La psicòloga (1)

Una psicòloga transexual quer trata de reinvidicar el nivel social del tercer gènero, en formas profesional, pero a la vez confiesa sus intimidades y debilidades eròticas.

Hola.. Mi nombre es Gynna. Soy transexual relativa y psicóloga de profesión, y en tal sentido pretendo orientar el presente relato. Previamente debo realizar un breve análisis sobre nuestra incomprendida realidad. . Después de leer ya tanto sobre las experiencias de muchas chicas, creo que es el momento adecuado para referir mi propia historia. Me animo a escribir más que todo para tratar de ayudar a muchas de nosotras para que oportunamente se acepten como son y no cometan errores, como casarse con otra mujer, tener hijos, y luego muy tardíamente darse cuenta de tal error y pretender vivir posteriormente como mujer. creo que no es lo mejor para una de nosotras, aparte de que perjudiquen a la mujer con quien llegaron a casarse y al hijo que tuvieron, no es justo. Me imagino que debe ser insoportable que siendo transexual femenina tengas un hijo y te diga "papá", así que es preferible no llegar a eso oportunamente.

Otro aspecto que me induce a escribir es que en tantos relatos pude notar un bajísimo nivel de autoestima. Se puede comprender que una transexual por su condición se torne en una marginada familiar y social, pero de eso a desvalorarse una misma como persona, es lamentable. Y de hecho nosotras jamás deberíamos sentirnos menos, por lo tanto nunca disminuir ante nadie nuestra autoestima, porque definitivamente nosotras no somos seres inferiores, somos superiores ante los heterosexuales masculinos y femeninos, puesto que tenemos el privilegio de vivenciar ambos géneros, uno más que otro. Y mas bien muchos heterosexuales deberían sentirse menos ante nosotras, ya que jamás ellos conocerán el trasfondo de lo que en verdad somos, de lo que sentimos, de lo que pensamos. Ellos no pueden entender nuestras emociones, obsesiones ni pasiones. Podría escribir más sobre esto, pero lo haré posteriormente en un libro editado con mayor formalidad, en bien de las transexuales del planeta, pero por ahora creo que con eso ya entenderán algo amigas mías, lindas, hermosas, preciosas, adorables, divinas ... Así que a partir de éste momento hagan crecer su autoestima geométricamente. Lo cual implica que ya se dejen de una vez por todas de vulgaridades y pongan de por medio su dignidad para no llegar al extremo de soportar por ejemplo ser orinadas, eso ya es el colmo, es un hecho muy indigno que pueda soportar una mujer respetable, o peor si llegan al alcoholismo, a la drogadicción y delincuencia, no, cuídense de llegar a descender socialmente.

Además cuando relaten su vida no extiendan o detallen con bajezas sus relaciones coitales. Esta bien que deseemos sentirnos mujeres intensamente, pero no describan sus experiencias degradantes muy desconsideradamente. Empecemos a respetarnos entre nosotras, como damas. Muchas de nosotras tenemos la culpa de que la gente "normal" nos trate mal, de que nos desprecien, de que nos insulten, de que nos consideren degeneradas, claro, si es que algunas de nosotras mismas propiciamos que nos falten el respeto por nuestras propias actitudes vulgares, por nuestra falta de expresión verbal delicada, por nuestras exageraciones actitudinales, por nuestra excesiva voluptuosidad, y por meternos con el primero que pase. El hecho de que una transexual se prostituya no significa que deba vulgarizarse, puesto que hay muchas formas de prostituirse sin perder la dignidad. Entonces chicas, de una vez por todas déjense de estupideces, compórtense como verdaderas princesas o reynas a partir de este instante. Respetémonos a sí mismo como auténticas féminas, y solamente así muy pronto alcanzaremos el mejor nivel social en todo el mundo. Nuestro género va aumentando y cada día será más grande, más fuerte, más unido. El futuro es nuestro dignas amigas, compañeras o hermanas de género. Luchemos por nosotras. Ya muchos varones desearán ser una de nosotras, imagínense.

Para tranquilizarlas, tampoco crean que soy una moralista, no, nada de eso, simplemente lo que busco es que la sociedad ya de una vez por todas deje de vernos mal a la gran mayoría, con excepción de las transexuales que alcanzan éxito material, pero supongo que será muy difícil llegar al éxito interior estable. Tampoco pretendo filosofar. Sólo busco que la gente nos trate con mucha consideración, y eso depende en gran medida de nosotras.

En tal sentido mis experiencias personales las relataré en forma sincera y sin exageraciones o falsedades, como una psicóloga que no oculta nada.

Bueno, iré de una vez a lo que más les interesa, en cuanto a mi vida personal. Comenzaré refiriendo que descubrí mi identidad sexual desde que tuve uso de razón, a una edad muy temprana.. Tendría yo menos de un año de edad. Me hallaba supuestamente durmiendo en mi cuna, cuando desperté y me incorporé. No había nadie en la habitación. Lo cierto es que tuve la increíble sensación de no llevar nada en la parte genital, es decir como que no tenía pene, a pesar de esa edad, y que por el contrario poseía una abertura, que posteriormente aprendí que correspondía a una vagina. Fue el primer momento de mi vida que me llevó a otras experiencias muy similares que demostraban mi alteración de identidad sexual. En la niñez llegué a tener amistad con otro niño de mi edad, y resulta que una vez nos sorprendieron a los dos tratando de tener relaciones coitales, lo cual motivo nuestro alejamiento y posterior represión. Durante los primeros años de educación primaria ya mostraba mis preferencias por conductas y actitudes femeninas. Lo más notorio fue que sentía una aversión sobre las actividades masculinas que requerían fuerza o machismo. Detestaba mucho las actividades o deportes viriles que podían lastimar o herir mi cuerpo, odiaba mucho el fútbol. Prefería dedicarme a cosas más apropiadas para una niña. Debo manifestarles que ya desde los ocho años yo presentaba un rostro casi femenino, que hacía que muchos me confundieran y me trataran como si fuera una niña. De alguna forma mi transexualidad tiene que ver con el hecho de que mi madre deseaba y estaba segura de alumbrar a una niña. Mis compañeros me veían como a una chica y me fastidiaban, inclusive tenían la costumbre de querer besarme.

Había también algunos niños afeminados con quienes yo compartía amistad y besos en los labios. Inclusive por mi rostro casi femenino fui escogido por un profesor para una danza escolar, en la cual tuve que bailar disfrazado de mujer. Esa fue mi primera vez que use prendas femeninas y recuerdo que me gustó danzar como si fuera una niña, hasta me sentí deseada por mi pareja y yo también sentí lo mismo, pero no pasó nada, y después de años llegué a enterarme de que mi pareja de danza se había enamorado de mi en ésa presentación. Creo que así fue como empecé a exteriorizar mucho más mi naturaleza femenina. No me gustaba permanecer en el colegio ni en la calle, como mis demás compañeros, con quienes no compartía sus pasatiempos varoniles y vulgares. Jamás fui vulgar en mis actitudes, sino recatada, delicada, sumisa, muy respetuosa y algo tímida. Me sentía muy feliz en casa, realizando labores domésticas femeninas y juegos muy especiales. Me mantenía casi siempre al lado de mi mami y de mis tías, compartiendo sus quehaceres, y me sentía muy a gusto. Solía jugar con unos muñequitos de plástico a quienes convertía en bisexuales, es decir formaba parejitas que llegaban a amarse y desearse sexualmente, llegando a ser felices, un juego muy divertido, aparte de otros similares. Por otra parte, muchas veces pude haber tenido la oportunidad de mantener experiencias sexuales con algunos primos y amigos, lo deseaba, pero el temor y el desprestigio me lo impedían. Durante la etapa del colegio yo era tratado como una chica, que hasta me piropeaban y manoseaban por la fuerza. Cierta vez uno de mis compañeros me dijo que me veía muy bonita, y pretendía insinuarme algo mas, pero yo me molesté y me defendí, pero ahora me arrepiento, puesto que debí seguir su juego. Estuve en los scouts, donde también me trataban como a una chica, hasta uno de ellos durante un campamento me acosaba y yo tenía temor de ser violada, ya que me sentía mujer y no pretendía ser abusada, buscaba protección en alguien, pero ahora también me arrepiento de no haber consumado tales insinuaciones, no lo niego. Mi sentimiento de ser mujer era tal que me dejaba el pelo algo largo, más de lo reglamentado, y sufría mucho cuando me exigían cortármelo. Adoro tener una larga cabellera, es algo muy femenino que me hace sentir más mujer y a muchos varones les encanta ver tal característica.

Llegué a enamorarme de algunos de mis compañeros y de algunos profesores atractivos. Odiaba los desfiles escolares y tener que asumir poses masculinas. A veces asistía al colegio con las cejas pintadas y con polvos faciales. Realmente no podía evitar todo ello, ya que buscaba ser más atractiva y ser deseada por los varones. En una oportunidad que no llegaba el profesor al aula, uno de los alumnos más atrevidos en complicidad con sus secuaces me obligó a arrodillarme y sacando su pene hizo que lo besara, pero tenía la intención de algo mas que no se realizó por otras circunstancias. Me producía mucho pánico la ausencia de los profesores, ya que en esos instantes los alumnos daban rienda suelta a sus instintos, y tenían la costumbre de desnudar a cualquiera, pero tuve la suerte de no llegar a que hicieran eso conmigo, ya que no quería ser descubierta con unos genitales pequeños que empeoraran el acoso. En otra oportunidad, mientras jugábamos sobre el césped con unos amigos, casi a de noche, uno de ellos me tumbó y se echo sobre mi, diciéndome que se moría por hacerme el amor, me deseaba, pero no le permití violarme. En cuanto a mi forma física, lo que más me desagrada es ser muy alta, detesto haber crecido tanto, pero al menos tengo una figura espigada esbelta, no soy robusta ni atlética, menos obesa, mi cintura no pasa de sesenta y cinco y mis caderas llegan a noventidos, casi un cuerpo femenino que cuidaba mucho, pero nunca me agradó el curso de educación física, por tener que descubrir mi delicado cuerpo, por sus movimientos rudos y por el temor de adquirir formas masculinas, que llegué a exonerarme, gracias a una supuesta dolencia. No presumo si digo la verdad, que yo les gustaba a algunos varones en la calle y en el colegio. Una vez que fui exageradamente llamativa al colegio, el regente me llamó señorita y eso me agrado tanto que a partir de tal instante detestaba ser tratada como varón. Odiaba y odio a la persona que me diga "señor", y me siento muy halagada cuando me confunden y me dicen señorita, lo cual pasó muchas veces. El peor momento de mi vida fue cuando ya me tocaba realizar el servicio militar obligatorio. Me sentía perdida, puesto que eso significaba que debía vivir todo un largo año como macho, pero felizmente por la intervención oportuna de mi papi, que me consentía en todo, pude librarme de semejante castigo. En la familia era la más engreída de mis hermanos y hermanas, pero al final más que el celo o enemistad por tal preferencia predominaba mi simpatía, ya que mi trato especial, por cierto femenino, derrotaba contundentemente a mis opositores. Mi dulzura y ternura siempre me ayudaron bastante, hasta hoy.

En cuanto a mi afición por las indumentarias femeninas, les diré que se inició alrededor de los ocho años. Recuerdo muy bien que a esa edad, una de mis tías, luego de lavarme la cabeza, después de secarme, me amarró un pañolón femenino cubriendo toda mi cabeza, luego yo me sentí muy especial, muy femenina, y me dirigí al espejo donde se me ocurrió aplicarme polvos faciales. Así fue como inicie mis gustos femeninos prohibidos para un niño. Como todas nosotras, siempre aprovechaba la soledad, cuando nadie se hallaba en casa y jamás me descubrieron, hasta hoy, pero todo quedaba y queda en sospechas. Igual que todas ustedes yo les descuidaba sus ropas a las mujeres de mi casa y mayormente a mi mami, quien era muy joven, bonita y con buen cuerpo. Recuerdo que sentía mucha fascinación por los sostenes, quizá por el profundo deseo de poseer unos preciosos senos, luego era subyugada por las medias y pantimedias de nylon, ligueros, combinaciones, enaguas, y por lo más delicioso, los bikinis y las tangas, complementadas con faldas o vestidos., todo lo cual me excitaba tremendamente. A veces, según el tiempo disponible , me vestía solamente con algunas prendas y otras veces me vestía completamente de chica, inclusive me maquillaba, siendo la mejor parte el momento de pintarme con rouge mis lindos labios, aretes, collares. Mi cuerpo delgado y la cintura estrecha me ayudaba mucho a transformarme. Era increíble la gran vivencia de verme y sentirme mujer ante los espejos, admirando mi belleza, efectuando movimientos propios de una dama, que no tardaba en calentarme incontrolablemente y autosatisfacerme alcanzando un gran orgasmo. Realmente era y es todo un privilegio gozar de un propio cuerpo femenino, es algo mágico, muy fantástico, a partir del momento en que me colocaba la tanga surgía una supuesta vagina que me hacía olvidar por completo de mi anterior condición. Toda una maravillosa sensación que no se podría describir fácilmente. Permaneciendo así en un agradable ensueño según el tiempo disponible.

Algunas veces estaba a punto de ser descubierta en tales hechos, pero sabía evitarlo..También tenía la costumbre de levantarme muy temprano, cuando todos dormían en casa, pero me vestía de chica y me dirigía a la sala a leer, o dibujar –me gustaba mucho dibujar planos- y permanecía así disfrutando de mi sexo real hasta que ya alguien mas se levantaba y debía cambiarme de ropa. Otras veces acostumbraba a acostarme con alguna prenda femenina o pasarme cremas de belleza.. En otra oportunidad por vez primera me bebí toda una botella de licor a causa de mi compleja personalidad, hasta terminar ebria, sintiéndome más mujer. Jamás perdía la oportunidad de poder quedarme sola y vestirme de lo que realmente me sentía, una muchacha. Y solo en tales momentos exteriorizaba mis fantasías y sueños, liberando mi forzada represión, sintiéndome toda una princesa, o una heroína del cine, ya que me identificaba mucho con algunas mujeres atractivas que veía en las películas. Mi seguridad de ser una transexual se consolidó el día que casualmente escuche por primera vez sobre los cambios de sexo que realizaba el doctor Boreau. Ése día me sentí muy feliz porque descubrí que era posible transformar el cuerpo y que yo no era la única que soñaba con llegar a ser una auténtica mujer, por completo. Era tal mi emoción que hasta tuve la sensación de poseer una vagina real. A partir de esa fecha mi inclinación por la femineidad aumentó enormemente. No había un minuto que no dejará de pensar en transformar mi cuerpo, en poseer senos, vagina y un precioso cuerpo curvilíneo de mujer. Observaba mucho a algunas chicas, no porque me enamorara, sino que ansiaba ser como ellas, vivir como ellas, tener sus gustos, sus ademanes, sus vestimentas, y las envidiaba realmente, por lo cual sufría intensamente. Me propuse un objetivo, utilizar hormonas, operarme, cambiar mis genitales por una vagina. En ése tiempo llegué a un alto grado de ansiedad por tal intención, casi llegaba a la desesperación, que hasta pensaba seriamente en automultilar mi pequeño miembro.

Pero surgieron una serie de inconvenientes, sobre todo mi situación en mi familia religiosa y conservadora, que jamás me apoyaría, y que tampoco yo mantenía la esperaza de que me comprendieran, por lo cual surgía el primer gran tropiezo. Debido a ello opté por empezar a viajar muchas veces sin permiso de mi familia, antes de concluir el colegio, pretendiendo cambiar mi destino de acuerdo a mi sueños, pero fatalmente la vida se me puso muy dura y mi naturaleza femenina me impidió enfrentar situaciones que requerían mucha rudeza o machismo para salir adelante, por lo cual no me quedaba sino volver a mi hogar cada vez. En esos viajes tuve la oportunidad de conocer a algunos travestis y transexuales, pero que ninguno se hallaba en condiciones de apoyarme, mas bien una noche no pude evitar ser violado por un tipo bisexual, luego otros dos lo intentaron sin conseguirlo. Ya en la universidad en un principio aparentaba cierto aspecto varonil, pero finalmente sucumbí y no tarde en retomar mis costumbres femeninas, nuevamente el pelo largo, maquillaje facial, ropas raras, ademanes y todo aquello que nos delata. Algunos de mis compañeros y amigos, tanto varones como mujeres percibieron mi cambio y lo manifestaban discreta y sutilmente, pero mi apariencia era obvia, tanto en la universidad como en la calle o en los vehículos, que llamaba la atención y me trataban con ciertas dudas respecto a mi aspecto. En una ocasión llegué tarde al aula y algunos compañeros al verme ingresar no pudieron evitar lanzarme un agradable piropo que fue compartido por los demás inclusive por el profesor. Hubo otra ocasión en que un amigo de mi grupo me expresó su admiración por mi aspecto que me derritió y llegué a enamorarme de él, era muy simpático, pero tenía su pareja.

Al retornar a casa y no encontrar a nadie, con mucha frecuencia inmediatamente procedía a transformarme y disfrutar de mi género real, y disponía de mayor tiempo cuando mis padres viajaban. Inclusive ésa vez llegué a comprar hormonas que me inyecte durante tres meses, logrando un ligero crecimiento de las tetillas y simultáneamente la extraña impresión de poseer vagina. La intensidad de mis deseos eran tan altos que una noche decidí salir a la calle solo maquillada y en la primera oportunidad que me crucé con un grupo, escuche decir que por mi estatura era varón, pero cuando me vieron el rostro reconocieron su error y dijeron que yo era una mujer, me sentí muy feliz. Así una que otra noche salía maquillada, hasta que en una de esas fui descubierto por la policía y me condujeron a la comisaría, dijeron que era prohibida la circulación de travestis, pero noté que les gustaba, entonces uno de ellos me llevó a un apartado y me obligó a tener sexo oral. A partir de entonces ya dejé de salir maquillada como mujer. La permanencia en la universidad me resultaba difícil al no poder concentrarme en estudiar, sino en atender mis gustos femeninos, por lo cual tomé la decisión de abandonar mis estudios. Posteriormente viaje a otra ciudad a tratar de lograr una posición económica y académica, que me tomó buen tiempo y así llegué a estudiar psicología y concluir la carrera, reprimiendo todo ése tiempo mi naturaleza femenina. La psicología, lejos de apartame de mi transexualidad, al final me acercó más a ser mujer.

Debo manifestarles que la naturaleza es más fuerte que la intención de cambiar, en el sentido de que hubo pocas ocasiones en que dudaba de mi destino y pretendía o suponía poder cambiar mi vida, vale decir tratar de ser "normal", tratar de vivir como varón, enamorarme de alguna mujer, salir con ella, hacer planes en pareja, pensar en casarnos. Sin embargo todo no paso de ser una tremenda comedia o farsa, puesto que jamás pude sentirme macho al lado de otra mujer. Hasta tengo el horrible recuerdo de haberme dejado bigotes y cortarme los cabellos como varón, pensando cambiar. Todo intento varonil , ya que solamente reprimía temporalmente mis deseos reales, fue en vano, puesto todo quedaba en ser un obligada apariencia masculina, terriblemente detestable.

Ahora veo que todo ese intento por cambiar, por volverme macho, fue tiempo perdido, que pretendo recuperar. Mi ser interno, mi condición innata me lleva a vivir como una mujer. No es una opción, no es un capricho, no es una desviación, es una fuerza poderosa que nos lleva a vivir lo que realmente somos, mujeres, sin poder evitarlo. Por todo lo cual no me queda sino rendirme frente a mis inclinaciones travestistas y sobre todo a mi transexualidad femenina. Acepto y reconozco dignamente que soy una mujer en cuerpo de varón.Lo comprobé debidamente.

Actualmente llevo una supuesta vida normal, como varón o bisexual. Casi todos los que me conocen, familiares, amigos, compañeros de trabajo, me tratan como a varón, aunque algunos no dejan de escapar sus sospechas entre broma y broma, obviamente por mi aspecto raro, por no tener novia, por llevar el pelo largo –que me encanta tanto- por maquillarme solo el cutis, por usar perfumes femeninos, uñas largas, preferir prendas varoniles algo femeninas, inclusive algunas femeninas, y evitar actividades masculinas o deportivas. Y nadie sabe que uso ropa interior femenina, quizá lo supongan. Rasgos suficientes para levantar sus sospechas. Es lo poco que puedo hacer visiblemente, ya que de lo contrario caería en gran evidencia y desprestigio familiar social, laboral, puesto que vivo en un medio de vida conservador que no acepta a los transexuales. Trato de aparentar estar enamorado de alguna mujer, o difundir supuestas relaciones con mujeres, para evitar que comprueben mi condición real. Tengo dos amigas con las cuales me llevo muy bien y me gusta estar con ellas durante el descanso laboral, porque de alguna forma trato de sentirme lo que soy al conversar con ellas, y siento mucha atracción por una de ellas, la deseo mucho, pero asumiendo yo una faceta lesbiana. Tambien estando entre amigos varones trato de ser la mujer del grupo muy sutilmente y llamar la atención de alguno. Hace poco en otro lugar de trabajo se realizò un festejo, durante la reuniòn percibì el interès por mi de uno de los asistentes, y bebì demasiado, hasta marearme, cuando en un momento me encontrè con mi mano derecha entrecruzada con la del hombre,. a quien posiblemente confesè algo de mi y se enamorò inmediatamente, pero debido a los demàs asistentes que bien me conocìan tuve que cortar dicha inesperada relaciòn que pretendìa algo obvio.

Mi inevitable vida oculta, mi verdadera vida, implica la continuidad de mis costumbres femeninas de encierro, de clóset, que aparte de mi medio familiar y social anticuado y desventajoso, también me impide mi estatura alta, que no dejo de maldecir, ya que en la ciudad donde vivo las mujeres son por lo general de baja estatura., que mala suerte. Por el momento. Aún sigo viviendo con mi familia, ya que la casa es multifamiliar, de pisos, lo cual impide que tenga una vida privada absoluta, ya que no puedo permanecer como mujer sin ser vista, sin embargo me las arreglo muy bien para no ser descubierta en mi doble vida. .En cuanto llego a casa trato de ponerme más femenina, medias, faldas, blusas, sandalias, maquillarme y así estando sola sentirme muy libre. Cuando estoy segura de no ser interrumpida recorro todo mi departamento completamente travestida. Llego a experimentar sensaciones indescriptibles. Sentirse mujer creo que es un privilegio. Algunas veces con solo estar vestida se me vienen eyaculaciones y orgasmos espontáneos. Lo más placentero es llegar al estado de anular mentalmente la existencia del sexo masculino, y por el contrario sentir maravillosamente la existencia de una preciosa vagina, eso solo ya me produce demasiado placer. El hecho de sentirme mujer me lleva a actuar como ellas, caminar contoneando la cadera, juntar las piernas y los pies, moverme con delicadeza, cocinar, coser, lavar, orinar sentada, y otras cosas mas que me conducen al éxtasis.

Un espejo grande ubicado en mi alcoba es testigo fiel de mi dulce encierro, una gran compañía, ya que frente a el puedo comprobar lo que soy. Tengo diversas ropas que me permiten variar mis transformaciones y alcanzar profundos orgasmos. Es que viendo que en el espejo se halla una mujer, lo que soy en realidad, me lleva a imaginar muchas otras experiencias placenteras, es como que de alguna manera logro concretizar mi gran sueño. Definitivamente es todo un privilegio sentirse mujer. Tengo un maravilloso recuerdo de una temporada en que toda mi familia se fue de viaje y yo me quedé completamente sóla, muy feliz, pudiendo vestirme de mujer y sintiéndome tal durante muchos días. Me gusta mucho la música, especialmente el merengue, la cumbia y pop. Cuando vivo como mujer acostumbro frecuentemente bailar muy femeninamente y a la vez realizar fonomimias de Olga Tañon, Paulina Rubio, Mariana Seoane, Ana Bárbara, Shakira, Gloria Trevi, Mari Carmen, Marina Yafá, Thalía, Andrea Montenegro, etc. que me llevan al delirio, a las nubes, al paraíso hedonístico, al sentirme una de ellas. Continuaré mi relato en otra oportunidad.