La putita en casa III
Los celos han entrado en la casa de Silvia, Irene y Elena...
LA PUTITA EN CASA III
Regresamos muertas de trabajar. No habíamos dormido tan bien ni mucho y sobretodo yo que me podía ver muy bien pero tenía ya cuarenta años…no es lo mismo cuando tienes 19 como Irene. En fin, que llegamos a la casa y encontramos el desayuno servido en la cocina pero ni señas de Elena. No estaba, ni había dejado una nota ni nada. Pensé que se había ido con el marido, pero mientras pensaba, salí de dudas. Se abrió la puerta, yo le había dejado una copia de las llaves en la mesa cuando nos fuímos a trabajar la noche anterior, y cuando la miré…era ella pero no era ella. Venía vestida y maquillada como una auténtica puta. Se fue a un sex shop que había cerca de la casa y compró cuanta mierda se le ocurrió y la chica del sex shop la maquilló, según me dijo luego entre lágrimas.
-Pero ¿Qué te has hecho alma de cántaro? Le dije con cara de incredulidad.
-Quería estar sexy para que me desearas, dijo bajándo la cabeza avergonzada.
-Pero Elena, esto crees que es lo que me gusta?
-Es que ví tus vestidos en el armario e imaginé que eso era lo que te gustaba.
-Jajajajaja, que linda eres, cielo, esas son ropas de trabajo…
-Es decir que lo he hecho todo mal como siempre…
-No, dijo Irene con la boca llena y saliendo de la cocina…el desayuno está que te mueres de bueno!
Le dí una mirada a Irene que se devolvió a la cocina sin rechistar. Volví mi mirada a Elena y con toda la ternura que me provocaba la escena, la abracé.
-A ver hermosa, si eres bella sin todas estas porquerías. Ya voy a ir a quejarme con la chica del sex shop que se ha aprovechado de tu inexperiencia e inocencia. Elena, no necesitas hacer nada para que te desee, porque ya te deseo pero tengo mucho miedo de hacerte daño porque yo no soy mala persona y sé que tú tienes que estar confundida. Además de no querer hacerte daño, no quiero que me lo hagas tu a mi, porque esto que hago con mi hija y en el trabajo es sexo, placer y trabajo, pero nada más y sé que podría llegar a amarte mucho y si tu no estás segura de lo que quieres me harías mucho daño así que por favor, date tiempo a saber qué quieres y saber si esto no es más que una fase temporal.
-Yo no estoy confundida, yo quiero sentirme viva, sentirme mujer y sentirme amada y sé porque lo he visto en tus ojos, que tu podías darme todo eso y yo estoy segura que puedo dártelo a ti también.
-De todas maneras será mejor que te tomes un tiempo.
-Vale, si eso es lo que quieres, voy a quitarme todo esto; y se fue cabizbaja.
Irene había escuchado toda la conversación y le había prestado especial atención al hecho de que yo dije que lo que hacía con ella era sexo, placer y trabajo. Le picó el hecho de que Elena pudiése quitarle el puesto en mi cama y se propuso sabotear la incipiente relación entre Elena y yo. Pero lo que ella no sabía era que yo tenía otros planes para ella. Al ver lo bien que se había desenvuelto con el casero, y lo que le gustaba sentirse dominada, pretendía convertirla en mi esclava y ganar más dinero protituyéndola, porque estaba claro que a ella no solo no le desagradaban las pollas, sino que además le gustaban. Y ella solita se estaba labrando el camino de la esclavitud. Además yo no tenía intención de vivir en un pisito en un barrio normalito toda mi vida…Quería más y la putita de mi hija iba ayudarme a conseguirlo.
Yo desayuné también y me fui a dar una ducha. Elena se había encerrado en su habitación y la oí llorar, y no quise molestarla. Además el sueño me estaba venciendo y no sería capaz de ser coherente con lo que había dicho y sabía que la liaríamos. Me fui a dormir y le dije a Irene que se viniera conmigo a la cama porque sabía que algo estaba tramando. Se fue conmigo a la cama y me comió el coño hasta que me quedé dormida.
Yo tengo el sueño lijero y escuché una discusión a lo lejos. Aún medio dormida me levanté y caminé despacio, llevándome el cinturón conmigo. Los gritos se hacían más intensos y provenían de la habitación de Elena. Allí estaba Irene, que se había levantado y había ido a la habitación de Elena y allí estaba en su cama tratando de seducirla y la otra negándose a ser seducida. Antes de que irene se diera cuenta, la cogí del pelo y la tiré al suelo.
-Pero ¿Qué haces perra?
-¡Quiero quitarle la mojigatería a esta estúpida que ha venido a quitarme mi puesto!
Tiré más fuerte de su pelo y le dije…
-Pero ¿De qué me estás hablando? ¡Si aquí tú no tienes ningún puesto, no eres más que una puta, una perra que me follo todos los días y que no sirve para nada más que para eso, para prostituta!
Y con la misma, le metí la mano en el coño.
-¿No ves como estás? Estás mojada, mejor dicho encharcada… Que te quede algo bien claro, aunque Elena no esté aquí tu lo único que serías en mi vida es mi perra, mi sumisa, mi esclava, mis agujeros de placer y nada más. ¿Pero qué te has creído? Elena es una Señora, y con el tiempo, si todo sale bien, será Mi Mujer, La Señora de la casa y tu tendrás que obedecerla al igual que a mi.
-Eso ¡Jamás! No serviré a esta perra mojigata!
Le crucé la cara de una bofetada y cogí el cinturón que había dejado en el suelo y le pegué con fuerza dejándole todo el cuerpo marcado. Con cada golpe, la muy perra en vez de llorar o gritar de dolor, lo que hacía era gemir… Sus pezones estaban duros y la raja la tenía brillosa y húmeda. Con el pelo todavía agarrado con una mano, con la otra mano se la metí entera en el coño y la follé fuertemente.
-¡Ni se te ocurra correrte sucia!
Cuando sentí que estaba a punto de correrse, le saqué la mano y cogí el cinturón de nuevo y le seguí pegando en donde no le había dejado marca aún.
-Cuenta los cinturonazos puta y dá las gracias!
-1, gracias
-Plafff!! Gracias qué?
-Gracias Señora!
-Así está mejor
Seguí pegándola hasta que contó y agradeció 50 cinturonazos.
Cuando contó los 50, volví a meterle la mano entera en el coño y otra vez la follé hasta que estaba a punto de correrse y ahí le saqué la mano de golpe.
-Ahora pídele perdón a Elena por faltarle al respeto.
-Perdoname Elena, no lo voveré a hacer.
-Vé a darte una ducha fría para que se te quite lo puta…
-Me miró con odio pero bajó la cabeza y se fue a la ducha.
-Será mejor que el agua esté fria porque si voy y no está fria te voy a pegar otros cien cinturonazos!
Todo esto pasó y Elena estaba recogida en una esquina de la cama con la boca abierta y asustada. Me acerqué a ella, acerqué mi cara a su oreja y le susurré… -esto si es lo que me gusta y me pone, ¿estás segura que quieres estar conmigo? Le metí un dedo en el coño y descubrí que estaba mojada… -yo creo que si, pero aún no estás preparada le dije, y me chupé el dedo que le había metido. Salí de la habitación y sé que la dejé con la cabeza y el coño hecho un lío pero ese era mi objetivo.
Me metí en la ducha con Irene y la hice que me estregara el cuerpo y me lavara. Sentir sus manos sobre mi cuerpo, después de lo que había pasado, me puso a mil, más de lo que ya estaba, pero necesitaba seguir cachonda para el show de esa noche así que la paré cuando estuve a punto de correrme. Confieso que fue difícil parar pero tenía que hacerlo, se me había ocurrido una idea con la escenita y si ambas estábamos cachondas perdidas nos saldría mucho mejor. Salimos de la ducha y nos vestimos para irnos a trabajar. Esa tarde nos ibamos sin cenar, quería que tuviésemos hambre en todos los sentidos
Antes de salir del barrio, pasé por el sex shop, e hice que la chica aceptara devolverle el dinero a Irene por más de la mitad de las porquerías que le había vendido y compré algunas cosas para el show de esa noche. No sabía mi querida hijita lo que le esperaba, aunque alguna idea se hacía.
Me encantaría leer vuestros comentarios…
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Gracias por leerme.