La Profesora II

Terminan mis sueños, pero comienzan los de mis alumns a hacerse realidad...

Al parecer me habían llamado desde muy cerca de allí, porque al poco tiempo sonó el timbre de la puerta. Abrí de inmediato, no me había equivocado, era mi alumno Carlos quien seguido por seis de sus compañeros, también alumnos míos, ingresaron sin

más

al departamento antes de que yo los invitara a pasar. Decidí poner coto a esa situación de inmediato sin dejar ningún lugar a dudas acerca de

quién

mantenía el control.

D

e ningún modo los dejaría pensar que me podían intimidar.

Cerré de un portazo y, en medio de la sala, donde se habían quedado mirándome con unas sonrisas cínicas les espeté: "Muy bien alumnos, quiero que sepan que lo que han hecho dista mucho de ser una falta leve, es

más

bien muy grave y no quedar

á

sin sanción…" comencé a decirles absolutamente seria y furiosa, no estaba fingiendo y ahora verían con

quién

se habían atrevido a meterse.

Sin embargo no imaginé la respuesta de ellos, debo confesar que me tomó por sorpresa, me hallaba rodeada por todos y sentí que desde atrás alguien me levantaba el camisón que usaba de pijama y que era muy breve, hasta medio muslo.

Por el desconcierto y rapidez con que todo ocurría había desatendido que me hallaba en pijama y ahora ellos aprovechaban esa situación para intentar restarme autoridad. No iba a permitirlo. Rápidamente giré e intenté darle una cachetada al atrevido, pero estaba muy listo y me evitó con facilidad, además, de inmediato, otro al que ahora le daba la espalda hizo lo mismo y sentí que nuevamente me levantaban hasta arriba el camisón por detrás dejando al descubierto mis bragas. Giré intentando alcanzar al nuevo malcriado y nuevamente me ocurrió lo mismo con el alumno al que ahora le daba la espalda, quien volvió a levantarme la prenda. Como estaba rodeada por todos ellos no me era posible impedir lo que me hacían así que me pareció lo mejor sujetar el camisón para que no me lo pudieran subir. Lo apreté entre las piernas, las flexioné un poquito y con las manos lo sujetaba por delante y por detrás mientras giraba de un lado a otro con la intención de evitarlos a todos sin dejar de recriminarles su conducta, aunque con poco éxito. Al contrario, ya no sólo quien quedaba atrás mío, sino todos a la vez probaban levantarme el pijama para mi consternación pues, por más que hacía, no conseguía evitarlo, mientras me decían: miss Lucía que bonitas piernas tiene ¿no es este el calzón del uniforme? ¿has visto el culo que se maneja la miss? ¿miss, le gusta cómo se le meten las braguitas al culo? ¡pero que muslos mas torneaditos que se maneja! ¡y la piel, siente la piel de los muslos! ¡yo sigo pensando que lo mejor es el culo, aunque las piernas también están preciosas! ¿miss, ya le han roto el culo? ¿no? Que raro, con ese culo eso sería lo primero que le haría yo ¿y por qué está con los tacos del uniforme, ah, miss? Y continuaban con frases por el estilo, cada una más impertinente que la otra.

Yo ya no sabía que hacer, estaba desconcertada sintiendo sus manos por todo mi cuerpo. Como mi camisón era, como muchas de esas prendas, sin mangas, se sostenía sólo por unas tiritas en los hombros y muy pronto empezaron a jalármelas hacía los costados para dejar al descubierto mis senos. Continuaban sus soeces comentarios: ¡pero que par de tetas de la miss! Miss Lucía, ya sabíamos que tenía unas tetas riquísimas, pero en persona son mucho mejor ¡yo quiero chuparle las tetas!

Yo, con una mano intentaba sujetar el camisón por abajo y con la otra por arriba mientras seguía dando vueltas de un lado para otro, pero cada vez era más difícil vérmelas con todos pues eran muchos, estaba desolada, en uno de los giros que dábamos aproveché para sentarme en el sillón de la sala pensando que así les sería más difícil continuar con sus atropellos.

Todos vinieron a sentarse conmigo, Carlos estaba a mi lado izquierdo y el resto me rodeaba, algunos se colocaron atrás del espaldar del sillón, otros a mi otro costado y un par a mis piernas y no dejaban de acariciarme, es verdad que sin brusquedad, incluso con suavidad, pero eso no evitaba que todo fuera un acto violento en contra de mí. Yo estaba como un ovillo, con el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante, las piernas juntas y apretadas y protegiéndome los senos con los brazos cruzados sobre ellos, quería llorar pero contenía las lágrimas como pudiera, no les daría la satisfacción de verme quebrarme ante ellos, de ninguna manera, no había renunciado a luchar. Carlos me cogió el cabello que, por mi postura, me cubría la mejilla y lo acomodó detrás de la oreja aprovechando para acariciarla un poco

con

los dedos, se detuvo en el pabellón: "Qué linda orejita, miss", dijo. Y añadió: "Miss Lucía ¿por qué está con los zapatos del uniforme, ah? también hemos visto que está con las braguitas, díganos la verdad miss, ¿no habrá estado posando frente a su espejo esta mañana? ¿segura? No tendría nada de malo. Además, como sabemos que le gusta ver revistas pornográficas, tal vez usted ha querido imitar las poses de esas chicas ¿le gusta mirar su cuerpo al espejo? Tiene un cuerpazo miss".

Me quedé demudada, ese chico era un demonio, sin embargo no dejé que notara que me había descubierto, jamás confesaría que eso era lo que había estado haciendo. Pienso que no tenía nada de malo, ya que estaba sola en mi habitación y, además, dada mi prácticamente nula experiencia sexual y lo que había vivido el día anterior, no era más que una travesura, tal vez una coquetería, es cierto, pero absolutamente comprensible. Carlos continuó: "¿por qué se ha puesto rojita, miss Lucía? Le queda muy lindo, se le ve como una niñita sorprendida haciendo algo malo, no se preocupe por nosotros, estamos enamorados de usted así que ese será nuestro secreto. Cuéntenos, ¿se puso en cuatro frente al espejo? ¿se abrió el culo con las manos como una putita? ¿se chupó las tetas? ¿se estuvo metiendo el dedo? no sea tímida, todo quedará entre nosotros". En ese momento uno de los chicos volvió de la cocina con la revista en la mano: "miren lo que estaba estudiando miss Lucia", dijo, "estaba abierta en esta página, yo no la he cambiado", añadió. No pueden entrar a las habitaciones del departamento sin mi autorización, se los prohíbo, quise protestar, pero ya era muy tarde. Carlos tomó la revista y la puso en mis faldas y se puso a comentar las fotos con todos, allí mismo, delante de mí. Yo estaba muy avergonzada por haber sido pillada in fraganti, no sabía a

dónde

mirar ni qu

é

decir, ellos comparaban a la mujerzuela

é

sa conmigo y todavía se permitían decir que yo sería mucho mejor puta que ella, lo que, sostenían, se notaba en mis labios, óptimos para dar estupendas mamadas.

Aprovechando que estaban distraídos comparando mis senos con los de la mujer esa, quise temporizar con Carlos ya que, como era el líder, sabía que si lograba conseguirlo para mi causa podría cambiar todo: "Carlitos", le dije despacito, intentando evitar que el resto escuchara, pero esto era imposible, de inmediato se pusieron a atender, "mira Carlitos", continué, "por favor te pido disculpas por haberte abofeteado ayer, de verdad lo siento, no s

é

que me pasó, créeme que lo siento mucho, por favor debes creerme. Mira, lo que están haciendo no está bien, debes llevarte a todos los chicos de aquí, les prometo que todo quedará entre nosotros y que no diré nada, pero debes llevarte a los chicos de aquí antes de que cometan algo de lo que después se van a arrepentir". Él me miraba atentamente y pensé que me estaba entendiendo, pero cuando terminé, me cogió de la nuca y me besó en los labios con fuerza. Yo mantenía la boca cerrada pero él apretaba sus labios contra los míos y me los lamía ensalivándome la cara. Quise rechazarlo pero me habían cogido de las manos y no pude, por fin me dejó y me dijo: "Miss Lucia, no se preocupe por ese pequeño incidente, en realidad así fue como me terminé de enamorar de usted, me encantó imaginar el momento en que me la cogería y pensar en lo que sentiría usted, si se acordaría del bofetón, veo que sí, y me alegro porque eso hará que todo sea

más

rico,

más

excitante". Yo no podía creerlo, lo miraba estupefacta, ese instante de descuido sirvió para que me bajaran las tiritas de mi pijama y mis senos quedaron al descubierto. "Carlos, continué intentando hacerlo entrar en razón, no debes alimentar esa clase de sentimientos vengativos…" mientras yo le hablaba el chico que estaba a mi otro costado se inclinó y se cogió de mi pezón con su boca humedeciéndolo y succionándolo. Los que estaban sentados a mis pies también me besaban las pantorrillas y luego subían a los muslos. Yo sabía que el tiempo se me agotaba, de modo que sin perderlo en tratar de evitarlos seguí dirigiéndome a Carlos: Mira, debes entender que ustedes todavía están muy chicos…

C

omencé a decirle, pero el me interrumpió: "No se preocupe miss Lucía, solamente queremos lamerle el coño, lamerle muy bien el coño

y el culazo de puta que se maneja,

y luego follárnosla como nunca, todos, todos hemos soñado con chuparle esa conchita rica que tiene, lamerle el clítoris, meterle la lengua al culo, lo mas hondo que podamos y luego tirárnosla como si se fuera a acabar el mundo, queremos que sea nuestra novia, estamos enamorados de usted así que eso es lo que vamos a hacer. La idea es que colabore y lo disfrute, pero si no quiere es cuestión suya, eso

si

, ni se le ocurra discutir si no quiere que sus fotos vayan a parar a manos de la asociación de Padres de Familia de la escuela, o, mejor todavía, podríamos ponerlas en el periódico mural que está en la entrada. ¿No sería lindo que el lunes cuando entren todos los chicos al colegio vieran sus fotos pajeándose en el baño?"

Mientras me decía esas cosas horribles su compañero no dejaba de chuparme el seno y los otros de agarrarme por todos lados y besarme y lamerme las piernas, él, Carlos, cogió el otro pezón entre sus dedos y lo giraba despacio como si fuera un botón o algo así, sentía mi cuerpo estremecerse y cada vez me era más difícil hablar, me había ido deslizando sin quererlo, y sin darme cuenta, hacia abajo del sillón y ahora mi espalda reposaba en el asiento y mis piernas estaban fuera, ya no podía mantenerlas cerradas debido a la posición y a que sentía que me flaqueaban las fuerzas, uno de los chicos se metió entre las piernas y me mordisqueaba la parte interna del muslo lo que me ocasionaba involuntarias sacudidas que aumentaban mi agotamiento y minaban mi resistencia. Carlos lo retiró de allí y se colocó en su lugar, cogió mi slip y empezó a bajármelo lentamente, el alumno que sacó de entre mis piernas lo reemplazó en su sitio y de inmediato me cogió el seno que me quedaba libre y se lo metió a la boca, una vez que Carlos terminó de sacarme el slip, entre varios me cogieron las piernas y las levantaron llevándolas hacia mi cuerpo hasta que mis rodillas flexionadas chocaron con él. Las tenía bien abiertas y no podía hacer nada por evitarlo, era en realidad vergonzoso, la posición hacía que mi trasero también se mostrara, estaba completamente expuesta, Carlos tenía mis bragas en la mano y las olía aspirando profundamente, luego dijo que estaban tan empapadas como mi coño, seguidamente empezó a frotarme el agujero posterior con ellas.

Sabía que tenía una última oportunidad para evitar una desgracia y jugué mi última carta: "Carlitos, soy virgen", dije con el único hilo de voz que pude emitir. Se quedaron estáticos un segundo, los que estaban chupándome los senos voltearon a mirarme, los que me lamían las pantorrillas se detuvieron y los dos que me cogían de los brazos impidiéndome moverme también se quedaron perplejos. No podían creerlo. "Es verdad, continué, nunca quise tener sexo como diversión, siempre pensé que le entregaría mi virginidad al hombre adecuado, con quien pudiera formar un hogar, fundar una familia", les dije, ahora sí, a punto de que se me quebrara la voz. "Por favor ya déjenme, déjenme ya y márchense a sus casas". Por toda respuesta Carlos me cogió los labios vaginales con sus dedos, los abrió, e introdujo su lengua lo más al fondo que pudo, procediendo a lamerme con compulsión. Di un alarido fortísimo y tuve el primer orgasmo de mi vida. No podía controlar mi cuerpo, los músculos se me pusieron muy tirantes, sobre todo los de las piernas, sentía las pantorrillas y los muslos sumamente tensos, los pies se me contrajeron y la espalda se me arqueó impulsando mis senos hacia arriba, pero sin que, por ello, mis alumnos dejaran de chupármelos. Nunca había experimentado nada tan fuerte, quedé rendida, exhausta, incapaz de reaccionar ni de hacer nada para defenderme, quedé relajada, el corazón me palpitaba a una velocidad increíble.

Al ver que ya no oponía resistencia, continuaron sus ataques con más libertad sin necesidad de sujetarme tan duro, yo me dejaba hacer, inútil para protegerme, sólo lloraba despacito, como en silencio, las lágrimas resbalaban por mis mejillas sin que pudiera evitarlo, ellos no cesaban de hablarme entre que continuaban con lo que hacían: "Es verdad que es virgen muchachos. Esto va a ser mejor de lo que imaginamos. No se ponga triste miss, se nota que le va gustar que la convirtamos en puta ¿Han visto como tiene los pezones? Parece que van a llegar al techo y están duros como clavos. Nunca había visto eyacular a una mujer. Miss Lucía, mire como le ha dejado la cara a Carlos. Carlos arrímate que ahora me toca a mí". Se iban turnando en cada parte de mi cuerpo, al ver que se desnudaban por completo quise reaccionar pidiéndoles que no lo hicieran, pero sólo me decían lo linda que se me veía suplicando, así que opté por callarme, los dos chicos que me tenían de la

s

manos intentaban que los masturbara o introducirme el pene en la boca, quise morder a uno y me dio tal bofetón que me quedé demudada y con un intenso dolor en el rostro.

Nunca me habían pegado, mis padres jamás consideraron esa una forma de educar a nadie, por lo que también fue la primera vez en mi vida que sufría un golpe así. Renuncié a hacer nada y me dije que yo no era mi cuerpo y que yo estaba en un lugar muy lejano de allí y que a mi no me estaba ocurriendo nada de eso.

Todos habían cumplido su turno de lamerme la vagina y ambos senos y las piernas y la cara. Sentía que mis fluidos se escurrían hacia abajo, y como me mantenían con la piernas levantadas y flexionadas, se me empaparon los glúteos y el orifico posterior. Carlos, que había vuelto a su posición frente a mi sexo no dejó de percibirlo: "Miss Lucía ¡cómo le gusta llamar la atención! ¿Está pidiendo que nos ocupemos de su culito?" Me aterré, como mantenía la boca tercamente cerrada para que no me introdujeran sus penes, con los ojos, con el ceño, con el gesto de los labios, con mis lágrimas, imploré que no me hicieran nada más. "No se preocupe miss", añadió Carlos, "para romperle el culo tenemos pensado un programa especial, pero no dejaremos de probar a que sabe este culo tan hermoso. Vamos chicos, ayúdenme a ponerla en cuatro como la perra que quiere ser, quiere ser nuestra perrita ¿no es cierto miss? ¿esta mañana no ha estado así frente a su espejo? Seguro que pensaba en nosotros mientras se metía el dedo"

Me pusieron en esa posición obligándome a sacar el trasero hacia arriba, uno me cogió las nalgas y las separó todo lo que pudo, nuevamente estaba por completo expuesta, la vergüenza que sentía es inenarrable, rezaba porque no me penetraran analmente, que me hicieran lo que quisieran menos eso. Sentí la lengua húmeda de Carlos hurgar entre mis posaderas hasta llegar al fondo, era increíble cómo ese músculo tan flexible podía abrirse paso y penetrar tanto ensalivándome por completo, nuevamente a mi pesar mi vagina segregaba ingentes cantidades de fluidos que resbalaban, esta vez, por las paredes laterales de mis muslos, mis alumnos me decían: "Bien miss Lucia, muy bien, ya ve qué rico es ser convertida en puta", mientras me frotaban todo el cuerpo con ese liquido que expulsaba sin poder controlarme. No pude aguantar más y emití un prolongado gemido a la par que sentía mi segundo orgasmo. De inmediato uno de los chicos metió todo su pene en mi boca empujando hasta la garganta. "Miss Lucía", me dijo, "como se atreva a morderme lo va pasar muy mal".

Se dividieron en dos grupos, uno se ocupaba de mi trasero y mi vagina, lamiéndome y escupiéndome ambas partes, acariciándome los glúteos y las piernas. Y el otro se turnaba para introducirme sus penes en la boca, obligándome a que los chupara y también me escupía en el rostro mientras me cogía los senos que se bamboleaban hacia delante y hacia atrás, libres por la posición en que me hallaba. Se turnaron varias veces hasta que de pronto oí la voz de Carlos desde atrás

de mí

que me decía: "Miss Lucía, ¿ya quiere que le perfore el coño?" Me era imposible contestar nada, no sólo porque siempre tenía un miembro dentro de la boca sino porque las convulsiones de mi cuerpo, mis músculos tensionados y mi decisión de mantener la mente puesta en otra parte me impedía hacerlo. "Voy a tomar esos gemidos, mejor dicho aullidos, que no deja de dar, como un sí, querida miss", añadió. Sentí que su glande se apoyaba en la entrada de mi vagina, todos los chicos se juntaron detrás

de m

í para ver mejor

cómo

me rompían el coño, según dijeron.

M

e sujetaban de la cintura, me daban palmadas en las nalgas, me las abrían hasta hacerme doler, me cogían los muslos y los apretaban, me volvían a escupir esa zona, me metían la lengua al orificio anal, me frotaban el clítoris, me trataban de puta rica y mamona y otros adjetivos. Como ya no tenía que chuparle el pene a nadie, giré la cabeza hacia ellos para rogarles por última vez que no lo hicieran y que me dejaran, con la voz entrecortada, tartamudeante, por el tercer orgasmo que sentía llegar, imparable, desde el centro de mi ano hasta el centro de mi cerebro atravesando todo mi cuerpo. Carlos empujó hacia delante y sentí su miembro abrirse paso por entre las paredes de mi vagina y atravesar sin casi resistencia mi himen, que se desprendió como si retirara una gasita de alguna herida que tuviera, di un nuevo alarido que no tenía nada que ver con el dolor y lloré amargamente.

Lloré, ahora que ha pasado tanto tiempo lo pienso, porque sabía que era el fin de toda una etapa de mi vida, de buena parte de mis sueños y que, desde ese momento en adelante, tendría que someterme a hacer muchas cosas con el único afán de sobrevivir.

Carlos no cejó de penetrarme hasta que me produjo otro orgasmo y luego comenzaron a turnarse entre todos, no sé cuál fue el primero que eyaculó ni cuál el último, sólo sé que todos lo hicieron dentro de mí ilusionados, no dejaron de mencionarlo, por mi temor de quedar embarazada. Más tarde, una vez recuperados, eyaculaban en mi boca y me obligaban a tragar el semen, en ese momento me tomaron la única foto de ese día. Dijeron que yo había estado tan puta y tan rica que a todos se les había pasado hacerlo. Todavía la conservo y créanme que me resulta imposible reconocerme en esa chiquilla rubia con el rostro,

aterrorizado

por la desesperación, inundado de esperma.

Se fueron felices de que a partir de entonces nos hubiéramos hecho enamorados (usaron ese eufemismo) y me ordenaron que el lunes me presentara a la escuela sin braguitas ni sostenedor y me prometieron una vida llena de placer de verdad.