La ratoncita mordió el queso de mi trampa (2)
Sigo espiando las actividades sexuales de Malena en mi domicilio, atesorando pruebas para hacerla caer irremediablemente en mi trampa
El plan tomó forma rápidamente, pues ese mismo día propuse a mi esposa que el próximo fin de semana, puente del Pilar, saldríamos de viaje.
El día de la partida, cuya hora calculé sibilinamente para que tanto el “coronel berrinche” como su esposa se encontrasen fuera de casa y Malena en ella, con mi familia ya a bordo del vehículo, fingí haber olvidado algo en casa, por lo que pedí a mi esposa que se adelantara hacia el aeropuerto para ir tramitando todo lo relativo a los billetes y equipaje, alcanzándola yo en un taxi nada más que solucionase el problemilla que aduje, relacionado con unos asuntos de trabajo.
Tras desembarazarme de mi esposa, subí rápidamente al domicilio de Malena, llamé al timbre, nervioso por comprobar que mi plan funcionaba.. ¡y allí estaba Malena!
-Hola, Sr. Domínguez ¿en qué puedo ayudarle?
- Paco, por favor, Malena, no me trates de Ud.. (ella se cuidaba muy mucho de tutear a las personas mayores, fruto de la espartana educación paterna, aunque esa misma educación no le impedía follar en el garaje de la comunidad) Es que recientemente he realizado un arreglillo de fontanería en el piso pero no termino de fiarme del chapuzas que me recomendaron, por lo que os agradecería que conservárais mi llave, ya que nos vamos de puente y si la reparación no surte efecto y algo fallase, no tendríamos forma de arreglarlo hasta pasados unos días; así si algo sucede, podríais entrar y solventar algo hasta que regresemos la semana que viene.
-Claro que sí, descuide Sr… disculpa, Paco.
Malena se estaba acercando al fragante queso que le había mostrado sin demasiadas precauciones, no reparó en que yo podría simplemente haber cerrado la llave de paso de la vivienda sin necesitar de su ayuda, sólo debía estar pensando en el dato que le mostré como un buen trozo de queso gorda: que le dejaba las llaves y que estaríamos fuera casi cuatro días, el resto era fácil.. o eso creía ella.
Me despedí raudo y tomé un taxi que me llevó al aeropuerto casi pisándole los talones a mi esposa, a la cual hice muy feliz por no dejarla mucho tiempo a solas con los niños, equipaje y engorros de vuelo, tras lo que partimos hacia nuestro destino.
Al día siguiente, mientras mi familia remoloneaba en la cama, me levanté temprano, bajé a desayunar al buffet del hotel mientras, presa de los nervios, trasteaba mi teléfono para acceder a los complicados trámites de seguridad que franqueaban la nube virtual desde la que podía visionar las cámaras de mis negocios y de mi domicilio.
Con un humeante té en una mano y el teléfono en la otra, fui revisando la grabación, descorazonado gradualmente porque no había novedad, hasta que, a las 22,15 horas aproximadamente, el cepo saltó: allí estaba Malena, vestida parecía que para salir esa noche, echando un vistazo al piso, pero estaba sola, en la grabación se la podía observar revisando varias habitaciones, entrando en mi dormitorio, sentándose en la cama mientras que su espléndido trasero supervisaba la textura del colchón. Permaneció como unos diez minutos en el piso, tras lo que se marchó para no volver a aparecer. Parece que el plan funcionaba, Malena había estado reconociendo el terreno antes de decidirse a utilizar mi vivienda como picadero; el queso se le estaba haciendo irresistible, esperaba que por poco tiempo.
El día transcurrió sin novedades, divirtiéndome en familia, aunque, con la excusa de vigilar los negocios, me conecté en un par de ocasiones a las cámaras de casa, pero sin novedad, Malena debía estar rondando el queso, sin decidirse a hincarle sus dientes de ratoncita.
Al día siguiente repetí la operación del desayuno del día anterior, pero aquí sí que hubo premio: como a eso de las 12,30 de la madrugada Malena aparecía por la puerta acompañada del galán del aparcamiento.. ¡bingo! Comprobé un tramo de grabación, con la opción de visión rápida, que había caído en la trampa sin dudas de ningún tipo y me dediqué durante el resto del puente a pasarlo bien con mi familia; ya habría tiempo de pasarlo bien con Malena en los próximos días.
El martes, de regreso a casa y al trabajo, destiné la mañana a poner en orden los asuntos de mis negocios. Al mediodía mandé un mensaje a mi esposa, disculpándome con ella, ya que almorzaría fuera y tendría varias reuniones por la tarde, así que tenía carta blanca para disfrutar de Malena en su esplendor.
Mientras picaba algo en un restaurante de los de mi propiedad, hice una llamada a Gina, mi felatriz de cámara, concertando con ella cita en mi despacho para dentro de 45 minutos, el tiempo justo para terminar de almorzar, llegar a mi despacho, asearme convenientemente y preparar todo el equipo de visionado.
Al llegar Gina repetimos la operación del último día: antifaz para ella, cascos Hi-Fi para mi, 200 euros para ella y mamada para mi.
-Gina, cariño, hoy quiero que te limites a chupármela, nada de beso negro, y pon cuidado en ralentizar cuando te lo indique, no quiero correrme ni antes ni después de cuando yo lo desee.
-OK cerdito, tú ordenas y pagas y yo obedezco y chupo.
Gina era un encanto y una gran profesional, merecía la pena con creces lo que le pagaba.
Me acomodé en pelotas en el sillón de mi despacho, con Gina arrodillada entre mis piernas, lamiéndome las pelotas, y di comienzo al juego.
Malena irrumpió en escena, acompañada de su noviete. Irrumpieron en mi casa indecisos, temerosos, dando una ronda por toda ella para comprobar que efectivamente el chollo era tal y estaban solos en aquel impresionante y tranquilo picadero. Ella iba vestida con un traje largo, siempre demasiado seria y formal por imperativo paterno, pero bellísima, con la melena suelta y sus generosas formas insinuadas bajo la tela de su ropa. Se sentaron en mi sofá y se sirvieron unas copas de una bolsa que habían tenido la precaución de traer para no dejar rastro de su presencia rebajando el nivel de las botellas de mi minibar. Chica lista, pero se encaminaba hacia la trampa a pesar de sus elementales precauciones.
La parejita apuró un par de combinados al tiempo que hablaban de nimiedades, mientras el chico poco a poco iba elevando el nivel de sus caricias y arrumacos, sobando los espectaculares muslos de Malena, amasando su abundantísimo pecho, besuqueando su cuello, sabedor de que era el disparadero en el que poner a la chica para hacerla suya sin contemplaciones.. Malena, llegados a ese punto, con los ojos vidriosos por el deseo, se puso en pie y lentamente se deshizo de su vestido, quedando ataviada sólo con unas sandalias de plataforma que realzaban sus piernas y trasero y un tanga: nada más. Estaba espectacular, sus carnes eran blancas y firmes, las tetas, a pesar de su tamaño y de no llevar sujetador, se mantenían desafiantes de la gravedad. Con voz ronca ordenó a su chico:
-Sígueme al dormitorio y desnúdate.
El chico comenzó a despojarse torpemente de sus ropas al tiempo que seguía a Malena por el pasillo hacia mi dormitorio, hipnotizado por su bamboleante trasero, la verdad es que no era para menos, la niña estaba riquísima y sabía explotar su atractivo sexual, era una auténtica bomba de relojería.
Cuando llegaron al dormitorio, ellas se sentó en el borde de la cama, haciéndole un pícaro gesto al chico para que se acercara a ella. Cuando este se posicionó, con su polla erecta como una barra de hierro rozando los pezones de las monumentales tetas de ella, sin perder tiempo, la asió con una mano y la engulló de un solo golpe, iniciando una frenética mamada que el chico disfrutaba como un auténtico gorrino.
-Ooooohhh Malena, qué gustoooo, sigue sigue, qué rico
Joder con mi vecinita, vaya cómo chupaba, nada que ver con los delicados lametones que Gina me seguía prodigando en mi erectísimo miembro. Seguro que Malena no igualaba la maestría de mi profesional, pero para ser una amateur se afanaba en chuparle la polla a su noviete con encomiable ahínco aunque, visto lo que pude espiar en el garaje, creo que se equivocaba de estrategia, porque el garañón que montaba era para cabalgadas breves, como así pude comprobar.
El chico, a los dos minutos de disfrutar de la mamada de Malena, cuyas espléndidas tetas se agitaban al ritmo de los vaivenes de su cabeza y boca sobre el tallo del chico, comenzó a gruñir como un cerdito, agarrando fuertemente a la chica por la melena, tras lo que comenzó a correrse como un bendito sin pararse en mientes. Malena, tras recibir el primer disparo de caliente leche en su boquita, trató de separarse sorprendida, pero él se lo impidió jalando de su pelo, empujando su polla fuertemente hacia su garganta, mientras se retorcía de placer y continuaba eyaculando en la boca de Malena, que se veía obligada a tragarse la corrida para no asfixiarse, respirando por la nariz mientras aquel marrano imberbe y eyaculador precoz se satisfacía egoístamente.
Gina seguía a lo suyo, aunque ahora tenía introducido sólo mi prepucio en su boca, mientras lo chupeteaba como si fuera un autentico fresón en temporada, dándome un placer infinito, aunque no estaba demasiado concentrado en él, más interesado en contemplar la reacción de Malena cuando su boca se viera liberada de la presencia del chorreante miembro de su novio.
-¡Eres un cerdo, te has corrido en dos minutos y encima lo has hecho en mi boca, sabes que me da mucho asco, he tenido que tragármelo todo, cabrón!
Joder, qué guapísima estaba Malena, de pie en el centro de mi dormitorio, parecía una puta de burdel de lujo, con ese tanga que se perdía entre los dos montes nevados de su culazo, con los gemelos tan torneados por la elevación de la plataforma de las sandalias, con las tetas subiendo y bajando al ritmo de la agitada respiración que le provocaba el monumental enfado.
-Dis.. disculpame cariño, es que las copas, el calentón.. no sabía lo que hacía, me he disparado casi sin sentirlo..
-Fuera de mi vista, gilipollas, no quiero saber nada más de ti, vete a casa a hacerte pajas de dos minutos, que parece que es lo que aguantas, y la próxima vez que te la chupe tu madre y le llenas la boca de leche a ella, a ver si le gusta, imbécil. ¡Fuera de aquí!
El chico recogió su ropa en silencio, abrumado por la pose de Malena, que más parecía una divinidad griega inmortalizada en mármol, con un gesto de ira en el rostro que asustaba, su dedo índice al final de su brazo, como una lanza que señalaba al eyaculador precoz la salida de mi casa, completamente desnuda a excepción de su braguita, que alcanzaba a cubrir su frondoso coño, pues gracias a la calidad de la imagen podía vislumbrar el abultamiento en su entrepierna y cómo algunos vellos escapaban por los laterales de la escueta prenda.
El chico abandonó mi casa rápidamente, tras lo que Malena, en lugar de seguirle, volvió a mi dormitorio, se tumbó en mi cama, se deshizo en un ágil gesto de su tanga, abrió sus piernas y comenzó a masturbarse frenéticamente, introduciendo dos dedos en su encharcada vagina mientras con el dedo corazón de su mano derecha masajeaba firmemente su clítoris. Joder con la chica, tampoco era amiga de preámbulos, vaya cómo se machacaba el coñito, fruto de los sucesivos calentones a los que la había sometido su inexperto amante, incapaz de sofocar el fuego que habitaba en su interior.
-Despacio Gina, deja un poco la polla y chúpame un sólo los huevos, aún no deseo correrme.. así… mmmmm..
Joder, Gina valía lo que cobraba, ¡cómo chupaba! Me tenía la polla a punto y en segundos, bajó la temperatura cambiando el foco de atención de su lengua ¡qué maravilla!
Malena se corrió a los pocos minutos de comenzar su masturbación, levantando su pelvis como si buscara a un imaginario amante que le proporcionara lo que su noviete no era capaz de darle: varios golpes definitivos de polla en lo más profundo de su coño coincidiendo con el momento de su orgasmo. Se pellizcaba los pezones erectos de sus monumentales senos, palmeaba violentamente su clítoris sin consideración, dándose gusto de una forma un tanto salvaje y brusca. Poco a poco fue acompasando y disminuyendo el ritmo de su masturbación, extrayendo los últimos espasmos de su orgasmo, al tiempo que sacaba sus dedos del interior de su vagina, completamente empapapados. Vaya paja que se acababa de hacer Malena, imaginaba que ahora se vestiría y se marcharía a casita, pero me equivoqué; tras un par de minutos, tomó su teléfono y realizó una llamada:
-¿Jorge? Soy Malena ¿Dónde estás? ¿Tienes la moto? Ven a mi casa… No, Jorge: es ahora o no será. Tienes quince minutos, si en ese tiempo no estas llamándome para decirme que estás debajo en el portal de mi casa apago el móvil y nos olvidamos.
Colgó sin esperar respuesta, tras lo que, desnuda y bellísima, se dirigió hacia mi salón, desdeñó las bebidas de garrafón que su novio había llevado para la ocasión y se sirvió una generosa ración de mi whisky de malta favorito, solo con hielo. La vecinita tenía buen gusto para la bebida y parece que se estaba entonando para alguna gesta, así que ordené a Gina, al tiempo que hacía avanzar la cinta, so pena de perderme quince minutos de la bellísima y opulenta Malena deambulando completamente desnuda por mi domicilio:
-Gina, cariño, sigue con los huevos hasta nueva orden, tenemos que retardar un poco más la corrida.
A los trece minutos el móvil de Malena comenzó a vibrar, pues la muy taimada lo tenía en modo silencio para evitar que su temido padre pudiera escuchar, siquiera remotamente, el tono de llamada desde su domicilio, aunque la precaución era innecesaria, pues las viviendas estaban muy bien insonorizadas y aisladas.
-Bien, te abro. Procura que no te vea nadie, no enciendas la luz del pasillo, la vivienda es el 10º D. Tampoco toques al timbre, te estoy esperando con la puerta entornada. No hagas ruido. ¡Sube!
Malena me tenía atónito, inclinada sobre la mirilla, con el oído avizor y su tremendo trasero ligeramente en pompa, como una redomada puta esperando a un desconocido para introducirlo en su casa y, me imaginaba, en su coño ¡vaya putilla!
El chico tocó delicadamente la puerta y Malena se la franqueó, era un guaperas típico de universidad, que se quedó a cuadritos unos segundos cuando se dio de bruces con aquella belleza completamente desnuda, asiéndole sin preludios por la pechera y estampándole un enérgico beso de tornillo que decidió al chico a aferrarse a las nalgas de ella para comenzar a amasarlas, aunque en segundos una de las manos subió hasta sus tetas, pues la decisión era ardua ante aquellos dos irresistibles atractivos.
Tras unos minutos de calentamiento, Malena logró separarse de él y, encaminándose hacia mi dormitorio, le indicó escuetamente:
-Sígueme y saca un condón.
Vaya vaya con Malenita, tan modosa y discreta y era un auténtico volcán de pasión insatisfecha. Daba gloria verla caminar desnuda por mi casa camino de la cama de servidor, donde en un periquete se tumbó boca arriba, abrió sus bellísimas piernas, mostrándole al chavalote el poblado bonete de vello púbico que protegía su húmedo coño y sin preludios le ordenó:
-¡Vamos, fóllame ya!
-Pero bueno, Malena, déjame que te disfrute antes un poquito, no? Llevo meses esperando este momento..
-Jorge, no hay preámbulos ni condiciones ni negociaciones, ya te lo dije antes, es ahora o no será, así que ponte el jodido condón y fóllame o súbete los pantalones y te largas, pero decídete.
Ver a Malena así, tan decidida y enérgica, ordenando al chico mientras se frotaba con la misma decisión el clítoris, me estaba poniendo a mil..
-Gina, putita mía, deja ya un ratito los huevos y empieza a chuparme la polla, pero no aceleres demasiado, cariño.. siiiiiii, así, asíiiii.. mmmm eres una chupona de primera..
El chico se decidió en 0,2 milésimas de segundo, se calzó el preservativo en un santiamén y, asiendo a Malena por las caderas la acercó al borde de la cama, le elevó el trasero poniéndole mi almohada debajo, la puso en la postura del pollo asado y sin más preámbulos le dejó ir todo su miembro, que no era de mal tamaño, hasta el fondo de la ávida gruta de Malena, que se arqueó de placer al sentirse por fin bien follada. Estaba hermosísima y muy femenina, con esas poderosas caderas de piel blanca, sus muslos casi tocando sus bamboleantes pechos, que se estremecían con cada arremetida del animoso follador, mientras que ella jadeaba como el animal en celo en que se había convertido, pidiendo más polla y más duro, sujetándose las corvas con ambas manos para poder ofrecer mejor acceso a su gruta del placer, que el chaval continuaba bombeando a muy buen ritmo, parecía que este sí que iba a poder aguantarle a Malena al menos un par de asaltos completos. Parecía un follador algo más experimentado, pero me daba la impresión que la actitud dominante de ella le había coartado un tanto y no se atrevía a intentar nada por su propia iniciativa, se estaba dedicando a joderla tal y como ella le había ordenado, esperando que si le proporcionaba placer los roles pudieran invertirse.
A todo esto, Malena se estaba derritiendo fruto de tantos y tan profundos pollazos en su peludo coño, pues a fe que el chaval debía estar machacándole hasta los ovarios, de tan fuerte que la follaba.
-Ahora, si, asi, acelera, dámelo todo, fóllame bien fuerte, qué guuustooooo más rico…
Malena introdujo como pudo una mano entre su vientre y la pelvis del chico, que apretaba las nalgas y hacía chocar sus testículos contra las orondas nalgas de la chica, comenzando a frotarse nuevamente el clítoris, consiguiendo en pocos segundos un orgasmo brutal y salvaje, que hice coincidir con el mío, pues un par de golpes de mi pelvis introdujeron un poco más rápido mi polla en la boca de Gina que, como la estupenda profesional que es, dedujo rápidamente que esa polla pedía ya fiesta, comenzando a mamármela con su extraordinaria técnica de garganta profunda, lo que me hizo eyacular en su interior en menos que canta un gallo. Era todo un espectáculo ver a Malena frotándose su clítoris, extrayendo los últimos estertores de su ansiado orgasmo, completamente abierta de piernas y ofrecida a ese chaval que también aceleraba y comenzaba a correrse, pues asía las nalgas y caderas de Malena como si el mundo fuera a acabarse, mientras se relamía de puro gusto por haber conseguido follarse a la chica tantas veces deseada y no conseguida, mientras Gina seguía sacando leche de mis testículos y tragándola como una ternera recién parida.
Tras apurar sus orgasmos, Malena, sin dar lugar a que el chico se acomodase en mi cama para ponerse cariñoso con su recién conquistada dama, de un salto se levantó y dirigiéndose hacia el cuarto de baño le indicó:
-Voy a asearme, vístete que te tienes que ir.
-Pero chica, si acabamos de empezar, no tengas tanta prisa.
-No tengo prisa ninguna, Jorge, pero a ver si me entiendes: ¡que te vistas y te marches, no quiero tener que repetírtelo!
El chaval, que parece que más o menos conocía el paño, optó por subirse los pantalones, recoger sus cosas y, mohíno y confundido por aquella situación, esperar a que Malena saliera del baño. Lo hizo ataviada con el albornoz de mi esposa, que le quedaba francamente pequeño, por lo que el canalillo de las tetas le rebosaba por la abertura superior, tapándole su coño a duras penas y dejando al descubierto sus redondos y torneados muslos. El chico trató de besarla para recomenzar un nuevo asalto, pero ella se mantuvo firme y con un gesto brusco le apartó y le indicó la salida de mi piso.
-Jorge, esto ha acabado, a ver si lo entiendes, márchate y no me obligues a decírtelo más veces.
-Está bien, chica.. te veo el martes en la universidad y a ver si nos tomamos algo y charlamos..
-Ya lo decidiré, pero no te hagas ilusiones, adiós.
Una vez despachado el joven, Malena se aplicó concienzudamente a ordenar toda la vivienda, intentando no dejar rastro alguno de su presencia y actividades en la misma, al tiempo que mi solícita Gina se afanaba en extraer hasta la última gota de mi esperma, tras lo que lamió profusamente testículos, tallo y glande, hasta dejar mis genitales limpios como una patena ¡qué maravilla de putita! Le indiqué que ya podía despojarse del antifaz y vestirse, tras lo que nos despedimos efusivamente, como siempre y con la promesa de vernos pronto, ya que me estaba haciendo adicto a su aterciopelada y profunda garganta.
Bueno, pues la trampa había resultado un completo éxito: la ratoncita de Malena había mordido el queso del cepo que le puse y estaba más atrapada de lo que jamás me hubiera imaginado; ahora sólo cabía rematar la faena y cobrarme el precio, que sin duda ella pagaría, visto el material que tenía en mis manos.