La probadora del sex-shop.

Claudia, una chica mexicana, está a punto de regresar a su país cuando descubre que ha perdido dinero y documentación, lo que la obligará a aceptar un empleo de lo más peculiar...

-          Son 10,50 euros- le dijo el taxista a Claudia cuando este paró el coche en la terminal del aeropuerto donde a la muchacha le esperaba su vuelo de regreso a México. Después de dos semanas de vacaciones por fin regresaba con su familia.

Claudia puso mala cara cuando se dio cuenta de que dentro de su bolso no tenía el monedero donde guardaba su dinero y su pasaje de avión. La chica trató de calmarse y comenzó a buscar dentro del bolso cada con más desesperación hasta que finalmente se dio cuenta de que su monedero, con todo su dinero y documentación, había desaparecido.

La muchacha alzó la cabeza ligeramente abochornada, en su vida le había ocurrido una cosa así.

Por fortuna para Claudia el taxista se fió de la joven y no le exigió su carrera después de comprobar que dentro del bolso no había absolutamente nada de valor. La joven mexicana salió del taxi pensando en dos cuestiones principales: El quien le había robado todo lo de valor de su bolso, y lo segundo el como conseguir dinero para ir desde el aeropuerto hasta la embajada de su país para que estos le pudiesen suministrar nuevos documentos.

Claudia no tuvo muchas dificultades para encontrar un par de amables viajeros que no dudaron en ofrecer unas pocas monedas a la muchacha, lo justo para que esta pudiese coger en metro hasta el centro de la ciudad, lugar en el que le sería más sencillo encontrar ayuda.

La mexicana tardó mucho más tiempo del que esperaba para encontrar la embajada de su país, en la que no le dieron las soluciones que ella esperaba, primero no pudieron darla una copia de su identificación, ya que eso llevaba tiempo, al menos una semana tardarían en entregársela una vez que esta les especificase todos sus datos personales, y después no le dieron ni una sola solución para su problema, con lo que salió de de la embajada, más que desilusionada, furiosa.

Claudia caminó por las calles de Madrid pensando como sacar algo de dinero para al menos poder pagarse una habitación aquella noche y pensar con más calma lo siguiente que haría. Finalmente a la chica no le quedó más remedio que entrar en una casa de empeños en las que se desprendió de un anillo de plata, regalo de su madre en su quince cumpleaños.

El disgusto que sintió cuando tan solo le dieron 50 euros por la joya más valiosa que llevaba fue mayúsculo, pero aún con eso la chica no exteriorizó su enfado y salió de nuevo a la calle, con el dinero, para ponerse en contacto con sus padres y comer algo.

Claudia, que sabía que su padre estaba delicado del corazón prefirió contar a su familia que había decidido quedarse una semana más para apurar más sus vacaciones antes de regresar a su país donde le esperaba su aburrido empleo de cajera, en el que estaba metida desde que había cumplido la mayoría de edad hacía tan solo un año.

Pese a que ninguno de sus dos progenitores le hizo ninguna gracia, tuvieron que aceptar la decisión de su hija, ya que desde la distancia a la que estaban poco podían hacer.

La joven paseó por Madrid hasta que finalmente halló una habitación en una pensión que tan solo la pedían 15 euros por noche, lo que quería decir que si estiraba bien el dinero que había logrado por el anillo aguantaría un par de días.

Claudia, que sabía que la situación no estaba para perder el tiempo, salió de la habitación del hostal después de asearse un poco con la intención de regresar con un empleo a tiempo parcial que la permitiese costearse su alojamiento y manutención hasta que los trámites burocráticos que la tenían indocumentada concluyesen.

Por desgracia para Claudia aquella noche tuvo que marcharse a dormir con la incertidumbre de no saber cómo pasaría el día con tan solo 30 euros, 15 de los cuales tendrían que ir destinados a la habitación de la noche siguiente.

La joven mexica, que sabía que nadie iba a sacarla del aprieto en el que se había metido por culpa del desalmado que le había robado el día anterior, salió con una sonrisa a la calle, mostrando su mejor actitud para no volver a la pensión sin un empleo.

La sonrisa de la joven se fue difuminando a medida que pasaba la mañana, era muy complicado encontrar algún lugar en el que necesitarán a alguien para trabajar, y lo era aún más cuando se carecía de documentación y su acento delataba claramente que no era del país, por aquel motivo Claudia regresó hacia la pensión cuando eran casi las 12 de la mañana, tan solo 3 horas habían sido suficientes para quebrar el espíritu optimista con el que había amanecido. Pero antes de llegar a su destino la solución a sus problemas se cruzó en su camino.

Una mujer de mediana edad de pelo largo y rubio, tez clara que contrastaba con el vestido negro que lucía, acababa de salir de su local para colocar un cartel en la puerta que rezaba “se necesita chica, entre 18 y 25 años, no necesaria experiencia”

-          Vamos Claudia, puedes hacerlo- se dijo la chica avanzando con paso firme hacia la mujer, para colocarse a la espalda de la mujer de negro y darla un par de golpecitos en la espalda para llamar su atención- vengo a por ese trabajo- dijo a la mujer antes de que esta dijese nada.

-          Me gusta tu actitud, chica, entra- le indicó.

Claudia, henchida de orgullo por el avance que acababa de lograr se adentró en el oscuro local, el cual no era nada oscuro en su interior ya que estaba perfectamente iluminado por luz fluorescente quedando la chica impactada cuando comenzó a percatarse de lo que estaba rodeada: consoladores, bolas chicas, películas porno, trajes eróticos… se acababa de meter de lleno en un sex-shop.

El primer impulso de la muchacha fue salir rápidamente, pero por fortuna recordó que aquel era el único lugar en el que le había ofrecido una oportunidad de conseguir un trabajo y no veía factible que se la presentase otra así, con lo que se quedó en el local tratando de mantener la cabeza fría y plantear aquello como un trabajo normal.

-          Lo primero de todo me llamo Lara y te aviso que la chica que estoy buscando no es para un trabajo normal- dijo la mujer con una sonrisa al ver como Claudia se quedaba boquiabierta como si la hubiese leído el pensamiento.

-          Yo me llamo Claudia, ¿en que consiste el trabajo?- preguntó la chica, que quería ir directamente al grano.

-          ¿Habías estado alguna vez en una tienda como esta, en un sex-shop?- preguntó la mujer tratando evidentemente de dar un rodeo, Claudia negó con la cabeza- En muchos aspectos es un comercio normal y corriente, en el que la gente viene y comprar artículos que les hace experimentar cosas nuevas en su vida sexual pero este es bastante especial…

-          ¿Cómo que especial?- preguntó Claudia, viendo como la sonreía la mujer.

-          Las mayores ventas las hago los viernes por la noche- comentó la mujer- fíjate si son rentables que me permiten no tener la necesidad de abrir ni los sábados ni los domingos, me gusta tener el fin de semana para mí- comentó la mujer intrigando a la aspirante.

-          ¿A que se debe que venda tanto el viernes por la noche?

-          A que ese día ofrezco un incentivo- comentó Lara con sonrisa pícara- hasta hace tan solo un par de días tenía a una chica que venía los viernes para “animarme la fiesta”- Claudia que comenzaba a comprender comenzó a ponerse nerviosa.

-          No creo que yo valga para eso.

-          Entonces cuelga el cartel al salir- pidió la mujer sin darle importancia- pago muy bien la noche, no creo que tarde otra chica en venir.

-          ¿Cuánto paga?- preguntó la chica que necesitaba el dinero con demasiado urgencia.

-          Depende de lo que me hagas ganar, el sueldo varía en función de las ventas de la noche- explicó Lara.

-          No sé, es que nunca lo he hecho por dinero- dijo Claudia provocando la carcajada de la empresaria.

-          Ni tendrás que hacerlo, no contrato chicas para que se las follen y me monten aquí una orgía- dijo la mujer- serías una probadora de artículos del sex-shop, tan solo tendrías que probar los artículos que yo te fuera indicando para que la gente de la fiesta se caliente y se vuelva más consumista.

-          ¿Solo me mirarían?- preguntó la chica, que pese a sentir muchos reparos con aquel empleo lo veía como una forma rápida y segura de ganar dinero.

-          Solo mirar y las caricias que tú consideres, pero piensa que cuanto más amables seas los clientes más me compraran, y cuanto más me compren más cobrarás- dijo la mujer sonriendo.

-          ¿Nada de lo que aquí suceda saldrá al exterior, nadie me podrá sacar fotos?- preguntó la chica dubitativa.

-          Nada, te lo prometo.

-          Acepto entonces- dijo Claudia ansiosa por ganar dinero y poder regresar con su familia y amigos aunque el tener que exhibirse fuese el precio.

La joven mexicana permaneció en el local durante unos minutos más para aclarar la hora de entrada y de salida aquella noche, la cual si se daba bien sería la primera y la última. Lara, que desde que había entrado en el local había sentido curiosidad por su nueva empleada, curioseó sobre la vida de esta, no tardando Claudia en contarla su circunstancia.

-          Si eres lo suficientemente persuasiva con los clientes y dejas tus perjuicios fuera te aseguro que con una noche de trabajo conseguirás dinero para seguir en Madrid hasta que te den tu nuevo pasaporte y para que compres un nuevo billete de avión- aseguró Lara confiada antes de que Claudia saliera del establecimiento para pensar en lo que estaba a punto de hacer.

Claudia, que se había levantado temprano aquella mañana y que apenas había podido dormir por la noche por todos los problemas que le estaban acosando, no tardó en echarse sobre la cama de su habitación para dormir plácidamente, tratando de pensar lo menos posible en lo que tendría que hacer aquella noche para ganar dinero de forma rápida y no tener que confesar la verdad a sus padres.

La joven se despertó sobresaltada cuando vio en el reloj de su mesilla que eran las 9:30 de la tarde, lo que quería decir que había estado durmiendo más de cinco horas y que tan solo la quedaba media hora para presentarse en el sex-shop si no quería enojar a su nueva y eventual jefa.

Claudia, aunque fatigada, se presentó en el lugar tan solo con un par de minutos de retraso, los cuales Lara perdonó.

-          Para comenzar ponte esto- le indicó a la muchacha que cogió la bola de plástico que su jefa le tendía- póntelo aquí mismo, delante de mí- le dijo la mujer sonriendo- me parece que tienes un buen cuerpo pero me gustaría confirmarlo.

La mexicana, un tanto azorada, comenzó a desprenderse de su ropa, para mostrar ante Lara su cuerpo esbelto de piel bronceada. Claudia, que no se sentía cómoda al ser observada por la mujer, y pese a que sabía que conforme pasara la noche se iba a hacer más complicado, se enfundó los pantaloncitos cortos y ajustados de color azul marino y se colocó la camisa azul más claro, de proporciones minúsculas, que dejaba muy poco a la imaginación con un prominente escote formando por sus medianos y firmes pechos y el ombligo al aire.

Lara, se acercó a su empleada para colocar al cinturón en el que llevaba una porra y unas esposas, colocarla una gorra en la cabeza, cubriendo con esta su larga cabellera de pelo largo, negro y liso y una placa dorada sobre su seno derecho, convirtiéndola así en una policía de lo más sexy.

-          Muchos de mis clientes se dejarían detener por ti- dijo Lara sonriendo, viendo el éxito que la joven latina iba a suscitar.

Los clientes habituales no tardaron en aparecer por la tienda, no tardando la encargada en presentarle a la probadora de aquella noche. Claudia, que se sentía bastante incómoda, trató de saludar con la mayor naturalidad posible, pese a saber que la iba a costar mostrar una actitud despreocupada, ya que ella desde siempre había sido una chica bastante tímida.

Claudia trataba de sonreír nerviosa ante los comentarios que hacían sobre como la sentaba el uniforme, o lo contentos que estarían si las agentes de la ley de verdad vistiesen esa clase de uniformes.

Lara, cuando consideró que el traje de policía ya había sido lo suficientemente exhibido le entregó otro de enfermera, igualmente escotado, para que fuera a la trastienda a ponérselo.

-          Espera- dijo uno de los clientes, un hombre alto y vestido con traje negro- si te lo pones aquí delante de todos y sin sujetador te doy 50 euros.

El corazón de Claudia comenzó a latir con fuerza, después de cuarto de hora ya había una docena de clientes en el local, los cuales estaba segura de que comprarían más si ella les daba un buen espectáculo.

La joven mexicana aceptó asintiendo suavemente con la cabeza y cogiendo el billete que este le tendía, para a continuación quitarse la camisa lo primero y los pantaloncitos después quedando en ropa interior ante el asombrado gentío que no tardó en silbar excitados cuando Claudia se quitó el sujetador y liberó sus medianos y firmes senos, coronados con unos pequeños pezones marrones que en aquel momento estaban duros como piedras.

La probadora no se mostró recatada cuando tan solo llevaba sus braguitas blancas, y lo demostró enfundándose primeramente la minifalda ajustada de color blanco, dejando que sus observadores pudiesen deleitarse unos segundos más con los hermosos pechos de la chica, que fueron tapados por la camisa blanca, ajustada y escotada sobre la que se marcaban sus duros pezones.

Después de aquel traje, y sin coste adicional, Claudia se fue cambiando de ropa delante de todo el mundo: poniéndose un uniforme de colegiala que causo sensación, uno de chica de la selva que constaba tan solo de una braguita y sujetador aterciopelados, otro de Dominatrix en el que destacaban un corsé que alzaban sus firmes pechos aún más y unas largas botas de largo tacón y color negro…

-          Bueno Claudia, creo que los clientes ya se hacen a la idea de nuestra gama de disfraces- dijo Lara contenta de las ventas en aquel aspecto, deseando que tuviese el mismo éxito con las demás clases de artículos- ¿Qué te parece si te vas quitando el disfraz y te sientas en ese sofá de allí?

Claudia, sin poner ninguna queja comenzó a desnudase de nuevo, quedando tan solo con sus braguitas de color blancos delante de los excitados clientes que observaban desde la distancia el como la joven mexicana se acomodaba en el sofá.

Lara se llevó una ovación de su clientela cuando salió de la trastienda con un maletín que abrió delante de Claudia. La probadora observó la cantidad de juguetes sexuales que había en su interior: bolas chinas, 3 consoladores de diferentes medidas, uno de ellos para doble penetración, unas esposas, pequeñas pinzas…

-          Bueno niña, puedes comenzar a jugar con esto delante de la gente- dijo Lara en un susurro.

Claudia, que si aquella misma mañana alguien le hubiese dicho que aquella noche iba a estar desnuda probando juguetes sexuales le habría dicho que eso era del todo imposible, se sorprendió cuando se quitó las bragas sin ningún pudor, mostrando a la gente sus grandes y rosados labios vaginales entre los que se encontraba un clítoris bastante prominente que rápidamente fue tapado por el más ancho de los dildos, comenzando a moverlo de arriba a bajo por toda su raja.

La mexicana, para su sorpresa, comenzó a disfrutar viendo como los hombres que poblaban la tienda no la dejaban de observar mientras jugueteaba con el consolador, convirtiéndose aún más en el foco de atención cuando su sexo comenzó a tragarse lentamente el dildo.

Claudia comenzó a meter el sacar el gran falo de plástico a toda velocidad, el cual tenían un relieve que se ajustada perfectamente a las paredes vaginales de la muchacha.

Lara, aprovechando el éxtasis de su empleada comenzó  a jugar con ella y a colocarla nuevos artículos, ante los que la joven no puso ninguna objeción: pinzas en los pezones, de una presión muy baja para que no interfiriera en el placer que Claudia estaba sintiendo, una pequeña mariposa vibradora que enganchó al prominente clítoris de la chica para ponerla en funcionamiento y hacer que se derritiera de placer…

Claudia alcanzó un nuevo nivel de placer cuando después de unos minutos auto-penetrándose con el dildo descubrió que en la base de este había un botón, que tan pronto como lo accionó provocó la vibración de todo el falo dentro de su cuerpo.

La joven probadora no aguantó mucho tiempo con las vibraciones de la mariposa en su clítoris y del dildo en su interior, comenzando a gemir de manera exagerada cuando sintió que estaba a punto de correrse y no tratando de reprimir aquel orgasmo, sino de amplificarlo.

Los clientes aplaudieron a rabiar cuando Claudia sacó de su sexo el consolador totalmente empapado para dejar paso a sus fluidos, los cuales salieron a chorros tras una serie de espasmos que dejaron a la chica rendida sobre el sillón.

-          Has estado estupenda, preciosa- le dijo Lara al oído contenta de la actuación de la chica, mientras delicadamente la quitaba la mariposa que aún vibraba en su sexo- tienes menos reparos de los que pensé y eso me gusta. Descansa unos minutos que ahora vendré con algo nuevo.

Claudia, contenta de poder tener un tiempo para descansar después de liberar tanta tensión sexual, permaneció sentada en el sofá con las piernas separadas, haciendo que algunos hombres se acercasen a ella para acariciarla los muslos y los brazos para poco a poco llegar a su sexo y pechos.

La joven probadora, a la que no le estaban resultando nada molestas las caricias, se dejó tocar por aquellos hombres sabiendo que podría cortarlo en cualquier momento en que ella no se sintiese cómoda.

A Claudia se le pasaron los minutos de relax rápidamente y se sorprendió cuando sintió como las ocho manos que en aquel momento la estaban tocando las zonas más íntimas de su cuerpo se separaron de ella casi al instante.

La responsable de aquella acción no había sido otra que la dueña de la tienda, que portaba en su mano una fusta con la que golpeó los muslos de Claudia.

-          ¡Vamos, has sido una niña muy guarra al correrte aquí delante de todos y poner el suelo de mi tienda perdido de tus fluidos!- dijo Lara guiñando el ojo a la chica que se incorporó al momento para seguirla el juego- ahora vas a tener que ser castigada.

La gente, que al parecer esperaba aquel momento con deseo, vitoreó a Lara cuando esta colocó un collar de cuero rosa alrededor del cuello de Claudia, para tirar de esta después de engancharla a una correa.

Claudia, que gracias al placer que estaba cosechando aquella noche comenzaba a confiar en su jefa, se dejó llevar hasta el centro de la sala, lugar donde la treintena de personas que la ocupaban, la mayoría hombres, aunque había alguna mujer, se colocaron en semi-círculo para observar la escena.

-          Tranquila Claudia, te voy a poner unas esposas- le dijo Lara en un susurro para que la clientela no la escuchase- pero te aseguro que nadie te tocará si no quieres.

La mexicana tan solo tuvo que hacer un ligero asentimiento de cabeza para que la empresaria le amarrase las manos a la espalda con las metálicas esposas.

-          ¿Os imagináis tener así a vuestra pareja?- preguntó la mujer a la gente mientras golpeaba con su mano ligeramente la parte posterior de las rodillas de Claudia para que esta se arrodillase- ¿o que vuestra pareja os tenga así una noche completa? totalmente indefenso para que el ser amado haga con vosotros lo que quiera…

Claudia después su posición pudo ver los lascivos gestos de alguno de los hombres de la sala, los cuales parecían estar imaginándose lo divertido que podría ser tener a su pareja así o tener así a la propia Claudia.

La joven no se dio ni cuenta cuando Lara comenzó a rodear sus medianos senos con cuerdas, provocando el suave tacto de estas que su excitación aumentase y que sus pezones se pusieran aún más duros. Una vez tuvo los pechos atados, Lara prosiguió con su trabajo con más cuerdas, cubriéndola el torso también, hasta llegar hasta el sexo rasurado de la muchacha.

Lara, que era una experta en el bondage, tan solo necesitó dar un par de suaves tirones de la cuerda con pequeños nudos que habían quedado entre los labios vaginales de la muchacha para que esta gimiese de placer y se caer hacer hacia delante, dejando su culito en pompa.

-          Alguno me quiere coger la correa de mi perrita, por favor- pidió Lara tendiendo la correa a su clientela, de la que no tardó en salir uno de los hombres maduros que ocupaban la primera fila encantado de poder ver la escena desde más cerca.

Claudia, que aún no había sufrido ni un poco de dolor aquella noche no se preocupó ni siquiera cuando Lara separó sus nalgas y comenzó a untar su ano con lubricante. La joven ahogó el gemido de placer, ya que si bien alguna vez ella misma había jugado acariciando su ano nunca había reunido el valor suficiente como para penetrarlo.

La mexicana dio un ligero respingo cuando sintió como uno de los dedos enguantados de la propietaria del sex-shop se adentraba en su cavidad anal, permaneciendo allí durante unos segundos, hasta que lo sacó para meter un ristra de bolas chinas de escaso diámetro, las cuales no eran mucho más grandes que canicas.

Lara, una vez introdujo la última de las 15 bolas, cogió una pequeña lata y se colocó delante de Claudia, mientras su improvisado ayudante tiraba ligeramente de la correa para que la probadora quedase arrodillada y erguida de nuevo.

-          Ya verás que gustito te da esto- comentó la mujer sonriendo, impregnando sus dedos de una especie de crema rosada, la cual no tardó en untar sobre los medianos y ligeramente hinchados pechos de la mexicana y sobre tu caliente y húmedo sexo, una vez retiró la cuerda que tenía entre los labios vaginales.

Una vez untada con el ungüento, Lara colocó a Claudia inclinada, con las nalgas bien levantadas para que la clientela comenzase a azotarla con una diversa variedad de palas y látigos cortos de muchas colas.

Para que nadie se excediese con el trasero de la probadora, la dueña del sex-shop dio los primeros cinco golpes, invitando a continuación a su clientela a probarlo. Claudia soltó un gemido de gusto tras cada golpe, ya que los impactos no le hacían a penas daño, la textura tanto de los látigos cortos como de las paletas eran muy suaves, con los que estos lo más que hacían era enrojecer un poco el trasero de la chica.

Claudia, no pudo evitar alzar la cabeza en busca de su eventual jefa para mirarla suplicante cuando sintió como tanto su sexo como sus pezones comenzaban a provocarla un calor que estaba comenzando a sofocarla.

-          Parece que ya va haciendo efecto- comentó la mujer sonriendo, acercándose a la muchacha para incorporarla lentamente- sientes el calorcito, ¿verdad?

-          Sí mucho- dijo la joven sin ningún pudor pese a que estaba siendo observada por al menos una treintena de persona, la mayoría que la miraban con lascivia.

-          ¿Quieres que alguno de los clientes te quite a lametazos el ungüento?- preguntó la mujer en un susurro, haciendo que la mexicana asintiese- ¡A ver! ¿hay alguno tan amable como para lamer el ungüento que he puesto a esta niña cachonda?

Una docena de voluntarios se presentaron al instante, colocándose en fila de a uno, comenzándola un muchacho de unos 25 años, que se había andado más listo que el resto y que había tomado la mejor posición.

Claudia comenzó a gemir de alivio y placer cuando sintió como la calentura a la que se estaban viendo sometidos sus pezones comenzaba a remitir gracias a la hábil lengua del muchacho, el cual había comenzando mordiendo los pechos de la joven ligeramente, aunque había dejado de hacerlo para usar solo la lengua cuando Claudia le pidió que lo no mordiera.

Los clientes no tardaron en darse cuenta de que si se organizaban bien podían lamer a la probadora tres a la vez y tan pronto como el primero cedió su sitio a los siguientes Claudia sintió una lengua en cada pezón y otra en su sexo, que estaba cada vez más caliente y húmedo.

-          ¡Quítate de ahí!- dijo Claudia elevando su tono de voz cuando sintió que el orgasmos era inminente, dando medio paso hacia atrás- ¡Voy a acabar!

-          Por mi no te preocupes guapetona- dijo el hombre, de cerca de 30 años, que agarró a la chica por las nalgas y selló el sexo de la joven con sus labios.

Claudia gimió desaforadamente cuando sintió como las tres lengua de los hombres se esforzaban aún más para que su orgasmo fuese aún mayor, tensando los músculos de sus piernas cuando estuvo apunto de llegar y notando como Lara, que permanecía detrás de ella, tirara con fuerza de las bolas chinas que había metidos en su ano con una mano y de la cuerda con nudos que había sobre su sexo con la otra, provocando que los fluidos de la chica saliesen al tiempo que esta gemía como loca, cayendo todo el líquido traslúcido en la boca del hombre que se encargada de estimular su sexo, que lo recibió con mucho gusto.

Las rodillas de la muchacha no tardaron el flojear debido a la descarga de excitación, por suerte tanto los dos hombres que se habían afanado el lamer los pechos de la chica y Lara tuvieron una reacción rápida y tres pares de manos se encargaron de mantenerla en pie.

Tras el segundo orgasmo, Claudia no tuvo que hacer nada, salvo sentarse a descansar en el sofá, una vez Lara la desató y felicitó por sus trabajo.


-          Me has hecho ganar bastante dinero- dijo la empresaria contenta mientras contaba los billetes en la caja registradora- creo que con esto tendrás suficiente para tu estancia en aquí estos días y para comprar un nuevo billete de avión- dijo la mujer con una sonrisa tendiendo a su empleada un fajo de billetes.

-          Muchas gracias, la verdad es que me he sentido mucho más cómoda de lo que esperaba- comentó Claudia que ya se había vestido de calle.

-          Pues ya sabes, si vienes de viaje aquí de nuevo ya sabes una forma de costeártelo- dijo la mujer con una sonrisa y guiñándola un ojo.

Claudia devolvió la sonrisa a la mujer y no descartó el volver a aquel país a hacer turismo…

Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo fantasias1987@hotmail.com