La princesa blanca Epílogo.

Este si que es el final.

Epílogo

Los marineros, ajenos al drama que se estaba desarrollando en el castillo de popa aclamaban a su rey y remaban como locos intentando alcanzar a las naves que huían.

Serpum observaba a la joven reina, con sus ropas empapadas en  sangre. Ahora apenas respiraba. El rey lloraba abiertamente sin intentar ocultar su dolor mientras acunaba la cabeza de la joven en su regazo. Los vio allí y  le pareció lo más natural. De todas maneras ya había vivido  casi doscientos años y nunca había pretendido ser eterno.

Entre  lágrimas, el rey vio como el anciano arcipreste se inclinaba sobre la joven y agarraba con fuerza el astil de la flecha pronunciando una salmodia ininteligible. Una mortecina luz partió de las manos del mago y en pocos segundos la flecha comenzó a oscurecerse y humear.

Deor observó el gesto de concentración e inmenso dolor  de Serpum a medida que la flecha se iba ennegreciendo,  cauterizando la herida a la vez que se consumía   poco a poco hasta desaparecer.

Serpum aprovechó los últimos rescoldos de su energía vital para reanimar los órganos de la joven que estaban a punto del colapso.

Finalmente no pudo más y  cayó agotado al lado de la joven.

El rey observó  maravillado como la flecha desaparecía ante sus ojos a la vez que  el color volvía a los labios de su esposa y su gesto de sufrimiento desaparecía.

Se giró hacía el anciano para darle las gracias pero vio en el brillo marchito de sus ojos que el esfuerzo por salvar a Nayam había excedido sus capacidades. El mago estaba a punto de cerrar los ojos para no abrirlos más.

—Es justo,— murmuró  Serpum— una vida que terminaba por una que acababa de empezar.

—Gracias viejo amigo. —dijo el rey dejando a Nayam al cuidado de un joven oficial  mientras se inclinaba sobre el anciano moribundo.—Esta vez sí que voy a ser incapaz de pagarte este favor.

—Quizás haya una cosa...

—Lo sé. Sé perfectamente cuales eran tus intenciones cuando llegaste hasta este reino. —le interrumpió el rey— Antes de morir quiero que vayas al otro mundo con la seguridad de que serás enterrado con tu nombre y todos los honores. A partir de este día todo el mundo sabrá que fueron las habilidades y la inteligencia de un mago las que salvaron el reino. Descansa en paz  hermano.

El rey cogió la mano a Serpum y se la sostuvo notando como la vida iba escapando poco a poco del anciano hasta que la extremidad quedó fría e inerte.

Lamentablemente no había tiempo. El rey ordenó llevar a Serpum bajo la cubierta e hizo lo mismo con Nayam, no sin antes  acariciar el rostro de la joven que  ahora dormía plácidamente  y ordenar al cirujano de a bordo que no se separase ni un solo minuto de ella.

Por fin, con el corazón henchido de dolor y satisfacción a un mismo tiempo, se volvió para ver como la flota de Senabab era destruida sin piedad...

5 meses después...

Nayam se desnudó agotada . El día había sido largo y lo avanzado de su embarazo le entorpecía llevar una vida normal. No se cansaba nunca de echar un vistazo en su interior  y observar la joven vida desarrollándose poco a poco, desde que parecía solo un pequeño renacuajo hasta  convertirse en  un  hombre en miniatura. Se acarició la barriga con suavidad y  notó como su esposo le observaba. Le maravillaba como aun estando terriblemente gorda y torpe su rey la deseara y la considerara  irresistible.

El rey se desnudó rápidamente y le abrazó por la espalda. Nayam enseguida notó como el miembro de Deor crecía acariciando su culo y despertando el deseo en la joven. El rey le acarició la barriga redonda, tensa y pesada mientras la joven reina giraba la cabeza para poder besarle.

La  reina estaba espléndida y no podía apartar las manos de ella. Acarició su barriga y subió hasta sus pechos. Repasó  durante un segundo la fea cicatriz que había entre ellos e intercambió una  mirada cómplice con su esposa. Durante un instante la imagen de Ümwallas se paseó por sus mentes.

Las manos de su esposo acariciaron sus pechos tensos y repletos de leche; sus pezones hipersensibles le arrancaron ese fugaz pensamiento y varios chispazos de placer la obligaron a gemir y retorcerse excitada.

— ¡Oh! Mi señor. Haz de mi lo que quieras, soy tu esclava. —dijo ella fingiendo una sumisión que sabía que al rey le excitaba y divertía a la vez.

El rey sonrió, rodeó su cuerpo  y la besó de nuevo, esta vez frente a frente, mirándole a los ojos.

Sintiendo la necesidad adolescente de demostrar su fuerza a su joven esposa,  la cogió en brazos y la depositó con delicadeza sobre la cama. Nayam suspiró y se retorció sensualmente. Suponía que a cualquier otra persona le hubiese parecido más bien los movimientos de una ballena varada en la playa pero Nayam no tuvo que esforzarse para saber que el rey los consideraba super excitantes.

Deor se tendió a su lado y acarició cada milímetro del cuerpo de la joven. Aquellas curvas le volvían loco. Sus pechos enormes con los pezones aumentados y sensibles en extremo le atraían tanto como la barriga tensa y redonda que contenía a su heredero.  El rey acercó su labios a los pechos de la joven y los chupó. Nayam gritó y se retorció de nuevo notando como  vertían en la boca del rey una pequeña cantidad de leche.

El rey le besó compartiendo el dulce y cálido sabor del producto de su pechos. El beso se hizo más intenso y desesperado. Las manos del rey la exploraban excitándola y haciendo que las humedades invadiesen sus zonas más recónditas e intimas.

Nayam se separó y se puso a cuatro patas sobre la cama. Notó como  el peso  de su vientre y sus pechos tiraban  de ella hacia abajo y tensaban su piel oscura excitándola.

El rey se acercó y le acarició el sexo con sus labios. La joven recibió la boca de su esposo tensando todo su cuerpo y jadeando. La lengua del rey recogió con glotonería el néctar que fluía de sus entrañas  a la vez que lamía y mordisqueaba volviéndola loca de deseo.

Ansiosa por recibir su polla La joven se inclinó y separó las piernas todo lo que se lo permitía su avanzado embarazo para atraerle hacia su sexo.

Su esposo se irguió y con la polla erecta acarició los labios de su vulva, y su clítoris haciéndolos palpitar casi dolorosamente. Nayam agitó su culo y se separó los cachetes para mostrarle su coño rosado destacando contra el color caramelo de su piel.

Deor no se pudo contener más y la penetró lentamente, centímetro a centímetro, disfrutando de los gemidos y los insultos de la joven hasta enterrar su polla en el fondo del coño de su  esposa.

Sin esperar a su rey, fue ella la que empezó a moverse  ensartándose ella misma con su ardiente miembro. Deor se agarró a sus caderas y comenzó a empujar a su vez disfrutando tanto de la suavidad y estrechez de su sexo como de los gemidos y los estremecimientos de su esposa.

Poco a poco fue aumentando el ritmo y cuando vio que Nayam comenzaba a cansarse agobiada por el peso de Deor y el suyo propio, la tumbó de lado y siguió penetrándola mientras le abrazaba tan estrechamente como podía.

Nayam estaba  consumida por el placer. Las manos del rey parecían multiplicarse acariciándole los pechos,  la barriga y su monte de Venus,  electrizándola  hasta el punto de que no pudo aguantar más y se corrió gritando de placer. El rey siguió unos segundos y se separó.

La reina se colocó boca arriba con la cabeza al borde de la cama y cogiendo el miembro del rey se lo metió profundamente en la boca y lo chupó. El rey gruño y se dejó hacer cerrando los ojos y disfrutando de los labios gruesos y la lengua cálida y suave de su mujer. Con el rostro contraído por el placer y todo el cuerpo bañado en sudor Deor se apartó y eyaculó sobre los hinchados pechos de su mujer.

Nayam sonrió y se abrazó los pechos disfrutando del amor y la intimidad con sus dos hombres, el que la amaba desde el exterior y el que crecía en su interior.

Fuera,  los primeros copos de nieve del otoño empezaban a teñir  de blanco las almenas del Palacio de las Nubes.

Los últimos meses habían sido una pesadilla. Tras volver a puerto con apenas treinta galeras de guerra, algunas en lastimosas condiciones y unos pocos transportes, la noticia corrió por todo su reino como la pólvora. Provincias que hasta ese momento se habían mostrado dóciles conscientes de la fuerza de su ejército, se habían levantado contra él y había tenido que correr de un extremo al otro de su reino aplastando las revueltas una a una. La necesidad de evitar que las revueltas no se reprodujesen le habían obligado a ser especialmente cruel. Afortunadamente al ver las consecuencias de sus actos el resto de los rebeldes se rindieron casi sin resistencia y después de una larga y tediosa campaña volvía a estar de vuelta en Krestan.

Desafortunadamente ahora que no tenía nada que hacer, se aburría.  Tardaría años en volver a reunir un ejército digno de ese nombre.

Amina entró en sus aposentos. Había  madurado mientras él había estado  fuera. Sus caderas se habían ensanchado y sus pechos habían aumentado de tamaño y caído ligeramente. La joven sonrió tímidamente al ver a su rey  pero él no se sintió  alborozado. La visión de la joven le recordó que la ciudad de la que provenía fue una de las primeras en rebelarse contra él.

Una fría sensación de ira recorrió su mente y ordenó a la joven desnudarse y bailar para él en presencia de sus dos guardaespaldas.  La joven dudó un momento  al ver que no se quedaban los dos solos como siempre ocurría, pero confiaba en su señor y  comenzó a bailar lentamente. Moviendo brazos y caderas intentando estimular a su rey.

Senabab notó como los dos guerreros miraban a la joven retorcerse y bailar haciendo que sus pechos se bamboleasen pesados y atrayentes y su culo vibrase como el de una abeja. En pocos minutos la piel oscura de la joven estaba brillante de sudor. Los hombres de el rey se removían inquietos y se relamían viendo evolucionar aquella espectacular hembra.

Amina había cerrado los ojos para concentrarse en su danza y pegó un grito sorprendida cuando siguiendo un gesto del rey los dos guardaespaldas se le echaron encima.

La  joven intentó revolverse y  miró al rey con los ojos suplicantes. El rey observó con satisfacción aquellos ojos asustados,  con las pupilas dilatadas por el terror y sonrió.

Los dos hombres eran sendas masas de músculos. Tenían la cabeza afeitada y eran enormes, de forma que la cabeza de la joven no sobrepasaba los hombros de ninguno de ellos. Asustada pero decidida a cumplir las órdenes de su rey dejó que los hombres magreasen su cuerpo desnudo y sudoroso con sus manos grandes y callosas. El que estaba frente a ella cogió uno de sus pechos y se lo metió en la boca chupándolo ruidosamente y mordisqueándolo con fuerza. La joven intentó  gritar dolorida pero el otro tiró del su abundante melena negra y le retorció la cabeza cerrando su boca con un beso. La lengua se abrió paso en la boca de la joven explorándola y sofocándola con un aliento que hedía a queso  rancio.

Los hombres se apartaron por un momento para poder librarse de los taparrabos. Con un escalofrío  Amina  vio los enormes penes de aquellos hombres erectos y apuntando hacia ella agresivos como dos lanzas.

Amina se giró hacia Senabab que sonreía complacido ante el espectáculo. Uno de los hombres la cogió del pelo y la obligo a ponerse de rodillas. La joven se bamboleo perdiendo el equilibrio y solo el hombre impidió que cayera de bruces sujetándola dolorosamente por el cabello.

El guerrero cogió su verga y sin más ceremonia  la frotó contra los labios de la joven presionando sobre ellos obligando a la joven a abrir la boca.

Amina abrió la boca para acoger la enorme polla del primer guerrero mientras el otro amasaba y pellizcaba el resto de su cuerpo. Poco a poco las rudas caricias y el calor de la polla en su boca comenzaron a producir un placentero hormigueo en su sexo que se vio aumentado aun más cuando  el otro hombre comenzó a comerle el coño.

Senabab vio como  la joven comenzaba a disfrutar y soltaba cortos gemidos ahogados por la polla de uno de sus guardaespaldas.

Ardiendo de deseo el hombre  exploró  el sexo de la joven con su lengua y con sus dedos haciendo que todo su cuerpo se estremeciera de placer. Con una sonrisa el hombre se incorporó y levantando las caderas de la joven  la penetró. Amina tensó su cuerpo y se puso de puntillas sintiendo como la enorme polla se abría paso en su coño  electrizando todo su cuerpo y haciéndole olvidarse por un momento que tenía el miembro del otro hombre en la boca.

Se atragantó, tosió, gimió y disfrutó. El hombre era tan grande que  con cada empujón se veía levantada por el aire. Uno de los guerreros la tiró sobre unos almohadones y se tumbó sobre ella.

Amina recibió la polla del hombre disfrutando de cada centímetro y cada empujón sintiendo que cada fibra de su cuerpo se estremecía de placer; cuando el hombre se  corrió sobre ella inundando su coño de semen caliente y espeso todo su cuerpo se crispó contraído por el orgasmo.

En ese momento el guerrero que tenía sobre ella se separó y el otro la levantó en el aire y la aprisionó contra la pared. Impotente notó como exploraba la abertura de su ano y presionaba contra ella con su polla. Amina gritó al sentir como aquel falo grueso y ardiente se abría paso poco a poco en  sus entrañas  provocándole dolorosos calambres.

La joven gimió  y  el rey observó mientras se masturbaba como gruesos lagrimones empapaban sus largas pestañas y  corrían por sus mejillas de la joven.

Amina  se cogió los glúteos e intentó separarlos para hacer más fácil la penetración mientras el guerrero le sujetaba por la cintura y empujaba en su interior sin misericordia.

El rey  vio  como la joven recibía la verga de aquel hombre quejándose suavemente y con todo el cuerpo cubierto de sudor.

De repente Amina se vio levantada por el aire. El guerrero que la ensartaba se tumbó con la joven encima. Amina apoyó las manos en el pétreo pecho del hombre y separando las piernas, las apoyó en el suelo y comenzó a balancear su caderas mientras el guerrero le acariciaba la vulva con sus manos.

Segundos después Senabab vio como el otro hombre se acercaba y cogiendo las piernas de la joven penetró  su coño. La joven, que ya empezaba a disfrutar gritó al sentirse ensartada por sus dos aberturas. Los hombres riendo comenzaron a follar a la joven acompasando su ritmo mientras le pellizcaban los pezones  y le metían los dedos en la boca.

El dolor y el placer se mezclaron en el cuerpo de Amina hasta hacerse indistinguibles. Los hombres siguieron follando a la joven aun después de que está se corriese y quedase literalmente exhausta.

A punto de correrse los hombres se separaron y eyacularon sobre la cara y el cuerpo jadeante de la joven.

Senabab se acercó a la joven que le miraba esperando obediente sus órdenes. El rey se dio cuenta de que la joven le miraba sumisa y obediente a pesar del empeño del rey en vejarla.   Sintiendo un extraño vacío en sus entrañas el rey abandonó la sala.

Las dudas de la tripulación con respecto a la nueva incorporación pronto habían quedado despejadas. Albert  era el primero en  pisar la cubierta enemiga y con su espada lograba abrir paso para que el resto de sus compañeros invadiese el barco enemigo.

El barco los detectó casi inmediatamente y trató de escapar  durante unas horas inútilmente, hasta que al final  el Tormenta le dio caza. Los tripulantes del mercante les lanzaron varias andanadas de flechas flojas y mal dirigidas que no disuadieron a los piratas.

Albert  y  Moser lanzaron los ganchos de abordaje y con una  hábil maniobra del timonel los dos barcos quedaron adosados.  Albert dejó el cabo en las manos de otro marinero y saltó por la borda aprovechando el impulso para hundir la espada en el hombro de uno de sus enemigos.

Otros dos se lanzaron sobre el pero se deshizo de ellos fácilmente pateando a uno y rechazando el sable del otro a la vez que le pinchaba el torso. Un par de segundos después tenía a Baracca a su lado. Con su sable se dedicó a cubrir a Albert que avanzaba abriendo un enorme hueco en las filas enemigas en dirección al capitán.

La lucha continuó un par de minutos más hasta que Albert  puso la espada en el cuello del capitán.

Albert y Baracca dejaron a los marineros vaciando la bodega del  mercante y volvieron al Tormenta  una vez estuvo la situación asegurada.

La adrenalina corría por las venas de ambos mientras entraban en la cabina de la capitana.

El guerrero cogió un trapo y limpió la cara de Baracca de las manchas de sangre aun fresca de sus enemigos. Con suavidad recorrió los pómulos y la frente sin dejar de mirar fijamente aquellos ojos  de gata.

Apartando los ojos fue eliminando  las manchas del cuello y persiguió un gran churretón que partiendo de su clavícula se internaba entre sus senos.

Cuando Albert introdujo el trapo bajo la blusa siguiendo la traviesa lágrima de sangre, Baracca le dio un empujón que lo estampó contra la pared. A pesar de ser relativamente menuda el empujón fue lo suficientemente fuerte para que la cabeza del hombre golpease sonoramente contra el mamparo.

Baracca se quedó en el centro de la habitación y cogiendo el trapo del suelo, estiró el escote del blusón y metiendo el trapo entre sus senos los frotó con deliberada lentitud mientras sonreía.

Con movimientos lentos y sensuales la joven se acercó a Albert que permanecía apoyado contra la pared y frotó su trasero embutido en el ajustado pantalón de cuero contra la ingle del guerrero. Albert reaccionó cogiéndola por el cuello y estirándolo rudamente para poder alzar su cabeza y besarla.

Baracca recibió el beso  del hombre desde abajo, con el cuerpo arqueado. Inmediatamente sintió como sus senos eran amasados con dureza y una mezcla de placer y dolor aliviaron unos instantes sus ansias.

Las manos del guerrero se recrearon acariciando y pellizcando suavemente los pezones que se revelaban a través de la blusa y fue bajando por su vientre y sus caderas hasta cerrarse en torno al cinturón y los cierres del pantalón de la capitana. Ni siquiera esperó a quitarle los pantalones para meter su mano bajo la prenda y explorar su sexo.

Baracca gimió al sentir el contacto de sus dedos y pronto percibió como su coño palpitaba y se humedecía con el brusco contacto.

Recurriendo a toda su fuerza de voluntad apartó aquellas manos cálidas y juguetonas y se separó un par de metros. Albert no la siguió limitándose a saborear con la punta de su lengua los aromas que habían quedado prendidos a sus dedos.

Baracca, con la mirada desafiante se quitó la ropa a tirones hasta quedar totalmente desnuda. Orgullosa de su cuerpo se mantuvo quieta esperando que su amante se acercase.

Albert se desnudó   a su vez y se acercó Dándola un sonoro cachete en el culo la cogió  en sus brazos,  obligándole a poner las piernas en torno a sus caderas para poder penetrarla.

La joven se agarró con las piernas a las caderas de Albert mientras el miembro de éste resbalaba deliciosamente en su interior.

El guerrero cogió el culo de su capitana subiéndolo para a continuación dejarlo caer. La mujer se apretó contra él jadeando mientras su pechos se frotaban contra su torso excitándole  aun más.

Esta vez fue la cabeza de la joven la que chocó contra le mamparo cuando el hombre la empujó contra el sin dejar de follarla. Albert bajó la cabeza y la besó de nuevo mientras estrujaba sus pechos con fuerza.

Baracca jadeaba y saboreaba la boca de su amante. Las manos de Albert apretaron sus pechos unos instantes antes de volver a bajar para acariciara el interior de sus muslos a la vez que su polla no dejaba de penetrar en su interior. Con suavidad, el hombre puso una mano  bajo su rodilla y  elevó su pierna  hasta ponérsela sobre sus hombro.  Pocos segundos después elevó la otra separando a la capitana del contacto con el suelo.

Indefensa y con las piernas  abiertas recibió las embestidas de él cada vez más rápidas y profundas. Girándose, Albert la separó de su último punto de apoyo, la joven  sintió como el hombre elevaba su cuerpo como si fuese una pluma para luego dejarlo caer con fuerza empalándola con su polla con tal fuerza que casi le dejaba sin aliento.

Albert sonrió al ver como la joven,  estremecida de placer, cerraba  los ojos para recrearse en sus sensaciones y ese fue el momento que aprovechó para lanzarla por el aire.

En el instante en el que estuvo por el aire antes de caer en la cama una nueva descarga de adrenalina hizo que todo su cuerpo hormiguease.

—¡Cabrón! — fue lo único que logró decir antes de que Albert se inclinase sobre ella y envolviese su sexo enteró en un beso enloquecedor. La joven notó como el hombre chupaba y absorbía los jugos de su vagina mientras la lamía y mordisqueaba provocándole un brutal orgasmo.

Baracca se  contrajo y se arqueó una y otra vez mientras Albert seguía lamiendo y acariciando negándose a soltar su presa.

Cuando finalmente la capitana logró separarse sentó a Albert en la cama y envolvió la polla de Albert entre sus pechos jugando con ella, acariciándola y envolviéndola con su pesada calidez.

Albert cerró los ojos sintiendo como la joven le cogía el miembro y lo frotaba por todo su cuerpo antes de metérselo en la boca y empezar a chuparlo. Albert no tardó mucho en notar que perdía el control e  intentó separarse pero Baracca no le dejó y continuó chupando hasta que con un gemido se corrió dentro de su boca.

Baracca sintió los chorros de leche caliente llenar su boca hasta rebosar. La joven escupió para seguir acariciando con su lengua la polla de Albert hasta que dejó de contraerse.

Satisfecho,  Albert se tumbó en la cama con los brazos tras la cabeza a modo de almohada.

—¿Eso es todo ?—preguntó  la pirata con una fingida sonrisa de desprecio— me habían contado otra cosa sobre las aptitudes de los Guardias Alpinos. Quizás me equivoqué al elegir en aquel oscuro muelle de Noab...

La joven no sabía si había sido su bravata o su cuerpo jadeante y brillando espléndido de sudor lo que hizo que el hombre reaccionase y la tumbase de nuevo sobre la cama boca abajo, mordiéndole el culo y  separando sus piernas con rudeza...

Esta vez la boda no fue apresurada. Los jóvenes tuvieron unos días para conocerse y hablar. Y en la boda estuvieron presentes todos los dignatarios importantes de ambos reinos incluyendo los dos monarcas.

Deor la entregó  a su joven prometido Taif, el príncipe heredero de Gandir, con su bendición en una preciosa ceremonia que selló definitivamente la alianza entre Gandir y Juntz. Mientras cenaban Nissa reflexionó. Taif no era como Albert. Era un hombre culto y refinado y ante todo sensato. No era tan guapo como Albert,  su cara era más delgada y tenía una nariz grande y ligeramente ganchuda que le proporcionaba un aire de autoridad.  Nissa sabía que se había enamorado perdidamente de ella y eso le confortó un poco, al menos alguien sería feliz con ese enlace. Con la mirada soñadora intentó imaginar que estaría haciendo Albert en ese momento. Con gusto se hubiese cambiado con aquella pirata y se hubiese dedicado a desvalijar barcos de día y a hacer el amor todas las noches  mecidos por el suave movimiento del barco.

El joven príncipe se dio cuenta de su estado y le preguntó si se encontraba bien. Ella respondió que solo estaba un poco nerviosa y lo tranquilizó con un suave beso.

Los novios abandonaron la mesa y se dirigieron a la habitación que el rey Accab había preparado para ellos.

Cuando entró en ella Nissa se maravilló de los pesados cortinajes de seda, los aparatosos muebles y la gran cama con dosel  que presidia la habitación. La joven princesa se quedó parada en medio de la habitación un poco cohibida, simulando no  saber muy bien qué hacer.

Taif temblaba por dentro de deseo. En los pocos días que había tenido para conocer a la mujer que ahora era su esposa se había enamorado locamente de ella y había deseado con todas sus fuerzas que el tiempo pasase hasta que al fin llegase este momento.

Taif observó a Nissa y se acercó a ella lentamente, temiendo despertar de aquel sueño. Con suavidad acarició la pálida mejilla de la joven y besó sus labios. Nissa se agarró al cuello del príncipe y le devolvió el beso. El príncipe le acarició los hombros y los brazos sin saber cómo continuar para no parecer demasiado brusco.

Nissa tomó la iniciativa y mirando a los ojos del joven rey se quitó la ropa hasta quedar totalmente desnuda ante él.

Taif se quedó embobado observando la piel pálida, los pechos grandes y tiesos con los pezones rosados, su vientre plano y juvenil  y sus caderas rotundas. Hipnotizado por aquel hermoso cuerpo acercó la mano al pubis de la joven y acarició con suavidad el pequeño triángulo de bello rubio que intentaba tapar sin éxito los labios de su sexo.

Nissa se estremeció ante el contacto y gimió suavemente. Taif levantó los ojos y escrutó aquellos lagos color aguamarina antes de volver a besarla.

Nissa sintió como la delicada caricia de su esposo despertaba en ella sensaciones que creía  olvidadas para siempre. Con la lengua de él explorando su boca con avidez,  la joven le abrió la costosa camisa de seda y le acaricio el pecho blando y acogedor.

Excitado por las caricias de su joven esposa Taif terminó de sacarse la ropa hasta quedar totalmente desnudo ante ella. Nissa observó su cuerpo y acarició su miembro erecto. No era muy largo pero era casi tan grueso como el de un trasgo.

El príncipe vio como su esposa se estremecía y lo interpretó como un signo de excitación. Incapaz de contenerse más la cogió por la mano y la guio hasta la enorme cama. Se tumbó encima de ella y  besó su cara, sus labios, su cuello, sus pechos...

Nissa notó como su cuerpo iba despertando poco a poco. Su esposo cogió uno de sus pechos y lo chupó con violencia mientras acariciaba el pezón con su lengua.  Nissa gimió y cogiendo a Taif por la nuca lo apretó  contra ella con desesperación. El joven, al notar su reacción continuó  chupando el pezón mientras estrujaba el otro pecho con fuerza . Nissa dio un respingo y gimió al sentir como su sexo se humedecía poco a poco.

Taif  separó las piernas de su esposa y refrenando su deseo de acometerla con todas sus fuerzas guio su polla hasta el sexo de la joven. Sin entrar aun en su interior, le acarició la vulva cálida y húmeda de excitación. Recordando las palabras de su hermana lubricó su polla con un poco de saliva y penetró en las cálidas entrañas de la joven.

El príncipe  la penetró con suavidad hasta que su polla chocó con el virgo de la joven. Lo tanteó un par de veces con suavidad para finalmente atravesarlo con un golpe seco. Nissa se puso rígida y se quejó durante un momento. Taif siguió empujando con suavidad hasta que enterró por completo su polla en el cálido y estrecho coño de la joven.

Nissa sintió el desgarrón y el dolor mientras su sexo se abría y se acomodaba al grueso miembro de su esposo.  El joven príncipe se quedó unos instantes parado al notar la incomodidad de la joven y aprovechó para volver a besarla inundando su boca con un ligero aroma a vino.

Taif comenzó  a moverse y notó como la joven gemía y se revolvía excitada con cada empujón. Más seguro de que no le estaba haciendo daño, sus movimientos se volvieron más rápidos y profundos disfrutando del soberbio cuerpo de su esposa.

Esta vez el dolor fue fugaz y quedó apagado rápidamente por un intenso placer. El miembro de su esposo llenaba su coño y haciendo que chispazos de placer la atravesasen. Sin poder evitarlo comenzó a jadear y gemir  descontroladamente.

Los gemidos de su esposa le excitaron aun más y sin poder controlarse empujó con todas sus fuerzas en el interior de aquel coño deliciosamente estrecho hasta que se corrió en su interior.

—Oh, lo siento... —intentó disculparse Taif.

—No pasa nada.— Replicó ella sonriendo con suavidad.

El pene de su esposo retorciéndose y expulsando cálidos chorros de semen en su interior le excitó aun más. Con un movimiento rápido, se giró y se puso encima de su esposo.  Con su sexo le acarició el miembro que aun estaba erecto y comenzó a balancearse suavemente mientras se erguía haciendo que sus tetas se bambolearan atrayendo la mirada lujuriosa de Taif.

Pronto notó como la polla del joven comenzaba a palpitar de nuevo  bajo ella.  Nissa se acostó sobre él y le beso dejando que sus pechos rozaran su torso. El beso se hizo cada vez mas ansioso y salvaje y su esposo intentó penetrarla de nuevo pero ella se apartó  y comenzó  a besar, morder y arañar todo su cuerpo volviéndolo loco de deseo.

Las manos frías y delicadas de Nissa cogieron su verga y se la llevó a la boca. Taif se dobló  de placer cuando la joven se metió la punta de su polla en la boca. Notó como su miembro se hinchaba hasta querer reventar mientras  Nissa subía y bajaba por su falo chupando, lamiendo y mordisqueando.

Cuando su esposa se separó  la necesidad de tomarla era tan fuerte que cuando la joven se puso de pié abrazando una de las columnas del dosel, la penetró deseando  abrirla en dos con su polla.

El primer embate la dejó casi sin aliento obligándola a tensar todo su cuerpo y ponerse de puntillas para no perder el equilibrio. Taif se agarró a a su culo y comenzó a penetrarla salvajemente. La princesa gemía y gritaba disfrutando de cada andanada.

Poco a poco los empujones se fueron haciendo menos violentos y su esposo adelanto sus manos para acariciar sus pechos y su pubis. Nissa notaba como los relámpagos de placer iban irradiando de su sexo hacia el resto de su cuerpo cada vez más profundos y estremecedores hasta terminar convirtiéndose en un monumental orgasmo.

Con placer Taif observó como el cuerpo de Nissa se retorcía y se estremecía descontroladamente mientras  gritaba de placer. El príncipe continuó penetrándola con fuerza hasta que incapaz de contenerse más volvió a eyacular en su interior.

Un nuevo chorro de semen hirviente le asaltó provocando un nuevo gemido de placer. Taif siguió agarrado a ella empujando suavemente animando ligeramente los rescoldos de placer que aun bullían en los dos.

Cuando finalmente se separó, la joven notó como los jugos del sexo resbalaban de su vagina y escurrían por el interior de sus piernas.

Taif  levantó a su esposa y la depositó en el lecho tumbándose junto a ella y quedándose casi  inmediatamente dormido.

Mientras escuchaba a su esposo  roncar suavemente, Nissa se quedó tumbada mirando al dosel de la cama y pensando que quizás algún día podría olvidar a  Albert.


Mike trepó como un gato en la oscuridad y en total silencio. Al principio iba a entrar por la puerta para darle la noticia de que habían entrado en la lista de los más vendidos del New York Times pero las risas que provenían de la ventana de la habitación de Mike despertaron su morbosa curiosidad.

Desde el árbol podía oírlo todo.  Los tres charlaban animadamente. Mike se acercó un poco más para poder enterarse de la conversación.

—¿Y ahora que vas a leernos? —oyó preguntar  a Amber.

—Quizás os interese mi nueva novela.

—¿A sí? ¿De qué va? —insistió Amber— ¿Es la segunda parte de La Princesa Blanca? Quiero que sepas que me quedé un poco decepcionada cuando mandaste a Nissa con ese pánfilo de Taif.

—No, en realidad la próxima se titulará Johnny el travestido. Se trata de un joven  que aparentemente tiene una vida ideal, es el capitán del equipo de futbol y tiene una novia hermosa pero  no la hace apenas caso porque en realidad lo que le gusta es vestirse de mujer y salir por la noche de garitos a ligar.

Las dos chicas rieron con ganas imaginando la cara que pondría el ex de Amber al verse retratado de aquella manera en una novela.

—Mi ex no va a saber dónde meterse cuando se entere.

—Ya sabes lo que dicen. —replicó Joey— La pluma es más fuerte que el bate de beisbol.

—De todas maneras no me parece una historia capaz de excitarnos como lo hacía esta. —añadió Judith melosa.

—Supongo que ahora tendré que esforzarme un poco más a la hora de decir que tus pechos me vuelven loco y que adoro el color caramelo de tu piel   y que siempre estoy deseando acariciar vuestros labios.

Mike aprovechó la conversación para acercarse un poco más y asomarse a la ventana.  La habitación estaba en penumbra pero la intensa oscuridad del exterior le permitía ver lo que ocurría dentro con todo detalle.

Amber y Joey estaban totalmente desnudos y sudorosos como si hubiesen estado haciendo el amor toda la tarde,  en cambio Judith  parecía que acabada de llegar y miraba con lujuria a los otros dos.

Mike  alucinó al ver como se lo había montado Joey para casi sin darse cuenta tener a los dos mejores chochitos del instituto para él solo, y encima ni se peleaban por él.

Judith besó a sus otros dos amantes y salió de la habitación para refrescarse un poco mientras Amber  y Joey se besaban y acariciaban distraídamente.

Momentos después volvió Judith y Mike estuvo a punto de caerse del árbol. La chica llevaba puesto tan solo un conjunto de sujetador y tanga negros de encaje, unas medias y unos tacones de aguja.

Joey dejó a Amber tumbada en la cama y se acercó a Judith. El beso en principio fue tierno pero poco a poco se fue volviendo más violento mientras Joey acorralaba a Judith empujándola contra la puerta.

Mike observó  como las manos de Joey asieron los pechos de su novia estrujándolos con violencia y haciendo que la joven soltase apagados gemidos.

—Vamos tío  quítala el sostén, —dijo Mike para sí — quiero ver esas perolas.

Joey separó los labios de los de Judith y comenzó a bajar poco a poco por su cuello hasta sus pechos.

Mike desvió su mirada hacia Amber esperando algún gesto de contrariedad pero se limitaba a mirar a los dos amantes mientras enredaba  con la suave mata de pelo rubio que adornaba su pubis.

Judith se quitó finalmente el sujetador y Mike admiró los melones morenos y grandes como cantaros con los pezones oscuros y tiesos por las atenciones de Joey. Comparó los cuerpos de ambas chicas y comprendió a Joey;  si él estuviese en su lugar le resultaría imposible decantarse por una de ellas.

El  cuerpo de Amber era mas longilíneo y elegante, su tez era  pálida  y su cara estaba dominada por aquellos enormes ojos verdes, sin embargo Judith tenía un cuerpo explosivo  con más curvas que  el Pikes peak, una melena negra e indómita  y  la  piel morena. Joey era un maldito cabrón con suerte.

Mientras Mike reflexionaba,  Judith había empujado a Joey hasta sentarlo en la silla de su escritorio. Con deliberada lentitud besó y acarició el cuerpo desnudo del joven haciendo que este se revolviera inquieto en su silla intentando asir a la joven por las caderas.

Judith sonrió y montó a horcajadas sobre su novio meciéndose sobre su polla. Joey tragó saliva y se agarró al culo de Judith mientras se inclinaba sobre sus pechos y le chupaba anhelante los pezones.

Joder—susurró Mike para sí cuando la joven se irguió para poder meterse la polla de Joey.

A Mike se le caía la baba viendo las piernas de Judith  ponerse en tensión enfundadas en las medias negras mientras subía y bajaba cada vez más rápido empalándose con el  cipote de su amigo.

En pocos segundos la chica gemía y jadeaba con las manos de Joey  agarrando y estrujando cada protuberancia del cuerpo de su novia.

Cuando creyó que nada podía superar aquella visón Judith se dio la vuelta y separando los glúteos se metió la verga de Joey poco a poco por su ojete. Joey gimió extasiado mientras la joven lanzaba quedos quejidos.

En ese momento Amber, que hasta ese momento se había quedado tumbada en la cama masturbándose, se acercó y comenzó a acariciar y  besar el sexo de Judith que separó las piernas poniéndolas a ambos lados del cuerpo de Joey para facilitarle el acceso a lo más profundo de su coño.

Mike  estaba totalmente hipnotizado viendo el sexo de Judith totalmente abierto. Los quejidos se volvieron rápidamente gemidos y los gemidos  gritos cuando Judith se estremeció asaltada por el orgasmo. Inconscientemente  Mike intentó acercarse un poco más para ver el espectáculo un poco más de cerca, cuando su mano resbaló y perdió el equilibrio. Mike intentó asirse con la otra pero fue inútil, una décima de segundo después estaba manoteando en el aire, y tras  golpear un par de ramas cayó como un saco sobre unos arbustos.

—¿Qué coños? —preguntó Joey mientras se asomaban por la ventana.

Encontraron a Mike sobre el arbusto aparentemente ileso.

—¡Mike! ¡Serás cerdo! —dijo Judith— cuando baje te voy a partir la cara.

—No hace falta que te estropees la manicura —replicó Mike entre quejidos—creo que ya me he roto yo solo la muñeca.

—Te está bien pedazo de cabrón.

—Vamos chicas, tened un poco de piedad de mí. Es  la mano de pelármela. Necesito un poco de ayuda...

FIN

Guía de personajes:

Reino de Juntz.

Rey Deor II: Soberano de Juntz.

Eldric: Único hijo varón del rey Deor. Príncipe heredero de Juntz. Prometido con Nayam de Gandir.

Nissa: La hermana de Eldric. Prometida con Taif príncipe heredero de Gandir.

Serpum: Conocido en la corte de Juntz como el arcipreste. Preceptor de los hijos del rey y fiel amigo y consejero del soberano. Tiene un oscuro pasado que solo el Rey Deor conoce.

Coronel Magad : Jefe de los Guardias Alpinos La élite del ejército de Juntz

Almirante Stallion: comandante de la flota de Juntz

Albert: Miembro de la Guardia Alpina y guardaespaldas de Nissa.

Guldur: Compañero de Albert en la Guardia y guardaespaldas del príncipe Eldric.

Fugaz: Caballo del príncipe Eldric.

Reino de Gandir.

Accab I: 2º rey de la decimotercera dinastía de Gandir.

Taif: Primogénito del rey Accab y heredero al trono de Gandir.

Nayam: Princesa de Gandir.Primera hija de Accab. Prometida al príncipe heredero de Juntz y tras su muerte del rey Deor.

Reino de Irlam

Senabab: Rey de Irlam.

Yamín: Gran visir del rey.

Kondra : Madame del prostíbulo más lujoso de Senabab.

Swich : Espía de Juntz en Veladub.

Nesgar: Posadero ladrón y traficante de seres humanos en Veladub.

Vulk: Cómplice y guardaespaldas de Nesgar .

Amwar: Supremo sacerdote de Veladub.

Piratas

Baracca: Capitana del Tormenta.

Moser: Lugarteniente de Baracca y contramaestre del Tormenta.

Algún lugar en la costa oeste de los EEUU

Joey: estudiante y autor de la princesa blanca. Enamorado de Amber.

Amber: Jefa de las animadoras.

Sres. Kingsey : Padres de Amber.

Johnny: Novio de Amber y quarterback del equipo.

Mike: Mejor amigo de Joey y loco del skate.

Judith: Amiga y compañera de Joey desde la infancia.

Robert y Nora Rosen: Padres de Judith.

Srta. Freemantle: Profesora de química en el instituto dónde estudia Joey .

Lisa: Madre de Joey.

He colgado un mapa de los tres reinos en esta URL por si queréis consultarlo. Lo hice para mi propio uso a la hora de escribir la historia, así que no esperéis una obra de arte.

[URL=http://www.subirimagenes.com/otros-mapaprincesablanca-8904614.html][IMG]http://s2.subirimagenes.com/otros/previo/thump_8904614mapa-princesa-blanca.jpg[/IMG][/URL]