La promotora

Mi amigo Nando me pidió ayuda para contratar a su novia Laura en la discoteca de mi padre y aquello se convirtió en el sueño de mi vida... hecho realidad.

*Este relato forma parte de un experimento de relatos compartidos con diversos autores & autoras, lectores & lectoras de TR*

La promotora (Alex & Sylke)

Esa tarde había quedado con mi amigo Nando, pues quería pedirme un favor especial y como solemos hacer siempre, nos vemos en un bar cercano a su trabajo.

Tras saludarnos y pedir ambos nuestra cerveza tostada preferida, compartimos las anécdotas de la semana, aunque él necesitaba pedirme algo en concreto:

-        Ya sabes que no te pido favores, Pedro, pero es algo importante. - me comentaba con cierto apuro.

-        Vamos Nando, ¿para qué están los amigos? - le respondí.

-        Verás, en tu disco estabais buscando promotoras para una marca de ron, ¿no?

-        Sí, claro, pero es de ginebra.

-        Ah, bueno, pues eso.

Es cierto, la discoteca en la que trabajo y que es propiedad de mi padre, hace de vez en cuando promociones de diversos tipos con los clientes y precisamente yo soy el que se encarga de esas cosas como relaciones públicas de la disco.

-        Pues, es que mi chica necesita curro ya que lo quiere para pagar la matrícula de la Uni. - me seguía explicando.

-        ¿Quién, Laura?

-        Sí, ¿no tendrás algo para ella? - me preguntaba algo apurado pues no encontraba otra cosa.

Nada más nombrar a Laura, la novia de mi amigo, mi corazón empezaba a palpitar más deprisa y es que su novia es espectacular, una morena de impresionantes curvas, con unas tetas enormes y un culazo de alucinar... ya me la estaba imaginando en la disco promocionando y de fijo que con ese cuerpo iba a ser todo un reclamo para mis clientes.

-        Pero ese tipo de trabajo... - le intentaba explicar yo.

-        ¿Qué pasa?

-        Pues no sé, no veo a Laura ahí...

-        ¿No da el perfil?

El perfil lo daba de primera, pues Laura es todo un pibón y de seguro iba a ser la sensación en la disco.

-        No es eso, Nando, es que... los tíos... - le explicaba.

-        Ya lo sé, Pedro, estará siempre con babosos alrededor, que irán algo borrachos, pero precisamente por eso, como sé que tú estás allí, pues seguro que la echas una mano para espantarlos.

-        ¿Pero ella está de acuerdo? - le pregunté.

-        Sí, ya te digo que necesita la pasta. Le daba apuro pedírtelo directamente.

-        Pues dalo por hecho. Que se venga mañana por la noche y puede empezar.

-        ¿Mañana mismo? ¡Joder no sé cómo agradecértelo!

-        Pues una cenita los cuatro y lo haces – dije yo refiriéndome a ellos dos y a mi novia Olga y a mí.

-        ¡Hecho!

A pesar de que Nando y yo somos amigos desde el colegio y por supuesto, nunca se lo he comentado a él, Laura, su novia me pone mogollón, es una preciosidad, está buenísima, es simpática... el sueño de cualquiera y me he imaginado un millón de veces como debe ser follar con ella, por eso que nunca me la quito de la cabeza, pero desde que me pidió ese favor, me iba a resultar imposible alejarla de mi mente, así que, me pasé toda la tarde nervioso, imaginándomela vestida de promotora de esa nueva marca de Ginebra que habían sacado al mercado.

Llegado el viernes por la tarde llamé a Laura para quedar con ella en la discoteca y explicarle un poco como iba a desempeñar su trabajo:

-        Hola Laura, soy Pedro, ¿cómo estás?

-        Hola, gracias por darme ese curro.

-        Nada, mujer para eso están los amigos. Te llamo para ver si puedes estar en la discoteca esta noche sobre las 22h; la gente suele empezar a llegar a eso de las 23h, pero así te explico un poco de que va el tema.

-        Claro, sin problemas. Y de verdad, muchas gracias Pedro, no sé cómo agradecértelo, me haces el favor del siglo - me comentó ella mientras mi imaginación ya iba a mil por hora pensando en esas curvas.

Yo llegué sobre las diez menos cuarto, como habitualmente, pero cuando abrí la caja con el contenido que nos mandaba el proveedor como indumentaria para la promotora, casi me da algo y no dejé de imaginar cómo se vería Laura con esa vestimenta. Era un mono ajustado de color blanco con las letras y el logo de la marca de Ginebra con una cremallera central que se abría desde la entrepierna hasta su escote. Por supuesto que he visto a Laura mil veces con ropa sexy, incluso en la playa con sus bikinis y sus tangas, pero, esa noche estaba especialmente nervioso y excitado. Esa iba a ser una de las pocas veces que íbamos a estar solos, ella y yo. La esperé en la barra y me serví un gin-tonic para relajarme un poco.

La vi como entraba en la disco y como cruzaba toda la pista caminando de forma felina hasta llegar a la barra. Laura llevaba un vestido negro que le llegaba a medio muslo y con un escote de infarto. A pesar de haberla visto muchas veces, me pareció notar que me quería mostrar lo mejor de ella. Sus movimientos, sus gestos e incluso su forma de hablarme me eclipsaron.

-        Hola Pedro ¿Qué tal guapo? - me dijo agarrándose a mi hombro y plantándome dos besos cariñosos y sonoros.

-        Hola Laura, ¿Qué tal está mi super promotora? -  la dije pasando mi mano por su espalda.

-        Bien, algo nerviosa.

-        Lo harás muy bien.

-        ¿Quieres una copa para aplacar esos nervios?

-        Sí, claro.

Laura miró a su alrededor, inspeccionando cómo era el local y aunque había estado alguna vez junto a su chico, supongo que, ahora que iba a ser su lugar de trabajo, lo veía de otra manera. Yo aproveché para volver a perderme en ese escote.

-        Oye, Pedro, muchas gracias por el trabajo, de verdad. - me dijo sentándonos en dos taburetes lo que me permitió ver una buena porción de sus piernas.

-        De nada, preciosa. Un placer tenerte de compañera.

-        Espero estar a la altura y dar el perfil.

-        Pero si estás buenísima. - dije sin pensar.

-        Gracias. - respondió ella con un gesto tímido pero agradecido y se mordió el labio de una forma que casi me hace babear.

-        De verdad, es un placer. - dije apoyando mi mano en su rodilla.

-        Lo cierto es que necesito la pasta para pagarme la matrícula de la Uni y no quiero pedírsela a mis padres, ya sabes...

-        No te preocupes, Laura, si te puedo ayudar, lo dicho, para eso están los amigos – le dije mientras hacíamos brindar nuestras copas.

Después de haber terminado la consumición, le enseñé un poco todo el local, la zona en donde habíamos instalado un pequeño stand con las botellas y merchandising de la marca de ginebra que ella iba a promocionar. Y cogiéndola de la mano, la pregunté:

-        Bueno, Laura, ¿preparada?

-        Sí.

-        Pues vamos.

Subimos a la planta superior, en donde se encontraba el despacho de mi padre, que al encontrarse vacío podría servirle para cambiarse, dejar su ropa y sus cosas.

-        ¡Qué grande es esto! ¡Y se ve toda la disco! - me dijo asomándose a uno de los grandes ventanales desde donde se puede ver la pista central, las mesas y las dos barras.

La verdad es que mi padre montó ese despacho para tener un control de toda la discoteca, desde donde se podía ver todo y tenerlo controlado.

-        Aquí lo hacemos todo a lo grande – le comenté sonriente.

-        Oye, pero ¿me voy a cambiar aquí? ¿no me ven desde abajo? - preguntó, viendo el movimiento de camareros colocando mesas.

-        No, mi padre lo tiene bien pensado. Él puede controlar todo esto desde aquí arriba, en cambio desde abajo son espejos.

-        ¿En serio?, ¿desde abajo no se nos ve?... ¡Qué morbo!

-        ¿Te lo parece?

-        Bueno, pues espiar todo desde aquí, sin que te vean...

-        Pues sí...

-        ¿No has traído aquí nunca a Olga?

-        ¿A este despacho?, pues no...

-        Pues da mucho juego estar aquí. - añadió volviéndose a morder el labio de esa forma tan sensual.

-        Pedro, ¿Entonces de verdad, me puedo cambiar aquí sin problema y no me ven?

-        No, claro. Estate tranquila. Te dejo y cuando estés te espero en la barra. - la dije entregándole la llave del despacho.

Me bajé abajo, dejándola sola, pero no pude evitar empezar a notar como mi polla se iba despertando, pues esa chica, siempre me atrajo y el hecho de que trabajase conmigo como azafata promotora, me ponía mucho más.

A los cinco minutos, uno de los camareros me hizo un levantamiento de cejas, avisándome para que me diese la vuelta y cuando me giré me pareció ver aparecer a una diosa.

Laura llevaba ese mono de promoción, que se asemejaba al que usan las “pit babes” en las carreras de motos, pues la ginebra que promocionaba es precisamente una marca siempre relacionada con el motociclismo. Ese atuendo de color blanco, con las letras de la marca de ginebra en rojo, era tan ajustado que dibujaba sus curvas a la perfección, ensalzadas por unos botines de fino tacón, ofreciendo esa forma armoniosa de sus piernas, como sus caderas y levantando su culo, aunque había dos cosas que resaltaban por encima de todo: Sus enormes tetas, parecían querer reventar la cremallera central de ese mono en un escote que era todo un reclamo y abajo su pubis quedaba remarcado con esa misma cremallera que se colaba sutilmente entre sus labios vaginales. ¡Estaba alucinante!

-        Hola Pedro ¿Qué tal estoy? - me preguntó girando su estilizado cuerpo sobre sí misma.

-        ¡Estás preciosa! - dije sin pensar intentando disimular la erección que en ese momento era total.

-        Gracias. La verdad es que me está un poco pequeño, espero no reventarlo cuando me tenga que agachar. - comentó ella recolocándose inútilmente ese ajustado mono.

-        No, mujer, es elástico y te queda como un guante.

-        Ya... me tuve que quitar el sujetador porque se marcaba mucho... menos mal que he venido con tanga. - me dijo algo más bajito, junto a mi oreja, con confianza.

La imagen de ese cuerpo embutido en ese uniforme, era algo que no podías dejar de mirar, y comprobé no ser el único, pues los dos camareros de la barra estaban embobados mirándola también.

Al cabo de poco rato empezaron a llegar los primeros clientes, y claro, todos los chicos babeaban con Laura. Ella tenía su stand en un lugar cerca de la barra, de tal forma que en todo momento podía observarla y deleitarme con ese increíble cuerpo que empezaba a desear de forma preocupante.

En más de una ocasión pude ver como Laura también me buscaba con la mirada, e incluso, en alguna me lanzó una sonrisa de complicidad que me puso todavía más nervioso. No paraba de tener gente alrededor interesándose por la bebida, aunque yo ya dudaba si era por eso o por estar cerca de ella. Para no haberlo hecho nunca, Laura consiguió subir las ventas de esa marca de ginebra como ninguna promotora anterior.

Estaba contratada para una promoción de un par de horas, así que su hora de finalización estaba cerca. Cuando llegó, vi como empezaba a recoger y se acercaba a la barra.

-        No puedo más, tengo los pies destrozados. ¿Me invitas a algo? - me dijo sentándose en un taburete y masajeando sus tobillos.

-        Claro, todo el día de pie y con esos tacones... ¿qué te apetece?

-        ¿Me acompañas si te pido un gin-tonic con esta ginebra que he promocionado?

-        Eso está hecho – le contesté preparando las dos copas y pensando que esa noche la acompañaría a donde fuera.

-        ¿Qué tal ha ido?, ¿Te han molestado mucho los moscardones?

-        Lo normal, pero sé que, si alguno se hubiera sobrepasado, estabas tú para intervenir. - me contestó sacando ligeramente la lengua entre sus labios.

Yo no sabía si la estaba interpretando mal o no, pero me daba la sensación de que Laura tenía ganas de jugar conmigo.

-        ¿Y qué vas a hacer ahora?, ¿Te cambias y te vas o te quedas por aquí a hacerme compañía? - le dije intentando entrar en su supuesto juego.

-        Pues creo que me voy a quedar, hoy Nando me ha dicho que se quedaría en casa. Y Olga, ¿No va a venir? - me preguntó.

-        No ella no viene casi nunca.

-        Pues me quedo un rato haciéndote compañía. - comento guiñándome un ojo.

Siempre había habido buen rollo entre Laura y yo, de hecho, teníamos muchas cosas en común, pero nunca había pasado nada que no fuera una broma o algo sin mayor importancia entre nosotros. Sin embargo, en ese momento, Laura estaba más juguetona y provocadora que nunca, al menos eso me parecía.

-        Oye, si quieres cambiarte subo contigo y te abro el despacho para que lo hagas.

Laura me dijo que sí, que le abriera el despacho para cambiarse y la dejé ir delante para poder tener una buena visión de su culo enfundado en ese mono tan ceñido. Si no fuera mi amiga, ya me habría abalanzado sobre ella, porque es que me volvía absolutamente loco.

Cuando llegamos arriba, ella volvió a acercarse al ventanal para observar desde allí como seguía divirtiéndose la gente en la disco, con el aliciente de que ella podía verlos, pero en cambio nadie nos vería desde abajo.

En ese momento, estaba tan caliente, que no pude evitar abrazarla por detrás, juntando mi pecho a su espalda, mi pelvis a su culo, en el que, por cierto, tuvo que notar mi incipiente erección. Mis brazos la estrecharon por la cintura y mi cara quedó junto a la suya mirando los dos hacia la pista.

-        Algún día todo esto será tuyo. - la dije a modo de broma, pero tampoco se soltó de mi abrazo y se limitó a reír acariciando mis brazos que seguían aferrados rodeando su cintura.

-        ¡Eres idiota! - me dijo nerviosa y girando su cara me dio un beso.

Al principio parecía un piquito de agradecimiento, pero se alargó más de lo normal, ya que pude notar durante unos segundos la blandura de sus labios en los míos y cómo ambos abrimos nuestras bocas para empezar a jugar a una danza de lenguas increíble.

-        Alguna alarma debió despertar en nuestras mentes y ambos nos separamos como si nos hubiera dado un chispazo.

Permanecimos un buen rato mirándonos, en los que parecíamos querer descubrir en nuestros ojos, el pensamiento de cada uno y si había saltado realmente una alarma o quizás estaba sucediendo algo nuevo entre nosotros

-        Bueno, Laura, te dejo cambiarte y luego vengo a cerrar... - la dije, carraspeando, algo nervioso por lo sucedido.

-        No, no hace falta, me cambio y bajamos juntos.

-        Ya, pero Laura...

-        Oye, que no te vas a asustar si me ves en bragas, que ya me has visto en bikini en la playa un montón de veces, incluso con las tetas al aire. - sentenció muy segura.

Eso era cierto y el hecho de que nombrara sus tetas, volvía a rememorar cuando habíamos ido juntos los cuatro a la playa y yo disimulaba para recrearme con su cuerpo, esos pechos perfectos o la tela fina de su braguita envolviendo ese chochito con el que siempre había fantaseado. Pero ahora, la tenía ahí, para mí solo y comportándose muy diferente a como era ella normalmente conmigo.

Mi amiga se sentó en la silla del despacho de mi padre, para quitarse los botines, luego se puso de nuevo de pie y de perfil a mí, se fue bajando la cremallera de ese mono para sacárselo por completo. Al no llevar sostén, sus tetas saltaron juguetonas, más apetecibles que nunca en aquel despacho y para colmo, las braguitas que llevaba eran diminutas. Se trataba de un tanga negro super pequeño, que tapaba por delante con un pequeño triángulo su pubis y por atrás una tira fina que se colaba por sus glúteos.

Tardó un buen rato en desvestirse, creo que se recreaba haciéndolo y yo disfrutándolo. Se calzó de nuevo los botines y ese cuerpo todavía recobró más atracción con ellos puestos, pues sus piernas se mostraban infinitas, por no hablar de su culo más alzado... Ella me miró varias veces de reojo, como esperando ver mis reacciones. Estaba preciosa... casi desnuda, iluminada en aquel despacho por las luces de colores que llegaban desde la pista. ¡Dios, qué buena estaba!

Tras un buen rato de movimientos sensuales, se puso la minifalda de lycra y un top sin sostén que le quedaban casi como un guante sobre ese cuerpazo y estirando su mano me dijo.

-        Vamos, Pedro...

Bajamos por la escalera y yo no me quitaba de la cabeza de que ella era consciente de lo cachondo que me ponía, y sabía que, se había cambiado delante de mí para ponerme más cachondo todavía. No había ninguna duda de que nada era tan “casual”.

-        ¿Qué tal?, ¿Cansada? - la pregunté cuando llegamos a la barra de nuevo.

-        Pues sí, con todos los nervios y tal, estoy algo cansada y con ganas de llegar a casa y darme un baño relajante.

-        Mmm, qué bien – dije sin poder evitar imaginármela desnuda en su bañera.

-        Bueno, antes, ¿Me invitas a un chupito antes de irme?

-        Claro, preciosa, ¿de qué lo quieres?

-        De tequila me va bien.

-        Perfecto.

-        Esto y una bañera antes de meterme en la cama y mañana como nueva - me dijo mirándome con sus enormes ojazos.

Chocamos las copas de chupito y nuestras miradas estaban cargadas de deseo, estaba claro.

-        Bueno, Pedro, ¿qué tal lo he hecho? - me preguntó, con ese gesto tan sensual mordiéndose ligeramente el labio.

-        ¡De puta madre! - dije sin poder evitar mi excitación cada vez mayor.

Ella se rio divertida y dijo que se largaba para casa, pero antes, se incorporó a la barra y estirando su cuerpo me plantó otro piquito tierno en mis labios.

-        Hasta mañana, jefe. Gracias. - dijo ella riendo.

Yo me quedé flipado, al otro lado de la barra con la polla dura debajo de mis pantalones, me costaba disimularlo mientras ella se despedía, así que me serví otro chupito de tequila y me lo bebí de un trago antes de que desapareciese por la puerta.

Al cabo de media hora, cuando ya estaba más calmado, recibí un WhatsApp de Laura y sólo ver su nombre en la pantalla del teléfono el corazón se me aceleró a tope

-        “Ya estoy en casa y me voy a meter en la bañera, ¿quieres verlo?” - decía su mensaje.

Lo volví a leer varias veces sin creerme lo que ponía. Aquello me descolocó, pero mi polla se puso dura en un segundo. Antes de contestar, subí de nuevo al despacho de mi padre y me senté en su silla para contestar:

-        “Me encantaría, Laura”

Tras mandarme un emoticono de risa, lo siguiente que recibí era una foto suya totalmente desnuda, en la que se la veía de pie junto a la bañera y se tapaba el pecho con su antebrazo y su otra mano cubría su pubis en una pose de lo más provocativa.  ¡Madre mía!

-        “¿Qué tal me ves?” - dijo en otro mensaje.

-        “Joder, Laura, qué pasada” - contesté al instante.

-        “¿Quieres verme ahora sin que me tape?”

Joder, aquel mensaje era una bomba y saqué mi polla del pantalón acariciándola mientras soñaba con ver ese cuerpo desnudo.

-        “Claro... nada más me gustaría en este momento” - dije yo en otro mensaje.

Su siguiente foto era igual, pero sus manos no tapaban nada y se veían claramente sus pezones duros y su rajita totalmente desprovista de vello. ¡Qué maravilla!

-        “¿Te gusta lo que ves?” - recibí otro mensaje.

-        “Síiiii” - añadí, acompañándolo de aplausos.

-        “No vale que sólo me ves tú, yo también quiero ver cómo está tu polla”. - mandó otro nuevo texto descarado.

Volví a flipar con esa Laura tan desconocida, a la que siempre había visto lanzada, muy directa, abierta y bastante bromista, pero nunca hasta ese extremo y nunca conmigo, que era el mejor amigo de su novio. Pero... ¿qué podía hacer? Naturalmente, no me quedaba otra que entrar a su juego. La cosa se calentaba a pasos agigantados y yo ya estaba cardíaco perdido, así que, sin pensarlo demasiado, me desabroché los pantalones del todo, desnudándome de cintura para abajo y me hice una foto con un primer plano de mi polla para que pudiera verla en condiciones. Ni yo mismo me creía haberle mandado esa foto.

-        “Ummmm que preciosidad, me encanta, tenía tantas ganas de conocerla...” me contestó acompañando el mensaje con corazones.

Y antes de que me diera tiempo de escribir nada, recibí un video de ella tocándose las tetas delante del espejo mientras decía de forma sensual:

-        “¿Te gusta lo que ves Pedro?, ¿Te gustaría ser tú el que las tocas?”

Joder, yo ya estaba a mil, alucinando con mi amiga y no pensaba ni en mi novia ni en mi amigo, solo en esas tetas que ella se masajeaba con tanta lujuria. así que me lancé:

-        “Laura, me encantaría chuparte esas tetas y correrme en ellas”

-        “¿En serio?” - respondió al instante.

-        “Claro, ¿Quieres ver cómo me corro para ti?” - le dije totalmente dispuesto a masturbarme en exclusiva para ella.

Al instante recibí un “Face Time” de Laura

-        “Eso no me lo pierdo por nada del mundo, y quiero verlo en directo, así que ya puedes empezar, guapo”. - dijo con su gran sonrisa.

La imagen me permitía ver su cuerpo desnudo sentado al borde de su bañera. Empecé a pajearme lentamente, mostrando mi erección y como las primeras gotitas coronaban mi capullo. Al mismo tiempo ella me mostraba como se tocaba el coño en ese video compartido tan loco como cachondo.

-        ¡Joder Pedro, qué polla tan bonita! - dijo ella suspirando.

-        ¿Te gusta?

-        Uff, ¿no ves como lo tengo empapado?, me encanta ver cómo te pajeas para mí. - dijo.

-        Pues mira lo dura que me la pones, cabrona – le respondí acelerando el ritmo.

Así estuvimos un rato, ambos masturbándonos en una sesión en vivo a cada lado de nuestros respectivos móviles.

-        ¡Ummmm me encanta esa polla, Pedro!, ¡Sigue que voy a correrme siiiiigue sigue siiiii me corrooooooo cabrón me corrooooo! – me dijo mientras yo veía como se estremecía de placer.

Verla en ese trance, acariciándose las tetas y metiéndose dos dedos en su precioso coño, me hicieron acelerar el ritmo de mi paja.

-        No aguanto más Laura, mi polla va a explotar. - dije casi en un grito.

-        Si enséñame como sale toda la leche, ¡vamos quiero verlo, Pedro!

-        ¡Ooooh siiiii me corro! – le dije entre jadeos.

Yo no podía más, así que me levanté la camisa para ofrecerle una buena perspectiva y me corrí para que ella viera la cantidad de leche que me salía mientras repetía su nombre una y otra vez.

Nos repusimos de ese momento álgido y volvimos a cruzar nuestras miradas en esa video llamada, sabiendo ambos que habíamos traspasado esa frontera prohibida, pero al mismo tiempo, tan anhelada.

-        Esto es una puta locura, Laura. - le dije.

-        Lo sé, pero joder Pedro, llevo caliente varios días con todo esto y el abrazo que me has dado en el despacho de tu padre me ha puesto super cachonda y luego cuando me mirabas quitándome el mono, uf, estaba calentísima y deseando llegar a casa para masturbarme.

-        ¡Vaya pasada!

-        Pero hacerlo juntos ha sido más divertido ¿no?

-        Joder, ya lo creo que sí, esto es muy fuerte, pero a mí también me ha encantado – le dije exhausto.

-        Bueno, me voy a la bañera, guapo, creo que mañana hemos quedado para cenar los cuatro, así que esto no ha pasado nunca, ¿vale?

-        Tranquila, Laura, esto queda entre nosotros dos – le dije antes de colgar.

La noche siguiente, como teníamos previsto, quedamos las dos parejas para cenar en un japonés y celebrar ese nuevo curro de Laura como promotora. Mi novia y yo, llegamos un poco antes y esperamos a nuestros amigos directamente en la mesa. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas y no lograba quitarme a Laura de la cabeza en todo el día, e incluso, Olga, mi novia, me notaba raro, porque casi no le prestaba atención a lo que me decía.

-        Hijo, Pedro, ¿estás tonto?... no me haces caso. - me comentaba mi novia.

-        Perdona, cariño, estaba en otro sitio.

-        Joder, te hablaba de Laura, ¿qué tal con ella?

-        Muy bien... - respondí sin darle demasiado efusión a mi respuesta.

-        Ya me imagino que habrá sido toda una bomba allí.

-        ¿Cómo dices? - pregunté confuso sin saber a qué se refería.

-        Pues que es un pibón, supongo que tendrías que espantarla a todos los borrachos de turno. Menos mal que estás tú allí para protegerla... pobrecilla.

Las palabras de Olga no hicieron más que atormentarme todavía más de lo que ya estaba, pero lo cierto es que era incapaz de controlarme. Desde que Laura apareció ante mis ojos con aquel mono en la discoteca, todo se había vuelto loco y tremendamente excitante, morboso, prohibido... Reconozco que siempre me atrajo mucho mi amiga y no niego haber fantaseado mil veces con ella, pero entonces descubrí que había algo más entre nosotros que un simple coqueteo o un juego picante, incluso que me masturbara pensando en ella y en su endiablado cuerpo en otras ocasiones, pero esa noche, nos habíamos masturbado mutuamente a través del móvil. Tenía que parar todo aquello, joder, era mi amiga, curraba conmigo... pero además la mejor amiga de mi novia y Nando uno de mis mejores colegas.

La aparición por la puerta de la pareja despejó de mi mente todo tipo de remordimiento y es que Laura venía espectacular, en plan rockera, con una cazadora de cuero, una mini falda escocesa, con unos botines de mucho tacón, pero peor aún, cuando llegó a la mesa y nos brindó su preciosa sonrisa y al quitarse la cazadora apareció con una camiseta ajustadísima de “Ramones” de color rosa sin mangas. Mi polla dio un respingo nada más verla, aunque disimulé todo lo que pude, incluso cuando nos dio dos besos, aunque los míos fueron tan cerca de la boca...

-        Chicos, pedir por mí, que tengo que ir al baño. - dijo Laura y mi vista miró de reojo aquellas piernas ensalzadas con sus botines y esa faldita tan corta. ¡Dios, qué delicia!

Al rato me llegó un WhatsApp y era precisamente de ella.

-        Tenemos que hablar. Vente al baño. - era su conciso mensaje.

Puse la excusa en la mesa de que tenía una llamada importante de mi padre y me levanté con disimulo en dirección contraria al baño, pero girando al final para encontrarme con Laura en los servicios. Iba dispuesto a pedirle perdón, a comentarle que no podíamos seguir con esto, que éramos amigos, que nuestras parejas estaban allí, ajenas a todo, cuando vi que ella me hacía señas desde el baño de chicas y al acercarme tiró de mano para meternos juntos dentro.

-        ¡Laura yo...! - dije sorprendido.

-        Calla y enséñame esa polla en vivo que no aguanto más sin verla. - me dijo mientras nos metíamos en uno de los cubículos y echaba el cerrojo.

-        Joder Laura, pensaba que querías que habláramos para aclarar lo de anoche.

-        Cállate y enséñame lo que vi ayer a través del móvil - me decía mientras me la tocaba por encima del pantalón. Yo estaba cachondo perdido y deseaba igual o más que ella que me la viera y me la tocara.

-        Sácatela vamos, no seas idiota que lo deseas más que yo. - insistía impaciente, soltándome el cinturón y notablemente excitada.

Cuando me quise dar cuenta ya tenía los pantalones desabrochados y su mano dentro de mis calzoncillos.

-        ¡Ummmm! ¿ves cómo lo deseabas?, ¡está durísima cabrón! - me susurró como una gatita mientras me la sacaba.

-        Joder, Laura, para o entro en el punto de no retorno. - la avisé antes de cometer otra locura.

-        No te emociones que no me vas a follar - me decía mientras me tocaba mi polla dura y jugosa.

-        Laura... - jadeaba yo.

-        Calla cabrón que nos van a pillar. Déjame disfrutar de esta preciosidad tan dura y tan gorda. - añadió pajeándome más rápido.

De repente se me quedó mirándome fijamente y tras guiñarme un ojo, se agachó a continuación, quedando en cuclillas y agarrando mi verga por la base se la metió en la boca para empezar a mamarla con todas las ganas. La vista desde arriba era una pasada, viendo sus tetas botar, a cada acometida de su boca tragando mi duro cimbel, sus piernas ligeramente abiertas bajo esa minifalda, que se le subía más de la cuenta, mostrando su tanga negro y los botines en sus pies juntos más abajo, era como un sueño hecho realidad.  Yo, aparte de alucinado, estaba a mil y empecé a tocarle las tetas por encima de la camiseta, pudiendo notar esa tersura que tantas veces había soñado, notando la blandura de ese perfecto pecho y la dureza de sus pezones.

-        ¡Ummmm, Pedro...! - dijo sacándose la polla de la boca por un instante - ¿te gusta cómo te la chupo?

De mi garganta no salía una palabra, solo asentí y ella volvió al ataque. Me la chupaba increíblemente bien, seguramente una de las mejores mamadas, más sentidas, más cachondas y más morbosas... notaba como la succionaba y se excitaba cuando le cogía por la cabeza para que ella tragase más adentro. Su lengua la recorría entera y no paraba de succionar. Mi respiración aumentaba y Laura aumentaba también el ritmo de su increíble mamada.

-        ¡Uffff, cómo la chupas, sigue joder sigue que me corro jodeeerrrrr! – dije, sin tiempo a a sacarla de esa cálida boca.

De pronto el primer impacto se coló en su garganta y después los restantes lefazos cayeron dentro de su boca, que ella tragó a medida que seguía limpiándome con total dedicación. Era increíble, pero no dejó caer ni una gota de mi semen. Se levantó, me miró, me dio un beso en los labios y me dijo.

-        ¿Vamos a cenar? Por cierto, me debes una. - añadió dejándome solo.

Estaba en shock, todavía guardando mi polla tras ese impactante encuentro, cuando Laura despareció de los baños. Esperé un buen rato más para disimular y al fin regresé a la mesa.

-        ¡Corre, Pedro, que todavía está caliente! - gritó Laura desde la mesa cuando me acercaba.

Naturalmente parecía que se hablaba de la comida recién servida, pero su mirada y su sonrisa, dejaban clara toda su doble y mala intención. Estaba descubriendo su desconocido lado de “putilla” en toda regla.

-        Hijo, lo que has tardado, dile a tu padre que es tu día libre, joder. - me comentó Olga, creyendo que había estado hablando todo el rato por teléfono.

La cena transcurrió dentro de cierta normalidad, al menos yo me intenté comportar como siempre, pero esas miradas de Laura, esos gestos tan provocativos, sacando la lengua con disimulo o mordiéndose el labio, me mataban y tenía que disimular constantemente mi erección. No podía borrar de mi mente cuando mi polla se metió en su boca y como se tragó toda mi corrida sin rechistar, ni protestar, algo que seguramente con Olga me habría llevado la bronca del siglo. Esa Laura desconocida, me estaba atrayendo todavía más y no dejaba de pensar en que, si era así chupándola, como debía ser follando.

Tras la cena y tras tomar unos cuantos chupitos por la zona de ambiente, acabamos en un pub, para tomar un copazo y bailar un poco. Tener allí en uno de los sofás sentada a Laura, con esos ojos de gata en celo y esas piernas que me ofrecían una buena visión de su tanga negro a la mínima de cambio, era una auténtica tortura por no decir cuando salíamos a bailar y con disimulo me pasaba las tetas por la espalda o me restregaba el culo por mi paquete, todo con mucho arte y sin que nuestras parejas se percatasen. Acabé con un calentón tremendo.

Cuando salimos del pub, con intención de volver a casa, Olga comentó algo que me hizo ponerme algo tenso.

-        ¿Oye, qué tal si vamos mañana a vuestra disco y así os vemos en acción?

Lógicamente mi novia se refería a vernos trabajar a Laura y a mí, pero esas palabras hicieron que nos mirásemos con cierta complicidad. Por suerte Laura estuvo resolutiva enseguida.

-        Genial, así os invito a una copa de la marca que promociono y me gano más comisión, si repetís.

Después de despedirnos y mientras Nando y mi novia se daban dos besos, Laura tras darme otros dos besos a mí, se acercó a mi oreja para susurrarme.

-        ¡Cabrón, me has tenido encendida toda la noche! Lo puedes comprobar en tu bolsillo.

Entonces palpé con mi mano dentro del bolsillo de mi cazadora y sorpresivamente me encontré con su tanga empapado y enfrente su cara sonriente, mordiéndose el labio otra vez.

-        Oye, mañana por la mañana, ¿me puedes acompañar a la asesoría para todo el papeleo del contrato? - me comentó ella, esta vez en alto, delante de todos.

-        Sí...esto, claro. Te recojo a las 10. - dije también sin que nuestras respectivas parejas sospecharan nada.

Al llegar a casa, aproveché que Olga estaba en el baño, para sacar el tanga de mi bolsillo y llevarlo a mi nariz para descubrir ese increíble aroma de gata en celo.

Cuando mi novia salió del baño no pude evitar disimular mi erección debajo de mis pantalones, así que se dio cuenta enseguida.

-        ¿Qué pasa?, ¿Tienes ganas de juerga cariño? - me dijo mientras se quitaba la camiseta y la falda para quedarse con ese conjunto de ropa interior negra que tanto me gusta.

Yo seguía obsesionado con Laura, y a pesar de que me había descargado toda mi leche en su boca hacía apenas unas horas, volvía a estar cachondo, así que no pude negarme. Me puse detrás de Olga y le frotaba mi dura polla por su culo mientras le tocaba las tetas desde atrás. En ningún momento dejé de pensar en mi amiga, abrazando y acariciando el cuerpo de mi novia. Enseguida quité toda la ropa y empecé a jugar con mi polla entre sus piernas. Ella comenzó a mover sus caderas, adelante y atrás percibiendo mi dureza ubicándose en la parte de alta de sus muslos. Al mismo tiempo le quité el sujetador y empecé a besarle en el cuello.

-        ¡Ummmm, Dios, cariño!... sabes cómo ponerme cachonda de verdad ¿eh cabrón? - me dijo jadeante.

Se giró de pronto y aun viendo la cara de mi novia, seguía viendo la de Laura. Olga se quitó el tanga negro, dejando a la vista su desnudez y agarrándome la polla empezó a frotarla contra su suave coño mientras me miraba con cara de vicio.

-        ¿Quieres follarme? - me repetía ella y yo seguía oyendo la voz de nuestra amiga.

-        Sí, joder, te quiero follar, cariño. - dije cachondo perdido.

-        ¡Quiero que me metas esta polla bien adentro!

Me empujo contra la cama dejándome tumbado boca arriba con toda mi erección a su merced y subiéndose encima, como buena amazona empezó a cabalgarme mientras yo acariciaba y sobaba sus tetas. Me encantaba estar así follando con Olga en esa posición, tenía un movimiento de caderas que me ponía a mil. ¿Sería así follando con Laura?

Estaba gozando a tope mientras mi novia seguía botando incesantemente sobre mi polla con sus ojos cerrados mientras yo seguía teniendo en mente el cuerpo y la cara de Laura.  Otras veces había pensado en mi amiga mientras follaba con Olga, sin embargo, esa vez estaba desatado y entregado de lleno a la imagen de mi amiga como si realmente me la estuviera tirando.

-        ¡Oooohh siiii fóllame cabrón, vamos fóllame! - me decía Olga sabiendo lo que me gusta que me hablen de manera soez durante el sexo.

Yo estaba ya muy excitado, así que le pedí que se pusiera a cuatro patas para follarla desde atrás. Me agarré a sus caderas y le metí la polla de golpe, que entró hasta el fondo sin ningún problema ya que estaba muy lubricada.

-        ¡Uffff si cabrón, dame duro vamos, fóllame bien fuerte joder! – me decía ella muerta de placer.

Me encantaba ver como en cada embestida sus tetas se movían al compás, y de tanto en tanto yo le daba alguna palmadita en el culo porque sabía que eso la encendía todavía más.

-        ¡Joder voy a correrme! – me decía ella entrecortadamente – ¡sigue, sigue, vamos, Pedro, siiii que me corro hijo de puta, me corrooooooooo siiiiiii ahhhhh!

Pude notar sus convulsiones mientras se corría, y disfrutaba viéndola tan encendida, no sé si yo mismo le estaba transmitiendo ese placer de las ganas que tenía a Laura, pero Olga se corrió entre gemidos intensos, convulsionando mientras mi polla entraba y salía incesantemente. Con solo oírla yo estaba a punto, así que aceleré el ritmo, con intención de descargarme dentro de ella, pero justo cuando ya iba a llegar al orgasmo, en un rápido movimiento, Olga se giró poniéndose la punta de mi polla en su boca.

-        Vamos, llénamela de leche – me ordenó al tiempo que se la metía en la boca apretando sus labios y pasando su lengua por debajo.

-        ¡Ummm siii chúpamela que me corro, siiii vamos siiiii jodeeerrrrr me corrooooooo! – y en pocos segundos le llené la cara y la boca con mi corrida que era más abundante de lo normal.

-        ¡Guau, nene, me has duchado como nunca! - me dijo mi novia con todo mi semen esparcido por su cara, su boca y su pelo.

Quedé exhausto y la verdad es que esa noche conseguí dormir como un angelito después de haberme corrido dos veces con dos chicas distintas y de qué manera.

Al día siguiente, estaba puntual a las 10h en el portal de Laura, tal y como habíamos quedado. Al cabo de diez minutos apareció ella saliendo de su portal y nada más verla, no pude evitar que se me pusiera dura de nuevo. Mi amiga llevaba un vestido ajustado de color negro y bastante corto. Esta vez no llevaba tacones, pero aun con sus deportivas seguía teniendo un poder de atracción bestial. Hasta entonces Laura siempre me había atraído y alguna vez consiguió excitarme sin ella saberlo, que casi siempre acababa en una paja en su honor, pero desde que entró en la discoteca mi amiga se había transformado y había logrado que yo no dejara de pensar en ella ni un solo segundo.

-        Hola, guapo. – me dijo dándome un pequeño beso en los labios nada más entrar en el coche.

-        Hola Laura. Yo quería... - empecé a hablar, pero ella me cortó dándome esa vez un morreo que me pilló por sorpresa.

Su lengua atrapó la mía sin tiempo a reaccionar, pero yo me dejé llevar por esa boca y esa mujer increíble.

-        ¿Te gustó mi regalo de anoche? - dijo sonriente cuando nuestras bocas se separaron y yo todavía en estado de shock.

Mis recuerdos me llevaron a ese tanga empapado que me había entregado como regalo, pero que además habías servido como preámbulo a un polvazo intenso con mi novia en su honor.

-        Sí... esto es una locura, Laura. - la contesté.

-        Y tanto. Hoy no te voy a poder dar otro regalo como ese. - añadió sonriente.

En ese momento Laura se subió el vestido y me mostró su coño depilado sin ropa interior.

-        Hoy el regalo me lo tienes que hacer tú. - dijo acariciándose esa rajita con dos dedos – arranca que llegamos tarde.

Arranqué el coche sin saber que decirle y conduje hasta la asesoría en donde ya tenían preparada toda la documentación y su contrato. Juanjo, nuestro asesor, nos indicó en la misma recepción donde teníamos que firmar en todos los papeles para después entregarnos una copia. De pronto Laura le comentó.

-        Me gustaría leer el contrato y preguntarle a Pedro los detalles económicos antes de firmar. - dijo muy seria.

-        Claro. Podéis pasar a una de las salas de reuniones y leerlo tranquilamente. - comentó Juanjo.

-        Genial. - dijo ella mirándome con una cara cargada de deseo y yo pensando que esa mujer estaba en todo.

A continuación, Laura y yo nos metimos en una pequeña sala con una gran mesa y varias sillas. Ella cerró la puerta, se arremangó el vestido hasta la cintura y sentó su culo desnudo sobre esa mesa y con sus piernas totalmente abiertas, apoyando la punta de sus pies en dos sillas, ofreciéndome con descaro su sexo.

-        Jefe, este quiere darte un beso para celebrar el contrato. - dijo palpándose de nuevo toda su empapado coño, ofreciéndomelo abierto.

La visión de ese coño totalmente depilado y con ganas de juerga era superior a mí. Yo era consciente que la situación se había vuelto insostenible, que era una de las locuras más grandes que había hecho en mi vida, pero ese ingrediente hacía que la situación me resultara más morbosa todavía.

Me senté en una silla, me puse delante de Laura, la cogí por la cintura y empecé a chuparle su delicioso coño. Enseguida noté cómo se mojaba, quise saborear cada rincón, mi excitación iba en aumento y empecé a meterle la lengua todo lo que pude, mientras mis manos se aferraban a su culo.

-        ¡Uhh, siiii, sigue, vamos! – susurraba ella mientras apretaba mi cabeza contra su sexo y empezaba a mover su pelvis.

Noté como una de sus manos se interponía entre mi lengua y su exquisito coño, de tal manera que mientras yo se lo seguía comiendo, ella se masturbaba con dos de sus dedos.

-        ¡Joder qué bien lo haces!, ¡Voy a correrme cabrón!

-        Córrete zorra, quiero ver cómo te corres para mi vamos. - dije envalentonado.

-        Pues mira y disfruta – me dijo apartando mi boca de su entrepierna y dejándome ver como se metía un dedo hasta correrse encima de la mesa.

Cuando terminó, suspiró y se quedó estirada un segundo para recuperarse.

-        ¿Y ahora qué hacemos con esa polla? - Me dijo mientras me miraba mi paquete y me la acariciaba por encima del pantalón.

-        ¿Algo tendremos que hacer no? Yo no puedo salir así - Le dije mirándola a los ojos con cara de deseo y sabiendo que estaba entregada.

-        Ven aquí - Me acercó de nuevo a ella, me desabrochó los pantalones y me la sacó. La tenía durísima y con el capullo jugoso de lo cachondo que me había puesto.

Empezó a pajearme, ella seguía sentada encima de la mesa, acercó mi polla a su coño y empezó a frotarla contra él. Mi pelvis se apretaba contra ella, cada vez que nuestros sexos entraban en contacto.

-        No, Pedro, no me vas a follar, pero quiero sentir tu leche en mi rajita – Me dijo mientras me pajeaba y la frotaba en ese sexo depilado y jugoso.

-        Laura, quiero metértela. - dije desesperado.

-        No puede ser. - añadió sin dejar de pasar mi capullo embadurnándolo entre sus cálidos labios vaginales.

-        Como sigas así, no voy a aguantar mucho ¿eh? - la dije.

-        Pues córrete, dame toda tu leche calentita vamos – Me dijo aumentando el ritmo de sus movimientos.

Efectivamente, ese morbazo y ese coño caliente que no dejaba de frotarse contra mi dura verga, me hizo tensarme, sin poder aguantarlo y me descargué toda mi leche sobre su pubis, dejando caer esos chorretones por su coño hasta dejarlo totalmente pringado. Laura me miró a los ojos y empezó a pasarse una mano por su entrepierna para embadurnarla bien con mi semen, incluso metiéndose dentro un par de dedos impregnados con mi leche caliente.

Laura me miró con ojos de vicio, se levantó, me dio un beso en los labios y salimos de la sala.

Ese viernes, en la discoteca, la noche se presentaba excitante y morbosa, por el hecho de que nuestras parejas estuviesen por allí y todo lo que había sucedido entre Laura y yo en esos días. Lo cierto es que iba de sorpresa en sorpresa con esa preciosidad.

En cuanto la vi aparecer de nuevo con su mono ajustado de promotora, volví a sentir ese chispazo en mi cuerpo y en mi polla, cada vez que iba o venía y nuestras miradas se cruzaban y alguna sonrisa de más que complicidad. Era un sueño verla en su pequeño stand montado en la disco, ofreciendo los vales de su ginebra de promoción a la gente y siempre rodeada principalmente de tíos, a los que de vez en cuando yo tenía que andar espantando, como moscones, pues algunos iban bastante borrachos y no controlaban sus manos o alguna frase fuera de lugar.

Casi a medianoche llegaron nuestras respectivas parejas y precisamente el primero en sorprenderse fue Nando, el novio de Laura, al verla con aquel atuendo.

-        ¡Joder, cariño, qué pasada de uniforme! - la dijo abrazándola y ella le devolvió un beso intenso a su novio mientras él dibujaba sus curvas.

-        Es verdad, estás rompedora – intervino Olga, mi chica – menos mal que está este para apartarte unas cuantas manazas – dijo refiriéndose a mí.

Yo sonreí, por su comentario, aunque nervioso, como si se me notara donde realmente habían estado mis manazas y algo más que eso, mi lengua... y la de Laura...

Mi amiga les invitó a una copa de promoción con su ginebra y la noche transcurrió, dentro de lo que cabe, con cierta normalidad, mientras Laura venía de vez en cuando con nosotros y luego seguía haciendo su labor comercial con la gente que entraba en la disco. Esa noche, además, había bastante gente.

Una vez acabada la jornada de esa noche, ella nos invitó a la última copa con su promoción en la barra y charlamos animadamente los cuatro, como solemos hacer cuando salimos, pero esta vez con la diferencia de que nosotros, Laura y yo, éramos algo más que compañeros de trabajo y nuestras miradas furtivas eran del todo lascivas.

-        Oye, Pedro, ¿me abres arriba para cambiarme? - me preguntó de repente Laura con su mirada felina.

-        Claro. No tardamos nada. - les dije a Nando y Olga que asintieron mientras seguían tomando su copa en la barra.

Caminé tras ella rumbo al despacho, pero no me atrevía a comentarle nada de lo que estaba ocurriendo entre nosotros, ni de la manera en la que nos estábamos complicando la vida con nuestras parejas allí. Por un lado, sentía unas tremendas ganas de follar con Laura de una vez, saber qué se sentiría con mi polla en ese tierno chochito, pero por otro, joder, era mi amiga, la novia de mi amigo y como ella misma decía, no podíamos follar, eso era demasiado, incluso aun no era capaz de creerme todo lo que había sucedido esos días.

Por fin llegamos al despacho y tras cerrar la puerta, podíamos ver toda la discoteca, con sus luces y toda la gente que había todavía a pesar de quedar poco para cerrar y entre el público se veía claramente a Olga y a Nando charlando en la barra. Laura se quedó un momento mirando abajo y de pronto se volvió diciéndome.

-        Bueno, Pedro, ¿te gustó mi coño?, ¿estaba rico?

-        Sí, joder, una pasada, Laura...  pero me gustas tú entera- la dije agarrando su mano y admirando ese cuerpo curvilíneo embutido en ese mono sumado al morbo de estar allí arriba.

-        Y tú a mi cabrón... - dijo estirando su mano y agarrando mi paquete que ya estaba tenso.

-        Joder Laura, que ganas de follarte. - la dije en un susurro.

-        Oye, sabes que tú y yo no podemos hacerlo. Están esos ahí - dijo señalando a la ventana y después mirándome fijamente a los ojos.

Era increíble, pero ella decía aquello como si estuviera mal, sin tener en cuenta que ya habíamos traspasado todo tipo de fronteras y todo el sentido común... pero Laura insistía en no dar ese paso, como freno a... ¿una infidelidad en toda regla? Me quedé desilusionado, pero ella en cambio no soltaba mi paquete.

-        Eso, sí, tu polla me vuelve loca. ¿No está mal si te la chupo un poco?

Ni contesté, porque me limité a soltar mi cinturón y dejar caer mis pantalones y mis bóxers hasta los pies para sacármelos por completo. Laura se acercó como una gatita y me fue soltando los botones de la camisa hasta dejarme totalmente desnudo frente a ella. Sus manos acariciaron mi pecho, sin dejar de mirarme y a continuación se puso en cuclillas delante de mi tremenda erección.

-        ¡Joder, como me pone hacerlo aquí, Pedro! - dijo ella mordiéndose el labio y agarrando mi polla por la base.

Tras sonreírme, se la introdujo en su boca y empezó a comérsela con todas las ganas, metiendo y sacando esa verga incesantemente como una posesa, mientras yo acariciaba su cabello y la ayudaba empujando su cabeza hasta hacer desaparecer mi polla entre sus labios. Desde luego Laura era una experta mamadora y casi me arrepentía de no haber probado mucho antes las maravillas de sus labios y su lengua abarcando mi duro tronco.

Estaba gozando de esa mamada como nunca, ver y sentir los labios de Laura gozando con mi polla hacía que me sintiera en el séptimo cielo, pero esta vez yo quería ir más allá.

-        Para... para, no quiero correrme todavía - le dije sacando mi dura verga de su boca.

Laura me miró sorprendida ante mi actitud, como si no entendiera realmente lo que pasaba y algo asustada creyendo que iba a detener toda esa locura, sin embargo, yo estaba tan cachondo como desesperado por follarme a mi amiga.

La hice girar y me puse detrás de ella para empezar a tocarle las tetas por encima de ese ajustado mono mientras le restregaba mi polla por su increíble culo, la acerqué al gran ventanal desde el que se veía toda la pista mientras le besaba el cuello. Se veía a todo el mundo divertirse allá abajo, incluyendo a mi novia y a su novio.

-        ¿Te pone cachonda ver a esos ahí abajo mientras te toco? - la dije, al tiempo que agarraba la cremallera delantera de su ajustado atuendo y la fui bajando lentamente hasta que sus enormes tetas quedaron al aire.

-        ¡Joder, Pedro! – dijo ella cuando se las toqué, esta vez directamente sobre su fina piel y pellizqué sus pezones.

-        Tranquila que no nos ven. Recuerda que desde abajo es un espejo.

-        ¡Eres un cabrón! - me repetía ella acariciando con sus manos las mías que seguían afanadas en sobetear esas perfectas tetas.

Seguí acariciándola y mordiéndole el cuello, mientras ambos veíamos a toda la gente bailar abajo, con el doble morbo del cristal trucado y de ver a nuestras parejas allá abajo. Pellizqué nuevamente sus pezones, al tiempo que mordía su cuello y notaba como ella se estremecía de placer.

-        ¡Joder, Pedro!, ¡Qué locura! - se limitó a decir ella, pero sin parar todo aquello.

Entonces, me dispuse a bajarle el mono completamente y dejarla solamente con su tanga. Le cogí de sus manos y las apoyé en el cristal, poniéndome detrás de ella, totalmente pegado a su cuerpo.

-        ¿Te gusta notar mi polla entre tus piernas? - le pregunté susurrando en su oído - Sé que te gusta, zorra, y sé que deseas tanto como yo sentirla dentro tuyo.

Yo estaba cachondo perdido, la situación era super morbosa; tenía a Laura prácticamente desnuda, pues solo tenía su tanga, totalmente embelesada con mis caricias y mirando a la pista mientras mi cuerpo seguía totalmente pegado a su espalda. En ese momento vimos a Olga y a Nando que, desde la barra se dirigían a la pista y empezaban a bailar, no sé por qué mi polla se tensó aún más entre los glúteos de mi amiga.

No paraba de sobarle las tetas, mientras mordía el lóbulo de su oreja y oía su respiración agitada y cómo seguía gimiendo y observando todo lo que sucedía allá abajo, al otro lado del cristal. Bajé una de mis manos por su barriguita, acariciándola suavemente y a continuación se la metí en su tanga, noté como su coño estaba empapado, empecé a masturbarla mientras movía mis caderas para que notara mi polla en su culo... entre sus piernas.

-        Mira a esos dos como bailan – le susurré mientras su mano se puso encima de la mía para acompañarme en esa paja sobre su coño al tiempo que la oía jadear.

Giró la cabeza de pronto y con una cara de vicio que nunca le había visto, me dijo:

-        ¡Fóllame hijo de puta, quiero que me folles como nunca lo has hecho!

-        ¿Laura? - la pregunté asombrado.

-        ¡Hazlo ya, cabrón... fóllame!

Eso me sacó de mis casillas y sin pensarlo dos veces bajé su tanga, dejándola totalmente desnuda. Ahí agachado, frente a ese culo, empecé a lamerle su rajita y su agujerito posterior, como si no hubiera un mañana, al tiempo que mis manos dibujaban sus caderas y sus redondas y firmes posaderas.

-        ¡Joder que rica estás Laura, podría pasarme horas comiéndote! - le dije mientras le metía un dedo en ese estrecho coño y le pasaba mi lengua por su clítoris.

-        ¡Qué gusto, cabrón!, ¡Fóllame ya, no puedo más! - gemía ella con sus manos apoyadas en el cristal del ventanal y su culo sacado hacia afuera recibiendo mi lengua y mis caricias.

No pude resistirme más, sabía que por fin había llegado la hora y me levanté de nuevo colocándome pegado a su espalda, esta vez, ambos totalmente desnudos. Mi polla rozaba su culo incesantemente y Laura no dejaba de gemir, cachonda perdida.

-        ¿Estás segura de que quieres que te la meta? - la pregunté en su oído.

-        ¡Si, joder, no puedo más, fóllame! - respondió fuera de sí.

Agarré mi polla, abrí ligeramente sus piernas y la restregué contra su rajita, embadurnándola con sus fluidos. Pasándole un brazo por la cintura la acerqué más a mí, notando su agitada respiración. Su coño ardía contra mi glande y sin duda deseaba sentirlo adentro, tanto como mi polla.

Eché un último vistazo hacia abajo y entre la gente podía verse claramente a Nando bailando con Olga, divirtiéndose y ajenos totalmente a lo que sucedía allá arriba. Una vez que ubiqué mi polla contra su coño, me agarré a su estrecha cintura y de un golpe se la metí hasta dentro, notando como las paredes calientes de su vagina abrazaban mi tiesa polla en su interior. Ambos gemimos a la vez, al sentirnos unidos por primera vez.

-        ¡Ah, joder, sí, Pedro, ¡por fin! - gimió ella.

-        Lo estabas esperando desde hace tiempo, ¿eh, puta? - la dije empezando a embestirla aferrado a su cintura y haciendo que sus tetas se tambaleasen a cada acometida.

-        Sí, cabrón y tú también, soñabas con este coño...

-        Uf, sí, joder, como me aprisionas ahí, qué gusto, Laura.

Follábamos incesantemente con mi cuerpo chocando contra su espalda, mi pelvis hacía tambalear ese culo una y otra vez, mientras sus manos seguían pegadas al cristal y solo soltaba una de vez en cuando para pasarla por mi nuca o para girarse en busca de mi boca o de mi lengua que se encontraban fugazmente sin dejar de follar.

-        Joder y esos dos sin enterarse de nada. - la decía yo embistiéndola

-        ¡No, joder, qué morboso es esto!

El sonido de la discoteca se oía como un lejano retumbar, gracias a la insonorización del despacho, lo que si se oía eran nuestros cuerpos chocar, incesantemente, así como nuestras respiraciones y gemidos.

-        ¡Sí, Pedro, cabrón, qué polla, como follas...!, ¡me voy a correr! - gritaba ella aferrada con más fuerza al cristal y sacando su culo para sentirme de lleno dentro de ella.

En ese momento agarré sus tetas y pellizqué sus pezones embistiendo con más rapidez y más profundamente hasta que pude notar como su coño se apretaba contra mi polla al tiempo que se corría entre gritos y jadeos, logrando un gusto en todo mi cuerpo como un chispazo que no había sentido jamás.

Podía notar como sus músculos pélvicos contraerse continuamente contra mi polla y sabiendo que yo no iba a poder aguantar mucho más, se la saqué y la senté en el sillón de mi padre.

-        Ven aquí que ya sé lo que quieres cabrón - me dijo cogiéndome por la cintura y acercándome a ella.

Empezó a chuparme la polla con toda su lengua, notaba como la recorría entera mientras de pronto noté como una de sus manos bajaba hasta mi culo y me acariciaba el ano con un dedo. Me miró con cara de vicio para ver mi reacción.

-        ¿Te gusta? - me preguntó.

-        ¡Siiii joder Laura!, me encanta lo que me haces, me vuelve loco lo guarra que eres joder.

-        Pues ahora verás.

Bajó su lengua hasta mis huevos y empezó a lamerlos, seguía con una de sus manos acariciándome el culo y con la otra empezó a pajearme.

-        ¡Uffff sigue puta sigue joder, cómo lo haces! ¿quieres mi leche?

-        ¡Ummm siii dámela toda, quiero tu leche en mi cara, dámela vamos! – me dijo acercando mi polla a su cara y sacando la lengua.

Eso me volvió loco y no pude reprimir mi corrida

-        ¡Ooohh siiiii me corrooooo joder me corroooooo, Laura! – le dije mientras me salía un enorme chorro de semen.

Ese primer disparo le alcanzó la frente, el segundo, manchó su notablemente su mejilla y parte de su nariz y el tercero en su boca sin que ella dejara de pajearme.

-        Joder Laura, esto es tremendo y me encanta, no quiero que nunca se termine, sabes que jamás había sentido este enorme morbo con ninguna chica más que contigo – le dije mientras ella me enseñaba como se tragaba mi leche y me succionaba de nuevo mi polla para no dejar ni una gota.

Nunca me habían hecho una mamada igual y había sido precisamente con mi soñada Laura, que seguía chupando hasta dejarme completamente limpio mi miembro que apareció reluciente.

-        Deberíamos bajar. - me dijo ella, recogiendo restos de semen de su cara para chuparlos y tragarlos.

-        Espera, antes quiero comerme ese coño, de nuevo.

-        Estás salido, ¿eh Pedro? - comentó riendo.

-        Pues anda que tú.

Dicho y hecho, la tumbé sobre la mesa del escritorio del despacho de mi padre, totalmente desnuda y comencé a lamerle la almejita, hasta hacer que se corriera como lo había hecho ella conmigo unos minutos antes, entre gemidos, repitiendo mi nombre y acariciando mi pelo al tiempo que de su coño salían regueros de sus flujos que yo lamí con total entrega. Mi polla había conseguido tensarse de nuevo y aun pude clavársela ahí mismo sobre la mesa haciendo que sus tetas se moviesen como flanes cada vez que se la clavaba. Me corrí dentro de ese acogedor coño casi de inmediato y creo que fue la primera vez que me corría tan seguido.

Al final, nos retrasamos demasiado y nos vestimos a toda prisa, ella con su indumentaria de calle, pero seguía estando deslumbrante con su top y su faldita de cuero. Yo me recoloqué mi ropa y bajamos al encuentro de nuestras respectivas parejas.

La discoteca se había quedado prácticamente vacía y Olga y Nando nos esperaban en la barra. Laura se dirigió hacia su novio y le pegó un buen morreo, antes de que sospechara nada, pero me quedé un poco expectante, pues seguramente su boca todavía sabría a mi leche, que acababa de tragarse apenas unos minutos antes.

No pude ver la cara de Nando, pues antes de que pudiera reaccionar, Olga me agarró por el cuello y repitió lo mismo besándome a mí, con el consiguiente susto, pues mi boca también debía saber al coño de mi amiga, que unos segundos antes había estado en contacto con mi lengua y mis labios, sin embargo, ella no pareció notarlo.

Salimos de la discoteca los cuatro, abrazados por parejas caminando por la calle, pero era inevitable que de vez en cuando Laura y yo cruzásemos las miradas, acompañadas de una sonrisa cómplice, dando a entender que seguiríamos nuestro juego durante mucho tiempo.

Alex & Sylke