La puta de mi propio hijo (6)

Mi hijo me lleva a un club de intercambios y nos acostamos con otra pareja.

Algunas veces salía con mi hijo por la noche e íbamos a alguna discoteca; mi marido no veía extraño que saliera con mi hijo a dar un paseo. Me vestía muy sexi para él y nos comportábamos como si fuéramos una pareja: bailábamos, bebíamos, nos besábamos, nos metíamos mano. Me encantaban esos momentos. Luego nos amábamos en el coche, e incluso una vez me llevó a un motel.

Una tarde me propuso ir a un club nuevo que conocía. Acepté sin pensarlo dos veces. Me dijo que me vistiera provocativa pero elegante, y me decidí por una falda corta, medias negras y tacones altos, y una blusa blanca fina muy escotada, por la que asomaban mis pechos sin sujetador, aunque sí me puse unas braguitas negras de encaje. Cuando mi hijo me vio tuvo que controlarse para no follarme allí mismo. Me dijo que estaba buenísima, que era la mamá madura más atractiva del mundo y que esa noche lo íbamos a pasar de vicio. Mi marido no había vuelto todavía del trabajo y le dejé una nota diciendo que me había ido al cine con las amigas y que a lo mejor llegaba un poco tarde, y que el nene había salido con sus amigos.

Ya había anochecido cuando entramos en el club; era un sitio con clase, más pensado para gente adulta que para jovencitos; luz tenue, música suave, me pareció un sitio de lo más sensual. Nos dirigimos a la barra, sintiendo las miradas de los hombres sobre mí, mirando con lujuria mi escote, mi culo, mis piernas. Mi hijo me susurró que me desabrochara un botón más de la camisa, que alegrara más la vista a los hombres. Entonces me fijé que había algo distinto en ese club, había muy pocos hombres o mujeres solos, la mayoría eran parejas. Ante mi extrañeza, mi hijo me explicó que era un club de intercambios. Había oído hablar de eso, pero nunca lo había pensado en serio, y ahora sabía que mi hijo me había traído aquí para hacer un intercambio con otra pareja. La idea me excitó.

Nos sentamos en una mesa con nuestras bebidas y nos dedicamos a mirar a la gente, como si la analizáramos. Entonces un joven se acercó a mi hijo, le dijo algo al oído, y se lo llevó a otro lado; vi como hablaba con el joven y con una chica que debía ser su pareja. A los pocos minutos se acercaron los tres y mi hijo me dijo que nos habían estado observando y que les gustaría sentarse con nosotros a tomar una copa y que él había aceptado gustoso, les había dicho que yo, su pareja, estaría encantada. El joven se sentó a mi lado y su novia al lado de mi hijo. Estaban de viaje en la ciudad por un asunto familiar, se alojaban en un hotel cercano, y habían salido a tomar una copa; habían entrado en este club sin saber que se trataba de un lugar de intercambio, y les pareció estupendo, pues ya lo habían probado en una ocasión y les había gustado mucho. El joven era muy guapo, tendría unos treinta años, era alto y rubio, y me miraba con deseo. Su novia era muy atractiva y sensual, con pelo largo rubio y liso, alta, unas piernas fantásticas y dos pechos grandes y firmes. Me sentí celosa en seguida, y más viendo cómo hablaba y reía con mi hijo, y este le prestaba a ella toda la atención. Por su lado su novio empezó a hablar conmigo, y sin darme cuenta me encontré con su mano sobre mi muslo, empezó a subirla, metiéndola bajo mi falda, mientras se arrimaba y su boca se pegó a mi oreja; me susurró si no sería estupendo hacer un intercambio los cuatro, que su sueño era hacerlo con una mujer madura tan atractiva como yo, mientras follaban a su novia. Su mano llegó a mis bragas y su lengua me lamía la oreja y yo empezaba a estar muy caliente. Miré con disimulo a mi hijo y vi que se estaba besando con pasión con la chica, con una mano acariciándola los pechos. El joven descubrió mi mirada y me dijo que hiciéramos lo mismo, y acto seguido me besó en la boca, cerré los ojos y dejé que nuestras lenguas se encontraran. Su mano dejó mis braguitas y fue a mi escote, la metió bajo mi blusa y me acaricio un pecho y me pellizcó un pezón.

En ese momento su novia nos interrumpió con una sonrisa pícara, diciendo que porqué no íbamos a su hotel y continuábamos el intercambio en su habitación. Mi hijo dijo que estupendo, mirándome con expresión lujuriosa como estaba descamisada y abrazada al joven, y dije tímidamente que sí. Fuimos andando, pues era cerca, cogidos cada uno a su nueva pareja; entramos en el hotel y el recepcionista no se fijó en nosotros, subimos a su habitación muy excitados, sobre todo yo, y entramos.

Había dos camas separadas y mi hijo y la chica no perdieron el tiempo, se fueron a la más alejada y empezaron a desnudarse sin dejar de besarse. Yo me sentía un poco cortada, pero el joven me abrazó por detrás y presionó sus manos en mis pechos, me desabrochó la blusa y me la quitó, sus manos aferraron mis pechos, pellizcando mis pezones, mientras me lamía el cuello; una de sus manos bajó hasta mi falda, la subió y se metió debajo, buscando mis bragas; cuando las encontró las acarició, las frotó, haciendo que me humedeciera, cerré los ojos y me dejé acariciar y meter mano por él. Me bajó la falda y me echó sobre la cama, casi sin darme cuenta se había desnudado y se tumbó a mi lado; acaricié su cuerpo desnudo, musculoso, casi sin vello, su polla empezaba a ponerse dura y me resultaba muy tentadora. Me quitó los zapatos, las medias, muy lentamente, besándome y lamiéndome las piernas y los pies, me las puso sobre los hombros, me apartó la tela de las braguitas y me penetró. Su polla entró entera casi de un solo golpe, solté un grito de placer, y no pude evitar mirar a mi hijo, que me miró al mismo tiempo, lujurioso, gozando al verme poseída por otro hombre; tenía a la chica a cuatro patas y la penetraba con las manos en sus caderas, la chica jadeando de placer.

Después de penetrarme durante un rato, se salió de mí y se medio sentó sobre mi vientre, colocando su polla entre mis pechos, yo me los apreté y empecé a frotársela, mientras él seguía el movimiento, cada vez más excitado, y yo intentaba llegar con mi lengua para lamerle la punta y darle lametazos, hasta que se corrió; los chorros de semen me llenaron la cara y antes de que me recuperara de la impresión y sin avisar, me la metió en la boca para que se la chupara y se la dejara bien limpia. El semen me había empapado la cara y goteaba de mi pelo y mi barbilla, uno de los ojos lo tenía cerrado por el semen que lo cubría; cuando terminó, llamó a su novia, que estaba chupándosela a mi hijo tras haber recibido su semen en su coño, y vino a nuestra cama; siguiendo las indicaciones de su novio, me lamió la cara tragándose todo el semen que pudo. Su lengua recorría mi cara y cuando termino me besó, abrí mi boca y recibía su lengua y su saliva mezclada con semen; nos besamos con deseo, mientras nuestros hombres nos miraban con lujuria.

La chica se desplazó hacia mi raja, situándose encima de mí formando un 69, metió su lengua en mi coño y me lo empezó a chupar; su raja estaba a centímetros de mi cara, y no pude hacer otra cosa más que lamerla, disfrutando de su coño joven y fresco. Así situadas, mi hijo se acercó por detrás y empezó a hurgarle el culo a la chica con sus dedos, mientras su novio se colocaba entre mis piernas y me frotaba su polla contra mi coño, mientras su novia seguía comiéndomelo. Mi hijo empezó a penetrarla, lo que la hizo dejar mi coño un momento para jadear y gritar de placer y dolor, lo que aprovechó su novio para metérmela en el coño. Yo gemía incontrolada, pero no podía dejar de comer aquel coñito tan delicioso, mientras la polla de mi hijo entraba y salía de su culo a centímetros de mi cara. Varias veces la sacó de su culo y me la metió en la boca, para que se la chupara y saboreara su delicioso culo, e incluso me la pasó por la nariz para que la oliera.

Mientras, su novio me follaba con furia y hacía lo mismo que mi hijo, de vez en cuando paraba para metérsela a su novia en la boca. Así estuvimos un rato, disfrutando los cuatro juntos de un polvo maravilloso, hasta que casi simultáneamente mi hijo se corrió en el culo de la chica, y su novio en mi coño. Mi hijo casi enseguida la sacó y me la metió en la boca, metiéndomela casi hasta la garganta, llego a echar un último chorro dentro de mi boca y se la lamí. Lo mismo hizo el chico, tras correrse en mi coño, la sacó y se la metió a su novia en la boca para acabar de correrse. Después se apartaron, y dejaron que la chica lamiera mi coño encharcado de semen y fluidos, y que yo le lamiera a ella su culo, del que brotaba semen que tragué con placer.

Después de descansar un rato mi hijo y yo nos vestimos y nos fuimos, dejando a la pareja tumbados en la cama acariciándose. Cuando llegamos a casa mi marido estaba despierto y nos preguntó qué tal lo habíamos pasado; nos duchamos por turnos, y cuando me acosté mi marido me folló, lo disfrutó, e incluso yo también, pero no le veía a él, veía a mi hijo y a la pareja con la que habíamos follado tan salvajemente ese día.