La puta de la familia -Segunda parte

Después de que mi madre muriese me convertí en la sirvienta y la esclava sexual de mi padre y mis hermanos (Relato de incesto gay)

Ni que decir tiene que aquella fue la noche más larga y horrible de toda mi vida. Intenté pasar la mañana como de costumbre, ocupado en las cosas de la casa. Pero nada me hacía estar lo bastante ocupado como para olvidarme de que mi padre vendría a la hora del almuerzo y, seguramente, me llevaría la mayor paliza de mi vida. Deseaba con todas mis fuerzas que el tiempo hubiera ido atrás para arreglar todo aquello. Estaba muy nervioso y casi no atinaba a hacer las cosas bien. Paseaba de arriba a abajo por la casa sin hacer nada. Pensé en marcharme y volver por la tarde pero sabía que aquello sería aún peor y decidí sentarme a esperar. Miraba aquella prenda bien colocada en un sillón cerca de mi cama, pero no me atrevía a ponermela porque pensaba que encendería aún más la ira de mi padre. Entonces oí girar la cerradura. Había llegado.

Oí sus pasos hasta mi habitación mientras sentía que no corría ni una gota de sangre por mis venas. Mi sangre debía estar congelada, petrificada igual que yo.

Mi padre se paró un momento en la puerta de mi cuarto. Me miró de arriba a abajo y escudriñó la habitación parando su mirada en el sillón donde descansaba la ropa interior de mi madre. Sin decir nada avanzó hacia mí y, sin esperarlo me dió una bofetada que me tiró al suelo.

-¿No te dije que te la pusieras?- Me grito-. No vuelvas a desobedecerme nunca más-. Tomó el picardías y me lo tiró a la cara. Yo seguía tumbado en el suelo sin atreverme a mover ni un músculo de mi cuerpo- Póntelo y ven a mi cuarto- dijo y se marchó.

Temblando me levanté, me quité la ropa y me dispuse a ponerme la ropa interior roja. Luego fui despacio hasta su habitación. Mi padre estaba tumbado boca arriba con la camiseta quitada y el pantalón desabrochado dejando ver el principio de su vello púbico y un enorme bulto por debajo del calzoncillo. Me paré en la puerta avergonzado por llevar aquella ropa aunque, como algo reflejo, no podía apartar la vista de aquel pantalón desabrochado.

  • Ven aquí- ordenó mi padre.

Yo avancé lentamente hasta la mitad de la habitación.

  • ¿Es que quieres que te de otra hostia?- volvió a gritar-. Ven a la cama ahora mismo-. Dijo señalando justo el lado donde el estaba tumbado.

Yo por supuesto, no quería otra bofetada así que obedecí inmediatamente y me paré justo a su lado. Él me observó de arriba a abajo.

  • Ponte eso para atrás-. Dijo señalando mi pene y yo lo hice-. Eso es. Total para la mierda que tienes. Date la vuelta.

Yo me giré dándole la espalda y en aquel momento me dió un cachete con tanta fuerza que caí de rodillas y mi padre rompió a reír.

  • Tienes culo de niña- me dijo.- Y además eres tan débil como una damisela. Levanta y mirame.

Me levanté y me acerqué a la cama. Ël siguió hablando.

  • Así que pretendes ser una puta como lo era tu madre, ¿no?- Bajó de golpe su pantalón motrando una poya enorme y morcillona y unos huevos grandes y peludos.- Pues yo te voy a enseñar lo mismo que enseñé a tu madre. Dame tu mano

Le ofrecí mi mano y la puso inmediatamente en su poya.

  • Acariciala puta. Y procura hacerlo bien.

Yo ya me había masturbado desde que tenía 13 años así que hice lo mismo con él. Temblando la cogí con dos dedos y empecé a moverla despacio, pero no me dió tiempo a seguir cuando otra cachetada sonó con fuerza en mi culo.

  • ¿Acaso crees que yo tengo la misma mierda que tú? Agarra mi poya con la mano, puta.

Y así lo hice. Agarré aquel poyón y comencé a moverlo despacio notando como iba creciendo y poniéndose duro en mi mano.

  • Así- susurró mi padre-. Ahora agacha tu cara hasta mi poya, puta que te voy a enseñar a comerte un buen nabo.

Me agaché y  enseguida el olor a sudor y orina hicieron que me retirase rápidamente, lo que me hizo ganarme una bofetada que volvió a lanzarme al suelo.

  • Nos ha salido remilgada la puta- dijo mi padre enojado-. ¿Acaso nunca has chupado una poya?

  • No- dije aguantando las lágrimas- Además...

  • ¿Además qué?- me gritó.

  • Es que está un poco sucia.

  • Ah,¿sí?- sonrió con malicia-. Ven aquí anda.

Su tono se suavizó así que me levanté y volví a acercarme.

  • Pon tu cara cerca de mi poya, cariño- dijo y así hice-. Ahora abre esa boquita.

Abrí mi boca y metió todo el capuyo dentro agarrándome con fuerza la cabeza.

  • Y ahora cumple como la puta que eres y limpia mi poya, zorra! Y como se te ocurra morderla o tocarla con los dientes te muelo a palos.

Yo lloraba y eso lo enfurecía más.

  • Eres como la puta de tu madre. Siempre lloraba al principio pero se mojaba como una perra. Sois las dos igual de hipócritas. Sigue chupando puta.

Su poya se hinchó dentro de mi boca y empezó a lubricar. Yo pasaba mi lengua limpiando aquel capullo enorme y mi padre comenzó a moverse bombeando esa poya cada vez más adentro.

  • ¿Ves como sabes hacerlo?-dijo gimiendo-. Sigue así putita que a partir de ahora lo vamos a pasar muy bien tú y yo.

Yo no dejaba de llorar pero también notaba un cosquilleo cada vez más fuerte en mi entrepierna. Con miedo a que se volviera para delante apreté las piernas con fuerza para sujetar mi pene y la presión me hizo correrme comenzando a gemir mientras comía aquella poya. Por supuesto que mi padre lo notó y rápidamente metió la mano entre mis piernas.

  • ¿Ves lo que te decía?- dijo riendo-. Mucho lloriqueo pero eres una tremenda puta. ¿No te da vergüenza?

Agarró mi cabeza aún con mas fuerza y empezó a moverse dentro de mi boca con más rapidez y llegando hasta mi garganta provocandome arcadas.

  • Si... sí... Mucho asco te da a ti mi poya pedazo de puta. Por eso te has corrido como una zorra.... Abre bien esa boca que vas a probar la leche de un macho y no se te ocurra derramar nada que te mato a palos......

Mis lágrimas ahora eran por las arcadas que me provocabas esa enorme poya contra mi garganta.

  • Así puta... Cómeme el nabo así que estoy a punto de darte el premio que se les da a las putas como tú.... Aaaah sigue...

De pronto hundió toda su poya en mi boca y comenzó a soltar tremendos chorros de leche dentro.

  • Traga zorraaaaa,,,,, Tragate toda la leche de tu amo, putaaaaaaa.

Yo tragaba con rapidez puesto que no quería otra paliza. De pronto noté que otro orgasmo me venía y volví a apretar mis piernas, pero esta vez fue mucho más fuerte por lo que empecé a temblar y a gemir sin poder evitarlo.

  • Mirala que pedazo de puta está hecha!- decia mi padre sin dejar de presionar mi cabeza contra su poya- Te corres como una puta colegiala sumisa!!

Cuando terminamos se puso el pantalón y saltó de la cama. Miró mi ropa toda mojada y sonrió.

  • Pon eso a lavar inmediatamente, guarra. Apestas a zorra mojada.

Se fue hacia la puerta y antes de salir de la habitación dijo.

  • Esta noche, cuando tus hermanos se acuesten, ponte el negro que está en el cajón y ven a verme.

Y se volvió a marchar al taller...

CONTINUARÁ...