La progresión de Laura. Second session

Apenas 48 horas antes, aquella niñata se había puesto a mi servicio tras ser reclutada por un buen amigo mío. Ahora es el momento de ver si realmente tiene madera o saldrá huyendo. Humillación, anal, vaginal y vouyerismo en este capitulo

A las 12:55 saque el teléfono de mi bolsillo y le mande el siguiente mensaje a noa (Cuyo nombre humano era Laura, para aquellos que no lo recordéis. No tiene importancia. Yo casi tampoco recuerdo el nombre que le pusieron sus padres a la cerda) “Buenas tardes, cerda. ¿Sigues interesada en seguir tu educación o ya te has despertado del sueño y te has refugiado tras las faldas de mama para llorar como una cría?”

Tal como esperaba, a las 13:00 recibí la respuesta de noa: “Buenas tardes, Señor. Le he estado dando vueltas y anteayer me enseño un mundo que quiero explorar. Por favor, Señor, domestíqueme a su gusto”

La respuesta me gusto. Estaba a la altura de lo que esperaba, así que le pregunte si había hecho “los deberes” que le había puesto y me contesto que sí, que ayer, cuando llego de patinaje se metió en el baño y que usando primero unas tijeras de costura y luego la máquina de afeitar de su padre, se había rasurado el coño y creía que el ojete en su totalidad, puesto que no podía verlo totalmente. “Perfecto, cerda. Esta tarde te recojo a las 17:15 en el aparcamiento. Cuando regreses al instituto, quiero que vayas al baño y te pongas los juguetes que compraste el miércoles y no te los sacaras hasta que yo te lo ordene”.

Cuatro horas y cuarto después, noa cumplía el protocolo que le había enseñado hacia un par de días y tras desnudarse, entro en mi coche y se puso a 4 patas, con sus pequeñas tetas colgando. Una pequeña caricia y el tacto de la mano derecha me permitió comprobar que aquel animal llevaba puestos los objetos que le había comprado. Y por la humedad de su coño, que se escurría por la argolla de las bolas chinas, hacia un buen rato que los tenía metidos, según mis cálculos, mínimo un par de horas.

Tras pasarle la mano por el pelo para secarme de su flujo y dejar un buen pegote blanco, le explique que había decidido tomarla bajo mi tutela, así pues, como que todavía no era ni una miserable perra a la que ponerle el collar, saque de mi bolsillo un estuche negro. Al abrirlo contenía una fina cadena de oro con un colgante del mismo material de aproximadamente unos tres centímetros de largo en forma de cerda. Aquella seria su posesión más valiosa después de mi semen y por tanto, no se la podía quitar nunca, ni en casa ni en el instituto. Aquella marca de propiedad le haría recordar constantemente al servicio de quien estaba.

Cuando termine de abrocharle mi regalo, comprobé que efectivamente quedaba a la altura deseada, justo por encima de sus escasas tetas, puse el coche en marcha, dirección a la calle de La França Xica, en Barcelona, hacia uno de los hoteles por horas más selectos de toda la ciudad condal. Discreto y reservado, los trabajadores te reciben en la entrada para vehículos, tapan el coche y te conducen a la habitación sin que te cruces con nadie.

Por fortuna, esos mismos trabajadores han visto de todo y no se extrañaron demasiado cuando de mi vehiculo surgió una hembra cuya única vestimenta era el collar y una capucha de cuero que ocultaba su rostro, llevando puesto únicamente un bolso. Iba descalza y apenas se separaba de mí un metro mientras los dos ojos marrón claro que asomaban tras la abertura lo miraban todo con impaciencia. Tras recepcionarnos y ofrecerme las habitaciones que tenían disponibles, uno de los empleados nos llevo a la planta correspondiente, donde nos abrió la puerta y unos instantes después me entrego mi combinado y la botella de agua que había dispuesto que bebiera mi animal.

Mientras noa estaba a cuatro patas abrí mi portátil y conecte las cámaras web, colocándolas de tal forma que mi amigo Pascual pudiera ver todo el espectáculo que le iba a ofrecer sin perder detalle. Al terminar la instalación, el portátil descansaba en la mesita de noche, enfocando la cámara integrada hacia la cara del animal, una cámara descansaba sobre el cabecero de la cama y una tercera, daba una imagen trasera de aquel culo que ahora mismo lucia visible únicamente la joya lila. Tras tener el escenario dispuesto, le explique a la actriz, tras quitarle la capucha, en que iba a consistir el espectáculo y cual seria su papel en el mismo. Ella, pese a estar francamente nerviosa, lo entendió bastante bien y tras asegurarme que seguía obrando bajo su libre albedrio le explique otra vez que aquello lo hacia de forma voluntaria. Ella asintió una y otra vez.

Cuando llame a mi amigo valenciano mediante un programa seguro de video conferencia se alegro mucho de los progresos de aquella joven cerda y cuando le explique el plan se puso cómodo y le dio al botón de gravar. Aquello iba a ser francamente divertido y seria interesante tenerlo almacenado para futuros días.

Cuando cambie la Webcams que emitía las imágenes para mi amigo vio a cerda, a cuatro patas sobre la alfombra, a los pies de la cama. A mi señal, la niñata se puso en pie y dijo su nombre y apellidos, su edad y el resto de datos identificativos y explico que, por propia voluntad se sometía a los deseos de quien ella esperaba que, en un futuro cercano y si estaba a la altura para entrar a su servicio, fuera su Amo y que por tanto, renunciaba a ser llamada por su nombre y a partir de ahora, cuando estuviera en nuestra presencia solo respondería si era interpelada como “cerda”. También explico, mirando a cámara, que había sido contactada por el Amo Pascual en un chat de temática BDSM y como este había cedido su control al Amo Carlos, que la domesticaría como un buen animal si tenía suficiente madera para ello.

  • Muy bien, cerda – le dije tras la presentación y sin que se viera de mi absolutamente nada – ahora, pon las manos en la nuca, para que mi amigo pueda ver tus ridículas tetas bien expuestas y date la vuelta, para que te vea ese culo que en breve dejara de ser virgen.

La joven aprendiz obedeció las órdenes recibidas y se expuso ante la cámara como se le había indicado. La verdad es que era una muñequita la mar de interesante y si conseguía que su cerebro encajara el adiestramiento adecuado podía ser un juguete más que interesante.

Cuando termino de exhibirse, le ordene que se pusiera de cara a la cámara y se agachara, dejando sus tetitas en paralelo al suelo. Sus pezones estaban duros por la excitación y ella con la cara sonrojada.

  • Bien cerda. Hora de despejar los agujeros – le dije, marcándole las pautas de lo que iba a hacer en lo sucesivo – Sin variar tu posición, quítate las bolas chinas del coño y tras limpiarlas con la boca le mostraras al Amo Pascual como tienes el coño. Luego, seguirás sus indicaciones al pie de la letra o serás castigada.

El animal retiro su mano derecha de la nuca y la llevo a buscar la argolla que apenas asomaba en su raja en forma de hucha. Tras introducir el dedo por la misma, tiro suavemente de ella y noto como, con gran facilidad, aquellas dos piezas salían de su empapado coño. Tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para no correrse por el placer que había sentido en ese movimiento y por la excitación que le provocaba exhibirse ante quien la había captado para este atractivo mundillo. Luego, tras observar las bolas chinas, la cría comprobó que estaban totalmente cubiertas por un flujo blanco y espeso que si bien había visto en alguna ocasión cuando se masturbaba, no era habitual en ella. Era una sustancia viscosa y casi blanca, con un olor muy peculiar y puesto que lo había probado hacia dos días, sabia que tenia un gusto fuerte, pero agradable. Su mano llevo el objeto hasta sus labios, pero antes de introducirlo en su boca, hizo una pregunta:

  • Señor, por favor… ¿Puedo correrme? – me dijo, mirándome a los ojos

  • Pregúntaselo al Amo correspondiente, cerda – le dije, sentado en el sofá, mirando el espectáculo mientras degustaba un mas que aceptable combinado – hasta que no tome otra vez el control, estas a sus ordenes.

  • Señor Pascual, por favor ¿Puedo correrme? – pregunto, solícitamente.

  • Si, cacho de puta – respondió mi amigo, al otro lado de la pantalla – pero cada vez que lo hagas quiero que digas que nos lo agradezcas y digas eres una mierda y que no mereces toda la atención que te estamos dando, cerda.

  • Gracias Señor! – exclamo la niñata, que se metió inmediatamente las bolas en la boca y se corrió, soltando uno de sus largos chorros de squirt que provoco que casi le fallaran las piernas mientras saboreaba su propio flujo. Un rato después y tras saborear y limpiar las bolas chinas, se las saco de la boca y dijo – Gracias señoooor… Este trozo de mierda agradece a los Señores toda la atención que le prestan… ooohhhh

  • Joder! -  exclamo mi amigo al otro lado de la pantalla - ¿La niñata hace squirt? No me lo habías dicho, cabronazo!

  • Bueno, si te lo explico todo, luego ya no tiene gracia – le respondí sin que me viera.

  • Jajajajaja – rió con ganas mi amigo – tienes razón ¿Ya le has explicado a esta cerda que lo que una ensucia ha de limpiarlo?

  • Si, claro. Es una de las primeras normas que han de aprender las cachorritas como ella si quieren permanecer a mi servicio.

  • Ok. Ok. Es que no quiero que piense que se va a ir de la habitación sin limpiar todo su asqueroso flujo – soltó de nuevo mi compañero al otro lado de la red – cerda, deja las bolas encima de la cama, date la vuelta y sepárate las nalgas. Quiero ver que llevas en el ojete.

El animal volvió a cumplir las órdenes y situando su trasero ante la cámara, tiro de sus posaderas, separándolas y dándole un plano perfecto a mi amigo de lo que su ano retenía: un simple círculo con un reborde plateado y un cristal de color lila en el centro. Ahora bien, la cerda había cumplido la orden de rasurarse escrupulosamente, pero como era de esperar, lo había hecho solo hasta donde alcanzaba su visión y por tanto, había dejado una clara línea de pelo largo que iba desde donde terminaba el coño hasta mas allá de su agujero anal.

  • Caray, que delicia seria si no fuera por esos pelos que le sobran – exclamo mi amigo, contemplando el espectáculo que le ofrecía aquella criaja – Me pregunto que diría su padre si viera que su niña se ha metido eso por el culo antes de entrar en clase.

  • Lo mas seguro es que la castigara, por puta – aventure - ¿No es así, cerda?

  • Mis padres están chapados a la antigua, Señores – respondió el animal sin dejar de separar sus posaderas – No conciben que tenga relaciones sexuales antes del matrimonio, como hicieron ellos.

  • Menudo par de imbéciles – se mofó Pascual  - Oye, Carlos… ¿Te importaría hacer algo con esos pelazos largos que se ha dejado la cerda en el culo? Me están bajando la erección…

  • Por supuesto, compañero. cerda, tráeme las bandas de cera fría que compraste el miércoles, pero no quiero que subas la espalda ni dejes de separarte las nalgas mas que el tiempo imprescindible.

La niñata se fue hacia su bolso con la espalda paralela al suelo y separándose las nalgas, caminando de una forma totalmente humillante para alguien que tuviera la minima dignidad. Por suerte, aquel animal no la tenía. Cuando encontró lo que buscaba, se lo puso en la boca y regreso a la posición inicial mordiendo el envoltorio del producto de higiene.

Cuando me levante y puse la mano bajo su boca, la abrió y dejo caer el paquete. Extraje una de las tiras depilatorias de su envoltorio y las aplique a conciencia, de forma paralela al ano de la cerda. Cuando la mayoría de los pelos de la zona quedaron en contacto con la banda, efectúe un enérgico tirón y todos ellos salieron de raíz, dejando una amplia zona libre de pelo, lo que provoco una exclamación de dolor en el proyecto de esclava sumamente desagradable.

  • Madre mía, que escándalo ¿No? – le dije a mi amigo como si ella no estuviera presente

  • Si – respondió – tremendamente molesto ¿Puedes hacer algo al respecto?

Como única respuesta, me baje la cremallera y me saque la polla. No estaba totalmente dura, si no únicamente morcillona, así que no me costo metérsela en la boca a la niñata mientras la empujaba por la nuca hacia mi y usarla como si fuera una mordaza.

Con la polla en su bocaza, aplique la otra tira depilatoria en paralelo a la primera y tras agarrar a la cerda por la nuca y empujar con fuerza para que se tragara toda mi polla, tire del artilugio depilatorio. El resultado fue el esperado y esta vez apenas emitió un gruñido ahogado por toda la carne que tenia en la garganta, lo que fue bastante menos desagradable que la primera vez. Tenía mucho que aprender, pero tenia madera.

  • Mucho mejor así – comentó Pascual viendo el enrojecido pero depilado ano de la cerda – Carlos ¿te importaría si se pone sobre la cama a 4 patas? – el animal siguió las indicaciones de mi amigo y se posiciono de la forma indicada – perfecto. Ahora, si eres tan amable, Carlos, dame doble cámara. Quiero ver su cara y su culo, porque no quiero perderme detalle de la jeta que va a poner cuando se arranque de un tirón el plug.

Pascual, cuando quería, era un completo cabrón, así que seguí sus indicaciones y puse la cámara en dual, ofreciendo, a pantalla partida, un plano de la cara de la aprendiza en un lado y en el otro, un contraplano que mostraba sus posaderas y el extremo visible el plug.

Cuando la niñata tiro de golpe con su mano derecha del juguete este salio con un “plop” claramente audible en toda la habitación y el contraste entre el calido metal, que había adquirido temperatura con el contacto tan intimo que había tenido con el relativamente frío aire provoco una sensación desconocida en el animal y su cerebro, incapaz de gestionarlo correctamente lo tomo como una oleada de placer.

  • Ooooooohhhhhhhh!!!!! – Exclamo la cerda, poniendo los ojos en blanco, presa de un gran placer en el ojete que hasta ahora había resultado desconocido para ella – Yo… Yo… me…. Ooooooohhh!!!! DIOS!!!!!! – Dijo corriéndose sin poder controlarse ni pedir permiso para ello.

Por fortuna, aquel orgasmo no era como los otros y por tanto no soltó un chorro. En esta ocasión el placer fue diferente y se concentro en su trasero, haciendo que no pudiera decir de donde había partido el orgasmo, pero notando como se empapaba toda y dejaba caer un pegote de flujo espeso, que le resbalo por el muslo, en dirección a la rodilla.

Tanto ella como nosotros sabíamos que lo que acababa de suceder, pese a ser tremendamente morboso merecía un castigo. No por el orgasmo en si, si no por tenerlo sin que se le autorizara, así que dirigiéndome a la maleta donde había traído el portátil, extraje la fusta y tras hacer que se metiera en la boca el plug, que sorprendentemente estaba limpio gracias al consejo que le di de aplicarse un enema antes de introducírselo, solté el primer fustazo. El animal, conocedor del protocolo del castigo lo encajo sin apenas moverse y tras el primer impacto respondió con la boca llena “Señor. Uno. Gracias por corregir a esta cerda inútil, Señor”.

Diez fustazos después, al rojo de la depilación se le sumaba el rojo de los impactos recibidos como castigo y gracias a la combinación de ambas acciones, el agujero trasero de la cerda se había comprimido hasta casi cerrarse del todo. Pese a ello, brotaba del mismo un fino hilo de una sustancia viscosa.

  • ¿Qué es lo que te sale del culo, cerda? – pregunto a través del altavoz del portátil mi amigo, que había visto lo mismo que yo

  • Es aceite de oliva, Señor – respondió la cerda, a cuatro patas otra vez sobre la cama – mire foros de Internet y decían que después de los lubricantes que se podían comprar en los sex shop, era lo mejor que se podía usar para el sexo anal. Como no podía ir a ninguno cerca de casa porque corría el riesgo de que algún vecino me viera, he usado el que tenia en casa para lubricar el plug y así poder ponérmelo, pese a que me ha dolido bastante.

  • Buena chica – le dije, acariciándole la cabeza – me gustan las cerdas que usan la cabeza para algo mas que para chupar pollas. Solo por esa iniciativa te voy a hacer un regalo… - Y dirigiéndome a mi bolsa, extraje un bote de plástico transparente de 20 mililitros que contenía una sustancia viscosa de color blanco – Esto es Lubrifist. Un potente lubricante con dilatador para que te lo pongas en el ojete cuando vengas conmigo y así estar preparada por si decido darte por el culo.

  • Hablando de dar por el culo… ¿Qué tal si se lo desvirgas? – pregunto Pascual, con cara de pervertido – lo digo porque se me hace tarde y tengo que ir a una reunión. Además, aquí mi secretaria lo esta haciendo muy bien y en breve se llevara premio.

Y mientras decía eso, mi amigo movió la cámara y haciendo un picado vi por primera vez que tenia los pantalones bajados hasta los tobillos y una chica, de unos treinta años, morena, con una blusa de color blanco y el pelo recogido estaba sentada entre sus piernas, con el miembro de su jefe en la boca, mientras se la chupaba con las manos a la espalda.

  • Claro! Todo sea por los negocios – dije mientras terminaba de desvestirme - ¿Cómo quieres que lo haga? Ya que es tu captura, tienes derecho a elegir como la desvirgo.

  • Pues mira, Carlos… ya me conoces… yo le pondría un poco de ese ungüento mágico que tienes, le pondría el silenciador y se la hundiría en tres trozos.

  • Me parece bien… - le dije a mi amigo mientras abría el bote y me ponía ante aquella niñata con la polla ya casi totalmente dura – chupa y ensalívamela, cerda.

Mientras aquel animalito hacia lo que se le había ordenado, vertí una mas que generosa ración de lubricante en su agujero trasero y usando mis dedos se lo introduje en él sin demasiados miramientos. A fin de cuentas, en unos momentos iba a alojar algo de casi el triple de ancho.

Cuando termine de preparar la zona, retire la polla de la boca de la cría y comprobé que había hecho un buen trabajo lubricándomela, ya que notaba como su saliva me escurría hasta los cojones. Así pues, me sitúe detrás y le coloque “el silenciador” en la boca. Ese artilugio no era más que una bola de látex que se introducía en la boca y estaba traspasada por una correa para ajustarla a la nuca, lo que impedía que la hembra a quien se lo ajustara pudiera hablar o, como en este caso, chillar.

Con el lubricante colocado, la bola en su sitio y las cámaras ajustadas para que mi amigo no se perdiera un solo detalle ordene a la cerda que, estando a 4 patas como estaba, llevara sus manos hasta los tobillos. Con ese movimiento, sus hombros entraron en contacto con el colchón pero sin dejar de mirar a la pantalla, quedando su culo lo mas elevado posible y su cara justo en frente de la cámara integrada en el portátil.

Con todo dispuesto, acerque mi babeante capullo a aquella entrada trasera, todavía virgen de polla y agarre a la cerda por las caderas para poder hacer una buena tracción sobre ella. Tras una melodramática cuenta atrás desde el cinco, Pascual me indico que podía empezar.

Tal como habíamos pactado, en el primer empujón, el ano virgen de la cerda se dilato para alojar únicamente mi capullo. Afortunadamente el trabajo previo del plug, el aceite que ella misma se había puesto y el lubricante le ayudaron a dilatarse y encajar un objeto que era más que el doble de grande que lo que había conseguido entrar hasta entonces.

Cuando la cerda noto como se le dilataba el ojete para encajar una polla que no había pedido permiso para entrar si no que simplemente había tomado posesión del espació noto un tremendo pinchazo. Su primera reacción fue la de gritar, pero la bola se lo impidió, quedando amortiguado el sonido en su misma boca. Yo, que estaba viendo su cara gracias a la pantalla del ordenador no pude evitar dejar escapar un gemido, al ver como se le abrían muchísimo los ojos y empezaba a babear por la comisura de los labios. La cara de Pascual era todo un poema puesto que se había acercado al monitor para no perder detalle. Pese a ello, se notaba que estaba moviendo las caderas para follarse la garganta de su secretaria.

Espere que mi amigo me indicara cuando dar el segundo empujón y cuando él cabeceo, introduje la mitad de mi polla en aquella guarrona. Tenía los ojos en blanco y sudaba copiosamente. Por fortuna, la hidratación extra del aceite y el lubricante hacían que su piel no se rasgara y soportara a duras penas la presión a la que era sometida. Ahora, sus gruñidos eran cortos y graves y resoplaba abriendo los orificios de la nariz como una yegua pariendo.

Antes de recibir la tercera indicación para que empujara y le clavara los 20 cm por el culo, deslice mi mano derecha por debajo de su vientre y para mi satisfacción encontré su coño totalmente encharcado, así que empecé a trabajarle el clítoris de una forma rápida y sin avisar. La contraposición del punzante dolor que sentía en el ano con el placer que sentía en el clítoris hizo que se relajara un poco y al cabo de unos segundos, un nuevo orgasmo partía de su coño en dirección a su infantil cerebro y recorriendo en una fracción de segundo toda su columna vertebral, estallaba como un torrente en su cerebro y volviendo a bajar a su entrepierna, estallaba en un potente squirt.

Fue justo en ese momento, cuando la cerda se encontraba en el viaje de ida que Pascual dio la señal. Mi polla apretó contra la resistencia de aquel ojete y se hundió los 10 centímetros que faltaban hasta que mis cojones tocaron su encharcado coño. Al notarse totalmente llena, de forma inconsciente, la cerda hizo fuerza con la musculatura anal para expulsar al intruso, pero yo la tenia fuertemente agarrada por las caderas y lo único que consiguió es darme mas placer y un nuevo empujón para recordarle que allí mandaba yo. Sus quejidos eran ahora largos y seguidos. Tenían un tono agudo y venían precedidos por una profunda inspiración de aire por la nariz de la cerda.

  • Oh! Que bueno!!! Que cara pone!!! No te gusta cacho de mierda??? JODETE!!! No eres mas que un puto agujero!!!– Decía mi camarada desde Valencia – me lo voy a poner en bucle!!! Hijo de puta, que suerte tienes de romperle el virgo!!! Chupa, hija de puta, chupa!!! – le dijo a su secretaria segundos antes de vaciarse por completo en su garganta mientras la agarraba de la nuca para que su nada despreciable polla entrara hasta el fondo de aquella desconocida mientras la insultaba y llamaba de todo.

Unos segundos después, mientras le daba indicaciones a aquella fémina para que le limpiara los últimos restos me dijo que tenia que colgar, que acababa de ver por la cámara de seguridad que la visita había llegado, así que me deseo mucha suerte con mi nuevo juguete y se despidió, cortando la comunicación.

Para entonces la cerda ya se había tranquilizado y ahora solo resoplaba, sin gruñir. Desde hacia un par de minutos tenia mi polla clavada en lo mas profundo de su esfínter, adaptándolo a la polla de quien seria su Amo si conseguía pasar el proceso de selección. Así pues, se lo deje un par de minutos mas mientras cerraba el programa de conferencias y ponía a grabar todas las cámaras disponibles.

Cuando empecé a tirar de mi polla y hacer que saliera poco a poco de su cavidad, comprobé con gusto que la única sustancia que había en mi polla era la mezcla de lubricante y aceite de oliva que ella se había introducido para poder facilitar el avance del plug. Posiblemente ese liquido había sido el que la había hidratado interiormente y había impedido que mi dardo de carne hubiera salido manchado de sangre. Esto no hubiera supuesto ningún cambio en el guión, únicamente mas lubricante en la zona y una visita de la cerda a urgencias con alguna explicación embarazosa que dar a los padres de cómo se había producido tal herida.

  • Muy bien, cerda. No estas sangrando – le dije mientras le daba unos cachetes en las nalgas, como a una buena yegua mientras retiraba totalmente mi polla de su ojete, que estaba tremendamente rojo y escupiendo la mezcla de lubricantes que albergaba en su interior – lo estas haciendo bien. Sigue así.

Y agarrando mi polla por la base, se la volví a hundir por el culo, pero esta vez sin hacer paradas hasta que mis huevos volvieron a chocar con su empapado coño. Ahora que la niñata conocía la sensación de ser taladrada hasta el fondo no le vendría de nuevo y con práctica conseguiría dominar la experiencia e incluso disfrutar con ella. Así pues, empecé otra vez a tirar pero en esta ocasión, no llegue a sacarla del todo y cuando estaba a punto de aparecer mi capullo invertí el movimiento y la volví a penetrar, en un movimiento típico de follada.

Tras un buen rato en esa postura, la musculatura de mi cerda se adapto a su invitado y se relajo, dejando de luchar por expulsarlo. Para quien no ha desvirgado nunca un ano es como la sensación que se nota cuando estas domando a un caballo salvaje o de pescar un atún: Si en los primeros momentos logras mantenerte, después solo has de dejar que el animal se canse para que finalmente se rinda a tu voluntad para que hagas con él lo que quieras. De la misma forma el ojete de la cerda fue domado y cuando después de media hora de follada se rindió a la evidencia de que no podía hacer nada ante la superioridad de peso y de fuerza de la que yo disponía fue el momento de acelerar el ritmo y empezar a mostrar una de las características que la iban a acompañar: los cachetes en el culo. Y uno eran palmadas cariñosas, precisamente.

Cuando a los treinta minutos de grabación mis huevos estaban casi tan rojos como sus nalgas por la presión de soportar la corrida decidí que aquella cría tenia que recibir un premio y que mejor regalo para una cerda como ella que una abundante corrida de quien pretendía que fuera su Amo. Así pues, agarrándola por la nuca la apreté contra la cama y tras concentrarme me corrí abundantemente en el interior de su agujero anal, con un gran placer para mi tras haber conquistado aquel espacio virgen.

Por su parte, la cerda noto otra sensación nueva en el recto. Si hasta ahora parecía que le ardía el último tramo de su aparato digestivo con cada envestida que le daba, ahora había notado como mi polla se había hinchado mas de lo normal y empezaba a soltar chorros de un liquido que le quemaba en las entrañas. Era una sensación tremendamente rara, solo comparable con la que había sentido unas horas antes al introducirse el enema para prepararse para aquel trato tan denigrante pero tan gustoso para ella.

La cría noto una larga descarga en su interior y luego una serie de descargas mas pequeñas, todas ellas acompañadas del gruñido de triunfo que salía de mi garganta mientras echaba la cabeza atrás a la vez que apretaba mi pubis contra su culo para saborear bien el momento. Tras unos intensos minutos de placer, extraje mi miembro de aquel maltrecho agujero, volviendo a comprobar con regocijo que la única sustancia presente en mi falo eran aquellas que facilitaban la penetración, si bien, ahora, había restos de mi semen en la mezcla.

  • Muy bien, cerda – felicite a mi animal mientras admiraba el boquete en el que se había convertido su antes suave ojete y la liberaba de la bola que había mantenido abierta su boca durante todo el rato que la había estado sodomizando. Al hacerlo, un torrente de babas broto de detrás de la misma – ahora date la vuelta y límpiamela bien con la boca. Y procura apretar el culo, porque cuando termines con mi polla, pondrás la mano debajo y recogerás el máximo de semen posible con la mano para bebértelo.

Aquella cerda hizo lo que pudo y se giro manteniendo el culo arriba, pero cuando se llevo la mano para tapárselo y no perder nada, se dio cuenta que donde antes no le entraba ni el meñique ahora podía meter tres dedos sin problemas. Su cara fue un verdadero poema y ver como se ruborizaba mientras lamia mis huevos y mi polla fue una agradable sensación.

Cuando unos minutos después terminaba su trabajo hice que se pusiera en cuclillas en la misma baldosa donde se había corrido por primera vez, llenando el suelo con su flujo y que todavía estaba húmeda. Aquella posición, sumada a la imposible contracción que ahora mismo tenían sus músculos anales hizo que todo mi grumo resbalara por sus paredes anales y se uniera en el suelo a lo que ella había soltado antes.

  • ¿He de decirte lo que viene ahora, cerda? – le pregunte con sorna cuando vi que ya no había mas semen en su recto que un filo hilo que colgaba de él.

  • No señor – respondió la cerda y comportándose como tal, se dio la vuelta y ofreciéndome una fantástica vista de su ojete, que todo dicho sea de paso, ya estaba empezaba a cerrarse,  se puso a lamer el suelo, recuperando los restos de mi regalo y que había esparcido, junto a su flujo, por el suelo.

Cuando salí de la ducha, un buen rato después, las instrucciones que había dado a cerda ya estaban cumplidas y me esperaba a 4 patas, como el animal que estaba interiorizando que era. Mirando a contraluz pude observar que había hecho un buen trabajo y no había dejado restos de ninguno de los dos por el suelo, así que antes de recoger el ordenador comprobé la grabación y pude observar como lo había hecho a conciencia, sin atajos y poniendo empeño en ello. Con un gesto de satisfacción lo metí en la maleta, junto a las cámaras y llame al servicio de habitaciones para que nos recogieran y poder salir.

Cuando en esta ocasión abrió la puerta una trabajadora del local me encontró a mi hablando por teléfono, sentado en una de las recargadas sillas que tenia la habitación y a la cerda con la capucha puesta, esperando a 4 patas y soportando con la espalda el peso de mis piernas, que tenia estiradas sobre ella. Pese a intentar que no se le notara, la sorpresa para aquella empleada fue grande y cuando nos dijo que la siguiéramos, a fin de agilizar el desplazamiento le di permiso al animal para que andará como una humana, si bien, la diferencia de diámetros que tenían mi polla y el ahora escueto plug hacia que se retrasara al tener que concentrarse en apretar el esfínter para que este no se le resbalara y cayera al suelo, lo que le habría supuesto un severo castigo.

Cuando me devolvieron las llaves de mi coche, les di una buena propina a fin de que en mis próximas visitas recordaran que pese a ser un hombre algo excéntrico, servirme bien tenia sus beneficios.

  • ¿Te has divertido, cerda? – le pregunte al animal mientras salíamos del aparcamiento del hotel

  • ¿Puedo ser sincera, Señor? – me pregunto ella, a cuatro patas como estaba en el suelo del asiento del copiloto

  • Claro, noa – le respondí – si pretendes entrar a mi servicio, has de ser siempre sincera y no tener vergüenza sobre lo que te pregunte

  • Ha sido fantástico, Señor – me dijo ella mirándome a los ojos con devoción – cuando entre en aquel chat sobre BDSM lo hice por curiosidad y para saber que podía sentir una esclava, pero ahora que lo he experimentado, es lo que quiero vivir cada día, Señor. En cuanto al sexo anal… Dios mío… es… totalmente diferente a nada que haya probado. Es como si fueras al baño una vez y otra y a cual mas placentera.

“además – siguió con su verborrea aquel animalillo con el que hablaba – he hablado sobre eso con algunas amigas del instituto y a todas nos resultaba repugnante que te metan una polla por donde cagas, porque todas consideramos que eso ha de estar siempre sucio y con la mierda lista para salir. Incluso que era imposible introducir un pene por un agujero que es solo de salida y obtener placer. Usted me ha demostrado que ni lo uno ni lo otro son cierto, Señor. Y que si se trata como debe, es un agujero limpio y al servicio del placer”

Viéndola hablar tan convencida y tras consultar la hora, decidí hacerle un regalo y jugar un rato mas con ella. En lugar de llevarla hasta su casa, aprovechando que estábamos en la zona de Montjuic, me desvíe y enfile hacia unos jardines cercanos, donde se encuentran las famosas escaleras del Generalife.

Una vez estacionado mi suburban en una zona discreta, hice que la cerda se vistiera con su faldita y la blusa y salimos a dar una vuelta por la zona. Afortunadamente no había demasiada gente en el parque, apenas alguna pareja y cuando nos dirigimos a las escaleras pude comprobar que estaban desiertas. Así pues, haciéndola subir delante mio, deslice mi mano bajo su falda e introduje dos dedos dentro de su rasurado coño. Aquel agujero los recibió con una cantidad de flujo considerable y los dejo pasar sin impedimento.

Mientras subíamos el primer tramo la fui masturbando y cuando llegamos al final del mismo, justo al lado de la fuente, me pidió permiso para correrse. Incomprensiblemente para ella, se lo denegué e hice que me acompañara hasta un lateral, fuera de la vista de aquellos que subían o bajaban por la misma.

  • Ahora, cerda, ábrete bien de patas, cierra los ojos y mastúrbate – le ordene después de hacer que se sentara en el banco – quiero ver cómo te corres, pero antes de hacerlo, quiero que lo anuncies y después, que me des las gracias por ello.

Aquel animalillo hizo caso al momento y abriéndose bien empezó a triturarse el coño con los dedos de la mano derecha mientras pellizcaba suavemente sus pezones, echando el culo para afuera del banco mientras que yo recorría los escasos diez metros que tenía el diámetro de la fuente y me sentaba al otro lado, como si únicamente fuera un espectador en lugar del dueño del espectáculo.

Si en los pocos minutos que tardo en correrse la cerda de noa hubiera abierto los ojos, en contra de mis órdenes, hubiera visto como pasaba y se la miraba una pareja de aproximadamente unos treinta años. Mientras la mujer parecía escandalizarse por el espectáculo que les brindaba mi animal con su monumental paja, él pareció mucho más interesado. Hasta el punto que su pareja tuvo que tirar de su brazo cuando hizo ademan de pararse para ver como terminaba aquello. Por fortuna, estaban tan centrados en la pequeña masturbadora que no se dieron cuenta de mi presencia y que estaba inmortalizando la escena con mi teléfono móvil.

  • Señor…. – dijo la cerdita con voz entrecortada – Señor… voy… voy a correrme, Señor…. Ooooooohhhhhh – dijo incrementando el ritmo y soltando un largo gemido provocado por su orgasmo liberador – soy una cerda, Señor… soy su cerda!!! Gracias por dejar que me corraaaaaaaaaahhhhh!!!!!

Aquel orgasmo había sido la recompensa por sus palabras en el coche y cuando termino, me levante y me acerque a ella, poniendo mi mano izquierda encima de su pubis y presionando ligeramente contra él, para fijarla al banco. Mis dedos índice y medio se introdujeron sin pedir permiso en su coño, compartiendo espacio con las bolas chinas que casi lo monopolizaban y girándolos toque justo bajo mi otra mano. Los ojos de noa no se abrieron, pero si lo hizo su boca, al contactar mis dedos con su punto G y empezar a estimularlo, introduciéndolos y sacándolos de su coño mientras lo masajeaba con energía hasta que pocos minutos después estallaba un potente orgasmo, acompañado de una cascada de flujo que casi expulsa por completo las bolas chinas, quedando estas suspendidas únicamente por uno de los óvalos que las formaban.

  • Oh, Dios! – Dijo la niñata tras recuperarse un poco del orgasmo – Señor… he vuelto a… Lo… Lo siento, señor… - Aquella criaja se había vuelto a correr sin pedir permiso. Y a decir verdad, era algo que no me extrañaba. El anterior orgasmo y la manipulación de su coño por mi parte habían hecho que perdiera el mundo de vista, así que olvidar sus obligaciones como hembra era algo que le podía haber pasado (y de hecho les pasa todavía a día de hoy) a cualquier miembro de la piara o a la mismísima nerea - ¿Cómo quiere que me ponga para recibir mi castigo, Señor?

  • Sube las escaleras y gira en el camino de la derecha. Te daré mas instrucciones cuando las necesites – le ordene al animalillo.

Noa, con los muslos chorreando flujo cumplió la orden y tras empujar la bola que quedaba suspendida en el aire hacia el interior de su juvenil coño, se puso en marcha, cubriendo el segundo tramo de escaleras hasta un camino lateral que yo conocía bien al haber llevado a otros animales de dos patas a la misma zona para que perdieran su miedo a ser vistas en público mientras hacían sus necesidades o, simplemente, se exhibían. Transcurridos unos metros por este sendero, ordene que se pusiera detrás de una pequeña fuente, con las manos sobre la misma, las piernas juntas e inclinada lo máximo posible.

La cerda cumplió la orden y adopto la posición ordenada, así que colocándome detrás, le azote el culo con la mano. Esta vez, el castigo recayó únicamente sobre la nalga derecha y uno tras otro la cerda los agradeció con la formula que había aprendido. Diez impactos después, su nalga presentaba un color rojo intenso y se podían distinguir sobre su blanca piel las señales que habían dejado mis dedos al chocar contra ellas.

  • No te muevas y abre la boca, cerda – le dije a noa mientras me colocaba detrás para poder hacer el correspondiente reportaje fotográfico. Una vez finalizado, me baje la cremallera y metiéndole los dedos en el coño, saque las bolas que llevaba alojadas en su interior. El artilugio salió sin apenas resistencia y tal como esperaba, totalmente embadurnado del flujo blanco de la aprendiza. Cuando las introduje en la boca del animal, este las recibió con ansia y empezó a chuparlas y saborearlas, obligándose a sí misma a que le gustara el sabor de las mismas.

Con el camino despejado, me dispuse a tomar posesión del último agujero no poseído de aquel animal, así que sin demasiada ceremonia se la metí de un solo golpe, lo que casi provoca que se le saliera el plug anal por la presión ejercida en su interior.

Noa, al verse penetrada por su Señor emitió un sonoro y prolongado gemido de placer. Hacia unos días que me conocía pero todavía no le había dado el honor de penetrarla, así que cuando se sintió llena de mi, se giro y con una sonrisa bobalicona me pidió permiso para correrse otra vez.

  • Por supuesto, cerda – le dije a mi nueva mascota – cuando te folle por el coño podrás correrte todas las veces que puedas sin pedir permiso. Disfrútalo.

Y sin más, empecé a follarme aquel babeante agujero mientras agarraba a su propietaria por las caderas. Embestida tras embestida, el coño de noa se adaptaba a mi polla, que golpeaba su cérvix una y otra vez, como un ariete que quiere echar abajo la puerta de un castillo.

Los gemidos de la cerda, que se corría a chorro una y otra vez, atrajeron a un curioso que al principio no localizo de donde salían, pero tras hacer un par de pasadas, vio a aquella criaja, apoyada contra la parte trasera de la fuente, mientras era penetrada por alguien que casi la doblaba en tamaño y peso mientras tiraba sin compasión de unos pezones enrojecidos que coronaban sus escasas tetitas.

  • Joder, amigo – me dijo el voyeur – vaya folladón le estas metiendo a la putita ¿Te importa si miro?

Subir a aquella zona conlleva el “riesgo” de encontrar gente así y eso es algo que asumí hacia mucho tiempo. En todo lugar donde se pueda follar, encontraras un mirón que se la machacara mientras ve como te follas a una hembra como a él le gustaría hacerlo, así que sin poner impedimentos, deje que aquel hombre de edad avanzada mirara mientras metía una mano en el pantalón y la movía de forma claramente masturbadora.

A diferencia del vecino, aquel hombre no me inspiraba ningún morbo, así que cuando intento acariciar a mi cerda le dije educadamente que solo podía mirar y cuando lo intento por segunda vez, me vi obligado a darle un manotazo. No me gusta usar la violencia física con nadie, pero en ocasiones, cuando la educación ha fracasado, es el único lenguaje que entienden.

Tras el pequeño encontronazo, el mirón no lo intento una tercera vez y tras pasar unos minutos con la polla fuera, eyaculo en el suelo, a cierta distancia de mi cerda, que apenas le prestaba atención al intruso. Su atención estaba concentrada en ser rellenada una y otra vez por mi polla mientras movía el plug que llevaba en el culo de forma que la cerdita recibía estimulación por ambos agujeros.

Un buen rato después y tras una serie de innumerables orgasmos, sin previo aviso la cría noto como mi polla se volvía a hinchar y empezaba a descargar toda mi abundante leche en lo más profundo de su coño. Su reacción, que me contento bastante fue la de apretar las paredes del mismo y procurar sacarme todo el semen de los cojones, tal como era su obligación. Unos instantes después, noa tenía en su interior mi segunda corrida de la tarde.

  • cerda, gírate y límpiame la polla mientras te tapas el coño con la palma de la mano. Que no se desperdicie ni una gota – La aprendiza, poniendo su apéndice en el lugar indicado, se giro y limpio mi goteando polla de restos de semen y de su oloroso flujo mientras mantenía en su otra mano las bolas chinas, recién salidas de su boca. Cuando termino, le ordene, como la vez anterior recoger todo mi semen y lamérselo de la mano – Eso es, cerda… muy bien… perfecto. Ahora, que has terminado con lo más importante para una aprendiz como tú, ponte de rodillas y límpiame los zapatos. Me los has dejado empapados con tu oloroso flujo.

Noa se puso a 4 patas y sin que le dijera nada, saco la lengua y limpio de secreciones vaginales mis zapatos con ella hasta dejarlos impecables. Luego, manteniendo la postura y tras reintroducirse las bolas chinas en el coño, espero más instrucciones.

Mire mi reloj. Apenas quedaba media hora para que la putita de cenicienta estuviera en su casa, con sus papis. Seguro que cuando entrara por la puerta estos no sospecharían que su hijita acababa de pasarse toda la tarde siendo penetrada por un macho a quien quería llamar Amo en un futuro muy cercano y mucho menos imaginarían que en aquel preciso momento tenia que hacer fuerza con sus agujeros para que no se le cayeran los dos juguetes sexuales que llevaba introducidos en ellos. Una delicia de hija…

  • Bien, cerda. Suficiente por hoy – anuncié al animal – volvemos al coche

  • Sí, Señor – respondió ella, poniéndose en marcha y saliendo de detrás de la fuente que nos había servido de cobijo improvisado para que la usara.

Veinte minutos después, tras aparcar el coche en el estacionamiento donde quedaba con mi cerda, la acompañe hasta el portal de su casa. Ella saco las llaves y las hizo girar, abriendo la puerta comunitaria y dándonos acceso al interior de la escalera.

  • Muy bien, cerda. Siéntate en la escalera y ponme la polla dura – ordene a la aprendiza. Aquella era una verdadera prueba de fuego para aquel animal tan joven. La mayoría de las hembras de más edad no se atreven, pero para mi satisfacción, una vez más cumplió la orden e hizo lo que se le ordenaba. En poco menos de un minuto, mi polla había reaccionado a las mamadas de aquella niñata y volvía a estar dura y lista para lo que se necesitara – ponte en pie, date la vuelta, sácate las bolas, métetelas en la boca y sepárate las nalgas.

El animal, como en un trance, cumplió las ordenes y ofreció su agujero, al que penetre con gran placer, dándole una serie de rápidas envestidas que provocaron un nuevo orgasmo a chorro de la joven aprendiz, que mancho la escalera con aquel fluido de característico olor.

  • Bien, cerda – le dije mientras le sacaba la polla de lo más profundo de su coño – date la vuelta y sin limpiármela, guárdame la polla en el pantalón. Quiero que mi esclava Alpha huela y saboree tu flujo esta noche - La cerda se giro y cumplió una vez más, mirándome a los ojos. En los suyos había un brillo especial, tan evidente como el sonrosado de sus mejillas.

Antes de marcharme, le di sus deberes que a partir de ese momento serian diarios: se tenía que masturbar una vez al día trabajándose el clítoris y otra penetrándose con algún objeto de uso habitual. Por supuesto, en ambos orgasmos tendría el culo ocupado con el plug, que mantendría en el interior de su ano dos horas al día como mínimo ¿Alguna otra instrucción? Claro! Todo tenía que quedar bien grabado… Faltaría más…