La progresión de Laura

Una jovencita busca sensaciones nuevas bajo el nombre en clave de LauraEntregada. Terminará conociendo a un Amo que la conducirá hasta mi, que tendré el placer de abrir primero su mente y luego todo lo demás. Dominación, exhibicionismo, sumisión y control mental de una zorrita nacida para obedecer

Aquella mañana me encontré un email de un contacto que hacia años que no veía en persona. Era un tío de Valencia con el que había contactado hacia años y con quien me había tomado unas copas para hablar de una afición tan común como el BDS. Además, solíamos pasarnos contactos de personas interesantes dentro del mundillo. En él me decía que había contactado con una zorrita através de un canal de chat y que estaba muy interesada en el tema y que quería experimentar como sumisa. Puesto que él estaba a demasiados kilómetros para algo más que para chatear, me la quería pasar para que yo la trabajara. Acompañaba al correo un archivo fotográfico que, por supuesto, abrí.

En la foto se veía una muchachita joven con cara seria. Pelo largo, rizado y castaño con un jerseycito rosa con corazones. La verdad es que me pareció una broma y que el muy cabrón quería tomarme el pelo. Aquella niñata de gesto serio que se había sacado una foto en su habitación, delante de la estantería con los peluches y alguna muñeca podía ser cualquiera y podría haber salido de cualquier perfil de Facebook. Sonreí por la ocurrencia del colega, pero volví a mirar la foto antes de cerrarla y contestar al correo en tono jocoso. Me fije bien y me di cuenta que bajo el jersey, justo en uno de los corazoncitos se marcaba un pezón, cosa que indicaba que sin lugar a dudas la “modelo” no llevaba sujetador pese a que sus tetas en desarrollo lo necesitaban claramente.

Si era una broma, el muy cabrón había conseguido que me picara la curiosidad y se me pusiera morcillona la polla, así que, asumiendo que podía ser una coña, le pedí mas datos de la aprendiza de sumisa, así como la forma de contacto que tenia. A los pocos minutos me llego la contestación:

“Esta pequeña fulana se llama Laura y es de L’Hospitalet. La muy putita esta muy interesada en conocer a gente que la inicie en el mundo de la sumisión, pero me ha contado que cuando contacta con alguien y la ven en persona, se acojonan por la edad y no se atreven a ponerle el collar para iniciarla. Se que a ti estas cosas te importan mas bien poco y como yo estoy lejos y no puedo atenderla, te la paso a ver si puedes iniciarla tu y si vale la pena, domesticarla para que sea una buena sumisa.

Su Skype es Lauraen…@hotmail.com y su telefono mobil el 665…

Yo ya le he dicho que te vas a poner en contacto con ella y que te haga caso en todo lo que le ordenes. A mi, personalmente me ha dado muy buena impresión. Cuando le pedí la Webcam, me la puso sin problema e incluso me llego a enseñar el sujetador y las tetas, pese a estar en un ciber.

Buena caza y ya me mantendrás informado.

Amo Pasc…”

Después de leerme el correo, añadí el teléfono de la niñata a mi agenda de contactos en el móvil y al comprobar whatsApp me apareció la misma cría en una foto mucho más casual. Si era una broma, el muy hijo de puta se lo había currado mucho, pero ya que me había dicho que estaba avisada, le envíe un mensaje:

“Hola. Soy el amigo de Amo Pasc... Somos de cerca, así que quiero conocerte. Cuando leas este mensaje, contesta.”

El mensaje lo envíe a las 10 de la mañana y cuando llegaron las 12 creía que había descubierto la broma a mi compañero de perversiones, así que cuando a las 13 horas me llego un mensaje del numero que se suponía que era de la niñata, me sorprendió.

“Hola. Soy Lau. Perdona que no te contestara antes, pero estaba en el insti. ¿Q tal?”

“Que cabrón” pensé. El tío se había venido arriba y quería seguir con la broma. Me gustan los retos y estaba dispuesto a ver hasta donde llegaba y que tan preparada era su jugarreta. Por supuesto, no estaba dispuesto a quedar en ningún sitio para que me pudiera dar plantón alguien que igual ni siquiera existía y provocar las risas de mi colega, así que jugué la carta cibernética:

“Bien. Me dice mi amigo que estás interesada en la sumisión. Que tienes más curiosidad que experiencia, así que lo primero que vamos a hacer es que te presentes a mi. Quiero que busques un ordenador con Webcams y te conectes a él. Añade mi correo electrónico …@hotmail.com al skype y avísame cuando estés en línea”

No hubo respuesta. En solo unas líneas de texto le había dado la clave para que viera que el próximo paso que tenía que hacer era conectar la webcam y en ese preciso momento, se vería se era una  broma o realmente una zorrita extremadamente joven que quería iniciarse. Exactamente seis minutos después, me llego un nuevo mensaje:

“Ya estoy conectada. Hay un ciber de un moro cerca del insti.”

“Ahora voy a ver tu cara, cabrito. Y nos vamos a partir el pecho” pensé. Conecte el programa y vi que mi nuevo contacto estaba en línea, así que tras bajar la protección de mi cámara, realice una petición de video llamada. Sin saludar ni advertir de nada. Si era mi amigo, abriría la cámara y nos partiremos el pecho con la broma. Si era realmente la de la foto, iba a darse cuenta rápido que si quería jugar, lo podía hacer con los de su edad, pero con un Amo curtido como yo, el tiempo no esta como para perderse.

Cuando cambio la imagen en negro de la pantalla y empezaron a llegar las imágenes del otro lado, me quede gratamente sorprendido. Al otro lado de la línea había la misma cría de pezones desafiantes que había visto en la foto que me paso mi colega, pero esta vez con una camiseta de manga larga, de color azul, con el dibujo de una flor. Evidentemente esta vez llevaba sujetador y el pelo estaba recogido en una coleta. Llevaba puestos los cascos para escuchar y hablar y lucia una bonita pero nerviosa sonrisa.

  • Hola! ¿Eres el amigo de Pasc…? – me dijo una voz aguda

  • Si. Soy Carlos – le dije pausadamente mientras levantaba la protección de mi cámara, dejando que me viera por primera vez la cara

  • Hola. Encantada. ¿Qué tal? – me dijo mientras me obsequiaba con otra gran sonrisa

  • Muy bien. Me dice mi amigo que estas interesada en el mundo de la sumisión pero el no puede introducirte por razones geográficas – Entre en el tema sin contemplaciones. Soy un hombre ocupado y no me gusta que me hagan perder el tiempo - Desconozco que experiencia tienes en este juego, pero hay ciertas cosas que has de comprender y asimilar incluso antes de empezar a jugar…

  • Claro! Pues mira, no tengo experiencia en esto, pero me parece muy…

  • Cállate – La corte con tono autoritario - Cuando yo hable, jamás me interrumpirás. Si lo vuelves a hacer, colgare la llamada y te bloqueare para que no puedas molestarme nunca más. ¿Has entendido?

  • Si. Perdón, yo… Perdón

  • Bien. Quiero que entiendas que soy un Amo con experiencia. En mi cuadra hay unos cuantos ejemplares de diversas edades y con diferentes grados de adiestramiento.  Si entras, lo haces voluntariamente. Serás libre de marchar en el momento que tú decidas, pero que si tomas esa opción no nos veremos más. Estarás a mi servicio y acudirás a mí cuando yo lo considere oportuno. Yo respetare el esquema básico de tu vida y no te llamare cuando considere que eso puede significar que descubran que a partir de ahora eres mi cerda. Sumisa lo serás mas adelante, cuando te hayas ganado que considere tomarte a mi servicio. ¿Te quedan claras hasta ahora las reglas?

  • Si, pero yo no soy una cerda, yo…

Y corte la video conferencia. Soy un hombre demasiado ocupado como para enseñar desde la base a niñatas que únicamente tienen curiosidad en el BDSM pero no han leído ni una línea sobre él o peor aún: solo han leído ese panfleto ñoño de las cincuenta sobras. Eso lo hacia cuando tenia mas paciencia y menos hembras a las que dedicarles mi tiempo. Abrí el menú de opciones del programa y antes de que pudiera bloquearla, entro una video llamada suya. Deje sonar seis tonos y al séptimo acepte.

  • Perdón, perdón, perdón!!! – Me dijo con las manos entrelazadas delante suyo – Lo siento mucho!!! No quería ofenderte ni llevarte la contraria!!!

  • Te felicito. Hacia tiempo que una cría no me sacaba tanto de mis casillas. – Mi voz era serena, pero el tono cortaba como un cristal - Me parece que no tienes ni puta idea de lo que va esto y que, además, no estas preparada ni mentalmente ni físicamente como para ni siquiera pensar en servir a un Amo de verdad.

  • Lo siento de verdad. Por fi, dame una segunda oportunidad. Quiero aprender. He leído relatos  y me pone muchísimo imaginar que la protagonista soy yo.

  • La literatura sobre la sumisión y la realidad es, en muchas ocasiones, diferente. ¿De verdad quieres continuar? ¿Quieres hacer una pequeña prueba para ver de que pasta estas hecha? Yo te puedo guiar y adiestrar para que descubras cosas que ninguna de tus amigas experimentara jamás, pero sin tu plena confianza, sumisión y obediencia, me será imposible.

  • Si, por favor, Carlos

  • Bien. Sabes que una buena sumisa obedece sin preguntar, sin rechistar y de forma inmediata, ¿no? – Al otro lado de la pantalla Laura asintió, prestando atención a mis palabras – Bien. Recuerda que la próxima negativa o duda te llevara directa a mi olvido y esta vez no tardare en bloquearte de forma inmediata. ¿Captado? – Otro asentimiento por su parte - ¿Dónde estas? En que parte de Barcelona

  • En Hospi. Cerca de Can Vidalet.

  • Bien. Quiero que cuando termine de hablar contigo, te levantes, apagues el ordenador y vayas al baño. Allí te quitaras la ropa interior, ya que a partir de ahora no usaras más y te dirijas al parque, al aparcamiento que hay al oeste del mismo y me esperes allí, en la entrada para vehículos con las bragas y el sujetador en la mano. ¿Cuánto tardaras?

  • Pu… pues… unos quince minutos

  • Perfecto. Yo tardare veinte, así que me esperaras allí durante mínimo cinco minutos con las bragas y el sujetador en la mano. Si llego allí y no estas, no hablaremos más. Si llego y no tienes tu ropa interior en la mano, donde pueda verla, me marchare. Si llego y me desobedeces en lo más mínimo, me marchare. ¿Ha quedado claro?

  • Si, Amo.

  • No cerda. Todavía no te has ganado el privilegio de llamarme Amo. Te dirigirás a mí como “Señor” y únicamente cuando te pregunte. Nos vemos allí.

Y corte otra vez la llamada. La verdad es que era una apuesta arriesgada, pero como he dicho antes, no estoy para tonterías. Ahora si que iría a ver si esta pequeña cerda cumplía lo ordenado y ver de qué pasta estaba hecha.

Por casualidades del destino me encontraba en el Star Bucks de la Avenida diagonal y el trayecto hasta el punto de encuentro era de solo diez minutos, así que termine el café, guarde la tablet desde la que había hecho la conferencia y me dirigí al aparcamiento donde tenia el coche, no sin fijarme en la cara que se le quedo a la dependienta, que disimuladamente había estado escuchando toda la conversación limpiando hasta lo imposible la mesa de al lado. Estoy seguro que cuando me marche y termino con ella se daría cuenta que había quietado incluso el barniz de lo que la había frotado.

En nada me plante en el punto de encuentro. Era un pequeño aparcamiento de tierra con algunos vehículos particulares y furgonetas de una empresa cercana. Estacione el coche en una plaza que me permitía controlar toda la explanada y eche los parasoles, dejando una franja estrecha por donde podía ver perfectamente pero al llevar un vehículo alto con los cristales traseros oscuros era complicado verme desde fuera ya que además, había reclinado el asiento.

Catorce minutos después de haber cortado la conferencia con Laura, esta se presento en el aparcamiento. Llevaba el pelo suelto y la cara roja del esfuerzo que hizo para venir desde donde se encontraba en el tiempo estipulado. Se situó en la puerta y empezó a mirar hacia todos lados, esperando localizarme. No sabía en qué vehículo vendría, así que los pocos que entraron o salieron durante el tiempo que la hice esperar vieron a una niñata que buscaba a alguien con la mirada, mientras en su mano sostenía (tal como le había ordenado) una braguita blanca y gris, con unos ribetes de color rojo y un sujetador a juego.

No hacía demasiado calor para el mes en el que estábamos, pero se notaba que esa perrita estaba sudada incluso desde la distancia. La parte trasera de la camiseta se le pegaba a la espalda y llevaba las mangas subidas. Lo bueno de todo es que al no llevar puesto el sujetador, los pezones se le marcaban mucho y claro, todo tío que la veía, no podía dejar de fijarse en ese detalle, incluso algún currante, al salir con la furgoneta del aparcamiento le dijo alguna burrada, cosa que la puso más nerviosa todavía.

La deje sudar durante diez minutos, más que nada para que se macerara un poco y cuando vi que estaba en su punto, toque el claxon. Ella salto como un resorte y vino corriendo para el coche, intentando abrir una puerta del copiloto que seguía con el seguro puesto. Baje la ventana y por primera vez nos vimos cara a cara.

  • Buenos días cerda – Le dije sabiendo que esa palabra le desagradaba especialmente – después de las cagadas que has hecho en la video conferencia, que hayas venido con las bragas en la mano todo el camino desde el ciber a aquí es un punto a tu favor. A partir de hoy, para que no tengas ese problema, tienes prohibido usarla a menos que tengas la regla o gimnasia en el instituto. ¿Queda claro?

-Si Señor – Respondió aquella criaja

  • Bien, ahora, enséñame los sujetadores. Por encima de la ropa, como si te los fuera a poner y después será el turno de las bragas, quiero que las extiendas delante de tu pecho. Cuando yo te diga, le darás la vuelta. Bien, adelante.

Laura se puso roja de vergüenza pero acato la orden. Primero puso sobre sus tetas el sujetador. Un conjunto de carácter infantil de color blanco con franjas grises y ribetes rojos con el logo de “Barrio sésamo” en la teta derecha. Realmente se notaba que o bien se lo habían regalado o su madre le compraba la ropa interior con toda seguridad. Yo, con toda la parsimonia del mundo seleccione la aplicación de la cámara en mi teléfono y le saque un par de fotos de esa guisa. Cuando vio que la apuntaba agacho la vista pero no cambio la postura. Parecía una cerdita tímida y todo. Tras acabar, le indique que dejara el sujetador sobre el capo del vehículo de al lado y que hiciera lo mismo con las bragas. Obedeció sin rechistar y me mostro la parte delantera de sus braguitas de conjunto. Cuando la volví a apuntar con el teléfono, volvió a bajar la mirada, pero le indique que mirara al teléfono, quería que quien viera la foto pudiera observar sus ojos claros a la vez que se fijaba como la parte central de la braga estaba ligeramente oscurecida. Cuatro fotos después, le dio la vuelta a la braga y pude ver otra vez el logo sobre un cachete.

  • Muy bien, cerdita, ahora quiero que le des la vuelta a la braga y me enseñes como está la entrepierna – le ordene - Quiero ver si una putita como tú, que está interesada en el mundo del BDSM tiene buena lubricación durante el día y si mancha las bragas con su flujo al ponerse cachonda.

Puesto que no se podía poner más roja, hizo lo que le pedí sin mudar el color de su cara y con gran agrado por mí parte y vergüenza por la suya, la franja de tela blanca que se hallaba en la entrepierna presentaba manchas de color amarillo y blancuzco.

  • Bien, cerda. Veo que mojas las bragas que mami te compra. Ya me contaras con quien lo haces, pero ahora, quiero que las huelas, pases la lengua por donde ha estado tu coño y tu culo y luego las dejes junto al sujetador. Será un bonito regalo para el conductor cuando regrese. Y por cierto, quiero que lo hagas todo mientras miras a mi teléfono. Quiero que en la grabación se te reconozca bien mientras das tus primeros pasos sacando la cerda que llevas en tu interior.

Laura, sudando como si estuviera en una sauna, hizo exactamente lo que le dije: aspiro un par de veces su propio aroma y luego, sacando la lengua la paso por la entrepierna de la braga no sin mostrar cierta cara de asco. Cuando termino, dejo la braga sobre el capo del coche y me volvió a mirar.

  • Ya esta, señor. ¿Qué más quiere ahora?

  • Te estás portando muy bien – dije con agrado - Si sigues así te ganaras el grado de sumisa en pocos meses. Ahora que he visto lo que te tapaba las tetas y el coño, quiero ver esas partes en directo, así que, levántate la camiseta y enséñame las tetas.

Ella cerró los ojos y levantándose el jersey dejo salir sus dos tetas en desarrollo. Apretó los parpados como si al hacerlo el resto del mundo se esfumara, incluido el viejo que hacía tiempo la había fichado, justo después de llegar a la puerta del aparcamiento y no le quitaba ojo de encima mientras que una mano se movía sospechosamente dentro de su pantalón. El muy cabrón estaba casi totalmente escondido entre unos matorrales y si no hubiera sido porque yo vi como se metía ahí antes de la llegada de Laura, seguramente tampoco me habría dado cuenta. Sin saberlo, mi pequeña cerda ya tenía su primer admirador. Y era para admirar a la chiquilla. Ante nosotros aparecieron dos tetitas jóvenes, con una talla discreta incluso para una cría como ella, con unas aureolas rosaditas, apenas diferenciados del resto de la piel del pecho y un pezón pequeño, pero terriblemente duro. Evidentemente, saque las fotos oportunas de aquel espectáculo y le ordene que se quitara la camiseta. Ella lo hizo mirando a todos lados, pero cumpliendo la orden.

  • Ahora, rodea el coche y antes de subir quiero que te abras el botón de la cintura, extiendas tu camiseta en el asiento del copiloto y aposentes tu culo sobre ella, dejando los pantalones en los tobillos antes entrar – segui dándole ordenes - ¿Has entendido, cerda?

  • Si Señor – fue su única y acertada respuesta.

La pequeña aprendiz rodeo el coche a la carrera y mientras lo hacía, sus dos pequeñas tetas se movieron al compas. Era un bonito espectáculo y estaba dispuesto a sacarle todo el partido posible. Cuando llego al otro lado, la hice esperar unos segundos antes de activar el seguro y dejarla abrir la puerta. Ella, con toda la velocidad que fue posible, extendió la camiseta cobre la tapicería y se sentó tras bajarse los pantalones.

  • Muy bien, cerda. Todos tus actos y decisiones te han conducido a estar desnuda en mi coche, con los pantalones en los tobillos, tu ropa interior sobre un coche de alguien que no conoces y sabiendo que no la recuperaras jamás – contraste la realidad para que la asimilara totalmente y no tuviera la sensación de estar soñando - Ahora te ofrezco la oportunidad de bajarte del coche y no seguir adelante, pero tras ver cómo te comportas y como obedeces, te garantizo que si lo haces, te arrepentirás el resto de tu vida. Si te quedas, te adiestrare para que disfrutes como la que más dentro de este mundo. Ahora, tú decides: o te subes los pantalones, te pones la camiseta y te bajas del coche de un Amo de verdad y no de un capullo que juega a serlo o te abres de patas en el asiento ahora mismo para que vea el coño de mi próxima aprendiz.

Y la cerda hizo lo único que podía hacer y que tanto ella como yo sabíamos que haría desde el mismo momento que llego a la puerta del aparcamiento: Se abrió de patas y mostro un coño peludo que no había visto una maquinilla de afeitar en toda su vida.

  • Muy bien, pequeña cerda – le dije acariciándole la cabeza, como se haría con un animal que se ha portado bien - Has elegido libremente y has decidido que te tome bajo mi tutela, así que a partir de ahora, vamos a poner ciertas normas de comportamiento que acataras tanto si estoy yo como si no. A partir de ahora me llamaras “Señor” ya que todavía no te has ganado el privilegio de llamarme “Amo” puesto que no eres más que una cerda aprendiz. Tú, por edad no llegas ni al escalafón más bajo en el BDSM, el de perra y para mí no serás nunca más Laura. A partir de ahora, me dirigiré a ti como “noa”. Me da igual si estamos en la calle como en una mazmorra. ¿Te ha quedado claro, noa?

  • Si señor – respondió la cerdita con la vista fija en sus rodillas.

Durante los próximos minutos le explique cuáles eran las normas y durante todo el tiempo que las estuvo escuchando mantuvo las patas abiertas, tal como se le había ordenado. Fue delicioso ver como aquel coño peludo se iba empapando y perlando de flujo todos los pelos que rodeaban su infantil raja. Le explique que a partir del momento que se había quitado la ropa interior, en el baño del ciber café, no tenía permiso para usarla nunca más, a excepción de una braga cuando tuviera la regla y que seria todo lo sexy y provocadora posible, para que cuando se la vieran en el vestuario del instituto o sus padres, les llamara la atención sobre el cambio que había dado. Además y puesto que las tetas eran pequeñas, le explique que no necesitaría sujetador cuando hiciera gimnasia. También le explique que su coño tenia que estar en todo momento libre de pelo y dispuesto para que yo lo follara, así como su ojete y por lo tanto, le aconsejaba que llevara siempre un bote de lubricante en el bolso o en la mochila de clase para poder ponérselo ella misma mientras acudía a mi llamada, ya que yo jamás se lo pondría. Así pues, la lubricación era una responsabilidad suya y si no la cumplía no habría otro culpable de los daños que pudiera tener que ella misma. También la instruí sobre la mejor manera de que cuando la usara por vía rectal no tuviera la falta de educación de mancharme, ya que lo tendría que limpiar con la boca sin excusas.

Le explique que el trabajo de un Amo es moldear a sus esclavas para que se adapten a sus exigencias y cumplan con todo lo que se les ordena, ya que para el dominante no hay mayor placer que poderse sentir orgulloso de sus ejemplares ante otros dueños de esclavas con quien la compartiría o prestaría, según mi voluntad. Le conté que el semen de su Amo era un regalo no se podía desperdiciar. A menos que le ordenara otra cosa, mis corridas serian tragadas en cuanto recibiera la orden de hacerlo, manteniendo hasta entonces mi lefa en su boca.

  • ¿Has entendido las reglas hasta ahora, noa? – le pregunte al ejemplar. No parecía especialmente estúpida, pero el bombardeo de información que estaba recibiendo era importante y quería estar seguro que no se perdía nada.

  • Si Señor.

  • ¿Cuántas leches has tragado hasta ahora? – Empecé a entrar en detalles sobre su uso anterior - ¿Quién se ha corrido en tus agujeros con o sin protección?

  • En la boca me la han echado dos veces a un novio que tuve este verano y me dio tanto asco que la escupí casi al momento, así que no me he tragado ninguna corrida – respondió ella, sin mirarme - Tres o cuatro se me han corrido en el coño, pero con goma. El culo me lo intento follar este novio pero no entro más que la punta, porque me dolía mucho y no se corrió ahí.

  • Bien – dije satisfecho al ver que todavía estaba poco usada - A partir de ahora, el único macho que te tocara serré yo o quien yo diga que lo ha de hacer. Si tienes novio, lo dejaras hoy mismo. Si tienes algún amigo con derecho a roce, lo dejaras. Si tienes alguna amiga que te toque el coño o se lo toques tu a ella, también la dejaras. ¿Queda claro?

  • Si Señor.

  • Yo te follare donde, como y cuando me de la gana. Lo hare siempre a pelo y por lo tanto, del método anticonceptivo es cosa tuya. Me da igual si tomas la pastilla, si te pones un DIU o te tomas la píldora del día después cada vez que me apetezca llenarte el coño de leche – continúe explicando las normas a la cerdita - Cuando llegue el momento, te ordenare que retires los medios y te preñare, pero tranquila, para eso quedan muchos años de entrenamiento y de servicio. Y solo lo hare si te lo ganas.

  • Si Señor.

  • Bien, ahora vamos a ver que tal la chupas primero y luego vamos a quitar esa fea manía de escupir la leche que te meten en la boca – dije entrando en materia - Como te he explicado, a partir de ahora, te la tragaras toda cuando se te mande. Ponte a cuatro patas en el asiento, bájame la cremallera y sácame la polla. Voy a dejar que me demuestres que tal cerda mamadora eres y cuando lo haya visto, te explicare como lo harás a partir de ahora.

  • Si Señor.

Y se puso de rodillas sobre el asiento del coche, dejando su culo expuesto por la ventana. El reflejo en la misma me enseñaba su coño y un ojete igual de peludo que el higo. En ese momento me vino una bocanada de aire con olor a hembra en celo. El olor que te dice cuando un coño esta preparado para que lo follen, pero todavía no se había ganado ese privilegio. Si me satisfacía hoy y se portaba tal como tenia que hacerlo, la montaría pronto. Sus dos agujeros expuestos los veía yo y los veía el abuelote que seguía escondido entre los matorrales, dándole a la zambomba. Podría decir que era una cosa que no había calculado, pero estaría mintiendo y no me gusta.

La niñata que hasta hace poco se llamaba Laura y ahora respondía únicamente a noa (en minúsculas, las esclavas no pueden elevar ni la primera letra de su nombre) me bajo la cremallera y los boxers, no sin cierta dificultad, porque ante la expectativa de una nueva presa, mi polla había reaccionado y se había puesto dura. No del todo, es cierto, pero si lo suficiente como para que le costara sacar mis 20 cm por la bragueta. Cuando lo hizo, empezó a lamer, como si fuera un polo de fresa y a meterse solo el capullo en la boca. Al cabo de tres minutos de la peor mamada que me han dado en mi vida, la hice parar, pero esta vez, en lugar de sentarse en el asiento (eso era para las personas) la hice poner a 4 patas en el espacio destinado a los pies del copiloto. En esa postura, sus incipientes tetas apuntaban al suelo, dejando sus pezones paralelos al mismo.

  • A partir de ahora, ese es tu sitio – la instruí - No te sentaras jamás a mi lado, porque eso significaría que eres mi igual y por supuesto, no lo eres. Cuando alcances el estatus de perra y no se te ordene nada, la postura que has de adoptar será de rodillas, con las palmas de las manos sobre los muslos, giradas hacia arriba y con la espalda recta, lo que permitirá ver bien tus tetas. Pero de momento y como no espero que tengas el adiestramiento suficiente para adquirir una postura refinada, estarás en la posición natural de cualquier animal inferior: a 4 patas ¿Vas asimilando todas las órdenes y almacenándolas en tu cerebro de cerda?

  • Si Señor – respondió con sinceridad - Es mucha cosa pero creo que me acordare de todo.

  • Bien, porque si no lo haces, te corregiré con la fusta. El primer aviso será con diez azotes. Inapelablemente. ¿Te han azotado alguna vez, incluso tus padres?

  • No señor. Mis padres jamás me han pegado y por supuesto que si ellos no lo han hecho, nadie lo ha hecho. Además, no me gusta que me peguen, señor.

  • Perfecto – Aquella niñata se estaba revelando como un verdadero diamante en bruto - Yo lo hare para corregirte o, simplemente, porque me apetezca. Será con una fusta de equitación que tu misma compraras en el Decatlón. Mas tarde te daré una lista de la compra que toda cerda que empieza conmigo ha de hacer. Ahora, hazte una coleta, no me gusta el pelo suelto y en lo sucesivo, cuando nos veamos, te harás una trenza. Es el peinado correcto para que te pueda agarrar por ella como a una cerda y hacer con tu cabeza o con tu cuerpo lo que me parezca oportuno. Luego, vuelve a subir al asiento del copiloto, a cuatro patas y trae la boca sobre mi polla, que te la voy a follar. Te aconsejo que relajes la garganta porque te voy a meter el rabo hasta que los huevos te toquen la barbilla. Si me rascas con los dientes, recibirás un castigo inmediato y cuando este a punto de correrme, te avisare para que te lo tragues todo. Si desperdicias una sola gota, te iras a casa en pelotas, porque te echare del coche de una patada y me llevare tu ropa. ¿Estamos?

La cerda asintió y empezó a hacerse la coleta. Antes de que ocupara su posición, quite el jersey del asiento. Me baje bien los pantalones y los calzoncillos y me puse su camiseta debajo. Sabia que iba a babear como no lo había hecho en su inocente vida y no quería manchar los asientos de mi coche. Cuando estuvo lista, subió como una buena cerda y se quedo con la boca abierta a escasos centímetros de mi rabo.

La agarre de la coleta y baje su boca hasta que toco mi rabo. Una sola orden de “chupa” hizo que empezara a succionar mi polla como una ternerilla el pezón de su madre. La deje hacer un rato, que notara el calor y el gusto de mi polla otra vez, pudiendo salivar y entonces empecé a llevar yo el ritmo. Cada vez más rápido y con las emboladas más profundas. En un par de minutos paso de tragarse solo la punta a mas de la mitad de la polla. La baba empezaba a hacer acto de presencia y junto a ella, los mocos. En una las aspiraciones, cerro mas la boca de lo que debía y con uno de sus dientes rozo mi falo. Fue un contacto mínimo que apenas percibí, pero mi experiencia me dice que si dejas pasar un fallo las cerdas creen que eres débil en lugar de generoso y luego hay que trabajar mas para devolverlas a su redil, así que cumplí con lo prometido: cambien de mano su coleta y con la derecha le solté una hostia en la nalga con una fuerza que la marco como una res y le dejo mi mano señalada. Tal como esperaba, la fuerza del impacto y la sorpresa hicieron que abriera mas la boca para soltar un chillido y fue en ese momento cuando empuje hasta el fondo de su garganta de sumisa mis 20 cm de rabo, que al encontrarse libres de resistencia entraron hasta que note como se contraía su garganta al notar el rabo de su Señor y luchaba por expulsarlo.

Para aquellos que no han tenido nunca el valor de follar una garganta es como si follaras una boca dentro de la boca. Es estrecha y aprieta tanto como un buen ojete con poco uso. Con aquella polla en la garganta, la pequeña noa no podía respirar, al menos de la forma que estaba acostumbrada y empezó a querer toser, creando sus espasmos todavía mas presión sobre la punta de mi rabo. La verdad es que ella lo estaba pasando francamente mal y yo, me divertía. Tras un par de minutos, sus ojos lloraban, su nariz moqueaba y su boca era un torrente de babas, pero en ningún momento intento retirarse. Llegaría lejos esa pequeña cerda…

Cuando vi que la cosa podía empezar a pasar de divertida a peligrosa, saque la polla de su boca, cosa que aprovecho mi pequeña aprendiz para toser como una loca, luchando por respirar entre cada espasmo. Era todo un espectáculo verla con los ojos rojos mientras los mocos y la baba se le juntaban para caerle por la barbilla como gruesos hilos. Su culo mostraba la clarísima silueta de mi mano, señalando la zona exacta donde mi mano había impactado con su culo y que cubría gran parte del cachete. Lleve mi mano a su coño y sentí la satisfacción de encontrarlo empapado. Primero metí un dedo y cuando metía el segundo, note como su chocho se cerraba sobre ellos y empezaba a mojármelos con tanta fuerza que su corrida empezó a resbalar por sus muslos mientras gemía como un animalito herido.

  • noa, eres una zorrita – le dije, acercando mi boca a su oreja - Te ha puesto tan cachonda que te tratara como un agujero, sin ningún respeto, que te has corrido a la que te he metido los dedos. Serás una buena esclava, pero que sea la última vez que te corres sin mi permiso. No soy como otros Amos que niegan el orgasmo a sus animales, pero si que considero que es algo que se ha de ganar y cuando lo hagas, yo he de darte permiso para correrte. Así pues, pagaras una pena y como todavía no tengo la fusta que has de comprar, será de otro tipo. Además, me ayudara a ver hasta que nivel te puedes comprometer en cumplir lo que yo diga.

Ella me miro con cara de extrañeza. Ya se acostumbraría a mi mente pervertida si todo iba como había planeado. Primero le di la orden de limpiarme todo su flujo de los dedos. Una de las normas básicas que cumplen mis sumisas es que aquello que se ensucia, se debe de limpiar. Así que aquella pequeña empezó a chuparme los dedos con cierta torpeza, pero al cabo de poco, me los dejo limpios de todo rastro de su corrida. Luego, le di la orden de no moverse y baje la ventanilla del copiloto. Mi nueva mascota ni se movió cuando el frescor del aire exterior entro en el coche, pero se tenso al escucharme.

  • Abuelo!!! No se asuste! ¿Sigue machacándosela mirándole el culo a la niña o ya se ha corrido? – le chille al hombre mayor que había estado espiándonos tras un seto todo el rato. El pobre hombre dio un brinco y se escondió del todo – No hombre! No se esconda, que me gusta que esta pequeña zorrita ponga las pollas duras. Venga a verla más de cerca, hombre!

Medio incrédulo, el hombre salio de los matorrales. Era un abuelo de unos sesenta y pico años largos, con la típica gorra y la pinta de aquellos que se van a dar una vuelta mientras la mujer se queda en casa haciendo la comida. Recorrió los poco metros que nos separaban sin quitarle la vista a los agujeros de cerda y cuando estuvo al lado del coche levanto la nariz. Él también había captado el olor a hembra en celo de mi proyecto de sierva.

  • Buenas… - saludó educadamente - Pues, la verdad… todavía no. Pero es que me estaba recreando en ese culo. Joder, tiene la edad de mi nieta, pero espero que ella no sea tan puta como esta.

  • Esta es muy puta, como casi todas las de su edad. Y mas que lo puede ser. Así que te recuerda a tu nieta, ¿eh? Seguro que alguna vez le has robado alguna braga para olerlas – el abuelo se puso un poco rojo, pero asintió con la cabeza – pues si quieres oler las de esta zorrita, las tienes sobre el coche de al lado. De echo, si quieres quedártelas, son todas tuyas, que después de hoy esta no usara nunca mas.

Antes de que terminara la frase, el hombre ya estaba dando la vuelta a mi coche y mientras se guardaba el sujetador en el bolsillo de la chaqueta, olía con verdadera pasión el trozo que correspondía a la entrepierna de quien antes fue Laura.

  • Lastima que estuvieran al sol todo este rato. Se ha secado y ya no huele tanto – jugo una buena carta el abuelo.

  • No se preocupe, jefe – Las ideas saltaban en mi mente a la velocidad del rayo - venga, de la vuelta, que le doy permiso para frotarlas contra el coño de su “nieta” para mojarlas bien. Además, se acaba de correr la muy cerda y esta empapada.

Y el abuelo, volvió a dar la vuelta al coche y metiendo la mano empezó a frotar el coño de noa, que seguía en la misma posición, obedeciendo fielmente mis órdenes y ofreciendo sus dos agujeros a un extraño. Entre que el abuelo sabia donde frotar y que laura estaba hiperexcitada, no pasaron dos minutos hasta que escuche su vocecilla pidiendo permiso para correrse de nuevo.

  • No putita, no tienes permiso – le dije, negándole tan ansiado orgasmo - Te correrás únicamente cuando yo te de permiso y jamás te lo daré antes de que lo hagan todos los  presentes y como veras, el caballero que tan bien te esta frotando el coño todavía no ha soltado la leche. Ahora, piensa… ¿Qué has de hacer?

  • Yo… ¿Hacer que se corra? – Especulo aquella niñata, haciendo trabajar la poca sangre que tenía en el cerebro y no le había bajado al coño, donde un orgasmo clamaba por estallar - ¿Pero… como?

  • Muy bien! Me gustan las perras listas – le dije volviéndole a acariciar la cabeza - Eso disminuye los castigos que te tendré que imponer para corregirte. Me da igual la manera, pero tus agujeros inferiores son de uso exclusivo mío y de quien yo diga. Ahora, dile al caballero si quiere que le saques la leche y hazlo sin usar tus peludos agujeros.

El pequeño proyecto de sumisa que tenia en mi coche, únicamente giro la cabeza y fue en aquel momento que se vieron por primera vez las caras. Vi como la cerda se quedaba blanca y el abuelo abría los ojos de forma desmesurada mientras se le congelaba el movimiento de masturbarla. Sin duda se conocían y pronto salí de dudas.

  • Laura!!! Pero… desde cuando eres… tan puta? – Dijo aquel abuelo. Por un momento temí que se fuera todo a hacer puñetas por esa casualidad, pero de repente, el abuelo, volvió a agitar la mano y empezó a frotándole el higo peludo a mi cerdita con furia – eres una puta. Comiéndole la polla a este tío en el parking mientras que a tus vecinos no nos haces ni caso!

  • Don Luis, no diga nada, por favor!!! – Suplico la niñata - Yo… es que… me gusta que me traten así y… joder, como frota usted, uffff.  Pare, por favor, que me va a hacer correr y me van a castigar otra vez!

  • Vaya por dios! ¿Así que la niñata es vecinita suya, abuelo? – Pregunte con una sonrisa en la boca. Aquel era un dato inesperado pero muy morboso.

  • Es vecina de la escalera de delante! – Respondió Luis con un tono de voz alto, pero sin dejar de frotar a mi nuevo juguete - Alguna vez he visto como se cambiaba de ropa sin cerrar las persianas! Se ve que a la muy puta le gusta que la miren. Además, va a la misma clase que mi nieta. Como la vicies te mato a palos! – le decía el abuelo mientras empezaba a frotar de forma brutal el coño de la joven cerda.

noa estaba a punto de correrse, pero sabía que si lo hacia, seria duramente castigada, así que sorprendiéndonos gratamente a todos, saco fuerzas de donde pudo y dijo: “ Don Luis! Deje que le coma la polla y córrase antes que yo o mi señor me castigara y no me gusta que me peguen!”

  • Hija de puta! Cerda! – Insulto el sexagenario a la compañera de clase de su nieta - ¿Quieres comerme la polla para que me corra antes que tu? Pues baja, cacho de puta y sácame la leche!!!

El abuelo estaba totalmente fuera de si. No se si era por el hecho de conocer a Laurita, por que era su vecina, la compañera de clase de su nieta o porque en realidad, el abuelo quería follarse a la hija de su hija. Supongo que fue una mezcla de todo pero todavía mi cerda no se había dado la vuelta que ya estaba la puerta del coche abierta y el abuelo cebolleta con la polla en ristre con una erección más que respetable para alguien de su edad

Mi sumisa se bajo del asiento para equilibrar la diferencia de alturas y se metió la polla de aquel sexagenario en la boca con el mismo ansia con la que devora un trozo de pan un famélico de días. Había estado muy cerca del orgasmo e intentaba distraer su atención comiéndose aquella polla peluda y que seguro, no olía nada bien. El que si que estaba oliendo bien era el abuelo. Se había llevado las bragas empapadas de Laura a la nariz y mientras la insultaba a placer, llamándole de todo (incluso por el nombre de su nieta un par de veces) olía con devoción la prenda interior y con la otra mano le tiraba de los pezones a la cerdita.

  • Chupa, Carlota! – Decía con los ojos cerrados y la cabeza echada para atrás - Hija de puta! Eres tan cerda como tu puta madre! Cómele la polla a tu abuelo y trágatelo todo, golfa!!! Ah!!! Me corro!!!

Y en el último segundo, cuando vi que el abuelo iba a soltar su carga, di un tirón a la coleta de mi cerda e hice que se la sacara de la boca. Justo en ese momento, los huevos del abuelo apretaron y soltó un lechazo espeso como la nata, que impacto contra la cara de mi aprendiz. Y un segundo y un tercero que impactaron sobre la boca y las tetas, respectivamente mientras el viejo chillaba como un animal malherido.

  • muy bien, putita – felicite a mi aprendiz mientras el abuelo seguía soltando semen sobre ella - Has de tener iniciativa, pero la lefa de otro macho que no sea yo, no la recibirás en tus agujeros a menos que te lo mande. Y a menos que te ordene lo contrario, la recibirás en la cara. Todo semen que te tragues será porque yo te lo he mandado. Ahora, agradécele a tu vecino que te haya lecheado la puta cara y pídele que si quiere, te haga correr como una buena cerdita.

  • Don Luis, gracias por haberse corrido en mi puta cara – Le agradeció la niñata a su vecino - ¿Sería tan amable de hacerme correr, por favor?

  • Que puta eres, Laura. Si tu madre supiera lo cerda que eres, seguro que te daba una paliza – le amenazo

  • Si. Seguro – dije con condescendencia - Pero es mi puta y como tal, he de defenderla e impedir que nadie le diga nada de sus… aficiones a su familia, porque de lo contrario, me enfadaría mucho y no me quedaría otra opción que enseñar a su mujer y a su hija el video que le he hecho mientras le comía la polla su vecinita a la vez que usted le llamaba por el nombre de su nieta. Estoy seguro que ni una ni la otra lo llegaría a entender jamás…

El abuelete se quedo blanco. No se había percatado que mientras él tenía el rabo dentro de la boca de noa, llamándola de todo con el nombre de su nieta, yo había sacado el teléfono y había grabado toda la escena.

  • No se preocupe, hombre – rebaje la tensión con una sonrisa y un tono relajado - Si usted sabe guardar un secreto, yo también. Además, estoy seguro que mi cerda encontrara una excusa para verle una vez cada semana y vaciarle los huevos en agradecimiento por su silencio. ¿Verdad noa que le vaciaras los huevos una vez por semana a Don Luis?

  • Si Señor. Lo que usted mande – respondió sumisa ella.

  • ¿Ve, don Luis? Creo que tenemos un trato. Laurita le vacía los huevos una vez por semana, el día que quiera o le vaya mejor en agradecimiento a su silencio y usted, como buen caballero, únicamente ha de hacer que se corra un par de veces como la cerda viciosa que es. Le dejo que elija la forma, pero no podrá follarla con la polla a menos que cuente con mi expreso permiso. Puede meterle los dedos, frotarle el clítoris o introducirle algún objeto en forma fálica que no supere los dos dedos de diámetro ¿Qué le parece? – Luis cabeceo. No se creía que a partir de entonces tendría una boca joven que le vaciaría los huevos semanalmente – Perfecto entonces. Ahora… ¿Le importaría hacer que mi perra se corra? Se esta haciendo tarde y todavía queda mucho que hacer.

A Luis le volvió el color, recupero la sonrisa y con ella en la boca, se agacho ligeramente y metiéndole un par de dedos hizo que laura se corriera en menos de un minuto, resoplando como una tetera mientras se le escurrían los gruesos chorretones de la corrida del abuelete por la cara y las tetas. Cuando terminaron los espasmos, se volvió a quedar quieta, a cuatro patas y procurando volver a una respiración normal.

  • Tú y yo, lo vamos a pasar muy bien a partir de ahora – le dijo a mi aprendiz aquel caballero - Durante toda la semana voy a espiar a mi nieta y tú, serás la encargada de liberar la leche que ella me provoca mientras huelo una de sus bragas usadas. Te espero el lunes a las seis aquí – y dirigiéndose a mi, me dijo – creo que usted y yo, caballero, seremos buenos amigos.

Y sin decir nada mas, como los buenos actores del cine de antes, se dio la vuelta y se marcho, con el sujetador de laura en el bolsillo y sus empapadas bragas en la mano, para irlas oliendo por el camino y admirando alguno de los pelos rizados que habían quedado presos en ellas.

Tenía mucho futuro esa pequeña niñata de pelo rizado. Ahora, con casi toda la leche escurrida de su cara y sus tetas, se concentraba en sus muslos y en sus manos. Mire el reloj. Una hora antes, esa cría acababa de salir del instituto y ahora, se encontraba en el coche de un desconocido, desnuda y con restos de leche por todo su todavía no desarrollado cuerpo. Tenia pero que mucho futuro. Solo tenia que progresar adecuadamente.

  • noa, ¿tienes papel y bolígrafo en tu mochila? -  ella asintió, sin decir nada – bien, pues sácalos y de rodillas apunta la siguiente lista que te voy a decir y que son elementos que has de comprar antes de nuestro próximo encuentro. ¿Qué actividades extras haces y que días?

noa me explico que iba al gimnasio un par de horas dos veces por semana, quedándose una hora y poco extra los viernes ya que se quedaba con las amigas a tomar algo al salir y que además, hacia patinaje otros dos. Lo que la dejaba solo con el miércoles libre ya que el domingo lo solía tener ocupado con las competiciones de patinaje y el sábado, en familia.

  • Bien… vas a empezar a ir solo un día al gimnasio. Concretamente, lo martes De momento el patinaje lo seguirás haciendo porque quiero que estés flexible. Así pues, lunes, martes y jueves no nos podremos ver, pero miércoles y viernes, nos veremos para profundizar en tu adiestramiento. También los días que tengas excursión con el instituto, simplemente, no iras. Le dirás a tus padres que tienes una excursión, saldrás a la hora que te toque, pero no te presentaras a clase y vendrás para seguir recibiendo adiestramiento – le dije empezando a ordenar su agenda.

Por supuesto, le dije que a partir de ya, tenía que cumplir unas  normas de higiene intima estrictas. No me gustaba en absoluto el pelo en el coño ni en el ojete, así que lo primero que tenía que hacer era localizar una estaticen para que le hiciera el laser en sus dos agujeros, pero claro, quería que lo grabara, así que se las tendría que ingeniar para que la que se lo hiciera (me daba igual si era tío o tía, pero no se lo dije) tenía que dejarle grabar la situación.

Otra de las normas que tenía que cumplir esa que, excepto que tuviera la regla, tenía que llevar unas bolas chinas puestas permanentemente. No tanto para que fuera empapada todo el día y se fuera corriendo si no para desarrollar la musculatura de su coño y poder chuparme la polla con él cuando yo se lo ordenara.

En cuanto a los otros objetos que tenía que llevar encima, siempre, eran un enema de acción rápida, para preparar su culo antes de quedar conmigo y vaciarlo de mierda para no ensuciarme la polla cuando la enculara, lubricante del tipo que quisiera y que tendría que aplicarse ella antes de acudir a mi lado, cuatro pinzas de la ropa, que posteriormente serian sustituidas por pinzas BDSM y por supuesto, preservativos. Un Amo no sabe nunca cuando va a ceder  su perra y esta ha de estar preparada para esa contingencia.

  • Bien, noa... ¿A qué hora sueles llegar a casa después del instituto? No quiero que tus padres se den cuenta de que has cambiado los horarios.

  • Pues depende, Señor. A veces llego en media hora o a veces, si me quedo en la biblioteca, puedo tardar dos o tres horas. No tengo una hora fija de llegada los miércoles como hoy, pero suelo llegar sobre las ocho o así. Cuando voy a patinaje o al gimnasio, no tardo más de media hora porque tengo que recoger la ropa de deporte e ir para allí y al salir, vuelvo a casa a ducharme.

  • Bien… hoy llegaras un poco mas tarde. ¿Hablas por WhatsApp con tus padres o solo por teléfono?

  • Por Whats, Señor. Es más efectivo porque cuando trabajan no pueden contestar al teléfono.

-¿Qué horarios hacen tus padres y en que trabajan, cerda? – Los datos personales de la gente que vive con las cerdas a mi servicio siempre son de sumo interés.

  • Mi padre es contable en una empresa y mi madre secretaria en la misma. Trabajan todos los días de nueve de la mañana a siete de la tarde, con una hora para comer, pero siempre se quedan a comer allí, porque está en medio de Barcelona y tardan más de media hora en ir o volver en metro.

  • Bien. Son las seis. Diles a tus padres que llegaras sobre las ocho y media. – le dije, poniendo mis horarios sobre los suyos - Aprovecharemos para ir a comprar parte de lo que llevaras siempre encima. Y cuando digo siempre, es siempre. Antes te dejaras el teléfono o el bolso que estos objetos.

  • Si señor

Tal como estábamos, yo con la polla todavía lista para vaciar los huevos y ella en pelotas, arranque el coche en dirección al centro comercial de Las Arenas, un centro comercial cercano al aparcamiento. Aparque el coche en el nivel inferior. Teníamos muy pocos coches alrededor, ya que al ser un día entre semana, la afluencia al centro comercial era más bien escasa.

  • cerda, dame el pantalón. Voy a hacerle una modificación.

noa me dio la prenda y con una navaja que llevaba en la guantera corte las costuras internas del mismo, convirtiendo su pantalón corto en una falda con un amplio tajo por el que casi se le veía el coño. Afortunadamente, la camiseta le taparía su peludo higo a menos que se le ordenara que lo levantara.

  • A partir de hoy, solo llevaras faldas – Instruí a la aprendiz - Y como máximo te llegaran cuatro dedos por encima de la rodilla. Quiero que tus agujeros estén disponibles para mí siempre que me dé la gana. Todas ellas te permitirán separar las rodillas un mínimo de un palmo que es tal como las tendrás si decido hacerte parecer humana y comparto silla en algún bar contigo.

  • Si Señor.

  • Muy bien, noa, ahora saldrás del coche y te vestirás fuera. Nunca que estés ante mi has de llevar nada de ropa a menos que yo te lo diga, incluido dentro del coche, así que antes de subir te quitaras la ropa y solo después de bajar, te la pondrás ¿Has comprendido, noa?

  • Si Señor.

Barcelona es una zona que queda apartada de donde vivo y por lo tanto, me brinda cierto anonimato. Al bajar del coche y tras ponerse la ropa mi nueva mascota, nos dirigimos hacia el supermercado Mercadona que se encuentra en la planta baja del centro comercial. Es un sitio grande, anónimo y donde se podrían comprar algunas de las cosas que precisaba noa. Así pues, en la lista había unas tijeras, bandas de cera fría, colutorio bucal, un tarro de Nívea y unas pinzas de madera para la ropa. Conseguir eso sin un poco de morbo hubiera resultado realmente fácil, así que cada vez que me apetecía, hacia que noa se agachara sin doblar las rodillas para que los que estuvieran detrás le vieran su peludo higo gracias al desastre en el que se había convertido su pantalón o hacia que se estirara, para que le vieran el culo. Cuando aquello empezó a convertirse en un espectáculo demasiado llamativo debido a que se había corrido la voz que una cría iba enseñándolo todo por el local, le hice ir hacia las cajas para pagar la compra y salir de allí.

  • Bien, noa – le dije mientras íbamos por uno de los pasillos del centro comercial con las bolsas cargadas por ella, por supuesto – ahora subiremos a la cuarta planta, tu delante mío, a unos metros y solo para que subas en las escaleras mecánicas y que todo aquel que esté atento, pueda ver tu peludo coño. Cuando estés en ellas, separaras las piernas y quiero que dejes un par de palmos entre tus pies ¿Queda claro?

  • Si Señor

  • Y si alguien te dice algo, le sonreirás, le saludaras y harás lo posible para que te vea mejor el chocho peludo que tienes.

  • Si Señor

Tal como había imaginado, el simple hecho de subir por las escaleras, dejaba a la vista parte de su trasero y parte de la pelambrera que llevaba ahí abajo y hubo gente que se fijo en ella, si bien, lamentablemente, nadie le dijo nada. Afortunadamente, las opciones voyeur de este centro comercial son enormes, debido a sus pasarelas de cristal, así pues, cuando llegamos arriba del todo, hice que se paseara sobre una plataforma elevada de cristal. Desde la calle, si uno mira hacia arriba, se le veía el matojo a la aprendiza y me consta que algunos turistas tiraron de zoom para sacar una buena vista del conejo volador. Terminada la sesión en la azotea, bajamos por el mismo camino, pero esta vez, un grupo de adolescentes se dio cuenta y se las ingeniaron para bajar las cuatro plantas delante suyo. Los chavales, algo mayores que ella, se ponían delante en la escalera mecánica y dejaban unos metros entre Laura y ellos. Incluso alguno de ellos se agacho para mirarle descaradamente el coño mientras ella, siguiendo mis órdenes, les sonreía. Al llegar a la planta 0 uno de ellos se dirigió hacia ella.

  • oye, tía – le entro el chaval, pensando que iba sola - Si buscas polla, vamos a los WC y ahí te la damos.

  • Gracias por el ofrecimiento, chicos – le dije yo, llegando unos momentos después de que Laura recibiera la oferta, agarrándola por la cadera – pero noa todavía no está preparada para que la uséis, pero si el mes que viene os sigue apeteciendo, venir a este mismo punto,  a las siete. Ella os esperara.

  • ¿Quieres decir que vas a dejar que nos follemos a tu hija? – Me pregunto el más espabilado de ellos.

  • No es mi hija, chaval – le dije con una sonrisa – es mi cerda. Y yo no he dicho nada de follar, solo que os la dejare usarla – y dejándolos con cara de pasmados, nos marchamos de allí.

Cuando montamos en el ascensor que nos llevaba al aparcamiento le metí otra vez los dedos y antes de penetrarla con ellos, ya note la humedad de su entrepierna. Aquella cerdita disfrutaba siendo exhibida y humillada. Pese a ser ligeramente mayor, estaba seguro que se portaría fantásticamente bien con las integrantes de la piara.

  • ¿Te gusta lo que estás viviendo cerda? – noa asintió. Estaba concentrada en ignorar el placer que le estaba dando al mover los dedos en el interior de su coño seminuevo.

El descenso hasta el tercer semisótano fue para ella una excursión interminable. Se mordía el labio intentando por todos los medios no correrse. Me complació su compromiso y cuando el ascensor abrió las puertas en un desértico hall, le di permiso para que se corriera. Ella me miro y mientras se agarraba a mi cuello, dejo de retener su orgasmo, que se manifestó en un largo y oloroso squirt, que dejo un importante charco en el suelo del ascensor, a la vez que empapaba sus muslos.

  • Ooooohhhhhh – exclamo noa mientras intentaba no caer al suelo cuando le fallaron las rodillas – Señor… ha… ha hecho que me mee…

  • ¿Mearte? No, pequeña puta – le conteste con una sonrisa en la cara – lo que acabas de hacer es un squirt. Una forma de eyaculación femenina que se consigue tocando como lo he hecho – ella me miraba asombrada – y si no lo conocías, significa que ha sido tu primera vez ¿Cierto?

Ella asintió. Su cuerpo acababa de descubrir un nuevo placer al que pronto se haría adicta.

Con los dedos empapados de su reciente corrida hice fuerza en su ojete. Al principio, aquel agujero se resistió a aceptar la penetración. Siempre era divertido recordar aquellos momentos para el futuro. Como un agujero que ejercía tanta presión en su día se puede convertir en un segundo coño tragón con horas de adiestramiento. noa me miraba con el gesto contraído. Aquel “visitante” estaba en una zona a la que no había dado acceso a nadie y que hasta el momento había sido solo de una vía: la de salida.

Yo sonreí y le solté una sonora torta, que la pillo totalmente desprevenida. La sorpresa surtió efecto y la presión ejercida por la musculatura rectal se relajo por un instante, lo que me permitió introducir de golpe todo el dedo índice en su ojete. Aquel objeto extraño en una vía que nadie había utilizado la pillo por sorpresa. Se le corto la respiración y abrió muchísimo los ojos. Mi sonrisa se ensancho y girando mi mano sobre la muñeca introduje otra vez mi dedo medio y el anular en su empapado coño.

Su cara, mezcla de asombro, dolor y excitación lo decía todo. Estaba en una zona a la que antes jamás había llegado y le encantaba, así que empecé a bombear suavemente. El lubricado deslizamiento de los dos dedos que trabajaban su coño contrastaba con el que sentía el que lo hacía en su ojete. Por fortuna, estaba bien lubricado y el flujo extra que aportaban con cada envestida los que estaban en lo más profundo de su coño hizo el trabajo mucho más liviano.

Cuando escuche que la puerta del ascensor se empezaba a cerrar, puse el pie en su camino e impedí que terminara su recorrido. No me apetecía que se abrieran las puertas para que alguien accediera al elevador y encontrase a una niñata con el pantalón cortado mientras estaba recibiendo un par de dedos en su peludo coño y otro en el ojete. Por otra parte, tampoco era plan retener el ascensor ahí por tiempo indeterminado, así que acelere el ritmo de la introducción de dedos y tal como esperaba, en poco más de dos minutos la cerda se volvía a correr. Y esta vez mientras le taladraban el culo.

Fue un orgasmo intenso. De los que le hicieron soltar otro buen chorro de flujo a la cerda. Pero esta vez, a diferencia del anterior, se corrió sin pedir permiso. El placer, la sorpresa y el dolor habían nublado su razón y había descubierto lo que, para toda sumisa, se conoce como “un viaje”. Su voluntad se había derretido como mantequilla en una sartén y únicamente experimentaba placer. Puro e intenso placer inundaba su mente y no quería otra cosa que mas y mas.

Lamentablemente para ella, había tenido el ascensor demasiado tiempo parado y era hora de volver a la realidad, así que retire poco a poco los dedos de sus cavidades y cuando los saque del todo fue como si la volvieran a conectar. noa dejo de poner los ojos en blanco y recupero parte de la fuerza de sus piernas, lo que hizo que no la tuviera que aguantar para que no cayera de rodillas sobre el charco que ella misma había formado a sus pies.

  • Vamos. Sal del ascensor, cerda – le ordene, como si tuviera la culpa de estar allí, regresando de un viaje interestelar – hay gente que quiere usarlo.

Ella se movió con paso vacilante y consiguió salir del aparato. Por sus piernas escurría un manantial de flujo hasta llegar a sus zapatillas de tela. Acababa de experimentar el segundo squirt de su vida y esta vez iba acompañado de una extraña sensación, como si estuviera yendo al baño una y otra vez después de tiempo sin haber podido hacer de vientre.

Lamentablemente para ella, esa misma sensación había manchado mis dedos. Dos de flujo oloroso y otro de… algo también oloroso. Pese a ello, todo tiene solución y en algún rincón de su mente algo le gritaba que tenía que limpiar el desaguisado, así que agarrándome la mano, se la llevo a la boca y chupo los dedos en su conjunto. Fue una buena elección, ya que si lo hubiera hecho uno por uno habría notado que uno de ellos sabia, literalmente a mierda.

Cuando termino su obligación susurro una sola palabra “perdón”. Tanto ella como yo sabíamos que con aquello no bastaba, así que tras regresar al coche y hacer que se enjuagara la boca con el colutorio para quitarle el mal olor, le ordene que se desnudara y se quedara agarrándose los tobillos al lado del vehículo sin doblar sus rodillas. La cerda sabía lo que le esperaba y se preparo mentalmente para ello mientras veía como me quitaba sin prisas mi cinturón de cuero y me ponía detrás suyo.

  • Quiero que los cuentes, cerda – ordene a la aprendiza – lo primero que dirás es “Señor”, seguido del numero del azote y otra vez “Señor”. Luego, agradecerás que malgaste mí tiempo con una inútil como tú ¿has comprendido, cerda? - Ella asintió y sin más dilación mi cinturón restallo en el silencio del aparcamiento, mordiendo su desnudo culo. Era la primera vez que la azotaban y la reacción fue la esperada: soltó un chillido y las lágrimas acudieron a sus ojos de forma casi inmediata – Mal, cerda. Eso no es lo que te he pedido. Otra vez!

Pese a mis advertencias y requerimientos, no fue hasta la sexta vez que mi cuero lamia sus nalgas que aquella cerda lo entendió y empezó a hacerlo bien

  • Señor. Uno, Señor! – dijo noa mordiéndose el labio inferior para no gritar – Gracias por corregir y perder su tiempo con una inútil como yo, señor

  • Ahora parece que lo has entendido. Perfecto. Sigamos… - le dije mientras hacía restallar mi cinturón por séptima vez sobre el expuesto culo de noa, que lo volvió a encajar sin quejarse y lo contó correctamente como el segundo que seguía la guía que le había dado.

Diez azotes después (dieciséis en total) el culo de noa estaba rojo y surcado de marcas. No había sido un castigo fuerte ni contundente. Era una pequeña toma de contacto, pero tenía que ser suficientemente adecuada para que viera lo que le esperaba si no era capaz de obedecer.

Tras el castigo, observe sus nalgas con ojo experto. No le iban a quedar señales más allá de los dos o tres días. Había sido bueno y para el fin de semana podría sentarse perfectamente en la mesa familiar sin poner cara de molestia. Ni tan siquiera por el último, que impacto de lleno en su muslo y con la punta, justo en los labios vaginales, lo que casi provoca un chillido y que hubiéramos tenido que empezar de nuevo el conteo.

Luego, la hice subir a mi vehículo y nos volvimos a poner en marcha. Sus ojos, fijos en el piso del coche estaban empañados de lágrimas. Pese a todo, se mantenía firme y seguía la indicación de cómo ponerse y cómo comportarse.

Mientras nos dirigíamos a nuestro siguiente destino, acaricie la cabeza del animal y le pregunte si le estaba resultando muy duro. Para mi satisfacción me contesto que la que había tenido la culpa era ella, por no cumplir con las ordenes y que como era así de limitada, lo tenía en cuenta y procuraría mejorar rápidamente.

Aquella contestación me agrado tanto que decidí bonificarla dejándole catar otra vez mi polla, así que en uno de los semáforos que encontré en rojo, tras sacármela por la bragueta, la agarre del pelo y le folle la boca provocándole aquellas arcadas que tanto me habían gustado. Por fortuna, mi suburban queda más elevado que la mayoría de los vehículos que me rodeaban y excepto el conductor de un vehículo de reparto, que quedo totalmente pillado con la follada de garganta que le estaba dando a noa, nadie más pudo vernos. Cuando se semáforo se puso en verde, en lugar de empujarle por el pelo hacia abajo, para que tragara mas polla, me limite a tirar de él y con un empujón, la devolví a su sitio, con toda la cara llena de babas y la respiración entrecortada.

Apenas cinco minutos después, encontré un sitio donde estacionar en la calle Casanova, escasos veinte metros del lugar donde noa efectuaría sus próximas compras. Puesto que nos encontrábamos en plena ciudad y en una hora todavía con bastante gente en la calle, como excepción deje que la cerda se vistiera dentro del coche. Una vez casi decente, si no fuera por la tremenda raja que tenía en el pantalón, le di sus nuevas instrucciones.

  • Bien, cerda. Aquí tienes doscientos euros – le dije mientras le entregaba el dinero a noa, recién salido de mi cartera – quiero que vayas hasta el numero 43 y entres en la tienda que allí hay. Compra unas bolas chinas y un plug anal metálico con cristal. Y si hay probador, quiero que te las pongas

La cerda tenía los ojos abiertos como platos. En su vida había entrado en una tienda de objetos sexuales, seguramente porque todavía o tenia la edad para hacerlo, pero estaba decidida a obedecer las órdenes, así que cogió el dinero y bajo del coche, dirigiéndose al sex shop mientras miraba hacia todos lados.

Quince minutos después de entrar, cuando estaba casi a punto de bajar a buscarla, la vi salir de la tienda. Caminaba de una forma divertida, con las piernas arqueadas, como si estuviera montando en una bicicleta invisible. Recorrió los escasos metros que había entre la tienda y el coche y entro en él, todo bajo la atenta mirada de un hombre maduro que había salido justo después que ella para ver como movía el culo por la acera mientras se llevaba algo a la altura de la cara. Tras entrar en el coche noa me tendió el cambio y se desnudo otra vez, adoptando la postura  de cerda a cuatro patas.

  • Puesto que solo me has dado el dinero, entiendo que llevas puesto lo que te he ordenado comprar – noa asintió – bien… veamos qué es lo que has comprado. Sácatelo, límpialo con la boca, muéstramelo para examen y vuelve a colocarlo.

La aprendiz, tras un casi inaudible “sí, Señor” rodeo su nalga derecha con el brazo y tras un par de caras de sufrimiento extrajo el plug metálico que le había ordenado comprar. Era mayor de lo que me esperaba ya que pese a no tener un diámetro mayor que un dedo poseía una longitud de unos doce centímetros y como había sucedido con mi dedo, no estaba limpio cuando salió a la luz, así que mientras noa se metía aquello en la boca, le vinieron un par de potentes arcadas que controlo a la perfección, puesto que de otra forma, habría acabado desnuda en la acera del empujón que le habría dado para evitar que siguiera vomitando en el interior del coche.

Tras darle un par de vueltas en el interior de su boca, la sumisa me lo tendió para que lo examinara. Tal como se le había ordenado era un objeto metálico alargado, con tres protuberancias que hacían el efecto de ser tres bolas unidas por uno de los extremos y  con un cristal de color morado tallado en forma de diamante en el extremo que quedaba fuera de la cavidad anal. Lo examine en silencio y tras darme mi visto bueno, la cerda lo volvió a meter en la boca para lubricarlo bien y se lo introdujo no sin poner las caras de dolor que tan cómicas me resultaban. Luego, llevo su mano derecha al frondoso coño del que era propietaria y tras rebuscar unos segundos, tiro de una argolla de látex que estaba unida a dos óvalos de aproximadamente unos cuatro centímetros de diámetro. El artilugio salió totalmente empapado en un flujo blanco y espeso, producto de la excitación de aquella pequeña viciosa que tenia a mis pies. Tras mirarlo por un segundo se las metió en la boca y las chupo a conciencia hasta dejarlas perfectamente limpias antes de mostrármelas. Aquel artilugio, a diferencia del anterior era de suave silicona y ambas formas estaban unidas por unas bandas de látex que se unían a la argolla extractora en una de las puntas. Tras comprobar que era de mi agrado le volví a indicar que se las podía volver a introducir mientras me contaba cómo es que había tardado tanto en efectuar la compra si no había nadie en el local.

  • Es cierto que no había nadie en el sex shop, Señor, pero es que ha sido un poco… violento – dijo noa mirando al suelo – el dueño del local primero me ha dicho que no podía estar allí dentro, que no quería problemas y ha querido echarme, pero cuando le he dicho que quería comprar unas bolas chinas y un plug anal ha accedido y me ha mostrado lo que tenía en su stock. Me ha enseñado unos cuantos modelos y me ha dicho que si quería comprárselo, tendría que llevarme las bolas que quisiera, pero el plug anal lo decidiría él. Así pues, al contarle que todavía era virgen del culo me ha dicho que lo que me tenía que llevar era ese ya que me lo iría ensanchando sin problemas. En cuanto a las bolas chinas – siguió con su relato la cerdita – me ha aconsejado este modelo porque cuando me ha dicho si lubricaba mucho y le he dicho que si, me ha dicho que más pequeñas se me caerían.

  • Todo un profesional – le dije a mi cerda mientras jugueteaba con sus pezones, tirando de ellos – Respóndeme a dos preguntas, cerda… donde te has metido los juguetes y porque has elegido ese orden para mostrármelos.

  • Amo… cuando iba a pagar, me ha preguntado si me los envolvía y cuando le he contestado que si tenía probador, me los llevaría puestos ha sonreído y ha dicho que probador no tenia, pero que la trastienda estaba a mi disposición, así que hemos ido allí y me ha preguntado si estaba cachonda. Cuando le he dicho que si, me ha aconsejado que metiera primero el plug anal en mi coño y luego lo introdujera en el ojete, porque si no, se me iba a cerrar y no pondría hacerlo – yo asentí y ella siguió con su relato – así lo he hecho, pero muerta de vergüenza porque él estaba en la puerta. Primero ha puesto cara de sorpresa cuando he levantado la camiseta y ha visto como llevo los pantalones, pero después ha estado mirando como lo hacía y viendo las caras que ponía. Cuando por fin ha entrado todo, me he metido en el coño las bolas que me había dado y me ha preguntado qué tal y… - noa se cayó, roja de vergüenza otra vez. Con un gesto de la mano le ordene que siguiera – pues resulta que se me caían, Señor. Estoy tan lubricada que se me escapaban. Entonces ha ido a buscar otras del mismo modelo, pero más gordas y antes de que me pudiera dar cuenta, estaba tirando de las pequeñas para sacármelas y en un santiamén, me ha puesto las que llevo. Lo ha hecho tan rápido que me ha tirado de los pelos y creo que me ha arrancado alguno.

Con esta información y la imagen de aquel hombre llevándose algo a la altura de la cara resolví fácilmente el misterio: lo que se llevaba a la altura de la nariz eran las bolas chinas acabadas de salir del coño de la cerdita y que a buen seguro se había quedado para sí mismo.

  • En cuanto al orden… lo hice porque prefería tener el sabor de mi flujo en la boca que el de mi mierda y sabia que si me comía primero el del coño y luego el del culo, sería así – aquella respuesta me gusto. Demostraba que la cerda de noa pensaba ordenadamente.

Mire el reloj. Marcaba casi las 20 horas. Quedaba media hora para que cenicienta tuviera que estar en casa, así que conduje el coche hasta el mismo aparcamiento donde nos habíamos visto por primera vez, al lado del aparcamiento de Aguas de Barcelona, pero mientras tanto, le di permiso a noa para que se masturbara. En los apenas 13 minutos de trayecto que tuvimos aquella pequeña cerda se corrió cuatro veces, dejando la camiseta que tenía entre sus piernas totalmente empapada de su propio flujo. Cuando llegamos hice que la cerda me volviera a bajar los pantalones y tras colocarse de rodillas en el asiento del copiloto, le ordene lamerme los huevos para hacer una buena carga de semen y mientras me ponía sus destrozados pantalones debajo del culo, le conmine a que volviera a relajar la garganta para poder follársela a placer.

Fue una follada bucal dura y sin medias tintas. Cuando aquella niñata se metió mi polla en la boca la agarre del cabello y le folle la garganta sin miramientos. Con cada envestida su nariz tocaba mi ingle y mi capullo notaba su garganta dilatarse al entrar y contraerse al salir, lo que provocaba el típico sonido de “glo, glo” tan famoso en las películas porno. Medio minuto después, mis cojones estaban empapados de su saliva, que resbalaba hasta sus pantalones que ejercían el papel de cortafuegos para que no fuera a parar a la tapicería de mi vehículo, mucho más valiosa que ella.

  • Atenta, cerda – le avise notando que estaba a punto de descargar toda mi carga en aquella boca – no quiero que pierdas una puta gota

Y diciéndole esto, la agarre por la nuca y la apreté con fuerza contra mi polla. Mi capullo se dilato en su garganta, ocupando más espacio del que estaba acostumbrada a tolerar y de repente la criaja noto un torrente de semen caliente deslizándose por su garganta. Para ella, que ya había confesado que no le gustaba el sabor del semen fue una ventaja no tener papilas gustativas en la garganta, ya que así no noto a que sabía todo el abundante liquido que se abría paso hacia su estomago.

Durante todo el minuto que tarde en vaciarme dentro de aquella cerdita, la que todos conocían como Laura había tenido la espalda tensa y los brazos extendidos, con los puños cerrados mientras tragaba descarga tras descarga de mi ardiente esperma. Un esperma que ocupaba el único espacio disponible para que pudiera respirar y por lo tanto, estuvo durante un largo minuto en apnea forzada, con el transito ocupado por mis 20 cm de carne.

Una vez termine de correrme y tras comprobar que aquella niñata no perdía ni una sola gota de mi regalo, tire del pelo para que pudiera recuperar su función respiratoria. Sorprendente para mí, tras la primera bocanada de aire me pidió permiso para correrse de una forma que denotaba desesperación. Sabía que si lo hacía en el coche, lo llenaría de flujo, así que le di permiso siempre y cuando se bajara del mismo.

Aquella pequeña cerda bajo de un salto y tras ponerse en cuclillas al lado del coche, aguantando con la mano izquierda las bolas en su interior de su joven coño, se trituro sin piedad el clítoris durante menos de diez segundo y se corrió soltando un tremendo chorro mientras ponía los ojos en blanco y continuaba machacándose el botoncito que le sobresalía al final de la raja que tenia por coño. Tanto fue el placer que se dio y la excitación que llevaba que tras terminar de correrse no pudo contener una larga meada que término de dejar empapadas sus zapatillas.

Poco a poco noa fue volviendo a la realidad y cuando ya se encontró en ella me vio, teléfono en mano, gravando a la cerda que acababa de dejar salir. Entonces, en un atisbo de vergüenza intento taparse, lo que provoco mi inmediata reacción y con una certera patada en el coño que casi la pone en pie, la hice caer sobre el asfalto, manchándose el culo de flujo y meada.

  • Que sea la última vez que te tapas ante mi vista, cerda – le dije mientras le tiraba la camiseta y el destrozado pantalón a la cara – Estate aquí el viernes a las cinco y cuarto, tras salir del instituto. Te llevaras tu segunda sesión. Y ya te advierto que no tendrá nada que ver con la sesión suave de hoy. Si te atreves, aquí nos vemos.

Y sin esperar respuesta, me subí al coche y me marche del aparcamiento, dejando a aquella prometedora fulana desnuda y sentada sobre el producto de su placer.