La puta de mi novio (02)

Durante unas vacaciones cometo una infidelidad que confieso, y mi novio me introduce en un mundo de perversión y fantasías.

Aviso: Para seguir la trama es recomendable leer la primera parte

La tristeza me invadió aquellos días. La culpabilidad se adueñó de mí. No tenía ganas de nada, ni tenía ganas de estar con nadie. Recordaba a Fran, un chico de Madrid cuyos padres también venían al pueblo. Recordé como poco a poco me fue acompañando en la soledad de estar sin Cesar. Pero no recordaba mucho más de él. Apenas sabía nada y ni siquiera nos dimos datos para no perder el contacto, como pensando que aquellas vacaciones no iban a terminar nunca. Me sentía bien con él, me hacía sonreír al menos. Recordé aquella noche por encima, recordé el alcohol y las risas. Y no pude nada más que maldecir aquellas vacaciones

Y así pasaron los días. Muy despacio hasta que Cesar me llamó a casa. Siempre utilizaba el móvil así que me extrañó. Me dijo que si me apetecía tomar algo, y aunque en un principio lo evité insistió tanto que accedí. Quedamos esa misma tarde. Me sorprendió su tono, tan distinto del de la última vez. Al verme me sonrió y me besó. Empecé disculpándome. De nuevo las lágrimas afloraron en mis ojos. De nuevo su sabor se confundía con las palabras que salían de mi boca. Ahora sí su abrazo calmaba mi dolor. Intenté justificar lo injustificable. Él sólamente me escuchaba. También se disculpó por los insultos, aunquen le dije que los entendía. Me dijo que me necesitaba y que estaba dispuesto a perdonarme.

No fueron fáciles los días siguientes, ni siquiera los meses. Poco a poco íbamos retomando nuestra confianza y las sonrisas no parecían forzadas, sobre todo las mías que sentía cargadas de enorme responsabilidad. Sentía que le había fallado, pero él siempre que me lo notaba me daba un abrazo y me decía que no pasaba nada. Nuestras relaciones sexuales fueron más extrañas que al principio, mucho más costosas y sólo nos tocábamos un poco y acabábamos por masturbarnos en el asiento de atrás del coche.

En aquellos días finales del verano nos aceptaron a ambos en la Universidad en Barcelona por lo que nos dedicamos a buscar alguna residencia donde alojarnos. Mis padres me encontraron una muy cerca del campus, mientras que Cesar alquiló un piso con unos amigos del pueblo. Vivíamos en un pueblo apenas a 30 km de la ciudad, pero en nuestras familias no era bien visto que tuvieramos que ir todos los dias con el coche y era más seguro dejarnos alli. No pasaba tampoco nada puesto que los fines de semana volveríamos a casa y nuestros padres nos visitarían frecuentemente.

Aquella tarde fuí a ver el piso de Cesar. Sus compañeros no estaban ya que ultimaban los detalles de la mudanza en el pueblo. Apenas había muebles y sí muchas cajas por todos los sitios. Era un piso bastante viejo, pero muy económico. Sólo la habitación de Cesar tenía el aspecto de habitable, aunque apenas pude echar un vistazo rápido porque nada más entrar en su habitación me beso apasionadamente. Sus manos apretaban mis pechos muy lejos de la dulzura de aquella primera vez que todavía no había olvidado. Practicamente arrancó mi camiseta mientras me giraba. Mis manos se agarraron en el marco de la puerta a la vez que su boca recorría mi espalda. Quitó mi sujetador casi con violencia, con una violencia que me excitó junto con las caricias que daba a mis pezones que habían sido liberados. Bajó acariciando mi vientre y una mano se perdió por debajo de mi pantalón. Mientras sus dedos alcanzaban mi clítoris yo me separaba de la puerta colocando mis manos en la fría madera y abría mis piernas dejando que toda su mano abarcara mi ya chorreante sexo. Comenzó a acariciarme con fuerza provocándome gemidos contenidos. Uno de sus dedos se intodujo en mi vagina mientras su lengua me lamía la nuca. Se puso a mi costado lamiéndome la mejilla y el lóbulo de la oreja. En esa postura sus dedos penetraban en mí con mayor facilidad y a gran velocidad. Mis jadeos se aceleraron. Mi mirada se clavó en el leve movimiento de mis pechos. Escuché su voz: "correte zorra". Aquella frase me hizo mirar sus ojos y los volví a ver llenos de aquella furia del día que le confesé mi infidelidad. No se detuvo y sus dedos me hicieron alcanzar aquel orgasmo que me acababa de pedir. Al mismo tiempo se avalanzó sobre mi boca y unimos nuestras lenguas mientras sentía flojear mis piernas. Con sus dedos aún dentro de mi me giré y le abrazé mientras continuaba nuestro beso. Salió lentamente de mi y subió su mano a mi boca. Mi lengua recorrió sus dedos embargándome mi sabor.

Fuimos de la mano el pequeño tramo hasta la cama. Se sentó sobre el colchón y me desabrochó el pantalón. Me bajó lentamente las bragas que estaban muy húmedas. Me acarició las nalgas mientras me empujaba hacia él. Me besó en el vientre y suavemente se detuvo en un pezón, al cuál sólo acarició ligeramente con los labios, aunque fue más con su aliento. Se levantó de la cama y me hizo tumbar en el centro. Cesar abrió un cajón de la mesilla y pude ver como sacaba un amasijo de lo que parecían cordones de zapatos. Cuando logró desenredar uno de la maraña me cogió de una muñeca y me la ató al cabecero. Lo mismo fue haciendo con la otra muñeca y mis tobillos. Los cordones que ataban mis tobillos eran más largos y me permitían mayor movilidad en las piernas. Sus manos subieron lentamente y se detuvieron en mis pechos. Ya habíamos utilizado otra vez la fantasía de atarme para hacer el amor, pero Cesar introdujo un elemento nuevo: del mismo cajón de donde encontró los cordones sacó un walkman y me puso los auriculares en los oidos. No se oía nada y sus manos me levantaron la cabeza para anudar el pañuelo que cubriría mis ojos.

Un "ahora mismo vuelvo" dio paso a una tenue melodía. Lentamente iba aumentando el sonido de la musica en mis oidos. Era relajante y mi cuerpo respondió ante la inquietud de aquella posición. Me deje llevar y me relaje. Poco tiempo tardó en volver ya que me asusté al sentir una mano acariciar mis labios. Me quitó la venda. La luz me cegó un instante pero ya iba apareciendo la silueta de Cesar sonriendo delante de mi. Centré mejor la vista en lo que me enseñaba. En una mano traía una botella de yogurt líquido y en la otra un plátano pelado. Dejó el plátano sobre mi pecho. Estaba muy frío y mis pezones reaccionaron endureciéndose más de lo que ya de por si estaban. Se puso a abrir la botella y recogió el plátano rozando levemente con la punta mis pezones y después lo introdujo por la boca de la botella. El yogurt se desbordó y resbaló rapidamente por las paredes del plástico. Las gotas frías cayeron sobre mi piel provocándome muchas sensaciones y estremeciendome. La mayor parte de ellas sobre mi vientre aunque Cesar recorría cada centímetro de mi piel. Sacó el plátano de la botella encima de mi boca. Un pequeño hilo de yogurt caía sobre mis labios. Mi lengua recogía y acogía la punta del plátano que se me ofrecía. Lo movía de arriba a abajo apenas dejándome chuparlo. Mi lengua se movía como lamiendo el aire, aunque de vez en cuando tambien acertaba con el plátano y me llenaba el sabor del yogurt de fresa. Asi estuvo unos instantes hasta que de nuevo me bajó la venda de los ojos. Volví a la oscuridad.

Y volvió a sonar la suave música, y de nuevo algo volvió a acariciar mis labios. Pude sentir como a traves de su comisura entraba de nuevo el sabor de la fresa. Entreabrí la boca y fue penetrando en ella con el plátano. Lo mantuvo dentro de ella unos instantes y al sacarlo lo partió contra mis dientes. Aquello me sobresaltó y me hizo casi atragantar, aunque pude masticarlo rapidamente mientras sentía el frio del yogurt de nuevo caer sobre mi piel: por mi cuello, por mi pecho, por mi vientre y por mi sexo, donde su mano se encargaba de esparcirlo e introducirlo por todos los rincones. La música me provocaba no poder centrarme en todas las sensaciones que me provocaba su lengua al recoger de mi piel toda aquella leche. Aquello me frustró un poco pero intentaba concentrarme al máximo. Comencé a gemir al sentir como su lengua abría mis labios y saboreaba mi sexo con sabor a fresa. En ese intante la música cesó y volví a asustarme al escuchar ahora su voz en la grabación:

"Hola zorra...ya veo que te está gustando lo que te estoy haciendo. Lo se porque tu vagina está inundada de flujo, aunque hoy me sabe muy diferente, y me encanta este sabor a fresa de tu sexo. Me gusta recorrer con mi lengua toda tu raja y llegar al clítoris, bajar de nuevo hasta tu culo y lamerte el ano mientras mis dedos te penetran lentamente...Silvia yo mismo me he sorprendido en la forma que me calienta imaginar que paso aquella noche en el pueblo. Me he masturbado muchas veces imaginandote siendo follada por aquel amigo de tu pueblo. Pensando como te comió las tetas, o te comió tu coño, como gemías mientras te penetraba y como se corría dentro de tí. Desde hoy te vas a convertir en la puta de tu novio y vamos a realizar todas las fantasias que puedan imaginarse"

De nuevo comenzó la música mucho más suave y ligera en el ritmo. No pude reflexionar sobre sus palabras puesto que su lengua lamia mi ano mientras una de sus manos me penetraba y con la otra me acariciaba el clítoris. Me volví a correr sintiendo el eco de su voz en mi mente. El orgasmo me abrazó sacudiendo todo mi cuerpo hasta hacerme casi gritar del placer que sentí mientras sus dedos aflojaban el ritmo. Flexioné las piernas mientras sus dedos salían de mi. En un instante ya no sentí nada más que el cosquilleo que tenía entre las piernas.

-continuará-