La princesita de los dedos de oro

Yo, mirando para la charca de leche que dejara sobre mi pantalón. le respondí:

Eran las dos y media de la tarde. Yo estaba sentado en un sillón de la sala de estar jugando al poker on line. Me sonó la música del whatsapp. Tenía un mensaje.

-¿Estás?

-Estoy, bonita. -le respondí.

-¿Quieres que te llame por teléfono?

-Llama, princesta linda -le dije.

Hablamos de cosas de familia hasta que supe porque realmente me había llamado.

... Hacía un par de años que no hablaba con un amigo mío. Esa tarde hablara con él. Por la noche cuando mi marido y yo nos estábamos acariciando, me llamó y... Y el resto ya te lo puedes imaginar.

De repente, Diana, mi princesita linda, rompió a llorar. Nunca supe que hacer cuando llora una mujer. Soy un cabrón, mas un cabrón sentimental, me pongo triste y las lágrimas asoman a mis ojos. Traté de consolarla, pero no había manera. Así supe porque no dejaba a su marido y se quedaba conmigo, lo quería mucho más que a mí. Tenía que hacer algo para que abandonase el llanto. Me salio sin querer...

-Cuando te ríes eres una de las mujeres más bella que Dios puso sobre la tierra, pero así llorando debes ser fea de cojones.

Sentí su preciosa risa al otro lado del teléfono. Había pasado del llanto a la hilaridad en décimas de segundo.

-¡Nooooooo! No digas eso.

-Me encanta oírte reír. ¿Sabes lo que podías hacer para volver a estar en paz con tu marido, bonita?

-No, cariño. ¿Qué podría hacer?

-Echarle un polvo y dejarle los ojos en blanco. Se le olvidaría todo.

-¿Tú crees?

-Sí, creo. ¿Lo hicisteis alguna vez en la bañera, hermosa?

-Pues no.

-Yo lo hice muchas veces con tu tía cuando éramos más jóvenes. Con el baño mediado de agua, a la que echábamos las sales perfumada, ella se sentaba sobre mi polla. Yo tenía las tetas a tiro y ella me follaba a su aire. Se corría cuando quería y me hacía correr cuando le daba la gana.

Su voz me sonó profundamente sensual, cuando me preguntó:

-¿Te gusto?

Aquello ya me olió a juego. Sabía de sobras que me encantaba y que estaba loco por ella.

-Un montón, preciosa.

-¿Cuánto hace que no follas con mi tía?

-Tanto tiempo que ya ni me acuerdo cuando fue la última vez.

-¿Este fin de semana follarás con ella?

-No creo. Está muy trasteada.

-¿Y eso que quiere decir?

-Que tuvo mucho trabajo durante la semana.

-¿Follarías conmigo sabiendo que tengo un año menos que tu hija menor?

Le seguí el juego.

-Si me masturbo pensando en ti. ¿Cómo no te iba a follar, guapa?

-Dilo otra vez.

-¿Lo qué?

-Que te masturbas pensando en mi

-Me masturbo pensando en ti.

-Dilo otra vez.

-Me masturbo pensando en ti.

Sentí sus gemidos.

-Dilo otra vez.

-Me masturbo pensando en ti.¿Qué estás haciendo, Diana?

-Tengo la camiseta levantada, una mano debajo de mi brasier acariciando mis tetas, la otra dentro de las bragas y con dos dedos juego con mi coño. ¿Qué me haces cuándo te masturbas pensando en mí? ¡Ayyyyyyy, que rico!

-A veces, te beso en la boca, en el cuello, en las orejas, te como las tetas, bajo y te como el coño...

-¿Cuándo te masturbas pensando en mí nunca me haces el amor? ¡Ayyyyyyyyyyyy! Estoy muy mojada. ¿Siempre me follas? ¡Ayyyyyyy, ayyyyy, ayyyyy! ¿Nunca me haces el amor?

-Nunca te follo. Siempre te hago el amor. Hago todo lentamente, dulcemente, con mucho cariño, princesita linda.

-¿Te estás tocando? ¡Oooooooo, qué rico, que rico!

-¡Cómo para no tocarme, bella!

-¿Qué me estabas haciendo en tu pensamiento? ¡Ooooooh, que rico, que rico, que rico, que rico!

-Te estaba comiendo la boca, caramelito.

-¡Aaaaaaaaay! ¡Cómeme las tetas! ¡Ooooooh!

-Las estoy palpando y mordiendo los pezones, cielo.

-¡Mete tu polla en mi boca!

-Toma,y mama cariño.

Estuvo jadeando un tiempo. Volví a oír su sensual voz.

-¡Aaaaaaay, aaaaaaay, aaaaay! ¿Qué me vas a hacer ahora?

-Te voy a comer el coño.

-¡Ay, ay, ay que rico! Tengo el coño empapadito.

-Mejor, cuanto más me das de tu esencia, más perro me pones, tía buena.

Otra vez dejó de hablar. La sentía jadear y mi polla latió desesperada por lanzar un chupinazo que quedase colgando del techo. Volvió a hablar.

-¡Qué riiiiiiiiiico! ¡¡Rómpeme el coño!!

Con los ojo cerrados veía a mi princesita linda tocándose las tetas con una mano y follándose el coño con sus dedos de oro con la otra. Estiré bien las piernas. Mi polla ya estaba dura cómo una piedra y mi mano derecha mojada con la aguadilla que salía de ella. Imaginé que le quitaba las bragas y que se la metía hasta el fondo.

-Te lo estoy rompiendo, bellezón.

-¡Aaaaay, aaaaay que me voy a correr! ¡!Pídeme que meta los dedos hasta el fondo!! ¡Ay, ay, ay, ay, ayyyyyy que rico!

No tardaba en correrse. Mi mano subió y bajo por la polla a la velocidad del rayo.

-Mete tus dedos hasta el fondo, pequeña.

-¡Aiiiiiiiiiiiiiiii, aiiiiiiiiiiiiiiiiiiin, aiiiiiiiiiiiiiiiin, aiiiiiiiiiiiin...!

-¡Cómo me has puesto, princesita linda!

-¡Ay que rico, ay qué rico, ay que rico! ¡Pídeme que me corra! ¡¡Pídeme que me corra!!

Su voz me había sonado a voz de corredora maratoniana después de acabar la carrera.

-¡Correte, princesita linda!

-¡¡Aiiiiiiiiiiiiiiin, aiiiiiiiiiiiiiiiin aiiiiiiiiiiiiiiin, aiiiiiiiiiiiiiin...!!

Sentí que me iba a correr con ella.

-¡¡Córrete princesita linda, córrete princesita linda, córrete princesita linda, córrete princesita linda. cooooooooo.!! ¡¡¡Oooooooooooh!!!

La princesita de los dedos de oro se corrió al mismo tiempo que me corrí yo.

-¡¡¡Arrrrrrrrrrrg, aaaaaaaaaarg, aaaaaaaarg, aaaaaaaarg. aaaaaaaaarg. aaaaaaaarg...!

Fue una corrida larga, muy larga e intensísima. Al acabar de correrse, Diana, mi sobrina, mi princesita linda, rompió a reír, después, aún con la voz tomada, me dijo:

-¡Ufffffffffff! Fue increíble el dedo que me hice.

Yo, mirando para la charca de leche que dejara sobre mi pantalón, le respondí:

-Sí que lo fue, preciosa, sí que lo fue.

No quedamos. Sé que cualquier día me volverá a sorprender mi princesita linda.

A ver si esta vez comenta alguien... ¡Que sois unos perzosos y unas perezosas.!

quique.