La puta de mi hijo 06
Mi hijo nos junta a su tía y a mí en la misma cama
Capitulo 4 - mi hijo nos junta a su tía y a mí en la misma cama
Al día siguiente por la tarde fui a casa de mi cuñada. Hacía dos semanas ya que no la veía. Pero procuro visitarla los lunes, los miércoles y los viernes. Soy la putita de mi hijo, pero no quiero renunciar a mi cuñada, aunque ella no sabía nada del lio que me traía con su sobrino.
La guarrona me recibió vestida sólo con unas braguitas blancas con encajes en los bodes, que la quedaban de muerte.
—Qué rica estas, zorrón— Me la comí con los ojos.
Nada más cerrar la puerta de la calle, nos morreamos. Me abrí de piernas y mi cuñada metió una mano por debajo de mi falda y me sobó el coño por encima de las bragas. Yo le estrujé las nalgas y metí mis dedos por la raja de sus nalgas rozándole el ojete del culo. Estuvimos un rato comiéndonos la boca y sobándonos; poco a poco nos separamos y recobramos la compostura, porque tenía que contarle todo lo que me pasaba.
─Espera un momento —dije, pero mi cuñada no paró de quitarme la ropa.
Dejé que me desnudara y mientras, me entretuve con sus pechos, jugando con sus pezones.
—Quiero contarte una cosa ¿estás sola?—dije. Mi cuñada después de desnudarme, se sentó a horcajadas encima de mis piernas. Me besó los labios.
─Más que la una, cada día, espero ansiosa que llames a mi puerta, pero tú sólo vienes a verme tres días a la semana. Me tienes loca. No pongas esa cara, desde que lo hacemos, siento muchas cosas, ya lo sabes.
─Pues lo que vengo a contarte te va a enloquecer más.
Le acaricié lo pechos y le expliqué lo que estaba pasando entre mi hijo y yo. Le conté todo, con pelos y señales, sin omitir nada. Noté en mis piernas cómo se excitaba, a medida que la contaba cómo mi hijo disfrutaba de mi cuerpo cuando le apetecía.
─Ahora me ha pedido que te convenza para unirte a nosotros —dije jugando con sus duros pezones.
─Vaya con mi sobrinito —mi cuñada me abrazó contra su pecho — Hace tiempo que me atrae tu hijo y por respeto a ti y a mi hermano, no he intentado nunca nada con él, pero ahora que las cosas son distintas entre vosotros, no tengo inconveniente en que nos lo montemos los tres —La miré y me sentí aliviada de que aceptara sin poner pegas.
─ ¿Cómo la tiene? —me preguntó de pronto
─ ¿Qué? —contesté
─No te hagas la tonta cuñada, sólo se la vi un poquito en la cocina. Cuéntame cómo tiene la polla tu hijo— Mi cuñada se había espatarrado, a mí me atraía muchísimo el bulto de su coño. Estaba muy excitada; podía oler el aroma de su sexo.
─La tiene extremadamente gorda, ya lo viste en la cocina, pero sobre todo enorme, muy larga, más que tus juguetes, tienes que verlo para creerlo —contesté mirando su entrepierna y sin poderme aguantar más, metí la mano por dentro de sus bragas.
─Joder con tu hijo, con una herramienta así, debes de volverte loca.
─No lo sabes tú bien —contesté recorriendo con mi mano su húmeda raja.
Ella tiene el cuerpo muy flexible. Se dejó caer hacia atrás, hasta apoyar las manos en el suelo y separó las piernas; yo sólo tuve que agacharme y devorarla el chochazo con mucha, muchísima lujuria.
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Mi marido se fue al mediodía a su viaje de negocios, no volvería hasta el día siguiente. Por la tarde mi hijo me dijo que me pusiera un vestido de tirantes que tengo, exageradamente corto y muy fino; mis pechos casi se salían fuera, mis pezones se marcaban descaradamente, y la parte de abajo, apenas me tapaba nada; por supuesto me prohibió llevar ropa interior, quería que recibiera así a su tía.
Él se puso un slip tipo tanga de los muchos que le he comprado (los míos le quedan tan justos que le hacen daño) porque se lo pedí. Así nos daría más morbo.
Cuando llegó mi cuñada, abrí la puerta y me saludó con una sonrisa, diciéndome excitada que parecía un putón. Ella llevaba una camisa, falda cortísima y tacones. Después de morrearnos brevemente, pasamos al salón; allí la esperaba mi hijo. Al verle sólo con el slip tipo tanga, se quedó sin habla y con la boca abierta.
No es porque sea mi hijo parecía la viva encarnación del dios “Apolo” Se acercó a ella y la besó en la boca con pasión mientras la sobaba el culo con una mano por encima de sus braguitas. Mi cuñada le devolvió encantada el beso, como si lo hubieran hecho siempre y le sobó el paquete, su mano no dejaba de palpar y reconocer. Estaba muy nerviosa.
─ ¡Joder, qué belleza! —dijo ella.
Mi hijo dejó que su tía le diera una vuelta completa y que se deleitara con su hermoso cuerpo. Me acerqué por detrás a mi cuñada, sin esperar a que mi hijo dijera algo, sé quería ver cómo nos acariciábamos. Desabotoné la camisa de mi cuñada y desde atrás le acaricié los pechos, sintiendo la excitación crecer poco a poco dentro de nosotras. Él nos dijo que nos besáramos. No tuvo que repetirlo, lo hicimos con mucho gusto, acercando nuestras bocas y sacando nuestras lenguas para rozarlas mutuamente. Mi hijo estaba excitadísimo, viendo cómo su madre y su tía se magreaban y se besaban con lujuria delante de él.
─Sois unas putas —nos dijo.
Mi cuñada se puso detrás de mí. Una mano me apartó las braguitas, y yo separé mis piernas, mientras que la otra se apoderó de mi coño — Mira como le meto mano a tu madre—Le miró sonriendo sin dejar de besarme y sobarme.
Mi hijo se acercó sin poder contenerse más y se unió a nosotras, acariciando nuestros culos y uniendo su lengua a la nuestra. Me sacó las tetas fuera del vestido y las apretó. Me las sujetó para que su tía me mamara los pezones, mientras, me besaba en la boca y me preguntaba si lo disfrutaba. Yo estaba como loca de placer y le contesté que sí.
Acepté sin reparos que me llamara puta y zorra, e incluso que me escupiera en las tetas y en la cara, para que su tía me lamiera su saliva. Estuvimos así un buen rato, hasta que mi hijo nos desnudó completamente. Entonces nos llevó a la cama, a la mía, a la que compartía con su padre, y allí nos tumbamos y seguimos acariciándonos mientras él nos observaba, me extraño que no estuviera ya empalmado a tope. Lo que no sabía es que mi hijo quería sorprender a su tía.
Se acercó a nosotras y se puso frente a su tía para que viera al natural lo que ya había visto en la cocina. Mi pobre cuñada tenía los ojos, abiertos como platos, parecía hipnotizada, me dio la risa verla en ese estado. Cuando mi hijo se empalmó, hizo a su tía que se la chupara. A mí me agarró del pelo.
— Chupa tú también zorra —y me unió a ella.
Se la chupamos entre las dos y todavía sobraba polla suficiente para una tercera. Nos comimos los cojones de mi hijo, uno cada una, uniendo nuestras lenguas a la vez. Él se dejó comer muy excitado, pasado un rato, nos apartó de él.
Entonces me dijo que quería ver cómo una puta como yo le comía el coño a otra puta. Mi cuñada estaba tumbada, esperándome muy cachonda. Todavía conservaba sus braguitas y se las quité. Le separé las piernas, para que mi hijo le viera el sexo.
— ¡Hostia que chochazo! —dijo apartándome de mi cuñada.
Asombrado tanto como su tía con él. Se lo tocó, lo abrió y lo estudió con sus dedos, lo chupó un poco y me dejó a mí el sitio.
—Ahora tú zorrón —me dijo.
Me agaché sobre la entrepierna de mi cuñada, y se lo chupé, arrancándola gemidos, mientras mi hijo la follaba la boca. La agarraba de la cabeza y la sujetaba con un buen trozo de su polla dentro de la boca, parecía que se iba a ahogar y hasta la daban arcadas. Entonces la soltaba y mi cuñada babeaba y escupía saliva, lo repitió varias veces. Yo me asusté al ver cómo la pobrecita se atragantaba y le daban náuseas, pero cuando la liberó, miró a su sobrino sonriendo con lujuria.
— Dame más hijo puta— ¡Lo estaba disfrutando la muy guarra!
Yo nunca había follado de una manera tan violenta, y era mi propio hijo el que me lo estaba enseñando. Vio mi cara de curiosidad y dijo:
—Tú también quieres probar, ¿verdad so puta?
Yo me tumbé con la cabeza entre sus rodillas. Mi hijo me metió la polla en la boca y me hizo lo mismo que a su tía, mientras ésta me comía el coño. Fue horrible y excitante a la vez. Un par de veces creí que me ahogaba de verdad, me agitaba con violencia para que me soltara, pero eso lo único que conseguía era excitarle todavía más, hasta que me soltaba cuando él decidía. Cuando terminó yo tenía la cara roja y congestionada, y se me habían saltado las lágrimas por las arcadas.
─Cabrón ¿qué querías, ahogar a tu pobre madre?
─Lo has hecho muy bien, mamá, qué zorra eres —Él me besó en la boca.
Me dejó que descansara mientras su tía seguía comiéndome el coño, la cabrona me mamaba el clítoris y ya me quedaba muy poco para correrme. Mi hijo se colocó detrás de su tía y de un solo golpe se la clavó en su coño. Mi pobre cuñada soltó un grito y empezó a jadear de placer, mientras, su sobrino se la follaba mirándome a los ojos con lujuria.
— Qué chochazo más rico tienes, tía.
—La tenía agarrada con fuerza de las caderas y le daba unas embestidas tremendas.
Yo me acerqué a ella y empecé a besarla, mi hijo me dijo que la chupara las tetas y yo obediente, le mamé los pechos.
—Que culo tienes, tía, me vuelve loco. Necesito darte por el culo ya— dijo mi hijo.
—Házmelo con ternura sobrino—pidió mi cuñada.
Mi hijo arrimó su inflamado glande contra el ojete de su tía y empujó metiéndoselo dentro.
— ¡Espera un poco por dios, Deja que me acostumbre! —rogó mi cuñada.
Mientras esperaba, mi hijo tiró de mi pelo alzándome la cabeza. Tenía la lengua afuera y me la ofrecía. Se la chupé entera metiéndomela en la boca y empezamos a morrearnos. Mi hijo empujaba mientras nos devorábamos la boca, pero estaba tan excitado, que agarró por los costados a su tía y empujó con violencia contra el culito de mi cuñada, enterrándola de golpe toda su pollaza.
—Que culito más estrecho tienes so puta—dijo palmeándola las nalgas.
Yo me asomé a mirar como penetraba a mi cuñada. Mi hijo sacó su miembro, y me quedé asombrada al ver el boquete abierto del culito de mi cuñada.
—A ti te lo dejo igual mamá—me dijo y sentí un escalofrío.
Mi hijo se echó sobre la espalda de su tía y continuó cepillándola el culo.
— ¿Te gusta zorra? qué hija de puta eres, dejándote dar por culo— le decía, y mil cosas a cual más obscena.
Su tía ya no podía controlarse, gritaba como una salvaje, pidiéndole al hijo puta de su sobrino, que la reventara y a mí me llamaba guarra y zorrón. Yo la torturaba el clítoris; la pajeaba con furia el coño con los dedos, hasta que se corrió en mi mano, se la hice chupar, y se los metí otra vez en la vagina, al poco volvió a correrse, y mi hijo gritando, se corrió también.
—Toma mi lefa so cerda—dijo llenándola el culo de semen.
Yo me puse detrás de mi hijo y le abrí las nalgas para ver cómo se corría. El ojete del culo se le abría y cerraba, la piel que separa el ano de su escroto, latía muy deprisa bombeando chorros y chorros de semen, los huevos se le desplazaban hacia arriba cuando empujaba con fuerza. No pude contar cuantos chorros le había bombeado, pero me hice una idea, cuando ví rebosar semen del ojete de mi cuñada. Mi hijo se la sacó más tarde. Me agarró y me puso detrás de su tía.
—Chúpala el culo cerda y bébete toda mi corrida —me ordenó.
Me puse a ello encantada. Mi cuñada gemía por el esfuerzo y el placer, mientras yo me llenaba la boca de semen, mi hijo nos contemplaba descansando y acariciándose la polla.
Seguimos acariciándonos y besándonos, esperando que mi hijo se recuperara, cosa que tardó muy poco, pues la visión de su madre y su tía desnudas besándose le calentaron en un momento. Se acercó a nosotras con la polla otra vez tiesa y nos mezclamos los tres en caricias y besos; era difícil saber dónde empezaba un cuerpo y dónde terminaba otro. Me tumbó encima de su tía, cara a cara y la folló primero, mientras nos besábamos. Luego me penetró a mí y me folló. Nos penetraba a las dos alternativamente.
─ ¿Os gusta mi polla, putas?, ¿Os gusta cómo os follo? —nos preguntaba y mi cuñada y yo como dos buenas putas, contestábamos a dúo que sí.
Así seguimos durante un buen rato, hasta que no pudo aguantar más.
— Poneos de rodillas cerdas que voy a echaros mi lefa — nos dijo, y él se colocó de pie sobre la cama — Abrid bien las bocas guarras —y empezó a machacársela con furia encima de nosotras y entre espasmos y jadeos incontrolables eyaculó copiosamente. Nos echó un aluvión de lefa; chorro tras chorro sobre nuestras caras y bocas. Cuando paró de eyacular en seguida nos besamos mi cuñada y yo. Nuestras bocas estaban llenas de semen caliente y viscoso, que se mezclaba con nuestra saliva y nos lo tragamos.
Nos sentíamos tan guarras y tan a gusto, que mi cuñada se separó y lamió el semen que goteaba por mi cara y mis tetas y me volvió a besar para que me lo tragara todo; luego yo hice lo mismo con ella. Juntas, le limpiamos la polla a mi hijo, luego le tumbamos, y entre mi cuñada y yo, nos comimos sus cojones, y nos disputamos el agujero de su culo como dos buenas putas.
— ¡Sí! Pelead por chuparme el culo. Comedme hijas de puta —dijo mi hijo que estaba en éxtasis.
Pasamos toda la noche los tres juntos en la cama, durmiendo a ratos y follando el resto del tiempo.
Nos despertamos hambrientos a las cinco de la madrugada y bajamos los tres en pelotas a la cocina. Mi hijo iba en medio de las dos cogiéndonos de la cintura y sobándonos el culito. Saqueé el frigorífico y la despensa en busca de comida y preparé unos sándwich. Estaba untando el pan, cuando mi cuñada besó a mi hijo en los labios y le dijo que estaba encantada de ser su puta.
─ Vente a vivir con nosotros de nuevo— le pidió mi hijo.
─ Tenemos sitio de sobra, ya lo sabes —le dije a mi cuñada.
─ ¿De verdad? —Preguntó con los ojos brillantes— ¡Vale! De acuerdo —aceptó enseguida, sin pensárselo— Tardaré unos días, antes tengo que hablar con el casero y resolver unas cosas.
─ Te quiero tía —le dijo mi hijo besándola en la boca. Yo les miré. Era tan bonito ver cómo se querían.
Comimos los bocadillos comentando todas las cosas que íbamos a hacer juntos. Mi hijo, planeaba el futuro de los tres y por lo que contaba, era muy excitante.
─ ¿Te quedan fuerzas para echarme otro polvo, sobrino? —preguntó mi cuñada al terminar de comer.
─ Por supuesto so puta, todos los que quieras ¿Mamá te apetece?
─ No cariño, estoy más que satisfecha, sólo miraré.
Mi cuñada se subió a la mesa y se tumbó de espaldas. Se abrió de piernas provocando a mi hijo.
—Vamos a copular sobrino, y darle un buen espectáculo a la zorra de tu madre.
Y me lo dieron, sólo con ver de cerca como mi hijo se tiraba a mi cuñada ya era todo un espectáculo. El muy cabrón le sacaba la polla para que yo viera el agujero de la vagina ¡menudo boquete! Cabía mi mano dentro y para comprobarlo, la introduje hasta la muñeca sin dificultad. Mi hijo se quedó asombrado al ver como su madre le metía la mano a su tía dentro del coño. Y eso no era nada, todavía no sabía lo guarras que éramos su tía y yo. Ya habría tiempo de enseñárselo, de momento había sido suficiente para ser el primer día. Ahora éramos dos, las putas de mi hijo, y las dos, estábamos encantadas de ser sus putas.