La puta de mi novio (01)
Durante unas vacaciones cometo una infidelidad que confieso, y mi novio me introduce en un mundo de perversión y fantasías.
Mi vida de pareja siempre estuvo llena de tópicos. Conocí a mi novio en el último año de instituto. Cesar era un chico que destacaba por su complexión atlética: era muy bueno en educación física y solía destacar entre nosotras las chicas. Medía alrededor de 1.85, tenia un rostro muy bonito donde destacaban sus preciosos ojos azules: de un azul casi transparente, y también sus grandes manos.
Fue en una de las fiestas para recaudar dinero para un viaje donde intimamos un poco mas pues nos toco el mismo turno de trabajo. A partir de aquel día nos hicimos íntimos: muy amigos y confidentes, pudiendo decir que casi de inmediato iniciamos una relación mucho más profunda. Me trataba genial. Bueno, siempre se ha dicho que los primeros meses de novios son los de mayor intensidad. En ellos son cuando empezamos a conocer a la persona con la que estamos y Cesar resultó ser todo un caballero. Apenas teníamos diferencias y todo se basaba en la comunicación. Pronto empezamos a tener encuentros sexuales donde la tónica predominante era lo tradicional. Recuerdo que la primera vez fue después de una cena en un sitio precioso. Ambos nos calentamos de tal manera que después de una cena muy rápida fuimos a su casa, puesto que sus padres no estaban en el pueblo aquella noche. Recuerdo sus manos recorrer torpemente mi cuerpo mientras su deliciosa boca llenaba la mía.
Como sus manos abarcaban mi pecho mientras yo me desabrochaba el sujetador después de que él se hubiera pasado largo rato intentándolo. Los dos temblábamos ante la excitación y el nerviosismo. Nos mirábamos mucho a los ojos y nerviosamente sonreíamos. Preguntando continuamente si nuestras caricias conseguían dar el placer deseado. Me terminó por desnudar a mi primero y me atrajo hacia su cuerpo mientras me besaba el cuello. Su dulzura era extrema y sus manos eran todo ternura. Lo vi desnudarse lentamente delante de mí. Me sorprendió el tacto de su pene al tocarlo por primera vez. Me pareció enorme, aunque muy lejos de todos los de los actores que aparecen en las películas que todos hemos visto alguna vez por curiosidad. Me tumbé sobre su cama y se dejó caer sobre mí. Fue un placer indescriptible colmado de caricias y de besos siendo lo mejor de todo al terminar quedándonos abrazados sin necesidad de hablar.
Nuestras relaciones se fueron perfeccionando poco a poco, con el transcurso del tiempo y poniendo gran parte de atrevimiento para probar cosas nuevas que veíamos en alguna película, expresando nuestras fantasías,... Me gustaba sobre todo practicar el sexo oral porque le volvía loco. También me gustaba que me lo hiciera a mí: sentir su lengua en mi sexo era algo difícilmente explicable y siempre lleno de distintas sensaciones, combinábamos posturas, aguantábamos mas rato antes de llegar al clímax,... bien supongo que lo normal en todas las parejas que empiezan: algo sin importancia.
Llegó el verano. Los compromisos con los padres de tener que ir al pueblo perdido a ver algun pariente del que ni siquiera nos acordamos el resto del año. La separación. Aquello nos costó nuestra primera discusión. Algo para lo que no estábamos preparados. Fue por una tontería, pero nos costó una primera ruptura. Un: "piénsalo éste verano y me dices lo que decidas". Apareció el orgullo y ninguno de los dos dimos el brazo a torcer. Ninguno de los dos nos llamamos durante algún tiempo, ni siquiera un mensaje. Fui yo la que primero le dije que le echaba de menos. Fue un mensaje corto pero ni siquiera obtuvo respuesta. Me entristeció pensar que se podía haber olvidado de mí.
No pensé en otra cosa que en su maldito orgullo y me invadió la tristeza. Insistí con alguno más y después me deje llevar por el ambiente del pueblo. De los amigos del verano, de la fiesta, las verbenas y los juegos. Intenté olvidar e incluso inicié algún tonteo con un chico del pueblo. Y al final terminé por acostarme con él en el penúltimo día de las vacaciones.
Al día siguiente se me congeló el alma cuando vi que tenía un mensaje de él. Había estado ingresado en el hospital por un accidente y no pudo decirme nada. Que lo sentía y que estaba deseando volver a verme. Ni siquiera pensé en la posibilidad que me podían haber avisado sus padres puesto que nuestra relación no era oficial hasta esos extremos y todavía no los conocía.
Al llegar a mi pueblo no tuve valor para ir a visitarlo. Sentía un gran remordimiento y sobre todo no sabía como actuar delante de él. Era curioso que no me arrepentía de lo sucedido porque no significaba nada para mí, pero habían vuelto a aparecer sentimientos hacia Cesar que me hacían pensar que le había fallado yo a él. Sí, aquella relación sexual fue pensando que ya no estabamos juntos pero no debí darlo por cerrado tan pronto sin esperar. Fue él quien me llamó para quedar al cabo de un par de días. Nada más verme me abrazó y me beso con fuerza mientras me decía que me había echado mucho de menos y que me quería. La chiquillada de antes del verano había quedado atrás porque no hizo ningún comentario. Sus palabras me entristecían a medida que las iba diciendo. Apenas le hablaba con monosílabos y él estaba jovial. Me estuvo contando su verano, el accidente con la bici que fue muy grave, que incluso llego a estar en coma porque se dio un golpe en la cabeza. Aquello me angustió, le pedí disculpas por no haberlo sabido y deseé haber estado a su lado para cuidarlo (nadie se puede imaginar como lo deseé). Después solo pude llorar. Ni siquiera me consoló su abrazo, puesto que no era el accidente lo que me hizo llorar.
Al día siguiente volvimos a quedar. No había dormido en toda la noche pensando en como confesárselo pero no tenía valor. Me dijo que estaba muy ausente y que le explicase lo que me pasaba. Que sus palabras antes del verano fueron producto del orgullo pero que no sentía nada mas que me quería, y nada de lo que me dijo. Respiré hondo y se lo conté. Le dije que le había escrito mensajes que no me había contestado, que al principio el verano se me hizo largo por su ausencia pero que después el ambiente del pueblo me había sumergido en la normalidad.
Le dije que conocí gente con la que incluso llegué a divertirme y mis palabras se fueron centrando sin darme cuenta poco a poco en Fran. Él era quien ocupó mis últimos días de vacaciones y por lo tanto todo estaba con él relacionado. La infidelidad salió con una naturalidad sorprendente, aunque sin atreverme a mirar sus ojos. Permaneció callado lo que me hizo levantar la mirada. Su cara tenía más furia que tristeza. Sus ojos se iluminaron y se clavaron en los míos. Se levantó con fuerza y sólo me insultó. Me insultó con una dureza extrema, que sabía me había ganado con aquella acción. Lo vi alejarse mientras con mis dedos secaba las lágrimas que resbalaban por mis mejillas.
-continuará-