La prometida.
La casualidad hizo que conociera a la que sería su nuera meses antes de que se la presentara su hijo. A Martina, una estudiante de veintiún años le encanta el sexo con maduros y a Pablo, un prejubilado le gusta todo tipo de sexo; combinación perfecta para poner en marcha la más tórrida relación.
A Pablo, lo de la cena para celebrar su prejubilación no le hacía gracia pero sus compañeros insistieron y accedió; poco imaginaba lo que esa cena cambiaría su vida; a sus cincuenta y nueve años se sentía genial.
Después de una cena con abundantes anécdotas marcharon los seis a una sala de fiestas y se instalaron en un reservado al que acudieron unas chicas muy guapas y Pablo sorprendido por su juventud preguntó al respecto a Luis que era quien parecía llevar la voz cantante y este le respondió que no se trataba de putas; eran estudiantes que completaban sus asignaciones con algunos trabajitos y sugirió que eligiera a una en primer lugar ya que era el homenajeado y se decidió por una que se presentó como Martina; parecía alta porque era delgada pero no superaba en mucho el metro cincuenta, con poco pecho y apenas culo solo destacaban sus enormes ojos de un azul casi transparente y una cabellera rubia que le llegaba por debajo de la cintura. Esa elección sorprendió a Luis pero parecía simpática y la muchacha lo arrastró hasta un sofá y lo hizo sentar mientras comenzaba a danzar al ritmo de una sensual melodía para ir desnudándose; impactado por su físico casi infantil no reaccionó cuando totalmente desnuda se sentó sobre una de sus rodillas y comenzó a besarle la oreja mientras con gran pericia desabotonaba la bragueta y le sacaba el ciruelo que en ese momento tenía totalmente erecto, lo fue masajeando lentamente al tiempo que se deslizó suavemente entre las piernas del sorprendido Pablo que solo atinó a suspirar al comenzar a lamerle el capullo después de retirarle el prepucio con sus finos labios.
Desde que cuatro años atrás Bárbara su esposa se marchó con el amante que tuvo los últimos quince años, Pablo no había disfrutado de una mamada tan espectacular; no le importaba lo que ella hiciera con otros mientras le cumpliera como la puta que fue desde que se conocieron y es que el nombre le iba que ni pintado; en estos años había conocido a algunas mujeres pero ninguna le llenaba lo suficiente y solo mantenía fugaces aunque intensos encuentros con ellas porque Bárbara era soberbia.
Con parte de la eyaculación rebosándole por la comisura de los labios y varios manchurrones sobre los pequeños pechos Martina preguntó.
.- ¿Quieres que continuemos la fiesta en otro lugar? Ahí enfrente hay un hotel muy discreto.
Martina se puso el vestido directamente sobre la piel y marcharon al hotel como ella dijo, allí lo desnudó y tendido en la cama con mucho mimo fue recorriendo todo su cuerpo lamiendo y besando hasta llegar otra vez a la verga donde se entretuvo jugando hasta que consiguió una tremenda erección, entonces y sin dudarlo se acuclillo encima del hombre y con una sonrisa le invitó a elegir agujero; tomándola por la cintura hizo que se apartara lo suficiente para mirar bien su lampiño coño que eligió; ella se encaró dejándose caer para quedar ensartada en la enhiesta polla que parecía querer partirla aunque por su cara de satisfacción supo que disfrutaba tanto o más que él mismo; la galopada a la que se lanzó fue memorable y de vez en cuando paraba clavada al fondo y se dedicaba a atrapar la verga con los músculos vaginales y tirar de ella como si pretendiera arrancarla, consiguiendo que Pablo rozara el paraíso una y otra vez; al fin le permitió correrse y lo hizo inundando sus entrañas con el cálido y viscoso semen que chapoteo unos minutos pues ella, a pesar del tremendo orgasmo que estaba disfrutando continuo moviéndose de forma espasmódica.
La joven se tendió a su lado sin dejar de acariciarlo y Pablo le preguntó sin moverse de su agradable posición.
.- ¿Por qué lo haces? ¿Por qué estas con viejos como yo? ¿Solo por dinero?
Y sin dejar de acariciarlo respondió.
.- ¡No! No se trata de dinero, no en mi caso. Hace unos meses, Lorena, una de mis compañeras de habitación en este último curso me hablo de estos “trabajitos” que le ayudan para comprar algunos caprichos o salir de fiesta cuando y con le apetece; ambas tenemos pareja y no saben nada de esto pero cuando descubrí lo mucho que disfruto con gente de tu edad, supe que nada sería igual; seguiré con mi novio y seguramente nos casaremos porque es un tipo muy amable y cariñoso, pero disfruto mucho más en una tarde-noche con un como llamas “viejo” que en toda una semana follando mañana y tarde con él o incluso asistiendo a esas fiestas a las que me lleva donde entramos y salimos juntos pero las disfrutamos por separado; ya me entiendes, me gusta hacer trenecitos y esto me recuerda que tenemos algo pendiente, pero no te apures por nada, me encanta servir en lugar de ser servida.
Diciendo eso se retorció para llegar al falo del sorprendido Pablo que desistió de intentar comprender a aquella criatura que estaba sorbiendo los restos de su reciente eyaculación y pensó que por mucho que se esforzara no lograría armarlo de nuevo, pero la maestría de aquella joven lo sorprendió una vez más y poco después tenía una erección más que respetable, ella, sin dejar de mirarle a los ojos simplemente agarró la mojada y dura verga y la guió a su otro agujero; se fue agachando en un ejercicio gimnástico impecable hasta tener más de la mitad dentro y entonces se dejó caer acompañando el gesto con un profundo suspiro.
Unos instantes después y con la mirada chispeante comenzó a moverse con una cadencia estudiada y tomó las manos del hombre para que las apoyara sobre sus pechos, de modo, que cada vez que bajaba los aplastaba contra las palmas del hombre que no podía recular más los codos; la cara de satisfacción era una constante y cuando parecía que el final era inminente, la joven se dejó caer de lado y exigió.
.- Ahora te toca a ti romperme el culo, dame fuerte. ¡Sin piedad!
Ambos rodaron y ella quedó arrodillada y con la cara sobre el colchón, Pablo no lo dudó y apuntando con cuidado introdujo una parte de su vástago y sujetándola fuertemente de las caderas embistió pensando en las últimas veces que lo hizo con Bárbara a la que también le gustaba que fuera poco delicado; muy al contrario de la mayoría de las mujeres que consienten en mantener ese tipo de sexo.
Llegó la tercera de las eyaculaciones, después de que Martina se retorciera en mitad de un sinfín de calambres y espasmos que la zarandearon y es que no solo es multiorgásmica; su periodo refractario es ínfimo y en segundos está en disposición de experimentar otro y otro y otro más de esos escandalosos orgasmos que hacían que el hombre se enervara prolongando así su capacidad para continuar bombeando; al fin estalló y cada una de las ultimas clavadas iba acompañada por una salva de semen inundando el cuerpo de la joven que hipaba satisfecha.
Sin salir de ella se derrumbaron y Pablo que tenía en sus manos los pechitos de Martina jugó con ellos mientras besaba su espalda cariñosamente, fue mucho después de que desapareciera la erección que se desmontó esa masa de lujuriosa carne y fueron juntos al baño donde Martina se encargó de enjabonarlo amorosamente acariciándolo sin olvidar ningún rincón y al tratar de corresponderle lo evitó con un simple.
.- Ya te lo dije. ¡Me gusta servir más que ser servida! Déjame hacer porque esto me encanta.
Terminó el baño y lo ayudó a vestirse, cuando se estaba poniendo la chaqueta preguntó a la joven.
.- ¿Te volveré a ver?
Con una enigmática sonrisa respondió.
.- ¿Quién sabe? ¡No quiero prometer nada! Pronto terminaré la carrera, solo faltan los exámenes finales y los quiero preparar a conciencia.
Desnuda como estaba lo despidió con un beso en la mejilla y cuando ya estaba en el pasillo salió y lo morreó hasta que apareció una pareja y Pablo la apartó delicadamente; la joven volvió al interior de la habitación y Pablo marcho a su casa.
Un par de días después apareció Luis por su casa y al ser preguntado por las chicas exclamó.
.- Lo siento chico, Simón conoció a un tipo en el aeropuerto y charlando de tu fiesta dijo que enviaría unas chicas muy agradables que no cobraban demasiado como así fue; también yo quise localizar con la que estuve pero resultó imposible.
Pablo comenzó su vida de jubilado pero no se resignaba a la calma y quiso mantener su actividad, así que se dedicó a estrechar lazos con algunas amigas y más de una resultó ser una buena inversión; pasaron un par de meses, ya era junio y un jueves por la tarde llamó Javier, su hijo, anunciándole que ese viernes iría con su chica a mediodía y si no tenía inconveniente se quedarían a pasar el fin de semana; le pidió que fuera comprensivo y que tratara de facilitarle la cosas; su madre la conoció dos semanas atrás y la trató muy mal avergonzándolos a ambos al prohibirles que compartieran cama, después de haberle dicho que llevaban casi un año juntos, aunque ella vivía en una casa compartida con otras chicas.
Pablo le aseguró que no pensaba ponerle trabas; serían bienvenidos y le recordó que a pesar de estar desde hacía tiempo matriculado en una escuela de cocina solo había asistido a clase durante las últimas dos semanas y que comerían lo que encargaran o aquello que guisaran entre todos. Javier aceptó, comentando que su madre seguía sin saber cocinar y que eso no sería un problema añadiendo que Eva era una estupenda cocinera.
Pablo fue a comprar emocionado; hizo buena provisión de ingredientes varios por si alguien o todos se decidían a cocinar así como de platos precocinados que si se gastaban estupendo y si no quedarían para el resto de la semana; compró embutidos y fiambres además de un par de bandejas de entremeses para picar mientras llegaba la hora de guisar. Desde el divorcio, Javier lo había visitado solo en un par de ocasiones, aunque sabía con certeza que a su ex la veía todas las semanas, a pesar de que ella siempre lo puteó y lo puso en su contra al extremo que durante el último año llegó a pensar en él como si fuera un extraño.
En la licorería compro casi de todo, apenas bebía en casa y en ese tiempo fue terminado los restos sin reponer lo que acababa, tampoco quedaba cava y compro varias botellas pues le encanta y aunque no conocía los gustos de su hijo y menos aún los de su chica; recordó que Bárbara preparaba un coctel que gustaba mucho a Javier; buscó en internet y encontró una receta.
(1 parte de ron añejo 1 parte de ginebra 2 partes de Campari 1/2 parte de Angostura) que adaptó a su gusto poniendo la misma cantidad de todos los componentes excepto de Campari del que puso el doble, con lo que le salió más fuerte que a su ex: hacia como una hora que estaba en la nevera cuando apareció la pareja.
.- Ella es Eva.
Con esas simples palabras Javier presentó a su chica que besó a Pablo en las mejilla antes de comentar lo mucho que le gustaba la casa; Pablo sirvió sin preguntar el combinado y sacó una bandeja con entremeses; se acomodaron en torno a la mesa y Javier comenzó a parlotear nerviosamente como si temiera que su padre reaccionara como lo había hecho su madre días atrás; después de que Javier tomara un par de copas servidas por Eva y una por Pablo, este, sugirió preparar algo de comer y el chico dijo a Eva que lo ayudara porque él estaba bastante cansado; aunque la realidad era que el combinado lo había perjudicado bastante.
En la cocina, Pablo abrió la nevera para que la chica viera lo que contenía; sacó una bandeja con preparado para una paella de marisco y al preguntar si tenía arroz Pablo señaló con el mentón la puerta de un armario en la parte superior; la muchacha se puso de puntillas y notó las manos de Pablo sobre sus pechos y la verga contra su cuerpo, apoyó las manos en el mármol de la cocina y reculó para ofrecer una mejor posición suspirando.
Pablo no lo dudó y con una de las manos sacó su ciruelo, levantó la minifalda y apartó el tanga para ensartar a la muchacha con una violenta estocada que le arrancó un sonoro jadeo; ladeó la cabeza para animarle con un. .- Vamos viejo, ¡demuéstrame de lo que eres capaz!
No fue necesario que insistiera y a continuación “ese viejo” atrapó su otro pecho con la mano libre y comenzó a darle tales meneos que la muchacha jadeó sin cesar; a punto estuvo de caer cuando un primer orgasmo le hizo ceder las rodillas y para evitarlo, el hombre la sujetó por la cintura sin cesar en sus manejos, alargó una de sus manos hasta alcanzar el clítoris que acarició con insistencia consiguiendo que ella, tratando de huir de semejante suplicio culeara una y otra vez “clavándose” incluso más; al fin él hombre sucumbió llenándole el coño de lefa y mientras los postreros estertores del enésimo orgasmo se extinguían la atrajo hacia sí y haciendo que retorciera su cuerpo la besó hasta que se giró totalmente y al apartarse la chica murmuró.
.- ¡Gracias! gracias por no descubrirme, Javier no sabe nada de Martina y me gustaría que continuara así ¿Me ayudaras?
La respuesta fue inmediata.
.- ¿Martina? No sé nada de Martina, solo sé que eres y serás muy bienvenida a mi familia si me aceptas como suegro; ese cabestro no merece menos que su madre a la que ya conociste.
La muchacha resbaló por su cuerpo y limpió la polla del “viejo” antes de levantarse para ir al baño, al regresar sin tanga comenzó a sofreír el pimiento para preparar la paella que le quedó espectacular; cuando Pablo la sacaba a la mesa Javier entreabrió los ojos y musitó con la lengua embotada.
.- Pienso que he bebido demasiado; en sueños pensé que os habíais enrollado.
Eva sonriente respondió.
.- ¿Te importaría que así fuera? Me llevas a fiestas donde no me reciben tan bien y me follan unos y otros; a fin de cuentas es tu padre y estaremos aquí unos días; he pensado que podrían ser algunos más que el fin de semana si consigo convencerlo.
Dijo esto mientras acariciaba el enorme bulto de Pablo que vio complacencia en la mirada de su hijo. ¿Lo habrían planeado antes de ir? ¡Que importaba!
©PobreCain