La prostituta profesional - Capítulo 1
Una prostituta, extremadamente profesional, conoce a una extraña pareja que le cambia la vida.
Soy una prostituta muy buena. Soy estricta y profesional. Sé que es algo cercano quien lo dice pero es la verdad, soy muy buena en lo que hago. No consumo alcohol, no consumo drogas. Mantengo mi cuerpo limpio y sano. Ejercicio: 1 hora de cardio y una hora de pesas con un personal training, de lunes a sábado. Voy al nutricionista y controlo mi alimentación. Me preocupo de que mi piel esté sana, suave y fresca.
Tengo 28 años, soy prostituta hace 3 años. Trate de estudiar pero mi familia nunca me apoyó, no voy a entrar en detalles pero les puedo contar que me tuve que ir de mi casa por unos temas de violencia doméstica y el trabajo que mejor puedo hacer es este. Trate de ser modelo, pero no salgo bien en las fotos. Trate de ser edecán pero no soy buena sonriendo más de 15 minutos. No puedo hacer otro trabajo que pague lo mismo que este.
Vivo en un departamento en el centro de Santiago de Chile. Es limpio, blanco y silencioso. Pago por tener silencio y poder descansar mis fines de semana. Me gusta leer, escuchar música. No tengo amigas y menos amigos. No tengo relaciones amorosas, tampoco soy buena novia, pierdo el interés fácilmente. No me molesta la soledad de mi profesión.
Sólo trabajo 3 noches a la semana. Voy a un hotel de lujo que queda en el sector más caro de la ciudad y llegó en un taxi que maneja el mismo chofer siempre, tampoco soy muy buena con los cambios.
¿Por qué soy una buena prostituta? Son 3 cosas. La primera es que entiendo que el negocio es más que yo, y para eso me preocupo de trabajar en un entorno protegida y segura. Sólo trabajo en un hotel, en ese hotel sólo trabajo en un bar. No me gustan los cambios. Le pago al mayordomo del bar que tenga un ojo siempre sobre mi, que no me pase nada y que los meseros no me molesten, también pagó a los meseros para que estén de mi lado durante la noche y por sobre todo pago a las mujeres de limpieza del edificio. Las necesito de mi lado, especialmente en la mañana para salir del hotel sin problemas y que me presten algún tipo de ayuda en caso de necesidad. Me preocupo de vestir bien, más que bien visto ropa de diseñador y lencería lujosa. Mis clientes saben a qué me dedico pero con eso lo olvidan más rápido, generalmente se imaginan que soy una amiga de sus esposas o una compañera de universidad de sus hijas (No se imaginan lo común de la fantasía).
La segunda razón es porque entiendo muy bien la mente de los hombres que llegan a ese bar, otra razón por la cual nunca salgo de ese bar. En general son hombres mayores, entre 50 años y 60 años, gerentes o dueños de empresas. Vienen a la ciudad del extranjero y su origen suele ser europeo o norteamericano, algunas veces japonés pero al parecer no soy del gusto de los asiáticos. Hablo alemán e inglés muy fluido y me defiendo bastante en francés e italiano (He contemplado en invertir en clases de ruso, dicen que con Trump es el futuro). Sé que ellos están cansados y mi tipo de cliente es el que no les ha ido muy bien en los negocios, el viaje no fue lo que esperaban y sólo desean que alguien les rompa la rutina sin que les den mucho problemas. Suelo bailar con un vaso de whiskey en la mano, eso los hace pensar que soy una mujer distinta, y me acerco cuando los veo sentados en la mesa. Tengo un collar que, misteriosamente siempre, se engancha en la parte posterior de mi vestido y les pido ayuda para desenredarlo. Dejo mi vaso en la mesa y si se acercan minutos más tarde para devolverlo o con uno nuevo. Entonces mi tarea está hecha. Rara vez salgo de ese sistema, no lo necesito.
La tercera razón es mi físico, que espero que hayan aguantado a leer hasta aquí sin aburrirse, el que cuido mucho. Mido un metro con setenta centímetros, que al menos acá en Chile es bastante alto para una mujer. Mis piernas son largas y con la musculatura perfecta. Mi culo es el producto de 500 repeticiones diarias y me preocupo de mantener en 90 cm, tampoco quiero que sea algo gigante, sólo quiero que siempre mire hacia arriba. Mi cintura con 500 abdominales al día, los carbohidratos mínimos para ser saludable y que no salga de los 58cm. Mis tetas, bueno, ahí he tenido un poco de ayuda del doctor, pero fueron operadas con 400 cc cada una y están en 93 cm. Mis labios son grandes, mis ojos verdes y mi piel tiene un suave color moreno que vuelve locos a los hombres. Mi cabello es largo, llega hasta mis hombros y es de una mezcla, natural, entre castaño y negro. Yo vivo para verme sexy, es parte de mi trabajo y es parte de lo que me hace ser tan buena en mi trabajo.
Cobro caro, realmente caro. Después una conversación en el bar, de unos 45 minutos aprox., me invitan a su pieza y cuando estamos en el ascensor discutimos el precio. Muy pocas veces me han pedido una rebaja y cuando ven que mi rostro que no responde entonces aceptan el precio original. Cobro muy caro. Tengo 28 años y en un año más podré retirarme de esto y viajar un año por el mundo, después podré comprar una casa en el sur de Chile, tener una huerta, comprar muchos libros y descansar hasta el resto de mis días. Cobro muy caro, realmente caro y gasto muy poco de ese dinero. Todo está guardado en el banco para el momento de mi retiro, en esta profesión sabes que cada día que pasa es un día más cerca del que no serás contratada.
Un último detalle: cuando entró en la pieza con mis clientes suelo poner música, servir varios tragos y bailar con ellos. Coquetear, darles besos en las mejillas y dejar que me toquen un poco. Unos 30 minutos de baile para que se cansen. Cuando llegamos a la cama ya están felices y agotados, transfieren a mi cuenta o me pasan su tarjeta (Tengo un discreto terminal que entrega hasta boleta por servicios de entretenimiento y pago mis impuestos). Me desnudo y les muestro mi lencería y me frotó con ellos en la cama. Les pongo el condón con mi boca y unos segundos después dejo que me penetren haciendo muecas de dolor y placer. Lo normal es que terminen a los 5 minutos, los más atléticos a los 10 minutos y caen rendidos a mi lado (Nunca aceptó clientes jóvenes). Duermen y cuando despiertan ya no estoy en la pieza. Nunca repito a clientes y si me ven otra vez en el bar los ignoro y rara vez me buscan otra vez. Repito esto tres días a la semana todos los días del año.
¿Cómo partió esta historia? Estaba en el bar con el vaso en mi mano y lo ví solo en una mesa al fondo del bar. Me acerque con mi collar enredado y una sonrisa picara. Al acercarme me di cuenta que no era tan viejo como supuse y una sutil mueca debe haber aparecido en mi cara. No pensé que fuera visible.
- ¿Buscabas clientes más viejos?. Su voz era tranquila y algo suave.
- Sí, lo siento. El negocio funciona mejor así.
Me sentí rara, esto no me gustaba y quería cerrar la noche rápidamente y salir de ahí.
- Hace sentido, el gasto del material es menor y probablemente el retorno a la inversión es mayor.
- … sí - suspiré tímidamente y comencé a desenredar el collar.
- Déjame ayudarte de todas formas.
Cuando se acercó lo pude ver mejor. No era muy alto, su sonrisa era muy suave y su cara me era un tanto familiar pero no podía recordar su nombre. Su cuerpo era entre gordo y flaco, definitivamente no era un tipo atlético y sus manos eran ridículamente suaves. Sus uñas limpias y con un corte perfecto. En su mano izquierda un reloj plateado, no tenía una marca reconocida y probablemente era muy barato. Algo raro en ese bar.
- Bueno, ya me ayudaste, esto es todo, debo ir a reponer el stock y reiniciar operaciones.
- Si miras a tu alrededor te darás cuenta que no hay muchas opciones.
- ¿Cómo dices?
- Mira, hay 15 personas en este bar, 4 son mujeres que vienen con parejas, eso nos deja 7. Los 4 hombres del fondo son del Opus Dei y aunque hay siempre rumores de que se vuelven locos en los viajes te daras cuenta esta noche que estos no lo harán. Te quedan 3 hombres, dos están demasiado borrachos para sacar la tarjeta de crédito y que no sientas que es un robo y el otro que queda ya está hablando contigo.
Mire a mi alrededor y me sentí bien idiota. Tenía razón.
- No te preocupes por la inversión. Te puedo asegurar que serás más que recompensada por el esfuerzo adicional y que ese esfuerzo no será nada anormal. No habrá drogas y que estoy limpio en cada lugar. También te aviso que espero lo mismo.
- Soy muy cara, eres muy joven para pagar algo así.
- Si mi tarjeta de crédito es rechazada te puedes llevar todo lo que llevo en mi billetera.
Abrió una billetera con algún dinero. Moví mi mano rápidamente y se la baje. No me gusta ver dinero en efectivo. Es sucio y de mal gusto.
- Subiré contigo 5 minutos y haremos el pago, Si tu tarjeta no pasa te quedas en silencio y me iré rápidamente.
- Estupendo.
Comenzó a caminar y debo decir que me llamó la atención que todos parecían saludarlo mientras lo miraban pasar. Unos minutos más tarde nos encontramos en el ascensor. Durante el breve viaje no me hablo nada. Se mantuvo en silencio y al abrir la puerta salió veloz, ni me miró. Lo seguí algo enojada por el pasillo y me di cuenta que el piso solo tenía dos puertas, claramente estaba en el penthouse. Me descuido un momento y no lo volví a ver. Una puerta abierta frente a mi. Por un segundo me asuste y pensé en volver al ascensor pero me di algo de ánimo y camine segura con mis gigantes tacones.
Al entrar descubrí una pieza gigante. Era más un living de un gigantesco departamento que rebozada lujo por todas partes y que estaba inmaculado en limpieza y pulcritud. Sonaba opera en el fondo y no se veía el típico bar del Penthouse del hotel. Pero eso no fue lo más extraño. Lo que me dejó sorprendida y pegada en el aire del lugar fue a una mujer sentada en el living. No era cualquier mujer. Era hermosa. No soy lesbiana y nunca he mirado mujeres pero esta era distinta. Se levantó de su sillón y se acercó con una sonrisa cordial.
- ¿Hablamos los detalles?
Su acento era extraño, su español era perfecto pero podía notar algo ahí. No sabía de que país era su origen. Imaginé rusia por su apariencia. Era muy alta, probablemente un metro con 80 cm. Sus piernas largas, hermosas, con una minifalda ejecutiva blanca y sencilla. Arriba vestía una blusa blanca con una chaqueta sencilla y elegante, blanca, al igual que sus zapatos que con un taco gigante daba la sensación que estaba volando sobre la alfombra. Su cara era preciosa: Ojos azules, pelo rubio con un peinado simple pero perfecto. Un collar de perlas en su cuello y unos dientes blancos incólumes. Pero había algo más: En el lado izquierdo tenía una cicatriz que partía debajo de su pómulo y terminaba cerca de sus pera. Mi ojos no podían dejar de mirarla. Ella sonrió.
- Son de un accidente en auto de mi juventud. ¿Hablamos los detalles? Te aseguro que si no ingresas en esa pieza en 10 minutos se quedará dormido y perderás un buen negocio.
Se sentó nuevamente y mi cara roja con la vergüenza de haber sido descubierta.
- Tranquila, todos la miran la primera vez.
Sonrío con sus dientes perfectos. No podía dejar de mirarla. Era perfecta. Se sentó en el sillón y me extendió un lápiz y un papel.
- Por favor escribe cuanto cobras por una noche completa de servicio.
Lo hice rápidamente, algo nerviosa anote la cifra. Su mano tomó el papel y lo guardó con una mirada sutil.
- Te pagaremos 2 veces esa cantidad.
Sacó un breve documento y me lo entregó.
- Debes firmar ese documento de confidencialidad. Debes saber que esto se mantendrá con absoluta discreción. Él es un empresario que se vería muy afectado si esto llega al público. Técnicamente no estamos pagando por tus servicios, estamos pagando por tu confidencialidad.
- ¿Un contrato?
- Sí, es corto, leelo completo, no dice nada raro. Te puedo asegurar que esto no son las Cincuentas Sombras de Grey. Acá las condiciones son simples y si las sigues a cabalidad habrá un pago adicional al final de la jornada. Si te sales de las condiciones entonces no tendrás el bono. Sólo eso.
- ¿Qué condiciones? - pregunte algo curiosa, me sentía como una niña pequeña.
- Al firmar el documento debes entregar tu cuenta corriente. Si es real y el pago pasa te haré pasar a un baño. Deberás sacar tu ropa y quedar completamente desnuda. Habrán toallas húmedas para tu limpieza. Debes hacerlo rapido y efectiva, no queremos ningún olor extraño. Habrá un perfume que debes usar en abundancia y un par de zapatos que no podrás quitarte en toda la noche. Deberás dormir con ellos. Al salir por la otra puerta lo encontrarás desnudo y recostado en la cama. Él no hablará palabra en toda la noche y no debes esperar hacerlo. Tampoco queremos que lo hagas tú.
- ¿En toda la noche?
- Sí. En su velador habrá un reloj que podrás tener como referencia. El tiempo acá es importante. Necesitas realizar 5 minutos de sexo oral. Luego poner un preservativo que estará a su lado de la cama. 5 minutos de sexo vaginal sobre él y 10 minutos dando la espalda. Sacaras el preservativo y 5 minutos adicionales de sexo oral, él terminara en tu boca y la abrirás mostrando su semen en tu interior.
Me quedé en silencio. Todo lo encontraba raro, pero ella lo hacía sentir natural, o más bien como un procedimiento claro y preciso. Eso lo encontraba extrañamente reconfortante.
- ¿y luego?
- Deberás recostarte a su lado, le darás la espalda y te abrazara hasta que duermas. Al despertar estará tu ropa lista y podrás retirarte de inmediato. Él no estará presente y yo tampoco. Nunca más volveremos a hablar. Eso lo establece claramente el contrato. Tienes que entrar y firmar ahora, no hay más tiempo.
Tome el lápiz, firme y me pare con energía. Tenía ganas de hacer esta locura. Anote los datos del banco en el celular. Espero unos segundos y una notificación suena en su pantalla.
- Está todo listo, puedes revisar en tu teléfono. Por favor no me decepciones.
¿Cómo podía hacerlo? Era hermosa, no podía parar de mirarla, quería hacer cosas con ellas. Ni siquiera sabía lo que sentía pero no podía fallarle.
Sonríe y me hace pasar al baño. La puerta se cierra y estoy sola.
El baño era precioso, gigante, a una temperatura perfecta. Me saque mi ropa con cuidado y la deje en un canasto. Me saque mis calzones y me di cuenta que estaba algo mojada. Me meti mis dedos con curiosidad y me gusto. Me sentía como una niña mala, haciendo algo que no debía hacer. Me limpie rápidamente y me puse el perfume. Abrí la caja de zapatos y encontré unos hermosos zapatos blancos con un taco gigante. Me los puse y salí del baño. La pieza estaba oscura. Él estaba desnudo en silencio y su pene era grande, no gigante pero era grande. Vi el reloj en el velador y me acerque en silencio a la cama, sonreí coqueta pero no hubo respuesta alguna. Puse su pene entre mis tetas y apenas note un gemido. Estaba caliente, era grande y disfrutaba tenerlo ahí pero no quería cometer errores. Olí su pene, era delicioso, era distinto a los otros. Me gusto, era limpio, pulcro, pesado incluso. Lo metí en mi boca y trate de hacer la mejor mamada de mi vida. Suave al comienzo pero con mucha velocidad y por un minuto olvide respirar. Su mano me detuvo, me acaricio mi cara y un gesto afirmativo me hizo bajar la velocidad ¿Lo estaba haciendo mal? Me subí a la cama con su pene en la boca, no quería decepcionar. Una mano la tenía en mi cabeza, marcaba el ritmo, me encantaba. Otra mano la puso en mi cuello y lo acariciaba. Mire el reloj y me di cuenta que había pasado el tiempo. Saca su pene de mi boca y la saliva se derramó por su cuerpo. Horror, por un segundo no sabía qué hacer. Comencé a lamer su piel tratando de no dejar nada sucio. No quería fallar. Mi otra mano buscaba desesperada el condón y parecía que no lo iba encontrar nunca, Pero lo encontró. Cambié de posición y le di un par de chupadas. ¿Lo estaba haciendo mal? no quería fallar pero su pene tenía algo especial. Puse el condón con mi boca y me paré a hurtadillas, lo introduje de una vez con fuerza en mi sexo. Estaba ardiendo, no podía parar, no quería poner mucha fuerza sobre él y cansarlo de ninguna forma. Para algo habían servido todas las horas de gimnasio, puse toda la fuerzas en mis piernas para darle la mejor cogida de su vida. No quería que hiciera nada, quería ser perfecta. Con mis manos tocaba mis tetas y trataba de poner la cara de puta más puta de la vida. Vi el reloj. Tocaba cambio. Me di vuelta y me di cuenta que mis jugos habían manchado la cama. Me puse su pene en mi vagina, era delicioso, comencé con la cabalgata y sentí sus manos en mi culo. Con mis manos se lo abrí y hundí mi cara en los jugos que habían quedado en la cama. Pensé que podía lamerlos y dejar todo limpio, sus dedos jugaban en el exterior de mi ano y comenzó a moverse. Yo no quería que él hiciera nada. Abrí más mi culo para él, quería que tuviera la mejor vista. Apoye mis manos en la cama para moverme más rápido y mi corazón se detuvo un instante.
Ella estaba sentada en el fondo de la pieza. En la oscuridad del lugar, en un sillón gigante estaba mirándonos. Se dió cuenta que la vi pero su rostro no se inmuto. Sus ojos eran hermosos. Un gesto de aprobación y comencé a moverme más rápido. Movió su mano hacía su reloj y me di vuelta. Saque el condón y comencé a hacer la mamada de mi vida. Chupaba como loca y al cabo de unos segundos él se corrió en mi boca. Salieron varios chorros que llenaron todo, traté de no tragar nada pero era mucho. Su orgasmo fue contenido, me dio pena como trataba de ocultarlo. Cuando terminó abrí mi boca y lentamente comencé a dejar caer la leche. Sobre mis tetas y en su pene. Parecía leche condensada. Le ofrecí una suave sonrisa y el cerro los ojos. Me recoste a su lado y me quede dormida.
Al despertar estaba sola en la pieza. Mi ropa estaba planchada y todo estaba prístino. Mientras recorría el lugar entró un servicio de maquillaje que estaba delicioso. Llegó comida y algunos tragos, en ningún momento me cobraron algo o me pidieron abandonar la pieza. Luego de un vaño a vapor (¿Mencione que el penthouse tenía baño a vapor?) me vestí y fui a mi departamento. La cabeza algo confundida por una noche que no creía haber vivido. No volví al hotel, me tomé unas vacaciones para pensar y descansar. Aunque no sabía de lo que estaba descansando. Mire televisión y revistas de negocios, ahí lo encontré a él. Obvio que era él. Como no pude darme cuenta. Un tipo que heredó el imperio de su padre a los 25 años. Una de las grandes fortunas chilenas del siglo. Un tipo amable, cercano y de apariencia feliz. No se le conocía novia alguna y muchos sospechaban su homosexualidad.
Cuando se cumpieron exactos siete días mi teléfono volvió a sonar. Era ella.
- Hola, soy Valeria. Contramos tus servicios el miércoles anterior.
- Sí, por supuesto.
- ¿Nos podemos juntar a conversar?
Por mi mente pasaron muchas cosas, por ejemplo que no repetía nunca a los clientes o que no desarmo mi forma de hacer negocios.
- Sí, no hay problema.
- Perfecto. Nos juntamos en la terraza, te espero a las 8.
Cortó el teléfono y me quede pensando en que me pondría ese día. No quería ser informal, tampoco muy formal. Quería ser sexy, también algo putita. No sabía qué pensar y qué hacer. Me estaba volviendo loca. Parecía una adolescente en su primera cita. Al final, después de probar muchos vestidos, me decidi por uno negro con un gran escote (Me encanta que mis tetas se vean grandes y duras) y mini. Me puse una elegante chaqueta encima que tapaba todo hasta mostrar mis delicados zapatos. Si la situación daba para ser sexy entonces me sacaría la chaqueta pero en caso contrarío no quería sentirme fuera de lugar.
Al llegar al hotel estaba nerviosa. Llegue a la terraza y me fije que estaba casi vacía. En el fondo, en la mejor ubicación estaba Valeria. Su pelo hermoso y dientes blancos brillaban en mis ojos. Un asistente me ofrecio un cafe y me pidió que esperar que ella terminara. Valeria estaba con un par de ejecutivos y revisaba unos documentos. La espere tranquila, disfrutaba de mi café y me recreaba con sus piernas y sus labios. Ella me miró de improviso y me sonrío. Después de 50 minutos me acercaron a su mesa.
- Perdón, se me escaparon unos pendientes. Disculpa la espera.
- No, no pasa nada.
Mira a mi alrededor y me di cuenta que estábamos solas. Valeria se veía preciosa, su mirada, su sonrisa blanca y sus labios rojos. Su traje blanco se apretaba a su cuerpo y se mantenía hermoso.
- Queremos contratarte por mucho tiempo. ¿Cuál es tu disponibilidad para viajar?
- ¿Cómo? ¿Qué es mucho tiempo? Nunca he viajado por trabajo, mis servicios sólo ocurren en este hotel. ¿Cuánto tiempo piensan? - no me di ni cuenta en qué momento dije todas esas preguntas. Valeria me miró con una sonrisa cómplice.
- Es harto, mucho, algunos meses. Mira, voy a ser bien directa y sincera. No me daré vueltas innecesarias. Nos gusto tu servicio, es lo que necesitamos y estamos dispuestos a pagar por tenerlo otra vez. Pero tenemos más condiciones y otro contrato.
Valeria sacó de su cartera, un contrato más grande esta vez. Me lo extendió con cuidado.
- Tenemos una casa en el sur. Muy lejos de aquí, frente a un lago hermoso y solitario, la casa es hermosa y además de estar completamente equipada tiene a un equipo completamente preparado para atendernos.
- ¿Qué tan lejos?
- Lejos, una vez que viajas en avión tendrás que andar 4 horas en una carretera perdida. No creas que es algo turbio, es una casa preciosa y serás atendida las 24 horas.
Me quede pensando unos segundos. No sabía que iba a hacer con mi vida, mi rutina estaba rara y ya estaba en vacaciones. Que tan malo podría ser.
- Ahora, pagaremos muy bien, pero hay condiciones y las condiciones no pueden ser rotas, si eso ocurre entonces no tendrás tu bono por desempeño y deberás volver de inmediato a Santiago.
- Soy buena cumpliendo condiciones - respondí algo más desafiante de lo que me habría gustado.
- Llegando al sur tendrás un revisión completa por un doctor que nosotros proveeremos…
- ¿Qué va a revisar? - No me gustan los doctores, no me gusta que me revisen.
- No revisará nada extraño, sólo que todo esté sano. Además hará unos examenes de sangre con el mismo objetivo.
- … no lo se - la verdad que esto se escapó de mis planes. Muy profesional del servicio seré pero la situación de la revisión no me agrado.
- Mira, entiendo que esto es raro - Valeria se levantó y se sentó a mi lado. Su olor era delicioso. Su perfume era familiar, al cabo de unos segundos me di cuenta que era el mismo que use en el baño. Pude ver por su blusa un delicado sostén blanco que sostenía unas tetas gigantescas. Trate de recordar todo, pero la imagen sólo duró un segundo.
- Lo pasaremos bien. Será rico, te visitará una vez por semana y cada noche noche de visita harás los mismo que hiciste en la pieza. Son sólo 30 minutos por semana y una revisión de no más de 10 minutos. Valdrá la pena.
- ¿Estarás conmigo en el doctor? - Ni siquiera se porque dije eso. Estaba nerviosa.
- Sí, tranquila.
Firme en cosa de minutos. eran varios papeles y leí todo con cuidado. No por estar nerviosa iba a descuidar las formalidades.
El siguiente día pasó muy veloz, en la noche un auto me paso a retirar. Me llevó al aeropuerto y para mi sorpresa nos esperaba un pequeño jet privado. Valeria me esperaba en el interior. Me quede dormida viéndola trabajar, ella no descansaba nunca.
Después de 4 horas manejando llegamos a la casa. Decir casa es poco, era un mansión hermosa. Nos recibió una pareja de mujeres que me pareció que eran rusas o de euro del esta. Eran mujeres de unos 50 o 60 años, probablemente muy hermosas cuando jóvenes y que rápidamente tomaron mi equipaje y nos condujeron por la casa. Llegamos a una sala pequeña y acogedora, en su interior una chimenea encendida y frente a ella estaba una pequeña pero hermosa mujer.
- Hola. Me dijeron que nos teníamos que conocer.
Valeria se sentó en el sillón y me miró concentrada. Respondí muchas preguntas de mi vida, aunque la mayoría eran esperables no dejó de ser algo incómodo. Después, la doctora me saco un poco de sangre y me pidió que me desvistiera. Entre a un baño que me esperaba con una suave bata de seda. Estaba nerviosa, no quería que pasara esto y no me gustaba que alguien anduviera husmeando por ahí. Al salir del baño me encontré con una camilla y me invitaron a abrir mis piernas. Bueno, no fueron tan explícitas pero eso hicieron. La doctora, con un gesto muy amable, comenzó su revisión. Estaba asustada, pálida, apenas me movía y transpiraba por todos lados. Valeria se acercó a mi, me tomo de la mano y me hizo cariño en el brazo. Era delicioso pero creo que me puse más nerviosa. Unos segundos después pude ver la cara de horror de la doctora.
- ¿Qué te hicieron?
- No nos tienes que contar nada - Valeria interrumpió enseguida.
- Estás sana, pero… -
Se notaba que la doctora estaba incomoda. Mire a Valeria y por un momento pensé en cerrar los ojos y olvidarme de todo. Valeria le hizo una seña a la doctora y nos dejaron solas. Se subió a la mesa y me abrazo, me beso en la cabeza y me hizo cariño. Yo me perdí en sus abrazos, me acurruque en su pecho y disfrutaba de su olor. Por un momento pensé que me quede dormida pero justo en ese instante tocaron la puerta para avisarnos que él venía en camino.
La noche fue igual que al hotel. Entre desnuda a la pieza y él estaba en silencio sobre la cama. Su pene era gigante y seguí sin falta las instrucciones. Disfrutaba mucho tragar su pene y me encantaba mirar a Valeria mientras tenía su pene metida en mi vagina, Mis jugos se escapaban y a pesar de que no era parte de mi idea, disfrutaba mucho. No me corrí, pero cuando recibí su leche en mi boca no pude evitar saborear esa leche. Él no se movió más, yo me puse en mi esquina y me dormí mirando a Valeria. Al despertar él ya no estaba.
Los días rápidamente pasaron, la mayor parte del tiempo estaba sola y recibía las atenciones de las cuidadoras de la casa. Mi rutina comenzaba con una mañana en el spa, mis horas de gimnasio, un almuerzo finísimo. Me di cuenta que traían de la ciudad ropa, perfumes, flores, incluso masajistas y maquilladoras. Me sentía como una reina, no tenían que pedir las cosas, lo tenía todo, incluso una biblioteca completamente equipada.
Mis mejores días comenzaban con la llegada de Valeria. Temprano me despertaba e íbamos al gimnasio juntas, un almuerzo light y en la tarde me convertía en su muñeca. Me esperaba en una pieza hermosa, se sentaba en un delicado sillón y me hacía posar desnuda. Junto a mi había la más hermosa y fina lencería, los vestidos de noche más espectaculares. Ella me mira y a mi me encanta mostrarme para ella. Me ponía en el piso, en cuatro y me ponía los calzones que ella elegía frente a mi. Los primeros días me ponía la ropa y me daba vueltas por la pieza mostrando como me quedaba. Pero con sus visitas y nuestra privacidad nos empezamos a relajar. Primero fue pasearme en lencería, siempre con tacos, me acercaba y le mostraba mis tetas. Ella miraba tranquila, a veces disfrutaba de un café. Días después comenzamos con el topless y poco tiempo después lo único que usaba eran los tacos. Me encantaba mostrame para ella, me mojaba para ella. No me di cuenta, en que momento paso que no sólo andaba desnuda, si no que me abría para ella. Le mostraba mi vagina, me tiraba en el piso y me abría de piernas, con mis dedos le mostraba mi interior y cuando mis jugos salían los tomaba con mis dedos y los metía en mi boca. Valeria me miraba en silencio, a veces me pedía alguna posición y otras veces solo miraba mi cuerpo.
Estuvimos mucho más tiempo del que inicialmente negociamos atrapados en la rutina. Yo pasaba cinco o seis días sola, viviendo como una reina. Llegaba Valeria muy temprano y en la tarde me convertía en su muñeca. En la noche yo era la puta que disfrutaba de su trabajo y cuando despertaba volvía a estar sola. Era feliz, aislada del mundo era feliz pero mi felicidad se acabó muy rápido.
Esa mañana repetimos la rutina: despertar, gimnasio y el almuerzo light. Después, me encerraba en la pieza, ella se iba su sillón y yo me desnudaba y me exhibia para ella. Estaba con mis piernas abiertas, con mi culo levantada para ella cuando siento que ella se sienta junto a mi, eso fue algo nuevo. Giro mi cabeza para mirarla pero su mano, con fuerza no me deja mirarla. Siento su olor, delicioso, me pongo nerviosa, no sé que es lo que quiere ahora. Abro mis piernas un poco más, estoy mojada y mis jugos están acumulados y al borde de caerse. Su mano está fría, la pone sobre mi culo y lo toca, con fuerza, me manosea harto. Siento como disfruta y quiero que se quede ahí. Su mano se aleja, la quiero de vuelta, pero ahora sólo un dedo que está sobre mi ano. Me quedo quieta, nadie me toca ese lugar. Valeria me acaricia y mueve sus dedos hasta mi vagina, los jugos ya se caen a la alfombra y mete con fuerza dos dedos adentro de mi sexo. Ardo de caliente, de ganas de sexo, de que me follen con fuerza. Quiero sexo y Valeria sostiene mi cabeza en el piso y no me deja moverme. Me mete otro dedo y con fuerza comienza a acariciar. Trato de gemir, de moverme, de disfrutar. Trato de mover una mano para tocarla pero me aprieta la cabeza al piso y me ahoga en la alfombra. Estoy caliente, confundida, mi sexo arde con sus dedos que se mueven como una máquina y que no paran. Trata de moverme y de repente logro tocar su piel, Mi muslo toca su pierna. Me corro. Me corro con fuerza, con sus dedos bien adentro, me corro con jugos, con ruido, con gemidos y mi mente se va a blanco unos segundos. Me corrí como perra en celo y quede tirada en la alfombra. Valeria saco sus dedos, me acarició el pelo y me miró con cariño. Se paró como una princesa, podía ver sus piernas largas y hermosas, sacó una frazada de un closet y me arropó. Me quede dormida y ella me miraba descansar. Un par de horas después me despertó con cariño y me llevó al baño. No hablo nada. Me duche frente a ella y ella me miraba, me encantaba mostrar mi cuerpo.
Mientras me preparaba en el baño escuchamos que él llegó a la pieza. Valeria se acercó y me sonrió.
- Eres mi putita en celo.
Salió de la pieza y me dejó en el baño. Estaba enamorada, no había vuelta atrás, mi corazón latía a mil por hora. Andaba con las hormonas locas, querías abrazar al mundo, estaba feliz.
Entonces comenzó la rutina nuevamente. Caminé a la cama, lo ví a él desnudo y feliz me fui directo a su pene, me lo trague completo, aguante la respiración unos momentos y lo saqué de mi boca. Me fui directo a sus bolas, calientes, deliciosas. Pase mi lengua por su palo un par de veces y lo volví a tragar a can fuerza. De repente, por primera vez en muchas repeticiones exactas el guión tomó un camino distinto. Sentí su mano sobre mi pelo y comenzó a controlar la mamada. Con fuerza, trate de poner mi ritmo pero no fue posible. No tenía el control y extrañamente me gustó. Sentí como mi chocho se volvía a mojar nuevamente. No me quise aguantar y lleve mi dedos a mi sexo e imite el mismo ritmo que tenían sobre mi cabeza con dos dedos en mi hoyo. Estaba caliente, mojadisima, sentía que me iba a correr en cualquier momento. Pero él no me dejó, tomó mis brazos con un mano y los estiró hacia él. Con la otra mano siguió usando mi cabeza y mi boca como si fuera una vagina, me follaba la cara con fuerza y yo lo único que lamentaba era no poder tocarme. Me acomode con mis piernas y puse mi sexo sobre sus rodilla, comencé a frotarme y sentí que algo calmo mis ganas. Estaba loca, por correrme, necesitaba correrme con fuerza pero todo se vio interrumpido cuando siento en mi boca un chorro cálido y cremoso. Trate de retenerlo pero era mucho, me soltó la cabeza y saqué su pene de mi boca. Me paré en mis rodillas y me mostré frente a él. Estaba transpirada, mi pelo vuelto loco y mis flujos caían de mi sexo. Mi tetas miraban el techo con los pezones duros que clamaban por ser tocados. Abrí mi boca y le mostré toda la leche que había podido atrapar, la deje caer sobre mis tetas y con mis manos la desparrame como si fuera crema. Metí mis dedos en mi sexo, saque los flujos de mi sexo y los esparcí por tetas y las deje brillante. Lo miré a él con cara puta, quería que supiera que era su puta. Él estaba sonriendo, me miraba fascinado y con cara de satisfecho. Extendió su mano y me toco una de mis tetas y yo me acerque para que pudiera tocar con mayor facilidad. Giré mi cabeza y vi a Valeria en el sillón. Se veía hermosa.
La mire a ella y vi que su cara estaba fija en mí, en la leche que aún quedaba en mi rostro. Reconozco que no lo pensé bien, que estaba fuera de mi ser normal. Que fue una estupidez. Me pare y sin dar tiempo para nada me acerca al sillón, me acerque a besarla pero me detuve frente a su rostro y con mi lengua acerque un poco de semen a su rostro. Su cara no era de espanto pero no reaccionó. La gota de semen cayo en su blusa y una mancha se reveló de inmediato. Me vi reflejada en un espejo y no era la mujer de siempre, no era yo. Era una puta de calle, con el pelo revuelto, semén en mis tetas y saliva en todas partes. Era una puta caliente, mi vulva quería ser tocada por todos lados, me sentí la mujer más sexy del mundo. Pero la vi a ella y me di cuenta de mi error.
Soy la peor puta del mundo. No entendí nada. Lo miré a él y me di cuenta de su cara extraña, se recostó en la cama y se dio la vuelta. Valeria estaba en silencio, su cara no era de enojo pero podía sentir que las cosas no estaban bien. Me miró, negó moviendo su cabeza y salió de la pieza. Sentí frío, quería escapar del lugar pero no podía moverme. Con esfuerzo di unos pasos a la cama. Abrí las sábanas y entré a dormir. Me dio pena, le falle y no fui capaz de mirarle la cara. Me quede dormida de inmediato y cuando desperté la pieza estaba vacía, después de una ducha entro un chofer y me informa que en 30 minutos tendríamos que irnos de la casa.