La puta, mi jefe y yo (04)

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LA PUTA, MI JEFE Y YO, 04

Tras colgar el teléfono, Ramón se sentó a mi lado, pegando sus piernas a las mías. Pasó su brazo derecho tras mi espalda, hasta posar su mano sobre mi hombro. Me llevó hasta el con fuerza, mientras su mano derecha alcanzaba el centro de mi pecho, justo sobre el primer botón de mi camisa. Fue desabrochando uno a uno cada cierre de mi prenda, aprovechando para acariciar mi torso desnudo.

Me había desecho ya de la camisa, para permitir que sus dedos acariciaran cada centímetro de mi pecho. Al mismo tiempo, Ramón obligaba a mi cara, acercarse a la suya, llegando a tener sus ardientes labios a pocos milímetros de los míos. En esa situación, me lance a por el.

Tras humedecerme levemente los labios, alcancé su boca. Primero fue un leve roce, seguido de un más insistente beso. Mi lengua entro sigilosamente en su cueva, saliendo al encuentro de su húmedo músculo. Tras el primer contacto, casi accidental, deje que nuestras lenguas se reconocieran, danzando levemente una alrededor de la otra, desinhibiéndonos cada vez más. Tras un minuto escaso, Ramón estaba tumbado boca arriba sobre el sofá, desnudo de cintura para arriba y con el pantalón en el suelo. Lucia solo unos pequeños gayumbos, que apenas conseguían vestir su verga empalmada. Sobre el reposaba mi cuerpo, cubierto igualmente por los slip, que dejaban asomarse por un lado mi rabo.

Mientras nuestras lenguas jugaban entre si, nuestras traviesas manos inspeccionaban la anatomía del otro.

Mis dedos rodeaban su dura verga, subiendo y bajando a lo largo de la misma, dándole una discreta paja. Ramón a su vez, tenía la mano metida en mi slip robándome la verga, mientras nuestros discretos besos se convertían en un morreo en toda regla.

Tras unos minutos de exploración, nos quitamos la poca tela que nos cubría, haciendo que nuestros cuerpos desnudos se unieran.

Sonó el timbre y Ramón fuá a abrir. Era Marta, su amiga prostituta. Mi jefe la recibió desnudo y la acompaño hasta el salón, donde yo me encontraba en bolas, sentado en el sofá, abierto de piernas esperándolos.

Marta se desnudo rápidamente y se abalanzó sobre mí, tragándose mi dura verga, majándola con maestría.

Ramón me levantó del sofá, colocándose tras de mi, metiendo su verga entre mis nalgas. Marta, Sin sacar mi polla de su boca, siguió nuestros pasos, que nos llevaron hasta el dormitorio. Durante el trayecto, sentía los calientes labios de la joven chupando mi pene y la durísima verga de Ramón, metiéndose en mi culo.

En la habitación, Marta se arrodillo sobre la cama, sin sacar de su boca, ni un milímetro de mi polla. Yo estaba de pie y Ramón se coloco a mi lado, acercó su rabo al mío y mientras los cogia los dos, indico a Marta que los cubriera con sus caricias orales. La joven se metió las pollas hasta el fondo de la garganta, haciéndonos gemir.

Cambiamos de postura, Ramón se follaba su húmedo coño, mientras mi polla penetraba una y otra vez en su culo, notando en cada embestida como el miembro de mi jefe presionaba sobre el mío.

En uno de esos movimientos, Ramón le saco la verga de su interior, cogiendosela con la mano y llevándola hasta su puerta trasera. Coloco su capullo junto a mi polla y con maestría, consiguió meterlo unos centímetros. Marta se quejo un poco y Ramón caballerosamente, paro, pero sin secar ni un ápice. Junto a mi polla, sentía su capullo presionando. Al sentir que su ano había dilatado, Ramón me hizo una señal y retomo su empuje. Esta vez, nuestras dos vergas, entraban unidas, hasta el fondo de su anatomía.

Tras varios minutos metiéndosela, nos corrimos uno tras otro en su interior. Marta fue a lavarse y los hombres nos quedamos desnudos, tumbados sobre la cama.

Sin dudarlo, dirigí mi boca al rabo de mi jefe, que había `perdido su dureza. Lo chupe con pasión, notando como retomaba su esplendor en mi boca. Ramón, entre gemidos giro su cuerpo hasta que sus labios alcanzaron mí miembro, erecto de nuevo.

Pude notar por primera vez como mi polla era lamida por mi jefe.

Ramón disfrutaba como un niño, mamando mi verga. De repente. Me cogio ambas piernas, las abrió y de un golpe me clavo la polla hasta el fondo de mi culo, fallándolo bruscamente.

Marta volvió a la habitación, observando como mi jefe me la metía desbocado. Se acerco a Ramón, intentando agarrarle la verga que entraba y salía de mi culo. Mi jefe la retiro de un empujón y con unas cuantas embestidas mas, se corrió dentro de mi cuerpo.

Ramón gritaba en cada metida y cuando se quiso dar cuenta, la joven se había ido y el, acababa de follarse a un tío.

A partir de ese DIA, mi jefe y yo fallábamos casi a diario, organizando incluso orgías con jóvenes muchachos, pero eso es otra historia.