La puta, mi jefe y yo (02)

Siguen mis aventuras

LA PUTA, MI JEFE Y YO (02)

Tras la cena de navidad, Ramón y yo fuimos a un pub donde conocimos a dos tías con las que nos magreamos a tope, hasta el punto de dejarnos llevar por el calenton y sobarnos entre mi jefe y yo.

Cometimos el error de levantarnos para pedir algo en la barra. Cuando volvimos, las tías se habían marchado, dejándonos solos con nuestro calenton.

LA PUTA, MI JEFE Y YO (02)

Al comprobar que nuestras calientes amigas habían abandonado los reservados donde nos estábamos magreando, Ramón y yo fuimos por toda la sala en su busca.

El aforo del pub estaba al limite, lo que nos dificultaba el paso entre la gente, cosa que no nos impidió seguir buscando.

Ramón iba delante de mi abriendo paso entre la gente de la sala. Yo le seguía, intentando que no se me fuera muy lejos, así podía tocarlo cada vez que detenía sus pasos. Mi jefe, al pararse, se giraba hacia mi diciéndome que no las veía por ningún sitio. Ese momento era por mi aprovechado, para unir mi cuerpo al suyo, abrazándolo por la cintura y haciendo que mi excitado paquete chocara con el suyo. Mientras Ramón me decía no se que cosas de las chicas, yo forzaba su cintura a pegarse mas contra la mía notando como colocaba su polla en medio de mis piernas, hasta unirla a la mía, que nunca había abandonado su excitación. Ramón alargaba cada vez mas, el tiempo de roce entre nuestros cuerpos, dejándose violar por mis deseos.

Tras unos minutos de búsqueda, mi jefe y yo, nos quedamos en la pista de baile, rodeados por cientos de personas que bailaban con la música y que, rodeándonos impedían que nadie se percatara de nuestros movimientos. En esa esquinita, Ramón me agarró por la cintura, mientras mi mano derecha se había posado descaradamente sobre su culo, y acercando sus labios a mi oreja, me dijo:

  • Estas putas se han largado, pero yo estoy súper caliente. ¿Qué te parece si vamos a por alguna calentorra para seguir en mi chalet? –mientras me decía eso, presionaba su cuerpo contra el mío, dejándonos las pollas unidas.--Tengo la polla a reventar –me dijo, mientras me cogia la mano y la llevaba hasta su bulto- ¿Qué te parece? –me pregunto sin dejarme apartar la mano.

  • La tienes como una piedra –le contesté.

  • Tu no eres menos –me dijo mientras me agarraba el bulto riendo.

  • ¡Vamos¡ -le respondí, agarrandolo fuerte.

Volvimos junto a la barra y nos tomamos tres cubatas uno tras otro, sin dejar de sobarnos en ningún momento.

Poco a poco, la sala se iba vaciando, pero nosotros, parecía que habíamos olvidado la necesidad de alguna tía, puesto que en nuestro rinconcito, no dejábamos de abrazarnos, uniendo nuestras duras pollas.

Llego el cierre de la sala y tuvimos que abandonarla. Fuimos hasta mi coche y sentados dentro, estuvimos riéndonos de cualquier parida durante largo rato. Nuestras manos iban locas, tocando casualmente el cuerpo del otro. Tras media hora de flipada, Ramón se abrió la bragueta, sacó su duro cipote y me dijo:

Vamos a mi casa y llamamos a alguna puta

Mientras me lo decía, no pude apartar los ojos de su verga. El, percatándose de mi interés, la cogia fuerte por la base y la movía de un lado a otro.

Hacemos lo que quieras –le contesté

Ramón entonces me cogió la mano, la llevo hasta su rabo y me confesó una fantasía:

. Nunca he hecho una orgía y me apetece mucho que follemos los dos juntos a una tía.

En ningún momento apartó mi mano sobre su verga, lo que me animó a rodearla con mis dedos y empezar a pajearle, apretándole el tronco con fuerza, haciéndole gemir con mis caricias

Pero tenemos que metérsela los dos a la vez –le dije.

Ramón accedió a mi petición, arranque el coche y fuimos a su casa. Durante el trayecto, mi jefe no cerró su bragueta, dejándome la polla a mi alcance, lo que hice en varias ocasiones.