La puta de mi padre
Soy puta pero voy a dejarlo, lo estoy dejando, de hecho hace menos de una hora he atendido a mi ultimo cliente, mi padre.
Me llamo Ana, tengo 37 años y soy puta. Lo he sido durante 20 años, ahora lo he dejado, bueno, lo estoy dejando, de hecho, hace menos de una hora que he atendido a mi ultimo cliente, mi padre.
Con 17 años me fui de casa y desde entonces no lo había vuelto a ver, ni a mi madre, ni a mi hermano. Hoy era un día como otro cualquiera hasta que ha llamado un cliente, he quedado con él en mi casa y cuanto ha entrado lo he reconocido, nada mas verlo. Él no me ha conocido, en absoluto.
En un principio le he dejado pasar mientras pensaba una excusa para deshacerme de él. Pero, no se me ha ocurrido nada y para cuando me he dado cuenta ya lo tenia desnudo sobre mi cama.
Tenia 17 años cuando me quede embarazada, tuve una bronca con mis padres y me fui de casa, con mi novio, y ya nunca regresé. Ni siquiera llegué a tener al niño y mi relación con Jorge duró poco más de un año tortuoso después del cual terminamos aborreciéndonos y odiándonos con la misma intensidad con la que nos habíamos amado.
Al principio mantenía contacto telefónico con mi familia pero hace años que ya ni eso . Sé que me anduvieron buscando, ojalá me hubieran encontrado.
Mis padres eran buena gente, trabajaban los dos y no tenían mucho tiempo para mi hermano y para mí. Yo estaba pasando una mala temporada, pensaba que todo el mundo me odiaba, yo misma odiaba a todo el mundo. No comprendía la actitud de los mayores, tan egoísta, tan dominante, con exclusividad sobre la verdad. Yo tenía mi propio destino, mi propia personalidad y quería ser dueña de mi vida, libre, autónoma. No soportaba estar tan controlada, sometida. Si, odiaba a mis padres.
Me he quedado mirándolo mientras se acomodaba sobre la cama, desnudo, era él, mi padre. He pensado en subirme sobre él, frotarme sobre su cuerpo, excitarlo y decirle ¿Quieres follarte a tu hija? O seguir hasta el final y luego decirle ¡Ahora si que me has jodido, de verdad, en todos los sentidos! O decirle cuando se fuera; Adiós papá, dale recuerdos a mamá.
¿Cómo te llamas? Le he preguntado.
Enrique. Me ha mentido ocultando su verdadero nombre, que es Andrés. Me ha parecido ridículo. Patético, utilizando el nombre de mi hermano, de su hijo.
Me he tumbado junto a él y he comenzado a acariciarle el miembro con una malvada satisfacción, casi excitada, con sed de venganza, eufórica, apagando mi sed bebiendo de su polla que, casi instantáneamente, se ha convertido en un vástago firme, rígido, calido y su sabor me ha aturdido y me ha trasportado a una época en la que sí fui feliz y ya no recordaba y en la que caminaba por el campo a hombros de mi padre abrazándolo del cuello e impregnándome de su aroma.
Me ha conmovido su mirada, dulce, grata, como no la recordaba, y me acariciaba el pelo con un cariño que nunca me había dado como hija y ahora me estaba dando como puta.
Con una extraña sensación que ahora no se describir me he colocado sobre él, a horcajadas, dejando que me penetrara, dispuesta a follármelo como nunca antes se lo habían follado, ni siquiera mi madre. Pero no me ha dejado, me ha recostado sobre la cama y ha sido él el que se ha puesto sobre mí, penetrándome lentamente, tan profundamente como podía, se ha reclinado sobre mí y ha empezado a besarme el cuello mientras me acariciaba la cara y el pelo sin dejar de moverse lentamente, con pasión, no se con amor. Y repentinamente me he sentido acariciada por dentro y por fuera, me he sentido querida, deseada, y yo también lo he abrazado mientras me sentía confundida, amada, follada excitada y se me han llenado los ojos de lagrimas y un nudo en la garganta me ahogaba y a punto de correrme le he dejado que me besara en la boca y yo también lo he besado y me he dado cuanto de cuanto lo he echado de menos mientras me corría junto a él, con él.
Luego se ha marchado y me ha dejado triste, vacía, sucia y ahora le odio y le echo de menos más que nunca en la vida.
Continuara