La psicóloga

Cuando por algunos sinsabores de la vida te ves orillado a recibir una terapia un tanto especial, el resultado puede ser bastante gratificante...

La psicóloga

Eran las 11 de la noche aproximadamente, me dispuse con el coche a buscar el encuentro de un alma con el cual poder charlar y desahogar el vació que sentía en mi hice muchos kilómetros, mi primera parada fue rápida y fugaz el local estaba cerrado, olvidaba que era jueves santo y en estas fechas buscar una psicóloga era algo complicado, pero no me di por vencido, continué en la carretera, esperando que esa luz me cegase los ojos y encontrase dentro aquella persona que estaría dispuesta a redimir mi bajón, pero se haría de rogar, la segunda parada fue próxima a la primera y con el mismo resultado, un viaje de ida y vuelta de pocas dimensiones, al fin en mi cuarta parada di con aquel lugar, este gabinete lo llamaremos fantasía, porque allí te pueden aconsejar, pero también te pueden purgar de algunos deshacerse que te produce la vida, me dispuse a apagar el coche y tras unas escaleras vi. allí a un enorme gorila, parecía salido de la película de terminator, el cual me invito a pasar, tras una puerta acristalada, en el interior se cubría de oscuridad, pero una oscuridad que agitaba toda clase de intimidad, al fondo una veintena de clientes manoseaban a sus psicólogas particulares, los cuales recibían la cura que necesitaban, o eso suponía, me acerque a la barra y el camarero me atendió con respetuosidad, me pregunto que deseaba, a lo que yo le respondí por supuesto, un ge con cola, si puede ser, y no me lo cargues demasiado, porque tengo que conducir, y ya se sabe que el alcohol y la carretera no tienen aliados, me lo sirvió y me dispuse a probarlo cuando una señorita de buen escultura me abordo, hola como te llamas yo me llamo erica, yo le respondí Genaro, que era mi verdadero nombre, por supuesto, me pregunto que hacia por allá, y le respondí como debía a una pregunta para mi algo simple, pues tomar una copa como ves, a lo cual ella me respondió y no te gustaría follar conmigo, pues no, le respondí, aunque tuviese ganas, me repateaba que alguien me hiciese una propuesta de ese calibre sin apenas conocerla, se despidió y se fue, cosa que agradecí pues esa clase de persona no la quería cerca de mi, seguí con mi faena tomando una copa tranquilamente, la cual se acabo, pero como el barman era muy simpático, me invito a otra cosa que le agradecí, antes estaba mirando la barra y los barman, pero me entro la curiosidad de ver que es lo que se cocía por fuera, así que sin preámbulos me di la vuelta y vi. Toda clase de carne fresca dispuesta en bandeja de plata, las había de todas clases y tamaños, pero para mi no era importante, después se me acerco otra chica, se presento yo me presente y empezamos a charlar de cosas sin importancia, pero me hacia ver que tenia una autentica psicóloga frente a mi, lo cual me reconfortaba mucho, era jovencita.

Tenia 18 añitos, su cara no tenia nada especial, aunque me recordaba a una antigua amiga, sus promociones tampoco eran espectaculares, no las buscaba, le invite a una copa y nos fuimos a un reservado cerca de la barra, allí se cruzaban miradas conflictivas, entre abrazos y toqueteos, tenia una delantera espectacular, que ni el real Madrid, hubiese soñado con ella, pero lo mejor de todo era su sencillez y su madurez a la vez, tenia las cosas muy claras y sabia lo que quería, lo que podía dar y lo que no permitía, cosa que me agrado mucho y me hizo intimar mas, tras una larga y amena charla, en la cual cada uno daba su punto de vista, vino el momento cumbre, porque a mi me apetecía llegar a ese momento y a ella también lógicamente, así que alquilamos un cuarto, una horita mas o menos, no quería ni mas, ni menos, no tenia prisa, y lo debía hacer bien, nos dispusimos a entrar y ella se me abrazo de un modo muy rápido y locuaz, entre nuestros cuerpo apenas había unos milímetros de espacio para respirar, mientras su lengua circulaba entre la MIA y sus labios me tendían una emboscada con los míos, sus manos circulaban lentamente examinando cada lugar de mi cuerpo, mientras me desabotonaba la camisa, yo entretanto me deshacía de aquella blusa que me impedía examinar con mas atención cada cm. de su pecho el cual era duro, muy duro, y grande, pero a la vez natural, muy natural, mi pecho le deslumbro y lo devoro con todas las de la ley, me comía los pezones y eso me encantaba, mientras bajaba y bajaba, hasta la altura del cinturón con mordisquitos de dulzura, me desabotono y me dejo como dios me echo al mundo, aquella verga estaba muy erecta, tenia ganas de acción y en ese momento la encontraría, yo le baje sus braquitas y me encontré por sorpresa una pagina totalmente desierta, sin un gramo de pelo, lo cual me gustaba, me gustaba ese panorama, pero no estaba dispuesto a comérmelo, porque no sabia cuantos se lo habrían comido antes, así que me humedecí los dedos y los hice circular lentamente, muy lentamente sobre aquel clítoris totalmente deshabitado, ella me tumbo en la cama y copio mi verga y se la comió, enterita, poquito a poco, estaba en la gloria, y todavía faltaba lo mejor, cuando encontró su momento álgido de cabalgada, se monto como buena jineta y cabalgo, hasta las estrellas, la sentía, muy dentro, muy caliente, muy húmeda, estuvimos largo tiempo cabalgando aquel potro, mientras yo le Coria sus pezones y los deslizaba de norte a sur, de este a oeste, sus gemidos eran largos y cortos, se le quebraba la voz y su temperatura variaba por momentos, tras un largo arriba y abajo, y curvas concéntricas que tomaba como buen jinete esquivando los árboles, cambiamos de postura, la cocí por detrás y se la introduje con fuerza, la noto, muy bien, mientras yo la mecía con mis manos acariciándole las espaldas, le di fuerte, despacio, le paraba, le seguía estaba jugando con ella y ella lo sabia, esto debía durar mas que una cerveza en un bar y estábamos dispuesto a seguir nuestros propios retos, volvimos a cambiar de postura, esta vez ella se tumbo boca arriba y yo sujetándole las piernas la abr muy fuerte, hasta que ella cedió su fuerza y se dejo vencer y la sacudí con oleadas de placer, continuas muy continuas, debía llegar ya porque mi reloj me avisaba que la hora estaba próxima a su fin, y me concentre con todas mis ganas y llegue, no fue algo explosivo como me gusta, sino que fue lento, muy lento, lo cual no me agrado mucho, pero la acción la dimos por terminada, después se recostó conmigo en la cama mientras me abrazaba y me miraba, sus ojos arrojaban una luz que es difícil de no percibir, la faena estaba bien echada, y al final la hora de la psicóloga termino con un repentino timbre el cual nos hizo abalanzarnos hacia arriba y vestirnos de forma rápida y atropellada, nos despedimos con un beso, me abrazo muy fuertemente, me dijo que esto no lo olvidaría, pero ven para recordarlo contigo, a lo cual le conteste, ya veremos

Autor: el catman

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