La puerta del infierno

Una historia triste que pasa más a menudo que lo que piensan.

Amanda se levantaba a los primeros rayos del alba, lo primero que hizo antes de desperezarse fue ir a la cocina, su cuerpo de diez años estaba adolorido debido a la paliza que ayer le dio su padre, desde que murió su madre ella ha sido su sustituta.

Allí preparó un desayuno abundante para su padre que aún roncaba en la cama de matrimonio junto con varias botellas de whisky.

Después de preparar el desayuno, asearse y vestirse, se fue al colegio.

En el colegio atendia a las clases a pesar de que no hubiera dormido mucho, siempre se quedaba en las clases estudiando y sus compañeros la tacharon de bicho raro.

-Amanda, el director quiere verte en el despacho – decia la profesora preocupada.

Amanda se levantó como un robot y se dirigió al despacho, pero al ver la puerta entreabierta empezó a sudar, se ponia nerviosa y su cuerpo temblaba, se llevaba una mano al botón de su camisa para desabrocharlo.

-Pasa Amanda, tenemos que hablar contigo – decia el director.

Amanda trató de controlarse y entró con seguridad fingida.

El director miró preocupado a Amanda, la cual se sentó de forma elegante y empezó a expresarle sus preocupaciones.

-mira Amanda, no es asunto mio, pero no creo que sea bueno para ti que no vayas a jugar con tus amigos, esta bien estudiar, pero tambien es importante asociarse.

-¿para que quiero asociarme? No dicen más que las tonterías de siempre – decia Amanda.

-¿qué clase de tonterías? – decia el director.

-mis compañeras no paran de hablar de principes azules y esas chorradas – decia Amanda.

-siempre es bonito soñar – decia el director.

-los sueños no se cumplen ¿solo me ha llamado para eso? Me voy – decia Amanda disgustada.

El director quiso detenerla, pero Amanda estaba decidida, a medida que se alejaba el director se sumió en la preocupación por esa chica, sentia que le pasaba algo, pero si ella no se lo contaba, no podia ayudarla.

Ella regresó a casa su padre estaba biendo la tele, bebiendo el whisky como si fuera agua, Amanda comia las sobras de su comida, pero no duraria mucho, su padre no trabajaba y se estaba acabando el dinero.

Su padre no paraba de darle ordenes y en vez de su nombre solo decia insultos que matarian al más sensible corazón.

Después de hacer las tareas domesticas se sentia agotada, queria ir a la cama a dormir, pero entonces su padre le gritó desde su habitación.

-¡Amanda!.

Eso la alarmó, cuando el decia su nombre solo significaba una cosa, cabizbaja se fue como una autómata, mientras se desabrochaba la camisa.

Prenda a prenda, se fue despojando mientras caminaba hacia la puerta, una puerta entreabierta, no queria entrar, pero la ultima vez casi la mata, mentalmente suplicó ayuda a cualquier ente divino, queria que su madre la recogiera y la llevara al cielo.

Mientras entraba por la puerta, supo que no habia esperanzas, no habia sueños, solo...

El infierno cuya puerta se cerraba tras ella.