La puta de la familia 3(Relato de incesto gay)
Tercera Parte
La experiencia anterior había sido aterradora y excitante al mismo tiempo. No sabía qué me había pasado. Mi padre se había marchado hacía más de media hora y yo seguía sentado en la cama sentado sin poder moverme. Temblaba de recordar todo lo que me había pasado y temblaba más aún pensando en lo que me podía ocurrir aquella misma noche.
El resto de la tarde transcurrió entre lo rutinario y los nervios por la nueva situación. Hice todas las tareas de la casa incluyendo la cena y me senté a esperar la llegada de mi padre y mis hermanos. Se me hizo eterna la espera. No sabía si deseaba que llegase ya a casa o en realidad entraba en pánico de pensar lo que me podía pasar, pero de todas maneras no quería enojar a mi padre de nuevo así que me puse el picardías negro debajo de mi ropa habitual por si acaso.
Sonó la llave girando en la cerradura y volvieron los temblores producidos por el miedo, pero para mi sorpresa llegaron sólo mis dos hermanos. Les pregunté por mi padre y Rubén me contestó:
- Se quedó con un amigo tomando copas. Hoy volverá a llegar borracho.
Yo me levanté y comencé a poner la mesa mientras ellos se duchaban entre aliviado y decepcionado. Todo hay que decirlo.
La cena transcurrió en silencio como de costumbre y mis hermanos se fueron a su habitación. Yo me quedé sentado viendo la televisión esperando a mi padre. A eso de las doce vi que no venía por lo que decidí acostarme y, aunque me costó, terminé durmiéndome.
He de confesar que aquella noche fue de los peores despertares que tuve. Mi padre me despertó de un bofetón tremendo.
- ¿No te dije que me esperases en la cama, puta?
Yo estaba asustado, dolorido, desconcertado... Mi padre sin esperar una respuesta me agarró del pelo y a rastras me llevó hasta su cuarto.
- Quítate la ropa ahora mismo- gritó.
Yo me quité el pijama. Me había dejado el picardías debajo
- Mírala- rió-. La puta de la familia-. Y comenzó a desnudarse.
Se tumbó boca arriba con su poya morcillona y medio flácida por la borrachera.
- Acércate zorra- me indicó-. Ya sabes qué hacer.
Al igual que la tarde acerqué mi boca a su poya. Olía aún peor puesto que no se había duchado, pero no quería otra paliza así que no dije nada y comencé a chupar.
- Así...- gimió sonriendo-. Ya vas aprendiendo bien cuál es tu obligación.
Poco a poco esa poya comenzó a crecer dentro de mi boca. Tanto, que no me cabía entera, pero mi padre se ocupó de ello agarrándome por la nuca y comenzando a bombear lentamente pero con fuerza.
- Cómela entera, guarra... Todo este tiempo matándome a pajas teniendo una puta de respuesto... Así... - me agarró como quien agarra una pluma y me subió a la cama- Ponte a cuatro y sigue chupando, zorra.
Yo obedecía sin rechistar. Separé la piernas porque no me quería correr como aquella tarde y mi padre observó el picardías mojado.
- Mírala que zorra es- dijo-. Se moja enseguida la guarra-. paso la mano por mi pequeño pene-. Te mojas más que tu madre, puta. Te llega hasta los muslo.
De pronto pasó ambas manos por mis nalgas y empezó a acariciarlas.
- Tienes culito de princesa- dijo apretándolo y dándome unos azotes-, pero hoy lo vamos a convertir en un culito de puta.
A mí me excitaron tanto esos azotes que si hubiera juntado las piernas me hubiese corrido como aquella tarde, pero no pude evitar lanzar un gemido mientras me esmeraba en chupar aquel enorme poyón. Mi padre se dió cuenta.
- ¿Te gusta, puta?- dijo apretando mis nalgas y bajando una mano hasta mi pequeño pene- Oh si... Ya veo que sí. Valiente zorra estás hecha... ¿Quién te enseñó a comer poyas de esa manera, guarra?
Entonces, con una mano apartó a un lado la prenda dejando mi agujero libre. Puso la punta del dedo y comenzó a acariciarlo a la vez que, con la otra mano, presionaba mi poya con dos dedos. Yo no pude evitar comenzar a moverme convulsionadamente y, en uno de estos movimientos aprovechó para introducir un poco el dedo en mi agujero mientras seguía acariciando la punta de mi diminuto miembro y eso hizo que comenzase a correrme de manera inevitable a la vez que comencé a aumentar la intensidad de mi mamada.
- Eso es, zorra...- decía-. Correte para mí..- Su poya no paraba de lanzar jugos. Tanto que pensé que también se estaba corriendo-. Correte en la mano de tu amo, puta...
Aquella poya estaba como una piedra al igual que su dos enormes huevos que comencé a masajear haciendo que mi padre se moviera de manera sensual y suave. Mientras tanto mi orgasmo parecía no tener final y yo no podía parar de moverme.
- Valiente puta estás hecha...- dijo agarrándome la cabeza'. A saber qué hacías tú en la escuela. Seguro que fue allí donde aprendiste a mamarla como una guarra...
De pronto agarró mi cabeza por detrás y yo supe que ya se acercaba el final por lo que me dispuse a tragar toda la leche igual que aquella tarde.
- Oh siii... ¿No te da vergüenza ser tan puta?- Su capuyo estaba durísimo y yo lo lamía como el que lame el mejor de los helados- Prepárate zorraa...
Yo pensé entonces que se iba a correr y me la metí hasta la garganta. Sólo tenía un deseo en mi mente y era convertirme en la mejor puta para mi padre. Cuando estaba listo para recibir toda aquella corrida me quitó la cabeza. Me miró a los ojos y me habló:
- Prepárate...- repitió jadeando- Vamos a convertir ese culito virgen en el mejor de los coños...
CONTINUARÁ...