La ratoncita mordió el queso de mi trampa (Final)

Finalmente consigo que Malena caiga en la trampa y pague el precio deseado para comprar mi silencio, al tiempo que mejoro su percepción y disfrute de las relaciones sexuales

Me apliqué toda la semana a idear una estrategia que resultase infalible para lograr culminar con éxito mi plan y poder follarme a Malena, aunque ya con el material recolectado podía darme con un canto en los dientes, pues aquello podía figurar sin complejos en cualquier antología de sexo amateur –por supuesto en la categoría de “Novias insatisfechas”-.

Estaba ideando varias opciones, pero siempre topaba con el escollo de que las más seductoras tropezaban con el obstáculo del agreste carácter de la chica, que podía dar al traste con una estrategia más romántica y placentera para los dos; un poco a regañadientes hube de decantarme por la más directa y avasalladora, ya que no podía exponerme a que la chica saliese del primer impacto que sin duda la abrumaría y empezara a pensar con un poco de frialdad, lo que podría dar al traste con la follada que pensaba propinarle.

Decidí llevar a cabo el plan un jueves, ya que el asalto a la chica se produciría en mi despacho y ese día es muy tranquilo en el aspecto laboral para mí. Me abstuve de intentar tener sexo con mi esposa durante unos días para estar en buena forma para lo que me esperaba. Delimité los horarios en la universidad de Malena, le pillé el teléfono a mi esposa para copiar el número de teléfono de ella, realicé una copia en DVD de los “momentos estelares” de los dos polvos que Malena había echado en mi “santo tálamo conyugal”, agregué al disco la grabación completa de su allanamiento de morada y, por fin, le envié un SMS:

-“Buenos días Malena, soy Paco, tu vecino, disculpa que te moleste, que seguro que estarás en clase, pero llámame en cuanto puedas, es algo muy urgente e importante”.

La caña estaba lanzada y sólo cabía esperar y que los acontecimientos se precipitasen en el sentido deseado; desayuné y me dediqué a hacer algunas gestiones en oficinas bancarias próximas a mi despacho, cada vez más impaciente por la tardanza de Malena en contestar a mi SMS.

Por fin, sobre las 11,30, mi teléfono comenzó a sonar: ¡era ella!

-Buenos días Malena, perdona que te haya molestado, pero en fin..

-¿Ocurre algo, Paco? Me ha dejado Ud muy preocupada con el mensaje.

-Bueno, Malena.. sí que ocurre, pero la verdad es que es un asunto bastante delicado y no es de un cariz como para hablarlo por teléfono.

-Bueno, si lo prefiere paso esta tarde por su casa y me lo comenta..

-Verás Malena, eso no va a ser posible ni conveniente por la naturaleza del tema a tratar, creo que lo más indicado es que te pases por mi despacho cuanto antes.

-¿Pero qué ocurre? Me está dejando Ud preocupadísima.

-Mirá Malena, ya te digo que es un asunto muy delicado y que no es cosa de hablar más por teléfono de ello, anota la dirección de mi despacho y creo que lo más indicado es que te pases por aquí nada más que acabes las clases, es muy importante, si no, no te molestaría con esta premura, de verdad.

-Está bien Paco, así lo haré, termino las clases a las 14,00 así que un poco más tarde llegaré.

-Perfecto, Malena, hasta luego.

Todo iba saliendo según el plan indicado, así que poco antes de la hora indicada me dirigí a mi despacho, indiqué a mi secretaria que por hoy no la necesitaría más y que se tomase la tarde libre y me senté a esperar a que la trampa terminase de cerrarse.

Sobre las 14,15 horas escuché una moto cuyo motor se detuvo justo frente a las oficinas, sonó el timbre, me asomé por los visillos de la ventana y comprobé que era Malena, pero venía acompañada por el noviete eyaculador precoz, causa primera de sus insatisfacciones sexuales y progresivo emputecimiento; no ayudaba al éxito de mi plan la presencia de aquel galán, pero no constituía un obstáculo insalvable, visto el absoluto dominio que la chica ejercía sobre él.

Nos saludamos, les hice pasar a la antesala de mi despacho y ahí les frené un poco, pues el plan era pasar solos a mi despacho y que el chico permaneciese absolutamente ignorante de que su precipitada corrida en la boca de su novia ocupaba un lugar preferente en mi incipiente videoteca de porno amateur.

-Malena, por la naturaleza del asunto a tratar preferiría que pasaras tú sola al despacho, luego, si lo estimas oportuno, lo comentas con tu novio, pero yo prefiero que primero charlemos a solas.

La chica permaneció indecisa unos instantes, mirando al panoli, el cual tenía la mirada como perdida en la pared, imagino que lobotomizado por el excesivo esfuerzo que para él supondrían unas cuantas clases universitarias que le habrían exprimido las escasas células grises de su magín; no entendía qué hacía un mujerón como aquella chica con semejante espécimen. Estaba guapísima con su abundante melena recogida en un pasador de cuero, lo que despejaba su cara redonda y bella, así como su apetecible cuello. Iba vestida con  un vestido de imitación al ante pero más ligero, lo que le permitía ir más cómoda. Era demasiado largo para mi gusto, pero ella debía encontrarse un tanto insegura de sus rotundas piernas, con lo que ese largo cubría su imaginaria imperfección, así como las exigencias en cuanto al decoro de su severo padre. Completaba su atuendo con un abrigo a cuadros de lana y unas botas de cuero que aunque no tenían demasiado tacón, pues por su estatura no le hacía falta, contribuían a realzar su hermosa figura.

-Está bien, haz el favor de esperar aquí mientras hablo con el señor Paco.

Indiqué al eyaculador precoz –e ignorante cornudo- dónde podía acomodarse mientras yo perpetraba mi escaramuza contra el coño de su novia y la hice pasar  a mi despacho, le ofrecí asiento, tomé posición en el mío y, tras unos teatrales segundos de silencio que contribuyeron a aumentar su angustia e incertidumbre por el asunto que la había traído allí, comencé:

-Bien, Malena, quiero que sepas que el asunto que me ha llevado a citarte aquí en mi despacho es delicadísimo, tanto que llevo bastantes días sin poder conciliar el sueño, pues de la decisión que tome depende que esto afecte tanto a mi familia como a la tuya, no sé si comprendes la importancia que para mí, e imagino que para ti, puede tener esto, pues la familia es lo más importante, al menos en mi caso…

-También para mí, Paco, no lo dude.

Qué cabronazo soy, la chica estaba con el semblante cada vez más demudado, la incertidumbre la estaba enervando, pero decidí darle otra vuelta de tuerca:

-Mi primer impulso fue ir a hablar directamente con tu padre, pero sabedor de su carácter, me contuve, pues bien sabes que si se dispara, es irreprimible.

Había nombrado la soga en casa del ahorcado y acerté de pleno, pues la chica se crispó aún más; si el “Coronel Berrinche” y sus accesos de ira entraban en juego aquello podía terminar mal.

-Tiene Ud toda la razón, es mejor no importunarle, ya sabe cómo es..

-Ya, Malena, yo te comprendo, pero el hecho es grave y no acierto a comprender cómo resolverlo sin que llegue a conocimiento de tu padre, es por eso que te he citado aquí, para ver si tú sabes ver una salida..

-Pero explíquese, por favor, no sé de qué estamos hablando y cada vez me tiene más preocupada.

“Y más que vas a estarlo” pensé, la estaba poniendo en su punto justo de angustia, preocupación y miedo porque el complicado equilibrio familiar estallase. Ahora le iba a dar el golpe final para terminar de desestabilizarla, a ver qué resultaba:

-Mira Malenita, la cosa es compleja, así que te la voy a resumir a grandes rasgos: como bien recuerdas te dejé las llaves de mi casa durante el pasado puente, ¿cierto?

-Si… claro –se estaba poniendo pálida-

-Pues bien, lo que sucede es que has traicionado la confianza que deposité en ti y en tu familia..

-Pero Sr. Paco, no sé a qué se refiere, yo le prometo..

-Malena, no sigas por ahí que vas equivocada, antes de que sigas agravando tu situación, déjame comentarte que mi casa tiene instalado un sistema muy sofisticado de seguridad, todo lo que ocurre en mi ausencia queda grabado, así que tu intrusión en mi casa ha quedado registrada con pelos y señales.

La chica estaba boquiabierta, en estado de shock, no reaccionaba, así que giré la pantalla de mi ordenador y le mostré el inicio del video, sólo aquellas escenas en las que inspeccionaba previamente el terreno, así como su incursión nocturna junto con su novio, pero sólo hasta el salón, tras lo que pausé el archivo.

-Yo.. perdóneme, Sr. Paco.. le juro que sólo queríamos estar un rato en un sitio tranquilo.. no teníamos dinero para tomar copas en la calle y pensé en tomárnoslas en su casa, ni siquiera tomé de lo suyo, lo trajimos de la calle y luego nos marchamos, de verdad..

Seguía empantanándose cada vez más, no se daba cuenta que estaba trincada y bien pillada, la angustia y la sorpresa le impedían pensar racionalmente, sólo buscaba una salida a una situación que no la tenía, o sea: estaba justo donde la quería.

-Mira Malena, no sigas, de verdad que no vas a ningún sitio intentando mentirme.

-¡Se lo juro por lo más sagrado, Sr. Paco, no le miento!

Sin abrir la boca, seleccioné un punto más avanzado del archivo, sabedor del minuto exacto que me interesaba para este momento. En modo pausa Malena comprobó con ojos estupefactos con qué calidad se la veía completamente desnuda, sentada en mi cama y con la polla de su novio hundida en su boca, mientras el chaval la sujetaba por la cabeza en plena mamada. La chica no podía articular palabra ni separar la vista de la pantalla, así que decidí cortar un poco el aluvión de golpes y darle un respiro, pero sólo momentáneo, pues le esperaba el KO absoluto en breve. Minimicé el reproductor y comencé a hablarle, con lo que, aunque no la saqué de su estupefacción, capté su atención, con ánimo de que tomase un par de decisiones rápidas y en el sentido que me interesaba.

-Malena, comprenderás que este asunto es gravísimo, pues has abusado de la confianza que deposité en ti y en tu familia, has irrumpido sin autorización ni motivos en mi vivienda, has mantenido allí relaciones sexuales no sólo con tu novio sino, lo que aún es más grave e incalificable, con un absoluto desconocido, al que has permitido también entrar en mi domicilio y con el que has estado revolcándote en mi cama ¿Comprendes la extrema gravedad del asunto? ¿Qué crees que puedo hacer yo ahora, cómo pretender que pudiera cruzarme con tu padre y seguir teniéndole ignorante de estos hechos tan graves? –el “Coronel Berrinche” era el resorte que la hacía reaccionar-

-Mire, Sr. Paco, no sé cómo podríamos afrontar esto, pero ante todo le ruego, le suplico –se arrodilló, estaba bellísima, con su pecho compungido que quería escapar del vestido que lo comprimía- que no comente nada con mi padre, sería capaz de lo peor, por favor.

-Mira Malena –le respondí con dureza, firme y poniéndome de pie, muy serio, tomando el mando de la situación, pues no quería que degenerase en un llanto de plañidera-, corta inmediatamente esas lágrimas que no me van a conmover en absoluto, ya no eres una niña, es más, por el video he podido comprobar que eres una mujer muy activa sexualmente, así que tienes dos alternativas, las cuales pasan por dirigirte ahora mismo hacia esa puerta tras escuchar lo que te voy a proponer:

La primera es salir, contárselo a tu novio si así lo estimas conveniente, y marcharte a tu casa. En breve me entrevistaré con tu padre, le facilitaré una copia del DVD y que él actúe en consecuencia ateniéndose a su código ético y moral, pues yo nada puedo emprender, ya que no es mi objetivo meterme en juicios y zarandajas porque hayas allanado mi casa y follado en mi cama: allá tú con tus actos.

La segunda pasa por salir, despachar a tu noviete con la misma soltura y firmeza con la que lo hiciste la otra noche tras dejarlo correrse en tu boca, volver a entrar y follar conmigo. Es todo.

De la estupefacción y la pena pasó a la indignación y la furia, se puso aún más guapa con sus facciones crispadas por el enfado y el verse sometida a ese chantaje.

-Ud es.. no puede.. Yo..

Había que cortarla en seco y no dejarla pensar demasiado, pues todo podía ir la traste.

-Mira Malena, no te molestes en seguir por ahí, pues te advierto del poco éxito que vas a tener con tu padre si intentas acusarme de querer follarte y chantajearte, pues te recuerdo que yo tengo un DVD y tú sólo tienes una reputación que ciertamente va a quedar por los suelos si me obligas a facilitarle a tu padre una copia del DVD en el que en el intervalo de una hora y media su hija allana una morada, se emborracha, se la chupa a su novio y le pone los cuernos dejándose follar por otro intruso sobre mi cama, vamos, lo que viene siendo una golfa de toda la vida y una “perdida”, que diría tu severísimo padre, así que no te tolero más respuestas, excusas ni dilaciones: ahora mismo te vas para la puerta de mi despacho y decides, aquí te espero.

Se levantó mirándome fijamente, casi podía ver las llamas que exhalaba su nariz y los rayos que me lanzaban sus bellos ojos verdes, giró con determinación y se encaminó a la puerta del despacho, asió el pomo de la puerta y se detuvo, indecisa antes de accionarlo; sopesaba si tomar la puerta, montarse en la moto con el novio y escapar hacia ninguna parte, pues sólo podía ir a su casa y esperar a que se desencadenase la madre de todas las batallas cuando su padre se enterase de la hija que tenía –en realidad tenía una hija completamente normal, decidida, moderna, independiente y que aún no se había decidido a soltar lastres, tales como la rígida educación paterna, un novio que no la satisfacía sexualmente, tabúes que no la dejaban disfrutar plenamente de una relación sexual esporádica..-, o bien, tomar la decisión que mis testículos le demandaban cada vez más: volver a entrar en mi despacho y dejarlos completamente vacíos.

Tomó aire profundamente, lo soltó, giró el pomo de la puerta, apenas franqueó el vano de la misma y con un tono de voz que no admitía réplica se dirigió a su novio:

-Álvaro, lo siento pero el asunto que me ha traído aquí se va a demorar bastante y es un tema estrictamente familiar, así que tienes que marcharte, toma el autobús para volver a tu casa, ya te llamaré en cuanto me sea posible, adiós.

Ni un beso, ni siquiera aguardó una réplica del eyaculador precoz, se giró y volvió a entrar en el despacho cerrando la puerta tras de sí, empujándola con el rotundo trasero que tan bien conocía de visionarlo una y otra vez en la grabación y que pronto esperaba poder amasar libidinosamente.

Sin cruzar una sola palabra, mirándonos fijamente, ella con una mezcla de furia y desprecio, yo con encendida lujuria, esperamos a oír el ruido de la puerta de la oficina al cerrarse tras salir su novio, me dirigí a la ventana para cerciorarme de que efectivamente el chaval caminaba por la acera, di media vuelta, me encaminé lentamente hacia Malena, me detuve frente a ella, le sostuve la mirada y me la desvió, pues comenzaba a ser consciente de que estaba en mis manos y de lo que se le avecinaba –en realidad no lo era, pues sus ideas en cuanto al sexo eran muy confusas-. La rodeé rozándola, acariciando su blanca mano con el envés de la mía, pasando mi cara junto a la suya, aspirando el olor de su cabello y pasé de largo, salí de mi despacho, me dirigí a la puerta de la oficina, la aseguré para imposibilitar el acceso desde el exterior, comprobé que estábamos solos y volví a entrar en mi despacho, cerrando la puerta tras de mi.

Malena comenzó a intentar desabotonarse el vestido, indicándome con un gesto, que pretendía desprender seguridad y dominio de sí misma, el sofá de mi despacho:

-¿Dónde quieres hacerlo, en el sofá?

Tomé sus manos y detuve su acción de desvestirse, se las besé delicadamente, solazándome en la tersura y fragilidad de su piel, en lo cuidado de su manicura, en su tamaño minúsculo en comparación con la mujer a la que pertenecían, al tiempo que la rodeaba, haciéndola cruzar ambos brazos sobre su magnífico pecho, que aproveché para rozar con mi dedos, me situé a su espalda, abrazándola por detrás, estrechando el contacto de mi pecho contra su espalda y de mi cada vez más erecto pene contra su monumental culazo, que gracias a sus discretos tacones quedaba justo a la altura de mis genitales. Reposé mi cabeza sobre su hombro derecho, apartando un poco su recogida melena, descubriendo mi objetivo, que no era otro que su blanquísimo cuello, el cual comencé a besar de una forma cada vez más húmeda y ardiente, notando cómo esa caricia hacía mella en sus defensas femeninas, pasando a susurrarle al oído.

-Malena, querida, hoy uno de mis objetivos es que aprendas a discernir entre lo que es ser penetrada o usada vulgarmente por un hombre para su exclusiva satisfacción personal, que es lo único que he podido contemplar en ese video, y ser follada, que es lo que te he exigido para comprar mi silencio –volví a atacar su cuello con mis besos, al tiempo que acariciaba sus rollizos brazos, por su cara externa y en la zona más próxima a los hombros-, así que déjate hacer y obedece, que es la única manera de que disfrutes de esto tanto como yo y de que tu padre siga ignorando lo caliente que es su hija. Noté que Malena cada vez desfallecía más, producto de su sorpresa, ya que se había mentalizado para una follada de compromiso, así como de lo receptiva que había comprobado, tanto por el video como por la escenita del garaje, que se volvía cuando recibía atenciones en su cuello y lóbulo de la oreja, que estaban siendo asaltados a besos.

Sin dejar de besar su cuello, la hice levantar sus brazos, cruzando sus manos tras mi cuello, quedando totalmente expuesto su flanco a mis caricias, que comencé contorneando su ceñida cintura, sus voluptuosas caderas, pasando a acariciar la cara exterior de sus prietos muslos, aquella mujer era una maravilla y estaba empezando a deshacerse su reticencia, suspiraba cada vez más audiblemente, entreabría la boca buscando que a sus pulmones llegara aire que transportase oxígeno a su cada vez más caliente sangre.

Decidí pasar a mayores y me despegué un poco de ella, haciendo sitio a mi mano derecha entre mi pantalón y su monumental culo, que comencé a acariciar primero con la palma de la mano, pero que me animé a amasar y pellizcar un poco visto que Malena empezaba a entrar en calor.

Tras esos minutos de precalentamiento, con la mano izquierda subí el vestido de Malena, sin dejar de besar su cuello y exhalar mi cálido aliento sobre su oreja, derritiendo sus exiguas defensas, pasando a acariciar directamente sobre su piel ambos muslos, que rivalizaban en tersura y delicadeza con sus manos. La chica era un regalo para el placer masculino, plena de lozanía y hermosura, indigna de eyaculadores precoces y malos jinetes como los que había comprobado que se dedicaban a mal follarla.

Le di la vuelta y, sin dejar de acariciarla, la besé en los labios, pero aunque me lo permitía, no franqueaba el acceso, aún notaba que mantenía unas últimas defensas, pues aunque estaba excitada, seguía predominando en ella la idea de que estaba dando sexo a cambio de mi silencio. Decidí sacar la artillería pesada y pulverizar sus últimas defensas con mi “oratoria”. La tomé de la mano y le indiqué que me acompañara hasta la mesa de mi despacho, tras lo que comencé a desnudarla en silencio y mirándola fijamente a los ojos, a lo que ella respondió manteniendo fría  y dura su mirada, como un reproche a aquel maduro libidinoso que estaba abusando de su joven vecina fruto de su posición ventajosa y chantajista.

Dejé caer su vestido al suelo y me separé para contemplar su ropa interior, la cual sin lugar a dudas estaba pensada para ir cómoda a la Universidad, no para seducir a un maduro vecino, pues era del tipo color visón, más funcional que coqueta. Sin mucho preámbulo la despojé del sujetador y dejé en libertad sus hermosos pechos, enormes pero enhiestos, rotundos en su forma y en su juvenil desafío a la ley de la gravedad, con dos areolas del tamaño y color de galletas, y pezones que prometían mutar en deliciosos pitones a poco que fueran estimulados; pero aquel no era su día, pues había que atacar al cuartel general, por lo que sin demora la despojé de su braguita faja y dejé al descubierto su peludo coño, que comencé a acariciar poniendo un dedo a cada lado de sus abultados labios mayores, al tiempo que la desplazaba hacia mi mesa, haciéndola sentarse sobre la misma. Levanté los muslos de Malena al tiempo que los separaba, dejando totalmente expuesto a mis miradas y manipulaciones el objeto de mis deseos, comenzando a masturbar sin prisas el rosado clítoris de la chica, cuyos jugos vaginales ya empezaban a ser notorios en mi mano y en mi olfato, porque se unían su notoria y gradual excitación, el que fisiológicamente tenía un flujo abundante y con presencia de hormonas que denotaban su predisposición sexual y que llevaba toda la mañana en la Universidad, sin haberse podido asear y con su abultado y peludo coño encerrado entre la mullida y abrigada protección de sus espectaculares muslos, lo que sin duda había contribuido a que su entrepierna estuviera moderadamente sudada, aumentando su esencia de mujer, que a algunos profanos poco amantes de los perfumes exóticos puede desagradar, pero que a mi siempre ha contribuido a excitarme, siempre que ello no traspase la frontera de lo razonablemente higiénico.

Mi masturbación parecía estar haciendo mella en las últimas defensas de Malena, porque abría aún más sus espectaculares muslo, franqueando decididamente mi acceso y visión de aquel frondoso y abultado coño, cuyos labios mayores se habían rendido a mis caricias, ofreciéndose húmedos y abiertos, mostrando el rosado y cálido interior del acceso a la vagina. Su vientre palpitaba y se contraía, acompasando su movimiento al de mi dedo sobre el cada vez más abultado clítoris de Malena, la cual podría asegurar que no había recibido estos tratamientos previos a la penetración por parte de ninguno de los gañanes obtusos que la habían gozado en su joven vida.

En otra circunstancia me habría demorado mucho más en estos toqueteos previos, pero con Malena había que seguir golpeando sin concederle un respiro hasta que claudicase sin condiciones, así que con la ayuda del pie acerqué un poco mi sillón hasta el borde de la mesa, me senté y, sin más preámbulos, sustituí las caricias de mi dedo corazón por las de mi lengua. No ataqué con fuerza su rosado botón, lo traté con delicadeza, pero no me perdí en caricias laterales, ni en profundizar en su vagina, mi plan era arrancarle un orgasmo a aquella chica cuanto antes y aquello pasaba por centrarme en el vórtice de su placer, sin preludios ni pausas que la dejasen pensar o intentar tomar iniciativas, pues ya la había visto arrollar a sus amantes en más de una ocasión y no podía dejar que eso me pasara.

Malena, tras permanecer en una forzada postura durante unos segundos, comprobando que el sátiro que la chantajeaba se estaba dedicando a darle la primera comida de coño de su vida, sin importarle el fuerte compendio de aromas que emanaba su entrepierna, pues hasta para ella era ostensible, ni el tupido toisón de vello púbico que la protegía, optó por dejar caer su cabeza sobre la mesa, comenzar a relamerse de gusto, al tiempo que inició unas caricias en ambos pezones que en cuestión de dos minutos, espoleada por el placer que le estaba proporcionando el cunnilingus, se transformaron en decididos pellizcos que efectivamente convirtieron sus redondas protuberancias en dos magníficos y desafiantes pìtones.

Puedo afirmar que en cuestión de cinco minutos, no más, Malena se deshizo literalmente en mi lengua. Era una auténtica gozada ver a aquella espectacular mujer, de un cuerpo lozano y en plenitud, contrayéndose, gimiendo desesperada, buscando con la punta de su lengua relamer no se sabe qué en el vacío, retrayendo sus rodillas hasta casi hacerlas tocar sus puntiagudas tetas, las cuales se estiraba hasta conseguir una inverosímil longitud de sus maltratados pezones, al tiempo que su abundante corrida acaba en mi boca, recogiendo los rítmicos movimientos de su vagina cada vez que contraía de placer o se expandía lanzando un nuevo cargamento de abundante eyaculación, empapando totalmente su vello púbico. Disminuí el ritmo de mi lengua sobre su clítoris, concediéndole un respiro para que se relajase y disfrutara plenamente de su orgasmo, pasando a lamer suavemente sus labios vaginales, a besar su monte de venus, a rozar con mis labios el pliegue de su ingle entre el coño y su muslo, al tiempo que acariciaba sus piernas, o sus pies, para luego pasar al nacimiento de su culo hasta donde me permitía el borde de la mesa.

Tras unos minutos comprobé que estaba más calmada, pero tampoco quería darle demasiada tregua, así que sin alargar demasiado la pausa, me incorporé y en un abrir y cerrar de ojos me enfundé un condón, porque a eso había venido Malena, a dejarse follar para comprar mi silencio. Ella miraba alternativamente mis preparativos para enfundar mi miembro en el condón y mi cara. Por un momento la vi indecisa de lo que estaba a punto de permitirme, pues el nivel de su calentura había bajado considerablemente y estaba empezando a recapacitar, por lo que decidí darle motivos para que pasara a pensar exclusivamente en pagar el precio convenido y en dejarse dar placer: enfilé mi pene hacia su empapada vagina, lo pasé varias veces arriba y abajo en ese movimiento de brocha que tanto placer da a la mujer cuando el pincel talla su clítoris, tras lo que le dejé ir todo el tallo hasta el fondo de su profunda vagina, dejándola inerte unos segundos en su cálido estuche, cuya temperatura ya abrigaba notoriamente a mi miembro a pesar de su envoltura de caucho. Malena cerró los ojos sorprendida por mi repentina intrusión en su encharcado coño, pero a los cinco segundos la vi morderse discretamente el labio inferior, signo inequívoco, junto a su media sonrisa, de que aquello iba bien, por lo que inicié un lento pero rítmico bombeo, sacándosela casi completamente, para volver a enviársela hasta donde me resultaba posible en aquella posición.

Tras unos minutos decidí avanzar un paso más en la follada a Malena, asiéndola firmemente de sus poderosos y blancos muslos, con unas carnes prietas y rebosantes de lozanía, un verdadero placer para la vista y para el tacto, amén de un inmejorable punto de apoyo para imprimir fuerza y profundidad a mis penetraciones, que comenzaron a llegar cada vez más al interior de Malena, la cual estaba disfrutando enormemente de aquello, pues notaba cómo su flujo vaginal ya hacía rato que había empapado mi propio vello, así como mis ingles y parte de mis muslos. Decidí darle un poco más de tralla a aquella espléndida mujer, por lo que tomé sus piernas y las puse sobre mis hombros; ahora iba a saber mi vecinita lo que era sentirse follada hasta lo más profundo de su ser. El primer envío de mi polla en esa postura le debió llegar hasta algún recóndito rincón de su secreto interior aún no visitado, pues abrió al límite su boca y sus ojos, sorprendida de verse invadida hasta tan adentro, al tiempo que posaba una mano sobre su vientre, más o menos hacia donde sentía que mi prepucio había llegado internamente en su invasión. Como sé perfectamente que a algunas mujeres ser folladas en esta posición puede pasarles de placentero a doloroso, inicié un bombeo muy lento, sin ánimo de causarle daño, al tiempo que masajeaba nuevamente su clítoris para que el placer aliviara la sensación de verse invadida hasta el fondo de su útero. Bombeé así a Malena durante diez minutos, esforzándome en abstraerme del gusto que me estaba proporcionando, para concentrarme exclusivamente en el suyo, que a juzgar por sus gemidos y suspiros era bastante, pues no dudó en pedirme que dejarse de dedearle el clítoris:

-Por favor, deja la paja, fóllame duro y hasta el fondo, quiero correrme sólo con tu polla.. Oooooooohhhhh síiiiiiiiii, así, dame durooooooo, qué buenoooooooo…

Aquello iba decididamente bien, pues Malena ya no era una hembra dominante, pedía por favor las cosas, incluso si se trataba de una polla y, para colmo, se estaba derritiendo de gusto por segunda vez, con su coño completamente ofrecido a mis ya bestiales penetraciones, pues el ritmo y la profundidad así permitían calificarlas. Qué gusto me estaba dando ver a Malena abriendo un poco más los muslos, en la medida en que se lo permitía su forzada postura con sus pantorrillas encima de mis hombros, elevando su espléndido y redondo culo para facilitarme aún más la penetración, de modo que notaba cómo mis testículos chocaban rítmicamente contra su  esfínter, señal de que la estaba penetrando hasta la mismísima raíz de mi polla, lo que le desencadenó el más brutal orgasmo que recuerdo haberle visto disfrutar a hembra alguna, pues la chica se demoró un inusitado lapso de tiempo en los estertores, palmeando sobre la mesa, tratando de arrancarse los pezones maltratados y enrojecidos, refregando como una posesa su vientre contra el mío, en unos movimientos circulares cada vez menos frenéticos, contrayendo su vagina sobre mi miembro con cada nuevo suspiro de placer, los cuales venían acompañados de abundantes efusiones de líquidos que seguían empapándome. Aminoré progresivamente mis penetraciones hasta quedarme totalmente inmóvil pero profundamente instalado en el interior del coño de Malena, a la que permití bajar sus piernas de mis hombros, a lo que ella respondió entrelazándolas sobre  mis riñones, atrayéndome hacia sí, inercia que aproveché para intentar de nuevo besarla, respondiendo ella esta vez con avidez, buscando mi lengua con la suya, aspirando como si quisiera beberme.. para pasar luego a cubrir mi cara de besos, jadeante aún, con su facciones progresivamente relajadas y su verde mirada brillante por el placer y la relajación obtenidas.

-Me has matado de gusto.. jamás me habían comido el coño, no sabía que eso estaba tan riquísimo.. me has puesto tan caliente que me has hecho disfrutar como una loca mientras me follabas, pero me has dejado el coñito hecho unos zorros. Tengo el útero ahora mismo como una pandereta.. uuuuuffff jamás nadie había golpeado hasta tan adentro.. y aún no te has corrido.. ¿Qué voy a hacerte para sacarte la lechita?

Dicen que la fortuna favorece a los audaces, y la chica estaba en sazón para pedirle y que me fuera concedido, así que lancé mi órdago, ya que no la veía yo con mucho ánimo para soportar varios minutos más de rítmica follada para conseguir sacarme mi orgasmo:

-Quiero correrme en tu boca, quiero follártela como hizo el imbécil de tu novio el otro día, pero quiero que seas tú conscientemente la que me dejes correrme en tu boca, sin sorpresas.

-Pero qué cerdos sois todos, hay que ver lo que os gusta que os la chupen.. pero tú hoy te has merecido eso y más, así que hoy voy a ser una cerdita para ti y te la voy a chupar hasta que te corras en mi boquita, pero sácamela ya del coño que me lo tienes reventado.

Decididamente en aquel rato había conseguido sacar lo mejor de la hembra que se ocultaba tras la fachada de Malena que, completamente desnuda como estaba, se incorporó de la mesa, se dejó guiar hasta el sofá, poniéndose a cuatro patas sobre el mismo, con su boca a la altura de mi polla, que ya lucía desnuda y libre de cauchos que estorbasen el contacto con su aterciopelada lengua, comenzó a lamerla para seguidamente iniciar una rítmica manda que a mi me pareció insuficiente a esas alturas, pues la larga follada que le había propinado me había insensibilizado bastante el prepucio, por lo que la así a ambos lados de la cabeza y fui yo el que comenzó a follar la boquita de Malena, que sumisa se dejaba hacer, mirándome con carita de circunstancias, mientras que yo pasaba de mirarle sus ojos verdes para detenerme en su culazo respingón y erguido, el cual masajeaba soltando una de mis manos del asidero de la cabeza, al tiempo que no perdía detalle de cómo se bamboleaban sus magníficas tetas al ritmo de mis embestidas, que cada vez eran más profundas, aunque tenía buen cuidado de no llegarle hasta la garganta y arruinar el momento.

-Malena, hoy no es el día, mmmmmm.. qué gusto, pero.. qué ganas tengo de follarte el culazo que te gastas, es divino ¿te lo han follado alguna vez?

Malena, en la medida que se lo permitía mi follada a su boca y la firmeza con que le mantenía fija su cabeza con mi mano izquierda, ladeó la misma a uno y otro, confirmándome que su trasero era virgen de intrusiones, lo que me alegró y motivó tanto que le propiné dos fuertes palmadas en la nalga que me caía más cerca de la mano libre, emitiendo un sonido casi metálico debido a la firmeza de su carne, que inmediatamente enrojeció fruto de los dos palmetazos.

Aquello era ya demasiado placer como para seguir prolongándolo, además era la primera vez que disfrutaba de aquella espectacular y hermosa hembra y no quería hacerme pesado, por lo que entre bufidos y jadeos comencé a disparar chorros de leche en la boca de Malena, que para nada hacía ascos a mi copiosa eyaculación, recibiéndola dócilmente sin emitir queja alguna ni retirarse, permitiendo que al menos en un par de ocasiones mis testículos llegasen a chocar contra su barbilla, denotando que mi prepucio descargaba directamente sus últimas gotas directamente en su garganta.

Cuando Malena advirtió que mi orgasmo aminoraba, se deshizo de mi mano tras su cabeza y comenzó un lento movimiento de su boca sobre mi declinante miembro, extrayendo hasta el límite el fruto de mi orgasmo, al tiempo que podía oír claramente cómo engullía todo el semen que había acumulado en su boquita golosa. Tras beberse toda mi eyaculación se aplicó, a cuatro patas y tan magníficamente bella como estaba, a lamer todo mi miembro, hasta dejarlo reluciente y completamente limpio, tras lo que abandonó el sofá, recogiendo su ropa del suelo. Me pidió permiso para pasar al aseo y al rato, ya vestidos los dos, solemnemente, le hice entrega de las dos copias del DVD que había hecho, al tiempo que le confirmé que por mi parte el trato estaba cumplido a satisfacción, por lo que la consideraba liberada de cualquier compromiso conmigo; en ese momento Malena retomó el porte, la actitud y la mirada que tan familiares me resultaban por haberlas contemplado en los videos grabados en mi casa, dirigiéndose segura y altiva hacia mi, hasta casi rozar mi rostro con el suyo, posando sus labios en mi boca, para pasar a susurrarme al oido:

-Bueno, vecinito.. que haya cumplido con mi parte del trato y te haya dejado follarme no significa que no vayas a cumplir tu promesa de estrenarme el culo, ¿no?

Se apartó un poco de mí, me dirigió la más pícara de las sonrisas femeninas mientras me guiñaba un ojo y dándose media vuelta se despidió de mí mientras abandonaba mi despacho.

-Bueno, vecinito, ya nos vemos o nos llamamos y quedamos para que me rompas el culete ¡ciao!

No me podía creer lo que había mejorado aquella chica en su visión del sexo en apenas un rato de buena follada, como tampoco daba crédito al bulto que había crecido dentro de mi pantalón sólo de pensar en estrenar aquel culazo divino. Me senté en mi despacho, accedí al disco duro secreto de mi ordenador, busqué la grabación de ese día en mi despacho y, cuando en pantalla contemplé de nuevo a Malena cerrando con su potente trasero la puerta, no pude contenerme, cogí el teléfono y marqué:

-Hola Gina, ¿estás ocupada? ¡Qué bien! Toma un taxi y ven rápido a mi oficina, en veinte minutos te quiero tener arrodillada mientras me la chupas, ¿vale? Gracias, nos vemos.

Otro día habré de compartir con vosotros cómo fue el estreno anal de la divina Malena, pero esa es otra historia…