La profesora de matemáticas 8

Nati sigue siendo acosada y abusada en el propio instituto. Llega el último día de curso y los exámenes. Nati tiene un dilema entre el placer y los abusos de Alberto. Clara le sigue el juego a su hermano.

El jueves Nati entró a primera hora en el seminario de matemáticas, solía llegar la primera ya que le gustaba la puntualidad. De eso se había percatado su acosador y se le adelantaba siempre que podía para mirarla con lujuria sin ser advertido por los demás. A Nati le fastidiaba estar a solas con él y más desde el incidente del tocamiento de sus tetas. Ahí estaba al llegar y le sonrió.

-         Buenos días Nati. – Nati no contestó. - ¿Aún estás enfadada? Jaja qué carácter tienes.

-         No saludo a cerdos.

-         Con lo bien que te queda esa vaquero verde, no admites ni un piropo de compañero.

Nati siguió en silencio. El vaquero verde marcaba su sugerente figura y combinaba con una camiseta negra. Nati dejó la cazadora vaquera en el perchero y el acosador se le acercó y le tocó el culo. Nati se revolvió para darle otra bofetada pero el acosador estaba prevenido y le interceptó el brazo.

-         No lo vuelvas a hacer. – Le dijo serio.

-         No me toques, suéltame.

Nati le mantuvo la mirada y el acosador le soltó el brazo, momento que aprovechó para ponerle sus dos manos sobre las tetas de Nati y echarse rápidamente hacia atrás sonriendo. Justo en ese momento entró otro compañero y Nati aprovechó para irse.

Alberto estuvo estudiando después de comer y después dijo que salía a darse un paseo y despejarse. A última hora de tutoría apareció por el seminario. Nati se puso más nerviosa de lo habitual por volver a sufrir un abuso de Alberto en el mismo seminario, acrecentado ahora por los tocamientos del acosador, un lugar que ya le ponía mal cuerpo. Pensó que para alivio de ella ya se acababa el curso y el acosador no había descubierto los días que por orden de Alberto había ido sin bragas o sin sujetador, habría acrecentado su nivel de acoso y burla. Seguro que lo habría empleado para justificar su acoso, como había hecho con la teta en clase.

-         Cierra la puerta con llave, que han acabado las tutorías.

Nati, con cierta resignación, cerró la puerta y bajó la persiana.

-         Muy bien, qué bien te sienta la ropa que llevas hoy.

Nati se contuvo de decir que no era el primero que se lo decía hoy, pero le hubiera ocasionado preguntas incómodas y burlas.

-         Como me gusta follarte en el mismo seminario de matemáticas, bueno, en cualquier sitio jaja.

Se empezó a desnudar y Nati hizo lo propio.

-         La ropa interior te la quito yo y tú me quitas la mía.

Alberto acabó antes y se quedó mirando cómo se desnudaba su profesora. Le hizo un gesto para que se acercara y se excitó que fuera ella quien le acabara de desnudar, sintiendo aún más dura su polla.

-         De rodillas.

Nati se colocó de rodillas para deslizarle el calzoncillo y se topó con la polla a escasa distancia de su rostro. Un leve gesto hacia delante de Alberto le indicó que debía mamarla una vez más. Una mamada acompasada por la mano de Alberto en su cabeza.

-         Más despacio, así, um, que bien la chupas, como una profesional. ¿O es que tenías ganas de polla?

Alberto le sacó la polla y le dio un golpe en cada carrillo, sabiendo lo humillante que le resultaba a Nati. Con un gesto se puso de pie.

-         Qué buena estás.

Se acercó a desabrocharle el sujetador y le sobó y lamió las tetas a placer. Se puso en cuclillas para bajarle las bragas muy despacio. Le introdujo un dedo en la vagina y lo chupó.

-         Otra vez estás mojada como una puta, ¿te gusta que te folle en el seminario?

-         Sí, me pone cachonda.

Nati deseaba que le comiera el coño y le metiera luego la polla. Frente a su cabeza su cuerpo volvía a decir otra cosa. Alberto la reclinó en la mesa y le empezó a lamer el coño, buscaba su clítoris y lo mordisqueaba. Logró que se corriera y compartió la corrida con ella.

-         Qué guarra eres, te gusta tragarte tus corridas.

-         Sí.

-         Vas a recibir polla.

De un empujón le metió toda la polla follándola rápidamente. Las tetas se bamboleaban sin control y Nati gemía. Alberto le dio la vuelta y Nati se temió una enculada pero siguió follándole el coño. Por poco tiempo, ya que empezó a alternar el coño y el culo.

-         Aaay, el culo.

-         Sí te gusta, no te quejes, no sólo va a ser que disfrutes guarra. Sí sé que te gusta que te de por el culo.

A su pesar las constantes acometidas le habían hecho amoldar su culo a esa polla y acababa por disfrutar también.

-         Ay, sí, pero al principio.

-         Reconoce que te gusta.

-         Sí, sí, me gusta.

-         ¿El qué? – Dándole un azote

-         Que me des por el culoooo. Aaaah.

Nati acababa de recibir otra acometida anal. Volvió a su coño, lo que a pesar de todo le era más gozoso. Finalmente cambió al culo y se corrió profundamente entre jadeos de ambos. Esperó a que se le bajara la erección para sacarla.

-         Antes de limpiármela ponte las bragas, que no se te escape nada del culo.

Nati se colocó las bragas y le limpió la polla, ya empezaba a acostumbrarse a la mezcla de semen y su culo. Alberto le dio un morreo antes de marcharse.

-         No me da asco no te quejes. Ah, otra cosa, mañana es el último día de clase y me esperas donde siempre en el segundo recreo.

Nati salió a la calle y fue notando como se le iba deslizando el semen por el recto y se quedaba en las bragas, haciendo que se sintiera mojada y ligeramente escocida. Su vagina la sentía también abierta. Se dio una ducha nada más llegar a casa con especial cuidado en sus zonas íntimas. Pensó que ya le quedaba poco de suplicio.

Nati estuvo preocupada por la mañana pensando que le tenía preparado Alberto. Por suerte para ella el acosador no le hizo nada porque siempre había algún compañero. Llegó el segundo recreo y se fue al lugar de la cita. Llevaba una falda negra entallada y una blusa blanca de manga corta. Alberto ya le estaba esperando. Nada más llegar le dio un morreo mientras le metía mano. Luego mientras le agarraba las tetas le dijo mirándola fijamente.

-         Hoy no te vas a tener que desnudar.

Nati se sintió aliviada pero torció el gesto ante lo siguiente.

-         Me vas a hacer una mamada.

-         ¿Cómo? ¿Estás loco?

-         Tienes hasta final del recreo, luego vendrá gente por aquí imagino…

Nati se puso de rodillas y Alberto se sacó la polla. Nati la cogió con ganas de acabar pronto y empezó a mamarla con fruición acompañándose de la mano.

-         Mamada, no paja. – Indicó Alberto.

Nati le miró con gesto contrariado pero siguió con la faena. Le era una situación realmente humillante y además angustiosa por si venía alguien. Le miraba a los ojos como sabía que debía hacer pero de reojo también al pasillo.

-         No te distraigas. – Le volvió a indicar. – Um, con que ganas la has cogido, seguro que has estado pensando en ello, comerte una buena polla, y te mojas. Qué puta eres, chupándole la polla a un alumno en el pasillo.

Nati empezaba a sentir cansada la boca de estar mamando a esa velocidad. Trataba de aprisionar bien la polla para acelerar la corrida y se preguntaba por qué seguía aguantando sin eyacular. Se acordó del polvo con él la tarde anterior. Se sacó la polla de la boca y cogió resuello mientras babeaba. Alberto le miraba complacido y con su mano le cogió levemente de la cabeza para que siguiera.

-         Menuda mamada, que bien lo sabes hacer zorra.

Alberto sonrió porque sintió que se venía. Nati también lo notó en su boca y respiró aliviada. Alberto se corrió en una buena cantidad sin sacar la polla. A Nati parte de la corrida le fue directa al estómago y parte se le salió fuera al toser.

-         Muy bien Nati, lo has conseguido.

-         Casi me ahogas.

-         No exageres, que estás acostumbrada a mamar y tragar. Límpiala, que no has acabado.

Nati se rebañó el semen de la barbilla, ni intentó sacar un pañuelo de papel, Alberto se lo hubiera prohibido. Al acabar volvió a darse con la mano.

-         Muy bien, tranquila que no tienes semen en la cara jaja.

Alberto se subió el pantalón y se marchó. Nati se incorporó y se recompuso el pelo, volvió a darse con la mano y se miró en el reflejo de una ventana más adelante. Notaba el regusto a semen y se sentía cansada y vejada. Además dio la casualidad que la última clase del día y del curso era en la de Alberto. Entró a clase y bien sabía que Alberto no haría nada, por la cuenta que le traía poder seguir abusando de ella en exclusiva. Aún así se sintió incómoda.

-         Hoy es el último día de clase y lo vais a dedicar a estudiar, cosa que la mayoría habéis hecho poco durante el curso. No voy a poner ningún problema para ver que seguís siendo incapaces de resolverlos. Nos veremos en el examen.

Alberto decidió darle descanso esa tarde, se lo había ganado. En caso de necesidad tenía a la dulce Clara.

Nati se fue a dormir y le costó algo conciliar el sueño. Su desnudez le invitaba a tocar su propio cuerpo y disfrutar en la intimidad, sin estar sujeta a la voluntad de nadie. Se acarició suavemente sus turgentes pechos y se ensalivó el dedo deslizándolo por un pezón. Bajó la otra mano simultáneamente a la vagina, haciendo círculos en el interior y buscando el clítoris. Sin temor empezó a gemir y sintió que necesitaba algo más. Se había acostumbrado, a su pesar, a ser follada casi a diario. Y siempre había disfrutado con el sexo a pesar de todo. Con algo de vergüenza por ser encargo de Alberto, abrió el cajón de la mesilla y sacó el consolador. Se lo introdujo en la vagina con suavidad sin dejar de tocarse el clítoris. Jugueteó sonriendo maliciosa y se lo introdujo vía anal hasta la mitad elevando las piernas. De lo positivo que sacaba de los abusos de Alberto, era que había perdido el miedo al sexo anal. Regresó a la vagina y se convulsionó con un fuerte orgasmo. Recogió su propia corrida y la saboreó. Más relajada y tranquila se echó de medio lado y se durmió.

El sábado sí tocaba visitar a Nati y decidió hacerlo por la tarde. Iba como de costumbre cuando estaba en casa con la camiseta y bragas. Alberto nada más entrar la besó y le agarró las tetas por debajo de la camiseta y fue quitándosela.

-         No llevas ya ni sujetador por casa.

-         Voy más cómoda así.

-         Con esos melones tan firmes en verdad que sí puedes hacerlo sin que se te caigan.

-         Gracias. – Dijo con una media sonrisa de compromiso.

-         Me encantan tus tetas. ¿No se te mueven demasiado al ir así?

-         Un poco, pero me gusta sentirlas libres.

-         Pues así las tienes ahora, al aire.

Nati sacó un par de cervezas y le ofreció una.

-         Gracias Nati.

-         ¿No te pasaste un poco ayer?

-         Bah.

-         Que me folles en casa, en el baño o en seminario… pero en público.

-         No pasa nadie por ahí fue divertido. – Concluyó.

-         Para ti lo sería.

-         Bueno, creo que sueles hablar con tu mamá, ¿a qué hora?

-         Por las tardes. – Respondió temiéndose algo.

-         Pásame el teléfono.

Nati se levantó y Alberto se fijó una vez en la firmeza de su culo y de sus tetas. Le dio el teléfono inalámbrico y se sentó.

-         Empieza a chupármela, despacio, que esta vez no tienes prisa.

Alberto empezó a mirar en la agenda y sonrió.

-         Estoy llamando a tu mamá, toma.

Nati cogió el teléfono y ni le dio tiempo a llamarle cabrón por miedo a que le oyera su madre. Oyó un par de tonos más y la voz de su madre.

-         Hola mamá, ¿cómo estás?

Alberto le obligaba a mamar mientras su madre respondía y Nati trataba de disimular el ruido y los chupetones.

-         Sí, sí, estoy bien, un poco la alergia.

Una vez más Alberto disfrutaba con los malos ratos que le hacía pasar a Nati con sus perversiones.

-         Un beso, adiós. – Nada más colgar exclamó - ¡Eres un cabrón!

-         Y tú una puta.

-         Podía haber notado algo mi madre.

-         Ya te encargarás de que no sea así.

Aquella frase hizo entender a Nati que no iba a ser la última vez. Nati volvió a mamar la polla, cosa que no le desagradaba si no fuera por las circunstancias.

-         Para un momento, que tienes que hablar y no puedes con la boca llena.

-         ¿Qué?

-         Nah, una curiosidad. ¿Se parece tu madre a ti?

Nati se contuvo el responder si se la quería follar también, por miedo a una represalia y por respeto a su madre.

-         No, soy más parecida a mi padre.

-         En lo de puta pues imagino que eres única.

-         Sí. – Dijo avergonzada.

Alberto la reclino boca arriba sobre el sofá y se la empezó a follar despacio.

-         Como te portaste bien ayer te di fiesta.

-         Sí.

-         ¿Quieres que te siga follando?

-         Sí, ummm, aaah.

-         Disfrutas cuando te follo.

-         Mucho.

Nati estaba en pleno orgasmo e influenciaba algo sus respuestas. Alberto se inclinó para besarla.

-         Follada en tu propia casa por un alumno.

-         Sigue, sigue.

A veces Nati se arrepentía de esas respuestas tan sumisas. Pero también quería disfrutar dentro de que abusaba de ella.

-         Te voy a llenar de leche, a mi profesora.

-         Sí, siiii.

Nati tenía la mirada perdida cuando recibió la leche calentita en su vagina. Hasta se había olvidado por un momento de la humillación de la llamada a su madre. Satisfecha del polvo recibido fue presurosa a limpiarle la polla casi sonriendo. A Alberto le encantaba ver el dominio que llegaba a ejercer sobre ella. Notaba sus reacciones.

-         Puedes ducharte conmigo pero no te limpies el coño, ya sabes que todo mi semen tienes que quedártelo dentro.

-         Sí, ya lo sé.

-         Te parece bien.

-         Sí, me gusta recibirlo y quedármelo dentro.

Nati no podía evitar sentir un escalofrío y temblar cada vez que recibía el semen caliente. Y Alberto se había dado cuenta. Le gustaba ducharse con ella, besarla y tocarla, darle jabón y ver relucir su piel bajo el agua. Verla con el pelo mojado. Y a la salida saber que estaba fresca y preparada otra vez para ser follada. Había quedado con sus amigos para cenar, cuando llegó ninguno podía imaginarse que venía de follarse a su profesora de matemáticas. Volvió a comprobar que con la zafiedad de sus amigos era difícil ligar. Consiguió dejarlos alegando cansancio y lo intentó por su cuenta. Pero las dos chicas con las que lo intentó le dieron calabazas al tener ya pareja. Volvió a casa y con sigilo se acercó al cuarto de Clara, la besó dulcemente en los labios y se fue a dormir.

Alberto pensó que otro sábado tendría más suerte para ligar y que además aún le quedaban días de gozar de Nati a su disposición. Esa misma tarde iría. Y además estaba el juego con su hermana Clara. Clara no paró de coquetear y sonreírle desde que se levantó. Se estaba lavando los dientes cuando Clara entró al baño para ducharse y se desnudó delante de él. Le sonrió con dulzura y picardía y se metió a la ducha.  Alberto acabó y abrió ligeramente la mampara para ver cómo se duchaba su hermanita. El agua le caía por la suave piel haciéndola aún más apetecible. Cesó el agua y empezó a enjabonarse mientras la observaba embelesado. Clara le sonreía complacida, cada vez estaba disfrutando más aquel juego y ver el efecto que provocaba en su hermano. Se había fijado en el bulto bajo el pijama y clavaba su vista, entre curiosa y excitada. Su hermano se bajó el pantalón y la polla le saltó como un resorte, rebotando. Clara emitió una suave carcajada y se llevó la mano a la vagina. Alberto se fue a su cuarto para evitar males mayores y ser descubiertos pero necesitó masturbarse, ya de mañana, con Clara como única protagonista. Ese día Clara empezó su costumbre de masturbarse en la ducha. Tal y como hacía ya de noche, casi siempre pensando en Alberto.

Aquella noche Nati tuvo una pesadilla. Se encontró desnuda en el departamento de matemáticas mientras la miraba lascivamente su compañero acosador. Intentó escapar pero no podía moverse, ni tampoco pudo gritar. Totalmente paralizada y de pie empezaba a ser manoseada con poco tacto por todo el cuerpo, especialmente las tetas y el culo.

-         Ah, cómo he deseado esto zorra.

Le dio un sonoro azote en el trasero y le zarandeó las tetas.

-         Pensabas que te librarías ¿eh? Calientapollas.

Le dio una bofetada con poca fuerza mientras a Nati le afloraban las lágrimas de impotencia y le invadía el asco. De un modo brusco le estaba metiendo dos dedos en la vagina y se los hundía cada vez más y a mayor velocidad. Se le acercó y la besó en la boca. En ese momento se bajó los pantalones y se sacó la polla ante el horror de Nati. Se la metió toscamente hasta el fondo y la folló con rapidez. Sintiendo como le taladraban el coño y la dignidad. Tras las primeras embestidas se despertó sudorosa y desconcertada. Sonrió al darse cuenta de que había sido una pesadilla. Miró el reloj y eran las 4 de la mañana. Bebió un poco de agua y se incorporó. Una suave brisa hacía ondear la cortina de la ventana, con precaución la descorrió y sintió una agradable sensación en su piel al notar el frescor de la noche. La calle estaba desierta. Más relajada y tranquila volvió a la cama y se durmió.

Desde que Alberto la follaba estaba más suspicaz. Cuando bajaba a la calle sentía vergüenza con algunas miradas y aceleraba el paso o se iba del sitio. Como si supieran lo que le estaba pasando. Se imaginaba que la habían visto follar al aire libre o incluso en el instituto o el baño de aquel bar. Aunque ella sabía que no podían tener conocimiento de ello. Porque estaba ya acostumbrada a sentir miradas lascivas e incluso algún comentario inapropiado. Pero aquello le estaba haciendo más mella. Las exigencias de Alberto le parecían cada vez más humillantes por más que intentara abstraerse y pensar que le quedaban pocos días. Temía la traca final que le pudiera estar preparando. Y se sentía mal cuando lograba excitarla a pesar de todo y deseaba su polla.

Bajó a por el pan con unos leggins y se sintió incómoda mientras esperaba su turno. La mirada de un hombre de unos 50 años se había clavado en la forma de su trasero marcada por los leggins. Lamentó no haberse puesto otra cosa. La mirada de aquel hombre se clavó en sus tetas cuando se giró para salir. Aliviada emprendió el camino a casa y después salió a dar un paseo como tenía previsto. Caminaba rápido para no sentirse observada. Siguió por la ribera del río y se acordó de cuando Alberto la había follado cerca de ahí. Dio media vuelta y decidió volver a casa. Llegó y se quitó esa ropa, quedándose solo con la camiseta y unas finas bragas. Más relajada pensó que había sido una pequeña obsesión que debía evitar. Aquel año le había gustado pasear por el río y pensó en seguir haciéndolo. Como también había vuelto al monte donde había sido humillada y follada.