La putita en casa IV

La prepotencia de irene sería domada...comienzo de la nueva vida de irene como perra esclava.

LA PUTITA EN CASA IV

Nuestros ingresos nos permitían irnos en taxi al trabajo todos los días hasta que yo me sacara el carné de conducir y me comprara coche. Cuando nos sentamos en el taxi, saqué de la bolsa del sex shop una mordaza de bola o “ball gag”.

-Ponte esto que ya has dicho bastante, zorra.

-Pero ¿Cómo voy a ponerme eso? El taxista está mirando…

-¿Y? Te dije que no servías para nada más que para prostituta. Ahora cállate y ponte la mordaza.

Se sonrojó toda de la humillación y la vergüenza, pero me la traía al pairo. Seguía preparando el ambiente para el show y para lo que sería nuestra vida de ese momento en adelante. Se puso la mordaza y el taxista la miró con ojos de lobo feróz.

-A que se vé muy perra con esa mordaza?

-Se ve muy bonita la señorita.

-Jajajajajajajajaja, Señorita, esta es una perra. Le apetecería cogérsela? Aquí mismo en el taxi?

-El taxista tragó en seco y dijo, soy un hombre casado y fiel señorita.

-Pues que pena buen hombre, y no me llame señorita que yo también soy otra perra, lo que pasa es que soy la perra madre. Mejor llámeme Silvia a secas.

-Encantado Silvia

Le pasé una tarjeta con mi número de teléfono y le dije…

-Cuando quiera dejar de ser tan fiel, recuerdese que le ofrecí una perrita de 19 años y haga su derecho a usarla. Yo soy su madre y su dueña y se la ofrezco de gratis.

-Señorita…digo Silvia…no debería hacer eso.

-Bueno, ya estamos con los santurrones. Mire, ya llegamos a la puerta del trabajo. Si no quiere guardar la tarjeta porque se la pilla su mujer. Acuérdese que aquí trabajamos. Búsqueme y ejerza su derecho a usarla como regalo y no sea tonto y venga.

Nos bajamos del taxi y el taxista no daba crédito a lo que había pasado. Llegamos a la puerta del strip club y el portero no pudo aguantar la risa cuando vió a Irene con esa mordaza.

-Qué pasa Irene? Ahora además de stripper, eres perra sumisa?

Irene le miró con odio y yo le crucé la cara de una bofetada delante de el y la tiré del pelo hasta que le puse la cara al nivel de sus zapatos.

-Limpia sus zapatos con tu lengua perra. Este hombre nos protege para que podamos trabajar tranquilas, merece todo tu respeto zorra asquerosa.

Cuando lamió los zapatos del portero, la ayudé a incorporarse y vi que sus ojos estaban llenos de lágrimas. Pensé, qué facil ha sido romper a esta putita. Para más humillación, saqué un collar y una correa de la bolsa y se los puse.

-Ahora ponte en cuatro patas, como lo que eres… hoy no te vas a poner de pie en las patas traseras hasta que yo no te lo diga.

Bajó la cabeza y se puso a cuatro patas. Cuando entró al club, estaban todos allí y comenzarón a reirse de ella y a decirle que de ser la hija, había pasado a ser la perra. Ella no pudo más y comenzó a llorar con sollozos. Más que nada porque hasta el momento, había jugado con sus coleguitas a sentirse dominada, pero no le habían hecho sentir una perra de verdad. No la habían roto hasta ese momento y seguramente no entendía cómo yo podía decirle y hacerle esas cosas tan terribles y sentirse cachonda. Hasta ese momento creía que sentirse dominada era ser puta y que le dijeran dos o tres palabritas sucias. Le toqué el coño y estaba empapado, comencé a follarla con dos dedos y la muy puta comenzó a gemir casi inmediatamente. Paré de follarla y dije en voz alta…

-No me lo puedo creer, desde esta tarde esta perra no ha recibido más que humillaciones, y aquí la tienes toda cachonda. No sabía lo perra que podía ser y lo mucho que me va a servir.

-Ella comenzó a llorar de nuevo y con una bofetada le dije que se callara que no quería oir sus sollozos de perra puta en celo. La carcajada fue generalizada.

La llevé al camerino de todas y las chicas no podían aguantar la risa de verla así a Irene. Sobretodo porque desde que ganaba dinero se había puesto muy prepotente con todas las chicas porque nuestro show era el que más clientes atraía y más dinero en propinas dejaba. Se había creído una estrella y ahora yo la había bajado de golpe al duro asfalto. La dejé en una esquina y fui a ultimar los últimos detalles del show.

Cuando comenzó la musica de nuestro show, la saqué con su collar y su correa y completamente desnuda luciéndo sus marcas. Yo me había puesto un mono de latex que acentuaba todas mis curvas y dejaba al descubierto mis tetas y la raja del coño. La hice dar un paseo por toda la pista como los perros de show. Luego la puse a hacer suertes con unas galletitas pequeñas que había llevado. Se las tiraba y ella tenía que atraparlas con la boca. Por cada galletita que se le caía, le daba cinco fustazos. Cuando terminamos el juego, ya había recibido 25 fustazos y estaba a punto de quedarse en carne viva en algunos. Luego la subí a un columpio que se puso en la pista, la puse de manera que quedara con las piernas abiertas y los clientes puediésen ver su coño empapado. Me puse un arnés y la follé el culo y el coño sin dejarla correr. Luego la hice que me mirara mientras yo me masturbaba con un dildo enorme en frente del público, corriéndome una y otra vez sin parar.

Cuando ya supe que no sería capaz de aguantarse, la puse delante de mi, la hice limpiar el dildo con mis jugos y se lo metí hasta el fondo. Sabía que había ido aumentando su cachondez hasta que ella era una máquina de orgasmos. Se corrió siete veces y me soltó siete chorros que me mojaron toda la cara y el cuerpo. Le acerqué la cara a la mía e hice que me limpiara y nos besamos como dos lobas hasta que el público dejó de aplaudir, de pie. Salimos del escenario y el dueño fue a felicitarnos y me pidió que siguiéramos repitiendo ese acto y le añadiera más cosas. Le dije que si, que las posibilidades serían ilimitadas.

Salimos del club y llegamos a la casa sin hablar. Cuando llegamos, senté a Elena y a irene y tuve una conversación muy larga con las dos. Muchas desiciones se iban a tomar esa mañana pero eran necesarias para mis planes en todos los sentidos. Ya os contaré.

Me encantaría leer vuestros comentarios…

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Gracias por leerme.