La propuesta de mi amiga, última cita de tres

Nadie se imagina lo que puede desencadenar una propuesta como esta, un deseo guardado que se fue acumulando por parte de los tres, un suceso inesperado, el quería solo conmigo y ella también...

‌Una vez más como era de esperarse entre trago y trago, el perfecto desinhibidor para poner en práctica este cúmulo de deseos reprimidos entre tres personas que, aunque ya habían logrado satisfacer cierta fantasía no calcularon despertar entre sí, una serie de sensaciones que desconocíamos y parecían batallar con más fuerza cada día. Reíamos como si no nos escucharán, sacamos un colchón a la sala del departamento mientras aguardamos la llegada de nuestro macho, pero nos falló, no llegó, aún así no dejamos el parloteo sinó hasta la madrugada que llegó con el sueño. Sin darnos cuenta, como a eso de las 5 am había llegado, ella y yo, ebrias y dormidas, con poca ropa en medio de la sala, cansadas de esperar en un colchón, aún así, poco a poco fui abriendo mis piernas al contacto de sus dedos y lo que había bajo mi ropa interior, si, mi vagina estaba esperando por ese jugueteo. No fue difícil adivinar que esos dedos eran suyos, solo sus dedos hacían que sienta esa corriente eléctrica recorrerme de pies a cabeza.

No pasaron más que segundos y mi ropa interior se empapó, sus dedos se untaban de mí, estaba lista para darle de beber, posó su lengua en mi entrepierna aspirando llevarse mi humedad sin imaginar que se encontraría con un océano en el que era imposible no querer naufragar. Me di vuelta y lo tenía ahí, a mis pies, levanté mis piernas en sus hombros simultáneamente con mis caderas para que pueda retirar mi ropa interior, quisimos no despertarla pero fue imposible, se movió lentamente y abrió los ojos, sonrió. Se incorporó sobre sí y quitó lentamente su bata y su interior, lo tomó de su erección y la llevó a su boca, la chupaba con devoción y el lo gozaba, cuando recordó que yo estaba en espera, con mis piernas como puertas abiertas, juntó dos de sus dedos y rozó los pliegues de mi vagina hasta llegar al clítoris, estaban tan calientes, tanto como yo. Me penetró con ellos lentamente, no dejaría que me corriera sin tenerme y yo no lo permitiría, urgida por su leche dentro de mí. Ella se volteó, él, la clavó, duro, ella gritó... Llevaba una expresión de dolor y de satisfacción que no había visto en nuestras citas anteriores, entonces me besó con tal pasión que me sentí atraída por su lengua, así que mientras él, la hacía gemir a cada embestida, yo me abrí para ella, me miró complacida y hundió su lengua dentro de mí, me lamía como la perra que es, me chupaba y se tragaba todo lo que salía de mi, yo me retorcía, me contraía ante tanta delicia, mmmmm, que rica lengua mamacita, que rico me chupas perra, eres mi puta y la mía replicó el, la habíamos sometido a nuestro antojo, el le daba verga y yo, chepa. Vamos, culea, querías trío, aquí nos tienes, culea puta, chupa como perra, haz que me corra y chupa, trágate la leche de él por la chucha y la mía por la boca, mmmm dame perra, haz que me venga, ella solo gemía. Le gustaba culear con los dos, me corrí y él también. La llenamos de leche.

El abrió otra botella ya entrado el amanecer, ella me pidió un masaje al día siguiente pero sin que él lo sepa, únicamente las dos y bueno, era, yo pensaba un masaje de dos, ella y yo, me sorprendí pero me gustó. La emborrachó como ya había sucedido, la durmió en su pecho, caminé a la cocina por un vaso de agua o, por la parte que me tocaba, inquieta por mi cita con ella, me paseaba desnuda frente a él, sabía que es lo que quería. Él no me dejó llegar a la cocina, me interceptó en el comedor y me llevó en volandas al sillón que estaba en el balcón de su cuarto. Se sentó con la imponentemente dura verga que más parecía estar poseída, la mamé de rodillas, la chupaba desde las bolsas, le lamía por debajo hasta sentir como se electrizaba cuando mi lengua casi le llegaba al culo, me agarraba del cabello hasta hacer que me asfixiara, al fin su verga era mía, me senté delicadamente en ella, la sentí llegar y quemarme las entrañas, ayudó poco a poco a empotrarse en mi como si fuera para siempre, como si no se fuera a terminar, como sin querer ninguno de los dos que se acabe, nos cubrió desde mi espalda para que los vecinos solo puedan escucharnos, llevé mis pezones a su boca, los chupó suavemente y comenzamos a movernos despacio, un ritmo delicioso, el ritmo acertado de cuando se hace el amor, si, mi amor me decía al oído, mi amor, me encantas, dime que esta chepa es mía, por favor, yo le decía que sí, si mi amor, esta chepa es tuya, que rico es sentirte, dime que me sientes mami, te siento papi, siento tu rica verga quemarme por dentro, nos decíamos mientras danzábamos al ritmo del hacer el amor, si, que rico, deliciosa, que ricas tetas tienes mami, chúpamelas mi amor, mmmm, que rica verga tienes, es tu verga mami, solo tuya, veámonos a solas, solo tu y yo, los dos, hagamos el amor fuera de aquí, sin ella, si mi amor, pensé que no me lo pedirías, mmmm, mami muévete así de rico, como siempre, mmmm me levanté y él también, sin importar que tan de día era y que nos puedan ver me abrí en ese mismo sillón para él, empiné mi culo lo más alto que pude y me embistió como una bestia, una escena de zoofilia, una verga que parecía de caballo, babosa, gruesa, venosa, y mi chepa que babeaba por ser partida una vez más, ahhhhh sólo eso se escuchó, comencé a sangrar y a destilar todo lo que la chepa segregaba, mmmm me empujó el pecho en el asiento del sillón y me clavó la verga salvajemente, entraba y salía ahhhh, dime mami, te gusta, siiii, mmmm párteme papi, dame verga, aquí la tienes mmmmm dolía rico, mmmm, ahhhhh, te gusta, siiii papi, me vengo, me volteó y me sentó sobre él, vente frente a mí, mami, me encantas besame, mmmmm ahhhhh, que rica verga tienes papi, es tu verga mami, mmmm ahhhhh nos corríamos, ahhhhh......

‌Fuimos a dormir junto a ella.

‌Yo pensaba en mis citas con los dos, estaba ansiosa desde ya. Fue la última vez entre los tres, nuestras próximas citas ya por separado las contaré en infieles y lésbicas, pero debo confesar que a pesar de que parecía que en algún momento íbamos a pelear ella y yo por esa verga, fueron cuatro citas escandalosamente deliciosas.