La profesora
Mi primera experiencia lésbica con mi profesora borracha.
El relato que les voy a contar ocurrió cuando tenía 18 años. Cursaba mi último año de instituto cuando conocí a la profesora Celeste, mi profesora de Inglés. Verán hasta ese entonces me consideraba heterosexual, pero esa mujer me ponía mojada solo pensar en ella. Tenía alrededor de 22 años, el cabello lacio y unas tetas firmes del tamaño justo.
La única razón por la que no iba reprobando ese curso es porque habló el inglés fluidamente, ya que me pasaba las horas de clase contemplando a mi profesora, imaginando todo el tipo de cosas que podría hacer con ella. Ella hacía lo mismo conmigo, me deseaba y yo lo sabía, jugaba con eso, teníamos un juego constante de coquetearnos. Un día yo llegaba al instituto con la falda muy corta y a cambio ella se desabotonaba un poco la camisa, al otro día yo abría las piernas sentada en primera fila y ella se tardaba un poco más de lo acostumbrado en recoger el borrador que “accidentalmente dejaba caer”.
El juego nos duró un par de parciales, hasta que finalmente, un día lo llevamos muy lejos. Ese día solo por probar su reacción, me senté en la última fila de pupitres. Ella andaba un vestido color mamón, muy corto, que casi dejaba al aire su delicioso culo. Mis compañeros no podían quitarle los ojos de encima, si supiesen que todo eso era por mí.
El chico que estaba frente mío la llamó para una consulta, y ella su ubicó de forma que su trasero quedaba justo en mi cara. Cuando se agachó para hablar con él, el vestido se subió y pude ver que no traía ropa interior, tenía toda su vagina en la cara y eso me excitó brutalmente, sentía mi vagina chorrear agua. Sin poder resistirme, pase suavemente mi lengua en su vagina, lo que la hizo pegar un gigantesco brinco. La cara la ardía y difícilmente podía disimular su propia excitación. Pero seguíamos en un aula llena de estudiantes y debía ser profesional, además que algunos de mis compañeros me habían visto y estaban incrédulos esperando ver la reacción de la profesora.
—¡Señorita! Esta clase de comportamiento es completamente inapropiado — exclamó fingiéndose escandalizada — tiene que reportarse en este salón a las 3 de la tarde, está castigada.
—Está bien profe — contesté sin tener la vergüenza de fingirme apenada. Me relamí los labios para que supiera que estaba ansiosa por el castigo, y ella solo se sonrojó más.
Pasé todo el día deseosa que fuesen las 3 de la tarde, dos horas de castigo a solas con la profesora Celeste, era mi oportunidad para seducirla. Además ella estaba más que dispuesta si se había puesto ese vestidito solo por mí.
Antes de entrar al salón pasé por el baño, traía una falda que solo apenas me cubría el culo, y no traía ropa interior, la blusa tenía todos los botones desabrochados, parecía una completa zorra y eso me excitaba.
Entré al salón procurando exhibir todos mis atributos y cuando sentí un ligero olor a alcohol.
—Mara, pasa, te ves riquísima — dijo la usualmente recatada Profesora Celeste. Se encontraba acomodada en su silla con las piernas abiertas que dejaban ver su deliciosa vagina, tenía una botella de Vodka a medio beber en la mano y era obvio que ya estaba completamente borracha.
—Profe y eso, no sabía que usted bebía— dije mientras me acercaba, seductoramente le quité la botella de las manos y le dí un trago.
—Solo fueron un par de tragos, para calmar los nervios, me estaba muriendo de ganas de molerte — contestó ella con los ojos desenfocados de lo borracha que estaba. Era obvio que habían sido más de un par de tragos.
—Yo también quería molerte, si supieras lo rica que te vez en clases, y lo mojada que me pones — le dije y procedí a darle unos dos tragos más largos a la botella. Si ella se podía emborrachar en la escuela entonces yo también, además el alcohol siempre me ha puesto bien cachonda.
Me acerqué a su boca y la besé, sus labios sabían a Vodka igual que los míos, sin poder resistirme deslizé mi mano hasta su vagina y comencé a acariciarla. Ella estaba tan borracha que había perdido todo el recato y comenzó a gemir como una puta mientras yo la acariciaba, le sobaba el clítoris y luego metí un par de dedos en su vagina, lo que aumentó el volumen de los gemidos.
Yo estaba completamente excitada solo de oírla, y sentirla retorcerse bajo mio. Me hubiese encantado continuar pero sin previo aviso ella se corrió. Yo estaba frustrada, aún no tenía mi chance de correrme yo, pero ella me miró y me dijo:
—Vamos a mi casa.
No tuve que pensármelo dos veces, me dirigí a su casa con ella. Salir de la escuela fue difícil, ya que Celeste estaba tan borracha que ni siquiera podía caminar bien, tuve que pasarle una mano en la cintura para ayudarla a mantener el equilibrio. Mientras la ayudaba a caminar no me pude resistir y comenzé a tocarle el culo y le metí un dedo en el, ella soltó un gemido y cuando hize el intento de sacar el dedo ella no me lo permitió. Así que llegamos a la salida de la escuela con mi dedo metido hasta el fondo de su culo. Tuvimos suerte que en la tarde no habían estudiantes y el conserje no nos pilló.
No podía dejarla conducir en ese estado, así que tomé yo el auto de vuelta a su casa.
Yo iba tan ansiosa por coger que todo el viaje de regreso pasé frotando mis piernas entre ellas, eso provocaba una deliciosa fricción en mi vagina que en conjunto con la vibración del auto casi hacen que me corriera allí mismo. Cuando llegamos a su casa, nos dirigimos directo a la cama. Nos quitamos la ropa con desesperación y comenzamos a hacer un delicioso 69. Luego ella se separó de mi y tambaleándose se dirigió a su mesa de noche y sacó un gigantesco consoladorr que me excitó solo verlo.
—¿Quieres que te lo meta hasta el fondo? — Me preguntó y sin pensarlo asentí con un pequeño gemido.
Ella se colocó a la altura de mi vagina, me dio una lamida para lubricar bien y luego me lo metió. Me metía y sacaba el consolador mientras me lamía el clítoris. Con su mano libre jugueteaba con mis pezones y yo gritaba, gemía y me retorcía como posesa. A ese ritmo tuve un orgasmo brutal, hasta que caí sin fuerzas en la cama, cansada y rotundamente feliz.
Decidí devolverle el favor, tomé el consolador dispuesta a penetrar a Celeste con el, pero ella me detuvo.
—Lo quiero por el culo — Dijo poniéndose boca abajo en la cama, apoyada en sus rodillas y con el culo en el aire.
Me acerqué a su culo y lo lamí una y otra vez hasta asegurarme que estaba suficientemente lubricado, luego metí mis dedos a mi boca y comencé a jugar con su entrada añadiendo cada vez más dedos para que estuviese bien estirada, pero ella se desesperó y me rogaba a gritos que la penetrará, así que le metí el consolador por el culo y con mi otra mano la masturbaba. Ella se sacudía y gemía mi nombre, pedía más y yo la complacía añadiendo fuerza, hasta que finalmente se corrió en una serie de orgasmos que la dejaron tirada como una muñeca de trapo.
Luego de eso, nos quedamos dormidas en la misma cama, para a la mañana siguiente repetir y tener sexo espectacular a pesar de que ella tenía tremenda resaca. Repetimos muchas veces en lo que quedaba del semestre, pero los detalles se los contaré en otro relato.