La puta del jefe
Como una mujer, a pesar de estar casada se convierte en una puta acostándose con su jefe.
Les voy a relatar un asunto muy difícil de asimilar y sobrellevar; esto es un acontecimiento absolutamente verídico, que para mi, tiene un trasfondo de infidelidad pero con un hombre mayor que yo y por eso lo pongo en este apartado; léanlo y juzguen por si mismos.
Hasta finales del año pasado, estuve laborando en una empresa de diseño y venta de mobiliario para oficinas. Me desempeñaba como coordinador tanto en la parte administrativa como en una de las áreas relacionadas a la promoción y comercialización del mobiliario; estaba en mi tercer año en el puesto y cuarto en la empresa. A mis 23 años era el miembro mas joven de ahí.
Ahí, conocí a la que ahora es mi mujer Brenda Janeth de 18 años apenas ya que le habían dado un permiso especial de trabajo por su capacidad intelectual. Ella, se encargaba de todo lo relacionado a los proveedores y apoyaba eventualmente al personal de ventas.
Desde la primera vez que hablé con ella (llamé, para solicitar orientación para ubicar las oficinas, ya que yo venia de otra Ciudad enviado por la empresa para asumir mi nuevo cargo en esta plaza) quedé impresionado, me gustó su tono de voz el cual definiría como sexy. Luego, al llegar al sitio y verla en persona no pudo ser más grata la experiencia, ¡superó mis expectativas!
Ella, era una chica delgada, muy blanca, muslos atractivos y manos estilizadas. Al darse la vuelta para indicarme donde estaba el espacio que debía ocupar, pude verle sus glúteos, los cuales enseguida me llamaron la atención por ser particularmente formados y sobre todo parados. Tiene unos hermosos ojos verdes estilo gatuno que seducen fácilmente pero al ser una niña es muy inocente también.
Es fecha, que me sigue encantando su larga y aleonada cabellera negra, sus rasgos me tenían al borde del enamoramiento a primera vista. Nariz perfilada y finamente respingadita y sus labios (uno de mis invaluables delirios) delineados, carnosos a más no poder. Se veía mucho más linda cuando sonreía (sus facciones se observaban aún más suaves) aunque lo hacía muy poco, su comportamiento era moderadamente serio. Esa primera vez, hablé unas cuantas cosas con ella y finalmente se retiró.
Un poco más tarde (y después de recorrer las instalaciones y conocer al resto del personal), decidí volver a llamarla a mi oficina, básicamente lo que deseaba era un pretexto para invitarla a comer, pero me rechazó, no sé si porque no podía (como me lo expresó) o porque de plano no quiso. Ese detalle, aumentaría mi interés en ella. Decidí tomar el reto de que me aceptara una primera invitación. Finalmente aceptó, me llevó mucho más tiempo de lo que imaginara, pero a partir de ese momento nos volvimos inseparables.
Me fascinaba su actitud orgullosa y humilde a la vez, una mezcla que renovaba cada día mi atracción hacia ella.
Su familia, era de esos pueblos (muy en las afueras de la Ciudad) donde es común encontrar personas con rasgos y físico muy llamativos, típicamente criollos, muy blancos, a veces rubios y de ojos color claro, azul, verde. Otro detalle, es que suelen tener pequitas y esa era una de las características de ella, la verdad se le veían muy simpáticas. En general, es gente bonita pero de carácter humilde. La mujer, es algo sumisa, seria y abnegada.
Conocí a su familia, nos caímos muy bien desde un principio. Les agradaba, la idea de que estuviéramos por formalizar nuestra relación la cual finalmente nos llevaría al altar: ¡nos casamos!
En la Empresa, no estaba permitido que se dieran este tipo de relaciones y lo sabíamos de antemano, por eso acordamos ocultarlo hasta donde fuera posible y en el último de los casos: ¡negarlo!
Claro, que no pudimos engañarlos por mucho tiempo, pero les éramos tan útiles que se hacían los disimulados en la Oficina Matriz. Todos al fin lo supieron, pero se comportaban como si lo desconocieran, y en el caso del personal de la oficina local (las que ocupábamos en esta Ciudad) lo comentaban con discreción.
De ella, lo que más me gustaba de su personalidad era que no perdía su humildad, siempre actuaba conservadoramente.
Le había animado a arreglarse a su entero gusto y disponer de las prendas que estaban de moda sin mortificarse de que me fuera a incomodar. Pero, cómo me iba a oponer si el beneficiado por principio era yo mismo. Tenía, la oportunidad de lucirme con su encantadora presencia y tratar de tomarme ligeras las infaltables indiscretas miradas que la repasaban por todos lados.
En la oficina, los empleados se llenaban el ojo con su porte, y más cuando tomó finalmente la determinación de andar a la moda de entonces usando mini vestidos o faldas muy rabonas. Me ponía nervioso con su vestimenta.
Me sentía especial por haber sido el primer y único hombre sexualmente en su vida. Antes, ella sólo había tenido un novio (de su Pueblo), con el que no avanzó mucho en su sexualidad debido a las ideas tradicionalistas de ambos.
Con un año de casados no teníamos hijos aun, pues ella solía cuidarse ya que era nuestro deseo tener familia hasta que estuviéramos más estables económicamente.
Debido, a que la Empresa en general creció mucho (y nuestra plaza no fue la excepción), aumentaron las responsabilidades y la supervisión. Teníamos de vez en vez visitas de la Oficina Matriz (que se encontraba en otra Ciudad).Incluso, nuestros propios jefes llegaban a visitarnos. Uno de ellos (que era con el que más nos comunicábamos), comenzó a interesarse por la forma de trabajo de mi esposa que decía, era sobresaliente. Él Sr. Díaz como se llamaba aparentaba ser una persona seria pero algo prepotente tenia 56 años era barrigón aunque se notaba fuerte muy moreno y muy velludo tal vez por eso abusaba de su autoridad ya que al no ser atractivo trataba de sobresalir, era en fin del tipo de jefes que quieren llamar la atención dando órdenes sólo por darlas y hacer notar superioridad o su rango en la Empresa. Aunque, conmigo no era propiamente descortés tampoco era muy benévolo; cada que venía a la oficina de esta Ciudad me daba instrucciones que eran evidentemente innecesarias:
Comencé, a notar en mi jefe su predilección por trabajar en el área que concernía a mi esposa, pero además muy cerca de ella. Le pregunté a mi mujer un par de ocasiones si no lo veía acosador, insinuante, me dijo que no, que lo sentía normal. Lo cierto, es que ella por su formación suele ser un poco ingenua y tal vez no sabía descifrar las intenciones que escondía nuestro jefe. Ya que constantemente yo veía que le daba alguna nalgadita o un pellizco de cariño en sus bien formadas nalgas que hacia sonrojar a mi esposa.
Por esos tiempos nos avisaron de la necesidad de realizar una auditoria interna, sin embargo, aunque nos esmerábamos por mantener todo bajo control, una y otra vez nos postergaban la visita, hasta el punto que habiéndose prolongado tanto, dejamos pasar algunos detalles que se acumularon al grado de que constituían un problema de moderada relevancia que sin saberlo entonces: otorgarían el pretexto vil para las malsanas intenciones de nuestro jefe.
Ocurrió, que llegaron a hacernos la auditoria cuando menos preparados nos encontrábamos, sin embargo, como la dividieron en tres días (uno por departamento), alcanzamos a realizar algunas correcciones y sólo faltaba el área que menos trabajo costaba por ser la comúnmente más ordenada: la de mi mujer.
Esa tarde, todo transcurría con aparente calma y esperábamos la terminación de la auditoria para irnos a celebrar el fin de semana.
Cuando llegaron los encargados de la auditoria, se dirigieron al área que correspondía a mi esposa. De pronto, mi jefe dijo que él se encargaría de hacerle una primera evaluación. Nos pidió salir de esa oficina, y diciendo que no se valía pasarse información: cerró la persiana y desde luego la puerta.
Ese día (que es costumbre salir temprano), iríamos junto con algunos de los compañeros de trabajo a algún bar. a pasar un rato ameno. También, como es costumbre, ya desde entonces lucíamos ropa acorde a los lugares que solíamos frecuentar. Mi esposa, traía uno de esos mini vestidos que terminan muy breves, dejando ver sus muslos casi desde donde nacen, y como son ceñidos (se pega a su cuerpo) hace que se le dibujen perfectamente los glúteos, evidenciando además: que usa tanga.
Estuvimos platicando justo en un espacio que se encuentra inmediatamente afuera de la oficina que usa mi mujer, tratando de que al escucharnos se sintiera apoyada y no se pusiera nerviosa con su evaluación que sorprendiendo a todos: decidió llevarla a cabo el propio jefe.
Esperábamos que se demoraran un poco, habían transcurrido alrededor de 40 minutos se abrió la puerta y salió a prisa nuestro jefe. Preguntó por el baño que si no estaba ocupado, le dijimos que no, que podía hacer uso de el; se dirigió hacia allá sin decir nada.
En ese momento, mi esposa se asomó haciendo a un lado la persiana y nos hizo una seña como dando a entender que ya mero terminaban. La noté seria, pensé que seguramente se encontraba nerviosa por la evaluación y por ser el mero jefe quien la realizaba. Se retiró de la ventana dejando sin notarlo (se desacomodó la persiana): un muy breve resquicio por donde ver hacia dentro.
Regreso nuestro jefe y ni con permiso nos dijo, sólo entró de nuevo a la oficina donde mi mujer le seguía esperando para terminar la evaluación. Alcancé a observar, que mi esposa se paró repentinamente y se acercó a él dándose al parecer una especie de abrazo que sugería era de felicitación. Luego, creí haber visto que él posaba al menos una de sus manos (mi posibilidad de visión era limitada) en las nalgas de mi esposa, y aunque no estando muy seguro ya que ella me daba la espalda y no me dejaba verlo, alcancé a notar como que acercándose un poco más a mi mujer le diera un beso, que interpreté de saludo de despedida pero que me parecía normal.
Finalmente, él salió y nos pidió un minuto para hablar con el resto de las personas encargadas de practicar la auditoria. Nos retiramos, pero no muy lejos. Claramente, le escuchamos decir: que para él no había necesidad de hacerle nada más a mi esposa, ya que dijo, ya la había evaluado, analizado suficientemente, que la vio bastante bien, que la sintió profundamente compenetrada en su área de trabajo, y que incluso ya le dio una probadita de lo que vendrá más adelante en relación a la nueva metodología, y que aunque fue algo rápido, no quiso dejar pasar la oportunidad de darle personalmente la introducción para que se fuera acostumbrando. También, dijo que si bien estuvo un poco nerviosa mi mujer, piensa que es natural, ya que no todos los días siente lo que hoy sintió con él (fueron esos los términos que uso en su referencia).
Todos, estábamos emocionados con las buenas observaciones que nuestro jefe había comentado acerca de mi mujer.
Mientras los demás pasaban a otra área a tomar café, me dirigí a la oficina que ocupaba mi esposa, le toqué la puerta, me abrió y no me dejó felicitarla diciéndome que le urgía ir al baño, que tenia muchas ganas de orinar. Se retiró al sanitario caminando extrañamente, como si le molestaran sus zapatos.
Fui a reunirme con los demás. Relajados, platicábamos alegremente.
Se nos unió de pronto mi señora, le pedí que ya se relajara puesto que la notaba inquieta, tal vez nerviosa, y me dijo que si que lo iba a intentar.
Los demás, conversaban respecto a decidir a que bar. iríamos. De repente, el jefe se acerca y le pide a mi mujer que si puede ir con él un momentito. Ella, diciéndonos que horita regresa, se retiró con el jefe a una de las oficinas. No tardó casi nada. Ella, nos dice que ya podíamos salir que el jefe nos daba la autorización. Todos felices, entusiasmados, ella algo extraña, seria. Le dije que casi no traía maquillaje y aunque me dijo que cuando fue al baño se lo quitó, la realidad es que antes si lo traía bien y ahora se lo notaba corrido. Se fue a maquillar al tocador, y al regresar nos fuimos finalmente al bar elegido.
Teníamos, un par de horas en el lugar y advertí que mi esposa había tomado más de lo normal, es decir su máximo eran dos (copas) y ahora llevaba cuatro. La notaba pasadita de copas y le pedí que si mejor nos retiráramos. No lo dudó, me dijo que estaba de acuerdo. Pagamos lo que habíamos consumido nosotros y nos cooperamos con algo extra de los demás. Después de despedirnos, salimos finalmente.
No llevaba mucho tiempo conduciendo cuando repentinamente ella comenzó a hablarme. Me dijo, que siempre tuve razón respecto a que el jefe la pretendía sexualmente. Sorprendido, le pregunté inmediatamente que a que venía el comentario. Ella, continuó diciéndome que era una tonta por no haberme dicho nada antes. Le dije que me dijera de qué diantre estaba hablando. Ella, continuó diciéndome que antes ya había tenido una referencia que no me comunicó por vergüenza, me dijo, que la anterior ocasión que había venido el jefe (hacía un par de meses) y que habíamos salido (junto con los demás compañeros de la oficina) a una disco-bar (recordándome que esa vez ella se había tomado una copa menos que ahora pero lo suficiente para sentirse mareada), también al jefe se le habían pasado notoriamente las copas y que estando todos sentados en la mesa, de pronto él le tomo la mano, pero que eso ella simplemente lo vio como un gesto afectivo y nada más, aunque si se llegó a sentir inquieta porque no se la soltaba, mientras que yo -me recordaba- estaba totalmente distraído en la platica con los demás compañeros.
Luego, me dice que en un momento dado se la empezó a acariciar (la mano) y que ella no podía soltarse por que le daba pena. Fue, cuando él decide colocar la mano de ella en la entrepierna de él, pudiendo mi esposa sentirle claramente por encima del pantalón su miembro viril, que me comenta: lo traía muy duro.
Casi choco al decirme ella eso. Busqué orillarme y al hacerlo apagué el auto y le pregunté que qué hizo (ella) entonces, y me dijo que nada, que sólo se lo estaba sintiendo sin mover su mano, que esperaba que él se la retirara para no tener que quitarla ella misma porque le daba más vergüenza, pero lejos de eso, lo que él hizo fue más audaz: se bajó el ziper y liberó su miembro viril que ofreció a mi esposa tomándole su mano y llevándola a su pene. Ella, no sabía que nuestro jefe se lo había sacado, ¡que lo traía de fuera!
Cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde. Nuevamente, su falta de carácter le hacia sucumbir a los excesos de nuestro jefe (que andaba muy tomado). Ella, me platica que le comenzó a tocar el pene asiéndolo (con su delicada y blanca mano de dedos estilizados).
Me recuerda, que justo cuando esto sucedía, él y yo platicábamos largo y tendido; me preguntaba muchas cosas de la oficina, del trabajo, y me comentaba acerca de la buena decisión que tomó al haberme enviado a esta Ciudad para hacerme cargo de mi área, y que suponía me estaba yendo muy bien en el trabajo y en lo sentimental. Que sólo me reprochaba una cosa; el no haberlo invitado a la boda. Recuerdo, que yo me reía tratando de no tocar el tema y de desviarlo hacia otra conversación, me daba pendiente que al aceptar tal hecho (mi casamiento con una compañera de trabajo), después que anduviera él sobrio: me lo fuera a recriminar y hasta me corrieran.
Mientras yo platicaba aquella noche en la disco bar con mi jefe, estaba ajeno a lo que él le estaba poniendo a hacer a mi mujer. Ahora, ella me comenta qué pasaba en ese momento. Me dice, que el jefe cada tanto se le acercaba al oído y le decía insistente que lo acompañara al hotel donde se estaba hospedando, que me dijera que tenían que ver cosas de trabajo pero que necesitaba mostrárselas en su lap top que no traía consigo. Ella, le decía que no deseaba moverse porque se sentía algo tomada y no querría correr riesgos. Él, le dijo que dejara su auto y que se fueran juntos en un Taxi. Ella, seguía tratando de desviar su conversación y le sugería que mejor platicara conmigo.
También, me cuenta que le preguntaba que qué tal la sentía. Ella, disimuladamente le contestaba que muy dura como un hierro. Él, le decía cosas como que se lo estaba acariciando (su pene) bien rico, que sentía la mano bien exquisita, que se lo agarrara más fuerte, que se lo apretara pero al ser demasiado grueso no lo abarcaba con su manita. De cuando en cuando la ayudaba, orientándola de cómo él deseaba que ella le hiciera caricias a su pene. Le tomaba su mano y le marcaba el movimiento que quería que mi Mujer le proporcionara, es decir: que le bajara y subiera el prepucio, lo que viene a ser una masturbación. Ella, se lo hacía con la intención de que ya no le solicitara más el irse al hotel.
Mi esposa me confiesa que: se la sentía muy mojada, le estaba lubricando mucho, tenía toda embarrada la mano del liquido del falo de nuestro jefe. Ella, quería limpiarse pero no sentía valor de quitar la mano. Él, tomado y ardiente buscaba meterle la mano por debajo de su falda hasta que de tanto intentarlo le quedo apresada (la mano) por una parte de la pierna de mi esposa. Él, le pidió que si por favor se levantaba un poquito para poder liberarse, ella le creyó, pero cuando se levanta lo suficiente para que él pudiera sacar su mano, lo que terminó haciendo él (y que era realmente su intención), fue meterle bien la mano por debajo de la falda, de tal forma que cuando mi mujer se vuelve a sentar, él la tenia bien sujeta de las nalgas y tratando de hacerle a un lado su tanga para tocarle su intimidad. Mientras eso ocurría, él y yo retomábamos la plática sin imaginarme siquiera todo lo que estaba haciéndole a mi esposa, y que se le facilitaba porque era un lugar muy oscuro y todos estábamos apretados en esa mesa.
La escena de la que yo formaba parte de manera inconsciente, era trepidante. Para ese momento, él ya le había metido un dedo a mi mujer por el ano. La muy tibia de mi esposa no sabía qué hacer, cómo quitárselo de encima mientras mi jefe le violaba el ano con su grueso dedo como salchichón. Su falta de carácter, era lo que le hacía permitir toda esa vejación. Seguramente, mi jefe con la experiencia que se cargaba, habría notado la actitud sumisa de mi mujer, Desinhibido por el alcohol, mi jefe se mostraba decidido ha llevar las cosas hasta donde fuera posible.
Era una situación impensable. La oscuridad, jugaba su papel, así como el alcohol.
La situación, se agudizaba debido a la imprudencia de mi jefe sumado a la falta de carácter de mi esposa, que no le permitía recurrir a cualquier pretexto, como el decirle que deseaba ir al baño. No, nada se le ocurría. Ella, prefería no pasar pena alguna, pero estaba de todas maneras pasando unos momentos difíciles. El jefe, la tenía jalándole su miembro y le había metido uno de sus dedos en el ano. Mi mujer, no decía ni hacia nada ante esa eventualidad. Ella, se quedaba ahí sentada en la mano de mi jefe, permitiéndole sentir una parte tan íntima como lo es su ano. Mi esposa, sumisa como ha sido siempre, con su esbelta mano: jalaba y jalaba el pene de nuestro jefe mientras él y yo conversábamos animadamente. Yo, torpe e ingenuo, sin sospechar absolutamente nada.
Recuerdo, que hubo un momento en que él la abrazó, se entendía como un gesto afectivo algo pasadito, pero se toleraba. Desconocía, que cuando se arrimaba a mi mujer le decía al oído que: si antes había tocado una verga más dura que la de él. Ella, con discreción y usando monosílabos contestaba que no. Él, le preguntó entonces si la suya era más dura que la mía. Ella, le aseguraba con franqueza que si. Él, le pidió que se lo dijera completo. La tontita de mi mujer, haciéndole caso, le responde sincera que si, que él, era el hombre con la verga más dura que jamás había tocado mientras el le embarraba la mano con su semen que mi mujer sintió muy caliente.
Lo único que pudo parar esa infamia, fue el hecho de que se nos acercaron los meseros para decirnos que estaban por hacer corte y cerrarían ya el bar. Ella, tuvo una oportunidad que no desaprovechó: pidió el baño. De regreso, ella ya no se volvió a sentar, se quedó parada mirándome y me dijo: nos vamos. Total, nos despedimos. Los demás (incluido nuestro abusivo jefe), pensaban pasar a otro lugar.
Llegando esa noche a casa, recuerdo que ella constantemente atendía su teléfono celular. Primero, me dijo que no era nada. Después, que era el jefe preguntando que si habíamos llegado bien. Ella, siguió atendiendo cada llamada que en realidad me dice ahora: se trataban todas del jefe, que le decía cosas eróticas diciéndole que le gustaría que fuera a su hotel para clavarle su verga y que ella le pedía que por favor ya no llamara, que casi no tenia pila y que la iba a recargar. Finalmente apagó su celular. Terminando así esa parte de su relato.
Entonces, le dije que lamentaba profundamente que hubiese tenido que pasar por todo eso, que si me lo pedía renunciaba a mi trabajo así fuera por dignidad. Ella, me dijo: no, ahora no deseo que renuncies, pues justamente por conservar nuestro empleo es que hoy tuve que terminar de ceder.
Qué ??? Le grité, y me dijo: si, como lo oyes, cedí a cambio de asegurar nuestro empleo. Este día, el jefe me dijo cuando me encerró en la oficina, que estaba pensando hacer cambios, que aunque se estaba trabajando bien, no era lo que él esperaba de nosotros, que no pasaríamos la auditoria, que en realidad nos quedaba muy poco en la Empresa, y que además, él sabia perfectamente que tú y yo somos marido y mujer, que eso no está permitido y por ser yo aun menor de edad le habían pedido desde la Oficina Matriz que nos despidiera a ambos. Sin embargo, me dijo que había logrado convencerlos de que yo me quedara pero tú saldrías definitivamente. Le pregunté, si no habría manera de convencerlos de que tú también te quedaras, y me dijo que la única manera que se le ocurría seria que él mismo los convenciera. Le dije, que porqué no lo hacía entonces, y me dijo que porque tenía primero que negociarlo conmigo. Le pregunté, que qué era lo que teníamos que negociar y fue entonces que me llamó a su lado. Pensé, que me mostraría algo en el monitor pero al pararme e ir a donde estaba sentado, me pasó una mano por las piernas y comenzó a acariciármelas. Después, con gran destreza se apoderó de uno de mis pezones que empezó a pellizcar y por otro lado por debajo de mi corto vestido y haciéndome a un lado la tanga, me metía sus dedos en mi intimidad, que te confieso sería por los nervios pero: estaba empapada! mientras su otra mano me sacaba mis senos para morderlos a su antojo
Ella continuó su relato:
Rápidamente, se bajó el ziper y se sacó el pene, esta vez si se lo vi., estaba flácido. Creo, que él hasta ese momento también se encontraba nervioso. Su glande, lo tenía cubierto por piel (mi mujer, no conocía otro pene hasta entonces más que el mío, circunciso) y .
El resto de lo acontecido se los contaré yo, apegándome fielmente a lo que mi esposa Brenda me narrara:
Me platicó, que el jefe se había sacado el miembro del pantalón y que lo tenía grande pero flácido y cubierto por el prepucio, algo que ella nunca había visto personalmente pues hasta ese entonces: sólo había conocido mi pene,
El jefe, le dijo a mi Brenda que se hincara abajo del escritorio. Ella, accedió pretendiendo salvar mi empleo. Él, le dijo que se lo chupara. Ya hincada, se agacho más hasta alcanzarlo con su boca, pero entonces, se le ocurrió pelárselo bajándole el prepucio y descubrió una cubierta blanca alrededor del glande (que es característica de los penes que no tienen la circuncisión, se les forma muy seguido esa capita blanquecina que algunos llaman queso). Él, no le permitió más titubeos y con una mano la tomó de la cabeza y se la acercó a su miembro diciéndole: debes lamerlo primero. Entonces, ella se lo empezó a lamer. Mi esposa, retiraba con la lengua todo el quesillo del glande de mi jefe. Pensó, en escupir ese queso en el bote, pero el jefe le dijo: no lo tires, saboréalo y trágatelo! Diciéndole eso, ya no la dejo incorporarse, hundiendo entonces su enorme falo en la boca de mi mujer. Ella, comenzó a mamarle el miembro, transformándolo en una verga ancha, durísima, con una cabeza descomunal!
La transformación del pene de nuestro jefe fue mucho muy notoria. Mi Brenda, se percató de ello al retirarlo de su boca. Ella, me confiesa haberse sentido excitada, fascinada, sorprendida y atemorizada por el aspecto del falo que tenía enfrente palpitaba como pidiendo mas de esos carnosos labios. Por propia iniciativa, ella pensó seguir mamándoselo de nuevo pues admite que se le antojó y al jefe le excito más, pero nuestro jefe tenía prisa y otros planes. De pronto, la levantó y le dijo que se volteara se levantara la falda, mi esposa obedeció. Entonces, nuestro jefe le bajo su tanga hasta los tobillos y dijo con total descaro que tenía unas nalgas encantadoras, e inmediatamente después comenzó a besárselas locamente hasta llenárselas de chupetines mientras le clavaba de nuevo su dedo en el ano esto ya lo conoces bien pequeña puta no es verdad, la dejo ahí llorando levemente mientras se bajaba los pantalones y se sentaba en la silla e inmediatamente le ordenó a mi esposa que se sentara en su miembro: siéntate en mi verga le dijo. Brenda, reparó advirtiéndole que afuera estaban los demás compañeros y su propio Marido, a lo que él respondió que no importaba, que se sentara y ya! Mi mujer, todavía resistiéndose le hizo notar que no se había puesto protección y estaba en sus días fértiles. Él, le contestó de manera cínica: no pasa nada y si pasa pues que nos lo mantenga tu Marido (refiriéndose desde luego a un posible embarazo).
Como era claro que mi jefe no se detendría con nada, a Brenda no le quedó más remedio que sentarse. Mi mujer, se sentaba en el falo de nuestro jefe pero lo hacía con cautela, pues se sentía atemorizada por el tamaño de la cabeza. Él, desesperado, tomando a mi señora de los hombros: le empujo su descomunal tolete hasta el fondo! Ella, se quejó fuerte (quejido que escuchamos, pero creímos que se les había caído algo y que sólo se trataba del típico grito de algunas mujeres, por cualquier causa).
Cuando mi jefe tenía a mi esposa bien penetrada, le hizo a un lado su hermosa melena negra y comenzó a besarle el cuello (algo que a mi mujer la deja sin defensa). Ella, empezó a bramar lo más quedito que podía. Él, le chupo el cuello hasta el punto de dejarle un chupetín, que no había notado por su larga cabellera mientras su vagina era penetrada fuertemente por su enorme verga ella sentía mucho dolor pero fue desapareciendo dejando paso al placer ahora ya no quería que se la sacaran quería que se quedara para siempre ahí esa verga mientras mi jefe le decía te gusta puta te gusta eres una puta de las que me gustan un puta pendeja que se deja hacer de todo.
De pronto, cuando ella se dio cuenta que él estaba por venirse, se quiso retirar. Mi esposa, le dijo a mi jefe que por favor no se fuera a venir dentro de ella, pero eso a él pareció excitarlo más y le dijo: al contrario, te los voy a echar todos, quiero que te quedes con mis chorros todo el día, me entiendes? Y, diciéndole eso la recargo nuevamente en el escritorio bombeándola mas fuete por ultimo la clavo bien adentro quedándose así, se comenzó a venir a mares dentro de mi mujer. Ella, le suplicaba a mi jefe que ya parara, por el dolor que esa enorme cabeza le producía. Mi esposa, le decía que le dolía demasiado. Al fin, mi jefe decidió sacársela, dándose cuenta ambos que el grito inicial de mí mujer se debió a que ahora si realmente: la habían desvirgado! Él, le dijo con tono sarcástico: mira, de lo que se viene enterando uno, resulta que aún eras virgen.
Pues si, efectivamente, quizá debido a su himen que podía haber sido particularmente elástico y/o también al tamaño de mi pene, más modesto que el promedio.
El caso, es que mi jefe fue el primer hombre que habiéndole literalmente pedido las nalgas a mi señora, resultó tener una tranca si no muy larga, si ancha, pero sobre todo con una descomunal cabeza que (como lo refiere mi mujer) ella sintió: la penetró y abrió más de lo que podía tolerar, desflorándola irremediablemente.
Mientras ella trataba inútilmente de desarrugarse la ropa, él, victorioso, le exclamaba: hasta que te tocó una verga de adeveras, y continuaba sarcástico: le gusto la ensartada que le di señora de Sánchez ..., mofándose de que era una mujer casada y extendiendo la burla a su Marido: no te estaban dando de verdad, pobre. Tu maridito no tiene con qué darte jaja! ¡Pero, ahora si conociste un macho de verdad, cual debe ser verdugo!
Finalmente, mi jefe salió (a lo del wc) y al regresar se dio aquella escena que creí ver por la pequeña abertura de la persiana cuando ella se levanta y él la toma de las nalgas. Ahora, supe además que en ese instante exigió a mi mujer que le dijera, que a partir de ese momento: él era su verdadero macho y que si no le bajaba la regla recordara que habría sido él quien la preñó. Fue entonces que ella le dijo lo que le pidió; jefe, usted es a partir de hoy mi único y verdadero macho, y con una sinceridad que me sorprendió hasta hacerme llorar de impotencia, mi esposa me confesó que en ese momento le agregó a él: y estaría encantada de que usted me haya dejado preñada, su verga está bien rica y aunque me ha dolido una barbaridad, me ha dejado muy excitada, alborotada, y quisiera despedirme dándole un beso con todo el sentimiento que surge de una mujer, cuando por fin se topa con un verdadero macho que la hace bramar y quisiera ser de ahora en adelante su puta solo para UD.
Y, acercándose a él le plantó un beso en la boca muy ardiente, susurrándole un : esta usted bien rico jefe, papacito!
Ya ni hablaron de mí, de lo de mi empleo, pero cuando él regreso y la volvió a llamar le dijo que todo estaba arreglado, que podíamos estar tranquilos ya que mi empleo estaba asegurado, que les había dicho a los jefes, que lo de que estábamos casados era un chisme sin sustento. Ella, le dio nuevamente las gracias y se dieron una manoseada muy intensa al tiempo que se besaban apasionadamente.
Al pasar de los días, mi esposa estuvo muy irritable y hasta lloraba. Ella, se iba con sus amigas y les confesaba que estaba enamorada de mi jefe, que lo deseaba intensamente. Incluso, pidiéndome disculpas, me confesó que le gustaría que su jefe se la volviera a coger: discúlpame amor, pero es más fuerte que yo este sentimiento, tanto que ya no quisiera que me tocaras, sólo quiero ser de él, mi cuerpo me lo exige, mi puchita me hace cosquillas y me mojo inmediatamente cada que recuerdo el ancho de su verga y el tamaño de su impresionante cabeza, esa es una verga!! Pensaba que eso era todo lo que había, pero si hubiese tenido la oportunidad de conocer otro hombre con un pene como el de nuestro jefe, la verdad no me hubiera casado contigo jamás! Perdóname la franqueza, pero me siento suya, sólo suya, de su verga. Soy una mujer desesperada! quiero ser su puta para siempre.
Ella, sin embargo, salio preñada y nuestro jefe fue a verla al hospital cuando nació la niña que es igual a mi esposa de linda acordó darnos dinero mensualmente para ayudarnos pero ella saldría de trabajar en la oficina y yo cambiaria de empleo. De hoy en adelante ella será mi puta y llegare tu casa a cojermela cuantas veces desee y hasta llevare clientes para que se la cojan también. Aún, con todo lo ocurrido, mi amor por ella no murió. Debo reconocer, que aunque mi orgullo esté mucho muy herido, la entiendo, imagino que cualquier mujer que llegue a sentir una verga de esas características se le han de doblar las piernas.
Ella, no tiene la culpa de que yo tenga (como me recrimina) un chilito. Ahora solo escucho cuando llega mi jefe y ella se emociona se van ala habitación al lado de la mía y solo escucho los bramidos de placer de mi esposa al ser poseída por el y pidiendo mas verga al igual cuando va con amigos de el todos igual viejos rabo verdes para cojerse a esa linda niña de 18 años la puta del jefe como dicen.
Si queréis hacer algún comentario, podéis mandarlos a esta dirección de e-mail: brendajaneth_23@hotmail.com