La recatada, la chismosa y los pajilleros

-Marca tu territorio, Toñito. Toño apuntó a la cara de su tía con la polla y después meó por ella.

Aura era una mocita de edad legal para ser follada, pero tan recatada que no había manera de entrarle.

Esa tarde de verano, Toño, Aura y yo estábamos a la sombra de un roble jugando al chinchón. Mi burra, el caballo de Toño y las ovejas y el carnero de Aura apastaban juntos. Aura llevaba puesto un vestido de flores que le daba por debajo de las rodillas y calzaba sandalias. Toño le vio los pelitos de las pantorrillas, y le preguntó:

-¿Por qué no afeitas los pelos de las piernas?

-Si, hombre para cortarme y dejar las piernas cómo un mapa. Además, ¿para qué? Soy tan fea que ningún chico mira para mí.

Aura no era muy guapa, pero tampoco era una chica del montón. Tenía el cabello pelirrojo rizado y muy largo y lo llevaba recogido en dos coletas y ese día tapado con una pañoleta azul con lunares blancos. Sus ojos eran claros, era de estatura baja y tenía pecas hasta en el culo. Le dije:

-Yo te veo bonita. Y si quieres afeitar las piernas sin cortarte haz cómo yo.

Sonrió. Le gustara lo de bonita.

-¿Qué haces tú?

-Corto con mi navaja una caña de bambú en varios trozos, corto los trozos por la mitad y con los bordes me afeito las piernas y el pecho para que me salgan los pelos con más fuerza.

-Aquí no hay cañas de bambú.

-Ni creo que nos enseñases las piernas para afeitarlas.

-Pues sí, mira, te dejaría que me las afeitaras

-Tramposa, si parece que vas para monja.

-Sí, y tu para cura, no te fastidia. Yo no miento, si digo que te dejaría afeitar mis piernas es porque te dejaría.

Toño se ofreció voluntario.

-¿Quieres que vaya a buscar una caña de bambú, Aura?

-Vete.

Dejamos la partida, y poco después, Aura, con la falda arremangada por encima de las rodillas miraba cómo Toño y yo le afeitábamos las piernas. Allí no había agua, así que le escupíamos en las piernas para ir quitando el vello. En las pantorrillas tenía pelusilla. Cuando llegamos arriba pensamos que no nos iba a dejar seguir, pero se levantó el vestido hasta las bragas, se echó hacia atrás y se dejó afeitar. Fuimos escupiendo y afeitando hasta llegar al lado de las bragas, de las que salían pelos pelirrojos y a las que vimos mojarse más y más y más, hasta encharcarse, pero literal, estaban más mojadas que secas. No podía dejar pasar aquella oportunidad, le aparté las bragas para un lado para ver cómo reaccionaba y no se movió. Le escupí en el coño abierto. Ya estábamos empalmados, pero el gemido que se escapó de la garganta de Aura al sentir la saliva en su vulva hizo que nuestras pollas latiesen cómo el corazón de un caballo desbocado. Toño, al que yo creía sin experiencia, acarició con su mano, le lamió y le besó el interior de su muslo derecho hasta llegar a las bragas, al no decirle nada, hice lo mismo con el muslo izquierdo. Aura, gemía, mordía una mano y tenía los ojos cerrados. La recatada se puso tan perra que le cogió la cabeza por la nuca a Toño, se la llevó a su coño, y le dijo:

-Haz que me corra, Toñito.

Toño le metió la lengua dentro, ella movió la pelvis y en segundos se retorció cómo una culebra. Aura, al acabar de correrse, le soltó la cabeza... En ese momento sentimos una voz de mujer:

-¿Os lo estáis pasando bien?

Era Remedios, la tía de Toño, llevaba puesto un vestido marrón sin mangas y calzaba sandalias. Remedios era una mujer viuda de treinta y pocos años, morena, bajita, (no llegaba al metro cincuenta) guapota y tenía cuerpo de adolescente... Pocas tetas, poco culo, poco de todo, con un gran defecto, le gustaba darle a la sin hueso, y chisme del que se enteraba donde no llegaba ella mandaba recado.

Nos incorporamos los tres. Aura estaba colorada cómo una grana. Toño con un lamparón en el pantalón y yo empalmado cómo un burro. Le pregunté:

-¿Vas a contar lo que viste?

-¿Tú que crees?

Intenté que tomara conciencia de sus actos.

-¡¿Le vas a joder la vida a Aura?!

Estaba en plan mandona.

-Que no fuera tan puta. No le llegaba con uno, no, tenía que joder con dos.

Me levanté y me acerqué a ella. Se asustó:

-¡¿Qué vas a hacer, Quique?!

Se quiso escapar. La agarré con una mano por la cintura y le tapé la boca con la otra. Echó el culo para atrás y se encontró con la dureza de mi polla. Le dije a Toño y a Aura.

-Atarle las manos y ponerle una mordaza en la boca.

Aura le puso la pañoleta de mordaza y Toño le ató las manos a la espalda con una cuerda con la que hacíamos columpios entre dos pinos o dos eucaliptos. La mujer pataleaba, e intentaba gritar, pero nadie la iba a oír, solo su perro la miró desde lejos, pero él tenía su cometido, cuidar que no se escaparan las cabras de su ama.

Al tenerla indefensa sobre la hierba, me preguntó Aura:

-¿Y ahora qué?

-Ahora vamos a follarla los tres. Así no se irá de la lengua.

Aura no quería problemas.

-¡Yo, no! A mí no me gustan las mujeres.

Toño, quiso salvar a su tía.

-¿Y si le afeitamos los pelos de las piernas para que no se vaya de la lengua? Si la pelamos se lo va a pensar antes de largar. Nosotros también podíamos decir que nos dejó hacer mucho más que eso.

Aura estaba de acuerdo con él. Le dijo a Remedios:

-Te salvaste, cotorra.

A mí también me agradaba la idea, pero por otro motivo, por ver si se ponía cachonda cómo se pusiera Aura.

-Es una buena idea. Te vamos a afeitar. No te muevas que podríamos cortarte.

La tumbé sobre la hierba y le subí el vestido. Vimos sus piernas... Aquellos si que eran pelos, parecían pies de maíz.

Con tres cañas y escupiendo los tres en sus piernas, se las afeitamos. Las bragas, al igual que Aura, se le fueran mojando hasta encharcarse con sus jugos. Luego besamos acariciamos y lamimos el interior de sus muslos para ponerla más cachonda. Lo que menos esperábamos, ocurrió, Aura, la recatada, nos separó de Remedios, le apartó las bragas para un lado y le escupió en el coño cómo yo le había escupido a ella. Remedios, que si no fuera por lo mojada que estaba parecía que no sentía ni padecía, cerró los ojos, gimió y giró la cabeza. Aura le quitó las bragas, (Remedios le ayudó levantando un poquito el culo) Vimos su coño. Aquello era un bosque de vegetación negra. Luego, Toño, metió la cabeza entre sus piernas y le comió el coño hasta que Remedios se corrió en su boca.

Al acabar de correrse Remedios, estando ya Aura arrodillada, saqué la polla y se la puse en los labios. Con media docena de mamadas me corrí en su boca. Le debió dar reparo porque echó la leche fuera. Acabé de correrme yo y Toño le puso su polla en los labios... Al ver que Aura abría la boca, sin mamársela, ya se corrió en su cara.

Era hora de soltar a Remedios y ver cómo reaccionaba. Al quitarle Aura la mordaza, Remedios le dijo:

-¡Te voy a crujir, cabrona!

Se la volvió a poner.

-Tenéis que follarla. ¡Quitarle el bravío a la puta!

Aura le dio la vuelta, le bajó la cremallera del vestido, le quitó el vestido y abrió el corchete del sostén... Su culito quedó a tiro. Se lo levanté, y cómo siempre fui un guarro, se lo lamí y se lo follé con la punta de la lengua. Aura le magreó las tetas, tetas que parecía estar comiendo hierba.... Cuando dejé de comerle el culo, Toño, medio maricón él, ya no tuvo reparo en follar a su tía. Le clavó a polla en el culo, una polla delgadita y larga... Por no variar se corrió en un plis plas. El cabrón era eyaculador precoz. Ya estaba el agujero hecho, así que yo, que no soy nada sospechoso de maricón, por no desentonar, se la metí en el culo primero y cuando empezó a gemir se la metí en el coño, donde entró apretadita. Remedios era de orgasmo fácil. En menos de cinco minutos su coño apretó mi polla y la bañó de jugos calentitos. Corriéndose se la quité del coño, se la metí en el culo y me corrí dentro.

Ya estaba follada y re follada. Toño le soltó las manos a su tía y Aura le quitó la mordaza. Remedios estaba mansa cómo un corderita. Pero la mansa era vengativa, nos dijo:

-Acabar la faena si no queréis que vaya a la guardia civil y diga que fui violada.

Extrañado, le pregunté:

-¿Cómo?

Mirando para Aura, nos dijo:

-Romperle el culo y el coño a la perra.

Aura no estaba por la labor.

-¡Ni se os ocurra!

-Agarrarla.

Agarré a Aura por la cintura. Remedios la besó. Aura le escupió en la boca.

-¡¿Esas tenemos, puta?!

Le devolvió el escupitajo.

-¡Cuando me suelte te voy a morder a ti en el coño y a él los huevos!

Aura parecía una gata. Si la suelto fijo que saca las uñas. Remedios le cogió los mofletes con una mano, se los apretó y al abrir la boca le volvió a escupir dentro.

-Te voy a poner tan cachonda que les vas a pedir por favor que te rompan el culo y el coño.

La volvió a besar. Aura, la desafió.

-¡Méteme la lengua en la boca si tienes coño, cerda!

-Me la acabarás por meter tu a mí, putilla.

-¡Sueña, zorra!

Le desabotonó la blusa, le abrió el sujetador y después le comió las tetas, pero no de cualquier manera.... Las apretaba, le lamía las areolas, luego chupaba, y acto seguido le daba mordisquitos a los pezones... Toño le bajó las bragas y le lamió el coño. Lo encontró mojado.

-Sigue tía, sigue que vas bien. Tiene el coño lleno de babas.

Aura se enfureció.

-¡Y a ti, Toño, te voy a meter un bocado en la cabeza, cabrón!

Algo después, tan bien le comieran las tetas y el coño que cuando Remedios volvió a besarla ya fue Aura la que le comió la boca y le metió la lengua dentro. Tiempo después, le dijo:

-¡Lo conseguiste, puta! -se le cerraron los ojos de golpe-. ¡Me cooooorro!!

Al acabar de correrse la solté pensando que ya se hicieran amigas. Me había equivocado, si una era vengativa la otra aún lo era más. Aura cogió a Remedios por los pelos y Remedios a ella. Se tiraron de los pelos y se insultaron... Acabaron sobre la hierba, de lado, una con la boca en la coño del otro, lamiéndolos. Toño, que era rápido cómo Billy el Niño, desenfundó la polla y con dos toques se corrió. La leche cayó junto al coño de Aura. Remedios la lamió con gusto.y después le dijo a su sobrino:

-Marca tu territorio, Toñito.

Toño apuntó a la cara de su tía con la polla y después meó por ella.

No hacía falta ser muy listo para darse cuenta de que Remedios era una guarra, ni de que no era la primera vez que su sobrino meaba por ella. Me dijo:

-Mea tu también por mí, Quique.

¡Que carallo iba a mear! Estaba a punto de correrme y fue lo que hice, correrme y dejar que mi leche cayera en la cara de Aura. La chavala, sintiendo mi leche caer en su rostro, comenzó a correrse, y al hacerlo chupó con fuerza el coño de Remedios, que también desbordó, y digo desbordó, porque las dos acabaron con la cara chorreando jugos.

Remedios ya había tenido bastante, o no quiso arriesgarse a ser descubierta por alguien. El caso fue que se vistió y nos dijo:

-Pasarlo bien. Yo voy a llevar las cabras para otros pastos.

Cuando se fue su tía, Toño, acosado por nuestras preguntas, nos contó cómo fuera su primera vez con ella, pero eso ya es otra historia... ¡Que coño!, os la voy a contar, nos dijo:

-... Fue el invierno pasado. Mi tía y yo, cómo había mucho frió, dormimos en la misma cama para darnos calor. Yo estaba acurrucadito a su espalda. Después de entrar en calor la polla se me levantó. Ella la notó en su culo. Me dijo: "Date la vuelta o sepárate de mí, Toñito". Me separé pero seguía empalmado. Al rato mojé un dedo en la boca, metí mi mano dentro de sus bragas y le acaricié el ojete con él, es que a mí me gustan mucho los culitos...

Lo interrumpí, y le dije:

-Se nota. ¿Qué te dijo ella?

-Me dijo: "Estate quieto", pero cómo no se movía seguí jugando. Haciendo círculos en el ojete con la yema de mi dedo y le metiendo la puntita dentro me corrí. Después del tercer: "Estate quieto", se calló. Al rato comenzó a gemir. Acabé por meterle todo el dedo dentro del culo. Sentí cómo algo se movía, eché la mano y me encontré con la suya moviéndose sobre el coño. Le pregunté que hacía y me respondió: "Una paja. Me pusiste tan cachonda que necesito correrme". Quité el dedo y metí mi polla en su culo. Sentí un chapoteó que venía de su coño y me volví a correr. Mi tía, muy poco después, se encogió y gimiendo se corrió cómo una loba, pero la cosa no quedó ahí, después de correrse me enseñó a comerle las tetas... Después me mandó meter mi cabeza entre sus piernas y me dijo como comerle el coño para que se corriera.

Aura, le preguntó:

-¿Se corrió muchas veces?

-Seis veces y yo perdí la cuenta de las veces que me corrí... Hay muchas maneras de comer un coño. ¿Sabías que las mujeres se corren si se le come bien la pepitilla, Quique?

-Sí, lo sé.

Ya estaba empalmado. Había que tentar a la suerte.

-¿Quieres ahora la doble penetración, Aura?

-¿Queréis darme los dos a la vez, uno por cada agujero?

Respondí por los dos.

-Sí.

¿Crees qué le rompimos el culo y el coño a Aura?

Te lo pregunto a ti, cachonda, a ti que estás leyendo esto... Creas lo que creas y seas cómo seas, jovencita, de mediana edad o madura, si en este momento tienes el coñito húmedo, a ti sí que te rompería yo el culo y el coño, eso y lo que me pidieras, cielito.

Quique.