La Puta y el Cornudo IX

Perdón por la tardanza de este capítulo pero no he tenido mucho tiempo en el último mes para escribir

Por fin regresamos a Madrid. Estaba cansado del ajetreo del viaje y de los hecho en la luna de miel (jejeje). Por eso al llegar me fui a mi casa a descansar y me lleve a mis perros para que me deshicieran la maleta y pusieran lavadoras.

Al llegar a casa, les deje con la tarea mientras yo me iba a echar un rato. Antes de todo, por supuesto, me lleve a Maria para coger bien el sueño. Le dije que me la comiera mientras me dormía y así hizo ella. Les deje instrucciones que cuando acabaran se fueran para casa a ocuparse de sus cosas, que ya me pondría en contacto con ellos. Mientras Maria me la chupaba me quede profundamente dormido.

Pasadas casi 3 horas me desperté. La casa estaba en silencio por lo que supuse que no había nadie ya. Así era. Tenia toda la ropa lavada, secada y planchada y guardada en el armario. Decidí ese día darles descanso pues se lo habían ganado.

Al día siguiente, mejor que llamarles, decidí ir a su casa. Era Sábado y fui por la mañana. Sobre las 12 llame a su puerta y Maria abrió. Sin decirle nada pase a la que ya era mi casa y me encontré a Juan en el salón, sentado en el sofá. Al verme, enseguida se puso de pie. Yo fui a sentarme en el y los 2 se pusieron de rodillas a mi lado. En seguida, por supuesto, me di cuenta de que habían desobedecido una orden miá y así se lo hice saber:

  • Creo que os dije que cuando estuvierais en casa tenias que estar los 2 desnudos y con el collar puesto.

  • Íbamos a hacerlo ahora mismo – contesto Maria

  • Ya no valen excusas. Os habéis ganado un castigo merecido.

Los 2 bajaron la cabeza y callaron. Me levante y salí de la casa avisándoles de que no cerraran la puerta pues volvía en seguida.

A los 5 minutos, volví. La puerta estaba entornada como les había dicho. Estaban los 2 en el salón, desnudos de rodillas en el suelo.

  • Bien perros, ¿no saludáis a mi invitado?

Los 2 levantaron la mirada en ese momento y miraron con cara de terror a su vecino, al que había ido a buscar. El vecino sonrió con malicia y me miro a mi. Nos sentamos los 2 en el sofá. Le dije que si quería tocar y sin esperar mas se levanto y fue hacia Maria. Yo le puse la mano encima para que no lo hiciera. No tenia mas que pedirles que se acercaran. El sonrió y le dijo a Maria que fuese hacia el. Ella a 4 patas se acerco a el.

Se lanzo entonces como una fiera a por Maria tocándole las tetas tirando de sus pezones y retorciéndoselos. Esto hizo soltar algún gemido a Maria lo que espoleo al viejo que fue por el culo y el coño de Maria. Pronto le estaba metiendo 2 dedos en el coño que chapoteaba al ritmo que él marcaba.

Entonces me miro pidiéndome permiso para follársela, se lo di con la cabeza, la cogió con fuerza del pelo y la tumbo bruscamente sobre la mesa. Se puso detrás suyo y se le metió de golpe por el culo. A Maria se le escapo un grito de la impresión pese a tener el culo ya bastante abierto. Estuvo follándola un rato por ahí y de repente se cambio al coño para poder descargar en ella. Allí se corrió tan abundantemente que a mi me sorprendió que un viejo todavía tuviese esa posibilidad. Luego se salio de Maria dejándola encima de la mesa y Juan como buen cornudo, fue en seguida a limpiarle la polla.

A continuación se vistió y se dispuso a irse

  • Cuando quieras, ellos te abrirán todo lo que desees – le dije. Solo tienes que llamarme antes por si están ocupados y adelante.

El me agradeció mil veces por el buen rato pasado y por los futuros ratos que pasaría.

Un día me desperté y me puse a pensar. Vi que mis perros habían pasado por su situación bastante bien y ahora llevábamos una “relación” mas o menos normal. Por ello y como premio, decidí darles la libertad.

Me vestí y fui directamente a su casa. Entre en ella con la llave que tenia y me los encontré allí, desnudos, con su collar puesto sentados en el sofá viendo la televisión. En cuanto me vieron, se levantaron como un resorte y fueron al suelo a los pies del sofá como sabían que me gustaba tenerlos. Yo fui a sentarme en el sofá. Lo hice y Maria en seguida se levanto para traerme una bebida. Ya sabían lo que me gustaba tomar dependiendo de las horas del día. Como era por la mañana, trajo en seguida una coca cola con algo de picar y lo puso todo en una mesa al lado del sofá, recuperando inmediatamente su posición.

Me costaba dar el paso de dejarlos porque estaba muy a gusto con ellos, pero lo había decidido y no había marcha atrás. Lo que si podía hacer era darme una ultima alegría por lo que ordene a Maria que se colocara en la mesa enseñando el culo, con las tetas aplastadas contra el tablero. A Juan le mande entonces comerme la polla hasta ponérmela dura. El cornudo había aprendido a comerla de maravilla y podría trabajar haciendo solo eso cunado les dejara, pensé.

Cuando ya estaba dura, me levante, ordene a Juan ponerse al lado de Maria en su misma posición, me puse detrás suya y se la metí de golpe. El dio un gritito muy gracioso, seguido de los consecuentes jadeos, Se había vuelto toda una maricona y se notaba que disfrutaba del enculamiento.

En un momento dado, se la saque y se la metí a Maria que la acogió con alegría, ya que se había calentado viendo como follaba a su marido.

Asi estuve un tiempo cambiando de un culo a otro, y cuando note que estaba a punto de correrme, les mande a los 2 al suelo y me corrí sobre sus caras. Ellos a continuación comenzaron a limpiarse los restos de mi leche el uno al otro, lamiéndose la cara y besándose a continuación para compartirla.

Entonces, fui al sofá y me senté en el. Empece a tomar mi bebida que seguía allí y mis perros recuperaron su posición.

  • He venido hoy porque tengo que hablar con vosotros.

Ellos se miraron extrañados y a continuación me miraron a mi.

  • He decidido que ya habéis pasado bastante conmigo, y como regalo de bodas que aun no os he hecho, os doy la libertad.

  • Señor, si hemos hecho algo mal, díganos que es para rectificarlo si es posible – dijo Maria enseguida.

  • Prometemos ser los mejores perros que pueda desear – replico Juan.

  • No es eso. Es que creo que os merecéis ya la libertad. Yo os prometo que no volveréis a saber de mi.

  • Pero Señor, nosotros queremos saber de usted – dijo Maria

  • Explicate – dije.

  • Verá. Hemos estado hablando y usted nos ha descubierto placeres que hasta ese momento no sabíamos ni que existían. De acuerdo que a veces lo hemos pasado mal, pero el placer que hemos sentido hace que todo lo malo merezca la pena.

Eso me cogió totalmente por sorpresa, ya q ue no me lo esperaba.

  • Entonces ¿Queréis seguir a mis ordenes?¿Perteneciéndome?

  • Si Amo – dijo Juan. Hablamos de ello la otra noche y estamos totalmente de acuerdo.

  • De acuerdo entonces. Si es lo que queréis, que así sea. Firmaremos un contrato de sumisión hacia mi para dejar todo bien fijado y hacerlo ya bien.

  • Cuando usted quiera Señor.

Y así me quede con los 2 perros que estuve a punto de perder. Los tres empezamos una nueva vida como Amo y sumisos

Me encanta dominar parejas porque me gustan las relaciones a largo plazo y creo que es lo mejor para algo así. Si alguna queréis conocerme, estaré encantado de vuestros comentarios en garvil42@hotmail.com.