La Psicóloga

La depresión de mi mujer me hace cometer mi primera y única infidelidad.

LA PSICÓLOGA

La depresión posparto de mi mujer había hecho que nuestra vida se convirtiera en poco tiempo en una serie de catastróficas desdichas, sobre todo nuestra vida sexual, la cuarentena habitual tras el parto de nuestra primera hija se había convertido en un periodo de tiempo demasiado largo, Mara no quería aceptar que tuviese un problema, como es habitual en estos casos, así que me costó mucho convencerla para que pidiera ayuda profesional.

Tras varias semanas y varias discusiones más se dio cuenta que esto no podía seguir así, y yo en un momento suyo de debilidad aproveché para volver a proponerle que llamara al seguro privado que tenemos contratado y la pusieran en contacto con un psicólogo de la compañía.

A los dos días nos recibió el doctor que resultó ser una doctora, Sonia Río se llama, la verdad es que nos sorprendió un poco a los dos, Sonia es bastante joven, bueno más o menos de nuestra edad sobre los treinta, no muy alta, guapita de cara y con un cuerpo muy normalito, no mucho pecho, cadera ancha, personalmente resulta ser muy agradable, sabe escuchar, propio de su profesión y cuando habla es muy comedida y cabal. Nada hacía presagiar lo que a continuación os voy a contar.

En la primera sesión y tras una hora y media de charla los tres juntos llegamos a la conclusión de la fuerte depresión de mi esposa y nos propuso una serie de ejercicios para que realizara en casa y yo la ayudara para intentar animarla hasta 10 días después que tendríamos a segunda sesión.

Es en esta segunda sesión cuando la cosa se animó un poco, mi mujer se encontraba relativamente mejor y nos pidió que primero ella y luego yo habláramos a solas con ella. Yo me quedé esperando en la sala y tras aproximadamente media hora Mara salió y yo me fui para la consulta.

Sonia me preguntaba sobre como era para mi mujer, que era mejor y peor, como reaccionaba ante unas situaciones y otras, el caso es que la conversación se encaminó hacia como eran nuestras relaciones sexuales y como nos había afectado todo y entre Sonia que es muy clara y da muchas confianza y mi quemazón interna tras varios meses a pajas yo me fui abriendo hasta tal punto que me sinceré del todo.

Soy un hombre bastante activo en cuanto al sexo se refiere y no me puedo conformar con hacerme una paja en el baño de vez en cuando, soy muy abierto y me gusta prácticamente de todo en la cama y con mi mujer que hasta el problema accedía a hacer todo tipo de cosas y me refiero a todo tipo siempre que estuviésemos nosotros solos.

Le conté a Sonia todo tipo actos que realizábamos en la cama, sexo oral, todo tipo de posiciones, disfraces, hoy en la cama y mañana en la cocina incluso una noche lo hicimos en la terraza del ático, sabiendo que alguien nos pudo ver, e incluso sexo anal mutuo, nunca me he considerado bisexual pero mi mujer dándome por el culo con un arnés es algo que me pone a mil.

En el fragor de la conversación me di cuenta de cierto gesto de Sonia en el que instintivamente se mojó el labio superior con la lengua y su culo no podía parar quieto en el sillón, esa imagen unida a su belleza y esas gafitas rectangulares que llevaba hicieron que mi abultada entrepierna me hicieran incomodar.

Los dos nos dimos cuenta de la situación, unos segundos de silencio y ni siquiera el motivo que nos había llevado a esa consulta y la presencia de mi esposa en la cercana sala de espera hicieron que los dos nos pusiéramos de pié y nos lanzáramos en uno contra el otro por encima de la mesa que nos separaba, nuestros labios se encontraron y amarrándola de las axilas la hice saltar por encima de la mesa hasta mi posición, me sentó en el sillón de un pequeño empujón, se subió la pequeña camiseta por encima de sus pechos dejándolos al descubierto, con sus endurecidos pezones apuntándome a la cara y se arrodilló dirigiéndose a por mi abultado paquete que en un abrir y cerrar de ojos estaba siendo devorado por nuestra doctora, su lengua recorría toda mi polla de arriba abajo y se la metía hasta la garganta, era una auténtica experta, mis bolas rebotaban en su boca y los lametones eran cada vez más intensos, Sonia se percató de mi pronta corrida y paró se levantó, me besó y compartimos todos mis jugos preseminales y su saliva. Y muy hábilmente se apartó la tirilla del tanga y se sentó a horcajadas sobre mi polla metiéndosela hasta el fondo, su minifalda tapaba la escena, nuestros gemidos se veían amortiguados por el largo, continuo, intenso y húmedo beso que nos dábamos mientras ella se movía con mi polla en su interior, el orgasmo no se hizo esperar y fue lo más, mi polla estalló en su interior justo en el mismo momento en que se abrazó más fuerte a mí y un intenso orgasmo recorrió toda su columna vertebral.

Nos quedamos abrazados el uno al otro durante unos segundos y seguido se apartó de mi no sin antes darme un besito en la boca con una sonrisa que unida a sus lagrimosos ojos detrás de sus gafitas rectangulares dejaron en mi cerebro una imagen que no podré olvidar en la vida.

Mi mujer en la sala de espera la consulta ajena a todo lo que sucedió en el despacho esperaba impaciente, la "conversación" se había a largado más de lo debido y cierto mosqueo la delató. Sonia se excusó y hablamos los tres durante unos minutos más, le recomendó otro tipo de ejercicios de autoayuda y nos despidió, bueno me despidió a mí, porque la próxima entrevista sería solo con mi esposa, yo no me sorprendí, lo acepté un poco a regañadientes y lo entendí, mi mujer terminó exitosamente el tratamiento como después y nuestra vida sexual ha vuelto a la normalidad y de toda esa pesadilla solo queda el recuerdo de la carita de Sonia tras seguramente haber echado el polvo más erótico de mi vida.