La Puerta Roja (II)

Dicen que la puerta al Infierno es de color rojo sangre, que a través de ella se oyen los aullidos de dolor de los malditos, que el calor que irradia es el fuego donde arden las almas en pena toda la eternidad. Pero para ella...la Puerta roja es la entrada al Paraiso

Bajó la mirada en cuanto se encontró con los ojos oscuros de su ama.

-Acércate. – le indicó su ama, mientras se levantaba y a su vez se acercaba a ella.

Pasito a pasito se situó en el centro de la estancia. Su ama caminaba segura y autosuficiente. En cuanto se encontraron, su ama le cogió la cara y la besó posesivamente. Siempre hacia esto, nunca le permitía hablar antes de haberse hecho con sus labios… Le mordisqueaba suavemente, rodeándole la cintura con la mano izquierda, abrazándola fuertemente. La mano derecha de su ama agitaba el collar, y se oía el tintineo del cascabel. Un tintineo rítmico, que le traía a la cabeza otro momento…Con el mismo ruido de azotes rítmicos.

Cuando el aire comenzaba a faltarle, su ama se apartó y la observó.

Mejillas rojas, labios hinchados, los ojos febriles por tantas sensaciones… De nuevo, su ama se acercó y mordió su cuello con fuerza. Para después, lamer el mismo punto. La sangre se agolpaba latente en ese punto… Sentía dolor por los dientes, pero placer por la lengua que le acariciaba…

Lo siguiente que notó fue el collar cerrándose alrededor de su cuello. El suave click del candado. El metálico choque de la cadena contra la argolla. Y se arrodilló. Un escalofrio de terror y placer puro le recorrió la espalda por la incertidumbre de que iba a pasar ahora…

Su ama tomo la cadena y se la llevó a la cruz. Ella se situó sobre la cruz y levantó los brazos… Esta vez las sujeciones estaban atadas muy fuertemente, más de lo habitual. De hecho, en cuanto su ama le ató las piernas comprobó que no era la misma cruz de siempre, que esta era un pelin más alta de lo habitual y que parecía tener un mecanismo en la parte del centro por detrás. Se puso nerviosa.

-          Veo que por fin te das cuenta. Sí, es una cruz distinta. – y pulsando un botón, la cruz se inclinó 60º. – por eso, las fuertes sujeciones, y por eso es un poco más alta… Me deja libre acceso a tu precioso culito…Para hacerle lo que quiera. Para hacerte todo lo que yo quiera. Me ha decepcionado que hayas tardado en darte cuenta.

La sumisa dio un respingo. Se sentía tonta por no haberse fijado, se sentía mal por haber decepcionado a su ama… Cuando quiso darse cuenta, su ama ya se había situado a su izquierda en la cruz, y la observaba fijamente. Con una mirada hambrienta.

En un segundo, su ama había bajado la cremallera lateral de su vestido nuevo, habría desabrochado la camisa y ahora jugaba suavemente con sus pezones. Tiraba de ellos, los retorcía, los pellizcaba con cariño. Bastaban esos pequeños toques de su ama para sentir que toda ella comenzaba a fundirse…  Un gemidito se le escapó. Quiso contenerse pero era tarde.

Su ama se incorporó y la miró enfadada. Se marchó hacia una de las mesas y volvió con una mordaza de bola.

-          ¿Quién te ha dado permiso para gemir? Vaya lastima, con lo que sabes que me gusta usar tu boca…- y le puso la mordaza.- Ahora no podrás gritar, ni gemir, ni siquiera decir…”plátano”

La sumisa cerró los ojos con vergüenza. Estaba tan indefensa, se sentía tan impotente sin poder moverse, y ahora, sin poder hablar siquiera… Observó cómo su ama iba y volvía de nuevo al cajón de los juguetes. Ahora en sus manos un plug-in con forma de colita de gato.

Se le acercó y se situó entre sus piernas. Su ama acarició la humedad creciente entre sus piernas y se relamió.  Acercó su cara a las braguitas y pasó la lengua por ellas…

El contacto de la cálida lengua de su ama, contra la fina tela de las braguitas, y contra su propio sexo le hicieron temblar de placer… Un contacto indirecto que hizo brotar un manantial de amor líquido de su interior. Su ama se apartó satisfecha, y de un tirón rompió sus braguitas nuevas y las tiró a una esquina.

Sonrojada, intentó cerrar las piernas pero era imposible. Estaba muy fuertemente sujetada.

Totalmente expuesta.