La quinta vez de tantas

Tal vez la razón por la que me dejaba manosear por ellos era porque una ocasión es cuche que mi papá le decía a mi mamá que las mujeres estaban para complacer a los hombres, y esa idea se quedó en mi cabeza, hasta el día de hoy.

LA QUINTA VEZ DE TANTAS

Después de que "inventamos" ese juego, mis amigos empezaron a tomarle gusto a echarme su semen en mis senos, pero no dejaba que todos me lo echaran en una misma vez, sólo uno de ellos lo hacía cada vez que jugábamos, para que no quedara con ese olor en mi cuerpo y me descubriera mi mamá o mi papá.

El siguiente "juego" que siguió a ese, fue ya un poco más audaz que los otros. Ahora, mis amigos empezaban a tocarme por debajo de mi falda, sobándome las nalgas, pasando sus manos por encima de mi vagina, metiendo sus manos bajo mi blusa, pellizcando constantemente mis pezones, besándome larga pero torpemente mientas me manoseaban a su gusto, mientras me tenían arrinconada contra la pared, arrancándome verdaderos suspiros de placer, y por supuesto que ya mojaba mis bragas con la excitación que sentía con esas caricias.

Tal vez la razón por la que me dejaba manosear por ellos era porque una ocasión es cuche que mi papá le decía a mi mamá que las mujeres estaban para complacer a los hombres, y esa idea se quedó en mi cabeza, hasta el día de hoy.

La parte que más dificultades me ocasiono fue el hecho de quedar medio desnuda frente a ellos. No me acostumbraba a la idea de que me mostrara casi sin ropa pero el saber que todos me miraban, mientras levantaba mi blusa para recibir el semen en mis senos, me ponía con gran excitación.

La primera vez que uno de ellos se atrevió a bajar mis bragas hasta la mitad de mis muslos, fue sensacional, pero me dio cierto miedo y tuve que separar las piernas para evitar que cayeran al suelo.

La sensación de tener la falda arriba de la cintura, mis bragas a la mitad de mis muslos, sintiendo como me recorría a placer las manos de mi amigo en turno, pasando por mus muslos , bajando hasta mis nalgas desnudas, jalando mi vello púbico, eran de fantasía.

Claro que llego la ocasión de tener que cumplir los deseos de mis amigos, así que un día por la tarde, mientras recibía mi dosis de cariño a base de intensos manoseos en mi cuerpo, me tendieron en el piso, y pude sentir en mis nalgas lo frío del suelo y lo rugoso del piso de la azotea.

Dejaron mis senos al aire, subiendo mi blusa hasta donde se los permitía ésta, con mi falda hasta la cintura, dejándome sin bragas, con las piernas separadas y enseñándoles mi vagina.

Ellos se turnaban para separar mis labios vaginales y observar detenidamente, haciendo ligeros roces con sus dedos sobre mi vagina y escuchando mis quejidos de placer que me provocaban sus caricias.

Sabían bien que no tenía la intención de que me penetraran todavía, pero se los tuve que prometer como regalo de año nuevo, pero para eso, todavía faltaba algo de tiempo, así que por eso no se apresuraban a hacerlo.

Lo único que les permití fue que comenzaran a decirme algunas cosas obscenas, y a partir de ese momento ya no me llamaban Ari, ahora me llamaban putita, la niña caliente, manita masturbadora y la lechera.

Por supuesto que no deje de masturbarlos a todos, ese es un placer que nadie me puede quitar hasta el día de hoy. ¿cuántos tipos he masturbado desde entonces? La verdad es que no puedo recordarlos a todos pero cada vez que hago una paja, me excito, y cuando me excito, me dejo hacer lo que quieran. Pero eso se los contaré si me lo piden. Saludos a todas y a todos.