La Puta de mi Tío
Como mi tío me inició en el mundo de trans y la sumisión.
Redacté este relato cerca de Navidad, pero varias situaciónes evitaron que publicara hasta este momento, por eso alguna inconsistencia menor.
Aprovecho estas fechas para contar mi historia, de cómo me convertí en la esclava de mi tío. Hoy tengo 26 años, pero lo que estoy a punto de contarles sucedió hace seis años y unos pocos días. Antes de ese día era un chico normal, bastante atlético, delgado, algo tímido pero con relativo éxito con las chicas. Soy blanco, mido 1. 75, delgado 70 kg.
Esto sucedió la noche de navidad de 2007. Nos juntamos en casa de mi abuela que había fallecido durante ese año y siempre había sido el punto de reunión, y como forma de tributo, la fiesta se hizo nuevamente allí. Tengo un par de primos mayores con los que me llevo bien, pero ellos ya tienen novias de mucho tiempo y las mujeres empiezan a jalarlos a sus casas entonces no se quedaban toda la noche. Aunque todavía valía la pena por mi prima Sofía, no era muy guapa he de confesar, pero tenía un culo que dios. Además siempre tuvimos una relación especial. Esa noche recuerdo llevaba unos leggins que le marcaban sus ricas piernas, pero llevaba un suéter largo que le tapaba su tremendo culo. Al principio solo estábamos platicando en la sala, pero mis tíos son buenos para la bebida y cerca de la una ya estaban varios ebrios, las tías platicaban fuerte en la cocina, así que lleve a mi prima a los cuartos de arriba con alguna escusa.
Ella había tomado un par de tragos, los suficientes para soltarle la moral un poco, pero los suficientes para que supiera lo que estaba haciendo y que yo no me sintiera tan mal de que estaba abusando de ella. Ella era un poco mayor. Se quitó el suéter y pude ver ese tremendo culo a través de sus leggins. Se sentó en mis piernas y nos empezamos a besar. Estaba super caliente y ella también, apenas empezábamos a ponernos cómodos, cuando escuche a mi tía llamándola.
—Sofy. Sofía—, mi tía nunca me había caído bien, pero es noche le hubiera arrancado la cabeza con gusto. Mi prima se levanto, pude ver su culo por última vez, se puso su suéter y se fue con mis tíos. Yo me quede ahí un segundo, esperando a que la erección bajara, pero simplemente no bajaba, me había dejado a punto de turrón.
Luego de un rato note que las voces casi se habían extinguido. Bajé y casi todos se habían ido, yo había llegado en mi coche y mis padres también se habían ido, solo estaba mi tio, el mayor, hermano de mi papá. Estaba medio recogiendo un poco pero estaba muy ebrio. Me vio:
—Ehh sobrino, pensé que te habías ido—. Dijo con el tono jovial de un ebrio que ve a un compañero de parranda.
—No, pero creo que ya me voy tío—, le dije, intentando evitar las gorradas de un borracho.
—No, no, sobrino. Se acerco y me tomó por los hombres, —venga vamos a seguirle, mis hermanos, tú papá y tus tíos ya no se divierten—. Mi tío siempre había tenido fama de parrandero, era el mayor, ganaba buen dinero y se había divorciado de su esposa hace unos tres o cuatro años.
Me obligó a sentarme en un sillón y fue a la cocina sirvió un vaso para mí y uno para él. —Venga, vamos a darle—, de pronto se quedó en silencio, como pensando. —¿Qué hacías arriba?—
La pregunta me sorprendió y la verdad no quería quemar a mi prima. —Nada, solo anda por ahí—, él me miró como quien no se traga una mentira. —En serio, ¿no vi bajar de ahí a mi sobrinita linda? ¿a la del tremendo culo?—, suelta una carcajada. Supongo que mi cara delató la verdad. —No pasa nada sobrino, no le voy a decir a nadie—, luego se acercó un poco más como si alguien nos pudiera escuchar en la casa sola. —¿Te la cogiste?— como hombre me pico la pulla de mentir, para incrementar mi prestigió, pero al final no pude hacerlo. —No, en eso estábamos, pero se fueron—. Mi tío soltó una nueva risotada, —esa puta de Olga, se dio cuenta que Sofy no estaba y supo que andaba por allí, Román (el esposo de Olga y hermano de mi tío) es el único que todavía me aguanta el paso, pero por eso se fueron—.
Yo no sabía que más decir y le di un trago a mi vaso. Uff lo que sea que tuviera el vaso era fuerte. Mi tío siguió. —¿Y qué? ¿Te dejó con los huevos duros?— no dije nada, pero él ya me leía bien. Soltó una nueva carcajada, ven sobrino vamos a arreglar eso. A mí me extraño, pero supongo que el alcohol me hacía no detenerme mucho.
Fuimos a una pequeña salita frente al televisor. —Siéntate—, me dijo; yo obedecí sin preguntar nada. El puso una película en el DVD, y se sentó junto a mí. —Vamos a ayudarte—, dijo y prendió la tele y el DVD. La peli que puso era un peli porno, de inmediato salta a la vista la producción barata. Me gusto la idea, pero me daba un poco de corte con mi tío. Que iba a hacer sacármela y masturbarme y llenar de leche la salita que había sido de mi abuela.
—No, tío mejor ya me voy, usted descanse y nos vemos en la fiesta de año nuevo—. Me levante, pero se movió rápido, me tomó por un hombro y me bajo con fuerza. —Venga sobrino, lo pasamos bien— no había furia en su voz, pero su movimiento fue bastante enérgico. Bueno pensé, me quedaré un rato.
Me quede viendo la película. En ella, una hermosa pelirroja, estaba siendo bombeada por un mulato, con una verga enorme. La chica estaba muy linda, y se veía como gozaba. Empecé a erectarme otra vez. Pero era un poco incomodó, estar con mi tío. Mi tío abrió las piernas y nuestras piernas se tocaron, yo me separe de inmediato. Noté como mi tío también ya estaba bien erecto. Y a través del pantalón, se notaba una enorme verga. Yo la vi de reojo y me volví a concentrar en la película, ahora la peli mostraba a la pelirroja cabalgando la enorme verga del negro que se la había metido por el culo.
—Uff mira como se la está tragando, entera—, dice mi tío. Yo no digo nada, la veo, pero ya no puedo con la situación, me acarició un poco el bulto sobre el pantalón. Mi tío lo nota y me toca la pierna. —¿Qué hace tío?— —Te voy a ayudar, no te preocupes—. Mi tío levanto y se hincó entre mis piernas. Comenzó a desabrocharme el pantalón. —¿Qué haces?— le pregunté pero no hacía ademán de detenerlo o levantarme. Me bajó el pantalón y a través de mi calzón ya se notaba mi erección. La tengo normal 17 cm, grueso normal y ya entonces me estaba saliendo liquido pre seminal que manchaba mi calzón haciéndolo un poco más oscuro en la punta. Mi tío me mira con unos ojos extraños, me baja el calzón y huele mi verga, no puedo detenerme, ni detenerlo.
Empieza a besarme el tronco. Se lo llevó a la boca, empezó a mamar, dios que placer, me acariciaba los huevos con su mano izquierda, con la derecha me masturbaba un poco. Me estaba dando un gran placer, y así, apenas unos segundos después de que me la empezó a mamar, me vine, en uno de los orgasmos más placenteros de mi vida. Me tío siguió chupando hasta dejarme seco. Yo cerré los ojos y me quede descansando en el sillón, gozando el orgasmo. Sentí que mi tío se levantó. Abrí los ojos y se acercaba a mí. Me besó en la boca, sentí si lengua abriéndose paso a mi boca, me pasaba el semen. Mi propio semen, estaba en mi boca. Yo me resistí pero era más fuerte, me sujeto por las mejillas y me obligo a mantener el beso.
El beso se prolongó, yo sentía como mi verga empezaba a disminuir la erección, la barba de unos días de mi tío, el semen un poco salado en mi boca. Me la pasó todo, o todo lo que pudo. Se alejo un poco. —Trágatelo—, me lo dijo en voz baja, era una orden. Yo lo miré para ver si hablaba en serio. Lo hacía, lo tragué fue difícil, lo sentí muy espeso, no bajaba como el agua, pero bajo. —Ya—, le dije. —A ver—, me dijo. Abrí la boca, creo que no había nada. Luego de mirarlo, se me acercó y me plantó otro beso enorme. Me tomó de la mano y me hizo seguirlo hacia arriba. Entró en el cuarto donde hace apenas una hora y media tenía yo a mi prima a punto de coger. Yo todavía traía el pantalón en los tobillos, me lo iba a subir, pero me dijo: —No, así déjalo—, yo estaba consciente y recuerdo lo que sucedió, pero extrañamente no tenía voluntad. Me quite el pantalón y de la cintura para abajo estaba desnudo.
—Bueno sobrino, yo te ayude, ahora ayúdame tu a mí—, se quitó el suéter, y una camisa. Nunca me había imaginado como era mi tío, y ahora lo veía. Era un tipo de unos cincuenta y tanto años. Con pelo en pecho, algunos ya empezaban a echar canas. Un poco de pancita, pero muy ligera, brazos anchos, espalda ancha. Estaba muy bien para su edad. Hizo que me acercara a él, me quitó también la chaqueta y la camisa. Ya estaba completamente desnudo. Me abrazó, él era unos cinco o seis centímetros más alto, pero más grueso. Hizo que hincara frente a él y me pidió que le abriera el pantalón. Lo hice, lo baje. Traía una trusa y ya se le notaba la verga, era larga y gruesa, así sin verla bien.
Baje la trusa y su verga me golpeo en la cabeza, era grande, pero sobre todo era gorda: 19 centímetros, pero bastante gruesa. Estaba morcillona, la tomé con mi mano derecha y la sentía muy pesada, como si fuera algo más que una verga. Lo miré y me dijo —Vamos—. Yo no sabía bien que hacer, nunca lo había hecho, me la metí a la boca. Mi tío se mueve —Cuidado con los dientes, corazón, solo usa los labios y la lengua—. Lo miré y él me miraba, empecé a mamarla, trataba de recordar como hacían las chicas en las películas. Recordé como me excitaba a mí que las chicas mi miraran a los ojos mientras la mamaban y así lo hice, lo miré y vi que a él le gustaba. —Sí papi, así—, me dijo. Extrañamente su aprobación me gusto, quería complacerlo. —Llega un poco más hondo, amor—, me dijo. Nuevamente me excitó que me dijera amor, me estaba tratando como una nena y me gustaba. Me di cuenta que no estaba llegando muy hondo, solo la punta. Intenté tragar más, pero era difícil. Me ahogaba o mis muelas raspaban su verga. Pero luego de intentarlo logre tragarla toda, él me ayudaba, me sostenía la cabeza por atrás y me empujaba, hasta que mi nariz choco en la base de su vientre, la punta de su verga me llegaba hasta la campanilla y me ahogaba. Pero aguante un poco y la saque.
Su verga ya estaba todo embarrada de saliva, mi tío la sacó, yo respiré. —Muy bien sobrinito, sabía que ibas a ser mi putita—, me dijo y empezó a golpearme en la cara con su verga. Me tomó de un brazo y me levantó, me besó en la boca, sentía su verga caliente contra mi abdomen. Con su mano empezó a agarrarme las nalgas. —Ahora te voy a hacer mía—. Me giro y me puso contra la cama. Estaba parado, con las manos en el colcho y el culo empinado. —No tío, eso si no—, le dije, pero tampoco puse mucha oposición. Me dijo: —Es que no la mamas tan bien, nada más va a ser la puntita, solo para venirme en tu culito—. Yo seguía diciendo que no, pero casi no ponía oposición.
Sacó aceite no sé de dónde y empezó a frotarme las nalgas, y empezó a tocarle el culo. Hundió un dedo, pude sentir como entraba. Empezó a darle vueltas, me masajeaba, hoy sé que me estaba dilatando, en aquel momento solo sabía que estaba sintiendo rico. Luego me metió dos dedos, siguió masajeando yo empecé a disfrutar, pero la posición me cansaba. Me tío lo notó y me acostó en la cama, me puso a cuatro y siguió masajeándome el culo: dos dedos. Luego metió el tercero. Ya sentía un poco más de dolor. —Eres un natural bebe, te va a entrar toda—. —Solo la puntita tío, usted dijo—. —Sí, sí, claro, me he dejado llevar—. Me masajeo un poco más con tres dedos y se levanto, hizo que acomodará las rodillas en la orilla de la cama, me separó las piernas y él se acomodó detrás de mí. Y acomodó su verga en la entrada de mi culo.
Lo sentí, empezó a hacer fuerza, yo lo ayude empujando hacía él. Pero cuando empezó a abrir me dolió y me alejé. —No cabrona, no te muevas—. Me sujeto fuerte por las caderas y volvió a llevar su verga a mi culo. Pero yo tenía algo de miedo. Y me alejaba, aunque él era fuerte no podía evitar que me moviera. Finalmente me empujo contra la cama. Quede completamente acostado boca abajo. El apoyó una mano en mi espalda y con la otra guía su verga a mi culo, sus piernas estaban sobre las mías y si peso evitaba que me pudiera mover.
—Calma putita—, me dijo, sólo será un poco de dolor. Acomodó su verga en mi culo y empezó a empujar, yo solo apreté la boca y cerré los ojos. Sentí como entraba. Se detuvo, el culo me ardía, me dolía. —Ya está, amor, la puntita—. Me acosté en la cama, el apoyó su cuerpo sobre mí, acerco su boca a mi oído. —Sabes, estoy indeciso sobre si metértela toda o cumplir lo que dije— me lo dijo en un susurro, yo lo mire, así como estaba contra la cama, no podía hacer nada, estaba completamente a su merced.
Acercó sus dedos a mi rostro comenzó a acariciar mi mejilla, lo llevó a mi boca y ahí lo dejo. En un impulso, yo empecé a chuparlo, le chupe la punta del dedo, luego un poco más hondo. Al mismo empecé a sentir que empezó a mover la verga a bombearme, pero cada vez llegaba un poco más hondo. Seguía chupando sus dedos, él me dijo en un susurro: —Sabía que serías mi perra—. Luego se levantó y empezó a bombearme ahora si en serio. Su verga había llegado al fondo. Cada golpe sonaba un plop de su vientre contra mis nalgas. El dolor se iba convirtiendo en placer. Él no paraba. Me tomó fuerte del pelo y me jalo hacía atrás. —¿Quién es mi puta?— —Yo—, —¿QUIÉN ES MI PUTA?—, —YO—, —Sí perra, tú—. Dejó de bombear un poco, salió de mí. Su verga era una mezcolanza grotesca de mierda y sangre. Me la acercó a la cara, yo ya era un ser sin voluntad. Empecé limpiarla. Él me miraba con vicio.
Me giro, me puso boca arriba, levanto mis piernas y las abrió, mi culito estaba a su disposición. La acercó la punta y empezó a hacer fuerza, está vez se deslizo más fácil, llegó hasta el fondo, con sus manos sostenía mis piernas y me bombeaba. Yo veía su rostro de placer. La sacaba toda y luego la volvía a meter, me excitaba eso. Ver como la tremenda víbora desaparecía dentro de mí. Mi verga empezó a erectarse otra vez, y antes de que se erectara completamente comencé a eyacular otra vez. Mi tío tomó mi semen con sus dedos y lo llevó a mi boca. Lo chupe todo. —¿Te gusta papi?— —Sí— —Te gusta papi, te gusta papi, te gusta papi—, lo siguió diciendo, yo le decía que sí. Extendí mis brazo y apenas alcanzaba su rostro, pero el alargó su boca y me mordió los dedos, un poco no muy fuerte y empezó a bombearme, con más fuerza. Te gusta papi, te gusta… ahhh empezó a gemir y a gritar al mismo tiempo. Me sujeta fuerte por el cuello y empieza a bombearme más fuerte. Siento como me llena el culo de calor. Me besa en la boca. Sigue bombeando un poco más despacio. Ahhhh me mira y se ríe. —Que buen culito sobrino, ufff, el mejor en mucho tiempo—. Se levanta y me la saca. Siento un vació, como si algo me faltara. Me quedó ahí, no sé bien qué hacer. Mi tío, me levanta, pero hace que me hinque otra vez, me acerca su verga y se la limpio. Mientras lo hago siento como el semen sale de mi culo, semen y sangre y mierda todo revuelto. Cae en el suelo, dejó la verga limpia y empiezo a levantarme, pero mi tío me toma por el cuello y me pega contra el punto donde han caído dos gotas de mi culo, una es grande y viscosa, la otra es un poco más pequeña. No dice nada, yo lamo primero la más pequeña. La pasó, luego lamo la más grande; batalló un poco, pero también la pasó.
Mi tío me levanta y me besa en la boca, me guía al baño. Mientras camino, siento como sigue goteando semen y sangre de mi culo. Se pega en la parte interna de mis muslos. Sería la primera vez que me siento así, como una posesión, completamente sometido, sometida, a la voluntad de mi tío. Sentirme así me excita. Me lleva al baño, —siéntate en el escusado y puja— me ordena. Así lo hago, siento como salé casi todo el semen. Mi tío me levanta y nos metemos a bañar. Me ayuda a bañarme, eso me encanta, él enjabona el estropajo me toma por los manos, y me levanta los brazos, paso el estropajo por mis brazos, mi torso, mi espalda. Me besa me acaricia. —¿Te duele el culo, bebe?— Me pregunta. —No, me arde un poco— le digo, era verdad, me ardía y me picaba, pero no era propiamente dolor.
Me besa, y salimos del baño, me seca y me lleva a la cama. De pronto me doy cuenta de la hora, casi está amaneciendo. Mi tío se da cuenta. —No te preocupes, le digo a tu papa que dormiste aquí, porque estabas muy ebrio y se arregla el asunto, vamos a descansar—. Lo obedezco y nos vamos a dormir en la cama que acaba a ser testigo de mi nuestra pasión.
Me abrazó y dormimos abrazados así, uno junto a al otro dándonos calor y yo pude sentí como su pene se embarraba contra mis nalgas.
En mi siguiente relato continuare como se siguió desarrollando mi relación con él.