La puta de la que me enamore.

Despechado por que su novia lo dejo, justo en los peores momentos, se va a un burdel con sus hermanos, Nicholas encuentra a la mujer que probablemente le cambiara la manera de ver y sentir el sexo.

El lugar era un burdel, de los más elegantes y caros que había visto pero al fin y al cabo un burdel. Quise no entrar pero ahí estaba Joe y Kevin para obligarme a entrar. Pagamos la entrada y nos sentamos en una mesa alejada de la pista donde salían las chicas que daban servicios, y eso gracias a que me había aferrado a esa proposición. Pedimos una ronde de whisky para los tres, lo cuales fueron servidos por una rubia enfundada en un vestido sumamente corto que al menos a mi me parecía que no la dejaba respirar, era tan parecida a Delta, que mi corazón sintió un desagradable estrujón.

Alrededor de unos diez minutos después de una plática bastante floja sobre el reciente casamiento de Kevin y de lo bien que le iba joe con demi empezó a sonar una música bastante placentera pero a mí en ese momento no me surtía ningún efecto.

Comenzaron a salir varias chicas todas muy bellas pero todas eran las típicas rubias platicas, y descerebradas que me recordaban lo bastarda que se había portado Delta conmigo, cuando más lo necesitaba. Así fueron abundando las mujeres, joe y Kevin estaban bastante animados, a mi no me parecía nada de otro mundo, si quisiera ver a esas güeras plásticas podría salir a la calle a cualquier hora del día y co germ e a cualquiera.

Estaba ya harto cuando las luces cambiaron, de rosa a un rojo intenso, de las cortinas con aire teatral de satín rojo salió una morena despampanante que capturo por completo mi atención, su cabellera larga y preciosa de color obscuro sin llegar a ser negro, esa figura cardiaca que me condenaba a lo que no quería llegar esa noche, sus piernas kilométricas tan bien trabajadas, su vientre plano, su cuerpo perfecto.

Vestida con una ligero y corsé en encaje negro y rojo, hizo que mi amigo se despertara. La mire con más detenimiento, esos labios, ahí estaba el boleto a la paz y a una buena noche de digno placer.

Joe y Kevin notaron mi atención inmediatamente, “te gusto eh?” me dijo Joe con su típica mirada burlona, pero mi concentración en la exótica bailarina me obligo a olvidar el comentario de Joe. Solo asentí con la cabeza. Kevin rio y ella seguía con su danza, la quería para mí y eso era de lo único de lo que estaba seguro.

Joe se levanto se dirigía con el encargado del lugar, intercambiaron palabras, joe regreso diciendo que ese noche jamás la olvidaría.

El tipo gordo y bigotudo fue a hacia la hermosa chica que había captado mis 5 sentidos le dijo algo y ella miro hacia la mesa, sonrió y le contesto. Estrecharon las manos como si hubiesen cerrado un trato, después ella siguió bailando. Trate de concentrarme en lo mis hermanos platicaban, pero no podía resistirme a mirarla danzar, era perfecta.

-                    Entonces Nicholas ¿Qué sucedió con Delta?.- pregunto Kevin tomando una fritura del tazón del centro.-

-                    La muy z orr a lo dejo, ¿Por qué? No lo sabemos pero se fue cuando le saco todo lo que pudo.- respondió joe con rabia.-

-                    Te le dijimos Nicholas, no es que disfrute diciéndolo, pero es la verdad una mujer casi 8 años mayor que tu nunca te dejara nada bueno.- fanfarroneo Kevin.-

-                     Y  que quieren, yo no tengo la suerte en el amor como ustedes, me toca cualquier desgracia.- recargue mi peso en el respaldo del sofá.-

-                     Eso lo sabemos bien, ya estuvieras casado desde hace un buen tiempo.- rio joe de su nada gracioso chiste.-

-                     Joseph si me vas a criticar por no estar casado, mejor me voy de aquí.- escupí estas palabras con cierto enfado.-

-                     Ya tranquilo que te tengo un regalo.- se volteo a buscar con la mirada al gordo de hace unos momentos, cuando lo encontró asintió con la cabeza y la chica morena, la bailarina camino hacia nosotros, mis manos estaban sudando.-

-                     ¿Qué regalo Adam?.- casi nunca lo llamaba así solo cuando me hacia enfadar.-

-                     No te hagas, lo sabes, la chica te encanto yo invito…pero solo esta noche.- rio junto con Kevin.-

Lo mire con coraje e incredulidad, fue capaz de contratar a la señorita sin decirme nada?, claro que había sido capaz. Ella cada vez estaba mas cerca, yo cada vez más nervioso. Su caminar, me ponía loco, era una verdadera belleza. Se detuvo frente a la mesa, ese olor a flores, sonrió que sonrisa tan perfecta, se acomodo el cabello hacia atrás y hablo: “¿Quién de estos tres caballeros solicito mis servicios?”, sabía perfectamente que era yo, no dejaba de mirarme.

Joe le indico que era yo, ella me tomo de la mano, su piel era suave, me levanto del sofá y caminamos hacia una habitación dejando detrás las burlas de mis dos inmaduros hermanos. Abrió una puerta negra y pasada y entramos a un habitación, que era igual a todo el lugar, tenia dentro de ella una cama, y un sofá en peluche rojo.

Se detuvo dándome la espalda, se quito el antifaz y se giro para mirarme con esos perfectos ojos miel adornados con unas pestañas inmensas que simplemente la hacían lucir preciosa, volvió a tomarme la mano, la poso sobre su estrecha cintura, tomo la otra mano e hizo el mismo movimiento, acerco su cuerpo contra el mío, fue entonces cuando reaccione, al sentir sus pechos pegados a mi pecho, así ya no parecía tan alta, me miraba con diversión “cuál es tu nombre” pregunto aunque mas parecía una orden. “Nicholas” alcance a articular antes de perderme en sus delicados labios., “Nicholas, vas a disfrutar como nunca has disfrutado cariño”.  Comencé a desvestirla, a sacar esas complicadas prendas tan rápidamente como si lo hubiese hecho toda mi vida, y es que las ansias me quemaban por dentro, sentía como si su piel quemara mis manos a cada tacto tenia urgencia por poseerla, quería sentirla mía, y solo mía.

Sus manos jugaban entretenidas con mi cabello, una sonrisa se adivinaba en su rostro, ella desabotono uno a uno los ojales de mi camisa. Ya la tenia completamente desnuda, como dios la había traído al mundo, y era preciosa, cada milímetro de su piel era perfecto, encima de ella podía acariciar sus perfectas piernas, nada había mal en ella, sus manos acariciaban mi espalda provocando escalofríos, la miraba a la los ojos ella me sostenía la mirada.

Quise besarla, ella se negó “no beso” dijo tajantemente, solo asentí debía respetar los términos de su trabajo a fin de cuentas ella era una prostituta, hermosa y perfecta pero lo era.

El juego comenzó, su manos poseía mi pene lo masturbaba con autoridad, se imponía ante todo. Yo besaba y lamia cada uno de sus pezones, un momento uno, un momento otro.

Ella gemía disfrutaba lo que estaba haciéndolo, extrañamente mi única preocupación era que gozara todo el tiempo que estuviese conmigo. “Dime tu nombre”, le pedí haciendo que interrumpiera la mamada que me estaba dando, excelsa, perfecta. “no puedo” me contesto montándose en mi, “solo a mi, solo yo lo sabré” tomo con su mano derecha mi pene y lo puso en la entrada de su vagina, se frotaba con el moviendo sus caderas adelante y atrás sin introducirlo del todo. “Maurie” contesto al fin metiéndose mi hombría de un solo golpe, solté un grito ahogado, estaba estrechamente deliciosa, ella ya suspiraba fuertemente.

Termine corriéndome dentro de ella, ese mete saca me había puesto loco y me había cansado como nunca, ella era insaciable. “Eres estupendo Nicholas” dijo mientras se incorporaba y comenzaba a vestirse. “Tu eres perfecta…espero poder verte de nuevo” la imite en el acto, la vi caminar hacia mi “Yo también, fuiste perfecto”, dicho esto me beso fugazmente en los labios y salió dejándome totalmente desconcertado, a medio vestir y rogando por volverla a encontrar.

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