preparé dos recetas adicionales, una con la mitad de los ingredientes de la 1ra versión y otra con la cuarta parte. Esta vez tuve el cuidado de no probar ninguna de las pociones, a las que llamé 1/2P y 1/4P, guardándolas junto con la P original.

Luego recogí mis nuevos ratones y preparé diversas parejas, para suministrarles las distintas pociones a partir del día siguiente. Este primer día sería para registrar el comportamiento de los ratones antes de que probaran nada.

Por último preparé 2 pequeños frascos para llevárselos a Paula, mi pareja, uno con unos 10cc de la mezcla original P y otro con la mezcla 1/4P. Ella se había quejado que, tanto yo como Alicia, habíamos probado la poción y ella no.

En realidad ella había sido parte importante del experimento, como “sujeto secundario”, al ser excitada por  mi olor primero y luego por el de Isabel. Como resultado de eso, se había excitado tanto como nosotros. Ahora ella quería ser el “sujeto principal”, es decir, beber la poción y que fuera yo el que sintiera los efectos a través del olor. En fin, sin tener ninguna razón para negarme, le llevaba estos dos frascos para experimentar.

Capítulo 2.

Cuando llegué a casa, Paula estaba en su mesa de trabajo como siempre, inmersa en la fase final de su trabajo de doctorado, escribiendo su tesis. Eso había representado un esfuerzo titánico por su parte, pues se concentraba tanto en el asunto, que perdía la noción del tiempo y se cansaba mucho, pasando 10 y 12 horas diarias en la computadora.

-Hola mi amor- le dije desde la puerta.

-Mfmrf- fue su respuesta.

-

Ya volvimos al estatus de siempre-

pensé. Desde que habia empezado a escribir la tesis me tenía no solo en una abstinencia total, sino que a veces ni me hablaba.

Igual me acerqué a su mesa de trabajo e inclinándome sobre ella, le dí un beso. Intenté que fuese en los labios, pero ella estaba tan concentrada que ni siquiera giró la cabeza para verme y menos para besarme, con lo que me tuve que conformar con un beso en la mejilla.

-Aquí te traje dos frascos de poción- le dije tratando de llamar su atención -Uno full y uno diluido a 1/4 de potencia-

-Uhmju- me respondió distraída, así que no insistí más en tratar de hablar con ella y me alejé a mi sofá para descansar y ver que había en la TV.

La cena fue también la típica situación tradicional, ella respondiéndome con monosílabos mientras leía un artículo para su tesis, igual que no insistí más y me puse yo también a leer un libro en mi iPad. Los frascos y la poción no fueron mencionados.

A las once me fui a dormir sin saber nada de Paula, que seguía en su trabajo. Supongo que tenía que recuperar el “tiempo perdido” del fin de semana.

Los dos días siguientes fueron igual de aburridos. En el trabajo yo había comenzado con los experimentos con los diferentes grupos de ratones, seleccionados por parejas. A una pareja no le di nada. A otra le dí al ratón macho. A otra le suministré la poción a la hembra. A otra pareja se la dí a las dos y así con las pociones reducidas.

Paula seguía con su indiferencia y su concentración en el trabajo. No supe qué había hecho con las pociones que le traje, porque los dos frascos los había guardado y no mencionaba nada de haber tomado nada. En cualquier caso, yo no olía nada especial cuando la saludaba.

El jueves sin embargo, cuando llegué y la saludé desde la puerta como siempre, no me contestó y no estaba en su escritorio.

-¡Holaaa!. Ya llegué- dije en voz alta, pensando que a lo mejor estaba en el baño.

-Uuuurggh- la oí gemir desde el cuarto.

Sin dilación me acerqué allá y me asomé. Paula estaba desnuda en la cama masturbándose desesperadamente. Con una mano se acariciaba las tetas y con la otra se metía y sacaba a toda velocidad su dildo favorito, un juguete negro que había comprado antes de conocerme y que ya casi no utilizaba, pero que hoy habia resucitado.

-Pooor… fiiin… llegaasteee…- me dijo jadeando y sin dejar de acariciarse y mover el dildo -Noo pudeee… aguantaarmee… aaahhh-

Además su cadera se retorcía al ritmo de su dildo.

Sorprendido, no sabía cómo reaccionar.

-Apuuuraaateee…- me dijo… -Necesito ese rabo tuyo… yaaa…-

Entonces reaccioné y sin dudarlo más, me quité la ropa mientras me acercaba a la cama. Inmediatamente sentí el conocido olor de la poción. Obviamente Paula se había tomado la poción y al igual que lo que me pasó a mi, que me tuve que masturbar inmediatamente, a ella le pasó lo mismo.

Para cuando me monté sobre la cama, ya mi güevo estaba parado. Ella estaba boca arriba con las piernas muy abiertas, entonces se sacó el dildo y agarrándome por el güevo, me jaló entre sus piernas. Yo me incliné hacia adelante mientras ella guiaba mi güevo hacia su vulva, penetrándola  profundamente en un sólo empujón. Al hacerlo, algo me rozó las bolas, pero no le hice caso pues me concentré en cogérmela con fuerza,

-SSSIIIIII…. AAAAHHHHH…. ASIII…. DUUROOOO- gritó Paula

No pasaron ni tres minutos cuando Paula alcanzó el orgasmo:

-AAAAHHHHH…. SIII….AAAAHHHHH….-

Nunca la había visto acabar tan rápido, bueno en realidad no sabía cuánto tiempo llevaba masturbándose. El caso es que empezó a estremecerse toda, en un orgasmo de los más fuertes que le había visto yo nunca.

Yo esperé un par de minutos a que se relajara un poco, para volver a empezar a cogerla. Y aún así, luego de metérselo y sacarlo apenas dos o tres veces, otra vez volvió a acabar.

-AAAAHHHHH…. OTRA VEEEZZZ…. .AAAAHHHHH….-

Así pasamos varios minutos. Ella teniendo múltiples orgasmos, incluyendo abundante squirt y yo tratando de llegar al mío.

Uno de las razones por la que me estaba costando acabar era lo que me molestaba en las bolas cada vez que le metía el güevo hasta el fondo.

Pero finalmente logré acabar yo también y llenarla con todo el semen acumulado en los últimos días, lo que causó un último orgasmo en ella.

-MMMMMGGGGGRRRR- gemí empujando con todas mis fuerzas.

-Aaaahhh… siiii- respondió ella débilmente.

Entonces me levanté y me acosté a su lado, esperando a recuperar nuestro aliento.

-¡Wow! Eso estuvo rudo- dijo finalmente Paula.

-Realmente- respondí -¿Qué pasó?-

-Después de todos estos días de trabajo intensivo, decidí tomarme un descanso o quizás debería llamarlo de otra forma, jajaja. El caso fué que me tomé la pócima esa que me trajiste, pensando que el efecto tardaría más. Que tendría tiempo de esperarte. Pero a los pocos momentos empezó a picarme la totona. Al comienzo pensé que era sólo eso, una picazón, pero cuando los pezones se me pusieron como cachos, me dí cuenta que era la poción. Me fui a bañar, tratando de que se me pasara antes de que tu llegaras, pero ni siquiera llegué al baño.

Cuando me quité la ropa para bañarme, ya no podía aguantar más y empecé a acariciarme. Las tetas me llamaban imperiosamente y por más que me pellizcaba y me sobaba los pezones, cada vez querían más. ¿Y el coño? Parecía que tenía fuego. Entonces recordé el dildo que tenía guardado…-

-¿Y qué es eso que tienes entre las piernas que me picaba en las bolas?- le dije asomándome a ver.

-¡Oh! Ese es el cepillo- dijo Paula como un poco avergonzada.

-¿El cepillo? ¿El cepillo de pelo? Jajaja-

-Si. Cuando comencé a masturbarme, empezó también a picarme el culito. Tenía una mano en las tetas, otra en el dildo en la totona ¡y ahora el culito quería guerra!-

-Jajaja- me reí -Entonces recurriste al cepillo-

-Así es, desde que era una adolescente, el cepillo siempre me ha servido para masturbarme. Es más, es el primer dildo de muchas chicas. Fíjate que muchos cepillos tienen un mango redondo-

-Realmente…-

En ese momento, Paula comenzó de nuevo a mecer sus caderas con lo que supongo que el cepillo, todavía encajado en su culo, la siguió acariciando por dentro.

-El caso fue que tomé el cepillo y me lo metí en el culo, pero ni siquiera eso era suficiente. Finalmente llegaste tú y logré acabar-

-¡Muy a tiempo! Jajaja-

-Nooo, tendrías que haber llegado media hora antes, pero está bien… ahora deja de hablar y vamos a lo nuestro-

-¿Quieres seguir?-

-¡Claro! Ahora es que empieza la cosa. Acuéstate boca arriba, que ahora llevo el mando yo-

La verdad es que la poción era verdaderamente poderosa, pues no sólo afectaba al que la tomaba, sino que lo hacía sudar un olor que excitaba a las personas que lo sentían. Ahora mismo yo olía su piel y mi güevo no paraba de estar como una piedra, a pesar de haber acabado hacía pocos minutos.

Entonces Paula se arrodilló sobre mí, con una pierna a cada lado y agarrándome el güevo, lo apuntó hacia arriba. Después se fue bajando poco a poco, metiéndoselo lentamente.

-Mmmm… ¡Qué ricooo!- gimió.

Yo pude notar que su vagina se sentía más estrecha. Claro, sabiendo lo del cepillo, era obvio que una parte de los ductos inferiores estaba ocupada, jajaja.

Cuando Paula iba llegando a abajo la parte peluda del cepillo se encontró con mis muslos arañándome un poco, pero no le di importancia.

En esa posición tenía las tetas a mi alcance y agarrándoselas empecé a acariciárselas.

-¡Más duro!- me dijo.

-No quiero hacerte daño- respondí.

-Pero todavía puedes apretármelas más. No se van a romper-

Seguí sus instrucciones y comencé a apretándolas con fuerza y tomando los pezones entre mis dedos y retorciéndoselos.

-Siii… asíii- me dijo, mientras subía y bajaba el cuerpo-

El cepillo comenzaba a molestarme cada vez que bajaba, así que se me ocurrió jugar con él y pasando mi mano hacia atrás de ella, se lo agarré y lo doblé hacia arriba, con lo que el mango se dobló en su intestino hacia abajo, apretándome el güevo.

-

Mmmm…. esto se siente bien-

pensé.

Entonces se me ocurrió convertir en cepillo en un elemento activo, es decir, comenzar a metérselo y sacárselo en coordinación con mi güevo.

-¿Queee… haceess… -gimió sorprendida.

-Imagínate que es otro que te está cogiendo por detrás- le dije.

-AAAAHHHHH…. SIII….-

-¿Te gusta que te cojan por el culo?- le pregunté.

-Nooo.... siii… no seee…- respondió, aunque por la respuesta física que me daba, creo que era un definitivo si.

Comencé a experimentar varias cosas con el cepillo, pero lo que más le gustaba era que lo sacara completo cuendo ella se metía todo mi güevo hasta el fondo y que se lo metiera hasta adentro cuando ella subía y mi güevo estaba casi afuera.

-AAAAHHHHH…. SIII….-

También le gustaba que lo doblara hacia adentro, porque así empujaba mi güevo contra su punto G.

-Voyyy…. aaa…. voyyy aaa… acabaaar…- me anunció.

-Ven acaba, quiero sentir como tu cuerpo se estremece…-

Efectivamente ella se dobló hacia adelante mientras sus piernas empezaban a temblar descontroladamente.

-AAAAHHHHH….-

Yo seguí moviendo el cepillo en su culito, lo que hizo que el orgasmo se prolongase aún más.

-AAAAHHHHH…. SIII….-

Finalmente tuve compasión de ella y dejé de torturarla y ella pudo tranquilizarse un poco.

-No… puedo… moverme…- gimió.

-No te preocupes, déjame a mí- le dije.

Entonces le saqué el cepillo del culo y la ayudé a ponerse boca arriba. Le doblé las piernas hasta ponerle las rodillas a la altura de la cabeza y le metí el güevo hasta el fondo.

-AAAHHH…- gimió -Me... llegó hasta... el cerébrooo…-

-Y así va a ser- le dije comenzando a cogerla sin misericordia, chocando mi pubis contra el de ella con cada envión.

-AAAAHHHHH….-

-AAAAHHHHH….-

-AAAAHHHHH…. SIII….-

Y pronto yo también exploté, llenándole el útero de leche.

-MMMGGGRRRR-

CAPÍTULO3.

Después de asearnos un poco decidimos comer algo. Sacamos algunas cosas de la nevera y junto con unos panes, nos preparamos un sandwich cada uno.

Para cuando regresamos a la cama, ella volvía a estar en pie de guerra. Yo no lo tenía 100% duro, pero por supuesto que iba a la siguiente ronda.

-¿Quieres que te lo mame?- me preguntó descaradamente.

-Mmmm- respondí -Sabes que me encanta. ¿Vas a tragártelo todo?-

-Mmmm… vamos a ver. Si te portas bien, lo hago-

-¿Y qué tengo que hacer?- pregunté mientras me acomodaba boca arriba en la cama.

-Ya te iré diciendo- respondió Paula acostándose entre mis piernas.

Entonces me agarró el güevo, que ya se había puesto duro, y comenzó a pasarle la lengua por la cabeza.

-Mmmm… empieza bien la cosa- le dije poniéndome una almohada bajo la cabeza para ver cómodamente lo que hacía.

Ella no me contestó, sino que se limitó a jugar con el frenillo y a lamerme el glande.

Después empezó a metérselo completo en la boca, apretándolo con los cachetes y la lengua.

-Mmmm… me gusta- le dije animándola a seguir.

-Yo necesito algo también- me dijo -¿No te importa que me meta el dildo?-

-¿No quieres hacer un 69?- le sugerí.

-No, solamente me meto el dildo, quiero concentrarme en tu güevo, sin tener tu lengua jurungándome el clítoris-

-Jajaja. Está bien-

Ella tomó el dildo y se lo metió profundamente en la vagina antes de seguir mamándome.

-Me encanta que lo tengas tan duro- me dijo después de jugar un momento con él.

-Gracias-

Entonces ella, antes de volver a metérselo en la boca, se mojó dos dedos de su mano derecha y empezó a humedecerme la zona del ano. No era la primera vez que ella hacía eso, pero no le gustaba mucho hacerlo y por eso no lo repetía mucho.

Mientras, comenzaba a meterse mi güevo cada vez más adentro, rozando contra el fondo de su garganta y justo en ese momento, uno de sus dedos me penetró en el culo.

-Mmmmm- gemí.

-Te dije que tenías que portarte bien- me reclamó un poco, sacanse el güevo de la boca.

-No dije nada- protesté

-Por si acaso-

Mientras volvía a comerme, el dedo en el culo se hacía más y más activo, apretándome la próstata rítmicamente.

-¿Te gusta así?- preguntó.

-Uhmjú- le respondí. La próstata es una especie de punto G masculino y era perfectamente capaz de llevarme al orgasmo.

Ella volvió a sus labores y cada vez la sentía más cerca de tragarse y güevo, sin descuidar sus labores “manuales”.

Sin embargo, para mi sorpresa, y cuando yo mas estaba disfrutando del masaje prostático, su dedo me abandonó.

-

Debe haberse cansado-

pensé.

Pero no era eso, inmediatamente una cosa más grande que un dedo empezó a presionar contra mi ano.

-¿Qué haces?- le pregunté alarmado.

-¿Qué pasó con lo de portarte bien?-

-Pero… yo…-

Entonces la “cosa grande” empezó a presionar más y más.

-Relájate- me dijo.

De pronto, algo bastante más grande que un dedo me penetró el culo. No era que me doliera, fue más bien una sensación incómoda, rara.

-Hey, hey- protesté moviéndome.

-Relájate- repitió ella -Ya está adentro. Ahora disfrútalo-

Entonces ella empezó a moverlo, presionándolo rítmicamente otra vez contra la próstata.

-Mmmmggr- gruñí sin saber si protestar o disfrutar.

Entonces Paula se metió mi güevo en la boca hasta llegar al fondo de la garganta para luego de una pausa, empujar de nuevo y metérselo hasta que su barbilla chócó con mi pubis. Después empezó a moverse despacio, sin sacarlo, al tiempo que movía la cosa que tenía en mi culo.

No tardé en explotar con un orgasmo extraño.

-MMMMGGGGRRRRRMMMJJJJ- gemí poniéndome rígido.

Ella dejó de moverse mientras yo me estremecía. No era el típico orgasmo que me salía de las bolas, era de más adentro, había explotado por un orgasmo prostático.

-Saa… caa.. meloo… por.. favor…- alcancé a pedirle.

Ella me complació sacándome el dildo del culo y mi güevo de la boca, lo que me produjo una especie de alivio, mientras el orgasmo seguía su curso y todavía chorreaba semen por el güevo.

Ella se desentendió de mí por un momento para comenzar a masturbarse rápidamente con el dildo, alcanzando el orgasmo en pocos momentos después de mi.

Más tarde volvimos a hacer el amor otra vez, sólo que de una forma mucho más tranquila, abrazándonos y dándonos muchos besos hasta quedar dormidos.

A la mañana siguiente, Paula estaba todavía bajo los efectos de la poción así que me desperté cuando ella me lo estaba mamando. No con la intención de hacerme acabar como la noche anterior, sino lo suficiente como para pedirme que la cogiera estilo perrito, ponièndose en 4 y moviendo el culo.

Yo estuve a punto de vengarme por la cogida de la noche anterior, pero decidí dejarlo pasar y cogerla normalmente por la vagina, acabando los dos casi simultaneamente.

Más tarde salí para la Universidad pues tenía muchas cosas que hacer, pero no podía concentrarme mucho. A cada rato Paula me mandaba un mensaje con una foto mostrándome una teta o el dildo metido, así que tuve que pedir disculpas y regresarme a la casa al mediodía para esperar con Paula a aque l efecto de la poción terminara.

Fin

Orlando

12/ago/2021