La realidad de un pueblo

Serie de eventos desencadenados en una poblacion muy serrana.

La doble moral de un pueblo

Esta historia es real. Me fui enterando poco a poco dado que no es algo que todo el pueblo donde fui a dar por azar del destino Siempre pensé que la vida en las zonas rurales es mas tranquila, conservadora. Pero la realidad es que en este pueblo pues no es la excepción.

Todo comenzó tras unos chismes del pueblito, en donde decían que el papá había abusado de sus hijas. Esto causó cierta curiosidad y comencé la investigación. A todos los hechos son reales solo como todo cuento lleva un mínimo grado de imaginación pues es difícil tener todos los detalles.

La familia se compone del Papá que se llama Juan, hombre aparentemente recto, de 49 años, agricultor (o campesino) le sigue su esposa Carmen de 35 años morena de 169 cms. De cuerpo conservado 73 kgs. Su hijo Juan Antonio de 18 años, tiene el color de su madre, de 177 cms, 68 kgs, María Carmen de 15 años escultural figura, desarrollada, moreno claro, ojos grandes, labios carnosos, unos senos grandes, de pezón regular, una cintura bien formada y unas nalgas muy apetecibles que tienen forma de corazón, seguidas de unas piernas torneadas. Sigue Josefina de 13 años muy parecida a su hermana mayor, solo que más inocente y obviamente no tan desarrollada.

Don Juan siempre tiene la misma jornada, se levanta temprano muy cerca de las 615 hrs, su mujer lo hace un poco más temprano para poner a calentar el agua para el café que diario toma Don Juan. Al terminar de desayunar se va a pastar las vacas al "cerro" como el le dice y se va a su parcela a regar según la temporada. A las 1300 hrs hace una pausa para tomar sus alimentos que devotamente Doña Carmen le lleva. Estos van acompañados de una cerveza para "desempanzonar". Hace un descanso y se vuelve a incorporar a sus labores, que a veces se ven acompañadas de los peones que ocasionalmente contrata. Doña Carmen regresa presurosa para terminar la comida de sus hijos. A las 1420 hrs las niñas salen de la escuela y caminan a través de un sendero, cruzan los árboles, una represa, una parte del río y llegan a su casa. El hijo trabaja en el pueblo (que aquí los lugareños le llaman ciudad) y cada vez que junta suficientes "propinas" regresa a su terruño. Con su sueldo sobrevive en la ciudad. Es ayudante de repartidor.

Todo comenzó una mañana en que devotamente se levanto don Juan, pero igualmente se levantó su –amigo-. Tenía una erección como hacía meses no la lograba. Instintivamente volteó a ver a su mujer, que estaba boca abajo dormida. Se acerco lentamente le besó el cuello, la espalda, y le fue retirando su pantaleta al tiempo que iba acercando su pelvis a la de su mujer. Ella despertó y atino a decir- no Juan espera, tengo algo de sueño-.

Don Juan no hizo caso, y siguió acariciando a su mujer, le siguió por los pechos, acerco su pene a las nalgas de su mujer y empezó su miembro a buscar un orificio en donde conectarse. Carmen despertó y puso una muy leve resistencia a las caricias de su esposo el cual ya le hervía la sangre entre las arterias. El glande hizo contacto con los labios mayores y se introdujo súbitamente lo cual produjo dolor a Carmen y comenzó un episodio violento. Carmen agitadamente le susurró –Tranquilo Juan hahaaaa, despacio aún no estoy lista-

Juan siguió aumentado la violencia de sus movimientos adentro-afuera.

Carmen trataba de disfrutar el momento, le empezaba a tomar el ritmo a los embates de su esposo cuando el la tomo del cabello y sintió como una descarga de líquidos inundaba su vagina. Esta era anormal como el mismo episodio. Fue mucho mas abundante que en otras ocasiones. Carmen como en otras ocasiones no había terminado y habría quedado caliente. Se separo su esposo se vistió y salió al patio. Carmen se quedó dormitando y en ese estado semiconsciente su mano comenzó a acariciar su vagina, de una forma que hacía ya mucho no se repetía. Su dedo índice merodeaba sus labios menores, una descarga de sensaciones inundó su cerebro y con la otra mano se acariciaba sus voluptuosos senos. Comenzó a jadear a un tono muy bajo mientras las descargas se volvían más intensas y contínuas hasta que tuvo su orgasmo. Toda esa energía le produjo un cansancio y se volvió a dormir.

Don Juan no se enteró de lo que le pasaba a su mujer, y siguió casi con su rutina. Ese día se asomo al cuarto donde dormían sus hijas contemplo a Josefina con su angelical expresión, giró su cabeza y vió a su hija María Carmen., su figura se dibujaba tras las sabanas. Es visión le cambió completamente la perspectiva, una pierna se asomaba por debajo de las sabanas, el brillo de la piel hicieron que se volviera a excitar y sintió que volvía la erección. Sintió que pecaba con el pensamiento y salió rápidamente de la casa rumbo a sus labores. Se despertaron las niñas, se vistieron, se fueron a la secundaria rural.

Ese día hizo un calor terrible, el aire ahogaba la respiración, por lo mismo se evaporaba el agua y una humedad comenzaba a inundar el ambiente.

Por la tarde las dos hermanas bajaron al río, iban en un pequeño short y un top, jugaban a refrescarse, una amiga de María Carmen se incorporó también al juego. Sus ropas se mojaron y su cuerpo se dibujaba a través de las mismas.

Don Juan bajaba del cerro cuando escucho ruidos de niñas, cierta curiosidad y temor se apoderaron de su mente, bajo sigilosamente la cuenca y se escondió en unos matorrales que crecen cerca del río. Lentamente irguió la cabeza y pudo identificar las 3 siluetas de las niñas. Puso más atención y comprobó que su hija María Carmen había crecido contemplo de arriba abajo la silueta que se dibujaba en la ropa, el movimiento de los pechos hipnotizante, al igual que los de su amiga Guadalupe y esa visión hizo que su pene comenzara a erectarse. Instintivamente su mano izquierda aprisiono al badajo y comenzó un movimiento arriba abajo, cada vez más aprisa hasta que el clímax lo alcanzó arrojando hacia las piedras una cantidad aumentada de semen.

Las niñas terminaron de jugar, la primera en abandonar el río fue Josefina, María Carmen y Guadalupe se quedaron como lagartijas sobre unas piedras reposando y disfrutando de lo fresco del agua. Mas tarde subieron a la casa, entraron al cuarto tomadas de la mano y se dispusieron a cambiarse de ropa. Guadalupe comenzó a quitarse la playera, y el short de mezclilla viejo que portaba, se veía su virginal cuerpo iluminado por los pocos rayos que entraban a través de las cortinas. Sus pezones se dibujaban traspasando la tela de la copa de su brassier. María Carmen se sentó en la cama y quedó contemplando el cuerpo de su amiga. Una sensación extraña recorría su cuerpo al observar a su amiga desnudarse. Se quitó el brassier y los pechos de tamaño mediano saltaron, inmediatamente se quito la pantaleta y María Carmen contemplo completamente el cuerpo de su amiga, la piel morena, su cintura, el lunar que tiene el la nalga derecha, y un escaso bello púbico que cubre su pubis.

-te sorprende mi cuerpo? Pregunto Josefina.

Nn nn nnnnn no es solo que no lo habría visto así Josefina.- Respondió María Carmen.

María Carmen procedió a hacer lo mismo, se quitó con suma delicadeza su blusa, se retiro su pequeño short cuando su amiga la abrazó por la espalda tomándola por la cintura. María Carmen sintió una descarga en toda su piel e instintivamente la tomo de las manos y las dirigió hacia sus pechos cubiertos por las copas del brassier, Josefina puso un poco de resistencia. Después de un suave apretujón sus dedos levantaron las copas y acariciaron ambos pezones. María Carmen se giró y ambas se quedaron fijamente mirándose los ojos. María Carmen los cerró primero y dirigió su boca hacia la de Josefina fundiéndose en un torpe pero caluroso juego de lenguas. María se quito su pantaleta y ambas manos comenzaron a explorarse, sus dedos estimulaban sus vaginas, a veces tiernamente otras veces con dolor. Por un periodo razonable estuvieron acariciándose, tocándose, estimulándose, disfrutando de un juego lleno de erotismo. María Carmen no se aguanto las ganas y con su boca comenzó a chuparle los pezones a su amiga, Josefina desconocía las sensaciones pero aumentaban el éxtasis de la cual ya era presa. Josefina procedió a hacer lo mismo, solo que ella mordisqueba los de su amiga llevándola al orgasmo. Ambas quedaron unos segundos abrazadas hasta que María Carmen tomo conciencia:

-Josefina que hemos hecho?-

¿ No lo se? María hicimos mal?

Un silencio se apoderó de ambas, mientras se vestían ya con ropas secas.

María Carmen respondió:

No lo se, fue algo instintivo Pina. Discúlpame, no fue mi intención… pero la verdad lo disfrute… Fue algo diferente.

Josefina respondió:

Mmm bueno, no hay problema pero yo creo mejor no le digamos a nadie.

Mas tarde Doña Carmen las invitó a cenar. Josefina partió a su casa.

Por la noche llegó Don Juan en un estado muy inconveniente, borracho, pero conciente. Entro sigilosamente procurando no despertar a nadie. Se asomó al cuarto de sus hijas y contemplo el cuerpo de María Carmen, las curvilíneas que se dibujaban bajo la luz de la tenue luna. Instintivamente sus manos se dirigían hacia los pechos, pero un sentimiento de culpa inundó su acción y repentinamente se retiro hacia su cuarto. Estaba excitado y una necesidad de desahogo gritaba desde su más profunda masculinidad. Se acerco a su mujer y la volvió a asaltar. Doña Carmen no puso resistencia al ser despertada de esa manera y trato de concentrase en disfrutar al máximo. Así lo hizo durante 3 episodios a lo largo de la noche. Doña Carmen no podía encontrar respuesta al cambio de conducta de su esposo.

Don Juan se levantó temprano, crudo, con la resaca a cuestas. Tomo una botella de vino y se marcho rumbo a su parcela.

María Carmen ese día solo tuvo algunas horas de clase por lo que llegó temprano a casa.

-Hija llévale a tu padre el almuerzo pues tengo una reunión en la escuela por favor?

-si mamá enseguida se lo llevo.

Tomo María Carmen las tortillas, los frijoles, el queso. Partió gustosa a buscar y alimentar a su padre. Ya estando en la parcela lo comenzó a buscar entre las yerbas.

-Papá, papá ya llegué te traje el almuerzo, donde estas?

Una voz muy ronca respondió

Acá hija abajo del Árbol.

Papá estas ebrio verdad? Prometiste no volver a hacerlo.

Un sentimiento de culpa inundo a Don Juan.

Se acerco a apapachar a su padre, y lo abrazó tiernamente y se sentó sobre sus piernas. La falda dejaba al descubierto una parte de sus contorneadas piernas. Don Juan recargo su cabeza sobre el hombro de su hija.

Discúlpame hija, espero no volverlo a hacer. Pero el calor,

Esta bien Papá- respondió su hija.

No te vayas quédate un rato conmigo si?

Si Papá, esta bien.

Los recios brazos de Don Juan estaban apoderados de la cintura de su hija, los cuales comenzaron a explorar la espalda, y con sus manos comenzó a hacer una serie de caricias alrededor del cuello y cara de su hija a manera inocente. La mano izquierda comenzó a acariciar la rodilla izquierda de su hija, la cual produjo una sensación nueva, por momentos morbosa cuando se apoderó de su miembro inferior por debajo de la falda de la escuela. Don Juan la comenzó a besar en el cuello, los hombros y repentinamente se apoderaron de los labios de su hija. Puso resistencia, pero algo la venció,

-no Papá que haces? No no no no, no me hagas daño por favor.

Don Juan la ignoró y seguía besándola, acariciándola. Le levantó la blusa y busco como recién nacido sus pechos, sus manos se apoderaron de la pantaleta y la arrancaron. Se bajo los pantalones y desesperadamente buscaba la vagina de su hija, Estaba cegado por el éxtasis y el alcohol. A María Carmen solo le quedó estar a disposición de su papá. Localizo la entrada a tan virginal espacio y lentamente fue entrando. Un pequeño dolor se apoderó de la pelvis y vagina de María Carmen, lo cual se antagonisaba con un placer supremo. Cada vez más excitado Don Juan aceleraba los movimientos, se asemejaba a una caldera a punto de explotar. Llego un momento en que María Carmen sentía una serie de explosiones, un paraíso que le llevó a olvidar el asalto. De un momento a otro Don Juan se detuvo y sentía como su padre eyaculaba dentro de ella.

A los poco minutos se separó de ella, se vistió al igual que su hija. Le dio las gracias por el almuerzo y le pidió que no dijera a nadie de lo acontecido.

María carmen se fue a su casa confundida y un poco adolorida por el asalto sufrido.

Continuará