La profesora de la guardería de mi hijo

Era la fiesta de fin de curso en la guardería y me quedé prendado de la profesora de mi hijo. Tenía 20 años y era preciosa.

La profesora de la guardería de mi hijo.

Esta historia es real y sucedió hace ya algunos años. Cuando ocurrió yo ya estaba separado y vivía sólo con mi hijo que tenía 5 años.

Fue el último día que mi hijo iba a estar en la guardería, ya que por su edad al siguiente curso empezaría en el colegio.

La guardería organizó una fiesta de despedida a los padres en la que los niños fueron los auténticos protagonistas. Nos deleitaron con diferentes actuaciones teatrales y musicales que habían estado ensayando con sus profesoras durante los últimos días de curso.

Y ahí fue cuando la vi. Tenía 20 años. Era alta, con una melena larga y castaña bien cuidada que le caía sobre sus hombros, ojos de color miel y un precioso pecho a tenor de lo que se podía entrever a través del prudente escote de su vestido. Este era de tirantes y en color azul claro y le llegaba hasta los pies.

Apenas presté atención a la actuación de mi hijo. Me había quedado embelesado mirándola mientras dirigía a los niños durante la actuación musical que los niños nos ofrecieron.

Una vez terminado el espectáculo, nos invitaron a una merienda en el patio de la guardería y allí aprovechamos para reunirnos todas las familias con los niños y con las profesoras.

Y allí llegó ella. Me abordó y se presentó. Empezó a hablarme de lo travieso y cariñoso que era mi hijo y cuanto lo iba a echar de menos. Estuvimos largo rato charlando y la tarde pasó en un suspiro. Cuando nos despedimos, me preguntó si tendría inconveniente en que algún día me llamara para que le dejara llevarse a mi hijo a la piscina. Le dije que me parecía bien y que no habría ningún problema, aunque también le advertí conociendo a mi hijo, de los riesgos que entrañaba estar en una piscina con un niño hiperactivo y tan revoltoso como era el mío.

Pasados unos días, me llamó a casa para ver si podía llevarse ese sábado a mi hijo a la piscina. No sé porqué, pero me quedaba intranquilo por el hecho de dejar a mi hijo en manos de una persona que aunque hubiera sido su profesora durante los últimos meses del curso, sólo la conocía de haber hablado una única vez con ella. Sin dudarlo me atreví a preguntarle si no le importaba que también fuera yo. Me dijo que estaba encantada. Así que quedamos de acuerdo en que pasaríamos mi hijo y yo a recogerla en mi coche.

Al llegar a la piscina nos fuimos a los vestuarios a cambiarnos. Cuando salí con mi hijo, allí estaba ella esperándonos ya. Llevaba un bikini verde manzana y tenía un cuerpo precioso. Pecho no muy grande pero bien puesto y unas piernas preciosas. Cuando pude la miré disimuladamente el culo. Me encantó.

Al principio tuve una sensación rara. Pensaba que de qué podríamos hablar con la diferencia de edad que había entre nosotros, pero a medida que iba transcurriendo el día nos fuimos sintiendo más a gusto el uno con el otro y charlando de los temas más variados. Aunque mi hijo nos dejó poco tiempo para charlas profundas, noté como entre nosotros se empezaba a establecer una cierta complicidad. Estas visitas a la piscina las repetimos durante 3 ó 4 fines de semana más.

En uno de ellos le dije que la invitaba a cenar. Ella aceptó, así que esa noche dejé a mi hijo a dormir en casa de mis padres.

Cuando pasé a buscarla estaba radiante. Estaba arrebatadoramente hermosa, toda morena y con un vestido blanco de tirantes corto que dejaba ver sus estilizadas piernas que se alargaban hasta el infinito sobre unas sandalias blancas de tacón alto.

Se había pintado los labios con un discreto carmín de color rosa y al entrar en el coche me dio un beso que rozó la comisura de mis labios. En ese mismo momento me di cuenta de que esa noche sería diferente a todas.

Estuvimos cenando y después fuimos a diferentes pubs de amigos míos a tomar copas. Terminamos de madrugada en una conocida y concurrida discoteca de moda de Madrid.

El sonido de la música era altísimo, así que para oírnos debíamos de acercarnos mucho y hablarnos al oído. Cada vez que me hablaba, su boca rozaba mi cara.

La proximidad y el contacto entre nosotros iba en aumento y en uno de los giros que hice con mi cara para hablarle al oído, nuestros labios se rozaron. Fue un calambrazo que me recorrió todo el cuerpo y supongo que el de ella también, porque a partir de ese preciso momento nos dejamos llevar. Empezamos a besarnos de manera violenta, como si hubiéramos estado esperando esa ocasión para dar rienda suelta a todos nuestros instintos. La música sonaba muy fuerte y aunque estábamos rodeados de multitud de gente, ni oíamos ni veíamos a nadie.

La levanté y la apoyé contra la pared y empecé a magrearle todo el cuerpo. A través del vestido podía notar sus pezones bien duros. Su respiración se volvió más fuerte. Los dos estábamos excitadísimos.

Como no quería que aquello fuera un espectáculo, la cogí de la mano y me la lleve a una zona más discreta de la discoteca. Allí sin que nadie nos molestara, me apoyé sobre una barandilla y la dejé de pie frente a mí. Empecé a acariciar sus largas piernas y a subir discretamente mis manos por debajo de su falda. Mientras lo hacía, nuestras lenguas hurgaban en la boca del otro intentando absorberlo todo a su paso.

Metí mis dedos por debajo de su tanga y noté como su respiración se aceleraba. Estaba muy húmeda. Saque los dedos y los llevé a su boca. Los chupó y los mordió con una sensualidad mágica. Esto me excitó de tal manera que tuve que colocarme la polla dentro del pantalón pues estaba tan dura que pensé que si no me la ponía bien me la rompería.

Mientras chupaba mis dedos la besaba en el cuello y le metía la lengua en la oreja. Volví a apoyarme en la barandilla y estreché su cuerpo junto al mío. Ella estaba como hipnotizada. Volví a meter mis manos bajo su falda y mientras metía dos dedos de una mano en su coño húmedo, la otra mano se la subí hasta el pecho y empecé a pellizcarle el pezón que estaba tan duro como una piedra.

En ese momento acercó su boca a mi oído y en un susurro me dijo "fóllame aquí mismo". Yo no quería hacerlo allí por si alguien nos veía, pero ella volvió a la carga y me dijo "necesito que me folles ahora". Notaba que la polla se me salía por encima del pantalón. No sé como me desabrochó el pantalón y me la sacó. La atraje hacia mí y con una mano agarré su tanga y lo corrí hacia un lado, mientras ella se agarraba a mi cuello levantándose para permitir que mi polla entrara a saco en su coño. Con un movimiento rápido noté como se deslizaba en su interior caliente y húmedo. Acercó su boca a mi oído y en susurros me decía que nunca la habían follado así y que estaba a punto de correrse.

Empezó a moverse con un sube y baja imperceptible. No sé si alguien nos estaría mirando, pero no me importó. Siguió moviéndose unos segundos más y cuando se empezó a correr apoyó su cabeza en mi hombro y escuché sus gemidos interminables. Oírla y sentirla de esa manera hizo que yo tuviera un orgasmo bestial.

Por suerte nadie se percató de lo que había pasado, o por lo menos nosotros no fuimos conscientes de ello. Nos daba igual. Después de una visita rápida al WC, nos tomamos otra copa y le dije que la llevaría a su casa.

Pero en el coche, mientras conducía, ella me desabrochó la camisa y empezó a acariciarme y a lamerme las tetillas. Esto me puso la piel de gallina y la polla a mil.

Le dije que quería que fuéramos a mi casa. Me dijo que sí.

Recuerdo que aparqué de cualquier manera y cuando entramos en el portal la metí a empellones en el ascensor. Estaba súper excitado y me apetecía hacerla barbaridades.

Me arrodillé y metí mi cabeza debajo su falda. Su tanga estaba totalmente húmedo. Se mezclaban sus fluidos con el semen de mi corrida en la discoteca. Lo levanté hacia un lado y metí mi lengua en su vagina mientras con un dedo le acaricia el clítoris. La estaba follando con la lengua y haciendola un pajote al mismo tiempo. La metí un dedo en el culo y dio un respingo. Noté que no sólo no oponía resistencia, sino que bajaba sus piernas para que mi dedo pudiera entrar totalmente en su culo. Eso terminó por enloquecerme.

Me levanté y abrí la puerta del ascensor y la de mi casa y la llevé en volandas a la habitación. La quité el vestido y la tumbé boca abajo. La quité el tanga y sólo la dejé las sandalias. Me daban morbo. Hinqué mi cabeza en su culo y empecé a chupárselo. Ella lo levantaba y con sus manos se lo abría para que pudiera chuparlo mejor.

Me pidió que le metiera un dedo. Se lo metí. Luego fueron dos y después tres. Gritaba como loca. Estaba posesa de placer.

Yo estaba sorprendido y alucinado al mismo tiempo. Nunca había follado a nadie por el culo y esto me atraía un montón. Saqué los dedos y le metí la polla de un empellón y empecé a follarle el culo como un auténtico salvaje. Nunca imaginé verme de esa manera. Estaba fuera de mi, solo quería metérsela lo más adentro posible.

Enseguida empezó a correrse y a gritar de placer. Yo seguía con un ritmo salvaje, follándola agarrado a sus pechos, estrujándolos como si fueran dos pelotas antiestrés. Yo estaba como en trance, entre el calor y el alcohol que empezaban a hacer sus efectos, notaba que me quedaba todavía bastante para volverme a correr, así que aumenté el ritmo. ¡Cómo gritaba! Volvió a correrse muy rápidamente y dio unas sacudidas que casi me rompe ella a mí.

Sin esperármelo, de un brinco se dio la vuelta muy deprisa para agarrarme la polla con las dos manos y terminar de pajearla depravadamente dentro de su boca. Fue la corrida más intensa y placentera que he tenido jamás.

Se levantó y puso su cara frente a la mía y me dio un beso muy profundo. Su saliva y mi esperma se mezclaban en mi boca, pero me daba lo mismo. Estaba exhausto y hasta me supo bien.

No pudimos quedarnos en casa a dormir porque no le había dicho a su madre que dormiría fuera. Así que, casi amaneciendo, la dejé en la puerta de su casa.

Durante 6 meses estuvimos saliendo juntos. Todas las noches cuando terminaba en la guardería, venía a mi casa. Acostábamos a mi hijo y cuando se quedaba dormido, echábamos unos polvos de campeonato, pero siempre intentando no hacer ruido ni gritar para que no se despertase.

Si os ha gustado la experiencia que viví, decídmelo enviando vuestros emails a pursuivant@hotmail.com y os contaré las vacaciones que pasamos juntos en Menorca.

Saludos a todos.