La putita en casa V
Ay los taxistas...
LA PUTITA EN CASA V
Me olvidé contarles lo que pasó a la salida del club. Volví a ponerle el collar y la correa a Irene y la saqué del club a cuatro patas y así se subió al Taxi. Este taxista era más avispado que el que nos llevó la tarde anterior y no podía dejar dre mirar a Irene cuando se sentó.
-¿Qué pasa taxista? ¿Te gusta lo que ves?
-Por supuesto que me gusta
-¿Te gustaría montarla? Es una perra en celo y no se cansa de que la follen.
-¿A si? Pues me encantaría montarla como tu dices.
-Pues para en el próximo descampado que veas y cógetela. Yo soy su madre y su dueña y me apetece prostituirla.
Ni corto ni perezoso el taxista buscó un descampado y paró el coche. Le pasé la correa y a cuatro patas la sacó del coche. Se sentó de lado en el asiento del conductor, hechándole un poco hacia atrás y se abrío el pantalón. Tenía una polla enorme, dudaba que le cupiése toda esa carne en la boca pero no me importaba. Quería emputecer tanto a mi hijita, humillarla tanto que su autoestima estuviése a nivel petroleo cuando llevara a cabo el comienzo de mi plan más tarde. A veces me sorprendía todas las ideas que se me estaban ocurriendo y lo maldita que podía llegar a ser. Lo estaba disfrutando como una enana.
-Vamos perrita, con esa boquita mamadora tienes que chuparla de vicio.
Ella miró semejante polla con miedo. El no la dejó mirar mucho y de un tirón le encajó la polla en la boca y comenzó a follarla y ella a chupar. Yo me puse el arnés que llevaba en la bolsa y salí del coche. Me puse detrás de ella y le escupí el culo y se lo masajeé un poco.
-Le voy a meter mi “polla” por el culo y el coño es tuyo taxista.
-Me parece bien, dijo el taxista con voz entrecortada.
Se la metí de golpe y abrió la boca con un grito de dolor. El taxista la tiró del pelo y la acomodó donde estaba.
-Tu puedes con eso y más putita, nadie te ha dicho que dejes de chupar. La follamos entre los dos y cuando el taxista estaba a punto de correrse, sacó la polla de su boca y le chorreó toda la cara. Seguía con la polla dura como una roca y le dijo que se diera la vuelta y ella y yo nos besamos mientras el le encajó todo el miembro en el coño después de ponerse un condón XXL que sacó de la guantera. Yo limpié toda la leche de la cara de ella y nos comimos la boca la una a la otra. Mientras nos comíamos me dijo, -dame de comer mami por favor…a lo que yo contesté que ya no estaba en posición de pedir nada…Las perras no piden, sólo dan y son los Amos los que le regalan algún detalle. Para ella no era el momento de regalos ni detalles.
Ninguna de las dos nos corrimos pero el taxista quedó servido.
-Ostras, cuando salí de casa esta mañana jamás pensé que mi primera carrera sería tan placentera. Chicas, las llevo donde me digáis y me encantaría veros de nuevo. Le di la dirección de casa que parece que se le olvidó con lo que había vivido y allá se dirijía.
-Claro taxista, que dicho sea de paso, como te llamas?
-Mario, mi nombre es Mario
-Bueno Mario, yo soy Silvia y esta de momento es Irene. Pero eso cambiará pronto y tendrá su nombre de perra. Y bueno Mario, podrías convertirte en nuestro taxista oficial y buscarnos todas las tardes a casa y llevarnos al strip club y de regreso a casa por la mañana. El pago sería en dinero pero espero que nos hagas rebaja, nosotras te los sabremos agradecer como has podido experimentar hoy.
-Eso estaría genial, a lo mejor la próxima vez tu y yo Silvia, podemos conocernos mejor.
-Sería un honor Mario, pero a mi las pollas no me van. Yo soy lesbiana, es la perrita de Irene que es bisexual.
-Ah, entiendo. ¿Y de verdad sois madre e hija?
-Si y ella es mi perra y me la follo todos los días.
-Mmmm, me encantan las relaciones incestuosas entre chicas, que maravilla. Quizá un día pueda veros en acción.
-Seguro que si, eso está hecho.
Llegamos a la casa y antes de salir del taxi le quité el collar y la correa a Irene para que entrara al portal caminando. Abrimos la puerta del piso y Elena nos esperaba como lo había hecho estos días con el desayuno. Desayunamos en silencio, estábamos hambrientas e Irene se fue a dormir según terminó de comer ya que estaba muy cansada. Había pensado comenzar mi plan rápido pero al entrar a casa y ver a Elena con esa mirada inocente, no pude más que decidir esperar y dedicarme a disfrutar de sus cuidados. Claro que seguiríamos con el show en el club, pero sólo en el club. Claro que lo que no podía permitir era que Irene le faltara al respeto otra vez a Elena.
Después de desayunar y cuando nos quedamos solas, me acerqué a Elena y le besé el hombro.
-Estoy muy cansada Elena, necesito mimitos y te veo tan inocente y tan linda que se me olvida todo lo que te dije ayer y sólo quiero que seas mi niña y tenerte entre mis brazos. Lo que pasa es que a mi el sexo me puede y mientras más sucio y más perverso mucho mejor y no te veo en esa tesitura. De maner que si tú lo aceptas, serás mi niña e Irene será mi puta. ¿Qué te parece?
-Ella estaba primero que yo y creo que no me queda otro remedio, pero yo también puedo aprender ese sexo que te gusta.
-Eso no se aprende Elena, eso se lleva dentro. Si al final va a ser verdad lo que decías antes…que era un demonio. Me gusta la sumisión y dominación y con Irene he llegado a descubrir que soy sádica, me pone el dolor y qué decir de la humillación…es lo mejor que he experimentado en la vida, humillarla ha sido genial. No tengo palabras para describir lo que siento cuando humillo e inflijo dolor y tu eres tan delicada e inocente que no se si puedas soportarlo.
-Quisiera que lo probaras conmigo
-Ya veremos, de momento sólo quisiera disfrutarte.
La verdad es que mis planes seguían en pie aunque les retrasara un poco. De lo que si estaba segura es que no hay nada que pique más a la gente que le diga que no puede hacer algo. Ella sería mi puta también, quizá la principal, la más importante, las más amada, pero mi puta sin lugar a dudas. Lo que pasa es que tenía que llevarla poco a poco…Ya veremos lo que se me ocurre.
Me encantaría leer vuestros comentarios…
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Gracias por leerme