La propuesta de mi amiga, segunda cita

Patricia y Freddy decidieron llevarme con ellos una vez más, sin imaginarse lo que iba a pasar

Ya habíamos comenzado, teníamos una experiencia anterior, a pesar de eso aun sentíamos que nos hacía falta interactuar para tener confianza en esta relación de tres (eventual) porque ellos, eran, siguen siendo pareja y la que estaba “de más” era yo.

Pero a ellos les gustaba, por eso decidieron invitarme a su casa a cenar sin mencionar claro que la intención real, era la de complacernos. Fueron a recogerme temprano, el lucía feliz, nervioso pero feliz al fin, pasamos por unos tragos para llevar a la casa y llegamos. Su apartamento era un poco desordenado, ellos tenían cuatro hijos en total, dos de ella y dos de él, todos en etapa adolescente, ahí estaba el origen de tanto desorden, algo que no me incomodaba.

Los chicos no estaban y nosotros, comenzamos por la cena, Patricia y yo nos sentamos juntas, eso era algo que a él le gustaba, nos miraba y le parecía nuevamente estar cumpliendo un sueño, yo sabía que le gustaba hace mucho tiempo, hasta tenía la sospecha de que muchísimo, solo sonreía como un niño y muchas veces cuando hacíamos comentarios atrevidos, él se sonrojaba, no atinaba que decir. Su confusión me complacía, y su mirada también, no apartaba sus pupilas de mi rostro, esas mismas que se encendían en mi escote.

Dejamos la cena y sacó la cerveza, bebíamos y nos animaba la charla, la música de fondo nos permitía cantar y conversar al mismo tiempo, muchos temas en la mesa mientras el efecto del alcohol va desinhibiendo poco a poco el comportamiento de dos lobas hambrientas que dejan al descubierto todas las sensaciones de aquel hombre que como animal en celo, nos observa.

Ella me besa sorpresivamente y mis labios obedientes solo se abren para recibir los suyos, de inmediato siento una corriente eléctrica que parece conectar a mi boca con mi vagina, solo la siento abrirse, derramarse. Ella continúa lentamente por mi cuello, yo, facilito su camino y respondo a su demanda, acaricio su cabello y busco su boca, la absorbo. Nuestro beso es tan húmedo que nos inunda, la boca, las manos, la ropa interior, es tan intenso que él, lo disfruta.

Ella estira su brazo hacia él, lo trae hacia nosotras, nos acaricia, nos besa. No podemos controlar estas seis manos, estos dedos que jugando nos inquietan, estoy empapada, vuelo. Me despoja de mi blusa y de mi falda, mi humedad se nota, él se acomoda tras de mí, lo hace ya sin temor pues fue invitado por ella, dio su permiso, le gusta que lo sienta, está firme y amenaza con irrumpir en breve, abro mis piernas para que mis nalgas le den comodidad, la puedo sentir entre su pantalón y mi ropa interior, esta dura, tanto o más que la primera vez, se mueve tras de mí y yo, me apego a él, no quiero que se vaya, su calor me quema. Ella me retira lentamente el  brassier y observa, acaricia mis pezones, los prueba, yo correspondo quitándole la blusa, se retira el pantalón al igual que él, que sigue besando mi espalda entre jadeos, acaricia mis pechos y nuevamente soy presa de ellos, me sirvo en bandeja de plata, son mis mercenarios. La siento más y más cerca, si no fuera por su ropa interior y la mía que para ese momento hay que escurrirla, ya tendría todo su deseo dentro. Siento sus pieles, ya sin aguantar más me agacho para retirarme el panty, tengo mis manos en los tobillos, dejo todo a su vista, al descubierto, aprovecho para acercar mi lengua al clítoris aún cubierto de Patricia mientras Freddy posa su mano para mojarse en la lluvia desatada entre mis piernas, retira su ropa interior y lenta pero firmemente separa mis piernas y detiene su dura verga en mi entrada. Desde abajo observo el rostro de Patricia encenderse al contacto de mi lengua con su ropa interior, la pasaba lentamente para sentir placer al ver su placer, que fue mayor al sentir como su carne se enterraba poco a poco en la mía hasta adentrarse por completo, ahhh que deliciosa sensación, Patricia gemía, y yo con mi lengua entre sus piernas, con la verga de Freddy entre las mías, mmm me tenía tan mojada, y yo a ella también, corrí su panty al costado para ver su vagina, enterré mi lengua en ella mientras Freddy me la metía cada vez más duro, chocaba sus caderas con mis nalgas, podía sentir sus testículos golpearme el clítoris y yo se la chupaba a ella, mi boca estaba tan complacida, mi lengua nadaba y sus gemidos me inundaban. Él me decía estas tan rica mamacita, tienes esa chepa tan mojadita, tan apretadita, y la de su mujer estaba igual, introduje mis dedos y ella sobresaltada jadeaba, abrió más sus piernas para mí, él decía, cógetela mi amor, chúpasela rico, hazla venirse y yo solo obedecía sintiéndolo pegarse contra mí, si papi, duro clávamela duro, así arremetía contra mi chepa caliente, una y otra vez, duro y mojado, eres una puta me gritaba mientras me nalgueaba y ella solo sabía gemir. Llegamos sin separarnos a la cama, las manos nos faltaban, el no quería sacar su verga de mí y yo no quería que lo hiciera pero le tocaba a ella, fue la primera vez que deseaba que no estuviera, chupé sus tetas, esperando mi turno, pero a cambio los dedos de ella me abordaron un poco, juguetearon en un fallido intento de quitarme del rostro la frustración que se notaba seguro, el me acarició el rostro en señal de que pronto me lo compensaría, pero a ella había que tenerla a gusto para que nos permita continuar.

Se subió sobre él, estaba allí mostrándome que era ella la dueña de esa barra de carne que yo quería tener en mí, se movía duro, ansiosa mientras él me besaba, hasta que se desvaneció, se recostó a un lado y se durmió abrazada de él, que fingió querer dormir también.

Los miré y salí hasta la cocina a buscar más cerveza para beber, para matar las ganas que, bueno sí, salí desnuda, mientras tomaba una cerveza del refrigerador sentí su calor tras de mí, su calor y su verga enardecida, encendida abriéndose paso entre mis nalgas, mojándose con todo lo que salía de mi chepa. Me agaché para dejarla entrar, la metió de golpe, solo se escuchó un ahhh que salió de mi boca la que el tapó para evitar despertarla, entró desesperado en mí una y otra vez, por mis piernas se escurría todo líquido caliente que el provocaba, se metió en mí una y otra vez mientras masajeaba mi clítoris y yo lo recibía, me volteó para rozar con mis labios la cabecita de su gran verga y me llevó a la sala, me subió en un mueble y de un solo golpe me atravesó otra vez, me beso rápidamente para que mi quejido no se escuchara, me embestía como un caballo, subió mis piernas en sus hombros dejando mi culito bien abierto y me partió la chepa muy, muy duro, mientras más me clavaba su verga yo más me mojaba, me decía al oído lo rica que estaba, me llamaba mi putita y él era mi cabrón, me corrí y casi inmediatamente se corrió frente a mí, se separó un poco para dejarme ver como su leche caliente salía de él sobre mi chepa, la recorría lentamente, yo estaba complacida y el también.