La putita de mi jefe

Mi jefe dice que soy su diosa, a mi me encanta, ser dos cosas: su diosa y su puta

LA PUTITA DE MI JEFE.

Mi marido ha ido a provincia a ver la sede de su nuevo trabajo, no está lejos, podrá ir y venir todos los días. Mis hijos en el colegio. Me miro en el espejo. Tengo 44 años, tetas que se mantienen tiesas pese a la edad , apenas 1,60, ojos negros, culito respingón, y pelo negro que me cuesta alisar. Me llamo Helena. Estoy atractiva con la bata y el camisón corto. Espero a mi amante.

Suena el celular.

-¿ Me invitas a desayunar?.

Es él que viene a cogerme.

  • Sí, ¿te preparo un café con leche con tostadas?

  • Solo el café con leche. Yo llevo unas porras.

Apenas me da tiempo a moler y hacer el café cuando suena la puerta de casa. Allí está Paul, con una sonrisa de felicidad y un paquete de la churrería en la mano.

Entra y me besa. El primer beso es un pico en los labios, le tomo de la mano y le llevo al salón, en la mesa están las tazas con el café con leche recién hecho, junto a ellas deja las porras. Y me vuelve a besar, esta vez como un lobo en celo. Su boca en la mía, me mete bien metida la lengua, mientras apretado a mí, recorre con manos ansiosas mi cuerpo, sobándome encelado

Nos separamos jadeando. Le miro la polla, dura bajo el pantalón, mi concha se ha mojado en respuesta a sus caricias.

  • ¿ Desayunamos antes de que se enfríe el café?

  • O.K. Vos no te enfrías seguro y si eso baja, te toco un poco la pistola y vuelve a estar preparada para disparar.

Me quito la bata, quedo en el camisón blanco, mis tetas turgentes con los pezones erectos se transparentan bajo la tela. Cruzo las piernas. Él con mimo hace que las separe para poder ver mi monte de venus. Deja la mano en él, lo acaricia y luego usa dos dedos para buscar un punto más íntimo, rozando mi botón del placer.

  • Como sigas así, no desayunamos.- le digo mimosona.

Se ríe y con la otra mano moja el churro en el café con leche.

  • Es que me encanta acariciarte...mi diosa.

Respiro hondo, mis senos se levantan, sé que le gustan mis lolas, fue él el que me dijo que tenía unos senos “turgentes”, sus ojos se alegran con la movida de las tetas bajo el ligero camisón. Yo acelero en comer la porra, quiero ir a la cama a hacer el amor. Su mirada, sus caricias me tienen ya ansiosa. Sus dedos me masturban sin dejar de desayunar, es una situación excitante y divertida. Acabamos a la vez. Nos levantamos y vamos al dormitorio.

La cama está deshecha, la mira y sonríe:

. No han cogido. Se nota.

  • Ya sabes que con Antonio solo toca los viernes o los sábados en función de cuando hay partido.

  • Por eso te gusto yo, que siempre estoy dispuesto para mi putita.

Y es verdad, me excita que siempre quiera cogerme. Me paro ante mi amante y me quito el camisón, lo hago bajando los tirantes y haciendo que deslice por mi cuerpo, sé que es más sexy. Paul se quita la camisa, el pantalón, los zapatos y los calcetines, todo rápido, sin dejar de mirarme con deseo, mientras yo me desnudo.

  • ¡ Que bella eres! Eres una diosa. Me enamoré de ti el primer día , cuando te conocí.

Y es verdad, me conoció y cuando pudo hablar conmigo a solas, fue lo primero que me dijo:

  • Helena eres una diosa y me he enamorado de ti. Sé que hemos nacido para amarnos.

Que el dueño de la empresa que estaba comprando nuestro almacén, un capo del comercio, me soltara aquello y tan serio, me dejó impresionada. Paul pasaba de los cincuenta, no es guapo, no tiene una cuerpazo, pero ...a los seis meses conocernos nos acostamos por primera vez. Pienso en aquella primera vez y le susurro:

  • Mi vida, quiero que me comas.

Y me tumbo abriendo las piernas, dispuesta al ataque de su boca. Se coloca cómodo, para saciarse de mí. Noto su aliento en mi concha, cierro los ojos para concentrarme en el camino del orgasmo. La punta de su lengua recorre mi sexo, recogiendo todos mis flujos, llega al clítoris, y se posa en él. Y da la primera lamida y yo mi primer suspiro. Me encanta que me coma el coño. Que chupe y lama mi pequeño misil, que se endurece con sus mimos y me vuelve loca. Nadie me había comido el sexo. Y aquel atracón de mi concha me dejó fija a él. Soy atractiva pero solo había estado con un hombre , mi marido: Antonio. Y él es muy tradicional y con los años y los hijos cada vez menos fogoso.

Su labios rodean mi botón, grito de placer, muy suave sigue lamiendo, cada vez más intenso. Con una mano me ha levantado el monte de venus para poder atacar mejor su presa, con la otra busca en el interior de mi vagina, esa zona donde no puedo controlarme y mi explosión me lleva a soltar mi más íntimo líquido.

La primera vez sólo me comió, no sé como logró que aceptara irme a la cama con él. Una reunión de empresa en un hotel de la ciudad, mi marido me había dejado sola, no me apetecía la parte de copas, estaba de seis meses, y extrañamente caliente. Paul me tomó de la mano, cuando iba por el pasillo camino de mi habitación y suavemente pero posesivo me llevó a su suite. Y de pronto estaba desnuda,con las piernas abiertas y él lamiéndome y yo chillando de placer. Fue el comienzo de nuestra relación, me cuesta decir amor, porque parece que el amor está vinculado al vivir juntos, a la pareja, y nosotros solo somos amantes.

Noto que me voy a venir, que además el orgasmo va a venir acompañado de un chorrito de mis esencias, le aviso:

  • Ya y con chorro

Paul se concentra con la lengua y los dedos. Y estallo y gimo como lo que soy: una mujer enviciada cogiendo con su amante. Él me sorbe toda. Separa su boca de mi concha , espero ansiosa, abro los ojos, y está frente a mí, con la polla, gorda , dura , grande, apuntándome. Abro bien los muslos, se coloca y me la mete. Estoy tan mojada, que aunque es un pedazo de tranca enorme, entra suave, deslizándose en mis flujos vaginales de hembra que se ha venido con todo. Y empieza meterla hasta el fondo y dejarla casi fuera y luego volver a clavarla y así una y otra vez . Mi orgasmo ha tenido un pequeño valle que el polvo de mi amante hace remontar. No soy de chillar, pero no puedo menos gemir de placer mientras me folla esa bestia de hombre. Noto que si sigo voy a perder el sentido con la fuerza de la venida que estoy teniendo y no para. No sé las veces que me he ido. En una de las explosiones le ruego:

  • Mi vida, no puedo más, me vas a matar.

  • Eso nunca... gatita.

Y la saca, sigue dura, gorda, poderosa. Intento recuperarme de tantas explosiones de lujuria. Él se tumba a mi lado. Tiene la polla en alto.

  • Eres un toro que me vuelve loca. Quiero toda tu leche.

  • Pues sácala, mi diosa.

Sus manos buscan mis tetas, las soban, juega con mis pezones duros, ahora ha dejado de ocuparse de mi placer y se dedica solo al suyo, y me encanta que meterme mano le parezca tan maravilloso, que siga siendo para él, la diosa, la hembra, la mujer apetecible que me dijo era el primer día que me vio.

Me muevo para poder estar cómoda mientras se la voy a chupar, y que también me pueda tocar él donde y como quiera. La sujeto con una mano para empezar a lamerle la pija . Mis tetas rozan su cuerpo, las toca con una mano, con la otra mi amante me acaricia las nalgas, me gustan sus dedos en mi culo. Me esmero en hacerle una buena mamada, se lo merece. Y lo debo hacer bien porque la caricia en mi trasero se va convirtiendo en unos azotitos de ánimo, como si fuera una yegua que hay que animar para que llegue a la meta.

  • Nena ...¡ me voy a correr!

Sé lo que le gusta, la saco de la boca, le lamo el glande, meneo la base, me salta la leche en la cara y en las tetas. Le encanta regarme así con su semen. Yo me unto los dedos con el espeso líquido y me los chupo, él se mueve para besar y lamer su esperma sobre mi piel. No queda ni una gota cuando nos quedamos abrazados.

  • ¿ Quieres un Luky de Antonio?

  • Me encanta echar un pitillo después de hacer el amor, lo sabes bien...mi putita.

Soy yo la agarro el paquete y lo enciendo, me gusta la primera calada, procuro fumar poco, luego se lo paso a él.

  • ¿ Te parece bien el nuevo trabajo de Antonio? Va a ganar más, llevando los tres almacenes en la región . Están cerca, irá y vendrá todos los días y te deja más libre. Tú sigues con la parte de suministro, acá en capital, puedes estar en casa por si se pone malo alguno de los chicos...

  • Y estoy al alcance de tu pija... mi dueño.

  • De todo hay un poco...gatita.

Le beso mimosa. Le miro a los ojos con picardía y le digo en un susurro:

  • He pensado lo que me has dicho y sí...quiero que me lleves a esa fiesta... sabes que soy tu diosa pero también tu putita.

Porque eso es lo que soy y me gusta: la putita de mi jefe.