La proposición de mi jefe
Carlos, un hombre con ciertos problemas económicos, es llamado al despacho de su jefe, un maduro con una buena herramienta.
La proposición de mi jefe
Habiendo terminado el papeleo que debía hacer para la empresa y con ganas de que se terminara esa infernal jornada laboral, me disponía a salir del despacho que compartía con mi mejor amigo y compañero de trabajo Pablo :
- Tío, me voy ya que estoy reventado y he trabajado a tope. Me piro ya a mi casa que me lo merezco.
Asomándose por la izquierda del biombo que nos dividía para evitar parlotear, me dijo Pablo:
Qué suerte tienes cabrón, a mí todavía me queda faena y ya son las 19:00... pfff, no sé a qué hora terminaré.
Jajajaja algunos tenemos suerte de llegar a casa y que nuestra mujer nos haya hecho ya la la cena – le dije guiñándole un ojo.
Ja ja – se rió Pablo irónicamente – algún día encontraré a un marido rico que me mantenga y mandaré este curro a la mierda.
Mi amigo Pablo era gay. Era el mejor tipo que había conocido. Si tuviera que atribuirle algún defecto es que era un poco tacaño. Casi siempre debía invitarle yo y si pagaba su parte se quejaba de mala manera. Nos conocimos en la facultad en el equipo de rugby; yo porque aspiraba a ser un gran atleta y él... él aspiraba más bien a ver buenas pollas, torsos desnudos y culos asombrosos con suspensorios y para ser franco no le iba nada mal. A decir verdad, tenía un buen cuerpo y era guapo. Tenía los ojos verdes, el pelo negro, la tez clara y le encantaba ir repeinado y engominado. Si sumamos eso a su barba de tres días, al culazo que se gastaba por el rugby y al resto del cuerpo, no necesitaba un pollón como el mío para ligar. Sólo le hacía falta una red social y cualquier foto de perfil. Sí, el mamoncete era guapo.
Pero era alguien con quien podía hablar a todas horas de lo que fuese y sin aburrirme: de las tías, de pajas, de trabajo, de deporte, incluso de otros maromos de los cuales siempre le daba mi opinión... y falta que le hacía. El cabrón ligaba como nadie y follaba mínimo tres veces por semana con un tío diferente. Yo lo aconsejaba pero él seguía soltero, mea culpa quizá. Sin embargo, yo tenía muy clara mi orientación sexual, de eso no había ninguna duda. Bajo ningún contexto me podría liar con él y él lo sabía, por eso había tan buen feeling entre nosotros. De repente le sonó una melodía de arpa de su red social GayRomeo.
Ups... - me miró sonriendo y me dijo – me parece que sé de otro que también tiene suerte hoy jajaja.
¡Eres un cabrón! Follas más que yo sin estar casado, cuando lo estés tu pobre flautilla no podrá más de darle tanta matraca.
Si fueras gay y tuvieras un perfil ligarías tanto o más que yo. ¿Sabes lo requeridos que están los rubietes mazados con ojos claros? Sólo tienes que poner una foto tuya de perfil enseñando esos cuádriceps, esos abdominales, esos pectorales, esos bíceps y ese culo que Dios te ha dado con unos suspensorios y te caerían rendidos. Y si además añades que tienes una buena tranca, el culo les haría palmas. Para mi gusto una polla excelente, gorda pero no excesivamente larga, de las que me gustan a mí, de esas que friccionan el esfinter y te hacen sentir en la gloria. Aunque prefiero tu culo, de eso no cabe duda.
Estoy convencido de que si me dejara me follarías – dije yo sin molestarme por la clase de comentarios de mi amigo.
Algún día encontraré un hombre como tú... pero rico – dijo bromeando aunque deseoso de que eso ocurriera – conozco a un servidor que, vaya qué casualidad, ha terminado más pronto de lo que esperaba – me guiño un ojo, cogió sus cosas y apagó su ordenador.
Que caradura, yo aquí trabajando y tú ligando.
En ese momento sonó el teléfono de la oficina que me interrumpió. Venía del despacho del jefe.
Joder, ¿y ahora qué querrá? - me pregunté asqueado.
A mí no me preguntes, yo me voy a follar y ya terminaré de trabajar mañana – me dio una palmada en el culo y me dijo – ya me lo cuentas mañana tío bueno – me guiño un ojo mientras ponía su chaqueta al hombro y despidiéndose sin mirarme con la mano alzada.
¿Qué confianzas son esas? - dije de cachondeo.
Las que tú me permites, cariño – dijo finalmente cerrando la puerta del despacho.
Me dispuse a descolgar el teléfono:
Sí, jefe, ¿dígame?
Carlos, ¿podrías acudir a mi despacho? Es urgente – y sin más dilación colgó.
Mierda, yo que me quería ir, ahora resulta que me tengo que quedar un rato más.
La verdad es que por otro lado tenía que ganarme la gratitud de mi jefe y por eso trabajaba tan duro. Tenía la hipoteca, dos hijos y mi mujer estaba en paro, así que necesitaba un aumento como fuese. El señor Ortiz, o como Pablo y yo lo llamábamos “Terminator”, era un hombre muy... “breve”, por así decirlo. Muy conciso, muy escueto, con frases cortas como robotizadas. Si además tenemos en cuenta que era un armario de hombre, concordaba con Schwarzenegger y con su 1'88 cm. Mijefe imponía. Pese a tener 60 años el pelo canoso y corto y un bigote que le daba un aire muy serio estaba tan bueno como Pablo y como yo. Además esas facciones cuadradas como las mías le daban un aire muy varonil. A mí por supuesto que no me atraía, pero Pablo siempre comentaba conmigo el tamaño de la tranca de nuestro jefe y a juzgar por el paquete debía ser una tranca bastante buena.
Habiendo llegado a su despacho, llamé a la puerta y oí como el señor Ortiz me invitaba a pasar.
- Adelante Carlos, te esperaba. Siéntate, por favor.
Y accedí a sentarme frente a él estando separados por la mesa de su depacho. Estaba sentado en una silla cuyo respaldo era lo suficientemente grande como para que no lo viese. La silla dio una vuelta de 180º levemente y se me mostro con las piernas cruzadas, como muy interesante. Se levantó y con la mano derecha cogiéndose la muñeca izquierda por detrás de la espalda empezó a caminar por el despacho, hecho que me imponía, ya que aquel hombre robusto y macizo me miraba desde una perspectiva más alta, como si tuviera el poder, que además lo tenía. Me intimidaba, así que tragué saliba y le pregunté:
- ¿Qué es lo que quería señor Ortiz? - alcancé a decir muy educadamente.
El señor Ortiz se apoyó en la mesa frente a mí con los brazos cruzados dejando entrever aquel paquete, que parecía tan grande como se comentaba, y me dijo:
No es preciso que me tutees, puedes llamarme Javier, Javi si lo prefieres.
Bueno señ... digo, Javier... a decir verdad me resulta un poco incómodo tutearte cuando el resto de mis compañeros te hablan de usted. Pero lo intentaré.
Muy bien – sonrió y continuó – si te he hecho venir ha sido porque quería preguntarte... cómo me veías desde fuera, qué imagen crees que doy al exterior y a mis propios trabajadores – adoptó una pose algo sería y me miró fijamente.
Bueno, suelo ser muy sincero, así que lo diré sin pelos en la lengua. Usted tiene... perdón, tienes una apariencia muy estricta, que impone, que intimida y eso creo que agrada a los trabajadores, que estén liderados por alguien que sabe lo que hace, que sabe cómo dirigir y manejar el cotarro, que los asuntos estén bien amarrados. Para dirigir esta empresa hacen falta un buen par de cojones.
Javi sonrió y dijo:
Esa es la respuesta que quería escuchar – asintió con el dedo índice, se incorporó y se puso a dar vueltas alrededor de mi silla con un largo monólogo de jefe – lo que esta empresa necesita es alguien con cojones, o sea, a mí. Alguien capaz de gestionar todos los asuntos sin acorbardarse, un hombre hecho y derecho, un macho.
Disculpa Javi, pero siguiendo con esta política de sinceridad y franqueza total, tu descripción de la virilidad y de la hombría, ¿nos remite a algo más interesante? Tengo prisa y mi mujer me espera en casa.
¡Ahí quería yo llegar! Quizás no lo sepas, pero en la empresa tienes una gran reputación. Eres directo, conciso, vas al grano... y eso me gusta. Eres un macho como yo, impones en presencia y tus opiniones son siempre bienvenidas. ¿Sabes a lo largo de estos cuarenta años cuántos hombres han logrado imponer su presencia ante mí?
Carlos, sumido en su ignorancia, se encogió de hombros y sin tener tiempo a responder Javi dijo:
- ¡Ninguno!... ¡ninguno salvo tú! ¡Eres un macho con cojones y quiero que heredes mi empresa!
Carlos se quedó boquiabierto, se levantó de la silla poco a poco y sin salir de su asombro le dijo:
¿Podrías repetir, por favor?
Eh... te estoy diciedo que quiero que heredes mi empresa - lo cogió de los hombros y mirándolo fijamente contiuó - ¡quiero que pases a ser el nuevo jefe de esta empresa!
Bueno... no sé qué decir - Carlos estaba medio ruborizado, no sabía cómo actuar ante tal impactante noticia - pero... ¿estos temas no debería llevarlos tu familia?
Mis hijos ya están encamiados con su propio trabajo, no necesitan dirijir esta empresa. Además... - Javi puso su mano derecha en el pectoral izquierdo de Carlos y con el dedo pulgar empezó a rozarle el pezón - ellos no serían capaces de dominar la situación... como lo haría un buen macho.
Javi se acercó a Carlos y ante el asombro de éste lo besó en los labios. Carlos estaba paralizado, no sabía qué hacer. Tenía los ojos abiertos y observaba cómo su jefe, aquel hombretón maduro tan imponente, le besaba sensualmente los labios acariciando su pecho. La mano izquierda de Javi, que hasta entoces cogía el hombro derecho de Carlos, empezó a deslizarse por el torso robusto de aquel hetero hasta alcanzar su paquete y empezó a manosearlo. Carlos no podía creerlo, su jefe le estaba agarrando el paquete. Le manoseaba el pollón, lo huevos... un buen agarrón de paquete, vamos. Carlos estaba realmente perplejo, su jefe lo besaba y lo manoseaba a su antojo, incluso le pellizcaba el pezón. Fue en ese momento en el que Carlos por fin pudo reaccioar y se apartó ligeramente poniendo sus manos en los duros pectorales de su jefe y le dijo:
Javi, creo que esto es un error. No sé si he podido darte indicios de... algo, pero te aseguro que soy hetero. Además estás casado y...
Ya lo sé - lo interrumpió Javi sonriendo con una sonrisa muy atractiva - no aspiro a casarme contigo. Lo que yo quiero - Javi le cogió la mano izquierda a Carlos - es que - le volvió a meter mano al pollón de Carlos - me metas este rabazo - y puso la mano izquierda de Carlos en el culazo de su jefe bien redodo y duro - y me rompas el culo a pollazos. Quiero que me sometas y me has sentir que tú mandas... eso me la pone durísima.
Javi le cogió la mano derecha a Carlos y la llevó a su paquetazo. Carlos le estaba tocando el rabo empalmadísimo a su jefe, duro como una piedra. Miraba asombrado el bultazo que tocaba y tragaba saliva sin saber cómo actuar.
- ¿Lo notas? - prosiguió su jefe - ¿notas lo dura que está? Sólo te pido, te suplico que me des rabo y me rompas el culo mientras me agarras la polla y haces que me corra. Quiero que me sometas hasta gemir tu nombre suplicádote más y más. Entonces firmaré el papel que tengo encima de mi mesa y todo será tuyo.
Javi lo volvió a besar, pero esta vez le metió la lengua hasta la campanilla mientras le sujetaba la nuca con una mano y con la otra le ponía la mano en su culo para que lo sobase. Carlos esta vez reaccionó más rápidamente y se aparto algo más violetamente.
- Lo siento jefe - resoplaba un poco nervioso - pero no puedo hacerlo, no esta bien. Tengo familia y... no esta bien.
Carlos se dirigió hacia la puerta del despacho, la abrió para salir y cuado estaba a punto de irse Javi le dijo:
- Espera. Entiendo que estés nervioso. No quiero tu amor... quiero tu rabo. Te daré otra oportunidad, piénsatelo bien. Sé sobradamente que no vas muy bien económicamente con lo de tu... hipoteca - dijo su jefe levantando una ceja y sabiendo de lo que hablaba - pero seré benevolente contigo porque me pones cachondo. Espero que no te sientas cohibido a hacer nada que no quieras hacer - dijo sonriendo - te espero mañana a la misma hora.
Carlos lo miró, tragó saliva y se marchó a casa.
¡¿Cómo?! - se sorprendió Pablo.
¡Shhh...! ¡Silencio! No grites tanto - dijo Carlos en voz baja y mirando hacia los lados cerciorándose de que sus compañeros no hubiesen escuchado la conversación - como lo oyes, ayer el jefe me acosó y me dijo grosso modo que si me lo follaba me daba el poder de la empresa.
¡Esto es increíble! - dijo Pablo indignado.
¿Tú también lo crees, no? ¿Debería denunciarlo por acoso?
¡¡¡¿¿¿Pero tú eres gilipollas???!!! - se le escapo un grito a Pablo.
¡Shhh...! No grites - le susurró Carlos mientras algunos compañeros miraban extrañados.
¡Te estoy diciendo que eres gilipollas! ¿Por qué no te lo has follado? - le pregunto Pablo con indignación.
¿Cómo? ¿Pero tú estás loco? Que soy heterosex...
¡Que te dejes estar de gays, heteros y demás gilipolleces! - le interrumpió Carlos llevándose las manos a la cabeza - ¡Claro que eres hetero! Pero eso no tiene nada que ver con la oportunidad que se te ha dado. Has tenido la posibilidad de realizar el sueño de todo hombre... ¡¡¡Darle por el culo a tu jefe!!! ¿Quién no ha soñado con eso? Los jefes sólo saben putearnos, exprimirnos y a todos se nos ha pasado por la cabeza «darles por el culo» en sentido figurativo, es decir, joderlos. Tú has tenido la oportunidad de darle polla, de tenerlo a cuatro patas y de dar el mayor braguetazo de tu vida. Me suda la polla que seas hetero... ¡lo que eres es gilipollas! Tómate una viagra si no se te empalma y dale rabo al cabrón de nuestro jefe. ¿A caso él no quiere llevarlo con discrecion? Nadie, nunca jamás se enterará y después sé todo lo hetero que te dé la gana. No te vas a volver gay por taladrar a un hombre. A ti te gustan las mujeres... tómatelo como que estás follándote a tu mujer por el culo o a cualquier otra tía, imagínate lo que quieras ¡me da igual! Pero, ¡FÓLLATELO!
Después del discurso tan ameno y dinámico que le dio Pablo, Carlos se quedó un poco anonadado:
Guau... pensándolo bien... creo que tienes razón - se dijo Carlos a sí mismo autoconvenciéndose de que era lo mejor.
¡Claro que es lo mejor! Si tendrías que escuchar a tu amigo Pablo más a menudo... - Pablo se quedo pensativo un momento - lo que no me imaginaba era que a un macho tan viril le molase ponerse a cuatro patas. Yo me imaginaba que sería más activo... enfín, tú a lo tuyo.
Joder cabrón, ves la vida con tanta facilidad... ¿Y cómo lo hago? - le preguntó Carlos como si Pablo fuese su mesías salvador.
Tómate eso - Pablo sacó del cajón de su escritorio una pastilla - con esta viagra mágica, tu gran cipote se pondrá como una piedra aunque el jefe no te ponga cachondo... aunque ambos sepamos que a este cipote no le hacen falta viagras para ser grande y gorda - le dijo sobándole el paquete.
Pablo... te he pedido ayuda, no que me sobes la polla - le dijo su amigo levantando una ceja.
Vale, disculpa. Es que hablamos de pollas y me emociono. Bueno, tú ya sabes lo que tienes que hacer...
Llegó el momento esperado y Carlos llamó al despacho de su jefe.
Adelante - dijo Javi mientras Carlos cerraba la puerta - vaya... no me esperaba menos de ti - dijo Javi sonriendo y dando vueltas lentamente alrededor de Carlos hasta que se paró enfrente.
¿Quieres que te folle, verdad? - le dijo Carlos mientras le agarraba con las dos manos el culo a su jefe.
Sí - dijo sonriendo aquel macho.
Javi empezó a comerle la boca a Carlos apasionadamente y con los ojos cerrados mientras que Carlos le manoseaba el culazo, le agarraba bien las dos nalgas y lo subía ligeramente haciendo que los paquetes rozaran entre sí, magreando polla con polla. Javi deslizó su mano por el cuerpazo de Carlos hasta llegar a su paquete de nuevo, pero esta vez el rabazo del hetero estaba morcillón.
- Mmm... que ganas tengo de comer polla cabrón - le dijo su jefe mientras se agachaba y se ponía a la altura de su paquete.
Javi se dispuso a bajarle la cremallera cuando Carlos se la bajó él mismo, se sacó la polla ya dura y cogiéndolo de la nuca le dijo - ¡come polla cabrón!
Javi chupaba polla de una manera muy viciosa. Se la chupaba toda al cabrón que tanto le ponía cachondo y además lo miraba desde abajo. Carlos sentía que tenía el poder, que aquel macho se iba a postrar ante él cuando él quisiese. Javi empezó a chupar al mismo tiempo que se quitaba la chaqueta y se desarochaba los botones de la camisa dejando a relucir aquellos pectorales tan bien puestos y aquella zona abdominal bien marcada. Carlos se desabrochó los botones también y le mostró a su jefe aquel pecho lampiño con aquel torso que le resultaba tan irresistible al cabrón de su jefe.
Te gusta, ¿verdad? - Carlos le cogió las manos y quiso que le sobase el pecho y los abdominales, le agarró la cabeza y empezó a darle pollazos hasta atragantarlo. Su jefe se aparto sin poder aguantar más y empezó a jadear.
Joder... qué cachondo estoy... - se levantó, de desabrochó el cinturón, el botón, se bajó la cremallera y los pantalones. Ahí estaba el jefe de Carlos con el rabazo empalmado. Las especulaciones a cerca del miembro de su jefe no eran infundadas. Aquel cipote debía medir por lo menos 23 cm y además era gordo - ... y quiero que me folles... pero antes quiero que me comas la polla.
Carlos vaciló un instante, no se esperaba que su jefe se lo pidiera, pensaba que simplemente quería que se lo follara. Pero no podía permitirse el lujo de dudar.
Cla... claro - Carlos se arrodilló y empezó lentamente a comer rabo. Por primera vez en su vida le estaban dando rabo. Tenía que abrir mucho la boca para que le entrase no sabía cómo su jefe se había podido tragar su polla que era igual de gorda.
Chupa más - Javi lo cogió de la cabeza y empezó a darle polla a aquel hetero - también me gusta ver como un hombre casado me come el zamarro.
Mmm... Mmm... - Carlos se estaba atragantando pero Javi le daba más y más mientras este intentaba resistirse.
¡No te resistas cabrón y chupa! - decía Javi mientras se mordía los labios y veía los ojos de Carlos mirándolo.
Javi decidió sacar su pollón de la boca de su trabajador y le dijo:
- Has chupado muy bien - sonrió - ahora cómeme el culo y fóllame.
Javi se apoyó en la mesa con las dos manos poniéndose a cuatro patas postrando aquel culazo bien redondo. Carlos agarró aquellas nalgas y las abrió mostrando el orificio a taladrar en cuestión. Dudó durante un instante, pero empezó a lamerle el agujero del culo y a devorarlo a lametones introduciendo la lengua en aquel agujero mientras su jefe gemía de placer.
- ¡Sigue cabrón, es todo tuyo! - su jefe estiró la mano, le cogió la cabeza y le obligo a comérselo más - ¡cómete el culo de tu jefe y fóllatelo!
Carlos empezó a sentir remordimientos y a pensar en su familia y pensó para sí:
- No por favor, ahora no, sólo un poco más, le meto el rabo, me lo follo y todo habrá acabado.
Carlos se levantó, lo cogió de la cintura, puso su pollón en la raja del culo de su jefe, empezó a restregarlo y a disponerse a follárselo.
Vamos Carlos, hazlo, foll... fóllate a tu jefe - pensó para sí mismo moviendo la cabeza, mirando al techo, dudando... puso la punta se su rabo en el agujero de su jefe y éste le dijo:
Eso es machote, un poco más, ¡reviéntame el culo! ¡Dale rabo a tu jefe!
De repente, Carlos se aparto y dijo:
- ¡Joder! ¡No puedo hacer esto! - dijo llevándose las manos a la cabeza y muy nervioso
Su jefe, aquel macho imponente, giró la cabeza mientras todavía postraba su culazo deseoso de rabo y le dijo seriamente:
Si cruzas esa puerta, no tendrás una tercera oportunidad.
Lo siento jefe... - Carlos se abrochó los pantalones y la camisa y salió del despacho sin saber qué hacer.
A la mañana siguiente Carlos se encontraba en su casa pensando en lo que pudo haber ocurrido el día anterior y no ocurrió:
- Joder, ¿qué he hecho? Me lo tendría que haber follado - se lamentaba pensativo en su casa.
Entonces recibió un mensaje de su jefe: «Ven a mi despacho. Hoy no hay nadie». Carlos no sabía exactamente qué quería su jefe, pero si no quería tener problemas económicos tenía que acabar lo que empezó ayer.
Llegando al despacho, entró sin llamar a la puerta puesto que no había nadie que pudiese molestarlos.
- Esto... Javi yo... lo siento, tendría que haber acabado lo que empecé ayer y...
El sillón con aquel respaldo tan grande fue girándose lentamente y para sorpresa de Carlos no fue su jefe, el Sr, Ortiz, el que apareció:
- Hola Carlos - Pablo apareció sentado en la silla con las piernas cruzadas.
Carlos no podía creer lo que estaba viendo. Su amigo estaba sentado en la silla de su jefe, entonces ¿quién le había enviado aquel mensaje? Pablo le dijo ante tal perplejidad:
Supongo que ahora mismo te estarás haciendo muchas preguntas.
Pablo, ¿qué coño haces aquí?
Esa no es manera de dirigirse... a tu jefe - le dijo moviendo el dedo índice en señal de negación.
¿Cómo que a mi jefe? ¿Dónde está Javi? - le preguntó en un tono un poco más imperativo apoyando las manos en la mesa del despacho.
De repente, unas robustas manos tocaron la gran entrepierna de Carlos y empezaron a sobarle la polla. Carlos se giró y ante su sorpresa era Javi que estaba detrás suya, con el pecho rozando su espalda y restregando su pollón por el culo de Carlos.
Javi, ¿qué coño haces? ¿Qué significa esto? - se escandalizó Carlos sin saber cómo reaccionar.
Pablo dice la verdad, el es ahora el jefe. Anoche cuando te fuiste y me dejaste tirado me quedé con ganas de que me dieran rabo... y fue tu amigo Pablo el que me rompió el culo.
Carlos fue girando la cabeza poco a poco y miró a su amigo victorios y orgulloso de su gesta.
- Aprovechó la ocasión - continuó Javi - que tú no supiste aprovechar. Me dio rabo y me hizo gemir lo que yo deseaba, así que firmé los papeles y le otorgué plenos derechos sobre mi empresa que ahora es suya... y por consiguiente el rabazo que te estoy agarrando y el culazo en el que me estoy frotando la polla también.
Carlos aparto a Javi hacia atrás y le dijo a Pablo:
- ¿Me puedes explicar de que va esto? - preguntó Carlos alterado y confuso.
Pablo se levantó de la silla, fue andando hasta la mesa y se apoyó en ella con las manos en los bolsillos y marcando paquete. Se puso enfrente de Carlos y le dijo:
Querido amigo, sabes perfectamente que te lo tendrías que haber follado. Ahora serías tú el dueño de todo esto y simplemente por follarte una culazo, que por cierto tragaba muy bien - guiñó un ojo a Javi que se encontraba detrás - sin embargo, como soy tu amigo y te quiero, he decidido aprovechar la oportunidad. Ahora nunca te faltará dinero, podrás pagar tus deudas y no tendrás nada que temer - se acercó a Varlos y apoyó su mano derecha en el hombro izquierdo de Carlos - además te haré un contrato indefinido y trabajarás para tu amigo... para siempre, ¿no estás contento? - terminó Pablo sonriendo.
Aquí hay gato encerrado, ¿qué coño quieres a cambio? - pregunto Carlos asustado.
Hombre, no hay que asustarse, eres libre de no aceptar... aunque eso puede costarte la ruina.
Pablo se atrevió a agarrar el paquetazo de su amigo y a sobarlo, pero no como lo hacía antes. AHora Pablo tenía el poder y Carlos lo sabía, lo veía en sus ojos.
¿Pablo... no irás a...?
Sí - asintió - voy a reventarte ese culazo de machote hetero que tienes y voy a hacerte gemir porque ahora eres mío y yo mando sobre ti. Siempre he querido follarte y lo sabes. Ahora podré follarte siempre que quiera.
Pablo le hizo un señal a Javi con la cabeza y Javi cogió a Carlos por los brazos:
¿Qué coño haces Javi? ¡Suéltame! - decía Carlos enfurecido.
El jefe no soy yo, ahora lo es Pablo, es el quien manda - dijo Javi obedeciendo.
Pablo se volvió a apoyar en la mesa, se bajo la cremallera, se sacó la polla y dijo:
Cómele el rabo a tu nuevo jefe Carlos - le decía mientras se tocaba su rabazo bien duro.
No por favor, ¡no lo hagas Pablo! Haré lo que quieras - le suplicaba Carlos.
Lo que quiero es tu culo, cabronazo - decía Pablo mordiéndose el labio inferior.
Javi lo agachó con la cara ante el paquete de Pablo y el culo en pompa y lo acercó hasta la polla de su nuevo jefe que se la metió y empezó a darle rabo.
- Si opones resistencia no dudaré en echarte a la calle, así que come rabo - le ordenaba Pablo - Javi, suéltalo, no creo que intente nada... y por cierto, cómele el culo, casí le hará menos daños cuando se lo rompamos.
Javi le desabrochó los pantalones y se los bajo. Aquel culazo redondo y virgen estaba apunto de ser desvirgado. Javi lo abrió y empezó a devorarlo como se merecia. Se lo comia todo y lo lamía para dilatarlo bien.
Ahhh... ¡cabrónes! ¿Por qué me hacéis esto?
¿Quieres saber por qué? - Pablo le metió el rabo en la boca y se la empezó a follar bien follada mientras lo agarraba del pelo mirándole a los ojos - porque me pones cabroncete, siempre has sido inaccesible para mí y ahora puedo hacer de ti lo que quiera. Te hago esto porque quiero tenerte a cuatro patas siempre que me salga del rabo. Podrías haberte follado a Javi cuando tuviste la oportunidad... ahora este macho va a romperte el culo con su rabazo y va a hacerte gemir y tú no podrás hacer nada.
Javi puso a Carlos con el pecho sobre la mesa y apunto con su gordo rabo al ano de Carlos, del otro lado de la mesa estaba Pablo que lo cogía de la barbilla para que lo mirase.
Quiero ver la cara que pone un hetero macizorro cuando se lo follan.
Parad por fav... ¡¡¡ahhh!!! - el rabo de Javi entro en el culazo de Carlos. El culo de aquel hetero tragaba poco a poco el pollón de aquel madurito - ¡¡¡ahhh!!! ¡Cabrón! ¡Menudo rabaz...! ¡Ahhh!
Eso es cabrón, gime para mí - decía Pablo mientras veía la cara de dolor de Carlos y aquellos ojos abiertos.
El culazo de aquel rubiazo estaba tragando polla por primera vez y aquella polla empezaba a entrar la mar de bien, le cabía toda. Los gemidos de Carlos fueron produciéndose más acorde al compás de las embestidas que le propinaba Javi que lo cogía de las caderas y le metía el pollón hasta el fondo y se lo sacaba y se lo volvía a meter mientras aquellos grandes glúteos sibían y bajaban al compas de la follada.
Muy bien, me toca a mí - Pablo se puso detrás de Carlos - Javi saca tu rabazo y que te coma la polla.
Sí, jefe - acató el madurito pollón y se fue a darle polla al rubiazo hetero.
Ahhh... - gimió un poco Carlos al notar salir aquel pollón de su culo - parad por favor, hace dañ... ¡¡¡ahhh!!! ¡Joder!
¡Menudo cabrón! Ya sabía que tenías el mejor culo de todos pero esto es increíble. ¡Cómo traga tu culazo! - Pablo le metía el rabo agarrándole de las nalgas y dándole caña a aquel culo - ¿te gusta, verdad cabronazo?
Ahhh... Pablo, Pabl... - Javi empezó a darle rabo a la boca de Carlos.
Al parecer el hetero casado está siendo taladrado por el culo y por la boca. Me he follado a muchos machos y lo sabes. Sé cuándo les esta gustando tragar polla y a ti te está encantando. Tu culazo pide más - le decía Pablo mientras le reventaba el culo.
Era cierto, Carlos empezaba a comer pollón y esta vez le cabía mejor, se lo comía con lujuría mientras miraba al machote maduro de Javi a los ojos. Al mismo tiempo empezó a mover aquel culazo para satisfacer al rabo de su amigo. Sus nalgas bien trabajadas rebotaban en su pelvis.
¡Eso es cabrón, fóllate la boca y el culo, te lo mereces! - gemía Pablo mientras alzaba la cabeza de placer con las manos en la cintura de su amigo hetero que movía el culo frenéticamente engullendo rabo y gimiendo con la polla de su ex-jefe en la boca - joder, ¿qué dura tienes la polla, no cabrón? - Pablo había empezado a pajear la polla de su amigo casado. Había hecho su fantasía relidad: romperle el culo a su amigo y que este gozase. Su culazo era suyo, su rabo, su cuerpo... todo él le pertenecia ahora.
Jefe, si el cabrón este sigue chupando me correré en su boca - gemía Javi con la boca abierta y disfrutando con aquel placer que le producía la mamada de el macho de Carlos.
Carlos, te ordeno que tragues lefa - le decía Pablo mientras le reventaba el culo bien fuerte.
Carlos sacó la polla de Javi de la boca, agarró el gordo tronco, empezó a pajearlo cerca de su boca y dijo:
¡Sí jefe, pero dame por el culo y pajéame más, que me corro! - suplicaba aquel hetero que había sido sometido por su amigo a base de pollazos.
¡Ahhh cabrón! ¡Que me corro, que me corro, que me corr...! - trallazos de lefa salían del pollón del madurito que aquel macho se tragaba con lujuría mientras gemía con el pollón de su ex-jefe en la boca.
¡Mmm... Mmm... Ohhh! - gemía el hetero.
¿Eso es que te corres, cabrón? ¿Te corres? - le decía su amigo mientras le agarraba su polla y se la pajeaba.
¡Mmmmmm...! - Carlos dio un gemido que dio a entender a Pablo que se corría.
Los trallazos de leche empezaron a chorrear del pollón del rubiazo casado manchando el borde de la mesa, mientras la lefa de su ex-jefe chorreaba por su boca.
- ¡Toma leche cabrón! ¿Te gusta que te rompa el culo, eh? ¿eh? ¡ahhhhhhh! - gemía Pablo mientras llenaba de leche el culazo de su amigo.
Sin decir nada, Carlos cogió el contrato que tenía al lado y todavía jadeando lo firmó. Giró la cabeza hacia su amigo y le dijo:
¡Eres un cabrón! Pero he aprendido la lección. Tendría que haberme follado al jefe y haber aprovechado la oportunidad que tú sí que has aprovechado. Si cada vez que me revientes el culo voy a disfrutar así, yo soy tu hombre.
Sí, eres mío - dijo sonriendo al fin teniendo a su disposición el culazo de su amigo.