La propuesta de mi amiga - mientras dormía

Y es que nadie sabe lo que puede desencadenar una propuesta, mucho menos, mientras duermes.

‌Esta vez me llamó ella y me pidió que fuera a tomar unos tragos dónde una vecina, las dos y claro, la señora de la tienda, yo me moría porque él estuviera pero no fue así, esperé un tiempo prudente para preguntar dónde estaba, si habían peleado quizá o a qué se debía la insistencia para beber, sin aparente motivo, solo respondió que el estaba con unos amigos y que en algún momento llegaría. Así que decidí esperar hasta el final, entre trago y trago recordé que tenía su número y le envié un mensaje que decía: que le hiciste a mi amiga que tiene que beber? Claro, era una forma de hacerle saber que estábamos juntas, que estaba ahí, que lo esperaba. No tardó en aparecer, la llamó y la invitó unos tragos en otro sitio, ella le contó que no estaba sola, que estaba en compañía de su mejor amiga, cosa que él sabía pero no podía permitirse que sospechara, entonces respondió, podemos llevarla con nosotros o a su casa, tú decides. Escogió la primera opción. Llegó y subimos a su carro, cantamos y bebimos otro poco hasta llegar a un motel.

‌Ya nos sabíamos deseados, sin embargo, él respetaba la elección de ella, no nos convenía contradecirla si queríamos continuar, por lo menos hasta decidirnos a salir solos aunque no contaba con que ella querría lo mismo de mí, pero esas son dos historias que ya vendrán.

‌Ellos bajaron y yo los seguí, ella entró primero y él tras de mí, no sin antes posar su mano entre mis nalgas que para ese momento buscaban su erección. Ella se quitó la ropa sin más, el mencionó lo ansiosa que se dejaba ver, aunque yo también lo estaba esperé que él me mierda los pezones a través de la blusa, mis duros pezones querían estallar del dolor y mi ropa interior al instante se empapó. Ella tras de mí ahora quitó la camiseta y el ávidamente me emboscó sobre el brassier, me quito la falda y me acerqué completamente a su verga dura, como un trozo de madera, se apretaba contra su pantalón y quería reventarse, debía aunque no quería, voltear, lo hice, le ofrecí mis nalgas a él como la última vez y la besé, me dejé acariciar, llevé mis dedos a su entrada, muy, muy húmeda, entraba con facilidad y ella solo cerraba los ojos y gemía, complacida, poco a poco me incliné mientras le di tiempo a el de quitarse el pantalón y el bóxer, liberó su animal que amenazaba con romper mi chepita como ya lo había hecho antes y yo, quería. Ella se echó en la cama con las piernas abiertas, mi lengua jugueteaba, se abría paso en el mar que acumulaba su vagina, mientras otra lengua invadía la mía, empiné el culito hasta la cima y gemiamos del placer que habíamos contenido, con una diferencia, ella seguía teniendo mi lengua, que era lo que quería y ahora yo estaba a punto de guardar en mi escondite su verga, que es lo que él y yo, queríamos. Ohhhh me partió, se enterró de golpe, nos llenamos los dos, yo seguía con mi lengua y mis dedos aunque no sabía cuánto resistiría, él estaba ahí, entraba y yo gritaba, ahhhhh, siiiii, dame más!!!! Te gusta puta? Así, mmmm te la entierro más??? Perra, te gusta que te clave, dimeeee.... Si, cabrón, clávamela, duro, entiérramela, culeame duro, no me la saques, ahhhhh, siiii que rico, me embestía y aún siento correr todo lo que sale de mi, aquí. Ella lo notó, nuestro gusto, nuestro egoísmo, nuestras ganas de coger solos, me apartó y se subió en su macho como perra en celo, saltaba en aquella verga que sabía suya y yo solo veía... La escuchaba y él me miraba. Traje a propósito unos tragos y le dí, como para hacer las pases y terminar de embriagarla, así fue, la acostamos en la cama y metí mi lengua en su concha mientras ella casi dormía, el observaba detenidamente cada movimiento, no la dejaba dormir, abrí bien sus piernas y la chupaba, la lamía. Volví a empinar mi culo lo más alto que pude y me abrí para su lengua, rico, lamió, chupó cuidadosamente, succionó con mesura, bebió casi con dulzura, bebió de mí, mi licor, su verga era voluminosa, inalcanzable, endurecida, como con rabia me embistió una y otra vez, sentía que me partía, sangraba, y me mojaba, me quemaba las entrañas, hasta donde llegaba. Me volví frente a el, en el filo de la cama, toda vez que ella yacía dormida, abrí todo lo que pude para él, tenía la chepa ardiendo, inundada, se inclinó y me penetró casi como a hubiese querido siempre, me chupó los pezones con dulzura, me hizo el amor, sin dejar de ser su puta, me hizo suya.

‌Una noche llena de orgasmos, mientras dormías.